SUPERMAN RETURNS
1
¡Uf!
La verdad es que no se para qué ha regresado Superman... Bueno. Sí, lo se... Todos lo sabemos.
Supongo que las intenciones eran otras, pero el resultado deja mucho que desear. Ante mis encallecidos ojos de cinéfilo empedernido ocurría una sucesión de tópicos y lugares comunes engarzados con una nada dismulada desgana y protagonizados por un Superman que más parece un limpiador de piscinas de la serie Mujeres Desesperadas que un auténtico superhéroe.
Nada de nada.
Otro producto desalmado, resultado de una rutina, la que impone una industria y su necesidad de obtener beneficios fabricando como enormes y costosas rosquillas los productos que son la razón de ser de su negocio.
Un modelo de hacer cine quizá empiece a agotarse: el de hacer películas sin basarlas en buenas historias y buenos personajes, sólo haciendo descansar su eficacia en el virtuosismo técnico y la espectacularidad de los efectos especiales.
2
Lo único que me resultó interesante es el momento en que, en la azotea del edificio del Daily Planet, Lois Lane se descalza para volar una vez más de la mano del hombre de hierro.
Apenas quince segundos de metraje...
3
Los actores parecen desdibujados, como aplastados por toda la maquinaria técnica de la producción. En absoluto dan lo mejor de si mismos. Se limitan a decir sus líneas y esperar que todo termine para poder regresar a casa. Quizá, en el buzón les espere algún guión interesante.
Incluido, por supuesto, Kevin Spacey... cuya presencia resulta decepcionante.
4
La historia es absurda.
Brian Singer, su director, intenta presentarnos un superman agobiado por las cargas propias de su condición (todos tenemos problemas, tío) y lo cierto es que debe ser agotador. Tener que aparecer en el último momento para recoger un albañil que se cae de lo alto de un rascacielos en Hamburgo para acto seguido tener que apagar un incendio que amenaza a una escuela en Bombay debe ser agotador hasta para un superhombre como él, pero lo cierto es que -y a la pálida luz nocturna de mi personal entender (¡toma ya frase de tango triste!)- ese intento de humanizar al personaje revela el cartón piedra que se esconde tras él.
Le hace definitivamente poco creíble.
Lo siento fans.
La fórmula le dió resultados con los Hombres X, pero creo que no funciona con Supermán. Principalmente, por las propias características imposibles del personaje.
Los hombres X se defienden, luchan con otros mutantes. No quieren salvar al mundo y en su modestia hacen posible una cierta solemnización de sus circunstancias en busca de discursos más profundos como el de la reivindicaicón de la diferencia. Pero, Superman.... Superman nos tiene que salvar a todos y cada uno de nosotros, los habitantes de Metrópolis, de todas las desgracias que nos acechan.
Incluso sin necesidad de que aparezca un supervillano como Lex Luthor para joderlo más, el mundo ya es lo suficientemente complicado.
Y por ahí la historia empieza a fracasar... No hablemos ya de la anécdota, del plan de Lex Luthor de montar una Marbella en medio del oceano atlántico.
Definitivamente, el tratamiento más humorístico que tuvo el proyecto que dirigió Richard Donner en 1978 le va más al personaje y le esfuerzos de luthor por convertirse en un especulador global hubieran encajado mejor con la interpretación del villano que el muy grande Gene Hackman llevó acabo en aquella película: sencillamente, como con dos whiskys de más y como asumiendo de una forma histérica, pero elegante su eterna condición de antagonista fracasado. No puedo ganarle pero tampoco pudeo dejar de retarle.
El Luthor de Spacey lo lleva peor.... y además su chica es mucho más fea que la Eva Teschmacher que interpretara la neumática Valerie Perrine.
Y además falta el estupendo Ned Beatty para terminar de convertir al Luthor de Hackman en el miembro más relevante de lo que en realidad es un dúo cómico-terrorista.
La seriedad y la grandilocuencia no van con Superman. La deconstrucción, tampoco, porque sólo se trata de un caso más de rico que llora.
5
Los dialogos rancios y carentes de profundidad no ayudan en nada a la sucesión de tópicos que componen como un collar de "dejavus" la acción de la aventura , entre ellos el del avión que parece que va a estrellarse pero que enseguida y regresando del fuera de campo remonta el vuelo y por dos veces o el del novio comprensivo procedente de la más rancia comedia romántica.
Un villano intepretado por Kevin Specey bien merecería la escritura de alguna réplica interesante...
6
En fin, ni un sólo atisbo de inteligencia.
Nada de nada.
Hubo una época en que el cine ayudaba a la gente a pasar de una forma entretenida y agradable los malos o buenos tiempos -fue el único consuelo para los americanos durante los años de la Gran Depresión-, ahora, y con películas como Superman Returns empieza a hacérnoslo perder.
7
Ya hay en marcha una secuela. Su estreno está previsto para el 2009..... Quizá ya no exista el cine para entonces.
jueves, julio 13, 2006
miércoles, julio 12, 2006
En mis manos hay un dossier sobre el cine de terror contemporáneo. En su encabezamiento hay una frase extraída de una famosa novela gótica "The haunting of Hill House":
"Ningún organismo puede subsistir mucho tiempo, sin volverse loco, en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y los saltamontes, suponen algunos, sueñan".
Me pregunto si será verdad.
Pienso en las personas que se definen como prácticas y realistas, pero enseguida me seduce la idea del soñar despierto, de las esperanzas y las ilusiones, de su insoportable levedad, y el fundamento antropológico de su absoluta necesidad.
Imagino como sonámbulos a todos aquellos que persiguen su esperanza en el mayor o menor espacio de tiempo que separa el primer respirar del último.
No se equivoca Calderón de la Barca.
La vida es sueño.
"Ningún organismo puede subsistir mucho tiempo, sin volverse loco, en unas condiciones de realidad absoluta; incluso las alondras y los saltamontes, suponen algunos, sueñan".
Me pregunto si será verdad.
Pienso en las personas que se definen como prácticas y realistas, pero enseguida me seduce la idea del soñar despierto, de las esperanzas y las ilusiones, de su insoportable levedad, y el fundamento antropológico de su absoluta necesidad.
Imagino como sonámbulos a todos aquellos que persiguen su esperanza en el mayor o menor espacio de tiempo que separa el primer respirar del último.
No se equivoca Calderón de la Barca.
La vida es sueño.
Tengo que confesarlo.
Mi parte oscura, la auto-destructiva, comprende el cabezazo de Zidane a Materazzi.
Sabes que te van a expulsar, que vas a perjudicar a tu equipo y a ti mismo, que no debes ceder a las provocaciones pero ese italiano ha cruzado la línea que en cada momento separa el bien del mal.
En ese momento lo demás no importa.
Controlo mi destino. Igual que lo construyo puedo destruirlo. También soy el puto dueño de mi fracaso, de mi furia y mi dolor.
Ni mi madre ni mi hermana son unas putas ni tampoco yo soy un sucio terrorista.
Una copa del mundo no merece mi indiferencia ante el insulto, la fria indiferencia de los formales ante la diaria y cotidiana abominación.
Soy Zinedine Zidane y mi libro ya está escrito.
Había pensado en otro final, pero...
¿Un cabezazo en el pecho?
¿Por qué no?
Mi parte oscura, la auto-destructiva, comprende el cabezazo de Zidane a Materazzi.
Sabes que te van a expulsar, que vas a perjudicar a tu equipo y a ti mismo, que no debes ceder a las provocaciones pero ese italiano ha cruzado la línea que en cada momento separa el bien del mal.
En ese momento lo demás no importa.
Controlo mi destino. Igual que lo construyo puedo destruirlo. También soy el puto dueño de mi fracaso, de mi furia y mi dolor.
