martes, noviembre 17, 2009

INOLVIDABLE

The great race...


Throw more brandy!


2012

Y, por lo visto, estábamos advertidos.

Este último desastre global, género en el que el alemán Roland Emmerich parece haberse especializado, se inspira en el hecho real de que el calendario de los mayas no va más allá del año 2012 de nuestra era... (aunque probablemente dejaran para mañana la engorrosa tarea de tallar más piedras con los datos del 2012 hacia delante mientras tranquilamente se extinguían).

Rápidamente... La tormenta solar más potente de la historia convierte al sol en un potente emisor de neutrinos, en un enorme horno microondas, para que nos entendamos, que calienta el interior de la tierra hasta el punto de que las placas superiores pierden el sólido anclaje con las derretidas inferiores y comienzan a desplazarse provocando brutales y tremendos cataclismos que a punto están de llevarse por delante a nuestra especie y, lo que es mucho más grande, su ego.

Si uno se pone a pensar seriamente en todo lo que sucede durante las casi tres horas de metraje que componen esta mastodóntica 2012, no encuentra apenas un lugar donde agarrarse (y eso que lo que abunda son precisamente escombros).

Las cosas suceden porque sí, las casualidades inverosímiles y los planteamientos pasmosos ocurren sin apenas dar un respiro al espectador. Suceden porque tienen que suceder, para que acompañemos/espiemos a los protagonistas hasta el final de su viaje que, como no podía ser de otra forma y al tratarse de los héroes, coincide con el final de la historia... Pero el mundo que nos abre ésta 2012 es otro. Porque, y a pesar de ese inverosímil todo, la película de Emmerich es un perfecto producto de entretenimiento que funciona de principio a fin, llevando al espectador de asombro en asombro en una especie de rutilante opera desastrosa en donde lo más increíble sucede con verosimilitud, aspecto más que suficiente para que las historias mantengan la atención del espectador y consigan el deseado efecto de funcionar.

El supervolcán de Yellowstone reventando, el estado de California hundiéndose en el oceano, un enorme tsunami de 1500 metros de altura, la basílica de San Pedro del Vaticano por los suelos... y nuestros héroes escapando por los pelos mientras el suelo no cesa de abrirse bajo sus pies hasta llegar a descubrir el secreto mejor guardado, la puerta de escape tecnológica que la humanidad se ha fabricado para sobrevivir.

En cualquier caso, y como escribo, 2012 es un auténtico espectáculo.

Por el momento, la madre de todas las superproducciones de acción que Hollywood ha venido produciendo con mayor o menor acierto desde que el cine como producto se ha digitalizado para vehiculizar de forma espectacular la acción... aunque yo sigo prefiriendo "La Aventura del Poseidón", la verdadera madre de un género cinematográfico nacido sociologicamente en una época de crisis, la de las inflacionarias economías keynesianas en la década de los setentas del siglo pasado y causada por el alza de los precios del petróleo como arma política para equilibrar el conflicto árabe-israelita.

Ahora vivimos otra crisis y quizá sea otro buen momento para este género que, y aunque parezca mentira, es principalmente un cine intimista, de personajes, que utiliza la catástrofe como elemento catárquico que se aplica como reactivo sobre una serie de personajes que son también diferentes personalidades capaces de dar diferentes respuestas a la misma situación desesperada.

El cine de catastrofes es un cine de rostros y de decisiones, una cine sobre el qué hacer y el cómo reaccionar ante el desastre inminente, ante la amenaza que supone la catástrofe para los destinos de los personajes. En "La aventura del Poseidón" no importa tanto el evento singular del barco vuelto del revés bajo las aguas como lo que éste evento provoca en el grupo de protagonistas, el eterno conflicto entre el hastío y la esperanza, entre la voluntad por continuar hacia delante y la desesperación que les lleva a dudar, a desconfiar del camino elegido... La vida misma.

En realidad asistimos al espectáculo del ser humano sometido a la presión de una situación extrema, un filmado experimento de laboratorio en que las grandezas y debilidades del hombre, su peso o su levedad, son puestas de manifiesto en la catástrofe como prueba que, para sobrevivir, el animal humano debe superar y 2012 también tiene ese lado humano. No lo tiene en forma abundante, pero si en la suficiente proporción como para que la película tenga carne en lugar de plástico y exista un lugar para una emoción no sólo basada en el riesgo ante lo material sino también en el conflicto emocional.

No falta de nada en 2012.

Impactante y entretenida.

domingo, noviembre 15, 2009

GIORGIO MORODER

Blood from a stone....



