"La economía clásica imaginaba los primeros intercambios en forma de trueque. ¿Cómo iba a creer que, en el origen, un modo de adquisición como el intercambio no respondió a la necesidad de adquirir, sino a la necesidad contraria de perder o de derrochar... El potlatch es, como el comercio, un medio de circulación de riqueza, pero excluye el regateo. Frecuentemente, consiste en la donación solemne de riquezas considerables, ofrecidas por un |efe a su rival a fin de humillar, de desafiar, de obligar. El donatario debe borrar la humillación y recoger el desafío: debe cumplir con la obligación contraída al aceptar la donación; no podrá responder, más tarde, más que por un nuevo potlatch, más generoso que el primero: debe devolver con usura."
(La parte maldita. Georges Bataille)
viernes, junio 10, 2011
"Estos autores no ven que las necesidades no son nada, tomadas una a una, que sólo hay un sistema de necesidades o, más precisamente, que las necesidades no son otra cosa que la forma más avanzada de la sistematización racional de las fuerzas productivas en el nivel individual, donde el «consumo» toma la posta lógica y necesaria de la producción."
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
EL TAO DE LA FÍSICA
Publicado en 1975 por el austriaco Fritjof Capra, "El Tao de la física" es un clásico de los libros de divulgación de la física teórica. Pero, y aún siendo relevante, este aspecto no es el más importante de la propuesta que ofrece este libro a su lector...
"El Tao de la física" es el primer libro que inaugura todo un modo de ver esta disciplina, fundamentalmente la nueva física, la basada en el estudio de lo que es mucho más que microscópico.
El aspecto esencial del libro es el brillante y pasmoso paralelismo que Capra muestra entre los planteamientos de la física cuántica y el modo de pensar y entender la vida propio de las filosofías orientales.
Y resulta toda una experiencia comprobar como superpuestos ambos planteamientos coinciden de manera excepcional.
Y parece que desde Los Vedas el hombre ha realizado un largo viaje en su esfuerzo por comprender el mundo, un viaje que Capra descubre le ha llevado al mismo punto de partida, a la percepción del mundo como una estructura en red de eventos interrelacionados, que en absoluto pueden ser entendidos por separado y en el que además es imposible la distinción cartesiana entre el observador y lo observado.
Una visión global y sintética de las cosas que choca con la visión analítica propia del racionalismo occidental que se agota en un incesante e interminable esfuerzo de descomponer la materia en partes, interminables árboles que impiden el acto de intuición que hace posible ver el bosque, comprenderlo, y que comprueba al mismo tiempo que la distinción entre el observador y lo que observa solo es posible a partir de un cierto tamaño de las cosas.
Implicación, intuición... conceptos nada mensurables que convierten el conocimiento en un acto de acto nivel basado en acciones tan naturales y sencillas como el escuchar (no oir) y el ver (no mirar); conceptos que remiten a la colisión contra uno de esos espejos que solo Alicia puede atravesar y que remiten a una parte de la realidad que en absoluto es accesible desde lo racional .
En este libro lo espiritual recupera afortunadamente su lugar como forma fundamental de conocimiento, un lugar que el conocimiento científico convertido en religión en su momento le arrebató.
La energía se convierte en materia, un vacío que no es tal, el entramado energético que subyace tras ese vacío y del cual la matería convertida en infinitisimales quarks brota súbitamente, los comportamientos simétricos de partículas aun separadas en el espacio...
Un territorio fascinante, la última frontera que nos obliga a aceptar como hipótesis la posibilidad de no terminar sabiéndolo todo.
Fascinante.
Publicado en 1975 por el austriaco Fritjof Capra, "El Tao de la física" es un clásico de los libros de divulgación de la física teórica. Pero, y aún siendo relevante, este aspecto no es el más importante de la propuesta que ofrece este libro a su lector...
"El Tao de la física" es el primer libro que inaugura todo un modo de ver esta disciplina, fundamentalmente la nueva física, la basada en el estudio de lo que es mucho más que microscópico.
El aspecto esencial del libro es el brillante y pasmoso paralelismo que Capra muestra entre los planteamientos de la física cuántica y el modo de pensar y entender la vida propio de las filosofías orientales.
Y resulta toda una experiencia comprobar como superpuestos ambos planteamientos coinciden de manera excepcional.
