martes, septiembre 02, 2014

El niño

Ya era hora de que alguien cogiera la tremenda y compleja realidad del estrecho de Gibraltar e hiciese con ella una buena película.

Daniel Monzón es ese alguien.

El estrecho estaba ahí convertido en centro neurálgico, frontera que burlar, muro que saltar, puerta que forzar y todo sucediendo en un espacio diáfano, luminoso y solar, profundo y hermoso como el mar para dar ese contraste simbólico extremo que confiere al color la naturaleza del blanco y el negro.

Monzón compone una historia compleja, llena de personajes interesantes que pone en valor ese espacio y lo reivindica como lugar de infinitas posibilidades de la ficción.

Una frontera tan frontera como pudieron serlo las praderas del lejano Oeste norteamericano.

En "El niño" hay unos policías que intentan hacer su trabajo y unos jóvenes sin futuro que intentan buscarse la vida rápida y fácil aprovechando el lado oscuro de esa frontera, el tráfico de hachís y cocaína que controlan las mafias desde las dos costas.

Formando parte de cada uno de esos dos bandos antagónicos está Jesús (Luis Tosar), un policía obsesionado con atrapar al "Inglés" (Ian McShane), un traficante que mueve los hilos desde la roca de Gibraltar, y "El Niño" (Jesús Castro) que da titulo a la película, buscando una manera de encontrar atajos en el camino e la vida dentro de una realidad que por la vertiente ortodoxa no les ofrece demasiado.

Ambos estarán en lados distintos de la ley, persiguiendo sus intereses y obsesiones en paralelo, mostrando que son la misma clase de tipo: individualistas llenos de fuerza de voluntad y dispuestos a dar y arriesgarlo todo por conseguir lo que desean.

Sus destinos terminarán confluyendo y enfrentándoles el uno contra el otro, convirtiéndose en antagonistas que mutuamente se cierran el acceso a aquello que buscan.

"El Niño" es una magnífica película de acción... y no sólo de acción. Seguramente porque Monzón hace un inevitable honor a su condición de periodista la acción sucede en un escenario dotado de profundidad y personalidad, un anclaje sociológico del que la historia extrae la energía necesaria para justificarse en su suceder.

Sobre este primer nivel, Monzón construye una historia coral que se subdivide en dos tramas, la de Jesús y la del Niño, que conviven en acción paralela de manera admirable hasta que finalmente coinciden en la parte final de la película.

En este sentido Monzón demuestra madurez y dotes de buen narrador que se unen a su ya mostrado en proyectos anteriores toque para plantear argumentos desde el género y en lo cinematográfico.

Y además, ese instinto le dice que los grandes actores hacen mejores las películas y así se rodea de grandes profesionales como el propio Tosar, Sergi Lopez, Eduard Fernandez, Barbara Lennie o el británico Ian McShane frente al que no desentonan el resto de protagonistas, actores jóvenes y desconocidos para mi, incluyendo al protagonista, Jesus Castro.

Por todo ésto, "El Niño" es una película absolutamente recomendable que reivindica a Monzón como una de las referencias esenciales de nuestro cine patrio como industria... si es que semejante arcano alguna vez es posible y, de serlo, lo será gracias el talento y el esfuerzo de personas como Daniel Monzón.

Brillante.

domingo, agosto 31, 2014

La Caza

Interesante esta película del danés Thomas Vinterberg.

La acusación de abuso por parte de una niña hacia Lucas, sumirá a este en una espiral de aislamiento y persecución social que pondrá a prueba su propio sentido de civilidad.

En el fondo, "La Caza" es una película que pone en cuestión los mecanismos sobre los que se basa tanto el orden como el sentido colectivo mostrando su fragilidad esencial porque al final todo empieza, dentro de cada persona, en algo que no se basa ni en lo objetivable ni en lo racional.

Al final, poco importa la conducta ejemplar que Lucas viene teniendo desde siempre con todos los miembros de la comunidad rural a la que pertenece, algo que es objetivable. Importa mucho más la creencia de que los niños pequeños no mienten para que automáticamente Lucas pase a ser un apestado.

A partir de entonces importará muy poco la manera de ser de Lucas, el delirio se apoderará del grupo que ya ha encontrado un otro del que protegerse y a través del cual reafirmarse positivamente en la propia existencia.

Y precisamente la potencia de la película es que el espectador sabe que Lucas es inocente y no sólo éso, además que es una buena persona aguantando hasta extremos muy extremos el comportamiento persecutorio de sus conciudadanos que, salvo unos pocos que respaldan a Lucas, parecen haber suspendido su capacidad de juicio no concediendo al protagonista, en ningún momento y desde el principio, el beneficio de la duda.

Vinterberg pone por obra la esencial fragilidad de todo lo humano, esa insoportable levedad de la que tan bien escribió Kundera y de cuya presencia no parecemos ser conscientes pero que está ahí, como escribía el sociólogo Pierre Bordieu, condicionando nuestro punto de vista, haciendo que nos fijemos en unas cosas y no en otras, revelando que casi siempre lo racional es una simple y mera racionalziación (la justificación másmo menos argumentada de un prejuicio o deseo).

El abismo se ha abierto para Lucas y, como deja expresado en el maravilloso final, incomprensiblmente incomprensible para algunas, permanecerá abierto para siempre.

Brillante.



Willy Toledo

He leído atentamente el artículo que Willy Toledo escribió explicando el rollo de su tweet crítico con Podemos.

Se trata de un artículo largo, de proporciones librescas, del tamaño de esas cartas de amante abandonado que sus destinatarios jamás leen y tengo que decir que la base de la crítica de Toledo al movimiento popular cuyo rostro más visible es Pablo Iglesias no va desencaminada.

Toledo echa en cara a Podemos el abandono de sus orígenes ideológicos en la extrema izquierda en lo que no es otra cosa que un viaje desde la periferia hasta el centro desprovisto de ideología, cosa que han hecho y hacen todos los partidos del espectro político.

Nadie sabe a dónde puede conducir este viaje que ha iniciado Podemos pero Toledo parece tener claro que ineludiblemente conducirá a la traición de la pureza de una manera de entender la sociedad.

Y es cierto que es un riesgo que precisamente los partidos mainstream, del mismo modo que Toledo, echan en cara al movimiento ciudadano recordándo constantemente los aspectos más escabrosos de su origen desde Venezuela hasta Cuba.

No obstante, y desde un principio, Podemos reconoce que, poniendo por delante la necesidad de movilizar a la mayor cantidad de personas en favor de una democratización de la política, se abandonan los posicionamientos más controvertidos y radicales como consecuencia de la inevitabilidad de las prioridades que se imponen.

Toledo que dice conocer a Podemos desde su origen no tiene en cuenta este aspecto tan esencial en el ADN de la organización obviando que Podemos es un movimiento que busca movilizar a la mayor cantidad de personas posibles. El objetivo no es una revolución comunista que está claro que desde las catacumbas de la pureza ideológica que Toledo reivindica no se va a producir, sino una revolución democrática desde dentro del sistema.

Y estas iniciativas reformistas tienen sus riesgos, y Toledo hace bien en poner el dedo en la llaga, me remito a la polémica entre Lenin y los reformistas socialdemócratas Bernstein y Kautsky, pero Toledo no propone ninguna otra opción.

Se limita a reivindicar su actitud de beligerancia contra el sistema y a recordarnos que la Utopía es una camino largo que se hace andando, cosa que no se si servirá para que los damnificados por este sistema injusto se ilusionen.

En este sentido en todo su texto sobrevuela el pútrido aroma a soberbia de la izquierda tradicional porque en el texto de Toledo hay críticas para todos menos para él y el punto de vista que representa.

Al contrario, todo va bien.

No hablemos de los resultados que ha tenido tanta lucha reivindicativa que pueden resumirse en sociedades cada vez más desiguales en las que ni tener un trabajo es garantía de supervivencia y la existencia de partidos socialistas que hacen políticas neoliberales (y a los que encima hay que darles las gracias por existir)

Pero qué importa todo éso. Ya sabemos que la utopía es una camino largo que se hace andando.

Y lo peor no es la soberbia de la vieja izquierda que nunca ha tenido una buena palabra para unos movimientos sociales que, desde el 15-M, les han pillado por sorpresa, preparando algún plan quinquenal de alguna industria pesada.

Una izquierda a la defensiva que vive de recordar y recordarse las batallas que gana omitiendo las perdidas y, lo que es más importante, olvidándose de cuál es la situación del combate que está librando contra el mal.

Lo peor es que no hay una propuesta que se abra paso entre la gente captando su ilusión, despertando su esperanza.

Algo no sirve en la izquierda tradicional.

Ni en la izquierda mainstream, que toca gobierno y poder, conformándose con lo táctico y dejando lo estratégico a los neoliberales. El último ejemplo es ese socialista llamado Hollande sofocando ese motín en contra de la austeridad dentro del gobierno francés.