Ni mi madre ni mi hermana son unas putas ni tampoco yo soy un sucio terrorista.
Una copa del mundo no merece mi indiferencia ante el insulto, la fria indiferencia de los formales ante la diaria y cotidiana abominación.
Soy Zinedine Zidane y mi libro ya está escrito.
Había pensado en otro final, pero...
¿Un cabezazo en el pecho?
¿Por qué no?
miércoles, julio 05, 2006
ITALIA-ALEMANIA
Acabo de volver a ver la prórroga de esta espléndida semifinal del mundial, un choque de trenes entre dos expresos continentales y el juego tuvo el inmenso poder de emocionarme como si lo estuviera viendo por primera vez, como si fuera ayer.
Algunas reflexiones:
1
Los mejores partidos, los que se recuerdan, jamás pasan a la memoria por el buen juego de los contendientes. Lo que permenece es la emoción, la virtualidad de ambas posibilidades de éxito casi hasta el último instante. La trascendencia está en la emoción, en la incertidumbre a la que se someten veintidos hombres dando lo mejor de si mismos, desafiando los mil y un azares del destino, intentando continuar un paso más en la competencia.
El fútbol es como la vida o la vida es como el futbol... No se. Lo único que tengo claro es que la grandeza está ahí, en la brillante emoción intensa que ofrece un partido de ida y vuelta donde uno tiene la impresión que todo es posible, aunque sólo uno puede continuar.
Mientras el buen futbol sirve para recordar a los buenos jugadores, la emoción aparece para recordar los buenos partidos. Sus imágenes se graban como hierro candente en algún lugar privilegiado de la memoria. Tienen la suficiente fuerza para hacerlo.
2
Nadie celebra los goles como los italianos.
En mi memoria está presente el desencajado grito extático de otro italiano, Tardelli, tras anotar el gol que ponía por delante a su selección en la final del mundial 82.
La desencajada emoción de Grosso en el partido ayer se le parecía mucho.
Históricamente se acusa -con razón- a Italia de practicar un fútbol defensivo y rácano, pero no recuerdo emociones como las de Tradelli y Grosso vestidas con otras camisetas. Quizá porque ese estilo de juego les lleva a valorar el hecho salvador del gol como nadie. No lo se... Pero los gritos de Tardelli y Grosso ahí quedan.
3
Los alemanes nunca pierden la cara a los partidos.
En el interior de cada uno de ellos parece anidar una especie de mecánica de constancia, confianza y esfuerzo que les hace casi invencibles.
La prórroga de los cuartos de final contra Argentina pasó factura a los Alemanes, pero aún así aguantaron hasta el final, hasta el último minuto y hasta el último hombre.
No están ahí por casualidad.
Siempre cumplen.
(Uno puede contar siempre con que un alemán cumplirá su palabra. En Waterloo Wellington se atrincheró y aguantó a las tropas de Napoleón en una posición difícil a la espera de que el prusiano Blücher cumpliera con su promesa de llegar con refuerzos... y llegó)
Jamás se derrotan.
Uno tiene que ganarles.
Hay algo superior en ellos, incluso en la derrota.
La imagen de Metzelder tras el pitido final, de rodillas, como encajando el golpe de la eliminación con la misma actitud con la que había jugado el partido me resulta potente, casi religiosa.
4
Animicamente y futbolísticamente, el esfuerzo de Italia descansó sobre los hombros de Gattuso. En el peor momento del partido, cuando los alemanes presionaban a Pirlo para ahogar el fútbol italiano y dejaban el balón para el pequeño y rocoso futbolista del Milán, éste no le perdió la cara al momento y se hechó sobre sus enormes espaldas y su inmenso corazón el juego de la selección.
Gattuso sacó el balón jugado -como pudo pero lo sacó-, se multiplicó en defensa saliendo a todo alemán que se atreviera a cruzar los tres cuartos de su campo y protegió las espaldas de la vanguardia ofensiva de su equipo.
Incansable, duro, potente, generoso en el esfuerzo, sacrificado, eficaz, Gattuso se reivindicó como un gran futbolista, un profesional cuyo ámbito de actuación no es la fantasía de la inspirada línea de pase descubierta o el toque inteligente de balón o el gol sino el esfuerzo y la emoción, la catársis y la entrega.
Todos los equipos necesitan un Gattuso, alguien que trace una línea y decida que nadie va a dar un paso atrás, que entre en el cuerpo a cuerpo para equilibrar un paretido a golpes de sudor y fuerza.
Todos los equipos necesitan un Gattuso para cuando las cosas no salen como están planeadas y los futbolistas de calidad y toque son arrollados por el mejor juego del otro equipo. La de ayer era la cita de Gattuso con su propia historia y como era de esperar no se escondió. El sólo aguantó como pudo las embestidas alemanas y mantuvo fisicamente a su equipo ante una Alemania que deseperadamente se desangraba como un toro bravo.
Cuando el árbitro mejicano pitó el final del encuentro, Gattuso se dejó caer sobre el cesped. No tenía fuerzas ni para correr a abrazarse con sus compañeros. Sólo su entrenador, el frio Lippi, sabía de la importancia de su esfuerzo y corrió a levantarle. Aparte de los abrazos de rigore, ese fue el único gesto diferente que Lippi tuvo con algún jugador italiano.
No hagan caso de Valdano, Gattuso fue el héroe del encuentro.
5
Viendo jugar a Alemanes e Italianos, asistiendo emocionado a la consitencia tanto individual como grupal que muestran ambos equipos, a la pesonalidad y al sentido del juego, comprendo por qué nunca nuestra selección no ha hecho nada en un mundial.
Aún nos falta mucho, tanto que quizá nunca lo consigamos.
A nuestros jugadores aún les faltan un par de hervores.
Hay otro fútbol que no sabemos jugar.
Tenemos jugadores de fútbol, pero no futbolistas y los equipos campeones del mundo los componen siempre veintidos futbolistas.
Acabo de volver a ver la prórroga de esta espléndida semifinal del mundial, un choque de trenes entre dos expresos continentales y el juego tuvo el inmenso poder de emocionarme como si lo estuviera viendo por primera vez, como si fuera ayer.
Algunas reflexiones:
1
Los mejores partidos, los que se recuerdan, jamás pasan a la memoria por el buen juego de los contendientes. Lo que permenece es la emoción, la virtualidad de ambas posibilidades de éxito casi hasta el último instante. La trascendencia está en la emoción, en la incertidumbre a la que se someten veintidos hombres dando lo mejor de si mismos, desafiando los mil y un azares del destino, intentando continuar un paso más en la competencia.
El fútbol es como la vida o la vida es como el futbol... No se. Lo único que tengo claro es que la grandeza está ahí, en la brillante emoción intensa que ofrece un partido de ida y vuelta donde uno tiene la impresión que todo es posible, aunque sólo uno puede continuar.
Mientras el buen futbol sirve para recordar a los buenos jugadores, la emoción aparece para recordar los buenos partidos. Sus imágenes se graban como hierro candente en algún lugar privilegiado de la memoria. Tienen la suficiente fuerza para hacerlo.
2
Nadie celebra los goles como los italianos.
En mi memoria está presente el desencajado grito extático de otro italiano, Tardelli, tras anotar el gol que ponía por delante a su selección en la final del mundial 82.
La desencajada emoción de Grosso en el partido ayer se le parecía mucho.
Históricamente se acusa -con razón- a Italia de practicar un fútbol defensivo y rácano, pero no recuerdo emociones como las de Tradelli y Grosso vestidas con otras camisetas. Quizá porque ese estilo de juego les lleva a valorar el hecho salvador del gol como nadie. No lo se... Pero los gritos de Tardelli y Grosso ahí quedan.
