domingo, enero 24, 2016

Too late blues

Tras la sorprendente y fresca aparición de "Shadows" en 1959, toda una rareza independiente creada desde Nueva York dentro de un cine norteamericano completamente orientado a lo industrial, John Cassavettes se inserta en el sistema y rueda para la Paramount esta "Too late blues" en 1961.

Y aunque se trata de un vehículo para el lucimiento de su protagonista, el cantante Bobby Darin, en "Too late blues" hay mucho del universo rico y complejo de Cassavettes.

Por un lado, y por lo que al contexto se refiere, la historia sucede en ese mundo bohemio y nocturno, multicultural e interracial, que era una de las señas de identidad de "Shadows".

La historia que Darin protagoniza es la historia de un músico que se vende como consecuencia de un fracaso sentimental.

Por otro, y pese a que la historia es bastante estereotipica y sumaria, poco interesante en definitiva, Cassavettes se las arregla para que resulte lo suficientemente interesante con lo que fue uno de sus talentos especiales: la sensibilidad para mostrar el conflicto emocional interno en sus personajes, un conflicto que es consecuencia directa de la duda y la desorientación que naturalmente genera el conflicto eterno entre realidad y deseo.

En este caso y por ejemplo, Cassavettes se las arregla para, en una película de estudio, construir, a través de Ghost (el personaje que Darin interpreta), una visión diferente y rupturista de los cánones de masculinidad que el cine presenta.

La escena en que, por ejemplo, Ghost rehusa tener sexo con Princess, después de haberla seducido según los canones tradicionales de masculinidad durante un par de secuencias anteriores abren un espacio para la complejidad, algo nada deseado en el cine industrial, y por lo tanto para la reflexión.

Pero también, el personaje de Princess, interpretado por Stella Stevens, es rico y complejo.

En definitiva, la lectura que Cassavettes hace de una clásica historia de chico encuentra chica, se pelean, separan y vuelven a encontrarse y toda la pesca asociada, permite que la complejidad del ser humano y, como consecuencia inevitable, de las relaciones entre humanos tenga la necesaria dimension intrincada y rica que tienen esos personajes tan dolientes que Cassavettes sabía dibujar y dar vida.

Aun sometiendose a los dictados del genero, el autor se las arregla para expresar su mundo a través de las convenciones del relato pautado que el genero siempre implica.

Y el resultado como siempre que se trata de Cassavettes interesa.

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