sábado, octubre 03, 2009
viernes, octubre 02, 2009
MADRID 2016
Teniendo en cuenta que en el 2012 van a celebrarse ya unos Juegos Olímpicos en Europa, en Londres, las probabilidades de que el COI repitiera continente eran muy escasas, por no decir inexistentes... Escribo de memoria, como siempre, pero, y si mal no recuerdo, el COI no ha repetido continente en su época moderna.
Otros competidores europeos como París se han reservado para empezar a apostar por el éxito a partir del 2020 y, de hecho, la de Madrid era la única candidatura europea.
Era una locura.
Y no sólo por el pasado reciente sino también por el futuro próximo. El sueño imposible de Madrid competía con el deseo real del COI por, en una política de gestos máximos, extender los Juegos Olímpicos a América Latina... De modo que ya sólo les quede Africa por cubrir.
Por estas dos razones era muy, muy difícil que Madrid fuera sede olímpica en el 2016... Y estas dos razones se combinan en el hecho de que la candidatura ganadora, de la ciudad de Río de Janeiro (pero en realidad de todo el estado brasileño), es una candidatura virtual, inexistente.
Hoy en día, apenas hay infraestructuras, realidades físicas que la soporten. Todo está por hacer... De lo que se deduce que había otras corazonadas en juego, más fundadas desde luego.
Río siempre fue la apuesta ganadora y había sobradas razones para, se fuera brasileño o no, creer en ella. Y lo peor de todo es que mi análisis no es nada sofisticado y brillante. Es más... Ni siquiera es una análisis. Sólo es la mera constatacion de dos obviedades.
Dicho ésto, y con todo, lo más interesante para mi heterodoxo entender es que nuestra imposible corazonada nos desnuda como el real país de jugadores que somos. Hacía falta un tonto, el COI lo necesitaba y allí estábamos nosotros, nuestros políticos sobre todo: unidos y poniendo toda la carne en el asador en la consecución de lo superfluo.
jueves, octubre 01, 2009
"Me volví hacia la extensión de tierras y me pregunté hasta dónde ir. Exactamente la misma pregunta que me hice antes, cuando nadaba en el océano. ¿A partir de qué lugar empieza a ser peligroso seguir alejándose? Y comprendí que uno se lo pregunta cuando ya empieza a creer que ha ido demasiado lejos."
(Crónicas de motel, Sam Shepard)
(Crónicas de motel, Sam Shepard)
miércoles, septiembre 30, 2009
"G. Mosca y V. Pareto han demostrado infatigablemente que los regímenes representativos de nuestro tiempo, que se bautizan a sí mismos con el nombre de democracias, no difieren, en esencia, de los diferentes regímenes que se han ido sucediendo a través de los siglos: también están dominados por una minoría que traduce poco más o menos en actos la fórmula (o doctrina de legitimidad) que reivindica de palabra. No gobierna el pueblo más cuando se ha decretado que es soberano que Dios en tiempos que los reyes invocaban el derecho divino... Si la democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo para el pueblo, la simple afirmación de que el pueblo no gobierna y que los que él ha elegido para representarlo se aprovechan de la autoridad que ejercen, se convierte en una especie de sacrilegio"
(Estudios sociológicos, Raymond Aron)
martes, septiembre 29, 2009
lunes, septiembre 28, 2009
Es curioso el modo en que algunas personas llaman la atención del autobús que esperan.
Solitarios.
Acentuando los gestos,
saliendo al paso de la máquina
o, al menos, amagando con hacerlo
Siempre perfectamente visibles en la parada para el conductor.
Pero sin poder evitar acentuar su presencia.
Significándose.
Subrayándose.
Sin poder evitar acentuar su presencia,
como si en el fondo, y a pesar de todo, temieran no ser vistos
y el autobús fuera a pasar de largo,
sin pararse a recogerlos.
Quizá porque son ellos mismos quienes no se ven,
cuando se pasan revista ante la fría critica de los espejos
y teman que los demás sientan lo mismo al pasar junto a ellos.
MR. BROOKS
Nadie sospecha que bajo la anodina apariencia de Earl Brooks (Kevin Costner), el hombre de negocios del año en Portland, se esconde un secreto.