Y parece que desde Los Vedas el hombre ha realizado un largo viaje en su esfuerzo por comprender el mundo, un viaje que Capra descubre le ha llevado al mismo punto de partida, a la percepción del mundo como una estructura en red de eventos interrelacionados, que en absoluto pueden ser entendidos por separado y en el que además es imposible la distinción cartesiana entre el observador y lo observado.
Una visión global y sintética de las cosas que choca con la visión analítica propia del racionalismo occidental que se agota en un incesante e interminable esfuerzo de descomponer la materia en partes, interminables árboles que impiden el acto de intuición que hace posible ver el bosque, comprenderlo, y que comprueba al mismo tiempo que la distinción entre el observador y lo que observa solo es posible a partir de un cierto tamaño de las cosas.
Implicación, intuición... conceptos nada mensurables que convierten el conocimiento en un acto de acto nivel basado en acciones tan naturales y sencillas como el escuchar (no oir) y el ver (no mirar); conceptos que remiten a la colisión contra uno de esos espejos que solo Alicia puede atravesar y que remiten a una parte de la realidad que en absoluto es accesible desde lo racional .
En este libro lo espiritual recupera afortunadamente su lugar como forma fundamental de conocimiento, un lugar que el conocimiento científico convertido en religión en su momento le arrebató.
La energía se convierte en materia, un vacío que no es tal, el entramado energético que subyace tras ese vacío y del cual la matería convertida en infinitisimales quarks brota súbitamente, los comportamientos simétricos de partículas aun separadas en el espacio...
Un territorio fascinante, la última frontera que nos obliga a aceptar como hipótesis la posibilidad de no terminar sabiéndolo todo.
Fascinante.
jueves, junio 09, 2011
Se detiene.
Con esfuerzo se arranca la cabeza de los hombros.
Sin la menor duda la revienta contra el suelo.
Y enseguida se agacha,
arrodillado hurga con paciencia
por entre los sangrientos pedazos
buscando reconocer algunos de esos olvidos
que sentía tan incomprensiblemente ciertos,
como escondidos entre los interminables pliegues de su estar,
siempre marchados un segundo antes de su llegada,
por definición inalcanzables,
habitando las esquivas e intocables sombras
que dejan cada uno de sus parpadeos
sobre la desnuda pared de su sueño.
Con esfuerzo se arranca la cabeza de los hombros.
Sin la menor duda la revienta contra el suelo.
Y enseguida se agacha,
arrodillado hurga con paciencia
por entre los sangrientos pedazos
buscando reconocer algunos de esos olvidos
que sentía tan incomprensiblemente ciertos,
como escondidos entre los interminables pliegues de su estar,
siempre marchados un segundo antes de su llegada,
por definición inalcanzables,
habitando las esquivas e intocables sombras
que dejan cada uno de sus parpadeos
sobre la desnuda pared de su sueño.
martes, junio 07, 2011
"Yo diría que el gobierno está gastando donde no debe gastar y recortando donde no debe recortar. Hay mucha gente que quiere trabajar pero no puede, sobre todo ancianos, como ocurre en la película, que súbitamente se han quedado sin nada y ya no pueden recomenzar. Hay un muy amplio sector de la sociedad en esa situación. El gobierno de Tokio les ha llamado vagos, pero el hecho es que hay mucha gente que no puede trabajar aunque quiera, las empresas no contratan a nadie, y la responsabilidad del sector público es muy grande."
(Masahiro Kobayashi: Entrevista en El Cultural de El Mundo)
(Masahiro Kobayashi: Entrevista en El Cultural de El Mundo)
lunes, junio 06, 2011
UP IN THE AIR
Supongo que lo contrario es "Down to earth"... Ser práctico, ser sensato... actitudes que protagonizan el modo de estar de los personajes que aparecen en esta película de Jason Reitman.
Todo es reflexivo, calculado... o, al menos pretende serlo. Desde el modo de hacer el equipaje a la manera de afrontar los rigores de una vida complicada, que se pasa de avión en avión.
Despista un poco la complicada profesión de su protagonista, Ryan Bingham (George Clooney), que vuela de un lado a otro de los Estados Unidos despidiendo gente, porque lo importante de "Up in the air" es la colisión que esas vidas pretendidamente ordenadas y razonadas tienen con lo inesperado, con el absurdo de una existencia cuyas cualidades, tanto positivas como negativas, van mas allá del esfuerzo de racionalización que sus protagonistas hacen.
