jueves, noviembre 06, 2008
¿Es que no podemos aspirar a más o es que somos más animales de lo que nosotros mismos creemos?
- Enric González: Hoy
"Esta columna ya es vieja, de otra época. Se escribió antes del resultado electoral. Pero, para salir del paso, recordemos una obviedad: el periódico, en un día como hoy, y según funciona hoy el negocio, tiene la obligación de sacar conclusiones apresuradas y dibujar un futuro del que nadie sabe nada; el lector, en cambio, puede permitirse el lujo de leer y esperar, sin precipitarse. Un nuevo presidente es un melón por abrir."
- Martin Varsavsky: ¿Dónde está el futuro que nos prometieron?
"Recuerdo ser chico y quejarme del torno y que mi dentista me diga que cuando yo fuera grande el se iba a tener que buscar otro trabajo porque tendríamos una vacuna contra las caries. ¿A dónde está la vacuna contra las caries? ¿A dónde está la cura contra el catarro o el SIDA? ¿A dónde está ese futuro sin pobreza en el que los robots iban a hacer todo el trabajo de la gente y nosotros dedicarnos al arte y la cultura?
Lamentablemente, cuando hoy, a fines del 2008 miro a mi alrededor, veo a la humanidad viviendo una vida insostenible basada en tecnologías que ya tendrían que ser obsoletas. Creo que es hora que nos hagamos una enorme autocrítica y volvamos a invertir en ciencia, porque la lista de los problemas sin solucionar es cada día más grande. Si seguimos así no solo no tendremos futuro, sino que nos vamos a quedar sin presente."
El proceso de transformación continúa exitosamente.
Ayer no sentí especialmente nada cuando la Juve pasaba por encima del Madrid... Todavía no siento todo el placer que siente G, mi maestro y mentor, pero todo se andará.
Pude constatar, no obstante, una injusticia. Raul y Guti hicieron un partido desastroso.
El primero parecía una chaval jugando un partido con los mayores y persiguiendo el balón, y al mayor, en el patio de colegio.
El segundo dejó sólo a Diarra en la inmensa tarea de contener a los italiano dedicándose a intentar meter pases imposibles entre una defensa específicamente hecha para que ningún pase sucediera. No hizo ningún cambio de juego ni buscó las bandas. Fue uno de los principales artífices de que el sistema planteado por el astuto Ranieri funcionara. No buscó alternativas y encima le lanzó el pase del primer gol a Del Piero y además no le siguió cuando el italiano se marchó como una bala en busca de la portería de Casillas. Se limitó a seguirle con la mirada mientras Sneijder desde varios metros más adelante intentaba llegar para cerrar esa posición. Y además, cuando no podía dar el pase que los italianos cerraban gesticulaba responsabilizando a los compañeros. Y además se ganó una tarjeta amarilla por golpear el balón con la mano de mala manera... un segundo después de que el árbitro le perdonara una amarilla.
Y sin embargo, el locutor sólo tenía ojos para criticar a Drenthe... el chivo expiatorio de esta temporada. Es cierto. Le faltan luces. Es atropellado, pero lo intentó. Dentro de sus limitaciones no le perdió la cara al partido e incluso en muchos momentos llegó a fijar a dos italianos en su banda... cosa que otros no aprovecharon para bascular el juego hacia el lado contrario.
En fin... Hay algunos que tienen estrella, cada vez menos brillante.... y cuyo brillo otros exageran y subrayan y otros que ya llegaron estrellados... y que lo van a tener muy difícil... porque de alguien hay que hablar mal.
Ahora es cuando empieza todo.
O bien comenzará el largo y tortuoso camino de estar a la altura de todas las expectativas que ha creado, o bien empezará a tejer cuidadosamente la red en que nos despertaremos, como dice la canción de Serrat, chupando un palo sentados encima de una calabaza.
Lo confieso.
Desconfío de Obama y, a través de él, desconfío de la palabra precisa en el momento justo, como si la vida fuera una obra de ficción y el héroe llegara en el momento oportuno para salvarmos.
No debemos olvidar que la política sigue siendo la política.
Ojalá me equivoque.
martes, noviembre 04, 2008
SHOOT'EM UP
No soy muy partidario de las películas que banalizan algo tan serio como la violencia, pero tengo que reconocer que "Shoot'em up" es una película curiosa.
