jueves, octubre 08, 2009
OCHO Y MEDIO
Tengo que confesar que "Ocho y medio" no es una de las películas del genio de Rimini con la que mas conecte.
Los problemas creativos de Guido Anselmi magníficamente encarnado por un comedido y discreto Marcello Mastroianni me dejan un poco frío. No termina de engancharme el vacío y la desesperación que siente ante su mas que evidente falta de creatividad.
Siempre he pensado que Fellini no indaga realmente en el problema de la falta de creatividad, simplemente se limita a mostrar al confundido Anselmi en un desfile de miedos y obsesiones que le acosan desde su presente, pasado y futuro. Probablemente, en Fellini no se trata de entender sino, simplemente, de ver en imágenes todo aquello que no se muestra. Solo ver porque hay una impenetrable barrera que nos impide llegar hasta Anselmi y siempre que veo "Ocho y medio" tengo la impresión de que hay algo que Anselmi no nos cuenta, que ese striptease emocional realizado por Fellini/Anselmi tiene en su composición química una cierta proporción (que no es posible precisar) de elaboración que nos aleja de la verdad de Anselmi.
Coyunturalmente, entiendo el éxito de "Ocho y medio". Después de todo, es la apoteosis del director concebido como artista-creador, como estrella, puesta por obra por los chicos terribles de la nouvelle-vague francesa... Algunos de ellos firmaban sus películas como si fueran cuadros o libros... Y Fellini, en la década de los 60, es capaz de construir una historia en torno a las tribulaciones de unos de esos artistas pasando por un mal momento creativo. El exceso del concepto. Una historia sobre la incapacidad de contar una historia, atrevida y arriesgada pero que quizás esté envejeciendo mal una vez perdido ese factor sorpresa.
Ahora, cuarenta años después, la situación es otra.
Y uno no termina de entender a Anselmi, su pasividad ante el constante desfile de sus miedos y obsesiones, que sólo parece presenciarlas convertido en un espectador mas del indiscutible talento del maestro de Rimini para poner en imágenes lo que es muchas veces incontable.
Y cada vez que veo "Ocho y medio" esa impostura se hace cada vez más visible distanciándome de un Anselmi que se asemeja cada vez mas a uno de esos vitelloni sin conciencia del primer cine felliniano, un berlusconiano embaucador en el que nunca nada es lo que parece y que nos presenta un desfile de falsas obsesiones que busca pasen por verdaderas con la finalidad de terminar la maldita película de una vez.
Por eso "Ocho y medio" no es la historia de un creador que experimenta un vacío creativo sino la historia de un inteligente pillo que se hace el triste mientras consigue todo lo que necesita y quiere de aquellos que le rodea, especialmente de las mujeres y productores. En este sentido, tiene un punto de artilugio eminentemente italiano que quizá sólo ellos puedan entender, pero que ese Vitelloni llamado Berlusconi ha generalizado para general e internacional asombro. Por ahí, y según escribo, descubro una interesante lectura. La escenificación del pillo que sólo por casualidad es además un artista...
No obstante, y dicho todo ésto, la película sigue teniendo sus momentos... como todo el cine de Fellini. Y ese sueño de Anselmi conviviendo con todas las mujeres de su vida en una especie de tiranía consagrada al culto de su personalidad como macho único me resulta muy estimulante... no se por qué... junto con ese final en el que el autor se une a todos sus personajes en un baile interminable antes de desaparecer en el olvido del que muy pronto regresarán, la próxima vez que el pillo los necesite.
miércoles, octubre 07, 2009
martes, octubre 06, 2009
En el mundo de la política española nadie parece tener en la cabeza la visión global, the big picture.
Falta alguien que no sólo se vea a si mismo perdido en el inmenso desierto de su necesidad, sino también que tenga presente la posición que ocupan sus contrincantes y la imagen que están dando todos ellos ante un público que quizá sea inexistente, que seguramente se dedica a otras cosas... curiosamente, las mismas a las que se dedican nuestros políticos, esos que deberían ser los mejores de nosotros... a trapichear, a sobrevivir en un mundo cada vez más complicado y difícil.
Y si hay mejores, que lo dudo, estos deben dar ejemplo.
Es importante saber que existen otros mundos en éste, como aquel soldado alemán que en la novela "Vida y destino" cantaba opera cuando cesaban los alaridos de las armas. Alguien tiene que encargarse de recordarnos a todos que la vida es algo más que ésto: la servidumbre de la máquina, la tiranía de los relojes, la nostalgia del espejismo de las vacaciones terminadas...
Necesitamos gestos.
Políticos que rechacen relojes y coches caros, que no se pasen en masa al grupo mixto para conseguir un cambio en la alcaldía, que no les importe lo que piensen los demás y, principalmente, que no les importe perder... que prefieran perder a perderse, que si las cosas no van a ser como ellos creen que deben ser estén dispuestos a volverse a casa.
Pedagogía del fracaso y de la coherencia.
En algo tiene que notarse que son los mejores de nosotros... pero nada de eso sucede. En lugar de ese retablo de las maravillas tenemos este espectáculo triste y vil el que forman políticos y periodistas agrupándose en torno a diferentes banderas según conveniencias que en absoluto son inalterables, disparándose los unos a los otros, produciendo constantemente argumentos basados en medias verdades y medias mentiras.
El espectáculo triste y vil del animal humano satisfaciendo sus necesidades más básicas, perdido en el interminable sinsentido de la satisfacción inmediata de sus necesidades, evitando el fracaso, la carencia, el dolor y el sacrificio.
No nos damos cuenta todavía pero necesitamos esperanza, la posibilidad de creer en nosotros como grupo.
