jueves, marzo 31, 2005

Siento una enorme lástima por este papa intubado que ni siquiera puede ya hablar.

No entiendo su razón de estar todavía allí. Tampoco comprendo a los fieles que se congregan a su alrededor ufanos y orgullosos, empujando al anciano a dar un pasito más en su cuesta abajo hasta el último aliento.
No entiendo nada.

Se me escapa lo edificante y moralizante de su gesto. Y enseguida pienso que todo, hasta las vidas ejemplares de los santos, tienen su momento.

¿Debemos admirar al conductor ciego que aún quiere seguir conduciendo su autobús?
¿El arquitecto enfermo de Alzheimer que en sus pocos instantes de lucidez aún quiere seguir construyendo debe merecernos un aplauso?

¿Dónde está su Dios en todo ésto?
¿Cuál es el mensaje?

Yo sólo escucho su silencio, un triste espectáculo de fervor sádico ante el dolor ajeno, un circo romano de blanqueados sepulcros que quiere más y más, el martirio en directo.

martes, marzo 29, 2005

Cuidado con las víboras del Gabón... Su picadura es tremendamente acertada y a veces muy venenosa.

miércoles, marzo 23, 2005

Más leña para el fuego de la izquierda:

"Bueno, es que son ridículos. Son tan reaccionarios, tan reaccionarios, Dios mío… Su pensamiento no ha progresado desde 1945. La figura del intelectual tiene prácticamente un siglo de vida. El término fue creado por el francés Clemenceau para designar a los escritores, los artistas, los que creaban. Ahora, la palabra intelectual se ha desvinculado de lo que supone un logro intelectual; un intelectual es un consumidor de ideas, ya no hace falta ser un creador. "

"Como dijo McLuhan, la indignación moral es la estrategia adecuada para revestir de dignidad al idiota. Y eso es lo que hace la mayoría de los que se dicen de izquierdas: en lugar de pensar –lo cual es duro, lleva tiempo, hay que leer–, se indignan por algo, y eso les reviste de dignidad. Siempre han escogido las opciones equivocadas. "

"Me llaman conservador, pero nadie sabe decirme qué es lo que pienso, qué es lo que quiero. Me lo llaman porque me burlo de la gente que valora la indignación moral por sí misma. Es lo que uno tiene que hacer cuando es progresista: tiene que estar siempre indignado por alguna cosa. "

(Tom Wolfe)

martes, marzo 22, 2005

I
Billie Holliday no sólo era una personalidad cuando cantaba, sino también cuando escribía...
Esta es la sensación que tengo cuando termino de releer "Lady sings the blues", su maravillosa autobiografía escrita en colaboración con el pianista y también amigo William Duffy.

Con ácido sentido del humor y desde la tristeza, Billie Holliday compone un minimal y austero retrato de una vida desdichada. Un retrato que sorprende por una rotunda capacidad evocadora que atrapa al lector con la profunda intensidad que parece emanar de las cosas mismas, de lo narrado:

"Papá siempre quiso tocar la trompeta, pero nunca tuvo la oportunidad. Antes de que lográramos comprarla, el Ejército lo cogió y lo embarcó a Ultramar. Tuvo la mala suerte de ser uno de los que respiraron gases tóxicos, lo que le estropeó los pulmones. Sospecho que si hubiera tocado el piano le hubieran dado en las manos"

o

"Recuerdo Zürich, donde paramos en un hermoso hotel rodeado únicamente de nieve y con cisnes grandes como ponies flotando en un lago delante de nuestras ventanas"

Pero siempre hay una mirada, la suya, imprimiendo la propia impronta al texto.

Recordando a Ruben Blades, la suya es una mirada de "ojos de perro azul". Bellamente sospechando la mala suerte que regirá el destino de su padre, mágicamente caracterizando a los cisnes como si fueran ponies.
La magia de la contingencia.
El atractivo de la voz única e irrepetible, una voz que habla desde un cierto punto de vista y desde una cierta sensibilidad y que está capacitada para hacerlo, para llamar nuestra atención con la fascinante riqueza de un mundo propio:

"Si lo único que esperas son dificultades, tal vez se presenten algunos días dichosos. Si esperas tiempos felices, ten cuidado"

En definitiva, el poder de una irrepetible personalidad que uno no sólo puede escuchar, sino también leer... y sin apenas notar la diferencia.

II
Me gusta el título del libro.
"Lady sings the blues" se ajusta perfectamente al contenido que el lector va a encontrar en sus páginas.