El predador de los negocios esconde otro predador no menos peligroso, un cuidadoso y calculador asesino que lleva toda su vida matando y que ha conseguido construirse un castillo de respetabilidad social bajo la cual su otro yo existe y se protege. Al mismo tiempo, Mr. Brooks es un hombre atormentado. Constantemente luchando contra el impulso a matar que le grita desde muy adentro, intentando no escucharlo, pero siempre cediendo ante la poderosa evidencia de su propia verdad, la de ser un psicópata asesino.
Una verdad que, en su fantasía, se ha separado de su cuerpo adquiriendo una entidad propia, la de Marshall (William Hurt), un inseparable amigo que condensa los peores aspectos de su ser y que siempre aparece para abrirle las puertas que Brooks intenta cerrar.
El planteamiento resulta muy interesante, pero "Mr. Brooks" es una de esas películas que no termina de estar a la altura de la propia idea de sí misma.
El duelo que "Mr. Brooks" tiene consigo mismo, el despliegue de su meticuloso talento para matar sin dejar huella, la evidencia de su hipocresía en su otra vida familiar y profesional bastarían por si solos para producir una extraordinaria historia en los límites de lo que se puede o no contar... Pero "Mr Brooks" tiene que compartir su tiempo con otra trama argumental, menos interesante y más rutinaria, que protagoniza Demi Moore, centrada en la investigación policial de sus propios crímenes y que ocupa más espacio del necesario.
Demasiadas cosas una vez más, cosas que restan y que, de forma injustificada, restan protagonismo al inquietante espectáculo del monstruo en su oficio de tinieblas, su hija probablemente heredera de la tradición familiar y el desconocido que chantajea a Brooks para verle matar.
Todo lo demás hace que la historia flaquee y uno tenga la sensación de que a "Mr Brooks" le falta algo para ser una gran película... y no es que le falte... es que le sobra.
domingo, septiembre 27, 2009
INGLORIOUS BASTARDS
No me ha gustada nada "Inglorious bastards"... menos que nada. Es más... Hacía tiempo que no veía una película tan mala, tan carente de todo lo que para mi gusto debe tener una película.
Supongo que igual que toca leer a Stieg Larsson, votar a Zapatero, conmoverse con las energías alternativas, tener esperanza con Obama o escuchar al enésimo grupo pop del momento, cambian tan rápido que mi memoria no retiene los nombres, toca alabar este esperpento que no va más allá de la patochada y que se limita, en un escenario diferente, la II Guerra Mundial, a convertirse en un desfile de lo peor que el talento de Quentin Tarantino puede ofrecernos... suponiendo que tenga ya algo que ofrecer, cosa que a la luz de este horror dudo con rotundidad.
¿Cómo describir el efecto que "Inglorious bastards" me ha producido?
Picture this!
Estoy en una fiesta, divirtiéndome con mis amigos y un apestoso borracho se cae sobre nuestro grupo, hablando y hablando, intentando captar nuestra atención mascullando sabe Dios qué, gesticulando y riéndose, pero lo único que consigue es mancharme de vino tinto mi estupenda camisa blanca de lino... y acto seguido vomitarme sobre los zapatos.
Esa es la emoción exacta.
Siendo generoso diré que no soy público para esta patochada llena de injustificados giros argumentales, de situaciones alargadas hasta la extenuación, carente de la menor psicología que justifique las decisiones y acciones de los personajes, envarado y teatral... Como diría Roland Barthes, un grado cero... patatero... de la narración en el que parece valer todo y realmente todo vale.
No soy público y estoy orgulloso de no serlo.
Seguro que esté donde esté Tarantino estará riéndose de todos nosotros mientras sobre una servilleta de papel escribe su próximo y genial guión.
Yo, por mi parte y recordando esa vieja fábula tan vigente en el mundo del arte llamada "El sastre del rey", diré que creo que el rey no va vestido... Niego la mayor. Va completamente desnudo.
PD: Y cuando hablo de rey me refiero a... ¡Tarantino!
Hago ésta explicación extensiva a todos aquellos que, vaya usted a saber por qué, el mundo es tan ancho y tan ajeno, se enamoren de esta película y la consideren la película del año. Igual se han cansado de leerme por en medio, demasiadas letras, y han ido directamente al final.
sábado, septiembre 26, 2009
IN TREATMENT
Está resultando muy decepcionante esta segunda temporada de la serie.