Ni en la izquierda de las catacumbas perdida en ese laberinto, sin ninguna influencia real sobre las cosas, pero reivindicando una pureza de sangre casi hidalga, que sólo parece marcar la diferencia dentro del ego de quienes la exhiben con maneras de caballero medieval.

Pero cualquiera les dice algo, les saca de su delirio solipsista en el que nos están salvando. Delirio que se traduce en ese espíritu tan pequeño-burgués de perro del hortelano, de ni comer ni dejar comer, que impregna todas sus actitudes y posicionamientos y que hacen de esta izquierda un obstáculo más para que la sociedad se transforme y se organice.

No sólo hay conservadores en la derecha y la carta de Toledo es la carta de un conservador que carece de la amplitud de miras para entender un fracaso, una derrota, y, lo que es más importante, la necesidad revolucionaria que dio título a un libro del propio Lenin: ¿Qué hacer?

En este sentido, la gente de Podemos tiene una propuesta..

¿Cuál es la tuya Toledo? ¿Seguir caminando hacia la Utopía?

No me contestes.

Se cuál es.

La misma de siempre, la de los dedos formando la V, la que lleva sesenta años sin funcionar.

viernes, agosto 29, 2014

Penny Dreadful

No es de extrañar que lo victoriano fascine.

En él tienen espacio para desarrollarse la oscuridad de lo gótico procedente de la irracionalidad romanticismo y la claridad del clasicismo derivado del pensamiento racional moderno.

Por eso, ese paisaje oscuro, húmedo y neblinoso que es el Londres victoriano compone el escenario perfecto para Penny Dreadful, serie que toma su nombre de un género literario popular antecedente del comic y de la prensa sensacionalista.

Esa grisura de carbón y vapor es el lugar perfecto para que aparezcan los monstruos.

Prácticamente no puede hablarse propiamente del terror como género a partir del romanticismo. En su variante más oscura el romanticismo genera al monstruo como personaje. Monstruos que tienen apariencia humana y monstruos que no la tienen, pero todos ellos desempeñando un pepel arquetípico que es consecuencia del tira y afloja de una racionalidad y una irracionalidad que respectivamente se aprietan la una a la otra persiguiendo forzar sus propios límites.

En este sentido, los protagonistas del terror gótico victoriano se encuentran en la avanzada de esa lucha de la razón y de la sinrazón para agrandar su territorio respectivo.

Se convierten en metáfora de las consecuencias que el supremo y excesivo esfuerzo por saber o querer pueden acarrear a aquellos que se dejan llevar por él.

"Penny Dreadful" se asienta sobre este concepto.

Todos sus protagonistas, cada uno a su manera, son monstruos.

Han llegado demasiado lejos y, lo que es peor, no están dispuestos a parar una vez que han superado el límite que les separa del resto de la humanidad y les convierte en eso, en monstruos solitarios para quienes la esperanza y el futuro tienen significados muy diferentes.

Si algo tiene bueno, "Penny Dreadful" es la perfecta reproducción en cautividad de esa desesperada melancolía que afecta a esos personajes, melancolía casi existencialista que multiplica la dimensión de un género que va más allá del sensacionalismo de la violencia y la sangre.

Hay algo más.

La firme voluntad de querer ser contra todo riesgo y el inevitable pago de las consecuencias.

Así, y en este sentido, los monstruos románticos, Dorian Gray, el Doctor Jeckyll o Melmoth el Errabundo, son doblemente arquetípico pues ofrecen también un retrato excesivo sobre las consecuencias no siempre agradables de seguir la propia naturaleza y ser.

En "Penny Dreadful" los destinos de esos monstruos se unen en un retrato coral y gótico en torno a la voluntad de Lord Murray de recuperar a su hija perdida en los brazos de un vampiro.

Los pasos del Doctor Frankenstein y su criatura, el misterioso y sensual Dorian Gray, la inquietante y hermosa Vanessa Ivens se unirán en torno a esa voluntad de Lord Murray por, en la mejor linea de los monstruos del romanticismo, perseguir lo imposible.

"Pènny Dradful" entra por derecho en mi altar de series favoritas, justo al lado de "The Wire".

Obligatoria.


No es lo mismo ser pobre que indigente…

“El termino ≪pobre≫ puede originar confusiones a los modernos, para quienes poor y pauper se asemejan mucho. En realidad los gentilhombres ingleses consideraban que eran pobres todas las personas que no poseían rentas suficientes para vivir en la ociosidad. Poor era pues un término prácticamente sinónimo de pueblo. Y este, a su vez, comprendía a todas las clases, excepto la de los propietarios de tierras”.

jueves, agosto 28, 2014

Mamma Roma

Por encima de todo Pier Paolo Pasolini fue un libre pensador que nunca se casó con nadie y bastante adelantado a su tiempo.

Desde una posición contestataria tuvo palabras de críticas para la sociedad burguesa y capitalista, pero también tuvo tiempo para hacer una crítica bastante poco entendida en su tiempo a una izquierda que ya empezaba a no entender la realidad y a dejarse ganar la partida por el paraíso de la sociedad de consumo.

En este sentido, Pasolini es un buen referente para lo movimientos populistas y contestatarios que en nuestro presente quieren reinventar la izquierda.

En cualquier caso, Paolini fue una voz incómoda para todo el entramado político que ya empezaba a cristalizar en las democracias de consumo de nuestro hoy en día.

Y buena parte de su crítica hacia la sociedad de consumo está construida desde la contemplación de los efectos que el aburguesamiento de la clase obrera empezaba a producir sobre las clases populares que estaban en su corazón.

Pasolini denuncia una pérdida de entidad, de personalidad, una homogeneización de los estilos de vida de acuerdo con las claves de la sociedad de consumo, la adopción del aspiracional estilo de vida americano que para siempre terminó con lo que el llamaba la manera campesina de entender la vida y el mundo.

Es en este contexto donde para mi gusto hay que entender "Mamma Roma", su segunda película tras la brillante "Accatone".

De todo modo la película escenifica esa tragedia.

Obsesionada con dar a su hijo una vida mejor, Mamma Roma (encarnada por la maravillosa Anna Magnani) abocará a su hijo a un destino fatal.

Queriendo una vida mejor para sí misma y su hijo, y sin contar con los medios adecuados para conseguirlo, la protagonista confunde realidad con deseo en una interminable vida de trabajo y sacrificio. Persiguiendo ese sueño arrancará a Ettore, su hijo, de la tranquila vida de su paese y lo llevará con ella a la ciudad donde, consumido por la interminable espera de la nada sufrirá una lenta descomposición anímica y moral que resultará invisible a los ojos de su madre.

En "Mamma Roma" tan importante es lo que se cuenta como el lugar donde se cuenta y ese lugar es el suburbio, espacio fronterizo entre la ciudad y el campo donde el asfalto se confunde con la tierra y los bloques de edificios componen un litoral sinuoso de asfalto ante un campo desnaturalizado, convertido en descampado, tierra vacía a la espera de ser construida.

Es en ese escenario donde el campo muere y la ciudad nace, pero para Pasolini en esa frontera muere algo más, un algo que simboliza el pueblerino Ettore convertido en un inerte Cristo de Mantegna en los últimos momentos de la película.

"Mamma Roma" es el inteligente y brillante relato de una locura que conduce al fin del futuro.

Tanto Mamma Roma como Ettore son personajes arquetípicos que escenifican la tragedia de una irreparable pérdida cuyos ecos llegan hasta nuestros días.

Incomprendido por todos y desde la propia izquierda en primer lugar, Pasolini adivinaba una pérdida irreparable donde otros veían la posibilidad de una vida mejor.

Obra maestra.

Muy, pero que muy fan de Penny Dreadful...


Lucy

Según desarrolla el soporte comunicativo y publicitario de la película sólo usamos el 10% de nuestro cerebro.

Evitando los misántropos chistes fáciles esta nueva película de Luc Besson lleva hasta el extremo ese argumento planteando la posibilidad de que una mujer, no sé qué dirá el alcalde de Valladolid al respecto, sea capaz de usar el 100% de su cerebro.

Esa mujer se llama Lucy y por azares de la vida entra en contacto con una organización criminal comandada por el personaje que interpreta ese gran actor coreano llamado Choi min-sik. Esta organización ha sintetizado una droga muy poderosa a partir del cuerpo de las mujeres embarazadas, una sobredosis de esa droga será la responsable de la evolución del personaje protagonista hacia una superhipermegadotación que hará de Lucy un ser entre dos mundos.

Como película de acción, "Lucy" está a la altura de las grandes pelis de Besson, beneficiándose además la historia de la presencia cruel y brutal del malvado personaje que interpreta Choi min-sik, un actor que sabe cómo poner los pelos de punta al espectador.

