martes, octubre 13, 2009
THE ROYAL TENENBAUMS
Amo esta película.
Y no siempre es fácil decir los motivos que le llevan a uno a amar las personas y las cosas. Seguramente, porque verbalizar ese amor supone decirse completamente uno mismo y no es fácil conocerse lo suficientemente bien como para explicarse explicando las causas de una determinada afinidad.
Ya he escrito alguna que otra vez lo que significan para mi los personajes de Wes Anderson... Como si los personajes que aparecen pintados en los cuadros de Edward Hopper pudieran moverse y hablar. Del mismo modo que en los cuadros del pintor norteamericano, el silencio es siempre protagonista. Los personajes de Anderson son parcos en palabras. Se expresan mediante frases cortas y monosílabos... Como si lo más importante quedara siempre por decir y no pudiera ser verbalizado pero pesara, desde el silencio, a quienes han de expresarse.
Los personajes de Anderson viven entre las ruinas de las propias emociones y se pasean insomnes por las enormes estancias vacías de su alma echándose de menos.
Resultan fascinantes en su silencio apenas quebrado por pequeños momentos de expresión que a veces resultan intrascendentes o fuera de lugar simplemente porque aquello que realmente debe ser dicho resulta imposible de pronunciar.
Y en todo este marco discurre la historia de Royal Tanenbaum (un estupendo Gene Hackman en una de las mejores interpretaciones de su carrera) buscando recuperar la estima y el cariño de su destrozada y anómica familia... y valiéndose de las mismas tácticas desconsideras y egoístas que le llevaron a alejarse de ellos.
Genio y figura, Royal intentará ordenar las piezas de un puzzle complejo compuesto por su mujer, sus tres hijos, el novio de ésta, el adoptado vecino, el marido de su hija y el fiel criado indio... un variado repertorio de traumas y carencias que Royal enfrentará con su radical y desconsiderado optimismo de siempre, el mismo que ha hecho de él el sinvergüenza y vividor que será hasta el último momento.
Emocionante y brillante.
lunes, octubre 12, 2009
WHATEVER WORKS
Desde "Match point" (2005), ésta es la película que más me ha gustado de esa máquina de expresarse mediante películas llamada Woody Allen.
"Whatever works" nos cuenta una historia coral sobre las relaciones personales, el amor y el desamor, en la que el personaje de Boris Yelnikoff (un divertido Larry David) cumple la función de maestro de ceremonias. A través de él accederemos al resto de personajes, poco a poco, conforme la película avanza y se convierte en una agridulce, bastante convencional y relativamente divertida historia de encuentros y desencuentros en la que el sentido de la vida está constantemente presente, y casi nunca como una presencia agradable.
Los chispeantes e inteligentes diálogos y algunas divertidas situaciones enmascaran un planteamiento conceptual pesimista y amargo sobre el resultado final de la mecánica general de las cosas, llegando a hacer que incluso el público ría en momentos en los que quizá lo más adecuado fuese llorar.
No en vano el titulo, "Whatever works", resume un poco una cierta política de mínimos en lo que se refiere a la felicidad, política que en opinión de Yelnikoff debe ser adoptada conforme el tiempo pasa y la vida avanza para hacer posible eso que llamamos "felicidad". Una suerte de nihilismo emocional que debería llevarnos a aceptar las cosas tal y como nos vienen y disfrutarlas sin pensar que pudieran ser mejores... porque en cualquier momento pueden terminar.
Pese a las risas que la historia pueda arrancar de los espectadores, la historia destila un perfume amargo y desencantado que el carácter agrio de un Yelnikoff de vuelta de lo mejor de la vida, encarna en fondo y forma, convirtiéndose en uno de los principales atractivos de la historia...
Para Allen, la superficie sobre la que descansa toda felicidad es leve y quebradiza. Algo así como ese cielo protector del que nos hablaba Paul Bowles en su novela del mismo titulo... un engañoso azul que nos protege de la visión del inmenso abismo negro que se esconde siempre amenazador, un espejismo que sin embargo no podemos dejar de mirar.
"Whatever works" resulta entretenida y, de todo modo, continúa en la línea nihilista que, de manera más dramática, el director neoyorkino perfilara con "Match Point" si bien cambiando el grave tono melodramático, sinfónico, de ésta por, y como ya he comentado, un registro más leve, de cámara, como de cuento moral con "dry humour" en la línea de Eric Rohmer o de peliculas como "Sonrisas de una noche de verano" de uno de sus grandes referentes: Ingmar Bergman.
