miércoles, noviembre 21, 2007

THE YAKUZA

Al final uno siempre acaba haciendo listas.

Las listas son como pequeños mapas sentimentales, mapas que continuamente varían dependiendo del momento y el lugar... Bueno.... No siempre todo cambia. Por ejemplo, The Yakuza siempre está en mi lista de diez películas favoritas.

Dirigida por Sidney Pollack sobre un guión de un primerizo Paul Schrader, The Yakuza cuenta la historia de tres personas lentamente devoradas, con su consentimiento y en el tiempo, por el abismo que a veces separa a las culturas.

Para mis ojos, The Yakuza nunca ha sido un película de acción sino la delicada y sosegada crónica de unos personajes perdidos en sus propias contradicciones, devorados por las deudas heredadas de un pasado que continúa estando de alguna forma presente entre ellos.

Harry Kilmer, interpretado por Robert Mitchum con su habitual estolidez precisa, Ken Tanaka (Takakura Ken) y Eiko Tanaka (Keiki Kishi).... La historia gira en torno a ellos, a su laberinto y a la anecdota criminal que devuelve a Kilmer a un Japón que llevaba áños sin visitar.

Dicen que la frontera es un territorio donde las cosas tienen por lo menos dos nombres, pero también es un lugar donde las diferencias colisionan como oleaje contra las rocas. A veces, de esas colisiones, surgen abismos de soledad e incomprensión que devoran lentamente a quienes tienen el valor de dejarse caer en ellos.

Se puede tardar una vida en escapar de su negro influjo.
PISOS

J. me ha enviado por correo electrónico un artículo muy interesante de Cotizalia, publicación online de carácter financiero. En dicho artículo se vierte un concepto políticamente incorrecto para esta España cateta y avariciosa en la que vivimos: La hipoteca mensual para comprar una vivienda duplicaría en 30 años la mensualidad dedicada a un alquiler por la misma casa.


¡Toma, ya!

Aunque confirma una posición que vengo manteniendo desde hace mucho tiempo.... Siempre he sostenido que en este país se ha vivido una suerte de fiebre del oro en el que -con un techo como excusa- hemos intentando arrebatarnos los unos a los otros el mayor número de euros posible y contando con la garantizada absolución de las leyes del mercado... Como escribía... Aunque se alinea con mis planteamientos caducos de "progre", no es este el principal atractivo del artículo que quizá sea demasiado esquemático en susaxiomas y planteamientos.

No lo se.

Lo importante para mi descentrada sensibilidad son los foros.

El arrollador e indiscriminado discurso de quienes se decantan por la compra. Como si, después de la Ley de la Gravedad, las ventajas de la compra con respecto al alquiler fueran el segundo axioma configurador de la realidad euclidiana tal y como la conocemos.

Contra ellos, me encanta este comentario:

"¡Qué razón tienen los foreros que argumentan en base a su historia personal y a los precios de hace 10 años, o 20, o 5 que para el caso es lo mismo! Todo el mundo sabe que "desde que el mundo es mundo" los pisos en España no bajan nunca y alquilar es tirar el dinero. Además, la inflación erosiona la deuda, el Madrid otra vez campeón de Europa, las ostras de Arcade y las angulas de Aguinaga. Y además, el matrimonio para toda la vida y tú, hijo, hazte ingeniero. "

La vieja España sigue ahí.

Tener un titulo universitario que colgar en el lugar más visible de la casa y una casa donde colgar, por ejemplo, el blasón de la familia Hernández y González recién recibido por correo certificado.

Todo lo demás es un error. Es tirar el dinero... porque cuando dejas de pagar la hipoteca ¡qué te queda!

Sólo una forma de actuar es la correcta... Todos deberíamos querer la misma cosa... aunque sólo sea para evitar los comentarios en los corrillos en la plaza del pueblo. Evitar ser señalado como ese que se dedica a tirar el dinero... en un país donde la media es seis créditos personales por familia, quizá por persona.

Si no es por no comprar o por no alquilar... Es porque se trata de otro ejemplo de pensamiento único. Cada uno puede hacer lo que quiera, siempre y cuando no se dedique a descalificar a quiénes optan por otras fórmulas como imbéciles que "tiran" el dinero....

Pero que conste que les entiendo.

No pueden comprenderlo. Ellos están montaña arriba, justo al lado del filón, mientras los otros están valle abajo, muy lejos de donde se hace el dinero.

Tienen que ser unos verdaderos estúpidos.

Addenda
Tras el aburguesamiento de la clase obrera, su sumisión a la sociedad de consumo que empieza a suceder durante los años 60 del pasado siglo, viene su "capitalismización", la magia de la inversión, la erótica de la posesión.