Pero, y además, lo más interesante que aporta "Lucy" es que es una historia que se genera su propio espacio simbólico conforme ella misma se despliega como narración.

Durante buena parte de la película, existen dos tramas paralelas: una principal que protagoniza Lucy y otra secundaria que protagoniza el estupendo Morgan Freeman en su papel de científico experto en temas de porcentajes de uso cerebral.

Al mismo tiempo que se desarrollan las peripecias de Lucy, el espectador asiste a una conferencia que el personaje de Freeman da y en la que se desarrollan temas de evolución y de antropología; temas que generan el espacio simbólico en el que debe entenderse la transformación que experimentará el personaje de Lucy.

Así, una trama que es directamente ficción se combina con otra que al menos superficialmente resulta documental pues el espectador asiste como un invitado más a la conferencia que da el personaje de Freeman.

No se hasta qué punto todo lo que Freeman dice con su habitual capacidad para resultar convincente es realmente ciencia, no estoy demasiado familiarizado con estos temas que me parecen proceder de la biología y la medicina, pero lo cierto es la voz de Freeman aporta un interesante contrapunto a las peripecias de Lucy.

Siempre se dice que Besson es un experto en reproducir fuera de los Estados Unidos la fórmula del cine de acción norteamericano, pero para mi gusto nada hay más lejos de la realidad porque Besson siempre se las ha arreglado para ofrecer en sus películas algo más que la mera acción.

Desde la morbosa relación entre la niña y el guardaespaldas en "El profesional" hasta la inclusión de un contrapunto objetivador y quasi documental en "Lucy", Besson siempre ofrece algo más en sus películas que la pura y simple acción, fórmula narrativa que, por cierto, domina a la perfección.

No es por tanto ninguna boutade que el propio Besson haya comentado en alguna entrevista promocional de esta película que el cine de acción le aburre.

El talento de Besson ha sido -y es- evolucionar la fórmula narrativa industrial de un género aportándole una riqueza estrictamente europea, un jugo espeso y complejo que tiñe de turbiedad las relaciones entre los personajes y que confiere a las propias historias de un cierto factor incontrolable e inesperado que proporciona valor de sorpresa a las estructuras convencionales del género.

Las películas de Besson siempre tienen algo más, un algo que casi siempre es arriesgado cuando lo contado se juzga desde las convenciones del género.

En este sentido, Besson no es un alumno aventajado sino un maestro, un creador, dentro de la modestia del propósito de su cine.

Teniendo en cuenta todo ésto, "Lucy" es una buena muestra del modo que tiene Besson de entender el cine, si bien no está entre lo mejor de su obra. Por ejemplo, y para mi gusto, "Malavita" su anterior mucho película está mucho mejor.

Entretenida.


Sobre el fundamento del carácter utópico de la economía de mercado:

“Para la economía de mercado el crecimiento económico es un dogma. Sin ello, a medio plazo, no hay acumulación posible, o sea, no hay vida para el capital. La vida del capital, sin embargo, implica la amenaza de la vida del planeta. Solo tenemos un planeta, pero la economía neoclásica no toma en cuenta los límites de nuestra naturaleza. Conforme continúe el crecimiento y tenga vida el capital, la economía de mercado puede acabar hoy en día con la vida en la tierra y/o ahogarse en su propia racionalidad. Para la economía neoclásica, la naturaleza y la reproducción de la vida natural constituyen un dato extra-económico ya que solo son riqueza por su contenido. La reproducción de la vida humana aparece por el mismo motivo como un proceso extraeconómico. Al tener ojo exclusivo para el proceso de reproducción en términos de valor, el capital se pone ciego para lo que sucede con la vida de las mayorías y de la naturaleza… Toda la vida se sacrifica para que tenga vida la acumulación a corto plazo. Lo que sucede mañana es problema para mañana. Esta racionalidad es ciega también para la suerte de la mayoría de los seres humanos. La concentración de riqueza implica una política de exclusión de las mayorías y condena a las clases media a acercarse a las líneas de pobreza. Lo que importa es hacer valor y más valor a pesar de la vida natural y humana”.

miércoles, agosto 27, 2014

De la necesidad de supervisar y controlar el mercado:

“Permitir que el mecanismo del mercado dirija por su propia cuenta y decida la suerte de los seres humanos y de su medio natural, e incluso que de hecho decida acerca del nivel y de la utilización del poder adquisitivo, conduce necesariamente a la destrucción de la sociedad. Y esto es así porque la pretendida mercancía denominada ≪fuerza de trabajo≫ no puede ser zarandeada, utilizada sin ton ni son, o incluso ser inutilizada, sin que se vean inevitablemente afectados los individuos humanos portadores de esta mercancía peculiar.
Al disponer de la fuerza de trabajo de un hombre, el sistema pretende disponer de la entidad física,, psicológica y moral ≪humana≫ que está ligada a esta fuerza. Desprovistos de la protectora cobertura de las instituciones culturales,los seres humanos perecerían, al ser abandonados en la sociedad: morirían convirtiéndose en víctimas de una desorganización social aguda, serian eliminados por el vicio, la perversión, el crimen y la inanición. La naturaleza se vería reducida a sus elementos, el entorno natural y los paisajes serian saqueados, los ríos polucionados, la seguridad militar comprometida, el poder de producir alimentos y materias primas destruido… No obstante, ninguna sociedad podría soportar, incluso por un breve lapso de tiempo, los efectos de semejante sistema fundado sobre ficciones groseras, a no ser que su sustancia humana y natural, así como su organización comercial, estuviesen protegidas contra las devastaciones de esta fabrica del diablo”.
“Es cierto que ninguna sociedad puede existir sin que exista un sistema, de la clase que sea, que asegure el orden en la producción y en la distribución de bienes, pero esto no implica la existencia de instituciones económicas separadas, ya que, normalmente, el orden económico es simplemente una función al servicio del orden social en el que esta operativamente integrado. Como hemos mostrado, no ha existido ni en el sistema tribal ni en la feudalidad o en el mercantilismo un sistema económico separado de la sociedad. La sociedad del siglo XIX, en la que la actividad económica estaba aislada y funcionaba por móviles económicos muy diferentes, constituyó de hecho una innovación singular. Este modelo institucional únicamente podía funcionar sometiendo de alguna manera a la sociedad a sus exigencias, pues una economía de mercado no puede existir más que en una sociedad de mercado”.

martes, agosto 26, 2014

El forajido

Dirigida por Joseph Losey en 1950, "El Forajido" es una de esas películas que no gustaban al senador McCarthy y a sus cruzados anti-comunista.

Nos cuenta la historia de un conflicto racista en un pequeño pueblo californiano que tiene como protagonista a un bracero mejicano quién por una serie de desafortunadas circunstancias se convierten en el principal enemigo público de la ciudad.

Sólo Larry Wilder, el director del periódico local, se interpondrá entre el fugitivo y la masa que lo persigue creyendo en su inocencia.

Entre finales de la década de los cuarentas y principios de los cincuentas, y con el cine negro como excusa, sucedió una explosión de películas de temática social que la izquierda intelectual norteamericana puso en jugo en las pantallas cinematográficas.

Películas como "Encrucijada de odios" de Edward Dmytrik o esta "El Forajido" hablaban de situaciones complejas y conflictivas que introducían un elemento distorsionante sobre la sociedad norteamericana.

Las desigualdades sociales y raciales afloraban en las pantallas cinematográficas de unos Estados Unidos colocado en la rampa de lanzamiento de la pax opulenta que se inició en la década de los cincuentas.

A este grupo de productores, escritores, directores y actores fue a quienes presentó batalla el senador McCarthy y su tristemente conocido Comité de Actividades Americanas. Entre ellos estaba Joseph Losey quién sólo un año después viajaría a Europa y no regresaría jamás a su país de origen

En "El Forajido" aparecen elementos atípicos dentro del cine norteamericano de la época, especialmente inmigrantes mejicanos y, lo que es más importante, su punto de vista al respecto de la situación que viven en las explotaciones agrarias californianas. Pero sin duda lo más relevante es la presentación de un ambiente de racismo y discriminación entre americanos comunes y corrientes, capaces de convertirse en una turba peligrosa e irracional con la eficaz ayuda de los medios de comunicación.

Sin duda, la visión de la injusticia puesta por obra en el seno de una sacrosanta e idílica comunidad rural norteamericana debió de poner a prueba la paciencia de más de un macartista.

Interesante.


domingo, agosto 24, 2014

Dodeskaden

Dirigida en 1970 por Akira Kurosawa, "Dodeskaden" es una película importante dentro de la filmografía del maestro japones.