LA MALA EDUCACIÓN
Me resulta difícil hablar de esta película de Almodóvar. Y esta dificultad no procede de un presunto síndrome cinematográfico de Stendhal producido por las abundantes y variadas calidades de la película, sino de todo lo contrario... No se qué es lo que me gusta menos de "La mala educación"... Innecesariamente compleja, la historia no necesitaba dar tantas vueltas para conducirnos a un tópico final de verdad, mentira y ambición, propio del cine negro, trasladado al mundo cinematográfico de la España de la década de los ochentas del pasado siglo.
Al final, Juan (un frío y descolocado Gael García Bernal) consigue ser el actor que desea ser y todo a costa de la vieja historia de amor que Enrique Goded (un nimio y transparente Fele Martinez) vivió con su hermano cuando aún ambos eran unos niños.
Por en medio, hay un largo e intrincado viaje por diferentes líneas argumentales, algunas evidentemente contradictorias, y niveles narrativos que lastran y distraen, que el espacio que ocupan en la película no se corresponde con su aportación al significado real de una historia que, en un principio, gira en torno a Goded para terminar convirtiendo a éste en sujeto paciente de Juan, dentro de su red pacientemente tejida.
Hay demasiados árboles que impiden al espectador ver el bosque de la verdadera trama, como si el director estuviera tan sólo en la cima de su éxito como para no haber tenido a nadie que le hubiera recomendado eliminar, como mínimo, unas veinte o treinta páginas del guión.
No quisiera caer en lo personal, pero me disgusta la pretensión de genialidad y excelencia que para mi supura esta historia tan innecesariamente compleja y alambicada... porque en ella hay personajes interesantes, entregados a la pasión y pulverizados por ella, desesperadamente perdidos en su laberinto pero, sin duda, sepultados bajo el inmenso ego de su creador que los hace ir y venir, transformarse ensombrecidos por una barroca estructura narrativa de la que son resignados esclavos... En "La mala educación" los personajes y la historia no son un fin en si mismos, sino un medio, actantes portadores de las esencias de un autor que por encima de todo busca ser el principal protagonista de sus propias obras, un Dios Mayor que sólo busca poner en evidencia ante sus fieles las mieles de sus presuntos atributos como creador.
Prescindible... por soberbia.
domingo, octubre 11, 2009
LA GRAN ESTAFA
Es una película estimable ésta que dirige el sueco Lasse Hallstöm.
"La gran estafa" discurre a principios de la década de los setentas del siglo pasado y nos cuenta la historia de Clifford Irving, un aspirante a escritor que buscando un escape para su desesperada situación personal, que ya no puede esperar más el éxito, empeña su talento en convencer a la editorial McGraw-Hill de que el misántropo multimillonario Howard Hughes, uno de los personajes más fascinantes de aquella época la ha elegido para contar su autobiografía.
Poco a poco, Irving construirá una complicada trama de mentira que terminará por atraparle a él mismo alejándole de todos aquellos que le aprecian y convirtiéndole en un esclavo de una realidad virtual que constantemente necesita ser atendida, ampliada y perfeccionada.
La película funciona a todos los niveles resultado especialmente el retrato que, con talento, Gere compone de un mentiroso patológico que acabará sólo y llegando, como siempre, demasiado lejos.
Resulta curioso también el modo en que la propia realidad se sirve de la propia mentira de Irving para seguir su camino. El utilizado Hughes utiliza a Irving para dejar fuera de combate a Richard Nixon, uno de sus grandes enemigos de la época, proporcionando información privilegiada que implica al presidente y convirtiendo, entre otras cosas, el asunto Watergate en una indagación acerca de si sus rivales demócratas controlaban las galeradas del libro de Irving.
Además hay grandes actores: Richard Gere, Alfred Molina, Marcia Gay Harden, Hope Davis, Stanley Tucci... capaces todos de dar grosor e interés a sus personajes en el caso de que no lo tuvieran.
En definitiva, el resultado es más que estimable.
DELICATESSEN
Cada vez me gusta menos, me aburre mas.
Una vez superado el efecto sorpresa que para el espectador supone su abigarrada y fascinante puesta en escena, la película tiene muy poco que ofrecer.
