domingo, mayo 15, 2005

El reino de los cielos

No creo que el cine de Ridley Scott esté sobrevalorado.
El director británico siempre ofrece productos eficaces, absolutamente dependientes de los aspectos formales (visualmente cuidadados, cuidadosamente encuadrados, curiosamente presentados) y que, para su imperfección, son bastante dependientes de la calidad del guión a la hora de no ser olvidados cinco minutos después de que el telón haya bajado.
Joyas como "Los Duelistas" o "Blade Runner" todavía se recuerdan. Pero, y aunque muchas de sus películas no consigan traspasar profundamente el ánimo del espectador, el cine de Scott tiene la virtud de interesar.
Uno se lo pasa bien viendo sus películas.
Perfecto ejemplo de su generación, Scott es capaz de producir una sucesión de imágenes y situaciones atractivas capaces de entretener al espectador mientas la película transcurre más o menos plácidamente ante sus ojos. Y en este sentido su capacidad es mayor que muchos coetáneos suyos como Alan Parker.

De vez en cuando se producen caídas en el ritmo narrativo que llevan a pequeños y momentáneos aburrimientos que enseguida se superan y olvidan, porque el espectáculo continúa y si algo no se le puede reprochar a Scott es que no ponga toda la carne en el asador a la hora de contar una historia.
Uno puede estar seguro que todos y cada uno de los centavos invertidos en el proyecto estarán allí, ardiendo ante los propios ojos.
Todas las posibilidades de la historia estarán explotadas al máximo desde una perspectiva cuidadosa y esteticista y éso siempre es una garantía en una época donde el envoltorio empieza a ser tan importante o más que su contenido.

El caso de "El reino de los cielos", su último trabajo, es un buen ejemplo del cine de Ridley Scott.

Aventura de capa y espada, espectaculares escenas de acción, un héroe de ojos tristes (un comprometido y esforzado Orlando Bloom) secundado por maravillosos actores secundarios (Jeremy Irons, Brendan Gleeson, David Thewliss o Liam Nesson) que dan profundidad y credibilidad a sus personajes y por extensión a la propia narración, un interesante momento de la historia medieval puesto en imágenes con mayor o menor fidelidad pero siempre con una gran credibilidad, una causa perdida perdiéndose, una hermosa chica que el héroe intentará llevarse al final de la historia, una magnífica banda sonora intensa, vibrante o lírica según la situación lo requiera, presencias inquietantes como la de Saladino.... Los mismos y viejos ingredientes de siempre combinados para producir un espectáculo de casi dos horas y media de duración.

Nada encontré en ella que cambiara mi vida. "El Reino de los cielos" no es de esas películas -ni tampoco pretende serlo- pero consiguió entretenerme, que no es poco teniendo en cuenta que llevo 38 años -muy pronto 39- intentandolo.

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