No sólo porque se trate de su primera película en color ni porque sea, para mi gusto, una de las mejores, sino fundamentalmente porque supuso un punto y aparte fundamental en su vida y obra. Basada en un libro de un autor japonés llamado Shigoro Yamamoto, "Dodeskaden" presenta un retrato coral de la vida en un suburbio marginal de una ciudad japonesa

"Dodeskaden" supone un cambio radical con respecto al cine que el japonés había venido realizando, un cambio radical que pilló a su público con el paso cambiado.

Pareciera como si Kurosawa quisiera renovarse a sí mismo, una especie de seppuku artistico en el que el maestro japones abandona su controlado discurso narrativo para, situándose en un mísero barrio de chabolas del Japón presente, dar rienda suelta a su concepción nihilista del ser humano hasta unos extremos tan hiperrealistas que hacen que la película sea dura de ver.

Esta especie de nouvelle vague de sí mismo supuso a Kurosawa el fracaso de público de un proyecto para el que se había empeñado hasta las cejas. El resultado fue la ruina económica y posteriormente una profunda depresión que le llevó a cometer un intento de suicido.

"Dodeskaden" le mantuvo cinco años retirado del mundo del cine hasta que en 1975 la Unión Soviética le produjese la maravillosa "Dersu Uzala".

No obstante, el paso del tiempo ha dejado las cosas en su sitio reservando a "Dodeskaden" un lugar importante dentro de la filmografía del director japonés, siendo seguramente una de las más personales.

Como ya he comentado se trata de una película coral que se sitúa en un barrio marginal, entre escombros y basura, a las afueras de una gran ciudad japonesa.

El titulo de la película hace referencia a la onomatopeya con la que uno de los protagonistas simula el sonar del tranvía que en su locura cree conducir por todo el villorrio.

Y al final el tomar esa onomatopeya por titulo explica muy bien lo que la historia hace: mostrar el ruido que como el tranvía hacen los personajes que la protagonizan, al pasar, al vivir sus en mayor o menor medida difíciles vidas.

En este sentido, "Dodeskaden" presenta con la frialdad casi científica del naturalismo decimonónico un retablo de todas las limitaciones y miserias del ser humano, un retablo en el que lo locura, el alcohol o un exceso autodestructivo de fantasía parecen ser la única escapatoria posible, aspecto que anticipa la locura de Hidetora cuando su castillo es tomado por los ejércitos de sus hijos, una de las piedras angulares de "Ran" una de sus obras maestras.

No es de extrañar que fuese un fracaso comercial.

Terminando la década, "Dodeskaden" fue toda una pedrada en el espléndido escaparate de la mentalidad acomodada de los sesentas.

Obra maestra.

sábado, agosto 23, 2014

The man who haunted himself

Antes de ser devorado para siempre por el personaje de James Bond que interpretó durante casi quince años, Roger Moore fue un exitoso actor de televisión que buscaba pegar el salto al mundo del cine.

Entre "El Santo", la serie que le dio fama mundial y "Los Protectores", serie televisiva que le mantuvo ocupado los años 1971 y 1972, Moore protagonizó "The man who haunted himself" en 1970, que sería su última película antes de tomar el personaje de Bond de un cansado Sean Connery en 1973 para protagonizar "Live and Let die".

Basada en un guión de la serie televisiva Alfred Hitchcock presenta, "The man who haunted himself" es una historia de corte fantástico en la que un conservador ejecutivo de la City londinense interpretado por Moore descubre cómo su propio doble va apoderándose de manera lenta pero segura de toda su vida.

La historia que data de los años cincuentas en los que el psicoanálisis fue toda una revolución en la sociedad norteamericana encierra un importante fondo psicoanalítico.

Un accidente de tráfico provocado por ese otro yo de Harold Pelhalm permitirá que aquel se libere, se haga realidad dando rienda suelta a un Pelhalm diferente, opuesto en su manera de ser y actuar al conservador ejecutivo de la city.

Pronto Pelhalm descubrirá que hace cosas y llega a compromisos con personas que no recuerda llegando a dudar de su propia salud mental.

El ordenado y racional Pelhalm se verá enfrentado a los desmanes que en su vida genera la presencia viva de un Perlhalm más agresivo y emocional, pero las cosas no terminarán en el simple desorden. Su sombra querrá mucho más.

La fantasía de la liberación del instinto convertida en pesadilla porque solo uno puede permanecer.

Sin ser una obra maestra y no demasiado bien interpretada (especialmente por el elenco actoral femenino), "The man who haunted himself" resulta entretenida siempre y cuando uno acepte las premisas sobre las que se basa la narración y se deje llevar por la pesadilla que enfrenta al protagonista contra sí mismo.

Pura serie B de la mejor calidad.


viernes, agosto 22, 2014

Blow-up

No es casualidad que Michelangelo Antonioni escoja a un fotógrafo para protagonizar "Blow-up".

Después de todo, el fotógrafo se constituye en su oficio en una suerte de sumo-sacerdote de esta sociedad de consumo. Su capacidad para crear imágenes les convierte en uno de los ejecutores de una estrategia de dominación en el que el Narciso que somos todos y cada uno de nosotros no perece ahogado en la persecución de su propio reflejo en el fondo del estanque, sino perdido para siempre en un bosque de espejos persiguiendo la estela de su propio reflejo.

Al final, las imágenes son esas sagradas formas a través de las cuales el misterio de la cosa misma se nos da como sentido y, por supuesto, no de cualquier manera.

El encuadre siempre implica una posición no sólo física sino también moral ante aquello que se fotografía. Así, a través de las imágenes la realidad nos es presentada con una determinada intención.

En este sentido, es fundamental el comienzo de la película, cuando vemos a su protagonista saliendo de una fábrica, pareciendo un obrero más, para luego convertirse de manera sorprendente en el exitoso artista visual que cabalga el Swinging London de la década de los sesentas con la silla de montar d esu flamante Rolls Royce.

Antonioni aplica al espectador la misma medicina narrativa que posteriormente aplicará a su propio personaje

Un simple cambio de perspectiva o de eje basta para que la realidad se vea alterada en el modo en que se nos presenta.

Sucesivamente, la omnipotente mirada del espectador y la de Thomas, el fotógrafo protagonista, son puestas a prueba... y vencidas.

Thomas descubrirá que su visión de esa apacible mañana de verano en el parque que ha cosificado convenientemente en sus fotografías no será tal.

Algo en la estructura de esa narración de imágenes fijas le lleva a la sospecha y, posteriormente, a través de un proceso de cuestionamiento, de blow-up (sucesivas ampliaciones de la imagen), descubrirá que esa paz que creía estar presenciando encierra una realidad más terrible y oscura: la de un asesinato.

Otra narración oculta, subliminal, y de carácter muy diferente a la que suponía, se revela ante la mirada asombrada de Thomas.

Las imágenes que creía domadas, controladas, cosificadas, se revelan, se vuelven indómitas y líquidas.

Hay otro sentido y no estoy seguro si el asombro que siente Thomas, la explosión (esta es la otra acepción del término blow-up) emocional que el fotógrafo experimenta tiene más que ver con la constatación de esa pérdida de control sobre las imágenes que él mismo ha creado que con el hecho de haber descubierto un asesinato y un cadáver.

Asi, "Blow-up" se nos muestra como lo que es: una película-ensayo que pone en su punto de mira la posibilidad de la verdad en la imagen y el carácter de esa verdad misma.

Y puede decirse que el dominante y controlador Thomas, así se muestra a lo largo de la película, experimenta una suerte de proceso de liberación de ese papel de cifrador de realidad en el que comprende que siempre hay algo más que su propia mirada: la profundidad propia y fantástica del mundo que le rodea.

Sólo así puede sumarse a esa partida de tenis imaginaria que es la maravillosa secuencia final de "Blow-up" y quizá ser aún mejor fotógrafo.

Obra maestra.

Foley

Nadie puede confrontar a la modernidad sin ser destruido por ella. Entre otras cosas porque por definición la modernidad trae la razón consigo a donde quiera que vaya en el tiempo y en el espacio.

El resto de culturas y pueblos que habitan el mundo y que la globalización todavía no ha domesticado sólo se defienden de nosotros. Algunos lo hacen desde la barbarie como es el caso de Foley, mientras otros lo hacen desde la inteligencia.

La razón, la libertad, la democracia son las nuevas cruces tras de las que nos ocultamos, pero detrás de tantas buenas palabras funciona la misma realidad de siempre, el mismo entramado de intereses económicos imperialistas que a velocidad uniformemente acelerado está acabando con todo, incluso con nosotros, sus abanderados.

No podemos aceptar que seamos los malos de toda esta historia, pero lo cierto es que al final nunca terminamos de estar a la altura de nuestro discurso de igualdad y libertades porque con nosotros, los occidentales, siempre hay dinero de por medio y tras él llega nuestra fuerza.

En este aspecto, las cosas no han cambiado demasiado en los últimos cuatrocientos años.

Antes era la religión verdadera y ahora es la libertad auténtica y genuina de la democracia, pero no queremos verlo.