"Up in the air" es una película coral, un elaborado retablo de naturaleza humana colisionando una y otra vez con sus contradicciones.
Y el despido que es la razón del estar de Ryan Bingham "up in the air" no es otra cosa que la culminación de todos esos absurdos que hacen las vidas más complicadas, pero también menos previsibles, absurdos en los que el propio Bingham (convertido en prototipica quintaesencia de esa actitud controladora, adulta y racional), termina cayendo hasta el punto de llevarle a un actitud antipódica a la que ha venido manteniendo con respecto al compromiso a lo largo de la película.
Porque la vida siempre sorprende, siempre tiene un punto incontrolable, "up in the air".
Queramos o no siempre termina por ponernos a prueba, tentando la firmeza del equilibrio "down to earth" en el que pretendemos asentarnos.
Y siempre se nos olvida que lo importante es el hecho de estar viajando.
Y que existen otros espacios, otras voces, otros ámbitos, en definitiva, la posibilidad de cambiar.
Interesante.
Supongo que lo contrario es "Down to earth"... Ser práctico, ser sensato... actitudes que protagonizan el modo de estar de los personajes que aparecen en esta película de Jason Reitman.
Todo es reflexivo, calculado... o, al menos pretende serlo. Desde el modo de hacer el equipaje a la manera de afrontar los rigores de una vida complicada, que se pasa de avión en avión.
Despista un poco la complicada profesión de su protagonista, Ryan Bingham (George Clooney), que vuela de un lado a otro de los Estados Unidos despidiendo gente, porque lo importante de "Up in the air" es la colisión que esas vidas pretendidamente ordenadas y razonadas tienen con lo inesperado, con el absurdo de una existencia cuyas cualidades, tanto positivas como negativas, van mas allá del esfuerzo de racionalización que sus protagonistas hacen.
"Up in the air" es una película coral, un elaborado retablo de naturaleza humana colisionando una y otra vez con sus contradicciones.
Y el despido que es la razón del estar de Ryan Bingham "up in the air" no es otra cosa que la culminación de todos esos absurdos que hacen las vidas más complicadas, pero también menos previsibles, absurdos en los que el propio Bingham (convertido en prototipica quintaesencia de esa actitud controladora, adulta y racional), termina cayendo hasta el punto de llevarle a un actitud antipódica a la que ha venido manteniendo con respecto al compromiso a lo largo de la película.
Porque la vida siempre sorprende, siempre tiene un punto incontrolable, "up in the air".
Queramos o no siempre termina por ponernos a prueba, tentando la firmeza del equilibrio "down to earth" en el que pretendemos asentarnos.
Y siempre se nos olvida que lo importante es el hecho de estar viajando.
Y que existen otros espacios, otras voces, otros ámbitos, en definitiva, la posibilidad de cambiar.
Interesante.
domingo, junio 05, 2011
LA LOCURA DEL MERCADO
Escrito en 1995 por Chris Hartman, un marxista de pura cepa, "La locura del mercado" es un libro cuya tesis en absoluto cualquier persona inteligente debería dejar pasar desapercibida... Es más... Ni siquiera hay que ser inteligente, sólo hay que tener la suficiente sensibilidad como para poner la mirada en otros lugares, en otros aspectos de la realidad en que nos encontramos, porque ser de izquierdas siempre fue una cuestión de sensibilidad que Marx intentó hacer científica.
La constante presión hacia la baja de los salarios, la desaparición del concepto del "trabajo de por vida" (aunque las obligaciones económicas con el sistema permanecen inflexibles, centradas en la deuda como elemento de dominación... aún mucho más eficaz cuando todo lo demás, lo que permite pagarla, es mucho menos permanente), los increíbles niveles de pobreza en el mejor momento de capacidad productiva y tecnológica de la humanidad... y muchas más preguntas que están ahí, para ser retomadas, e intentar ser respondidas, aparecen en este libro de Hartman que por otro lado, resulta vigente pareciendo estar escrito para dar cumplida cuenta de las dos crisis que el sistema capitalista ha vivido desde entonces: la de 1997 y la actual.
