miércoles, julio 23, 2008
martes, julio 22, 2008
en silencio,
enredados en el mutuo entendimiento
que sólo a ellos dos afecta;
caminando deprisa el pasillo,
el tiempo es un aire aureo
que ya se les escapa irremediablemente entre los dedos
mientras sus pies vuelan por la moqueta verde
y aún no ha llegado.
Les espera una diferente habitación cerrada,
el mismo finito universo a medida de su secreto
discretamente alquilado por horas.
lunes, julio 21, 2008
La primera es la plaga del nacionalismo.
La segunda es la plaga del racismo.
Y la tercera es la plaga del fundamentalismo religioso.
Las tres tienen un mismo rasgo, un denominador común: la irracionalidad, una irracionalidad agresiva, todopoderosa, total. No hay manera de llegar a una mente tocada por cualquiera de estas plagas. En una cabeza así constantemente arde una santa pira en espera de victimas. Todo intento de entablar una conversación serena está condenado al fracaso. Aquí no se trata de una conversación sino de una declaración. Que asientas a lo que él dice, que le concedas la razón, que firmes tu adhesión. Si no lo haces, ante sus ojos no tienes ninguna importancia, no existes, pues sólo cuentas como un instrumento, como un arma. No existen las personas, existe la causa.
Una mente tocada por semejante peste es una mente cerrada, unidimensional, monotemática y sólo gira en torno a un único tema: el enemigo. Pensar sobre el enemigo nos alimenta, nos permite existir. Por eso el enemigo siempre está presente, nunca nos abandona. Cuando en las afueras de Ereván un guía del lugar me enseña una antigua basílica armenia, terminó sus explicaciones con la desdeñosa observación: ¿Acaso los azeríes serían capaces de leventar semejante basílica? Más tarde, en Bakú, cuando un guía del lugar me enseñaba un conjunto de ornamentados edificios modernistas, terminó sus explicaciones con la desdeñosa observación: ¿Acaso los armenios serían capaces de levantar semejantes edificios?"
(El Imperio, Ryszard Kapuscinski)
domingo, julio 20, 2008
"Fort Apache" es la primera de las tres películas que componen la famosa trilogía de la caballería. Las otras dos son "She wore a yellow ribbon" y "Rio Grande" (una de mis peliculas favoritas). En ella, Ford nos relata la sucesión de eventos que llevan a una debacle de la caballería de los Estados Unidos frente a los apaches de Cochise.
Su protagonista, el teniente Coronel Owen Thursday (Henry Fonda), es uno de esos magníficos personajes a través de los cuales Ford escenifica ese misterio individual en que los hombres se convierten cuando siguen los pasos de su propia moral hasta el último momento. Del mismo modo que el Ethan Edwards de "Centauros del desierto", Thursday llevará hasta las últimas consecuencias su manera de ver el mundo sin importarle lo más mínimo las opiniones de los demás. Pero, y mientras Edwards consigue su objetivo y devuelve a la raptada niña a su familia, Thursday conducirá a la muerte a todo su regimiento en una enloquecida carga en la que intentará recuperar el tiempo perdido, la fama y el reconocimiento de un Este que le degradó enviándole al Oeste.
Ambos, son el anverso y el reverso de una misa forma de ser.
Seres cuyo actuar contemplamos y que, por encima de sus defectos y virtudes, terminamos siempre admirando principalmente por la coherencia que guía ese actuar.
Lo que hay más allá de la expresión de sus rostro, de las palabras y sus gestos es un misterio. El secreto de una vida, de un carácter lentamente formado en los avatares del diario vivir.
Terreno inaccesible.
Caldo primigenio de actitudes, decisiones y conductas.
Al final, hay respeto en la entereza, en la firmeza de una conducta mantenida contra todos los elementos. El hombre reafirmándose e imponiendose.
jueves, julio 17, 2008
(Franco Battiato)
martes, julio 15, 2008
lunes, julio 14, 2008
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
La última acometida fue definitiva.
Las defensas del arroyo fueron las primeras en caer.
