miércoles, noviembre 28, 2007
(Arcadi Espada)
domingo, noviembre 25, 2007
en la duda entre creerse dios o bestia;
en la duda entre preferir la mente o el cuerpo;
nacido para morir, razona pero yerra;
igual en ignorancia, igual en raciocinio,
ya piense mucho o poco;
caos de pensamiento y pasión, todo confundido."
(Ensayo sobre el hombre, Alexander Pope)
Esto es el hombre.
No se puede decir mejor.
Una constante víctima de sus propias contradicciones
que incensamente lucha por discernir la imposible realidad
que sin descanso se debate entre ésta última y su también imposible deseo.
Quizá la naturaleza no sea tan sabia.
Es verdad que la historia que nos cuenta Mira Nair no es nueva.
"El buen nombre" narra con medido ritmo y hermosas imágenes los avatares de una familia hindú residente en los Estados Unidos a lo largo de dos generaciones. Las relaciones entre padres e hijos, los encuentros y los desencuentros... Hemos visto ya muchas películas construídas con este material, pero la visión de "El buen nombre", y pese a todo, resulta una experiencia emocionante y entretenida.
Seguramente, y conectando con un post anterior sobre "The river queen", porque tan importante como la historia misma es el modo y la intensidad con la que es relatada.
Hay quién dice que siempre nos contamos los unos a los otros las mismas dos o tres historias. De hecho, y durante la oscuridad paleo y neolítica, nuestros antepasados se congregaban ante la hoguera para escuchar las mismas historias que pasaban de padres a hijos buscando que todos pudieran entregarse al sueño justificados.
Y digo ésto para afirmar que el hecho de que una historia ya ha sido mil veces relatada no es un impedimento para que continúea interesandonos. Si el narrador la ama y consigue transmitirnos ese amor, nosotros también la amaremos. Si nos susurra al oído cosas que siempre habíamos sentido y nunca habíamos sabido como pronunciar, seguiremos escuchándola hasta el fin de nuestros días.
En este sentido, "El buen nombre" se me antoja un magnífico ejemplo.
Dedicada a todos los padres del mundo, "El buen nombre" nos relata la cotidiana epopeya pequeña del existir de una forma muy emocionante y a través de la metáfora de un nombre rechazado que finalmente terminará siendo el bueno.
Y entre medias, la vida misma.
La eterna dificultad de ese encuentro entre padres e hijos separados por diferentes intereses, por diferentes percepciones de vida por estar viviendola en diferentes momentos del tiempo.
La melancolía de siempre demasiado tarde acabar comprendiendo.
Y volver a empezar... con el nombre correcto.
viernes, noviembre 23, 2007
Dirigido y producido por el alemán Gunter Schwaiger, "El paraíso de Hefner" es un documental que nos cuenta la historia de un viejo teniente de las SS nazis que tranquilamente vive sus últimos años en España sin renunciar un ápice a sus creencias.
No cabe la menor duda que la vertiente política de la película tiene un importante valor: el resquebrajamiento de Hafner ante el definitivo contacto con la realidad del holocausto o las relaciones del régimen de Franco con la alemania nazi especialmente la tolerancia de la postguerra... pero lo cierto es que estos aspectos no tienen para mi suficiente relevancia.
Después de todo, y a mi edad, no es la primera ni la segunda vez que entro en contacto con esta clase de situaciones, aunque, y no por ello, no deja de tener la relevancia documental que merece.
Pero, y a mi entender, por lo que este documental es éso, documento, es por ofrecernos un retrato sin conceciones de la vejez en lo que parecen ser sus aspectos más extremos.
Todo lo que rodea a este condenable hombre tiene un cierto aire ajado y marchito. La ropa que viste, los instrumentos que usa, los libros que lee, los ambientes que frecuenta, .... Todo son hojas muertas que fueron verdes en otros momentos ya pasados.
