domingo, enero 26, 2014

Orlando

Orlando es obediente.

"No te desvanezcas, no te marchites, no envejezcas", le dice una Reina Isabel, interpretada por el escritor Quentin Crisp, y así hará, obedecerá a su reina dando inicio a un viaje de casi 400 años por la historia de Inglaterra. Un viaje en el que Orlando entrará en contacto con todos los grandes hechos de la vida (el amor, la muerte,...) y llegará hasta cambiar de sexo convirtiéndose, a mitad de su camino, en una mujer.

Pese a ese cambio, Orlando seguirá siendo la misma persona, la misma intención y propósito en el tiempo, si bien sufrirá los inconvenientes de ser mujer en la machista y paternalista sociedad británica, y este es a mi entender el principal encanto de la historia narrada por maestría por la escritora Virginia Woolf: la ausencia de diferencia en lo esencial, la superficialidad que supone la diferenciación entre hombre y mujer y, como consecuencia de ésto, lo absurdo de hacer diferencias entre los seres humanos según su sexo.

La directora británica Sally Potter puso con maestría en imágenes las palabras escritas por Virginia Woolf el año 1993.

"Orlando" es una película que, como su protagonista, muestra con naturalidad y encanto su diferencia como relato.

Después de todo se trata de un imposible viaje en el tiempo con cambio de sexo incluido. Pero la historia sucede de modo directo y natural, vehiculado en unas imágenes suntuosas que Sally Potter construye con gusto e inteligencia, como la aventura edificante que Woolf siempre quiso que fuera y por ésto considero que la película de Potter es un ejemplo de adaptación cinematográfica de un texto no original.

Así, "Orlando" despliega lo esencial del texto, estructurándose en experiencias asociadas a una determinada época del tiempo (el encuentro con la poesía, el amor o la muerte) y manteniendo la ironía que también encierra el texto a través de los comentarios que el/la protagonista dirige al espectador en apartes que recuerdan al teatro clásico.

Otro aspecto esencial para el éxito de la película es el talento y el físico andrógino de Tilda Swinton, capaz de, no solo encarnar, sino fundamentalmente de transformarse en el personaje ante los ojos del espectador.

Grande, Tilda Swinton, cargándose la historia a sus espaldas en su primera aparición relevante en la gran pantalla.

En definitiva, "Orlando" es una experiencia imprescindible y exquisita, lo suficiente como para que la presencia del imposible Billy Zane no moleste.




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