Porque al final se trata de una cuestión de sensibilidad:
"En los Estados Unidos, "expertos" muy bien pagados quieren que se acaben las ayudas y los subsidios para aligerar la carga que los ricos soportan manteniendo vivos a los pobres"
Y hay dos sensibilidades... la del hombre/mujer fuerte de la derecha siempre se ha querido salvar solo, dejando atrás a los débiles, y la del hombre/mujer fuerte de la izquierda, que no concibe una salvación que no sea colectiva, que esencialmente es altruista, porque hay una cosa que es cierta:
"La pobreza y la enfermedad, el hambre y el sufrimiento, la desesperanza y la desesperación no son, evidentemente, nada nuevo en la sociedad humana. Han existido durante la mayor parte de la historia conocida. Pero la miseria del mundo actual es diferente, ya que coexiste con una riqueza capaz de desterrar la pobreza para siempre."
Y también es cierto que en la verdadera izquierda hay una superioridad moral sobre la derecha, la que nace de anteponer la preocupación por el destino general de "los otros" a la absorbente preocupación por el destino de uno mismo.
Y no es mucho menos cierto que...
"Nos enfrentamos a un gran acertijo para el que ninguno de los grandes partidos políticos tiene respuesta. Se produce más riqueza que en cualquier otro momento de la historia. Hay invenciones que pueden incrementar la producción de todo tipo de cosas, incluyendo los alimentos básicos que les son negados a generaciones enteras. Los seres humanos pueden conquistar el espacio exterior y explorar los océanos. Pueden utilizar máquinas increíbles o mandar información de una parte del mundo a otra en una fracción de segundo. Sin embargo, conseguir llevar una vida decente cada vez es más difícil. La gente, en lugar de esperar vivir en condiciones más prósperas y cómodas, muchas veces vive con el miedo a que la situación empeore. La pobreza, en lugar de desaparecer, crece."
Y en absoluto es cierto que el pensamiento de Marx esté muerto... aunque quizá sea verdad que a los mercados no les importaría matarnos para tener tres piscinas en lugar de dos.
Escrito en 1995 por Chris Hartman, un marxista de pura cepa, "La locura del mercado" es un libro cuya tesis en absoluto cualquier persona inteligente debería dejar pasar desapercibida... Es más... Ni siquiera hay que ser inteligente, sólo hay que tener la suficiente sensibilidad como para poner la mirada en otros lugares, en otros aspectos de la realidad en que nos encontramos, porque ser de izquierdas siempre fue una cuestión de sensibilidad que Marx intentó hacer científica.
La constante presión hacia la baja de los salarios, la desaparición del concepto del "trabajo de por vida" (aunque las obligaciones económicas con el sistema permanecen inflexibles, centradas en la deuda como elemento de dominación... aún mucho más eficaz cuando todo lo demás, lo que permite pagarla, es mucho menos permanente), los increíbles niveles de pobreza en el mejor momento de capacidad productiva y tecnológica de la humanidad... y muchas más preguntas que están ahí, para ser retomadas, e intentar ser respondidas, aparecen en este libro de Hartman que por otro lado, resulta vigente pareciendo estar escrito para dar cumplida cuenta de las dos crisis que el sistema capitalista ha vivido desde entonces: la de 1997 y la actual.
Porque al final se trata de una cuestión de sensibilidad:
"En los Estados Unidos, "expertos" muy bien pagados quieren que se acaben las ayudas y los subsidios para aligerar la carga que los ricos soportan manteniendo vivos a los pobres"
Y hay dos sensibilidades... la del hombre/mujer fuerte de la derecha siempre se ha querido salvar solo, dejando atrás a los débiles, y la del hombre/mujer fuerte de la izquierda, que no concibe una salvación que no sea colectiva, que esencialmente es altruista, porque hay una cosa que es cierta:
"La pobreza y la enfermedad, el hambre y el sufrimiento, la desesperanza y la desesperación no son, evidentemente, nada nuevo en la sociedad humana. Han existido durante la mayor parte de la historia conocida. Pero la miseria del mundo actual es diferente, ya que coexiste con una riqueza capaz de desterrar la pobreza para siempre."
Y también es cierto que en la verdadera izquierda hay una superioridad moral sobre la derecha, la que nace de anteponer la preocupación por el destino general de "los otros" a la absorbente preocupación por el destino de uno mismo.
Y no es mucho menos cierto que...