Pese al esfuerzo de Hafner por mantenerse activo y joven, las palabras de la realidad que le rodean son otras. Como si la realidad hubiera ido dejándole atrás, abandonándole poco a poco en un mundo que ya sólo reside principalmente en su cabeza.
Fotos viejas, cuadros viejos en la pared... Todo viejo, como él.
En este sentido, y si uno consigue olvidarse de los elementos políticos, la visión de este documental resulta conmovedora.
Es posible que Hafner no niegue el Holocausto de una forma intencional, simplemente forma parte del pequeño mundo interior en el que se ha visto relegado con el pasar del tiempo. Puede que esas equivocadas convicciones sean lo único que le quede flotando entre el polvo de objetos y recuerdos ya definitivamente muertos.
Como decía Gil de Biedma en uno de sus versos, en Hefner contemplamos las ruinas de una inteligencia. Los restos de un ser humano que debió ser ajusticiado en su momento, pero que ahora es sólo un pobre viejo que vaga sonámbulo encerrado en un mundo de recuerdos.
Malvados o no, es posible que la vejez haga lo mismo con todos y cada uno de nosotros. Y llegue un momento en que nos creamos aseados y limpios y no veamos el opaco brillo arrasador de una vieja mancha en el hombro de la chaqueta de nuestro traje pasado de moda.
Propongo la "auto-eutanasia" como eufemismo y también como concepto. Si en la vida es muy importante saber cuándo abandonar, cuándo dejar las cosas a tiempo, por qué en la muerte iba a resultar diferente.
Quizá, una cosa sea vivir y otra muy diferente durar.
¿Os habéis atrevido alguna vez a pensar en ésto?
jueves, noviembre 22, 2007
Un hombre de palabras, pero también de ideas y conceptos... siempre las suyas ¿Por qué y para qué más?
Algunos ejemplos:
- "Porque es evidente que yo estoy hasta los cojones de comprender. Es evidente que yo ya he comprendido mucho."
- "Pero un último sentido ético no abandona a las personas instruidas. "
No sólo me gustaba verle interpretar, también escucharle opinar sobre cualquier tema. Fernando Fernán Gómez tenía un punto de vista, el suyo propio e intransferible. Algo a lo que creo que todo hombre debe aspirar.
Flotan todavía sus palabras como revoloteantes cenizas desprendidas de la consumida hoguera de su cuerpo.
Si es que tal cosa existe, que descanse en paz.
miércoles, noviembre 21, 2007
Al final uno siempre acaba haciendo listas.
Las listas son como pequeños mapas sentimentales, mapas que continuamente varían dependiendo del momento y el lugar... Bueno.... No siempre todo cambia. Por ejemplo, The Yakuza siempre está en mi lista de diez películas favoritas.
Dirigida por Sidney Pollack sobre un guión de un primerizo Paul Schrader, The Yakuza cuenta la historia de tres personas lentamente devoradas, con su consentimiento y en el tiempo, por el abismo que a veces separa a las culturas.
Para mis ojos, The Yakuza nunca ha sido un película de acción sino la delicada y sosegada crónica de unos personajes perdidos en sus propias contradicciones, devorados por las deudas heredadas de un pasado que continúa estando de alguna forma presente entre ellos.
Harry Kilmer, interpretado por Robert Mitchum con su habitual estolidez precisa, Ken Tanaka (Takakura Ken) y Eiko Tanaka (Keiki Kishi).... La historia gira en torno a ellos, a su laberinto y a la anecdota criminal que devuelve a Kilmer a un Japón que llevaba áños sin visitar.
Dicen que la frontera es un territorio donde las cosas tienen por lo menos dos nombres, pero también es un lugar donde las diferencias colisionan como oleaje contra las rocas. A veces, de esas colisiones, surgen abismos de soledad e incomprensión que devoran lentamente a quienes tienen el valor de dejarse caer en ellos.
Se puede tardar una vida en escapar de su negro influjo.