Hacen falta gestos máximos, extremos que nos devuelvan la autoestima que lentamente nos estamos arrebatando los unos a los otros.
Hombres imposibles que tengan en la cabeza la visión general y total de las cosas, que prefieran decirnos la verdad a mentirnos, que prefieran decirnos la verdad a esperar a que las mentiras acaben con su contrincante.
Nuestra decadencia es total y absoluta y lo más curioso de todo es que inesperadamente nos sucede en plena abundancia, libres de las dificultades materiales e inmateriales que asolaron la entereza vital de nuestros ancestros. Una abundancia en la que ya tenemos que pagar casi para todo, en la que todo está o estará en el mercado y en la que vivimos para pagar y pagar todo lo que, sin poder parar, compramos y compramos.
Tantos siglos de evolución para descubrirnos como el animal codicioso y temeroso del futuro que nunca hemos dejado de ser, perdiéndonos por un reloj o por una casa más grande y esperando que cada nueva cosa nos llene el vacío que conseguir la cosa anterior nos ha dejado.
Constantemente pagando y debiendo en un mundo en el que absolutamente todo empieza a tener precio.
Estrangulados por nuestro propio Frankenstein.
Perdidos en el gran sueño del paraíso.
EL SECRETO DE SUS OJOS
Me gustan las historias que suceden durante largos periodos de tiempo. En ellas puedes ver a sus protagonistas respirar, cambiar, regresar, recordarse, intentar olvidar y, por encima de todo, el tiempo se convierte en un personaje más. Y si la historia es lo suficientemente buena, tan buena como ésta que el argentino Juan Jose Campanella nos cuenta, puedes incluso llegar a tocarlo con tu propia mirada sobre la blanca pantalla donde las imágenes arden y se suceden mágicas las unas a las otras.... Y al final, el tiempo es un fantasma inopinadamente convocado por una mirada que recuerda o que mira hacia delante esforzándose por no hacerlo hacia atrás o una fugaz sombra levantada por el aleteo firme de una palabra que ya no duele. En todo ésto basa su belleza "El secreto de sus ojos"... En la esforzada tangibilidad de lo intangible, en la capacidad de la mirada del espectador por atrapar la luz en la fugaz oscuridad que sucede entre dos parpadeos.
La película cuenta dos historias.
La investigación del asesinato de una mujer hermosa que lleva a cabo un recalcitrante oficial del juzgado (Ricardo Darin) en el momento del crimen competente y de la relación profesional/sentimental que éste guarda con su jefa (Soledad Villamil). Ambas se sucederán en el tiempo desde la década de los setentas del pasado siglo hasta prácticamente el momento actual teniendo el concreto factor común que sólo su inolvidable compañero, un fantástico Guillermo Francella, consigue descifrar.
Se puede abandonar todo, pero jamás la propia y verdadera pasión.
Así será posible atrapar al asesino de la mujer en una extraordinaria secuencia en el campo de fútbol del Huracán que empieza con un tremendo e inolvidable plano secuencia desde los cielos hasta los rostros de los protagonistas; pero también será la columna vertebradora de la relación que ambos protagonistas mantienen en el tiempo.
Pasiones, buenas y malas, confesables e inconfesables, en el tiempo... Eso es "El secreto de sus ojos". Una maravillosa y emocionante película.
sábado, octubre 03, 2009
viernes, octubre 02, 2009
MADRID 2016
Teniendo en cuenta que en el 2012 van a celebrarse ya unos Juegos Olímpicos en Europa, en Londres, las probabilidades de que el COI repitiera continente eran muy escasas, por no decir inexistentes... Escribo de memoria, como siempre, pero, y si mal no recuerdo, el COI no ha repetido continente en su época moderna.
Otros competidores europeos como París se han reservado para empezar a apostar por el éxito a partir del 2020 y, de hecho, la de Madrid era la única candidatura europea.
Era una locura.
Y no sólo por el pasado reciente sino también por el futuro próximo. El sueño imposible de Madrid competía con el deseo real del COI por, en una política de gestos máximos, extender los Juegos Olímpicos a América Latina... De modo que ya sólo les quede Africa por cubrir.
Por estas dos razones era muy, muy difícil que Madrid fuera sede olímpica en el 2016... Y estas dos razones se combinan en el hecho de que la candidatura ganadora, de la ciudad de Río de Janeiro (pero en realidad de todo el estado brasileño), es una candidatura virtual, inexistente.
Hoy en día, apenas hay infraestructuras, realidades físicas que la soporten. Todo está por hacer... De lo que se deduce que había otras corazonadas en juego, más fundadas desde luego.
Río siempre fue la apuesta ganadora y había sobradas razones para, se fuera brasileño o no, creer en ella. Y lo peor de todo es que mi análisis no es nada sofisticado y brillante. Es más... Ni siquiera es una análisis. Sólo es la mera constatacion de dos obviedades.
Dicho ésto, y con todo, lo más interesante para mi heterodoxo entender es que nuestra imposible corazonada nos desnuda como el real país de jugadores que somos. Hacía falta un tonto, el COI lo necesitaba y allí estábamos nosotros, nuestros políticos sobre todo: unidos y poniendo toda la carne en el asador en la consecución de lo superfluo.
jueves, octubre 01, 2009
"Me volví hacia la extensión de tierras y me pregunté hasta dónde ir. Exactamente la misma pregunta que me hice antes, cuando nadaba en el océano. ¿A partir de qué lugar empieza a ser peligroso seguir alejándose? Y comprendí que uno se lo pregunta cuando ya empieza a creer que ha ido demasiado lejos."
(Crónicas de motel, Sam Shepard)
(Crónicas de motel, Sam Shepard)
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