A través de ese agujero el enemigo encontró el perfecto espacio para buscar la victoria entre los muertos brazos de los defensores.
El perimetro era demasiado grande.
Ese había sido el gran error, ún perímetro defensivo demasiado grande para los hombres disponibles para defenderlo.
La topología del terreno tampoco permitía los nodos suficientes como para permitir un área defensiva más pequeña y algunos flancos, como el arroyo, quedaron mal cubiertos.
Era una cuestión de suerte que el enemigo los detectara
y la suerte se les había acabado.
Se preguntaba si también era una cuestión de suerte que la suerte terminase.
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
El combate había entrado en el gran desorden sangriento del cuerpo a cuerpo.
No podía verlo pero lo imaginaba.
Pequeñas bolsas improvisadas de defensores rodeadas por todas parte de enemigos.
Cayendo una detrás de otra.
Aún le quedaba munición.
No pensaba ni en su vida ni en su muerte.
En su cabeza sólo había espacio para la detección entre el humo de la siguiente sombra que directamente se lanzaba sobre su posición dispuesto a tomarla.
Todo su estar descansaba sobre el firme convencimiento de que lo que le quedaba de vida iba a reducirse a ésto....
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
Mecánicamente.
Reconocer un blanco, apuntar y disparar.
Lo aceptaba y punto.
No era el momento de hacerse preguntas que eran más propias de los que cuando el día terminase seguirían viviendo.
Para los dos bandos, aliados y eje, el cine jugó un papel importante, como vehículo de propaganda insuflador de moral, durante la segunda guerra mundial librada a finales de la primera mitad del pasado siglo.
Realizada en 1943, "Esta tierra es mía" constituye la principal contribución del maestro Jean Renoir al esfuerzo bélico... por así decirlo.
Una de las grandes derrotadas en la primera fase de este conflicto fue la República Francesa. Viviendo de espaldas al ogro alemán que lentamente se preparaba, la Francia del Frente Popular fue sorprendida en toda regla por los ejércitos alemanes. Aquellos hicieron sobre los ejércitos franceses,que les esperaban cómodamente atrincherados en la frontera común, la misma maniobra (ideada creo por Lüdendorf) que realziaron en la Primera Guerra. Los flanquearon invadiendo los Paises Bajos y Bélgica, sorprendiéndoles por detrás.
Fué la gran puesta en escena de lo que se dió en llamar la Blitzkrieg, que es el inicio de la guerra moderna.
Teorizada por cierto por un militar británico, Basil Liddell-Hart, fue puesta en práctica por los ejércitos alemanes a quienes el hambre les aguzó el ingenio. Columnas mecanizadas de blindados e infantería rebasaban las más lentas unidades de infantería, llegaban muy lejos tras sus primeras líneas y las embolsaban en grandes bolsas a las que sólo les restaba luchar o morir.
En definitiva, Francia fue la gran derrotada.
Los alemanes ocuparon Paris y pactaron con un héroe de la pasada Primera Guerra, el Mariscal Petain una República títere, la de Vichy, reservándose las zonas próximas al Canal de la Mancha y a su propia frontera. Esta República les permitió ocupar todo el extenso territorio francés sin tener que dedicar a ello más hombres de los necesaros.
Contra esa Francia colaboracionaista es contra quién dirije Renoir esta emocionante película.
Porque "Esta tierra es mía" es un alegato contra la colaboración y la delación en la que Renoir quiere poner contra la pared a sus compatriotas entregados a los alemanes.
Hoy los alemanes ocupan las playas de Mallorca y el BundesBank rige la política monetaria europea. Las cosas han cambiado, pero, y tras aquella intención contextual, en "Esta tierra es mía" emergen aspectos intemporales como el eterno conflicto entre el miedo a ser y la necesidad de expresar la mirada que todos llevamos dentro.
Su protagonista Albert Lory (Charles Laughton) empezará siendo un cobarde para terminar deviniendo en el insospechado héroe que su pequeña comunidad necesitará para sentirse parte de algo grande, pese a estar momentáneamente aplastados por la bota alemana.
