lunes, diciembre 24, 2012

Ni por ser más viejo
Ni tampoco por más diablo.
Se es más sabio por resucitado.
Por de entre los muertos sobrevivir
a las inaplazables circunstancias
que deparan el tiempo y el espacio,
a los inevitables desastres
que siempre acompañan
a lo que por naturaleza es frágil,
a los pequeños y grandes
apocalipsis personales
que siempre suceden puntuales.
Por sobreponerse a las heridas
que, con manos blancas o negras,
la vida tan inocentemente infringe.
Por aprender a reconocer
la tipología de diferentes filos
que ciegamente las producen
cada vez como si fuera la primera.
Por no permitir que esa heridas
vivan tu vida voraces y yermas por ti.
Por dejar ser para poder existir…
                                                      supongo.
Todo lo supongo.

lunes, diciembre 17, 2012

El presidente de la Comunidad de Madrid, a favor de una gestión privada del Apocalipsis...

domingo, diciembre 16, 2012

EL HOBBIT

Por encima de todo la obra literaria homónima en que se inspira esta película de Peter Jackson, que Tolkien ideó inicialmente con la única intención de entretener a sus hijos, los británicos son así de civilizados, es un novela de iniciación a la vida (en la Tierra Media, pero a la vida después de todo) del joven y poco experimentdo Bilbo Bolsón.

Como bien le dice Gandalf al comienzo de la historia, si Bilbo decide aceptar el viaje, la aventura, regresará cambiado. No será nunca más el mismo.

Y en este sentido, y dejando de lado los aspectos mas fantásticos del relato, El Hobbit no es una historia en absoluto despreciable. Todo lo contrario, se trata de un relato iniciático como ese Dios que jamás ha existido manda.

El material es bueno y, de cara a su adaptación cinematográfica, sólo necesitaba de alguien con el suficiente talento como para entenderlo y afortunadamente Peter Jackson lo es.

Se decía del ya fallecido David Lean que era el único profesional dentro de la industria capaz de realizar proyectos de más de dos horas conservando el ritmo y la unicidad del relato en todo momento, porque no hay nada más difícil que hacer una película de larga duración sin perder el pulso de la narración ni por un momento. Y está claro que Peter Jackson es digno sucesor del genial director británico.

Ya lo demostró en la trilogía de El señor de los anillos y vuelve  hacerlo con esta primera entrega de lo que va a ser una segunda trilogía en torno a El Hobbit, obra que cronológicamente tanto fuera como dentro del mundo mítico de Tolkien precede a la anterior.

Hacía tiempo que no disfrutaba del sentimiento infantil "pero se acaba ya" que sentí cuando fui consciente de que las casi tres horas de duración de la película habían pasado en un suspiro y la película llegaba a su fin.

De hecho, El Hobbit ha conseguido que quiera volver a escribir sobre un película este blog... y eso que no he dejado de ver cine desde el último comentario.

Porque El Hobbit es un obra maestra que nada tiene que envidiar a sus predecesoras de El señor de los anillos", compartiendo con ellas todo lo mejor: la espectacularidad de la narración, el sentido pictórico de todas y cada una de las imágenes, la épica de la lucha contra el mal y la épica también de la reivindicación del bien, de la bondad y de la generosidad en un mundo cada vez más oscuro en el que triunfan relatos más cínicos como Juego de Tronos... Pero contando en su beneficio con el hecho de que la historia que Tolkien nos narra en El Hobbit es mucho mejor.

El maravilloso e inolvidable viaje de Bilbo con Gandalf y la mágica y alegre compañía de enanos ha comenzado y Jackson consigue que seamos uno más.

Obra maestra.



viernes, diciembre 14, 2012


No hay más cera que la que arde
ni más luz que la que brilla
pero por ahora bastan…

Y además está la eterna danza del mar.
Y también la eterna sombra alargada
que proyectan las dudas  y las preguntas…

¿Qué son todos estos años comparados con este instante?
Éste en el que el corazón late
¿Qué son todos estos años comparados con el tiempo del mar?
Éste que los ojos contemplan.

Preguntas que sobrevuelan
el misterio de una posible respuesta
que justifique la inevitable traición del tiempo,
lo olvidado y lo que está aún por olvidar,
como efímeras mariposas blancas de blanca espuma centelleante
que se esconden esquivas entre sus labios.

Es cierto.
No hay más cera que la que arde
Ni más luz que la que brilla
Pero el verdadero misterio es descubrir
que Itaca no era una ciudad,
que en realidad era una playa
a espaldas de una tierra no tan firme
y a la espera de un mar
que nunca termina completamente de llegar.