3
Los alemanes nunca pierden la cara a los partidos.
En el interior de cada uno de ellos parece anidar una especie de mecánica de constancia, confianza y esfuerzo que les hace casi invencibles.
La prórroga de los cuartos de final contra Argentina pasó factura a los Alemanes, pero aún así aguantaron hasta el final, hasta el último minuto y hasta el último hombre.
No están ahí por casualidad.
Siempre cumplen.
(Uno puede contar siempre con que un alemán cumplirá su palabra. En Waterloo Wellington se atrincheró y aguantó a las tropas de Napoleón en una posición difícil a la espera de que el prusiano Blücher cumpliera con su promesa de llegar con refuerzos... y llegó)
Jamás se derrotan.
Uno tiene que ganarles.
Hay algo superior en ellos, incluso en la derrota.
La imagen de Metzelder tras el pitido final, de rodillas, como encajando el golpe de la eliminación con la misma actitud con la que había jugado el partido me resulta potente, casi religiosa.
4
Animicamente y futbolísticamente, el esfuerzo de Italia descansó sobre los hombros de Gattuso. En el peor momento del partido, cuando los alemanes presionaban a Pirlo para ahogar el fútbol italiano y dejaban el balón para el pequeño y rocoso futbolista del Milán, éste no le perdió la cara al momento y se hechó sobre sus enormes espaldas y su inmenso corazón el juego de la selección.
Gattuso sacó el balón jugado -como pudo pero lo sacó-, se multiplicó en defensa saliendo a todo alemán que se atreviera a cruzar los tres cuartos de su campo y protegió las espaldas de la vanguardia ofensiva de su equipo.
Incansable, duro, potente, generoso en el esfuerzo, sacrificado, eficaz, Gattuso se reivindicó como un gran futbolista, un profesional cuyo ámbito de actuación no es la fantasía de la inspirada línea de pase descubierta o el toque inteligente de balón o el gol sino el esfuerzo y la emoción, la catársis y la entrega.
Todos los equipos necesitan un Gattuso, alguien que trace una línea y decida que nadie va a dar un paso atrás, que entre en el cuerpo a cuerpo para equilibrar un paretido a golpes de sudor y fuerza.
Todos los equipos necesitan un Gattuso para cuando las cosas no salen como están planeadas y los futbolistas de calidad y toque son arrollados por el mejor juego del otro equipo. La de ayer era la cita de Gattuso con su propia historia y como era de esperar no se escondió. El sólo aguantó como pudo las embestidas alemanas y mantuvo fisicamente a su equipo ante una Alemania que deseperadamente se desangraba como un toro bravo.
Cuando el árbitro mejicano pitó el final del encuentro, Gattuso se dejó caer sobre el cesped. No tenía fuerzas ni para correr a abrazarse con sus compañeros. Sólo su entrenador, el frio Lippi, sabía de la importancia de su esfuerzo y corrió a levantarle. Aparte de los abrazos de rigore, ese fue el único gesto diferente que Lippi tuvo con algún jugador italiano.
No hagan caso de Valdano, Gattuso fue el héroe del encuentro.
5
Viendo jugar a Alemanes e Italianos, asistiendo emocionado a la consitencia tanto individual como grupal que muestran ambos equipos, a la pesonalidad y al sentido del juego, comprendo por qué nunca nuestra selección no ha hecho nada en un mundial.
Aún nos falta mucho, tanto que quizá nunca lo consigamos.
A nuestros jugadores aún les faltan un par de hervores.
Hay otro fútbol que no sabemos jugar.
Tenemos jugadores de fútbol, pero no futbolistas y los equipos campeones del mundo los componen siempre veintidos futbolistas.
lunes, julio 03, 2006
Terrible texto...
"En la historia y en la vida, parece a veces discernirse una ley feroz que reza: «a quien tiene, le será dado; a quien no tiene, le será quitado». En el Lager, donde el hombre está solo y la lucha por la vida se reduce a su mecanismo primordial, esta ley inicua está abiertamente en vigor, es reconocida por todos. Con los adaptados, con los individuos fuertes y astutos, los mismos jefes mantienen con gusto relaciones, a veces casi de camaradas, porque tal vez esperan obtener más tarde alguna utilidad. Pero a los «musulmanes», a los hombres que se desmoronan, no vale la pena dirigirles la palabra, porque ya se sabe que se lamentarán y contarán lo que comían en su casa. Vale menos aún la pena hacerse amigo suyo, porque no tienen en el campo amistades ilustres, no comen nunca raciones extras, no trabajan en Kommandos ventajosos y no conocen ningún modo secreto de organizarse. Y, finalmente, se sabe que están aquí de paso y que dentro de unas semanas no quedará de ellos más que un puñado de cenizas en cualquier campo no lejano y, en un registro, un número de matrícula vencido. Aunque englobados y arrastrados sin descanso por la muchedumbre innumerable de sus semejantes, sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie. "
(Primo Levi, Si esto es un hombre)
"En la historia y en la vida, parece a veces discernirse una ley feroz que reza: «a quien tiene, le será dado; a quien no tiene, le será quitado». En el Lager, donde el hombre está solo y la lucha por la vida se reduce a su mecanismo primordial, esta ley inicua está abiertamente en vigor, es reconocida por todos. Con los adaptados, con los individuos fuertes y astutos, los mismos jefes mantienen con gusto relaciones, a veces casi de camaradas, porque tal vez esperan obtener más tarde alguna utilidad. Pero a los «musulmanes», a los hombres que se desmoronan, no vale la pena dirigirles la palabra, porque ya se sabe que se lamentarán y contarán lo que comían en su casa. Vale menos aún la pena hacerse amigo suyo, porque no tienen en el campo amistades ilustres, no comen nunca raciones extras, no trabajan en Kommandos ventajosos y no conocen ningún modo secreto de organizarse. Y, finalmente, se sabe que están aquí de paso y que dentro de unas semanas no quedará de ellos más que un puñado de cenizas en cualquier campo no lejano y, en un registro, un número de matrícula vencido. Aunque englobados y arrastrados sin descanso por la muchedumbre innumerable de sus semejantes, sufren y se arrastran en una opaca soledad íntima, y en soledad mueren o desaparecen, sin dejar rastros en la memoria de nadie. "
(Primo Levi, Si esto es un hombre)
jueves, junio 22, 2006
LA VOLPE
El entrenador de la selección mejicana de fútbol se llama Ricardo LaVolpe. Es argentino, pero parece un personaje sacado de una película de Peckinpah con su rostro duro y masculino, con su apariencia peligrosa y desgastada que quizá esconda el negro brillar de una cierta fragilidad que ya revienta las costuras polvorientas de un alma mil y una veces perdida y reencontrada.
Perfectamente podría haber disparado contra el árbitro metrosexual que escatimó un penalty a su equipo.
Perfectamente podría haber sacado una sucia botella de tequila caliente y haberla vaciado allí mismo con grandes y glotones tragos antes de agotar su última bala sacando otro delantero.
Lo veo cabalgando con el Grupo Salvaje camino de la ninguna parte desde la que un día vinieron.
Su equipo perdió con Portugal, pero siempre atacó... incluso con un jugador menos.
¿Por qué no?
Lo importante es no ceder, seguir siendo uno mismo hasta que la vida -en este caso la competición- le lleve a uno por delante y que gane el mejor.
El entrenador de la selección mejicana de fútbol se llama Ricardo LaVolpe. Es argentino, pero parece un personaje sacado de una película de Peckinpah con su rostro duro y masculino, con su apariencia peligrosa y desgastada que quizá esconda el negro brillar de una cierta fragilidad que ya revienta las costuras polvorientas de un alma mil y una veces perdida y reencontrada.