LOS ORÍGENES DEL SIGLO XXI

Si el mundo relativista del Renacimiento, lleno de razones y puntos de vista diferentes que tan bien nos enseña a respetar Michel de Montaigne, culmina en Descartes y su necesidad de encontrar un modo de pensar (método) que nos lleve a una verdad única e incontrovertible, que evite el relativismo y los conflictos que asolaban la Europa barroca; el mundo moderno que inaugura Descartes, basado en al confianza absoluta en los poderes de la razón, tiene su culminación en el siglo XX terminado hace nueve años.

La modernidad de la industrialización, del mercado, de los derechos del hombre y de la democracia culmina en una centuria en la que, paradojicamente, el sueño de la razón genera dos modos diferentes y casi antagónicos de concebir el mundo y las cosas, mundos que en su enfrentamiento generaron sus propios monstruos (fascismo y comunismo) totalitarios y brutales, expertos en aplicar los métodos industriales de producción a la nada innovadora tarea de exterminar a las personas.

Buena parte del siglo XX, por no decir toda, es la historia de ese enfrentamiento que Descartes quiso evitar, y que -por características de la propia naturaleza humana- resulta quizá inevitable.

"Los orígenes del siglo XXI" no es otra cosa que un repaso rápido y ajustado de la historia del pasado siglo, con especial énfasis en lo económico y social.

Y a este nivel divulgativo el libro funciona. Se lee rápido y bien, pese a su extensión en número de páginas, y el lector, al terminarlo, lo hace con una idea clara del estado de las cosas durante el pasado siglo... o por lo menos éso es lo que me ha sucedido a mi. Por lo que, me parece, es una lectura bastante recomendable para tener una visión clara y relativamente rápida de lo acontecido en los últimos cien años de la humanidad.

El libro resulta más una crónica divulgativa que el ensayo que pretende ser y que pone de manifiesto en su subtítulo: "Un ensayo de historia social y económica contemporánea".

El espacio dedicado al ensayo son las últimas páginas y en ellas Tortella plantea, como consecuencia de todo lo relatado, un panorama nada optimista para el siglo XXI centrado en el control del crecimiento y la siniestra paradoja que ese crecimiento plantea a la humanidad: Extender ese crecimiento tendrá consecuencias negativas en lo que respecta a la sostenibilidad medioambiental, pero no extenderlo supondrá mantener a miles de millones de personas en la pobreza, una pobreza que pone en entredicho la naturaleza humana de la humanidad.

Para Gabriel Tortella, economista e historiador, el siglo XXI nace enfrentado a una disyuntiva que parece irresoluble y cuya imposible solución nos aguarda en el inagotable despliegue de nuestro esfuerzo como especie en los años venideros.

Lo único cierto es que aún no hemos despejado las incógnitas de la ecuación del crecimiento armónico y sostenido.

Y estoy de acuerdo con Tortella en que ese puede ser el principal reto del ser humano en el presente siglo del que ya hemos descontado casi diez años... además de los obvios, los de siempre y viene con nuestro peculiar carácter.

Interesante.


THE LENINGRAD COWBOYS

Eloise




sábado, noviembre 14, 2009

ESPERA


viernes, noviembre 13, 2009

"Dios envió a Hitler porque está loco. El judío conoce a Dios y sabe cómo opera. El judío conoce a Dios y sabe que, desde el mismo día en que lo creó, Él se pasa el día encolerizándose con el hombre, desde que amanece hasta que se pone el sol. Eso es lo que hay que entender, cuando se dice que los judíos son el pueblo elegido. Los gentiles sonríen: Dios es bueno, Dios es misericordioso, Dios nos ama. Los judíos no sonríen: ellos no conocen a Dios como los gentiles, por ensoñaciones diurnas, sino porque llevan toda la vida con un Dios que no para un momento, ni un momento, de pensar y razonar y usar Su cabeza contra Sus amados hijos. Ser judío es invocar a un padre desquiciado y colérico y así estamos los judíos, desde hace tres mil años, igual de desquiciados."
(Operación Shylock, Phillip Roth)


















EL VACÍO Y LA NADA

El físico español Álvaro de Rújula, integrante del famoso Laboratorio de Física de Partículas, más conocido como CERN, dió en la Fundación Areces una interesante y entretenida conferencia a este respecto.

El objetivo de la intervención fue presentar el panorama de las investigaciones físicas actual haciendo patentes los límites de la misma y allí es dónde aparece el concepto de vacío que para Rújula en absoluto es la nada.