Pasados ya la mitad de los capítulos, resulta evidente la pérdida de las mejores cualidades que convirtieron la visión de la primera temporada en una emocionante experiencia.
Sin duda alguna, algún brillante escritor ha debido perderse por el camino y los restantes han hecho lo que han podido para mantener el espíritu de la serie... y, para mi gusto, no ha sido suficiente. Lo cual me lleva a pensar en el alma intranquila de todos los que copian. La constante amenaza de verse medidos siempre por el original al que, por buenas o malas razones, intentan imitar... Nada como tener talento.
La serie ha perdido fuerza en sus historias, una fuerza que se basaba principalmente en el enfrentamiento de miradas y rostros sobre el campo de batalla de la consulta del terapeuta. La segunda temporada ha reculado varios pasos hacia atrás. Se mueve en el plano general, en el plano medio y, como no podía ser de otra forma, ha perdido intensidad.
El duelo intenso entre paciente y terapeuta se desvanece en la atmósfera de la consulta.
La fuerza del plano corto enfrentado a otro contraplano corto se diluye en una segunda temporada que, no se por qué diablos, quiere salir de una fórmula que es la principal base de la fuerza que tiene la serie... Lo que me lleva a pensar que la opinión de algún idiota que ocupa algún gran despacho ha tenido un innecesario peso a la hora de conceptualizar el proyecto.
Por otro lado, las historias de esta segunda temporada carecen, en su soporte dramático, de un entramado basado en la propia terapia que las sostenga. Son más dramáticas y resultan menos creíbles como acción terapéutica de lo que resultaban las historias de la primera temporada en donde las intervenciones de Weston y las respuestas de cada paciente sucedían envueltas en una dramaturgia propia de la situación.
Y de este punto también obtenían credibilidad y fuerza... Alguien que escribía las historias conocía perfectamente la realidad de un encuentro terapéutico y procuraba que las historias sucedieran dentro de los márgenes de esa situación social.
En la segunda temporada, Weston parece más un amigo cansado que escucha la triste historia de un amigo en la barra de un bar. Sus silencios y preguntas carecen del valor esencial que tenían en la primera temporada donde uno tenía la sensación que Weston, con cada episodio, arrancaba una capa más de la cebolla que era cada paciente en busca de una realidad de la que, probablemente, estos no eran conscientes.
Como digo, todo eso se ha perdido en esta segunda temporada donde las cosas parecen suceder porque sí, como contando con la complicidad del espectador que ha visto los capítulos del año pasado.
Además, y como ya he apuntado, la historia se empeña en salir de las cuatro paredes de la consulta (su principal atractivo) y centra su atención demasiado en Weston y sus problemas como terapeuta abandonando la relación paciente-terapeuta, aspecto esencial del exito de la primera temporada para mi gusto.
Por último, y en lo que respecta a las "tragedias" de cada paciente estas resultan menos potentes.
En la primera temporada se ponía mucho énfasis en el desorden que generan los sentimientos. Es decir... De alguna manera los pacientes mostraban tendencias internas que les apartaban de un orden social que, como tal, también define lo que es sano y lo que no lo es.
Las historias dejaban una puerta abierta a la heterodoxia que siempre encierra el hecho de escuchar a esas vocecitas que nos hablan desde dentro y nos dicen que sintamos o hagamos esto o lo otro. Los pacientes mostraban una parte irreductible al orden social y el interés de Weston estaba en mostrárselo tal y como era, sin hacer moral.
Ahora Weston es un moralista que busca que los padres amen a los hijos, los hijos amen a los padres, los maridos a las mujeres y las mujeres a los maridos. Se convierte en un agente más reproductor del orden social perdiendo la serie toda esa heterodoxia que llevaba a pensar que los padres, hijos, mujeres o maridos quizá no deban ser incondicionalmente amados obedeciendo la palabra del Gran Hermano, por que sí.
En esta segunda temporada Weston parece escuchar menos y hablar más. Como si desde un principio tuviera claro qué decir a quienes acuden a su consulta. En tanto que en la segunda temporada escuchaba más. Les dejaba expresarse hasta que encontraba un hilo desde el que empezar a estirar. Ahora, enseguida, lo tiene claro y su claridad siempre implica conductas que refuerzan el orden establecido.
Por todo, la segunda temporada de "In Treatment" es un buen ejemplo de cómo puede ser estropeado un buen producto.
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