"Nos enfrentamos a un gran acertijo para el que ninguno de los grandes partidos políticos tiene respuesta. Se produce más riqueza que en cualquier otro momento de la historia. Hay invenciones que pueden incrementar la producción de todo tipo de cosas, incluyendo los alimentos básicos que les son negados a generaciones enteras. Los seres humanos pueden conquistar el espacio exterior y explorar los océanos. Pueden utilizar máquinas increíbles o mandar información de una parte del mundo a otra en una fracción de segundo. Sin embargo, conseguir llevar una vida decente cada vez es más difícil. La gente, en lugar de esperar vivir en condiciones más prósperas y cómodas, muchas veces vive con el miedo a que la situación empeore. La pobreza, en lugar de desaparecer, crece."
Y en absoluto es cierto que el pensamiento de Marx esté muerto... aunque quizá sea verdad que a los mercados no les importaría matarnos para tener tres piscinas en lugar de dos.
1
"Para Sahlins, quienes conocían la verdadera abundancia, a pesar de su absoluta «pobreza», eran los cazadores recolectores (las tribus nómadas primitivas de Australia, del Kalahari, etc.). Los primitivos no poseen nada propio, no están obsesionados por sus objetos, que van descartando para desplazarse más cómodamente. No hay entre ellos ningún aparato de producción ni de «trabajo»: cazan y recolectan «con tranquilidad», podríamos decir, y comparten todo entre sí. La prodigalidad es total: consumen todo de entrada, sin cálculo económico y sin almacenar. El cazador recolector no tiene nada del homo economicus de invención burguesa. Desconoce los fundamentos de la economía política. Ni siquiera se acerca a los límites de las energías humanas, de los recursos naturales y de las posibilidades efectivas. Duerme mucho. Confía —y esto es lo que marca su sistema económico— en la riqueza de los recursos naturales, mientras que nuestro sistema está marcado (y, con el perfeccionamiento técnico, cada vez lo está más) por la desesperación ante la insuficiencia de los medios humanos, por una angustia radical y catastrófica que es el efecto profundo de la economía de mercado y de la competencia generalizada. La «imprevisión» y la «prodigalidad» colectivas, características de las sociedades primitivas, son el signo de la abundancia real."
2
"Pero la pobreza no consiste, dice Sahlins, ni en una pequeña cantidad de bienes ni simplemente en una relación entre fines y medios: la pobreza es sobre todo una relación entre los hombres. Lo que funda la «confianza» de los primitivos y lo que hace que vivan la abundancia aun pasando hambre es, finalmente, la transparencia y la reciprocidad de las relaciones sociales... En la economía del don y del intercambio simbólico, una cantidad escasa y siempre finita de bienes basta para crear la riqueza general, pues esos pocos bienes pasan constantemente de unos a otros. La riqueza no se basa en los bienes, sino en el intercambio concreto entre las personas, por lo tanto, es ilimitada, ya que el ciclo del intercambio no tiene fin, aunque se dé entre un número limitado de individuos, pues cada momento del ciclo de intercambio agrega valor al objeto intercambiado."
3
"Por todo lo dicho, no es paradójico sostener que en nuestras sociedades «afluentes», la abundancia se ha perdido y que no podrá recobrarse aumentando al infinito la productividad ni liberando nuevas fuerzas productivas. Puesto que la definición estructural de la abundancia
y de la riqueza está en la organización social, únicamente podría reinstaurarla una revolución de la organización social y de las relaciones sociales. ¿Retornaremos algún día, más allá de la economía de mercado, a la prodigalidad? En lugar de la prodigalidad, tenemos el «consumo», el consumo forzado a perpetuidad, hermano gemelo de la escasez. La lógica social dio a conocer a los primitivos la «primera» (y única) sociedad de abundancia. Nuestra lógica social nos condena a una carestía lujosa y espectacular."
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
Brillante planteamiento... La riqueza o la pobreza no están en función de las cosas, de su número, sino de las personas, de su actitud... Y la sociedad de la prodigalidad como objetivo frente a la sociedad de consumo como realidad.