Como mínimo, la neurosis nos domina porque tan bárbara es la muerte de Foley como que cada día mueran de hambre millones de personas sin que los países ricos nos pongamos de acuerdo para resolverlo... Es igual de bárbaro o peor, pero a esas muertes que nos quedan lejos de tanto repetidas ya nos hemos acostumbrado.

Y al final, casi sin quererlo juzgamos a nuestras victimas por los peores de ellos, como el asesino de Foley, para tranquilidad de nuestra conciencia.

Por eso no deja de ser consolador que realidades tan terribles como la muerte de Foley nos sigan mostrando que estamos en lo cierto y que nosotros nunca haríamos eso y que en el fondo podemos pensar si queremos que todos ellos son unos bárbaros.

Mejor así.

La razón, nuestro monstruo favorito, nos asistirá siempre. Después de todo, somos sus más preciados engendros.

jueves, agosto 21, 2014

“A partir de 2001, Saddam Hussein vendió el petróleo de Irak en euros e invitó a los países de la OPEC a hacer lo propio, lo que de concretarse hubiera significado una aceleración en la caída del dólar. No es extraño que en este período se dé la invasión norteamericana en Irak. El precio de petróleo subió instantáneamente y con ello la demanda relativa de dólares. Como resultado, el tipo de cambio prácticamente no varía y oscila entre 2004 y 2006 alrededor de $1.24 por Euro. Es a partir de 2007, sin embargo, que el dólar de nuevo comienza a perder terreno frente al Euro. Es en esta coyuntura que amenaza de nuevo la guerra y esta vez contra Irán.
Mientras los países continúan vendiendo el petróleo en dólares, y los bancos centrales conservan y extiendan sus reservas internacionales en igual moneda, EEUU podrá manipular la demanda de su propia divisa. A pesar de su creciente deuda privada y pública, y a pesar del costo enorme de la guerra, la demanda de la divisa se pudo mantenerse estable. La demanda subió a partir del alza constante en el precio de petróleo que pasó entre 2002 y abril de 2008 de $20 dólares el barril a $120. La consecuencia fue una sextuplicación de la demanda de dólares por compra de petróleo. Lo anterior pudo evitar una devaluación aguda del dólar hasta en 2007.
Una brusca reducción en la demanda de la divisa estadounidense significaría una fuerte caída de su precio en el mercado de divisas. Lo anterior sucedería si los países productores de petróleo cotizarían el crudo en otra moneda. Esa fue una de las consideraciones estratégicas para emprender la guerra contra Irak. Hoy es uno de los argumentos para amenazar con una posible guerra a Irán. La amenaza de guerra crece cada vez que este país proceda, como lo hizo el 13 de julio de 2007, exigir la cancelación del crudo en otra moneda”.
“El descubrimiento más destacable de la investigación histórica y antropológica reciente es el siguiente: por lo general las relaciones sociales de los hombres engloban su economía. El hombre actúa, no tanto para mantener su interés individual de poseer bienes materiales, cuanto para garantizar su posición social, sus derechos sociales, sus conquistas sociales. No concede valor a los bienes materiales más que en la medida en que sirven a este fin. Ni el proceso de la producción ni el de la distribución están ligados a intereses económicos específicos, relativos a la posesión de bienes. Más bien cada etapa de ese proceso se articula sobre un determinado número de intereses sociales que garantizan, en definitiva, que cada etapa sea superada. Esos intereses son muy diferentes en una pequeña comunidad de cazadores o de pescadores y en una extensa sociedad despótica, pero, en todos los casos, el sistema económico será gestionado en función de móviles no económicos”.

miércoles, agosto 20, 2014

Guardianes de la Galaxia

Si se mira bien, y en cuanto a la historia que se nos relata, no hay nada diferente en esta "Guardianes de la Galaxia" de cualquier otro producto cinematográfico basada en la superpoblada cuadra del mundo del comic.

Hay uno o varios villanos que en su afan agresivo se producen con violencia contra un mundo o parte de él. Contra ese villano, se oponen uno o varios héroes, hiperbólicos portadores precisamente de lo mejor de ese mundo en riego.

Las cosas no han cambiado mucho desde Gilgamesh.

Las culturas se miran en el espejo de sus mitos y para la sociedad occidental de consumo el mundo del comic ha explotado este esquema con la misma personalidad masiva e industrial con la que ha explotado (y ecxplota) todas las demás cosas.

En este sentido, y cinematográficamente hablando, esta "Guardianes de la Galaxia" no se diferencia mucho en su estructura esencial de todo ese conjunto de películas que la industria cinematográfica produce como milmillonarias rosquillas: espectáculos planos y previsibles, basadas en un operístico esfuerzo de efecto especial y que pasan sin dejar demasiada huella en la mirada del espectador.

Y sin embargo, "Guardianes de la Galaxia" tiene un algo especial, la magia del perfecto simulacro que muchas de sus antecesoras han intentado ser sin acercarse tanto a conseguirlo.

Y sin duda buena parte del éxito no es lo que se cuenta que, como comento, no es realmente diferencial con respecto a otras historias y personajes del mundo Marvel. Lo verdaderamente importante es el modo en que se nos cuenta: siendo consciente de la propia levedad intrínseca como producto de entretenimiento, desde la explosiva ingenuidad y el desenfado.

Lo mejor de "Guardianes de la Galaxia" es que parece no tomarse en serio de modo que, se cuente lo que se nos cuente en la trama, una muy buen conseguida troncalidad de comedia empapa cada plano que se nos muestra.

Sin duda buena parte de ese mérito corresponde a su director, James Gunn, quién formado en el seno viscoso y verde de la productora neoyorquina Troma consigue trasladar ese desenfado de la serie Z, por el que Troma fue famosa en los ochentas y noventas del siglo pasado, a uno de los muy costosos blockbusters del año.

Así y sin excesos que no puedan ser accesibles a todos los públicos, excesos que también forman parte de la marca Troma, "Guardianes de la Galaxia" exhibe ese especial mirada contracultural convertida en una técnica, una manera de contar historias naif, que parte desde los personajes al efecto especial y que, sin hacerse trampas en el solitario, concibe lo que se cuenta como un mero e intrascendente entretenimiento.

Evitando el mal gusto tan propio y tan buscado por esa Serie Z, en "Guardianes de la Galaxia" está presente esa relación tan desenfadada con el material narrativo tan propia de Troma, desenfado que se extiende al modo en que se construyen los personajes y se desarrolla la historia, desenfado que llegue hasta el punto de momentos que lindan casi con la comedia musical como la secuencia primera tras el prólogo.

En resumidas cuentas. "Guardianes de la Galaxia" no es un producto cualquiera, funciona plenamente, de verdad.

Un magnífico ejemplo de las bondades del cine como espectáculo de entretenimiento y también de del cine como industria incorporando dentro de la corriente mainstream una determinada sensibilidad para procesar lo cultural.

No es que se cuente mejor, se cuenta desde una mirada diferente.

Imprescindible.

lunes, agosto 18, 2014

"A finales de los años cuarenta se puso en marcha un vasto proyecto en los Estados Unidos para aplicar las ideas del psicoanálisis a las masas. Centros de orientación psicológica se establecieron en cientos de ciudades. Fueron atendidos por psiquiatras cuyo trabajo era controlar las fuerzas ocultas dentro de las mentes de millones de estadounidenses comunes y corrientes. Al mismo tiempo, miles de asesores fueron capacitados para aplicar el psicoanálisis a la orientación del matrimonio, y trabajadores sociales fueron enviados a visitar las casas de la gente para formarles sobre la estructura psicológica de la vida familiar. Detrás de todo esto subyacía la idea fundamental de Anna Freud '-si se anima a la gente a cumplir con los patrones aceptados de la vida familiar y social, su ego se vería reforzada y serían capaces de controlar las fuerzas peligrosas dentro de ellos.

Pero fue sólo el comienzo de la subida al poder del psicoanálisis en Estados Unidos. Los psicoanalistas estaban a punto de entrar en un gran negocio con el uso de sus técnicas no sólo para crear ciudadanos modelo, sino también consumidores modelo. Edward Bernays había sido el primero en convencer a las empresas estadounidenses que podían vender productos conectando con los sentimientos inconscientes de la gente. Ahora un grupo de psicoanalistas retomó lo comenzado por Bernays para inventar toda una serie de técnicas con la finalidad de entrar y manejar la mente inconsciente del consumidor. Fueron dirigidos por Ernest Dichter. Dichter había practicado al lado de Freud en Viena, pero había llegado a Estados Unidos y había creado el Instituto para la Investigación de la Motivación en una antigua mansión al norte de Nueva York. "

El Pasado

Tiene un punto muy bergmaniano esta última película del iraní Asghar Farhadi.