Perfectamente podría haber disparado contra el árbitro metrosexual que escatimó un penalty a su equipo.
Perfectamente podría haber sacado una sucia botella de tequila caliente y haberla vaciado allí mismo con grandes y glotones tragos antes de agotar su última bala sacando otro delantero.
Lo veo cabalgando con el Grupo Salvaje camino de la ninguna parte desde la que un día vinieron.
Su equipo perdió con Portugal, pero siempre atacó... incluso con un jugador menos.
¿Por qué no?
Lo importante es no ceder, seguir siendo uno mismo hasta que la vida -en este caso la competición- le lleve a uno por delante y que gane el mejor.
REIVINDICACION
Viajando con mi mando a distancia por los canales de televisión topo de bruces con el familiar rostro de Manolo "eldelbombo" (no se cómo escribirlo).
El personaje lleva puesta la camiseta de la selección, pero esta vez no está aporreando su bombo en la grada. Cómodamente sentado en un sofá habla sobre sí mismo, que es lo mismo que hablar de fútbol, mientras él y su entrevistador francés ven un partido de Francia.
No se por qué decido quedarme, pero el caso es que decido escucharle para descubrir con asombro que lo ha dejado todo por el fútbol y, lo que es peor y con áún más asombro, que le han dejado por el futbol.
La historia es ésta: Manolo regresó un día de un partido de la selección y su familia no estaba en casa. Se había marchado.
Simple y clara.
No se cómo tomarmelo.
Podría vituperarle como seguramente haría la mayoría de la gente, después de todo el fútbol no es tan importante, pero enseguida mi fracaso me susurra al oído que debo comprenderle.
Primero, porque es uno quién debe decidir qué es lo importante en su vida (y muchos que se rien de Manolo y su bombo se morirán sin llegar a saberlo, seguramente con la satisfacción interna de haber sido correectos y formales)
Segundo, porque creo que no debo lamentar algo que ni siquiera el propio interesado parece lamentar... porque Manolo enseguida deja de lado su posible, y políticamente correcta, tragedia personal y se pone a hablar de fútbol y los ojos se le iluminan con una jugada de Henry.
Y de la mano de Manolo y su bombo llego a James Joyce, a las palabras finales de Gabriel en su relato corto "Los Muertos":
"Mejor pasar temerariamente a ese otro mundo en plena gloria de una pasión, que decaer y ajarse funestamente con la edad"
Es cierto.
En sus palabras late la plena gloria de una pasión.
Desde este blog reinvindico a Monolo y su pasión ciega por el fútbol y nuestra selección.
Esa ha sido su elección.
Viajando con mi mando a distancia por los canales de televisión topo de bruces con el familiar rostro de Manolo "eldelbombo" (no se cómo escribirlo).
El personaje lleva puesta la camiseta de la selección, pero esta vez no está aporreando su bombo en la grada. Cómodamente sentado en un sofá habla sobre sí mismo, que es lo mismo que hablar de fútbol, mientras él y su entrevistador francés ven un partido de Francia.
No se por qué decido quedarme, pero el caso es que decido escucharle para descubrir con asombro que lo ha dejado todo por el fútbol y, lo que es peor y con áún más asombro, que le han dejado por el futbol.
La historia es ésta: Manolo regresó un día de un partido de la selección y su familia no estaba en casa. Se había marchado.
Simple y clara.
No se cómo tomarmelo.
Podría vituperarle como seguramente haría la mayoría de la gente, después de todo el fútbol no es tan importante, pero enseguida mi fracaso me susurra al oído que debo comprenderle.
Primero, porque es uno quién debe decidir qué es lo importante en su vida (y muchos que se rien de Manolo y su bombo se morirán sin llegar a saberlo, seguramente con la satisfacción interna de haber sido correectos y formales)
Segundo, porque creo que no debo lamentar algo que ni siquiera el propio interesado parece lamentar... porque Manolo enseguida deja de lado su posible, y políticamente correcta, tragedia personal y se pone a hablar de fútbol y los ojos se le iluminan con una jugada de Henry.
Y de la mano de Manolo y su bombo llego a James Joyce, a las palabras finales de Gabriel en su relato corto "Los Muertos":
"Mejor pasar temerariamente a ese otro mundo en plena gloria de una pasión, que decaer y ajarse funestamente con la edad"
Es cierto.
En sus palabras late la plena gloria de una pasión.
Desde este blog reinvindico a Monolo y su pasión ciega por el fútbol y nuestra selección.
Esa ha sido su elección.
miércoles, junio 21, 2006
Podría detenerse.
Volver a pensar las cosas de nuevo.
Porque, a estas alturas de su vida, si hay algo que tenga de sobra es tiempo.
Ahora la mismo la carretera es una larga e interminable recta proyectada hacia el infinito horizonte inalcanzable y su corazón no aguarda nada nuevo del más allá que encierra.
Acaba de comprenderlo.
Ha dejado de esperar.
De repente se ha hecho viejo.
Por unos instantes su cansado corazón se le encoje en el pecho.
Podría detenerse, pero no lo hace.
Pisa el acelerador y agarra con más fuerza el volante.
Ha dejado de esperar, pero tampoco sería la primera vez que se equivocase.
El marcador de velocidad sobrepasa los ciento cuarenta.
El horizonte sigue igual de lejos.
Volver a pensar las cosas de nuevo.
Porque, a estas alturas de su vida, si hay algo que tenga de sobra es tiempo.
Ahora la mismo la carretera es una larga e interminable recta proyectada hacia el infinito horizonte inalcanzable y su corazón no aguarda nada nuevo del más allá que encierra.
Acaba de comprenderlo.
Ha dejado de esperar.
De repente se ha hecho viejo.
Por unos instantes su cansado corazón se le encoje en el pecho.
Podría detenerse, pero no lo hace.
Pisa el acelerador y agarra con más fuerza el volante.
Ha dejado de esperar, pero tampoco sería la primera vez que se equivocase.
El marcador de velocidad sobrepasa los ciento cuarenta.
El horizonte sigue igual de lejos.
viernes, junio 16, 2006
"Cosmópolis" de Stephen Toulmin está siendo un libro de lectura estimulante. Su objetivo es explicar la aparición de Descartes y su radical preocupación por encontrar un método que procurase a quién lo siguiera certezas absolutas.
El salto que lleva a la historia de la filosofía de Montaigne y su esceptecismo acerca de la posibilidad de un conocimiento absoluto a Descartes y su infalible método productor de dertezas absolutas es grande. Ambos pesonajes se representan a sí mismos, pero también son -para el autor- personajes representativos de dos sensibilidades diferentes y contrapuestas.
Toulmin se pregunta por qué la actitud cartesiana prendió tan profundamente en la europa de principios del siglo XVII y las razones que encuentra son históricas. La Europa de aquella época era la insegura Europa de la Guerra de los 30 años, la de las guerras de religión entre católicos y protestantes.
Los fanáticos habían derrotado todos los intentos de los hombres cabales por evitar el conflicto, uno de ellos fue Enrique IV de Francia. Primero fue protestante y luego se convirtió al catolicismo para obtener el trono de Francia, suya es la frase "Paris bien vale una misa". Todo su reinado fue uno de los primeros intentos por desarrollar un poder público en el que cupieran tanto protestantes como católicos, respetuoso con las conciencias. Desgraciadamente, fue asesinado por los fanáticos poseídos por el demonio de su certeza absoluta y su muerte introdujo un elemento definitivo de inestabilidad que llevó a una larga época de guerra.