La señora canta blues... y vaya si lo hace. Incluso cada capítulo está titulado de una forma concisa, como si fueran canciones (Too hot for words, I must have that man, ....) que perfectamente ella pudiera cantar acompañada de su amigo Duffy al piano.

viernes, marzo 18, 2005

Mi amigo R. tiene razón.
A ciertas edades una persona sólo puede llegar borracha.
En relación con la entrada anterior:

"Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano."
(Luis Cernuda. A un poeta muerto. Fragmento)

jueves, marzo 17, 2005

Han pasado ya casi 30 años y aún estamos a vueltas con el dictador y sus estatuas.

Dos cosas me sugiere este tema:

1
Por un lado, que junto a la más o menos exitosa transición política algunas personas (pertenecientes a la derecha o a la izquierda) debieron hacer una TRANSICIÓN MENTAL que en absoluto han realizado.
Igual que algunos escritores y dramaturgos, como Alfonso Paso, escribían mejor "contra Franco" que en democracia; algunas personas -especialmente políticos- se encuentran mejor pensando "contra Franco" (aunque sean ya seis lustros los que les contemplan).
Como si se tratasen de personajes de alguna perdida novela de García Márquez, el tirano sigue viviendo en sus mentes y desesperadamente permanecen alerta esperando que algún día regrese para intentar sojuzgarles.
Una lástima construida a partes iguales de miedo a la libertad y vaguería de pensamiento.
La izquierda cerril que aún tiene cuentas pendientes con la historia y que sin el menor escrúpulo intenta pastorear un inconsciente colectivo de miedo y odio buscando el beneficio momentáneo de unos votos.

Lo tengo muy claro.
Ahora, el problema de este país es la izquierda.
¿Republicana o Monárquica? ¿Federalista o Centralista? ¿Fundamentalista o Revisionista? ¿Rica o pobre?
La derecha siempre lo ha tenido más claro. Entre otras cosas, porque este mundo en el que vivimos es su mundo. El otro, la alternativa, se pudrió al otro lado del telón de acero... pero ¿Y la izquierda? ¿En dónde ha clavado su bandera para intentar reagruparse?
No me cabe la menor duda. Algunos lo han hecho sobre el cadaver podrido del dictador y aún tienen tiempo para pensar en retirar una estatua olvidada, llena de óxido y verdín, en la que nadie se fijaba hasta que ellos nos obligan a fijarnos, quizá a recordar...

2
Recuerdo un poema de Cernuda.
El poeta lloraba por las rotas y olvidadas estatuas pertenecientes a dioses de cultos olvidados en el tiempo y pienso que, mucho mejor que quitar una estatua, es olvidarla. Así, pasa a ser un monumento al olvido de aquello que representa.
No hay crítica más demoledora que la que hacen el óxido y la herrumbre, el desvanecimiento de las palabras escritas en las placas y las inscripciones hasta llegar a un imposible: el olvido del nombre del jinete.

Quizá, quienes han quitado esa estatua, no quieren ese olvido.
Me pregunto si los motivos que les impulsan son de ley o perversos.

sábado, marzo 12, 2005

Relacionado con la entrada anterior, hipertextualizando...

One way or another we all work for our vice.
(Doc, La Jungla de asfalto)

viernes, marzo 11, 2005

Leo la entrada del blog de Alejándro Gándara, leo los comentarios a sus palabras (¡GANAREMOS EL FUTURO!) y le contesto.

Escribe, a propósito de la matanza del pasado 11 de Marzo, y dice que la tristeza "es un pájaro que vuelve". Sigo leyendo (yo, mi mujer, mi hijo, todos nosotros) y continúo teniendo la misma sensación. Las víctimas están desvanecidas, difuminadas... ¿Dónde diablos están?

La tristeza (la mía y la suya) es un pájaro que vuelve, pero la tristeza de alguién que perdió a un ser querido en aquel bárbaro atentado es un árbol que permanece, petrificado, en el mismo lugar ónde quedó consumido por aquel relámpago atroz.
Y sobre ese árbol es donde mi tristeza y la suya se posan de cuando en cuando.

Llega el momento de la tristeza, de los grandes discursos... El terrible momento de la poesía, pero nadie habla de las víctimas. Leo la prensa on line y apenas las veo. Están como escondidas debajo de todos los dolores, asombros; sepultadas debajo de las grandes palabras o de las palabras hermosas.

Me pregunto cómo están ellas y no puedo saberlo. Puedo saber lo que siente el señor Gándara, pero no escucho la voz de las víctimas.

¿Se han cumplido todas las promesas? ¿Tienen toda la asistencia que precisan? ¿Quienes han faltado a su palabra? ¿Quienes han cumplido? ¿Necesitan algo más? ¿Podemos dárselo? No encuentro las respuestas a esas preguntas, auqnue aún no he llegado a la letra pequeña del día de hoy.

Le escribo al señor Gándara y le digo que el dolor y la poesía están bien. Nos humanizan. Pero también le digo, para terminar, que casi siempre nos quedamos ahí, volando de rama en rama.