La derrota ya es total.

martes, noviembre 20, 2007

Gabriel Ríos

boomp3.com
"A veces sólo podemos callar; los nombres sagrados faltan, laten nuestros corazones pero no nos alcanzan."
(Hölderlin. Grandes elegías)

THE ROAD TO GUANTANAMO
Como ya he escrito alguna vez, y aunque su filmografía me parezca desigual, Michael Winterbottom es a mi entender uno de los mejores directores del cine actual.
En fondo y forma sus propuestas siempre son estimulantes salvo desagradables sorpresas como Nine Songs que resultan necesarias para que el público no se entregue incondicionalmente a su talento.
Quizá lo haga a propósito. Quién sabe.
Lo único cierto es que, y con independencia de los aspectos políticos, The road to Guantanamo es una obra maestra sobre la inocencia, una obra maestra excelentemente narrada desde un punto de vista ajustado que se mueve con precisión entre el documental y la dramatización.
Nada sobra. Nada falta.
Es empezar a verla y no poder parar hasta que nuestros ojos se estrellan con el espectáculo de la inocencia asediada.
La victoria sobre los carceleros en un sueño utópico, casi sesentayochista, convertido en realidad una vez que se produce la liberación de los prisioneros.
Y la sensación de que allá en Guantánamo alguien ha quedado preso en su propia mentira.
Suena la lluvia
y el caer de sus notas
compone un improvisado sonar de reloj
de curiosa e irregular cadencia.

Suena la lluvia
y, de su fría mano,
el tiempo se manifiesta
de una forma nueva:
juguetona y caprichosa.

Cara amable,
sonrisa translúcida,
que también pasa
con la misma prisa,
con diferente pausa.

LA CAÍDA DE LOS DIOSES

La última de las obras maestras de Luchino Visconti (un cineasta para mi gusto sobrevalorado) es una enorme metáfora.

La penetración firme e imparable del nazismo en los interiores de la sociedad alemana fue sin lugar a dudas favorecida por las propias contradicciones de la misma. No hay tiempo aquí para hacer un relato de ese proceso. Tampoco muchas ganas... Lo importante es la capacidad que tuvo Visconti para encerrar esa parte tan terrible de la historia alemana entre las cuatro paredes invisibles y figuradas de una familia de la alta burguesía.

Los conflictos y contradicciones son hábilmente utilizados por el intrigante Aschenbach para terminar haciéndose con el control de los von Essenbeck propietarios de unos altos hornos... La llave para el necesario acero undamental para llevar a cabo la necesaria obra del Reich.

Al final, Martin von Essenbeck, correctamente interpretado por el histriónico y limitado Helmut Berger, terminará por convertirse en referente y dueño vistiendo incluso el mismísismo uniforme de las SS. El más débil y decadente de todos ellos. Quién tiene más que ocultar y puede ser fácilmente manejado mediante su propio deseo, satisfaciéndolo y alimentándolo como contrapartida.

sábado, noviembre 17, 2007

RIVER QUEEN

Como parte de sus cada vez más dudosos atractivos para las gentes de este nuevo siglo, el cine conserva el poder revelador de mundos que intrinsecamente posee la magia de la imagen en movimiento.

Del mismo modo que hace ya más de 100 años, el interés principal de las sesiones del cinematógrafo radicaba en el puro hecho de ver (la llegada de un tren, el final de un día de trabajo o la boda del zar Nicolás), ahora mismo -recién terminada la visión de "River Queen"- descubro que uno de los principales atractivos de la película es la presentación ante mi mirada curiosa del ignoto mundo de los maoríes neozelandeses.

Seguramente, y de haberse tratado de indios sioux o españoles de Vallecas mi interés por una historia convencional de amores y odios, de encuentros y desencuentros, en tiempos de guerra se habría reducido bastante.

Muchísimo, diría yo.

Creo que el cine de Vincent Ward tiene ese poder. En todas las películas que conozco de este director neozelandés (que en los 80`s tuvo una aparición fulgurante con su "Navegante"), las historias son meros soportes necesarios para la presentación de mundos distintos de una forma visualmente fascinante. Cuando escribo ésto pienso en "Navegante" y sobre todo en "Más allá de los sueños", fascinante experiencia visual en la que dos enamorados se encontraban más allá de la muerte.

"River Queen" es un buen ejemplo de ésto.

Recordando los modos y formas preciosistas con que Terrence Malick crea sus imágenes, Ward nos muestra un mundo nuevo y diferente: el mundo aborigen e interior de la Nueva Zelanda.