Por lo visto, ciertas partículas obtienen su masa de la fricción con eso que llamamos vacío. Así, el vacío no es la nada sino algo contra lo que las partículas chocan produciendo una energía que, no me preguntéis cómo, se convierte en masa.

Interesante.

Vaya por delante que solamente soy simpatizante de la física y que mi relación con la misma es similar a la que mantengo con la poesía. La leo, sin entenderlo todo, a la espera de hallazgos que me lleguen y en la conferencia de Rújula hubo material suficiente para sentir un par de esos deslumbramientos.

Es curioso pero, tanto hacia arriba como hacia abajo, en el espacio de las galaxias y en el espacio de las partículas, siempre hay un algo indeterminado cuya sombra se intuye para responder las preguntas que nos suscita la última respuesta encontrada y es éste el principal atractivo que la exposición de Rújula tuvo para mi.

Y es aún más curioso que, a mi entender, los últimos avances de la física tengan mucho que ver con las primeras respuestas que el ser humano se dio cuando empezó la interminable y sisífica tarea de comprender el mundo que le rodea.

En la antigua Grecia, los albores del conocimiento tanto desde el punto de vista filosófico como el directamente científico, se inician con los llamados filósofos presocráticos ciudadanos de polis situadas en las costas egeas de Asia Menor como Mileto o en la Magna Grecia (lo que hoy es la peninsula italiana) como Elea... pero curiosamente no en la Grecia continental.

Tales, Anaximandro o Anaximenes en Mileto, Zenón en Elea, Pitágora en la isla de Samos o Heráclito en Éfeso (también en las costas egeas de Asia Menor) buscaban la explicación de todas las cosas en un "algo" que llamaban Arjé... el primer principio de todas las cosas.

Para algunos era el fuego, para otros el agua, para otros el aire y, lo que es más interesante, para Anaximandro, el arjé es una abstracción que él llama Apeirón, lo indeterminado, lo ilimitado. Siempre he pensado que ese concepto de Anaximandro es la abstracción y condensación en una sola palabra de la problemática de la ciencia. Es decir, siempre hay una indeterminación fundamentando y explicando aquello que acabamos de conocer o, lo que es lo mismo, la habitación cuyo interruptor de la luz acabamos de encontrar siempre nos conduce a otra habitación que permanece a oscuras para nosotros.

Ese vacío que pensamos que está vacío en realidad no lo está. Simplemente, aún no hemos descubierto lo que hay, ese Apeiron momentáneo que explica la masa de ciertas partículas elementales.

La verdad está en los presocráticos, una verdad interesante en el sentido de que el principio último que explica las cosas siempre estará oculto convirtiendo a la ciencia en un interminable proceso asintótico de aproximación imposible a ese final... porque quizá, y para tener ese conocimiento total y absoluto de las cosas, sea necesario estar fuera de ellas... cosa imposible de todo punto porque estamos presos en el espacio y en el tiempo que son a prioris que fundamentan nuestra propia experiencia de las cosas como bien escribía Kant en su "Crítica de la razón pura".

Sabemos mucho... bastante en lo que se refiere a poder utilizar el mundo y sus cosas para nuestros fines, bastante poco en lo que respecta a lo que existe más arriba en el espacio y más abajo en la materia.

Las preguntas nunca terminan y el vacío es el lugar donde nacen, la madre de todas las placentas, y por eso el vacío nunca jamás será la nada... siempre habrá un algo ahí esperando a que seamos capaces de verlo.




jueves, noviembre 12, 2009

NINA SIMONE

Here comes the sun...




miércoles, noviembre 11, 2009














EL IMAGINARIO DEL DOCTOR PARNASSUS

Locos y vagabundos suelen ser los héroes de Terry Gilliam. A veces, incluso, en un mismo personaje se acumulan esas dos cualidades de una forma sobrevenida... El caso es que para Gilliam los sucios y movedizos extremos de la sociedad en que vivimos se convierten en lugares de verdad, intactos y puros santuarios de verdades ideales y rutilantes, casi objetivas, que en general tienen que ver con lo humano del ser humano, lugares cuya existencia transcurre paralela y oculta a un mundo convencional de adultos responsables entregados al cotidiano riego del árbol de su propia vida.