Lory superará ese miedo guiado por el ejemplo de otros, como su admirado profesor Sorel. Y este es el segundo aspecto importante que presenta esta estimulante y emocionante película.
El ejemplo de Sorel guiará a Lory quien a su vez se convertirá en ejemplo de conducta para otros en una especie de "carrousel" de gestos y palabras que prenderán en los ojos y oídos que los escuchan.
"Esta tierra es mía" es una película humanista que cree en el controvertido hecho (al menos para mi)de que, a pesar de si mismo, el ser humano puede sobreponerse y dar lo mejor para engrandecer y engrandecerse.
Y a mi entender ésto es el contenido más grande que hoy en día ofrece esta película... Quizá existan dos clases de humanos: los que creen que lo son por el siemple hecho de parecerlo y los que constantemente se esfuerzan por serlo luchando contra sí mismos y contra aquellos que no hacen el menor esfuerzo.
Por definición el hombre es un ser moral y para ser humano hace falta algo más que existir... Primo Levi tendría mucho que decir a este respecto.
domingo, julio 13, 2008
La mejor receta que conozco para hacer un buen Martini es la de Winston Churchill*:
- Verter la ginebra.
- Poner la copa junto a la ventana
- Poner la botella de vermouth junto a la copa
- Dejar que un rayo de sol atraviese la botella de vermouth y llegue hasta la copa.
(Por supuesto, el vermouth tiene que ser seco)
... Y listo.
Están estupendos.
* un morboso y desviado placer me lleva a no explicar quién es.
sábado, julio 12, 2008
Siempre hay razones de sobra para justificar ciertos olvidos.
Una carrera no demasiado larga, una relación demasiado poco satisfactoria con la taquilla, ... Confieso que no conozco lo suficiente la historia de Preston Sturges como para explicar las razones por las que, hoy en día, nos suenen más los nombres de Lubitsch o Wilder que el suyo... siendo bastantes de sus películas tan brillantes, a mi entender, como cualquiera de las dirigidas por aquellos dos maestros.
Probablemente todo tenga que ver con la tendencia que tenemos a hablar de los mismos temas, a la uniformidad del discurso. Hablar mucho más de lo que ya se habla y dejar de hablar progresivamente de lo que no se habla hasta llegar al más completo y absoluto de los silencios.
Lo único cierto es que nos perdemos mucho relegando al silencio a un talento para el guión (principalmente) y la dirección como Preston Sturges. Buena prueba de ello es "Los viajes de Sullivan", seguramente una de sus mejores películas.
Llena de diálogos ocurrentes y brillantes, cuando no directamente divertidos y graciosos (45 años después), "Los viajes de Sullivan" nos cuenta la historia de Sullivan, un exitoso director de cine que quiere realizar una película que muestre las agonías y penurias que viven sus compatriotas en el final de la gran depresión. En contra de la opinión de todo su entorno, que le pide una comedia, Sullivan quiere hacer un drama que muestre a todos el sufrimiento de sus semejantes para moverles a la conciencia.
El problema de Sullivan es que quiere contar un drama que él, perteneciente a las clases proviligiadas, nunca ha vivido.
La solución será hacerse pasar por vagabundo y sentir en sus propias carnes el sufrimiento que le conmueve... y esa vida a la que inconscientemente se lanza vestido con su brillante armadura idealista terminará por proporcionarle lo que busca... siempre en mayor medida que lo esperado. Tal y como se le supone a la vida. Por eso es tan jodida.
Al final, Sullivan verá las cosas de forma diferente apareciéndole esencial aquello que antes le resultaba frívolo y mentiroso.
Dedicada a todos aquellos que en algún momento nos han hecho reir, "Los viajes de Sullivan" predica con el ejemplo siendo una comedia que es, hasta cierto punto, un compendio de todos los estilos posibles dentro del género: slapstick, screwball, persecuciones...
Divertida e inolvidable.