Enrique IV fue uno de los últimos depositarios del espíritu hedonista y relativista de Montaigne, un espíritu que fue borrado por la pugna entre los fanáticos de uno y otro bando... lo que me llevó a pensar que en muchos casos los conflictos no se producen entre ideas sino entre los fanáticos que se sienten depositarios de una idea vivida como certeza absoluta.
Intolerancia.
En una época como aquella en que los hombres cabales de uno y otro bando eran asesinados o carecían de los arrestos precisos para enfrentarse a sus propios fanáticos, la época de la Guerra de los 30 años, un momento en el que sólo una idea podría quedar en pie, lo único que un hombre cabal podía hacer era encargarse de buscar un método que garantizase el encuentro por medios racionales de la verdad.
Mientras los hombres como Montaigne podían perfectamente convivir en un mundo donde existiesen tantas verdades como personas, los hombres como Descartes sólo podían existir en un mundo donde existiese una sóla verdad, generalmente la propia.
De qué nos sirve la verdad, si no tenemos a nadie con quién compartirla.
La tristeza de esa soledad es un elemento consustancial al Barroco, la tristeza del hombre que se sabe sólo ante Dios y lejos de la relativa alegría de los jardines renacentistas.
La gravedad del hombre abrumado por la tremenda responsabilidad de saberse en lo cierto es otro elemento consustancial del espíritu del barroco.
De vez en cuando, un poco más de Montaigne y un poco menos de Descartes no nos vendría mal.
El salto que lleva a la historia de la filosofía de Montaigne y su esceptecismo acerca de la posibilidad de un conocimiento absoluto a Descartes y su infalible método productor de dertezas absolutas es grande. Ambos pesonajes se representan a sí mismos, pero también son -para el autor- personajes representativos de dos sensibilidades diferentes y contrapuestas.
Toulmin se pregunta por qué la actitud cartesiana prendió tan profundamente en la europa de principios del siglo XVII y las razones que encuentra son históricas. La Europa de aquella época era la insegura Europa de la Guerra de los 30 años, la de las guerras de religión entre católicos y protestantes.
Los fanáticos habían derrotado todos los intentos de los hombres cabales por evitar el conflicto, uno de ellos fue Enrique IV de Francia. Primero fue protestante y luego se convirtió al catolicismo para obtener el trono de Francia, suya es la frase "Paris bien vale una misa". Todo su reinado fue uno de los primeros intentos por desarrollar un poder público en el que cupieran tanto protestantes como católicos, respetuoso con las conciencias. Desgraciadamente, fue asesinado por los fanáticos poseídos por el demonio de su certeza absoluta y su muerte introdujo un elemento definitivo de inestabilidad que llevó a una larga época de guerra.
Enrique IV fue uno de los últimos depositarios del espíritu hedonista y relativista de Montaigne, un espíritu que fue borrado por la pugna entre los fanáticos de uno y otro bando... lo que me llevó a pensar que en muchos casos los conflictos no se producen entre ideas sino entre los fanáticos que se sienten depositarios de una idea vivida como certeza absoluta.
Intolerancia.
En una época como aquella en que los hombres cabales de uno y otro bando eran asesinados o carecían de los arrestos precisos para enfrentarse a sus propios fanáticos, la época de la Guerra de los 30 años, un momento en el que sólo una idea podría quedar en pie, lo único que un hombre cabal podía hacer era encargarse de buscar un método que garantizase el encuentro por medios racionales de la verdad.
Mientras los hombres como Montaigne podían perfectamente convivir en un mundo donde existiesen tantas verdades como personas, los hombres como Descartes sólo podían existir en un mundo donde existiese una sóla verdad, generalmente la propia.
De qué nos sirve la verdad, si no tenemos a nadie con quién compartirla.
La tristeza de esa soledad es un elemento consustancial al Barroco, la tristeza del hombre que se sabe sólo ante Dios y lejos de la relativa alegría de los jardines renacentistas.
La gravedad del hombre abrumado por la tremenda responsabilidad de saberse en lo cierto es otro elemento consustancial del espíritu del barroco.
De vez en cuando, un poco más de Montaigne y un poco menos de Descartes no nos vendría mal.
martes, mayo 30, 2006
Leyendo a Habermas (quién a su vez lee a Marcuse) y completando a Passolinni:
"Marcuse cree poder reconocer la represión objetivamente superflua en «la intensificación del sometimiento de los individuos al inmenso aparato de producción y distribución, en la desprivatización del tiempo libre, en la casi irresoluble fusión de trabajo social productivo y destructivo». Pero, paradójicamente, esta represión puede desaparecer de la conciencia de la población, ya que la legitimación del dominio ha adquirido un carácter distinto: ahora apela a «la creciente productividad y creciente dominación de la naturaleza, que también
proporcionan a los individuos una vida más confortable»."
"El método científico, que conducía a una dominación cada vez más eficiente de la naturaleza, proporcionó después también tanto los conceptos puros como los instrumentos para una
dominación cada vez más efectiva del hombre sobre el hombre a través de la dominación de la naturaleza... Hoy la dominación se perpetúa y amplía no sólo por medio de la tecnología, sino como tecnología; y ésta proporciona la gran legitimación a un poder político expansivo que engulle todos los ámbitos de la cultura. En este universo la tecnología proporciona también la gran racionalización de la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad técnica de la realización de la autonomía, de la capacidad de decisión sobre la propia vida. Pues esta ausencia de libertad no aparece ni como irracional ni como política, sino más bien, como sometimiento a un aparato técnico que hace más cómoda la vida y eleva la productividad del trabajo."
(Ciencia y técnica como Ideología, Jurgen Habermas)
La estructura de dominación es ahora mucho más inteligente y mucho más perfecta porque todos formamos parte de ella como máquinas productoras-consumidoras, cada vez más iguales y menos diferentes los unos de los otros.
Nuestro propio monstruo nos devora lentamente mientras aburridos, por las noches y ante la televisión, cambiamos mecánicamente de canal.
"¿Por qué? Porque poseemos un abismo de codicia, y nos gustaría engullir toda la tierra; si un hombre posee muchas riquezas, viñas, prados y posesiones, no es bastante; Dios tendría que crear nuevos mundos si pretendiera satisfacernos."
(Comentario al segundo sermón acerca de Job, Calvino)
Codicia en sentido amplio.
La codicia de todo animal por sobrevivir y, una vez que sobrevive, por vivir de la mejor manera posible.
Y éso no sería cuestionable, después de todo uno no sabe cuando la aflición visitará su casa. Pero al mismo tiempo presumimos también de ser un animal diferente, cuando no directamente de no ser un animal, de ser otra cosa diferente, mejor.
¿Al final toda esa excelencia del pensamiento y la obra del alma humana se reduce a poder elegir un domingo cualquiera entre Alcampo o Carrefour?
"Marcuse cree poder reconocer la represión objetivamente superflua en «la intensificación del sometimiento de los individuos al inmenso aparato de producción y distribución, en la desprivatización del tiempo libre, en la casi irresoluble fusión de trabajo social productivo y destructivo». Pero, paradójicamente, esta represión puede desaparecer de la conciencia de la población, ya que la legitimación del dominio ha adquirido un carácter distinto: ahora apela a «la creciente productividad y creciente dominación de la naturaleza, que también
proporcionan a los individuos una vida más confortable»."
"El método científico, que conducía a una dominación cada vez más eficiente de la naturaleza, proporcionó después también tanto los conceptos puros como los instrumentos para una
dominación cada vez más efectiva del hombre sobre el hombre a través de la dominación de la naturaleza... Hoy la dominación se perpetúa y amplía no sólo por medio de la tecnología, sino como tecnología; y ésta proporciona la gran legitimación a un poder político expansivo que engulle todos los ámbitos de la cultura. En este universo la tecnología proporciona también la gran racionalización de la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad técnica de la realización de la autonomía, de la capacidad de decisión sobre la propia vida. Pues esta ausencia de libertad no aparece ni como irracional ni como política, sino más bien, como sometimiento a un aparato técnico que hace más cómoda la vida y eleva la productividad del trabajo."