"Para Sahlins, quienes conocían la verdadera abundancia, a pesar de su absoluta «pobreza», eran los cazadores recolectores (las tribus nómadas primitivas de Australia, del Kalahari, etc.). Los primitivos no poseen nada propio, no están obsesionados por sus objetos, que van descartando para desplazarse más cómodamente. No hay entre ellos ningún aparato de producción ni de «trabajo»: cazan y recolectan «con tranquilidad», podríamos decir, y comparten todo entre sí. La prodigalidad es total: consumen todo de entrada, sin cálculo económico y sin almacenar. El cazador recolector no tiene nada del homo economicus de invención burguesa. Desconoce los fundamentos de la economía política. Ni siquiera se acerca a los límites de las energías humanas, de los recursos naturales y de las posibilidades efectivas. Duerme mucho. Confía —y esto es lo que marca su sistema económico— en la riqueza de los recursos naturales, mientras que nuestro sistema está marcado (y, con el perfeccionamiento técnico, cada vez lo está más) por la desesperación ante la insuficiencia de los medios humanos, por una angustia radical y catastrófica que es el efecto profundo de la economía de mercado y de la competencia generalizada. La «imprevisión» y la «prodigalidad» colectivas, características de las sociedades primitivas, son el signo de la abundancia real."
2
"Pero la pobreza no consiste, dice Sahlins, ni en una pequeña cantidad de bienes ni simplemente en una relación entre fines y medios: la pobreza es sobre todo una relación entre los hombres. Lo que funda la «confianza» de los primitivos y lo que hace que vivan la abundancia aun pasando hambre es, finalmente, la transparencia y la reciprocidad de las relaciones sociales... En la economía del don y del intercambio simbólico, una cantidad escasa y siempre finita de bienes basta para crear la riqueza general, pues esos pocos bienes pasan constantemente de unos a otros. La riqueza no se basa en los bienes, sino en el intercambio concreto entre las personas, por lo tanto, es ilimitada, ya que el ciclo del intercambio no tiene fin, aunque se dé entre un número limitado de individuos, pues cada momento del ciclo de intercambio agrega valor al objeto intercambiado."
3
"Por todo lo dicho, no es paradójico sostener que en nuestras sociedades «afluentes», la abundancia se ha perdido y que no podrá recobrarse aumentando al infinito la productividad ni liberando nuevas fuerzas productivas. Puesto que la definición estructural de la abundancia
y de la riqueza está en la organización social, únicamente podría reinstaurarla una revolución de la organización social y de las relaciones sociales. ¿Retornaremos algún día, más allá de la economía de mercado, a la prodigalidad? En lugar de la prodigalidad, tenemos el «consumo», el consumo forzado a perpetuidad, hermano gemelo de la escasez. La lógica social dio a conocer a los primitivos la «primera» (y única) sociedad de abundancia. Nuestra lógica social nos condena a una carestía lujosa y espectacular."
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
Brillante planteamiento... La riqueza o la pobreza no están en función de las cosas, de su número, sino de las personas, de su actitud... Y la sociedad de la prodigalidad como objetivo frente a la sociedad de consumo como realidad.
sábado, junio 04, 2011
THEY ALL LAUGHED
Tuvo su momento Peter Bogdanovich.
Ahora quizá es más conocido por interpretar al terapeuta de la terapeuta de Tony Soprano, pero Bogdanovich tuvo su momento, a finales de la década de los sesentas y principios de la década de los setentas del siglo pasado, formando parte de esa "nouvelle vague" americana de directores enamorados de las películas como Francis Ford Coppola.
Desde un punto de vista real "They all laughed" es la joya de la corona de los sonoros fracasos que el director acumuló a finales de los setentas y principios de los ochentas y que acabaron con su carrera como director importante, muchas de estas películas como "Saint Jack" son obras a recuperar, pero lo cierto es que el cine no solo es arte, también es un negocio, y Bogdanovich ya estaba marcado como perdedor por la industria, encontrando grandes dificultades para poner en marcha los proyectos y, posteriormente, distribuirlos. Recuerdo que "Saint Jack" llegó a Madrid directamente a los circuitos de reestreno en que los cines de barrio se habían reciclado y, siendo una más que estimable película, pasó completamente desapercibida... incluso para mi, en su momento.
"They all laughed" además supuso un gran desastre personal para Bogdanovich puesto que durante el rodaje la rubia Dorothy Stratten y Bogdanovich comenzaron una relación violentamente terminada por la muerte de Stratten a manos de su expareja, aspecto que también lastró el posible éxito comercial de la película....
En cualquier caso, "They all laughed" es una de esas películas que ganan con el tiempo y que resultan más hermosas conforme la mirada que las mira va envejeciendo, una melancólica y ligera visita a la emoción del amor y todas las emociones que orbitan a su alrededor, como la canción de Cole Porte que la da titulo y que el personaje que interpreta su protagonista, magníficamente interpretado por Ben Gazzara, parece escuchar constantemente en su cabeza.