Los personajes de Gilliam siempre acaban enloquecidos y de algún modo destruidos por una realidad que creían poseer y dominar. Y la raíz de su locura y perdición siempre está en un impulso demasiado humano que entra en contradicción con la gris mecánica de un sistema y una vida que se mueve bajo otros intereses. Ejemplo paradigmatico de ésto es el Sam Lowry (Jonathan Pryce) que protagoniza la maravillosa "Brazil" o el Jack Lucas (Jeff Bridges) de "El rey pescador", personajes que pasan de estar arriba a estar abajo, y en contacto con ese mundo de esencias custodiado por personajes como Archibald Tuttle (Robert de Niro) o Parry (Robin Williams), repectivamente.

En el cine de Gilliam hay siempre una crítica de la economía sentimental del mundo en que vivimos, un mundo materialista y vacío que poco a poco expulsa hacia sus extremos a todos aquellos que no pueden soportar sus duras exigencias cotidianas. Quebrados por su punto de ruptura los personajes enloquecen o se derraigan y para Gilliam hay humanidad y grandeza en esos humillados y ofendidos.

Desprestigiados en apariencia, sin embargo son ellos los guardianes de una humanidad que poco a poco se está desvaneciendo y lo hacen a su manera refugiándose en un mundo alternativo y fantasioso donde nada ni nadie puede tocarles.

Y además Gilliam disfruta mostrandoles en el más ruinoso y mugriento de sus esplendores, obligando al público a verles como formalmente son vistos, para lentamente hacernos recorrer la distancia que nos separa de ellos y mostrarnos la belleza diferencial que encierran.

Y además no suelen salir victoriosos. Los finales felices no abundan en el cine de Gilliam, por lo menos en lo que respecta al destino de sus protagonistas que casi siempre terminan tan perdidos como en un principio estaban aunque llenos de verdad, una verdad aplastada por una lógica que sólo sabe de cantidades y que es incapaz de reconocer su calidad.

Hay mucha poesía en el cine de Gilliam.

"El imaginario del doctor Parnaso" supone una sublimación absoluta de esa extremada poética de los extremos que Gilliam procesa en cada una de sus películas. Nada menos que ese vagabundo ridículo con su atracción pasada de moda llamado doctor Parnassus (un estupendo Christopher Plummer) libra una eterna lucha contra el mismísimo y tentador demonio (un maravilloso Tom Waits en un papel que le va como anillo al dedo) .

Como si se tratara de un Jesucristo una y otra vez tentado en el desierto, el vagabundo Parnassus libra un eterna lucha de insinuaciones, apuestas y tentaciones contra el mal que parece moverse a sus anchas por la restante realidad y que sólo parece encontrar una némesis a su auténtica medida en Parnassus, un andrajoso y viejo vagabundo siempre intentando ganar almas para el bien... aunque, y como astutamente plantea Gilliam, suele ser una batalla perdida de antemano.

Sobre esta base Gilliam construye su nueva locura, una de las mejores, en la que, y como siempre, la arrolladora imagineria acaba desembocando en momentos de desbordante lírica desesperada y romántica en los que el dinero, la muerte y el tiempo jamás son un obstáculo, y por supuesto en absoluto lo más importante.

Mención especial tengo que hacer para un formidable Tom Waits que con talento compone un diablo cínico y burlón que, de todo modo, recuerda a ese diablo fascinado por la entereza del amor que Margarita siente por su maestro en la obra de Bulgákov. Un diablo que por encima de todo es un embaucador y un vividor y que, de algún modo, parece superado por la maldad del mundo cuya realidad hace que él no tenga que ir a las personas sino que sean las propias personas las que se tiran en sus brazos. Un diablo aburrido que encuentra en Parnassus al mejor compañero de juegos para toda la eternidad con la tranquilidad de saber que es el propio mundo quién hace su trabajo.

Extraordinaria.

lunes, noviembre 09, 2009

IGGY POP

Living on the edge of the night




OFF THE BLACK

Es algo que nos asusta cuando lo pensamos, pero las cosas pueden irnos mal o, como mínimo, no tan bien como habíamos imaginado.

Con el paso del tiempo sobre nuestros cuerpos y nuestros espíritus, la vida (que no es otra cosa que ese pasar) pone en valor nuestras aspiraciones e intenciones iniciales. En algunas ocasiones la comparación entre esa juventud donde todo era posible y nada resultaba estar lo suficientemente lejos de nuestro poderoso brazo y la realidad del reflejo que nos devuelve el mejor de nuestros espejos un día cualquiera resulta insoportablemente odiosa.

"Off the black" nos habla de las consecuencias de haber visto ese reflejo y lo hace de una manera emocionante y tranquila, sin grandilocuencias melodramáticas, aspecto que es uno de sus principales atractivos ya que la historia muy fácilmente podría haber caído por las desencajadas pendientes del melodrama al uso.

