Ucrania: Las consecuencias de un identidad fragmentada
Introducción Ucrania es, en muchos sentidos, un país frontera: una tierra donde convergen herencias históricas, religiosas y lingüísticas profundamente distintas. Desde su independencia en 1991, ha convivido con una dualidad estructural: una región occidental de raíz galiciana, nacionalista y proeuropea, y un oriente rusófono, con una cultura marcada por el legado soviético y los vínculos con Moscú. Esta tensión, latente durante décadas, se exacerbó tras el Euromaidán de 2014, y terminó por convertirse en un conflicto armado. Mientras tanto, Occidente, y en particular la OTAN, decidió utilizar esta Ucrania frágil y dividida como pieza de su estrategia geopolítica, sin atender a su complejidad interna. Este artículo propone una comparación con Bélgica, otro país marcado por profundas divisiones culturales e históricas. Pero a diferencia de Ucrania, Bélgica optó por institucionalizar la diferencia, desarrollando un modelo federal que, con todas sus tensiones, evitó el colapso del Estado...