martes, enero 29, 2013

HOLY MOTORS

Fascinante, buñuelesca y muy difícil de ver.

"Holy motors" es la nueva locura del loco director francés Leos Carax... sublime locura.

La historia nos cuenta un día entero en la vida de un misterioso personaje con nombre, señor Oscar, magníficamente interpretado por Denis Lavant, el actor de cabecera de Carax y como se suele decir alter ego del director.

Este personaje se dedica a recorrer Paris en una enorme limusina en cuyo interior tiene todo lo que necesita para encarnar una serie de personajes a los que interpreta en una serie de situaciones que nada tienen que ver la una con la otra: modelo, monstruo, padre de familia, mendigo.

Poco a poco, con cada hora que pasa, con cada personaje que encarna, el misterioso protagonista irá acumulando un melancólico cansancio que seguramente es de índole física, pero sin duda también metafísica, un cansancio que culmina en el revelador plano en que apura un último cigarro antes de entrar en la casa e interpretar su último personaje del día: el de padre de familia.

En esa sola secuencia se transparenta, junto a esa cansada melancolía, el absurdo de un modo de vivir que el protagonista parece aceptar de una manera resignada y consciente, como si vivir fuese aquel oficio destructor del que el poeta Pavese hablaba.

Y en esa nostalgia hay muchas cosas, pero sobre todo la nostalgia de una comunidad, de un colectivo al que realmente se pertenece y cuya pertenencia proporciona una identidad que se mantiene estable a lo largo de un día, a lo largo de los diferentes y deslabazados roles que, como un actor, el individuo desempeña a lo largo del día.

Y en este sentido este misterioso personaje se convierte en metáfora del hombre actual desprovisto del sólido sentido de la identidad que proporciona la conciencia de pertenecer a un colectivo y arrojado diariamente al absurdo de una vida que, como un ciego mecanismo sin fin, le propone el desempeño de diferentes tareas y obligaciones, de diferentes roles. que, como un espectáculo, se interpretan para un fantasmagórico público que nunca termina de estar presente.

"Holy Motors" es cine puro, generador de imágenes potentes... aunque, tras el ruido y la furia que generan otras imágenes mas sensacionales y sensacionalistas a lo largo de la película, la más potente de todas sea ese último cigarrillo que el protagonista se permite bajo el cada vez más insoportable peso del absurdo en que está sumido.

"Holy Motors" pone por obra ante los ojos del espectador un vacío, la imposibilidad de ser en el incesante baile de sucesivas máscaras que el absurdo de la realidad en que se muestran ordena como estilo de vida al protagonista, un estilo de vida que el personaje acepta con absoluta obediencia y profesionalidad aunque poco a poco el hecho de ser un profesional se la vaya quedando corto, demasiado corto.

Obra maestra.

sábado, enero 19, 2013


Delicadamente engarzado en su silencio,
con maneras de continente perdido
esperando la mirada y el momento de ser descubierto
se encontraba la exacta forma de su secreto.

Era como una huella abandonada sobre la arena,
contorno y limites existiendo de una forma vaga,
reflejo que deslumbra,
entreverado espejismo,
titilante luz apenas sentida en la distancia.

Un complejo misterio
cifrándose y descifrándose
en las vueltas y revueltas
de su simple y hermoso estar tendido
como recién lavado,
al mar, la arena y el viento

domingo, enero 13, 2013

Así es...

"La deshonestidad en el discurso político que padecemos los ciudadanos es formidable. Pretenden decirnos que no es así; que, bien al contrario, es muy honesto porque nos cuenta lo que pasa con rectitud. Como cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, comparece tristemente ante nosotros para anunciarnos que hace “lo único que puede hacer”.
En eso consiste la deshonestidad política: lo que se pretende es mantener la realidad, no transformarla. Se hacen discursos llenos de lo que alguien calificó muy felizmente como “acelerones en punto muerto”, que dejan el coche donde estaba y la realidad sin tocar."
(leer más)

viernes, enero 04, 2013

NICE & DRUNK

Sonaba la última canción
y ardía entre sus dedos el último cigarrillo.
Hasta el propio Gatsby había ya desaparecido,
dejando que la fiesta languideciera a su suerte,
abandonada a la deriva,
flotando como el naufragio
todavía por naufragar que en verdad era,
inexorablemente dirigida contra los acantilados
de un amanecer inevitable que ya destellaba
purpura, naranja y frambuesa en la lejanía.

Sonaba la última canción
y esa alucinación podría ser tan cierta
como el proteico y cambiante humo gris
que con lentitud exhalaban sus pulmones
como si no fueran suyos
y él ya no estuviera allí….

martes, enero 01, 2013


La ciudad está llena de oficinistas
que miran a un lado y a otro
cada vez que pasan una página
o trazan su firma, más o menos inteligible,
sobre el diario engaño del blanco papel
que se extiende ante sus ojos puntual cada mañana.

Y es perfectamente entendible…

Bajo el estimable peso de esos cientos de pequeñas palabras
que constantemente se pronuncian o escriben en su nombre,
pero que incesantemente  se les escapan de entre las manos
como arena del desierto o agua de la playa
temen que ninguna precaución baste
y terminen con la poca esperanza que les resta
devorada por uno de esos voraces animales de traje azul
que, si nada quieren, parecen tan humanos como ellos
pero que, si algo desean, agazapados les aguardan
tras la perfecta trama del respeto y los modales,
calculando incansables las probabilidades
y las posibilidades de todo,
sin tener jamás suficiente de nada
perfectamente lavados, planchados, peinados y vestidos.