En "River Queen" la forma predomina sobre el fondo de una forma total y absoluta. Pero sin terminar de enganchar de una forma definitiva circunstancia sin duda debida a lo endeble de una historia que casi es una anécdota y a una cierta frialdad expositiva que en nada beneficia a un relato obvio por cientos de veces escuchado y visto, pero en definitiva lleno de vida y muerte... Después de todo, y como presenta Propp en el clásico "La morfología del cuento", quizá las historias siempre sean las mismas y lo importante sea cómo nos las cuentan.

En este sentido, el relato de Ward carece de la emoción suficiente como para atrapar. El realizador neozelandés parece confiar excesivamente en el poder mágico y revelador de un mundo y de sus imágenes... Pero a estas alturas de la película global que empezó con los Lumiere, rodeados como estamos en un interminable Littlebig Horn de imágenes, es necesario algo más.

viernes, noviembre 16, 2007

Johnny Cash

boomp3.com















Una propaganda que Hans Fritzsche, principal comentarista radiofónico alemán durante la Segunda Guerra Mundial, tenía la desfachatez de definir como "el arte de despertar en los demás los pensamientos y sentimientos que nunca aflorarían a la superficie sin ese impulso". Fíjense si sería tosco el tal Fritzsche que a su lado Goebbels era todo un poeta: "la propaganda es el arte de escuchar el alma de la gente".
(El descodificador)

Y tanto que la propaganda es un arte... El arte de escuchar al animal que todos llevamos dentro y convertir a un grupo de individuos en una masa.

Lo que aflora a la superficie, lo que hay dentro del alma de la gente, no tiene por qué ser única y exclusivamente bueno en términos morales.

Entre otras cosas, el siglo XX fue el siglo de las masas, pero también el siglo de aquellos que fueron capaces de manipularlas en una u otra dirección. Estado socialista o Cuarto Reich.... Izquierda y derecha son una misma canción con diferente letra.

La única diferencia es que la letra que canta la izquierda es más bonita. También a mi me gusta escucharla.

jueves, noviembre 15, 2007
















"Wasichu es el nombre despectivo que empleaban los indios para referirse al hombre blanco. Literalmente significa los envidiosos."

(La batalla de Littlebig Horn. Evan S. Connell)












"A diferencia de Vestal, el soldado Roman Rutten sí que luchó en Littlebig Horn y la información que dio en torno a la última batalla de Isaías tiene visos de ser verídica. Rutten iba montado en un caballo que odiaba el olor de los indios, de ahí que el primer problema al que tuvo que hacer frente fue conseguir que no lo desarzonara. Durante uno de sus encabritados intentos de montar, pasó junto a Isaías, a cuyo caballo habían disparado. El hombre de color se sostenía sobre una rodilla y disparaba pausadamente con un rifle de caza no reglamentario. Alzó la vista y gritó: ¡Adios, Rutten!".
(La batalla de Littlebig Horn. Evan S. Connell)

¡Adios, Isaías!

domingo, noviembre 11, 2007

Counting Crows

boomp3.com
El meticulosamente planificado edificio del orden es siempre un frágil castillo de arena dispuesto a desmoronarse.
El ruido y la furia siempre prevalecen.
INOLVIDABLE



Uno de los momentos más melancólicos de mi historia del cine.

Traffic

boomp3.com
ISLANDS IN THE STREAM

Basada en la inacabada novela póstuma de Ernest Hemingway del mismo título, "Islands in the stream" es una de esas películas que han recibido el injusto destino de ser olvidadas.

Probablemente, y para mi gusto, la crónica de los últimos días de la vida de Thomas Hudson, su protagonista (magnificamente interpretado por George C. Scott) se encuentre entre las mejores adaptaciones cinematográficas de textos del autor norteamericano.

Del mismo modo que el libro, la película se estructura en tres partes (los niños, la mujer y el viaje) que de forma secuencial nos va mostrando el medido retrato de uno de los antihéroes "hemingueanos" por excelencia.

Para mi gusto, Hemingway siempre ha planteado como nadie los rigores de una vida imperfecta. Sus personajes siempre tienen algo que lamentar de su pasado, pero continúan viviendo sólo a veces dejándose llevar por la ilusión de que nada ha sucedido.

El absurdo de existir se diluye en la propia vida misma, en un constante mirar hacia delante que de cuando en cuando se vuelve imposible porque, y siempre por cualquier circunstancia, el pasado les alcanza. (En este sentido me permito recomendar la lectura de la maravillosa y bastante desconocida, "Al otro lado del río y entre los árboles").

Hay algo muy existencialista en el sentido filosófico del término latiendo en lo más profundo de la obra de Hemingway, que siempre está teñida de la incurable tristeza residente en unos ojos vueltos hacia lo irrecuperable. Pero también -y ésto es lo más valioso que tiene el punto de vista del escritor norteamericano a mi entender-, en todos sus personajes late irresistible el esfuerzo por continuar adelante que es una manifestación casi biológica, un impulso irresistible ni siquiera percibido como tal, constituyendo una especie de "a priori" de su existencia.