(Ciencia y técnica como Ideología, Jurgen Habermas)
La estructura de dominación es ahora mucho más inteligente y mucho más perfecta porque todos formamos parte de ella como máquinas productoras-consumidoras, cada vez más iguales y menos diferentes los unos de los otros.
Nuestro propio monstruo nos devora lentamente mientras aburridos, por las noches y ante la televisión, cambiamos mecánicamente de canal.
"¿Por qué? Porque poseemos un abismo de codicia, y nos gustaría engullir toda la tierra; si un hombre posee muchas riquezas, viñas, prados y posesiones, no es bastante; Dios tendría que crear nuevos mundos si pretendiera satisfacernos."
(Comentario al segundo sermón acerca de Job, Calvino)
Codicia en sentido amplio.
La codicia de todo animal por sobrevivir y, una vez que sobrevive, por vivir de la mejor manera posible.
Y éso no sería cuestionable, después de todo uno no sabe cuando la aflición visitará su casa. Pero al mismo tiempo presumimos también de ser un animal diferente, cuando no directamente de no ser un animal, de ser otra cosa diferente, mejor.
¿Al final toda esa excelencia del pensamiento y la obra del alma humana se reduce a poder elegir un domingo cualquiera entre Alcampo o Carrefour?
lunes, mayo 29, 2006
Sigo leyendo...
Para Marlow, el silencioso testigo que narra la historia, Jim es una constante fuente de desconcierto. Finalmente, decide buscar una segunda opinión sobre Jim en Stein, un personaje que tiene toda su admiración y a quién -mediante la curiosidad de Marlow- el autor encarga la tarea de verbalizar aspectos importantes de la psicología del protagonista principal de la historia.
Todo esto sucede en el capítulo 20, a mi juicio uno de los más hermosos de todo el libro y no sólo por las valoraciones que Stein vierte sobre Jim -después de todo uno ya se las viene imaginando y Conrad lo único que hace es puntuar el discurso psicológico y emocional que subyace como una corriente freática por todo el libro- sino también por el necesario y complementario discurso sobre el tiempo y la levedad de la naturaleza humana sometida al destino y al azar.
Stein es otro aventurero, un rico y respetable hombre de negocios, que trafica entre otras cosas con mariposas e insectos.
Su historia relatada al principio del capítulo es la del heredero de un reino de negocios en el interior de las Celebes conquistado por otro aventurero escocés y que Stein se encargó de heredar y consolidar con inteligencia, sangre y fuego.
Para Stein Jim es un romántico.
El problema siempre es cómo llegar a ser lo que el hombre constantemente quiere ser. En este sentido, Stein compara una de sus magníficas mariposas con el ser humano a través de Jim:
"Esta magnífica mariposa encuentra un lugar firme en el barro y se posa, pero el hombre es incapaz de permenecer tan quieto en su pedazo de barro. Quiere ser una cosa y luego quiere ser otra... Quiere ser un santo y también quiere ser un diablo - y cada vez que cierra sus ojos se ve como el mejor de los hombres, tan bueno como nunca podrá ser... pero el gran problema está en que no puede mantener los ojos siempre cerrados. Entonces, al abrirlos, el corazón duele. El mundo duele... No es nada bueno comprender que uno no va a poder hacer realidad su sueño porque no se es lo suficientemente fuerte o lo suficientemente listo... Ese es el problema. Cómo vivir con ese sentimiento, porque al final uno siempre termina cerrando los ojos".
El capítulo termina con Stein hablando de sí mismo:
"¿Sabes cuántas oportunidades he dejado escapar; cuántos sueños he dejado desvanecerse en el olvido? Alguno de ellos habría estado muy bien de haber logrado hacerlos realidad ¿No sabes cuántos? Ni yo mismo lo se."
Marlow contesta hablando sobre Jim:
"Ciertamente, él sabe de uno que con toda seguridad ha dejado escapar"
Y Stein termina pronunciando la regla general:
"Todo el mundo se lamenta de uno o dos como ése".
Al principio del capítulo Stein relata un éxito. Tras una emboscada en la que a punto está de perder la vida y cuando se acerca al cadaver de uno de sus emboscadores, el destino pone ante él una mariposa que el alemán llevaba años buscando:
"- Y mientras buscaba en su rostro algún signo de vida noté un algo como el vibrar de una sombra pasando sobre su frente. Era la sombra de esta mariposa... Siempre deseé tener un especimen como éste. Hice grandes viajes y soporté muchas privaciones. Soñaba con tenerlo y, de pronto, estaba allí, al alcance de mi mano... Si, mi querido amigo. Aquel dia tenía todo lo que alcanzaba a desear. Había frustrado los planes de mi enemigo. Era joven y fuerte. Tenía amistad. El amor de mi mujer y de mi hijo llenaban mi corazón y además lo que siempre había soñado poseer estaba entre mis manos.
Entonces, Stein enciende una cerilla y su pensativo rostro plácido se tensa durante un pequeño instante. Luego sigue hablando:
- Amigos, mujer, hijos....
Stein pronuncia las palabras despacio, como paladeando el amargo sabor que esconden cada una de ellas y sin apartar los ojos de la pequeña llama, antes de soplar sobre ella y apagarla".
Para Stein Jim es un romántico porque no se resigna a cambiar de sueño, porque quiere seguir en el mar aunque la suerte le haya sido adversa y quiere ser lo que pretendía ser aunque todas las esencias y circunstancias se le opongan.
Una especie de Achab tranquilo que por los mares monzónicos persigue cazar la ballena blanca de si mismo, aunque ésta ya le esté arrastrando a las profundidades.
Áspero mundo.
Para Marlow, el silencioso testigo que narra la historia, Jim es una constante fuente de desconcierto. Finalmente, decide buscar una segunda opinión sobre Jim en Stein, un personaje que tiene toda su admiración y a quién -mediante la curiosidad de Marlow- el autor encarga la tarea de verbalizar aspectos importantes de la psicología del protagonista principal de la historia.
Todo esto sucede en el capítulo 20, a mi juicio uno de los más hermosos de todo el libro y no sólo por las valoraciones que Stein vierte sobre Jim -después de todo uno ya se las viene imaginando y Conrad lo único que hace es puntuar el discurso psicológico y emocional que subyace como una corriente freática por todo el libro- sino también por el necesario y complementario discurso sobre el tiempo y la levedad de la naturaleza humana sometida al destino y al azar.
Stein es otro aventurero, un rico y respetable hombre de negocios, que trafica entre otras cosas con mariposas e insectos.
Su historia relatada al principio del capítulo es la del heredero de un reino de negocios en el interior de las Celebes conquistado por otro aventurero escocés y que Stein se encargó de heredar y consolidar con inteligencia, sangre y fuego.
Para Stein Jim es un romántico.
El problema siempre es cómo llegar a ser lo que el hombre constantemente quiere ser. En este sentido, Stein compara una de sus magníficas mariposas con el ser humano a través de Jim:
"Esta magnífica mariposa encuentra un lugar firme en el barro y se posa, pero el hombre es incapaz de permenecer tan quieto en su pedazo de barro. Quiere ser una cosa y luego quiere ser otra... Quiere ser un santo y también quiere ser un diablo - y cada vez que cierra sus ojos se ve como el mejor de los hombres, tan bueno como nunca podrá ser... pero el gran problema está en que no puede mantener los ojos siempre cerrados. Entonces, al abrirlos, el corazón duele. El mundo duele... No es nada bueno comprender que uno no va a poder hacer realidad su sueño porque no se es lo suficientemente fuerte o lo suficientemente listo... Ese es el problema. Cómo vivir con ese sentimiento, porque al final uno siempre termina cerrando los ojos".