Perfecta en su perfecto blanco y negro.
viernes, julio 11, 2008
jueves, julio 10, 2008
Las páginas del libro se han convertido en un indeseable espejo que inflexiblemente refleja sus pensamientos.
La lectura entre líneas es él mismo, sus dudas y desconfianzas, todos los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras se enredan en los punzantes filos de las letras, difuminan las palabras con sus alargadas sombras transparentes.
No puede escapar tan fácilmente.
miércoles, julio 09, 2008
Esta película póstuma de Anthony Minghella podría considerarse, dentro de su filmografía, como un film menor. Carente de la grandiosidad de superproducciones como "El paciente inglés" o "Cold Mountain", "Braking and entering" sucede en un Londres cotidiano, muy alejado de las postales para turistas para contarnos una historia intimista de preguntas que no tienen respuesta.
Si por algo se reconoce el cine de Minghella, además de por el pulido y perfecto acabado de todos sus trabajos, es por las emociones. Las películas de Minghella rebosan de sentimientos vehiculados através de palabras y miradas captadas en el momento preciso y en este sentido "Breaking and entering" ofrece al espectador el mismo emocionante y palpitante corazón de trabajos anteriores... sólo que carente del grandilocuente envoltorio de superproducción al que minghella parecía abonado desde "El paciente inglés" (salvo la excepción que supuso "Play" en el 2000).
En este sentido, hay algo del fantasma de David Lean en la capacidad de Anthony Minghella para pasar del espacio "micro" de las emociones individuales al escenario "macro" de los grandes momentos, propios de las grandes historias. La capacidad de Minghella para insertar los sentimientos en una exhuberante retórica cinemascópica y hacerlos destacar es una cualidad similar a la, en mayor medida, poseída por el cineasta británico.
"Breaking and Entering" nos cuenta un conflicto casi geométrico. Las trayectorias que los humanos trazamos en el espacio de nuestra vida práctica (familia, trabajo, relaciones,....) no siempre coinciden con las que puede trazar nuestro corazón, sobre ese mismo espacio, si le permitimos tomar el control. El resultado será siempre el conflicto, el melodrama, las preguntas sin respuesta y las decisiones entre opciones, por diferentes motivos, igualmente dolorosas.
Seguramente llega un momento en nuestras vidas, en las de todos y cada uno, en que dejarse llevar por los sentimientos se convierte en una pura y absoluta heterodoxia, una acción tanática y destructiva que socava los en mayor o menor medida firmes cimientos del edificio de nuestra vida... nuestro trabajo real de cada día, que no es otro que tener una vida sobre cuyos brazos confortables descansar cada noche.
A veces, el corazón nos susurra constantemente al oído que no estamos contentos, que algo nos falta, que hay otros mundos y que debemos salir como piratas, banderas al viento, a abordar la belleza que envidiamos en algunos de ellos y éso es lo que Will Francis (Jude Law), su protagonista, termina haciendo casi y de alguna forma rechazado por determinados aspectos de su propia vida que le resultan insatisfactorios, especialmente el cerrado núcleo que forman su pareja (Robin Wright Penn) y su hija autista.
Persiguiendo a un ladrón adolescente terminará encontrando en su madre (Juliette Binoche) aquello que cree le falta para ser feliz... pero las cosas nunca son tan fáciles.
Eternamente instisfechos, porque hemos nacido para desear, siempre perseguimos fantasmas que nos miran desde el otro lado del espejo en el que desesperadamente nos reflejamos.
Esa es parte de nuestra conflictiva naturaleza.
Transferimos a lo que deseamos un valor de realidad que no se corresponde con el justo valor de aquella cosa o persona a la que nos acercamos o, lo que es lo mismo, nos queremos por lo que no somos y nos dejamos por lo que en realidad somos, porque, y hasta cierto punto, caminamos por la vida como sonámbulos viviendo el sueño de nuestro deseo.
De todo ésto creo que habla "Breaking and entering" y por eso, también creo, se trata de una espléndida película.
Hecharemos de menos el talento de Minghella para construir y contar historias sobre las rojas tinieblas del humano corazón.