J. me ha enviado por correo electrónico un artículo muy interesante de Cotizalia, publicación online de carácter financiero. En dicho artículo se vierte un concepto políticamente incorrecto para esta España cateta y avariciosa en la que vivimos: La hipoteca mensual para comprar una vivienda duplicaría en 30 años la mensualidad dedicada a un alquiler por la misma casa.
¡Toma, ya!
Aunque confirma una posición que vengo manteniendo desde hace mucho tiempo.... Siempre he sostenido que en este país se ha vivido una suerte de fiebre del oro en el que -con un techo como excusa- hemos intentando arrebatarnos los unos a los otros el mayor número de euros posible y contando con la garantizada absolución de las leyes del mercado... Como escribía... Aunque se alinea con mis planteamientos caducos de "progre", no es este el principal atractivo del artículo que quizá sea demasiado esquemático en susaxiomas y planteamientos.
No lo se.
Lo importante para mi descentrada sensibilidad son los foros.El arrollador e indiscriminado discurso de quienes se decantan por la compra. Como si, después de la Ley de la Gravedad, las ventajas de la compra con respecto al alquiler fueran el segundo axioma configurador de la realidad euclidiana tal y como la conocemos.
Contra ellos, me encanta este comentario:
"¡Qué razón tienen los foreros que argumentan en base a su historia personal y a los precios de hace 10 años, o 20, o 5 que para el caso es lo mismo! Todo el mundo sabe que "desde que el mundo es mundo" los pisos en España no bajan nunca y alquilar es tirar el dinero. Además, la inflación erosiona la deuda, el Madrid otra vez campeón de Europa, las ostras de Arcade y las angulas de Aguinaga. Y además, el matrimonio para toda la vida y tú, hijo, hazte ingeniero. "
La vieja España sigue ahí.
Tener un titulo universitario que colgar en el lugar más visible de la casa y una casa donde colgar, por ejemplo, el blasón de la familia Hernández y González recién recibido por correo certificado.
Todo lo demás es un error. Es tirar el dinero... porque cuando dejas de pagar la hipoteca ¡qué te queda!
Sólo una forma de actuar es la correcta... Todos deberíamos querer la misma cosa... aunque sólo sea para evitar los comentarios en los corrillos en la plaza del pueblo. Evitar ser señalado como ese que se dedica a tirar el dinero... en un país donde la media es seis créditos personales por familia, quizá por persona.
Si no es por no comprar o por no alquilar... Es porque se trata de otro ejemplo de pensamiento único. Cada uno puede hacer lo que quiera, siempre y cuando no se dedique a descalificar a quiénes optan por otras fórmulas como imbéciles que "tiran" el dinero....
Pero que conste que les entiendo.
No pueden comprenderlo. Ellos están montaña arriba, justo al lado del filón, mientras los otros están valle abajo, muy lejos de donde se hace el dinero.
Tienen que ser unos verdaderos estúpidos.
Addenda
Tras el aburguesamiento de la clase obrera, su sumisión a la sociedad de consumo que empieza a suceder durante los años 60 del pasado siglo, viene su "capitalismización", la magia de la inversión, la erótica de la posesión.
La derrota ya es total.
martes, noviembre 20, 2007
LA CAÍDA DE LOS DIOSES
La última de las obras maestras de Luchino Visconti (un cineasta para mi gusto sobrevalorado) es una enorme metáfora.
La penetración firme e imparable del nazismo en los interiores de la sociedad alemana fue sin lugar a dudas favorecida por las propias contradicciones de la misma. No hay tiempo aquí para hacer un relato de ese proceso. Tampoco muchas ganas... Lo importante es la capacidad que tuvo Visconti para encerrar esa parte tan terrible de la historia alemana entre las cuatro paredes invisibles y figuradas de una familia de la alta burguesía.
Los conflictos y contradicciones son hábilmente utilizados por el intrigante Aschenbach para terminar haciéndose con el control de los von Essenbeck propietarios de unos altos hornos... La llave para el necesario acero undamental para llevar a cabo la necesaria obra del Reich.