El capítulo termina con Stein hablando de sí mismo:
"¿Sabes cuántas oportunidades he dejado escapar; cuántos sueños he dejado desvanecerse en el olvido? Alguno de ellos habría estado muy bien de haber logrado hacerlos realidad ¿No sabes cuántos? Ni yo mismo lo se."
Marlow contesta hablando sobre Jim:
"Ciertamente, él sabe de uno que con toda seguridad ha dejado escapar"
Y Stein termina pronunciando la regla general:
"Todo el mundo se lamenta de uno o dos como ése".
Al principio del capítulo Stein relata un éxito. Tras una emboscada en la que a punto está de perder la vida y cuando se acerca al cadaver de uno de sus emboscadores, el destino pone ante él una mariposa que el alemán llevaba años buscando:
"- Y mientras buscaba en su rostro algún signo de vida noté un algo como el vibrar de una sombra pasando sobre su frente. Era la sombra de esta mariposa... Siempre deseé tener un especimen como éste. Hice grandes viajes y soporté muchas privaciones. Soñaba con tenerlo y, de pronto, estaba allí, al alcance de mi mano... Si, mi querido amigo. Aquel dia tenía todo lo que alcanzaba a desear. Había frustrado los planes de mi enemigo. Era joven y fuerte. Tenía amistad. El amor de mi mujer y de mi hijo llenaban mi corazón y además lo que siempre había soñado poseer estaba entre mis manos.
Entonces, Stein enciende una cerilla y su pensativo rostro plácido se tensa durante un pequeño instante. Luego sigue hablando:
- Amigos, mujer, hijos....
Stein pronuncia las palabras despacio, como paladeando el amargo sabor que esconden cada una de ellas y sin apartar los ojos de la pequeña llama, antes de soplar sobre ella y apagarla".
Para Stein Jim es un romántico porque no se resigna a cambiar de sueño, porque quiere seguir en el mar aunque la suerte le haya sido adversa y quiere ser lo que pretendía ser aunque todas las esencias y circunstancias se le opongan.
Una especie de Achab tranquilo que por los mares monzónicos persigue cazar la ballena blanca de si mismo, aunque ésta ya le esté arrastrando a las profundidades.
Áspero mundo.
viernes, mayo 26, 2006
Por un lado están aquellos que con inocencia angelical y esmerada educación critican el libro y por extensión la película.
Suelen ser satélites de la iglesica católica -cuando no sacerdotes directamente-, directores de publicaciones como "Vida y luz", civiles a sueldo de la conferencia episcopal, sesudos y trajeados catedráticos de corbata alfileteada, grises historiadores de la iglesia, finas y maternales catedráticas de broche y permanente cardada, profesionales de la COPE, jóvenes periodistas de pelo engominado y camisa de marca.
Todos consideran que:
- el libro está mal escrito
- falsea la historia y puede llevar a la confusión
- juega con cosas muy serias
- demoniza algunos aspectos de la iglesia católica
- frivoliza con otros (la posición de la mujer en su seno) y por supuesto está mal informado puesto que la mujer ocupa un lugar esencial en la misma (no en vano la virgen María es una mujer).
Por otro están aquellos que consideran que El Código Da Vinci es un auténtico código que ha sido capaz de abrir puertas cerradas desde el principio de los tiempos en las mentes de oficinistas del extrarradio y de las peluqueras de barrio.
Son de todas las edades y la mayoría llevan el cuello abierto. Visten informalmente y ninguna corbata se ciñe a su garganta.
Para ellos:
- la conspiración ha sido descubierta por fin.
- Dan Brown es mucho más que un mediocre y desconocido escritor.
- Leonardo era un ocultista -y de paso Cervantes también-.
- Todo el libro está lleno de claves, de llamadas a peliagudos asuntos aún por cerrar y definir.
- La verdad está ahí fuera.
- La democracia ha llegado a los secretos.
Casi todos han escrito un libro en cuyo titulo aparece la palabra Da Vinci y que pretende ayudar al lectos a caminar por ese jardín de los senderos que se bifurcan que supone la atenta lectura del libro.
El acuerdo es imposible y así debe ser.
Muy pronto se descubrirá que Jesucristo vive en Venezuela con Jesus Gil y James Dean.
Muy pronto harán santo a Juan Pablo II.
Cada loco con su tema.
Suelen ser satélites de la iglesica católica -cuando no sacerdotes directamente-, directores de publicaciones como "Vida y luz", civiles a sueldo de la conferencia episcopal, sesudos y trajeados catedráticos de corbata alfileteada, grises historiadores de la iglesia, finas y maternales catedráticas de broche y permanente cardada, profesionales de la COPE, jóvenes periodistas de pelo engominado y camisa de marca.
Todos consideran que:
- el libro está mal escrito
- falsea la historia y puede llevar a la confusión
- juega con cosas muy serias
- demoniza algunos aspectos de la iglesia católica
- frivoliza con otros (la posición de la mujer en su seno) y por supuesto está mal informado puesto que la mujer ocupa un lugar esencial en la misma (no en vano la virgen María es una mujer).
Por otro están aquellos que consideran que El Código Da Vinci es un auténtico código que ha sido capaz de abrir puertas cerradas desde el principio de los tiempos en las mentes de oficinistas del extrarradio y de las peluqueras de barrio.
Son de todas las edades y la mayoría llevan el cuello abierto. Visten informalmente y ninguna corbata se ciñe a su garganta.
Para ellos:
- la conspiración ha sido descubierta por fin.
- Dan Brown es mucho más que un mediocre y desconocido escritor.
- Leonardo era un ocultista -y de paso Cervantes también-.
- Todo el libro está lleno de claves, de llamadas a peliagudos asuntos aún por cerrar y definir.
- La verdad está ahí fuera.
- La democracia ha llegado a los secretos.
Casi todos han escrito un libro en cuyo titulo aparece la palabra Da Vinci y que pretende ayudar al lectos a caminar por ese jardín de los senderos que se bifurcan que supone la atenta lectura del libro.
El acuerdo es imposible y así debe ser.
Muy pronto se descubrirá que Jesucristo vive en Venezuela con Jesus Gil y James Dean.
Muy pronto harán santo a Juan Pablo II.
Cada loco con su tema.
jueves, mayo 25, 2006
Sigo leyendo...
"A man like that don't go anywhere in particular"
(Lord Jim, Joseph Conrad)
No ir a ninguna parte es, en términos barthesianos, el grado cero del viaje.
La posibilidad de ir a todas partes sólo es posible no definiendo el lugar a donde se va. Todo es todavía posible.
Así, el viaje va con uno mismo.
El viaje es uno mismo y cualquier lugar es bueno para encontrarse.
"A man like that don't go anywhere in particular"
(Lord Jim, Joseph Conrad)
No ir a ninguna parte es, en términos barthesianos, el grado cero del viaje.
La posibilidad de ir a todas partes sólo es posible no definiendo el lugar a donde se va. Todo es todavía posible.
Así, el viaje va con uno mismo.
El viaje es uno mismo y cualquier lugar es bueno para encontrarse.
miércoles, mayo 17, 2006
"Passolinni fue sensible a todo esto a partir de su propia homosexualidad, que temía pudiera disolverse en la norma (escribe que 'es intolerable ser tolerado') y que para él valía, evidentemente, mucho más como desafío que como factor de pertenencia: 'Ellos han condenado siempre no tanto al homosexual sino al escritor para quien la homosexualidad no podía ser tomada como medio de presión, de chantaje para volver al orden'."
