domingo, diciembre 31, 2006

Antes de reflexionar sobre el año que se va, creo que debemos tener presente lo siguiente:

"El objeto efectivo del conocimiento o fenómeno (lo que aparece) se encuentra, en cierto modo, entre el sujeto puro y la cosa en sí. El conocimiento es, por tanto, una realidad intermedia co-constituída por el sujeto y por el mundo. Lo que conocemos no es el mundo o la cosa en sí sino la experiencia racionalmente estructurada del mundo en sí, es decir, tal como se nos aparece"
(Kant y la filosofía crítica o trascendental, Gilbert Hottois)

Resumiendo, en el acto de conocer lo externo también podemos conocernos a nosotros mismos... porque siempre percibimos nuestro punto de vista sobre las cosas, nuestra propia construcción.

Conclusión, el año será siempre bueno si el sujeto que reflexiona se encuentra bien.

La felicidad es una actitud.
La inflexible voluntad de serlo.

Consigna, hay que escapar de aquella sensación terrible cuyó más alejado extremo era escrito y descrito por Cesare Pavese:

"El sentimiento terrible de que todo lo que se hace está mal, y lo que se piensa, y lo que se es. Nada puede salvarte porque cualquier decisión que tomes sabes que estás equivocado, y también tu decisión."
(El oficio de vivir, Cesare Pavese)

Y no lo digo yo, que lo dice Kant.

Creo...

miércoles, diciembre 27, 2006

No soy un tipo especialmente navideño, pero tengo que reconocer que las navidades han ganado mucho recuperando el espíritu pagano que las hizo existir, mucho antes del nacimiento del cristianismo y de nuestro interminable sentimiento de culpa judeo-cristiano por el simple hecho de existir.

En este sentido, propongo reemplazar el niño Jesús de todos los nacimientos por una Visa... aunque sea de Lladró.

miércoles, diciembre 06, 2006

INVENTARIO DE EMOCIONES

"Me volví hacia la extensión de tierras y me pregunte hasta dónde ir. Exactamente la misma pregunta que me hice antes, cuando nadaba en el oceáno. ¿A partir de qué lugar empieza a ser peligroso seguir alejándose? Y comprendí que uno se lo pregunta cuando uno ya empieza a creer que ha ido demasiado lejos"

Todo está en orden.
He vuelto a releer "Crónicas de motel" de Sam Shepard y me sigue gustando.
He leído algunos comentarios sobre una cita de Montaigne que saqué a brillar en esta página hace algunas semanas.

Considero que el hombre y obra es un constante esfuerzo en contra del destino. Coincido mucho con Montaigne y creo que el destino manda y también creo que de cuando en cuando somos capaces de arrancar de su fria e invisible mecánica ignota y transparente una pequeña o grande victoria, un plan perseguido y realizado... Pero los fracasos siempre son mayores que los éxitos. Lo normal es que no seamos capaces de imponer nuestro criterio y adaptar el jardín de las cosas que van y vienen a nuestro geométrico esquema racional o a nuestra voluntad.
Yo creo que todos sabemos eso, que no descubro nada nuevo, pero al mismo tiempo nos gusta vernos capaces de tener un plan e imponerlo. Después de todo, para eso estamos en el mundo, para realizarnos y desarrollar en su totalidad ese impulso que todos llevamos dentro.
Lo que no podemos soportar es el fracaso, que ese ser omnipotente en su capacidad de imaginar y desear que todos somos no sea un agente capaz de intervenir con éxito sobre la complejidad del mundo exhibiendo esa misma omnipotencia de puertas afuera.
Nada nos detiene cuando soñamos un futuro, pero los problemas siempre vienen luego.
Normalmente, el destino siempre vence, pero puede perder más veces si somos capaces de convertir nuestras derrotas en victorias, es decir, si somos capaces de ver las cosas buenas en lo aparentemente adverso.
No hay mal que por bien no venga, se suele decir.
Y aunque las cosas no nos salgan como pensamos, siempre podemos sentarnos junto al mar e intentar repirar el efímero aroma que deja la espuma de cada ola mientras tomamos un buen vaso de vino.
Mañana volveremos a intentarlo... o quizá el perezoso vuelo de una gaviota nos traiga un diferente y mejor plan.
Eso es lo nuevo.
"Conocen los niños el cuento del rey Creso a propósito de esto; el cual, habiendo sido hecho prisionero por Ciro y condenado a muerte, a punto de ser ejecutado, exclamó: ¡Ay Solón! ¡Solón! Llegado esto a oidos de Ciro quién preguntó lo que quería decir contestóle que comprobaba entonces en sus propias carnes la advertencia que antaño le hiciera Solón acerca de que los hombres, por mucho que les sonría la fortuna, no pueden decirse felices hasta que haya transcurrido el último día de su existencia, a causa d ela inseguridad y volubilidad de las cosas humanas que con ligero movimiento pasan de un estado a otro muy distinto (...) Y parece que el destino esté a veces acechando hasta el mismísimo último día de nuestra vida, para hacer gala de su poder destruyendo en un momento lo que se ha construído en luengos años; y fuérzanos a gritar con Laberio: He vivido un día de más"
(Michel de Montaigne. Ensayos.)