La tensíón dramática está ahí, en el tormentoso encuentro entre esas dos esencias con el presente como marco.

Para Hemingway la vida es un contínuo proceso de desgaste y la tragedia está en que nadie puede escapar... pero tampoco darse por vencido hasta que el final termina por llegar.

En este sentido, "Islands of the stream" es una emblemática muestra.

sábado, noviembre 10, 2007

PROPÓSITOS

Un día de éstos tengo que probar
a correr por un asiento en el metro o en los autobuses,
un día de éstos tengo que probar
a subir las escaleras mecánicas como si me persiguieran las prisas.

O correr para intentar coger el tren
que está a punto de marcharse
o impacientarme en la cola
de cualquier caja registradora.

Quizá me esté perdiendo algo.

Después de todo es más fácil
que sólo sea yo el idiota.
INOLVIDABLE



Es una de mis secuencias favoritas de "Moulin Rouge", la película de Baz Luhrmann.

Es fantástico cómo reacciona Nicole Kidman, cómo mira... Puedes ver cómo el personaje que interpreta Ewan McGregor le está llegando al corazón. Demuestra que es una gran actriz.

También, el plano de los bohemios aullando a la luna. A estas alturas de mi vida, ya hay que buscarme allí.

Y luego el baile "sur les toits du Paris"... Pura sublimación de un género como el musical ya de por sí irreal y sublimante.

¡Fantástico, vraiment!

LUDWIG

Probablemente, y del mismo modo que le hubiera sucedido al personaje de no haber muerto prematuramente, Ludwig ha envejecido mal.

Resulta una película demasiado larga y que tiene problemas serios de ritmo en el corazón de sus más de tres horas de metraje, incluídas secuencias que nada aportan a la trama como la mañana de Navidad en casa de los Wagner. Aunque, para mi gusto, el principal problema que tiene la pelicula es Helmut Berger, su protagonista... En algunos momentos, demasiado inconsistente y, en otros, demasiado marica, incluso para el personaje, porque le caricaturiza reduciéndolo a una loca con aires de grandeza.

No obstante, Ludwig tiene cosas buenas.

La historia del último rey de Baviera es el relato de la decadencia de una dinastía encarnada por este Ludwig abocado a una autodestructiva soledad producto de su extrema sensibilidad y de una enfermedad mental, fenómenos que terminan relacionándose tan estrechamente que terminan por resultar una única realidad ante los ojos del mundo.

Para mi gusto, Ludwig desarrolla de manera prolija un interesante discurso sobre el coste y la imposibilidad de una diferencia.

A lo largo del metraje, el personaje principal no hace otra cosa que cobrar progresiva distancia de los demás internandose cada vez más profundamente en la intrincada selva de su propia mismidad, llena de sueños y fantasmas. Su poder absoluto de monarca se lo permite, le conduce a la más absoluta de las corrupciones a ojos de los demás. Una estupenda metáfora de esa corrupción interna es la progresiva descomposición de su boca, cada vez más destrozada y negra.
Ludwig también habla de la soledad de una forma conmovedora. En su progresivo descenso a los infiernos de si mismo, el protagonista busca almas gemelas a las que agarrarse, pero por una razón y otra sus esfuerzos resultan inútiles. La emperatriz Isabel de Austria y Richard Wagner se convierten en efímeros compañeros de viaje, que aparecen en ciertos momentos, pero siempre terminan por desaparecer.

Tendría peor opinión de Ludwig si no fuera porque el final me resulta lo mejor de la película. Un episodio melancólico que termina con el ahogado cadáver de Ludwig con la boca abierta de par en par, como queriendo llenar todo su cuerpo de agua, como corriendo desesperadamente hacia el único final posible para la enloquecida escapada en que su vida terminó convirtiéndose.

Al final, Ludwig declara querer seguir siendo un enigma... un enigma para los demás, pero también un enigma para sí mismo. Ha encontrado una cierta calma. Por fin ve claro. Ya no está sólo. Junto a él también está su fracaso, sonriéndole, acompañándole en sus paseos de medianoche bajo la luna.

La absoluta imposibilidad de alejarse del mundo y caminar de la mano de la belleza, de la trascendencia que nos aporta la experiencia de lo sublime.

El aristócrata Visconti sabe que el animal que todos llevamos dentro termina por matarnos, cortando uno a uno los finos hilos dorados que nos mantenían flotando en el aire, devolviéndonos al barro, la carne y la sangre.

El querer ser no es posible si se aleja demasiado del ser.