Algún personaje entrañable como la imposible Aurore y sus no menos imposibles intentos de suicidio siempre coronados con el fracaso más extraordinario, pero muy poco. Esta historia a caballo entre la ciencia ficción y un melodrama de Marcel Carné no es más que una exigua percha sobre la que sus creadores, Jean Pierre Jeunet y Marc Caro van construyendo un sofisticado traje de formas. ambientes y colores que, para mi mirada, ya no resulta suficiente.
En "Delicatessen" la forma es el mensaje, una mascara que no esconde ningún rostro, apenas un par de rasgos, casi nada.
viernes, octubre 09, 2009
JORGE "MÁGICO" GONZÁLEZ
Velocidad, técnica, desborde y tiro. Como dice David Vidal, que fue su entrenador durante siete años en el Cádiz C.F... "hubiera sido el mejor jugador del mundo de no haberle gustado tanto la fiesta".
Todavía me llevo las manos a la cabeza cuando le veo jugar desde una distancia de veinte o veinticinco años...
jueves, octubre 08, 2009
OCHO Y MEDIO
Tengo que confesar que "Ocho y medio" no es una de las películas del genio de Rimini con la que mas conecte.
Los problemas creativos de Guido Anselmi magníficamente encarnado por un comedido y discreto Marcello Mastroianni me dejan un poco frío. No termina de engancharme el vacío y la desesperación que siente ante su mas que evidente falta de creatividad.
Siempre he pensado que Fellini no indaga realmente en el problema de la falta de creatividad, simplemente se limita a mostrar al confundido Anselmi en un desfile de miedos y obsesiones que le acosan desde su presente, pasado y futuro. Probablemente, en Fellini no se trata de entender sino, simplemente, de ver en imágenes todo aquello que no se muestra. Solo ver porque hay una impenetrable barrera que nos impide llegar hasta Anselmi y siempre que veo "Ocho y medio" tengo la impresión de que hay algo que Anselmi no nos cuenta, que ese striptease emocional realizado por Fellini/Anselmi tiene en su composición química una cierta proporción (que no es posible precisar) de elaboración que nos aleja de la verdad de Anselmi.
Coyunturalmente, entiendo el éxito de "Ocho y medio". Después de todo, es la apoteosis del director concebido como artista-creador, como estrella, puesta por obra por los chicos terribles de la nouvelle-vague francesa... Algunos de ellos firmaban sus películas como si fueran cuadros o libros... Y Fellini, en la década de los 60, es capaz de construir una historia en torno a las tribulaciones de unos de esos artistas pasando por un mal momento creativo. El exceso del concepto. Una historia sobre la incapacidad de contar una historia, atrevida y arriesgada pero que quizás esté envejeciendo mal una vez perdido ese factor sorpresa.
Ahora, cuarenta años después, la situación es otra.
Y uno no termina de entender a Anselmi, su pasividad ante el constante desfile de sus miedos y obsesiones, que sólo parece presenciarlas convertido en un espectador mas del indiscutible talento del maestro de Rimini para poner en imágenes lo que es muchas veces incontable.
Y cada vez que veo "Ocho y medio" esa impostura se hace cada vez más visible distanciándome de un Anselmi que se asemeja cada vez mas a uno de esos vitelloni sin conciencia del primer cine felliniano, un berlusconiano embaucador en el que nunca nada es lo que parece y que nos presenta un desfile de falsas obsesiones que busca pasen por verdaderas con la finalidad de terminar la maldita película de una vez.
Por eso "Ocho y medio" no es la historia de un creador que experimenta un vacío creativo sino la historia de un inteligente pillo que se hace el triste mientras consigue todo lo que necesita y quiere de aquellos que le rodea, especialmente de las mujeres y productores. En este sentido, tiene un punto de artilugio eminentemente italiano que quizá sólo ellos puedan entender, pero que ese Vitelloni llamado Berlusconi ha generalizado para general e internacional asombro. Por ahí, y según escribo, descubro una interesante lectura. La escenificación del pillo que sólo por casualidad es además un artista...
No obstante, y dicho todo ésto, la película sigue teniendo sus momentos... como todo el cine de Fellini. Y ese sueño de Anselmi conviviendo con todas las mujeres de su vida en una especie de tiranía consagrada al culto de su personalidad como macho único me resulta muy estimulante... no se por qué... junto con ese final en el que el autor se une a todos sus personajes en un baile interminable antes de desaparecer en el olvido del que muy pronto regresarán, la próxima vez que el pillo los necesite.
miércoles, octubre 07, 2009
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