Ray Cook (un Nick Nolte sobrado) es un amargado y desencantado árbitro de beisbol cuya solitaria vida se cruza con la de David Tibbel (Trevor Morgan), un adolescente jugador de beisbol que se cree perjudicado gravemente por una decisión de Cook. Las circunstancias harán que Cook le pida a Tibbel que se haga pasar por su hijo en una reunión anual de antiguos alumnos.

Poco a poco Tibbel conocerá y comprenderá el fracaso de Cook y verá en él un posible retrato futuro de su triste y depresivo padre (un desgarrador Timothy Hutton) cuyo corazón está roto tras divorciarse de su madre.

"Off the black" es suave, melancólica y agridulce como un buen bossanova, uno de esos que no queda más remedio que escuchar cuando llega la mañana, el carnaval ha terminado y la vida nos apremia con su mil y una exigencias y facturas.

La historia nos habla de todos aquellos que tiran la toalla y se abrazan a su fracaso porque es la única sonrisa que encuentran al levantarse por las mañanas. Y se sitúa al borde de esa línea de sombra que, de cuando en cuando, algunas vidas cruzan para no regresar nunca más. Nos abre un agujero para que, con la mirada de Tibbel, podamos asomarnos al abismo de la abandonada y terminada vida de Ray Cook y podamos sacar una conclusión sobre las causas de su catástrofe que, como no puede ser de otra forma, tienen que ver con él, con su modo de vivir la vida.

No siempre es el triunfo quién nos aguarda.

No siempre es hermoso el rostro de nuestro destino cuando se nos revela.

Emocionante.

domingo, noviembre 08, 2009

IGGY POP

The undefeated




KAFKA EN LA ORILLA

De todo modo, hay una contradicción en el alma de esta novela de Murakami.

Por un lado, su planteamiento es claro y sencillo... "Kafka en la orilla nos cuenta de forma paralela, la historia de dos personajes que por circunstancias narrativas se encuentran arrojados en un viaje cuyo destino es el descubrimiento del propio sentido. El joven Kafka Tamura y el viejo Nakata se moverán por caminos paralelos, siempre cerca el uno del otro, sin llegar jamás a encontrarse, pero -de forma curiosa- su destino y su sentido estará de alguna forma relacionado.

Por otro lado, el modo en que Marukami nos relata ese viaje se basa fundamentalmente en la fantástica sorpresa de lo inverosimil. El mundo narrativo en el que Tamura y Nakata se mueven está lleno de imposibles encuentros casuales (como el de Tamura con una hermana que jamás ha conocido en un autobús), sorprendentes situaciones en las que lo onírico y lo real confluyen (el apartamento que el coronel de Kentucky fried chicken reserva al viejo Nakata), gatos que hablan, sucesos inexplicables, apariciones y fantasmas... El resultado es una estructura sólida cuya carne de narración y personajes pone a prueba la capacidad del espectador para convivir con lo imposible.

Uno tiene la impresión de que cualquier cosa es posible y, de algún modo, recurriendo a esta estrategia enloquecida de generación de situaciones y personajes, Murakami consigue un cierto suspense que mantiene a la historia viva en las manos del lector... siempre y cuando este acepte su modo de contar las historias y se deje llevar por el aparente capricho que parece sostenerlo.

Confieso que me ha costado aceptar esa especie de todo vale, especialmente por el hecho de que ninguno de los personajes -creo recordar- en ningún momento se sientan sorprendidos por las estramboticas experiencias que el autor les hace vivir. En algunos momentos se me hizo muy cuesta arriba el camino que Murakami me proponía seguir, una especie de "todo vale" casi siempre injustificado para el que se me exigía una adhesión inquebrantable que no siempre estuve dispuesto a dar porque considero que el capricho es el camino más corto para prostituir lo fantástico.

Otro aspecto que me ha distanciado de la novela han sido los insoportables alardes de erudición que algunos personajes hacen hablando de música, historia o literatura, que parecen directamente copiados de la Enciclopedia Británica y que no se sabe muy bien a qué obedecen en la sistematicidad de su aparición... a no ser que sean pequeñas migas de pan que el autor deja para alimentar las ansias de saber (algo) del incómodo lector.

Aun así, y pese a sus -a mi entender- indudables defectos, lo cierto es que he llegado a terminar el libro y ello no puede tener otra explicación que la existencia de virtudes que, y pese a todo, también resultan indudables.