Desde finales de la década de los sesentas del siglo pasado el cineasta sueco derivó a un cine pesimista y amargo en el que el paso del tiempo y el fracaso de las relaciones interpersonales siempre centradas en el asfixiante espacio cerrado de sus matrimonios configuraban una espacio discursivo entre nihilista y existencialista que dejaba traslucir la para él evidente imposibilidad de una comunicación satisfactoria entre seres humanos y, como inevitable consecuencia, la imposibilidad de esas mismas relaciones, convirtiendo lo sentimental en el terreno donde se juega ese siniestro juego de poder en el que lo sentimental sólo es la parte bonita que oculta los bastidores de ese juego siniestro.

Con "El Pasado" Farhadi se adentra en ese mismo territorio de geografía cambiante y compleja donde se conjugan esas limitaciones de lo humano para estar a la altura de su propio mito.

En un escenario coral de relaciones interpersonales irrumpe Ahmad que ha viajado desde Teherán a Paría para divorciarse de su mujer, Marie, magnífica Berenice Bejo.

La presencia del pacífico y tranquilo Ahmad será un insospechado factor desequilibrante de todo un sistema de relaciones que ha mantenido vinculados a una serie de personajes, padres,hijos, hermanos, amigos y empleados.

El orden de las cosas se muestra tan frágil como una hoja de papel cuando aquellos que participan en él vuelven a sentirlo y/o a pensarlo y esa fragilidad procede de la imposibilidad que los personajes tienen para contemplar con lucidez aquello que les rodea.

Los traumas, los miedos, los errores, las frustraciones agrupadas en un concepto llamado "Pasado", que siempre está presente, les imposibilita la paz y la felicidad que buscan, y desde la que intentan mirar un futuro, que pesa mucho menos que el pasado que no cesa de tirar de ellos hacia lo que realmente son.

Brillante.



viernes, agosto 15, 2014

Bernays es casi completamente desconocido hoy, pero su influencia en el siglo 20 es casi tan grande como la de su tío. Bernays fue la primera persona en tomar las ideas de Freud acerca de los seres humanos y utilizarlas para manipular a las masas. Mostró por primeras vez a las corporaciones estadounidenses cómo podrían hacer que la gente quisiera cosas que no necesitaba al vincular los bienes producidos en masa a sus deseos inconscientes.
 Como consecuencia de esto vendría una nueva idea política para el control de las masas. Satisfaciendo los deseos egoístas de la gente se hacía posible hacerlas felices y dóciles. Fue el comienzo del yo que todo lo consume, que ha llegado a dominar el mundo de hoy.
“Nuestras reflexiones sobre el orden de la sociedad—al igual que sobre el orden de la naturaleza están dominadas aún por la imagen newtoniana del poder masivo ejercido por una instancia soberana mediante la aplicación de una fuerza principal, de manera que hemos perdido la sensibilidad hacia todos los aspectos en los que los logros sociales y políticos dependen más del influjo que de la fuerza”.

miércoles, agosto 13, 2014

In the loop

Fantástico descubrimiento esta película británica, producida por la BBC en el año 2009.

"In the loop" nos cuenta la historia de la metedura de pata de Simon Foster, Ministro de la Corona para el Desarrollo Internacional, en un contexto de política internacional en el que los Estados Unidos están cocinando uno de sus ataques preventivos que antes, como dice la canción, sólo pertenecían a la URSS.

Con demasiado serrín en la cabeza como para pensar con la suficiente claridad, Foster se convertirá en territorio de disputa para un variopinto grupo de personajes cuyas actitudes, motivaciones y comportamientos componen un retablo ácido de la política en sus más altos niveles.

Uno de ellos será Marshall Tucker, responsable de comunicación del Primer Ministro Británico, maravillosamente interpretado por Peter Capaldi, quién intentará mantener la línea política del gabinete frente a los intentos de manipulación que unos y otros, interesados o no en la guerra, miembros todos de la administración americana, realizaran para convertir a Foster en mascaron de proa de su propia posición.

"In the loop" es otra muestra más de ese humor astuto, inteligente y ácido del que los británicos llevan haciendo gala desde siempre tanto en cine como en televisión.

Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con unos diálogos tan brillantes que se convierten en vehículo para mostrar una visión de la política nada clemente, sino todo lo contrario. Una política en la que la verdad de los hechos es sólo un elemento más a combinar dentro de un escenario mayor definido por intereses y necesidades.

Personajes como Tucker son los encargados de velar por mantener a sangre y fuego de la paz de ese orden establecido.

Y convertido en un autentico guardián, Tucker hará lo que sea necesario para restablecer un orden que Foster en su estupidez ha subvertido.

"In the loop" es un bien conseguido espectáculo en el que fondo y forma se relacionan de una manera equilibrada, potenciándose el uno a la otra desde la mayor de las inteligencias.

La comedia convertida en una de las bellas artes.

Imprescindible.

Cosmópolis

“Para los humanistas del siglo xvi, la exigencia principal fue que nuestro pensamiento y nuestra conducta fueran razonables. Por una parte, esto significaba practicar la modestia ante la capacidad de uno mismo y desarrollar la autoconciencia en el momento de presentarse a los demás; es decir, todas esas cosas que Stephen Greenblatt llama la «autorremodelación renacentista». Por la otra, se exigía tolerancia ante la diversidad social, cultural e intelectual.

Era irrazonable condenar sin más a personas que tenían instituciones, costumbres o ideas distintas a las nuestras y tacharlas de heréticas, supersticiosas o bárbaras. Era preciso, antes bien, reconocer que nuestras prácticas podían parecer no menos extrañas a los demás y suspender el juicio no fuera que esas otras personas hubieran llegado a sus conclusiones a través de una reflexión sincera, lúcida y crítica de su propia experiencia. Sólo podemos juzgar las ideas o costumbres de otras gentes si conocemos no sólo a dónde han llegado, sino también (en el lenguaje de la década de los sesenta) «de dónde vienen».

La sana retórica exige que hablemos a la condición de nuestro auditorio; la sana comprensión humana exige que escuchemos a su condición con igual atención.

Después de 162o, a muchos europeos esta tolerancia intelectual y práctica les pareció estéril, permisiva y abierta a posibles abusos, y decidieron adoptar otros ideales, más estrictos, de racionalidad.

Para Descartes, el pensamiento racional no podía basarse en la tradición heredada. Los procedimientos empíricos, con base en la experiencia y no en la teoría, estaban, en su opinión, condenados al fracaso pues perpetuaban el folclore de una cultura y época dadas y descansaban en última instancia en la superstición, no en la razón… Así pues, siempre que fuera posible, lo más «racional» era empezar de cero e insistir en la certeza de la inferencia geométrica y la «logicidad» de las pruebas formales.

Sólo así podría encontrarse una solución definitiva para evitar tanto las querellas interminables de los teólogos dogmáticos como las incertidumbres y contradicciones implícitas en el escepticismo de Montaigne. Los ideales de la razón y la racionalidad característicos de la segunda fase de la modernidad fueron, así, intelectualmente perfeccionistas, moralmente vigorosos y humanamente inexorables. Independientemente de la clase de problemas a la que uno se enfrentara, había un procedimiento supuestamente único para alcanzar la solución correcta.

Ese procedimiento sólo se podía alcanzar eliminando lo accidental de un núcleo abstracto de conceptos «claros y distintos», necesarios para su solución. Pero, por desgracia, muy pocas cosas se prestaban plenamente en la vida humana al análisis lúcido y ordenado de la geometría de Euclides o de la física de Descartes”.

lunes, agosto 11, 2014

Il Divo

"Il Divo" es una película oscura y turbadora pero al mismo tiempo maravillosamente cristalina en su afán por ofrecernos un retrato del cuarto oscuro de la verdadera política.

Sin seguir una línea narrativa clara y específica, el italiano Paolo Sorrentino nos hace un retrato conceptual de ese misterio llamado Giulio Andreotti, un auténtico superviviente de la escabechina casi diaria que fue la política italiana en el último cuarto del siglo pasado.

Un fragmentado panorama multipartidista que las sucesivas elecciones nunca terminaban de resolver generaba una situación volátil en la que presidentes de gobierno y de la república iban y venían como consecuencia de una espuma cuántica en eterna efervescencia de alianzas y distancias.

Y por si todo ésto ya no fuese complicado de por sí, este panorama tan mutable devino poco a poco en superficie bajo cuya incesante marejada sucedía un oscuro y abisal fondo de intereses y corrupción en el que la Mafia se daba la mano con los intereses económicos y los geoestratégicos dentro de una dinámica propia de la todavía vigente Guerra Fría.

Dentro de este panorama que no hacía más que cobrarse victimas tanto mortales como simplemente profesionales, Andreotti fue un auténtico superviviente en el que la propia supervivencia por si sola ya le otorgaba una posición preeminente conociendo las verdaderas historias de todo.