(Ese orden) es "un formidable poder a la vez económico y mediático (los amos del mundo son también los amos de su representación), cuyo objetivo es imponer el reino de la manada generalizada, de la middle class planetaria, desacralizada y uniformadora"
"brutal nivelación totalitaria del mundo"
"el orden degradante de la horda"
"los subproletarios de los borgate (barrios pobres romanos) comenzaron a soñar con entrar en la norma, a tener vergüenza de sus antiguos códigos, a repudiar su cultura específica, empiezan a parecerse a los estudiantes que provienen de la burguesía (tiene los mismos comportamientos, los mismos jeans, las mismas largas cabelleras, casi el mismo lenguaje...debido a ese terrorífico instrumento de homologación y normalización que es la televisión"
"Todo aquello que el fascismo histórico no había logrado realizar, el nuevo poder conjunto del mercado y los medios de comunicación lo opera con calma, produciendo una voluntaria servidumbre: un verdadero genocido cultural donde el pueblo desaparece en una masa indiferenciada de consumidores sometidos y alienados"
"No existe otra manera de oponerse a este orden que afirmar ardientemente la singularidad, la diferencia, la irreductibilidad"
"Esta lección es más que nunca actual, en la antípodas de ese 'conformismo de rebelión' que florece en el mundo intelectual y que es el mejor cómplice del orden establecido".
(Passolini, un refractario ejemplar. Guy Scarpetta)
Auténtico y puro pensamiento de izquierdas.
Haciéndose eco de otros inconformistas como él y aportando su propio grano de arena, Passolinni sentó las bases de una nueva teoría crítica de nuestra sociedad moderna, proporcionó nuevos instrumentos y conceptos para reemplazar los viejos instrumentos y conceptos marxistas nacidos para explicar situaciones de otra época.
A mi entender, todo auténtico y verdadero pensamiento de izquierdas pasa por estos conceptos desarrollados por Scarpetta y que Passolinni vertió en libros y entrevistas a lo largo de toda su vida.
Ni primera ni segunda ni tercera vía.
(Ese orden) es "un formidable poder a la vez económico y mediático (los amos del mundo son también los amos de su representación), cuyo objetivo es imponer el reino de la manada generalizada, de la middle class planetaria, desacralizada y uniformadora"
"brutal nivelación totalitaria del mundo"
"el orden degradante de la horda"
"los subproletarios de los borgate (barrios pobres romanos) comenzaron a soñar con entrar en la norma, a tener vergüenza de sus antiguos códigos, a repudiar su cultura específica, empiezan a parecerse a los estudiantes que provienen de la burguesía (tiene los mismos comportamientos, los mismos jeans, las mismas largas cabelleras, casi el mismo lenguaje...debido a ese terrorífico instrumento de homologación y normalización que es la televisión"
"Todo aquello que el fascismo histórico no había logrado realizar, el nuevo poder conjunto del mercado y los medios de comunicación lo opera con calma, produciendo una voluntaria servidumbre: un verdadero genocido cultural donde el pueblo desaparece en una masa indiferenciada de consumidores sometidos y alienados"
"No existe otra manera de oponerse a este orden que afirmar ardientemente la singularidad, la diferencia, la irreductibilidad"
"Esta lección es más que nunca actual, en la antípodas de ese 'conformismo de rebelión' que florece en el mundo intelectual y que es el mejor cómplice del orden establecido".
(Passolini, un refractario ejemplar. Guy Scarpetta)
Auténtico y puro pensamiento de izquierdas.
Haciéndose eco de otros inconformistas como él y aportando su propio grano de arena, Passolinni sentó las bases de una nueva teoría crítica de nuestra sociedad moderna, proporcionó nuevos instrumentos y conceptos para reemplazar los viejos instrumentos y conceptos marxistas nacidos para explicar situaciones de otra época.
A mi entender, todo auténtico y verdadero pensamiento de izquierdas pasa por estos conceptos desarrollados por Scarpetta y que Passolinni vertió en libros y entrevistas a lo largo de toda su vida.
Ni primera ni segunda ni tercera vía.
martes, mayo 16, 2006
Escandalizarse es un síntoma claro de falta de fe.
Siempre lo he pensado y lo sigo pensando ahora que unos cuantos respetables payasos se escanzalizan con un producto (que no obra literaria ni cinematográfica) llamado "El código da Vinci".
Cuando era niño, los curas con los que estudiaba hablaban de la fe del carbonero. Un concepto interesante: La fe asumida como argumento de autoridad. Uno cree en lo que debe creer y haciéndolo cumple.
No se piensa si esa creencia es correcta o va con uno. Simplemente se asume porque es lo que hay que hacer. The right thing. La media aritmética trasladada a la moral y las costumbres.
El uno mismo no existe.
En su lugar existe el "soy lo que se espera de mi que sea dado el lugar que ocupo en el mundo"
Las filas de los escanzalizados, de los que persiguen y estigmatizan, se nutren en su mayoría de estos funcionarios de la religión y de la vida.
El miedo les impulsa.
La incertidumbre abierta por la existencia de un otro, con algún otro punto de vista diferente, por muy absurdo que sea, les aterra. Después de todo les aboca a un profundo e insondable abismo, el que se esconde tras de ellos mismos y su existencia ordenancista.
Cualquier cosa es preferible al cuestionamiento público y privado de la propia creencia.
El abandonado trabajo de ser uno mismo duele cada vez que palpita.
Siempre lo he pensado y lo sigo pensando ahora que unos cuantos respetables payasos se escanzalizan con un producto (que no obra literaria ni cinematográfica) llamado "El código da Vinci".
Cuando era niño, los curas con los que estudiaba hablaban de la fe del carbonero. Un concepto interesante: La fe asumida como argumento de autoridad. Uno cree en lo que debe creer y haciéndolo cumple.
No se piensa si esa creencia es correcta o va con uno. Simplemente se asume porque es lo que hay que hacer. The right thing. La media aritmética trasladada a la moral y las costumbres.
El uno mismo no existe.
En su lugar existe el "soy lo que se espera de mi que sea dado el lugar que ocupo en el mundo"
Las filas de los escanzalizados, de los que persiguen y estigmatizan, se nutren en su mayoría de estos funcionarios de la religión y de la vida.
El miedo les impulsa.
La incertidumbre abierta por la existencia de un otro, con algún otro punto de vista diferente, por muy absurdo que sea, les aterra. Después de todo les aboca a un profundo e insondable abismo, el que se esconde tras de ellos mismos y su existencia ordenancista.
Cualquier cosa es preferible al cuestionamiento público y privado de la propia creencia.
El abandonado trabajo de ser uno mismo duele cada vez que palpita.
Traduzco rapidamente del inglés...
"Es en el momento de entrar en contacto con el más íntimo sueño de otro ser humano cuando percibimos lo incomprensible, insegura y misteriosa que es la naturaleza de aquellos con quienes compartimos el calor del sol y la luz de las estrellas"
(Lord Jim, Joseph Conrad)
La aventura sigue su curso.
Alargadas sombras se ciernen sobre el lúcido y triste asombro de Jim.
Su afligido pecho luce como tatuado con todas ellas.
El mismo mar de siempre ya la aguarda.
"Es en el momento de entrar en contacto con el más íntimo sueño de otro ser humano cuando percibimos lo incomprensible, insegura y misteriosa que es la naturaleza de aquellos con quienes compartimos el calor del sol y la luz de las estrellas"
(Lord Jim, Joseph Conrad)
La aventura sigue su curso.
Alargadas sombras se ciernen sobre el lúcido y triste asombro de Jim.
Su afligido pecho luce como tatuado con todas ellas.
El mismo mar de siempre ya la aguarda.
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