Para empezar, y como ya he apuntado antes, Murakami es un maestro en el difícil arte de generar misterio e interés en la absoluta suspensión de la realidad que hay en este relato. De algún modo, y con cada nueva sorpresa, consigue que el lector quiera saber qué diablos sucederá.

En este sentido, Murakami es una especie de rey de la verosimilitud a lo Alfred Hitchcock que convierte la novela en una especie de "thriller" en en que sus protagonistas viajan por entre lo sorprendente en busca de lo desconocido.

Hay un punto de la emoción de la buena novela de misterio... pero aplicadas sus sinergias a una trama más literaria y metafísica.

Y para terminar un incontrovertible hecho: el corazón de la historia que Murakami nos cuenta es la bella y enigmática Señora Saeki, la trágica y hermosa historia de amor que arrastra desde su pasado, como la alargada cola de un cometa, por la interminable noche de su presente lleno de recuerdos y sin amor.

Después de todo "Kafka en la orilla" es una canción que ella ha compuesto y también un cuadro en el que ella aparece.

Y uno tiene la impresión que toda la novela entreteje su increíble trama (en sentido literal) en torno a ese corazón pequeño y tierno.

División de opiniones.


"Pike Bishop, like Butch Cassidy, would be a man who refuses to change with the times, a dinosaur who's outlived his day in the sun. Deke Thornton, his nemesis, would be the man who ha changed, the wild stallion now broken, saddled and harnessed by the system; the man who had sacrificed his vitality for the chance to go on living, who would survive physically but spiritually was dead"
(If they move kill them. The life and times of Sam Peckinpah, David Weddle)

sábado, noviembre 07, 2009

MONGOL

La película nos cuenta todo el proceso que, desde su muy difícil infancia, lleva a Temujin a convertirse en el Genghis Khan que pasará a la historia como conquistador de la mitad del mundo conocido, un extenso imperio que, de Este a Oeste, se extendió desde el mar de China hasta el Centro de Europa y, a mi entender, lo hace de un modo fascinante y espectacular que nada tiene que envidiar a los grandes proyectos del cine norteamericano.

Con dinero ruso, kazajo, mongol y alemán, el director Sergei Bodrov compone una historia que no pretende ser biográfica sino que, por encima de todo, busca mostrar el enorme esfuerzo vital que para Temujin supusieron los primeros años de su vida, un esfuerzo tremendo que terminó justificando el carácter excepcional de un caudillo que, por ser precisamente victima de la desunión y el caos de la trashumante sociedad mongola, terminó siendo el adalid y punto de unión de la misma, llevando a los jinetes mongoles muy, muy lejos de sus hogares.

La movilidad de los jinetes mongoles sobre sus pequeños caballos, su disciplina férrea acompañada de la flexibilidad de su disposición en el campo de batalla unidas a su destreza con el arco y la espada siempre en movimiento les convirtieron en una poderosa e irresistible ola que fue arrasando un ejército detrás de otro de forma casi literal en dirección Este, Oeste, Norte y Sur.

Visualmente la película resulta brillante y atractiva siendo éste uno de sus principales puntos de interés junto con la expresión inescrutable y magnética de su protagonista el japonés Tadanobu Asano, que consigue componer una presencia casi escultórica que en algunos momentos recuerda a la impresionante presencia del mejor y maduro del legendario actor japones Toshiro Mifune.

La historia no consigue librarse de un carácter episódico y fragmentario. Asume el riesgo de no enganchar con el espectador en la suerte de navegación por hitos que asume para llevarnos desde Temujin a Genghis. Más a más, si este carácter fragmentario es más que evidente al principio de la película, en la infancia de Temujin, pero, y no obstante, y por lo que a mi respecta, termina por atraparme con la indudable calidad de lo que se muestra tanto en fondo como en forma.

La pétrea expresión de Temujin/Asano en sus años de cautiverio en la ciudad de Tungus se bastan para producir ese efecto absorbente con la fuerza misteriosa que encierra.

Por lo visto, este "Mongol" pretende ser la primera parte de una trilogía que nos cuente la más que interesante historia de este caudillo que mantuvo sojuzgado a buena parte del mundo conocido montado en su caballo, pero la película se basta por si sola para interesar y atraer al espectador.... aunque la segunda película "The great khan" ya se prepara para el año 2010.

Más que interesante.


viernes, noviembre 06, 2009

TRAILER

Lets gets lost....


ALABAMA3

Hello, i'm Johnny Cash...