Siempre he pensado que desde un punto de vista holístico, como intuición, la propia longeva supervivencia de Andreotti en un escenario tan peligroso y contaminado ya hacía de él culpable, pero esa es otra historia.

En cualquier caso, Sorrentino nos presenta un retrato satírico y un tanto inquietante de un Andreotti que merced a las talentosas capacidades camaleónicas de ese gran actor llamado Tony Servillio nos recuerda a ese ingrávido y casi transparente Nosferatu de Murnau. Un ser impenetrable y oscuro, casi una sombra que termina por resultar un sorprendente extraño incluso para sus más allegados.

Y este retrato se convierte en una brillante metáfora para explicar la política en las democracias de mercado occidentales.

La necesidad de mantener a toda costa un orden del que se extrae siempre un beneficio que resulta transparente para la ciudadanía. Unos extraen beneficios económicos y otros, como Andreotti, el beneficio de detentar una posición de poder desde la que hacer y deshacer, ocupando esa delicada posición de interfaz entre esa trama oculta de intereses que constituyen el poder real y esa superficie pública donde se desarrolla la política tal y como la conocemos.

Un nivel no puede existir sin el otro.

Y en este sentido "Il Divo" se convierte en el retrato del político perfecto, alguien para el que los intereses de la ciudadanía son una variable más y no precisamente de las más relevantes, porque lo importante siempre es el mantenimiento de un orden, de un status quo cuya existencia tiene prioridad sobre cualquier bella idea o sentimiento.

Brillante.

domingo, agosto 10, 2014

Boabdil y el PSOE

Resultan patéticos los esfuerzos que el PSOE realiza desde el punto de vista de comunicación pública para escapar a su responsabilidad en el fracaso de estos 36 años de régimen constitucional del 78 en los que ha gobernado más del 50% de los años.

Y digo yo que alguna responsabilidad tendrá en que las cosas estén como estén.

Pero no.

Con la cara más dura del mundo se postulan como los únicos que pueden revertir esta situación convirtiéndola en un asunto puramente electoral olvidando que si cuarenta años de gestión cuajan en el segundo país más desigual del europa no estamos hablando de legislaturas sino ya de pura historia económica, de tendencias estructurales a cuya imposición, siendo optimistas y otorgándoles el comodín de la duda, como tontos útiles han colaborado a instituir.

Pero no.

Se propugnan como únicos defensores y aglutinadores de una izquierda a la que han sido los primeros en traicionar (recordemos que es el PSOE quién trae la cultura del pelotazo y las ETT's) y, creyéndose sus propias mentiras, reivindican aquella frase de Guerra que defendían que la acción política del PSOE iba a dejar el país, desde un punto de vista social, que no lo iba a reconocer ni la madre que lo parió... pero lo cierto es que, a fecha de hoy, todos esos esfuerzos, bastantes de ellos ciertos, culminan desgraciadamente en estos datos económicos que construyen un panorama tercermundista de desigualdad.

Al final todos esos esfuerzos nos conducen a este escenario de desigualdad neoliberal que afecta cada vez más a las vidas de más y más personas.

Y la gente no es tonta.

No es posible tirar el corner y rematarlo, estar en misa y repicar.

Y el destino de los Partidos Socialistas del Sur de Europa es claro... Desaparecidos en Italia, en trance de desaparecer en Grecia, por debajo de Podemos en intención directa de voto en España.

No hay más ciego que el que no quiere ver.

La leyenda dice que Aixa, la madre de Boabdil el Chico, le dijo a su hijo al rendir la ciudad de Granada a los cristianos que lloraba como una mujer la perdida de aquello que no supo defender como hombre. Y algo parecido puede suceder al PSOE. Porque, tal y como están las cosas, la verdadera posición de izquierdas pasa por la confrontación política con un sistema que genera estas posiciones de desigualdad frente al egoísmo narcisista de defender una imagen irreal, cada vez menos cierta conforme la revolución neoliberal avanza y pasa el tiempo.

Cambiando de logo, cambiando de líder, incluso haciendo que este se deje barba y coleta no van a cambiar radicalmente las cosas por una sencilla razón: las consecuencias de la crisis empiezan a afectar las vidas de cada vez unas personas que detectan que hay una gran diferencia entre lo que les pasa y lo que se les cuenta.

Al final lo que queda del PSOE es esa imagen de un gordo Felipe Gonzalez fumándose un puro en la parte de atrás de su yate.


sábado, agosto 09, 2014

El Ebola y el Buen Pastor

Teniendo en cuenta que, a cambio de la vida eterna, la Iglesia Católica nos demanda que no abortemos o que no usemos un condón, llama la atención que en situaciones que afectan directamente a sus miembros estos siempre encuentren un punto de fuga por el que escapar a las que pudieran ser consecuencias negativas de seguir al pie de la letra su fe.

En este sentido, el Padre Pajares ha dado un magnífica y estupenda lección de lo que no debe ser un buen pastor aprovechando un privilegio, el de ser europeo, que no tienen las monjas africanas y aceptando ser evacuado para ser tratado de su infección de Ebola en Europa.

Cito textualmente del evangelio de Lucas:

"En aquel tiempo, dijo Jesús:
—Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
»Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
»Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.
»Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre."

Un buen Pastor, un pastor con mayúsculas, no abandona a sus ovejas. Más bien comparte su destino con ellas tal y como han hecho otros muchos sacerdotes. Por ejemplo, el Padre Kolbe, el martir de Autchwitz, que enfermo de tuberculosis se ofreció a ocupar en lugar de otro hombre para ser represaliado en el campo de concentración.

No se que pensarían todos esos millones de africanos, que han muerto al contraer el SIDA tras practicar el sexo sin un condón que la Iglesia severamente ha estado decenios desaconsejando, con esta escapada del padre Pajares en busca de unos pocos años más de vida, como si la eterna todavía pudiese esperar.

Con su radicalización, la Iglesia Católica no pierde ocasión de hacer patente su posición moral con respecto a todos los temas controvertidos que afectan a nuestras sociedades y lo ha hecho, en bastantes ocasiones, sin tener en cuenta las consecuencias prácticas de vidas destrozadas que esa obediencia pueda tener. Y digo esto teniendo especialmente en mente el tema del aborto y, muy especificamente, el tema del SIDA en Africa... Pero si parece empeñada en dejar de pasar las oportunidades de predicar con el ejemplo, especialmente cuando el ejemplo realmente exige un verdadero sacrificio.

No digo que Pajares se condenase a sí mismo a morir, no quiero llegar tan lejos ni proporcionar un argumento para la crítica fácil, pero la repercusión pública de su contagio hubiera sido una ocasión perfecta para expresar un "o todos o ninguno" que le convertiría en algo más que un funcionario de la caridad, que haría de él en un auténtico hombre santo que cree en un Dios verdadero y que se aplica a sí mismo el esfuerzo que para los demás pide o exige.

Pero ya sabemos que la carne es débil, sobre todo la propia cuando hay hipocresía moral de por medio.

De llegar a sobrevivir, no se con qué cuajo Pajares va a pedir a una mujer que quiera abortar que no lo haga y asuma las consecuencias de sus actos por negativas que sean... por poner un ejemplo extremo e hipotético porque lo único cierto es que la hermana Chantal Pascaline, compañera del sacerdote incluso en la foto que acompaña este texto, ha fallecido esta madrugada en Liberia a causa del virus del ébola.

Pajares por ahora ha tenido más suerte.




miércoles, agosto 06, 2014

Phantom

Inmediatamente después de ese gran clásico titulado "Nosferatu", y en el mismo año 1922, el maestro F.W. Murnau rodó "Phantom".

Se trata de una drama psicológico de final edificante basado en la novela del mismo titulo de Gerhardt Hauptmann, un autor hoy olvidado pero muy considerado en su tiempo, hasta el punto de aparecer inmortalizado en los primeros minutos del metraje, algo que no era raro en el cine de la época.

La película es un largo flashback en el que Lorenz Lubota, interpretado por Alfred Abel, uno de los grandes actores alemanes de la epoca de Weimar, nos cuenta desde la tranquilidad de un presente acomodado un episodio crucial de su vida anterior que estuvo a punto de dar al traste con su vida.

La historia presenta a un Lubota soñador, idealista y con pretensiones de ser un escritor. Cruzando la calle, el carruaje que conduce la hija de una familia de la parte rica dela ciudad le atropella. Al recuperar el conocimiento, Lubota queda inmediatamente enamorado de la mujer que ha estado a punto de matarle.

A partir de entonces, Lubota entra en una especie de trance muy loco en el que demolerá todas las bases de su vida anterior.

No volverá a ver a la mujer, pero continuará persiguiendo su imagen convertida en el fantasma del amor loco que siente, buscando hacer alcanzable a la inalcanzable mujer, acechado por la constante visión de su rostro y del propio e irrefrenable deseo que siente.

