Al fina, si uno lee y escucha a Pasolini, llega a la conclusión de que tenía razón.
Tanto las sociedades occidentales como la izquierda que él tanto criticaba se han convertido en algo bastante parecido a lo que el intelectual italiano describía ante el asombro y la incomprensión de sus contemporáneos.
El monstruo que él veía nacer, al final es... y nos está devorando lentamente lo poco de humanidad que nos queda.
El cineasta italo-estadounidense Abel Ferrara se propone en su "Pasolini" narrar de manera exhaustiva los dos últimos días en la vida del intelectual italiano y sobre todo consigue captar el espíritu que animaba el proceso de radicalización definitivo que Pier Paolo Pasolini pretendía imprimir a su arte y a su pensamiento.
En este sentido, el fundamental la entrevista inacabada que concede al periodista Furio Colombo la última tarde de su vida.
En un momento de ella sitúa su última película, la escandalosa "Saló o los 120 días de Sodoma", que estaba para intentar estrenarse pese a la censura, como la concreción de una toma de postura: la del escándalo como consecuencia de la negación de todo un estilo de vida, de una manera de concebir la existencia.
Pasolini dice que "Los pocos que han hecho la historia son aquellos que han dicho no, en absoluto los cortesanos y los ayudantes de los cardenales. El rechazo, para funcionar, debe ser grande, no pequeño, total, no sobre este o aquel punto, «absurdo», no de sentido común".
Sienta las bases de una radicalización de su postura que se puede seguir en sus "Escritos Corsarios", publicados en 1975 y que recogen sus colaboraciones periodísticas en los años precedentes. En ellos Pasolini vierte su lúdico y crítico punto de vista contra la sociedad y la cultura italiana, en trance de perder su personalidad y de ser devorada por cultura global del consumo, pero también contra una izquierda ensimismada en la buena conciencia mientras se deja llevar por los placeres tramposos de esa sociedad de consumo.
Antes que nadie Pasolini detecta la cruzada neoliberal, su lento apoderamiento de lo cultural, del imaginario simbólico de la sociedad y ante ello construye su Saló, un arma dirigida al mismo corazón de esa burguesía que por encima de todo busca mostrar el poder y la cosificación máxima de lo humano a través principalmente del sexo.
El famoso "Todos estamos en peligro" es el titular de la entrevista, un titular preclaro, pura verdad.
Estábamos entonces en peligro y quizá ahora ya lo estemos.
En cualquier caso, Ferrara de la mano de Maurizio Braucci, guionista habitual de Matteo Garrone, muestra con acierto los instantes últimos en la vida del intelectual. Su lectura atribulada y pesimista del destino de todas las cosas, lectura que se materializa en el borrador de un posible proyecto futuro al que Ferrara pone imágenes, un proyecto en el que ya no hay paraíso y sólo queda esperar a que algo pase.
Y en este sentido, y como texto, Pasolini me resulta brillante, inteligente, insertando al personaje en su cotidianidad pero al mismo tiempo profundizando a partir de esa superficie en el pensar y el sentir del protagonista abocado por coherencia a una radicalización casi de mártir en la conservadora tanto por la izquierda como por la derecha de la sociedad, política y cultura italiana.
Todos estamos en peligro pero el que se atreve a decir que el rey está desnudo lo está más y así ese último día en la vida de Pasolini, su proclamación del peligro y su propia muerte, se combinan para formar un perfecto mecanismo de verdad.
Prescindiendo de teorías conspiranoicas, la muerte violenta de Paolini era inevitable.
"Pasolini" es el retrato preciso y ajustado de un profeta que además fue un creador y un intelectual.
Brillante.
Tanto las sociedades occidentales como la izquierda que él tanto criticaba se han convertido en algo bastante parecido a lo que el intelectual italiano describía ante el asombro y la incomprensión de sus contemporáneos.
El monstruo que él veía nacer, al final es... y nos está devorando lentamente lo poco de humanidad que nos queda.
El cineasta italo-estadounidense Abel Ferrara se propone en su "Pasolini" narrar de manera exhaustiva los dos últimos días en la vida del intelectual italiano y sobre todo consigue captar el espíritu que animaba el proceso de radicalización definitivo que Pier Paolo Pasolini pretendía imprimir a su arte y a su pensamiento.
En este sentido, el fundamental la entrevista inacabada que concede al periodista Furio Colombo la última tarde de su vida.
En un momento de ella sitúa su última película, la escandalosa "Saló o los 120 días de Sodoma", que estaba para intentar estrenarse pese a la censura, como la concreción de una toma de postura: la del escándalo como consecuencia de la negación de todo un estilo de vida, de una manera de concebir la existencia.
Pasolini dice que "Los pocos que han hecho la historia son aquellos que han dicho no, en absoluto los cortesanos y los ayudantes de los cardenales. El rechazo, para funcionar, debe ser grande, no pequeño, total, no sobre este o aquel punto, «absurdo», no de sentido común".
Sienta las bases de una radicalización de su postura que se puede seguir en sus "Escritos Corsarios", publicados en 1975 y que recogen sus colaboraciones periodísticas en los años precedentes. En ellos Pasolini vierte su lúdico y crítico punto de vista contra la sociedad y la cultura italiana, en trance de perder su personalidad y de ser devorada por cultura global del consumo, pero también contra una izquierda ensimismada en la buena conciencia mientras se deja llevar por los placeres tramposos de esa sociedad de consumo.
Antes que nadie Pasolini detecta la cruzada neoliberal, su lento apoderamiento de lo cultural, del imaginario simbólico de la sociedad y ante ello construye su Saló, un arma dirigida al mismo corazón de esa burguesía que por encima de todo busca mostrar el poder y la cosificación máxima de lo humano a través principalmente del sexo.
El famoso "Todos estamos en peligro" es el titular de la entrevista, un titular preclaro, pura verdad.
Estábamos entonces en peligro y quizá ahora ya lo estemos.
En cualquier caso, Ferrara de la mano de Maurizio Braucci, guionista habitual de Matteo Garrone, muestra con acierto los instantes últimos en la vida del intelectual. Su lectura atribulada y pesimista del destino de todas las cosas, lectura que se materializa en el borrador de un posible proyecto futuro al que Ferrara pone imágenes, un proyecto en el que ya no hay paraíso y sólo queda esperar a que algo pase.
Y en este sentido, y como texto, Pasolini me resulta brillante, inteligente, insertando al personaje en su cotidianidad pero al mismo tiempo profundizando a partir de esa superficie en el pensar y el sentir del protagonista abocado por coherencia a una radicalización casi de mártir en la conservadora tanto por la izquierda como por la derecha de la sociedad, política y cultura italiana.
Todos estamos en peligro pero el que se atreve a decir que el rey está desnudo lo está más y así ese último día en la vida de Pasolini, su proclamación del peligro y su propia muerte, se combinan para formar un perfecto mecanismo de verdad.
Prescindiendo de teorías conspiranoicas, la muerte violenta de Paolini era inevitable.
"Pasolini" es el retrato preciso y ajustado de un profeta que además fue un creador y un intelectual.
Brillante.