Tres detectives vigilarán a dos mujeres presuntamente infieles, interpretadas por Audrey Hepburn y Dorothy Stratten por una Nueva York magníficamente fotografiada por Robby Müller, con esa capacidad suya para crear imágenes nítidas y profundas, que tan peculiar sello ha dado al cine del alemán Wim Wenders. En esa persecución, pura mirada que se esconde, dos de ellos acabarán enamorándose del objeto de su insistente mirar.
Lo he leído en Internet, y creo que es cierto, "They all laughed" conserva algo del espíritu entre intrascendente y deportivo con el que "La ronde" de Ophüls se enfrenta al deseo y al amor.
Durante la película, la amplia galería de personajes que la pueblan pasarán de una relación a otra, de la compañía a la soledad y viceversa, minimizando el peso de aquello que dejan atrás y centrándose en lo nuevo que la vida les ofrece, encogiéndose de hombros, encajando el fracaso con deportividad y continuando, entendiendo que todo parte del juego.
"It's all in the game", dice siempre que las circunstancias se lo permiten el inolvidable Omar Little en "The wire".
En definitiva, "They all laughed", como gran parte del cine del "marcado" Bogdanovich, es una película a recuperar.
Ni siquiera tiene trailer.
Tuvo su momento Peter Bogdanovich.
Ahora quizá es más conocido por interpretar al terapeuta de la terapeuta de Tony Soprano, pero Bogdanovich tuvo su momento, a finales de la década de los sesentas y principios de la década de los setentas del siglo pasado, formando parte de esa "nouvelle vague" americana de directores enamorados de las películas como Francis Ford Coppola.
Desde un punto de vista real "They all laughed" es la joya de la corona de los sonoros fracasos que el director acumuló a finales de los setentas y principios de los ochentas y que acabaron con su carrera como director importante, muchas de estas películas como "Saint Jack" son obras a recuperar, pero lo cierto es que el cine no solo es arte, también es un negocio, y Bogdanovich ya estaba marcado como perdedor por la industria, encontrando grandes dificultades para poner en marcha los proyectos y, posteriormente, distribuirlos. Recuerdo que "Saint Jack" llegó a Madrid directamente a los circuitos de reestreno en que los cines de barrio se habían reciclado y, siendo una más que estimable película, pasó completamente desapercibida... incluso para mi, en su momento.
"They all laughed" además supuso un gran desastre personal para Bogdanovich puesto que durante el rodaje la rubia Dorothy Stratten y Bogdanovich comenzaron una relación violentamente terminada por la muerte de Stratten a manos de su expareja, aspecto que también lastró el posible éxito comercial de la película....
En cualquier caso, "They all laughed" es una de esas películas que ganan con el tiempo y que resultan más hermosas conforme la mirada que las mira va envejeciendo, una melancólica y ligera visita a la emoción del amor y todas las emociones que orbitan a su alrededor, como la canción de Cole Porte que la da titulo y que el personaje que interpreta su protagonista, magníficamente interpretado por Ben Gazzara, parece escuchar constantemente en su cabeza.
Tres detectives vigilarán a dos mujeres presuntamente infieles, interpretadas por Audrey Hepburn y Dorothy Stratten por una Nueva York magníficamente fotografiada por Robby Müller, con esa capacidad suya para crear imágenes nítidas y profundas, que tan peculiar sello ha dado al cine del alemán Wim Wenders. En esa persecución, pura mirada que se esconde, dos de ellos acabarán enamorándose del objeto de su insistente mirar.
Lo he leído en Internet, y creo que es cierto, "They all laughed" conserva algo del espíritu entre intrascendente y deportivo con el que "La ronde" de Ophüls se enfrenta al deseo y al amor.
Durante la película, la amplia galería de personajes que la pueblan pasarán de una relación a otra, de la compañía a la soledad y viceversa, minimizando el peso de aquello que dejan atrás y centrándose en lo nuevo que la vida les ofrece, encogiéndose de hombros, encajando el fracaso con deportividad y continuando, entendiendo que todo parte del juego.
"It's all in the game", dice siempre que las circunstancias se lo permiten el inolvidable Omar Little en "The wire".
En definitiva, "They all laughed", como gran parte del cine del "marcado" Bogdanovich, es una película a recuperar.
Ni siquiera tiene trailer.
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