Lubota perderá su trabajo, se endeudará, se arruinará en una vertiginosa cuesta abajo en el que se debatirá entre la locura y el remordimiento.

Hay que decir que, aunque la historia no es especificamente fantástica, el tratamiento desenfrenado y loco de la pasión que siente Lubota la emparenta con una suerte de posesión diabólica de belleza que el protagonista sufre en el momento en que recupera la consciencia y descubre el rostro de la mujer que ha estado a punto de matarle.

A partir de entonces, Lubota no atenderá a razones y se convertirá en un enloquecido enamorado que desesperadamente busca la realización de su deseo.

En este sentido, Murnau ofrece lo mejor de su espíritu poético en las escenas oníricas que como apariciones acechan a Lubota en su deambular como desenfrenado zombie de la pasión.

Por eso, bajo la apariencia de un melodrama edificante, en "Phantom" funciona una extraña e interesante historia de posesión diabólica en el que la belleza es el principal y fantasmal agente del mal que Lubota se infringe a sí mismo.

Muy interesante.

lunes, agosto 04, 2014

Un millón de maneras de morir en el Oeste

Lo confieso.

No soporto esa mascara sin arrugas que es el rostro de Seth McFarlane... como si en la cuarentena ya fuese carne experimentada de cirujano plástico.

En fin.

Pero ese es el comienzo porque, entrando en más detalles, personalmente, prefiero que otros lean sus líneas de guión e interpreten sus personajes, porque como actor McFarlane es intrascendente e insustancial.

Alguien debería decírselo.

Mientras tanto, y a su mayor gloria como consecuencia de la exitosa "Ted", McFarlane protagoniza "Un millón de maneras de morir en el Oeste". En ella, utiliza los estereotipos de unos de los géneros más cinematográficos como vehículo para su humor anecdótico, sin mensajes de alto nivel, pero siempre extremo y sobre temas controvertidos no desde lo político sino desde la moral y las buenas costumbres.

Y tiene cosas buenas "Un millón de maneras de morir en el Oeste"... El rollo de que la gente no sonría en las fotos, la prostituta recatada y su amigo border line (deliciosamente interpretados por Sarah Silverman y Giovani Ribisi), el inesperado homenaje a "Regreso al futuro", el cadáver del alcalde, los padres del personaje que interpreta MacFarlane... pero cuando llega la comedia romántica las luces de MacFarlane se apagan definitivamente... y eso que anda por ahí la estupenda Charlize Theron hecha toda una Tomboy.

Ni rastro queda El talentoso escritor de joyas de la animación como "Johnny Bravo" o "El laboratorio de Dexter" o "Padre de Familia"

Supongo que se trata de las esclavitudes que inevitablemente trae consigo el éxito comercial.

Intrascendente.


domingo, agosto 03, 2014

The monuments men

George Clooney tiene, para mi gusto, una interesante carrera como director.

No se si por sí mismo como persona o por si mismo, como marca, rodeándose adecuadamente de empleados de la imagen y la palabra escrita, la estrella llamada George Clooney ha firmado títulos como "Confesiones de una menta maravillosa" o "Buenas noches y buena suerte".

En cualquier caso, y siendo probablemente la más ambiciosa de todas como producción, esta "The monuments men" no está a la altura de películas anteriores de Clooney.

Lo primero que hay que decir es que la historia que se nos cuenta, la de un equipo especial de expertos destinado a salvar durante la Segunda Guerra Mundial el patrimonio artístico europeo de su particular holocausto, no está cómoda dentro de un cuerpo de dos horas. Parece necesitar más tiempo para extenderse y desarrollarse, para agarrar convenientemente en el interés del espectador porque "The Monuments Men" muestra arrolladoramente un incómodo espíritu de viaje organizado.

Si hoy es Martes, esto es Bélgica.

Si estamos en el minuto veintitres del metraje, estamos en Normadía y no tenemos demasiado tiempo para detenernos en la interacción entre los personajes porque nos espera Paris, antes de la liberación.

Y el principal resultado es una superficialidad que el propio Clooney como guionista intenta resolver colocando a lo largo de la narración una serie de escenas cargadas en mayor o menor medida de emocionalidad que en un momento determinado y merced a esa alma de tour operador de historias terminan acumulándose manera incómoda, generando en el espectador avezado la sensación de querer emocionarle a toda costa antes de que el viaje termine.

Pero el resultado es el contrario.

La superficialidad se impone.

Como todo viaje turístico manda la vision bidimensional de la fotografía y no la profundidad tridimensional que supone la implicación del viajero en todos los lugares por donde pasa.

Los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos y el objeto de su misión carecen de la suficiente entidad, de la suficiente profundidad como para que lo emocional tenga sentido verdadero.

El resultado es un album de fotos que, pese a tener una cierta unicidad de sentido, resulta deslavazado y emocionalmente inconexo.

Pareciera en definitiva que "The monuments men" es el resultado de una de esas barbaridades frankensterianas consistentes en cortar una serie de seis capítulos para convertirla en una película de dos horas.

Porque uno tiene la sensación de que faltan cosas, hilazón dramática entre situaciones, vínculos entre personajes, tiempo para desarrollar emociones que finalmente se sienten en esa escena cumbre que Clooney nos muestra como caída del cielo en su viaje turístico hacia Berlín.

No hay pausa en "The monuments men" y el resultado es que la película no termina de enganchar, de funcionar en su apelación a una emocionalidad a la que en absoluto dedica el tiempo y la atención precisa para convocarla de la manera eficaz.

Lo mejor esa mirada nostálgica de Bill Murray en una navidad en las Ardenas.

Decepcionante.

miércoles, julio 30, 2014

Killing them softly

Tras la interesante, y un poco irritantemente ensimismada "El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford", el neozelandes Andrew Dominik ha decidido saltar de las praderas del no demasiado Far West que una vez cabalgaran los hermanos James por la Nueva Orleans post-Katrina.

En sus paisajes deshabitados, como a punto de ser pintados por Edward Hopper, Dominik sitúa una historia escrita en la década de los setentas del siglo pasado en Boston por el periodista y escritor George V. Higgins.

Autor de "Los amigos de Eddie Coyle", una magnífica novela que llevó también magnificamente al cine Peter Yates, Higgins escribe "Cogan's trade", otra historia de rateros de poca monta que no nos cuenta ningún gran evento épico, algún gran atraco o un crimen perfecto, sino las esclavitudes y obligaciones de una vida complicada y difícil fuera de la ley.

En este caso, dos fracasados son reclutados por el dueño de una tintorrería para robar una timba de cartas. Parece el crimen perfecto, el golpe de su vida, pero las cosas se complicarán con la aparición de Jackie Cogan (Brad Pitt) en la ciudad.

Jackie es un asesino despiadado, pero también un buen profesional, una perfecta pieza del engranaje de una justicia que, si bien está al margen de la ley, sigue siendo tan ciega como su hermana gemela.

El poder ejecuta a través de Jackie su necesidad de ser respetado.

Y es ese mecanismo frío que Cogan ejecuta con la maestría de un virtuoso cirujano se contrapone de manera brillante con la presencia constante de la televisión anunciando a diestro y siniestro la esperanza que Obama en cierto momento representó.

En este sentido, la interminable cháchara de esperanza que envuelve como un hermoso celofán la pura mierda callejera que nos cuenta la historia se convierte en un interesante retrato metafórico de la realidad americana: buenas palabras por fuera, frío mecanismo de ejecución de intereses por dentro.

Esto me gusta mucho porque Cogan bien podría ser el hermano descarriado de uno de esos ejecutivos de Wall Street capaces de todo por una piscina mas.

Pero, y por si esto no fuera poco, aún queda la base literaria de la historia que se concreta en el tremendo talento de Higgins para definir personajes y generar diálogos precisos, llenos de sustancia que Dominik respeta con inteligencia.

Estos diálogos tan llenos de inteligencia e ironía enseguida emparentan a "Killing them softly" con ese cine de la violencia hablada que ya es marca distintiva de Quentin Tarantino quién sin duda se inspiró en otro gran autor de novela negra, en este caso de la Costa Oeste, Eduard Bunker quién incluso aparece en un pequeño papel en "Reservoir Dogs".

Y además hay grandes actores: Brad Pitt, James Gandolfini, Ray Liotta...  a los que se unen los para mí desconocidos Scott McNairi y Ben Mendehlson que dan vida a los dos rateros que originan todo el lio que Cogan debe arreglar.

El resultado es una película en blanco y negro aunque parezca que se ofrece en color.

Puro cine negro que resume su premisa en una frase que pronuncia el cínico Cogan cuando las buenas palabras y los conceptos hermosos van demasiado lejos: América no es un país, es un negocio... movido única y exclusivamente por el dinero.

Algo de cine político, y del bueno, tiene "Killing them softly".

Brillante.