Nancy Meyers lo tiene muy claro.
Primero como escritora de guiones y posteriormente como responsable de la puesta en escena de esos guiones, tiene muy claro que a nadie le amarga un dulce.
Por eso, con mermelada, mazapán, leche condensada y bombones varios Meyers construye sus historias que siempre tienen las relaciones personales como punto de partida.
Y esta "El Becario" es el nuevo pastel de Meyers,
Nos cuenta la historia de un hombre mayor y de la influencia positiva que, como becario senior, con su experiencia y buen carácter, ejerce sobre un grupo de personas más jóvenes que él, especialmente sobre Jules, la supermujer que intenta conciliar vida personal con la laboral consistente en dirigir la empresa que ha contratado a ese becario.
Meyers trabaja con mimbres buenos.
La reivindicación de la experiencia en un mundo donde la juventud parece tener un valor absoluto. la redefinición del rol del hombre dentro de la comedia romántica... Y está muy bien que las mujeres definan su idea del hombre y la pongan por obra, pero Meyers lo recubre todo con azúcar glas y no va demasiado lejos entre otras cosas porque "El Becario" es un producto que necesita funcionar en las mayorías, circular entre ellas realizando valor.
Al final se impone el ternurismo y por supuesto la super-mujer no es tal y necesita de los hombres para encontrar un sentido cosa que no siempre sucede en el sentido contrario.
No obstante, insisto, me agradó ver al hombre ocupando un papel diferente al de creador de mundos y sentido que es el habitual en el imaginario simbólico de nuestra opulenta tribu occidental.
Algún día escribiremos historias en las que las mujeres no necesiten del hombre para existir en nuestro imaginario narrativo (porque en la vida real ya no nos necesitan).
Paciencia.
En cualquier caso, y una vez perdida la esperanza de estar ante una historia diferente, me concentré en ese fantástico enigma que es la extraña relación entre Robert De Niro y la comedia.
El Ben Whitakker que De Niro interpreta comparte una característica transversal con todos los personajes de comedia que el gran actor ha interpretado. Todos se caracterizan por una suerte de, como describirlo, resignado nihilismo y como si en el fondo reír y hacer reír no fueran con ellos demasiado.
Así, Ben Whitakker es interpretado por De Niro como si estuviese asistiendo por obligación a una fiesta en la que no le apetece nada estar.
Como si para el De Niro de "Malas Calles" o "Taxi Driver", la comedia fuese algo desagradable que de cuando en cuando hay que hacer.
Es curiosa y muy extraña la relación que De Niro tiene con la comedia queriendo siempre para sí el papel de payaso serio como si prefiriese lo salado y lo amargo frente a lo dulce.
No obstante, y aunque en alguna ocasión parezca que va a sacar un arma, se las arregla para sacar adelante a su personaje y dar la réplica a una estupenda Anne Hathaway a la que este tipo de papeles, muy emocionales, le van como anillo al dedo.
Justo lo opuesto a De Niro.
Si te gusta el dulce, no debes perderte "El Becario".
Primero como escritora de guiones y posteriormente como responsable de la puesta en escena de esos guiones, tiene muy claro que a nadie le amarga un dulce.
Por eso, con mermelada, mazapán, leche condensada y bombones varios Meyers construye sus historias que siempre tienen las relaciones personales como punto de partida.
Y esta "El Becario" es el nuevo pastel de Meyers,
Nos cuenta la historia de un hombre mayor y de la influencia positiva que, como becario senior, con su experiencia y buen carácter, ejerce sobre un grupo de personas más jóvenes que él, especialmente sobre Jules, la supermujer que intenta conciliar vida personal con la laboral consistente en dirigir la empresa que ha contratado a ese becario.
Meyers trabaja con mimbres buenos.
La reivindicación de la experiencia en un mundo donde la juventud parece tener un valor absoluto. la redefinición del rol del hombre dentro de la comedia romántica... Y está muy bien que las mujeres definan su idea del hombre y la pongan por obra, pero Meyers lo recubre todo con azúcar glas y no va demasiado lejos entre otras cosas porque "El Becario" es un producto que necesita funcionar en las mayorías, circular entre ellas realizando valor.
Al final se impone el ternurismo y por supuesto la super-mujer no es tal y necesita de los hombres para encontrar un sentido cosa que no siempre sucede en el sentido contrario.
No obstante, insisto, me agradó ver al hombre ocupando un papel diferente al de creador de mundos y sentido que es el habitual en el imaginario simbólico de nuestra opulenta tribu occidental.
Algún día escribiremos historias en las que las mujeres no necesiten del hombre para existir en nuestro imaginario narrativo (porque en la vida real ya no nos necesitan).
Paciencia.
En cualquier caso, y una vez perdida la esperanza de estar ante una historia diferente, me concentré en ese fantástico enigma que es la extraña relación entre Robert De Niro y la comedia.
El Ben Whitakker que De Niro interpreta comparte una característica transversal con todos los personajes de comedia que el gran actor ha interpretado. Todos se caracterizan por una suerte de, como describirlo, resignado nihilismo y como si en el fondo reír y hacer reír no fueran con ellos demasiado.
Así, Ben Whitakker es interpretado por De Niro como si estuviese asistiendo por obligación a una fiesta en la que no le apetece nada estar.
Como si para el De Niro de "Malas Calles" o "Taxi Driver", la comedia fuese algo desagradable que de cuando en cuando hay que hacer.
Es curiosa y muy extraña la relación que De Niro tiene con la comedia queriendo siempre para sí el papel de payaso serio como si prefiriese lo salado y lo amargo frente a lo dulce.
No obstante, y aunque en alguna ocasión parezca que va a sacar un arma, se las arregla para sacar adelante a su personaje y dar la réplica a una estupenda Anne Hathaway a la que este tipo de papeles, muy emocionales, le van como anillo al dedo.
Justo lo opuesto a De Niro.
Si te gusta el dulce, no debes perderte "El Becario".