En ella confluyen lo peor de ese banalizador de algo de por si tan banal como el exploit llamado Quentin Tarantino con lo mejor del cartoon. Porque "Shoot'em up" no es otra cosa que unos dibujos animados protagonizados por actores de carne y hueso.
Durante toda la película Smith, interpretado con correcta estolidez por el siempre correcto y estólido Clive Owen no deja de ser perseguido por Hertz, el personaje que interpreta Paul Giamatti con su habitual saber hacer.
De alguna forma, ambos reproducen el esquema persecutorio mil y una veces sucedido entre el coyote y el correcaminos o bugs bunny y elmer... incluso Smith no deja de comer zanahorias durante toda la película... dando lugar, con la violencia como pretexto, a las situaciones más disparatadas de combate en las que Smith elimina pistoleros con la misma facilidad con que devora zanahorias. En este sentido, resulta fascinante y ejemplar, en cuanto al tono buscado por Michael Davis, director y guionista de la película, la secuencia del parto en medio de un tiroteo que Smith protagoniza sin apenas parpadear.
Este "core" narrativo sucede además en un mundo exploit y amoral, muy Tarantiniano de pistoleros sin escrúpulos que parecen embarcados en una competición de crueldades y frases brillantes... y con un recién nacido de por medio.
La combinación funciona a casi todos los niveles, aunque la película termina resultando reiterativa en su "tour de force" de situar a Mr Smith en situaciones cada vez más complicadas de las que, por supuesto, consigue salir casi sin despeinarse. Quince o veinte minutos menos en la sala de montaje no habrían venido mal a "Shoot'em up"... si bien la película se sigue con suficiente interés en su más difícil todavía salpicado de buenas gotas de humor negro... y de Mónica Bellucci... por supuesto.
domingo, noviembre 02, 2008
Ya no conecto tanto.
Uno de los dos ha cambiado... O la película o yo... y lo más probable es que se trate de mí.
Siempre me pareció que la pelicula omite precisamente el momento más trascendente en la evolución emocional del personaje protagonista. Al principio no me importaba tanto, con mis veinte años gozaba cada segundo de esa impostura vital que el personaje, magnificamente interpretado por Dario Grandinetti, exhibe ante todo y contra todos, como un pendón, pero, y conforme voy haciéndome mayor, la idea de que la historia me hurta la parte más valiosa ha ido creciendo y creciendo hasta generar una distancia cada vez más grande entre la película y yo.
Me parece que a "El lado oscuro del corazón" le sobran poemas de amor y le faltan, precisamente, poemas que hablen de ese lado oscuro donde van a parar nuestros fracasos. Ana le ilumina ese lugar a Oliverio, le indica su existencia rechazándole pero el autor, Eliseo Subiela, pasa demasiado de puntillas sobre ese momento, sobre ese lugar.
Todo se reduce a una frase de ella y a un agradecimiento de él, pero Subiela no se introduce en absoluto en ese lado oscuro... y no por falta de poesía y de poetas..
¡Fueron largos y ardientes los veranos!
Estábamos desnudos junto al mar,
y el mar aún más desnudo. Con los ojos,
y en unos cuerpos ágiles, hacíamos
la más dichosa posesión del mundo.
Nos sonaban las voes encendidas de luna,
y era la vida cálida y violenta,
ingratos con el sueño transcurríamos.
El ritmo tan oscuro de las olas
nos abrasa eternos, y eramos sólo tiempo.
Se borraban los astros al amanecer
y, con la luz que fría regresaba,
furioso, y delicado se iniciaba el amor.
Hoy parece un engaño que fuésemos felices
al modo inmerecido de los dioses.
¡Qué extraña y breve fue la juventud!
(Lo veranos, Francisco Brines. El Otoño de las rosas)
Ya no conecto tanto como tampoco leo en la misma medida a Benedetti... He ido creciendo, envejeciendo y descubriendo a otros poetas que precisamente no se quedan en las puertas de ese lado oscuro que conforme nos hacemos mayores va creciendo y creciendo.
No es la película, soy yo.
sábado, noviembre 01, 2008
viernes, octubre 31, 2008
"Comprendo el chasco y la indignación de las organizaciones de homosexuales. Comprendo la desolación nacional, porque esto rebasa lo tolerable. ¡Hasta aquí podíamos llegar! ¡Una reina de derechas! ¿Qué será lo próximo? ¿Un obispo antidivorcista?"