Al final, Martin von Essenbeck, correctamente interpretado por el histriónico y limitado Helmut Berger, terminará por convertirse en referente y dueño vistiendo incluso el mismísismo uniforme de las SS. El más débil y decadente de todos ellos. Quién tiene más que ocultar y puede ser fácilmente manejado mediante su propio deseo, satisfaciéndolo y alimentándolo como contrapartida.
sábado, noviembre 17, 2007
Como parte de sus cada vez más dudosos atractivos para las gentes de este nuevo siglo, el cine conserva el poder revelador de mundos que intrinsecamente posee la magia de la imagen en movimiento.
Del mismo modo que hace ya más de 100 años, el interés principal de las sesiones del cinematógrafo radicaba en el puro hecho de ver (la llegada de un tren, el final de un día de trabajo o la boda del zar Nicolás), ahora mismo -recién terminada la visión de "River Queen"- descubro que uno de los principales atractivos de la película es la presentación ante mi mirada curiosa del ignoto mundo de los maoríes neozelandeses.
Seguramente, y de haberse tratado de indios sioux o españoles de Vallecas mi interés por una historia convencional de amores y odios, de encuentros y desencuentros, en tiempos de guerra se habría reducido bastante.
Muchísimo, diría yo.
Creo que el cine de Vincent Ward tiene ese poder. En todas las películas que conozco de este director neozelandés (que en los 80`s tuvo una aparición fulgurante con su "Navegante"), las historias son meros soportes necesarios para la presentación de mundos distintos de una forma visualmente fascinante. Cuando escribo ésto pienso en "Navegante" y sobre todo en "Más allá de los sueños", fascinante experiencia visual en la que dos enamorados se encontraban más allá de la muerte.
"River Queen" es un buen ejemplo de ésto.
Recordando los modos y formas preciosistas con que Terrence Malick crea sus imágenes, Ward nos muestra un mundo nuevo y diferente: el mundo aborigen e interior de la Nueva Zelanda.
En "River Queen" la forma predomina sobre el fondo de una forma total y absoluta. Pero sin terminar de enganchar de una forma definitiva circunstancia sin duda debida a lo endeble de una historia que casi es una anécdota y a una cierta frialdad expositiva que en nada beneficia a un relato obvio por cientos de veces escuchado y visto, pero en definitiva lleno de vida y muerte... Después de todo, y como presenta Propp en el clásico "La morfología del cuento", quizá las historias siempre sean las mismas y lo importante sea cómo nos las cuentan.
En este sentido, el relato de Ward carece de la emoción suficiente como para atrapar. El realizador neozelandés parece confiar excesivamente en el poder mágico y revelador de un mundo y de sus imágenes... Pero a estas alturas de la película global que empezó con los Lumiere, rodeados como estamos en un interminable Littlebig Horn de imágenes, es necesario algo más.
viernes, noviembre 16, 2007
Una propaganda que Hans Fritzsche, principal comentarista radiofónico alemán durante la Segunda Guerra Mundial, tenía la desfachatez de definir como "el arte de despertar en los demás los pensamientos y sentimientos que nunca aflorarían a la superficie sin ese impulso". Fíjense si sería tosco el tal Fritzsche que a su lado Goebbels era todo un poeta: "la propaganda es el arte de escuchar el alma de la gente".
(El descodificador)
Y tanto que la propaganda es un arte... El arte de escuchar al animal que todos llevamos dentro y convertir a un grupo de individuos en una masa.
Lo que aflora a la superficie, lo que hay dentro del alma de la gente, no tiene por qué ser única y exclusivamente bueno en términos morales.
Entre otras cosas, el siglo XX fue el siglo de las masas, pero también el siglo de aquellos que fueron capaces de manipularlas en una u otra dirección. Estado socialista o Cuarto Reich.... Izquierda y derecha son una misma canción con diferente letra.
La única diferencia es que la letra que canta la izquierda es más bonita. También a mi me gusta escucharla.