sábado, septiembre 13, 2014

Fargo

En el momento en que escribo no recuerdo muy bien la película de los Hermanos Cohen en que se inspira esta serie de diez capítulos para la televisión.

Sólo recuerdo algo que la serie mantiene: el feeling inhóspito y solitario que transmite el frío paisaje del medio oeste norteño norteamericano, un paisaje que resume de manera poética un contenido que la serie transmite, a mi entender, con brillantez.

Se me aparece omnipresente en "Fargo" la nostalgia de una arcadia perdida, la nostalgia de una pérdida de valores que el comportamiento criminal de Lorne Malvo y Lester Nygaard, magníficos respectivamente Billy Bob Thornton y Martin Freeman,despliegan a lo largo de la historia convertidos en una suerte de maléficos Tom y Jerry .

Toda esa violencia, toda esa sangre impactan de manera demoledora sobre la mirada de personajes como el sheriff Oswalt o la oficial Solveson quienes desde el asombro intentan lidiar con una manera de ser y entender la vida que no tiene nada que ver con el deber ser que debería regir el comportamiento del individuo en una comunidad como la suya.

En ellos, hay siempre un punto de superación y desborde con respecto al mal que sucede en la puerta misma de sus casas, un mal contra el que parecen indefensos refugiados en la melancolía de una pérdida mientras al mismo tiempo, y como pueden, intentan combatirlo.

Este aspecto queda muy bien reflejado en esa historia que la oficial Solveson cuenta a un Nygaard que, por supuesto, es incapaz de entenderla. La historia de alguien que pierde un guante cogiendo un tren y ante la imposibilidad de recuperarlo decide tirar el otro con la esperanza de que quien encuentre el primer guante pueda encontrar los dos.

Este altruismo y esta generosidad brilla por su ausencia en una realidad que, en lugar de ser el escenario de esa utopía comunitaria de convivencia, es una jungla donde diariamente se celebra una deshábrida y fria ceremonia de persecución de intereses y necesidades que acerca a los humanos a la degradante condición de animal.

"Fargo" ahonda en un sentimiento de pérdida y destila una suerte de resignada melancolía ante lo inevitable del mal que relega al bien a una indefensa y precaria condición siempre amenazada, siempre en peligro.

Y tiene un punto de cuento terrible que un predicador podría bramar ante las nobles, buenas y humildes gentes de su parroquia, gente como la oficial Solveson y el sheriff Oswaldt, buenos hijos de dios obedientes y temerosos.

Brillante



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