(Enric Gonzalez)
Más
No entiendo.
Hay miembros de ciertos colectivos que viven de sacar las cosas de quicio, que confunden el respeto por una opción con la obligatoriedad de expresar siempre una opinión favorable hacia ellos.
Se puede respetar una opción y no compartirla.
Esa es la gracia de la democracia y la convivencia... seguir conviviendo aunque no estemos de acuerdo en todo y hay ciertos individuos que sólo están dispuestos a convivir si son aceptados.
Si no hay discrepancia ni diferencia, la tolerancia y el respeto no aplican en toda esa intensidad que los convierte siempre en difíciles retos.
No tiene sentido hacer un esfuerzo por coincidir, por construir puentes y buscar acuerdos con aquellos con quienes ya coincides, con los tuyos.
El problema y el reto siempre lo plantean los otros... los monárquicos, los madridistas, los hijos, los homosexuales, los clientes, los progresistas, los del departemento de marketing, los liberales, los taxistas o las señoritas de Avinyó.
No les basta con ser respetados.
Por eso se montan estos "pollos" ridículos que se montan de cuando en cuando.
No es suficiente con el respeto, exigen la adhesión y, por supuesto, ninguna crítica es posible... porque entonces toman el todo por la parte y, con el gatillo fácil que la caracteriza, reparten titulación de, por ejemplo, homófobo.
Y, por supuesto, la otra dirección en el debate no es posible.
Exigen la adhesión pero se permiten cuestionar otros valores. Incluso hacen ostentación de su rechazo con descuidadas palabras irónicas.
En pocas palabras... Me permito cuestionar a una persona que es monárquica y heterosexual, pero no permito que cuestionen mi homosexualidad republicana.
Aceptadme, pero yo tengo mucho cuidado en aquello y a aquellos a quienes acepto... porque, y por supuesto, la verdad está de mi parte.
La ley del embudo.
Un planazo en la disneylandia de la hipocresía.
jueves, octubre 30, 2008
Aunque, y si acudimos a la física, seguramente la realidad no existe como tal, es necesario que exista una cierta realidad, entendida por todo aquello en y sobre lo que todos estamos de acuerdo, que no es discutibe y a lo que simplemente nos adherimos como si se tratara de una antigua historia que los ancianos relataran en la hoguera.
Antes del debate siempre tiene que existir un acuerdo, un suelo firme sobre el que asentarse a buscar soluciones y en este sentido no vale todo.
Las bocas y los oídos, como el papel, todos lo aguantan.
Seguramente ni entonces, cuando las cosas nos iban bien en lo económico, estábamos tan bien, ni ahora, cuando nos va mal, el desastre nos amenaza.
Vivimos en el exceso, en la dialéctica de la exageración y de la oportunidad, en un mundo en que la politica ha dejado de ser el arte de lo posible para convertirse en la técnica de lo oportuno y las primeras víctimas somos todos nosotros que nos escuchamos constantemente los unos a los otros diciendo exactamente lo contrario sobre diferentes temas.
No hay un lugar común que mantenga el equilibrio del discurso social.
Todo es un incesante tiroteo cruento de mensajes, formulas, consignas y, de cuando en cuando, argumentos que hace imposible toda racionalidad, donde sólo es posible la irracional adhesión a los tuyos frente a ellos y su mentira.
El mercado también ha llegado a las ideas y al debate social.
No importa el valor de uso de lo que se dice, su valor de verdad o, mucho peor, su propio sentido sintáctico y/o semántico.
Importa el valor de cambio.
La oportunidad con que se pronuncia.
Su relación con respecto a las otras ideas que están en juego: Si suman o si restan, si sirven o no... No importa el tema.
La crisis económica, el calentamiento global, los arbitrajes en baloncesto, las nuevas tendencias en la moda, .....
Nunca se habla de algo sino contra alguien.
Y el resultado es la incoherencia, la desestructuración y la apertura a lo irracional del debate, de cualquier debate público. Después de todo, somos seres racionales y deseamos comprender y el grado mínimo de comprensión es la inquebrantable adhesión a los tuyos, en su turno de palabra, digan lo que digan.
Es lo único que nos queda para entender, para comprender lo que sucede.
La pura irracionalidad que nos lleva a la locura y a la exageración.
(Odysseas Elytis, Dignum Est y otros poemas)