miércoles, julio 22, 2009

En la balsa,
sobre los días,
bajo el sol.

Flotando.

Carne de luz,
corazón abismado
y en la mirada... estrellas.
DON HENLEY

The last worthless evening...





GLENN FREY

True love...




EXTERIOR NOCHE

martes, julio 21, 2009

HARRY POTTER Y EL PRINCIPE DE MESTIZO

Lo confieso... No esperaba mucho de esta sexta entrega de la saga del mago gafotas.

Y tampoco es que en la película sucedan muchas cosas, salvo la muerte final de uno de los personajes que han sido clave en el desarrollo de la saga. Vida cotidiana en Hogwarts casi como de instituto adolescente, la oscura sombra de Draco Malfoy constantemente airado, planeando su venganza y la ladina y taimada presencia de Severus Snape cuya presencia se revelará más y más importante... De algún modo, esta quinta entrega ocupa una posición intermedia entre el resto de la traga y su final, algo así como "El imperio contrataca" en la primera trilogía de "La guerra de las galaxias". Su sentido es dependiente de lo que vendrá y por ello no es posible ningún cierre, ningún punto y aparte que permita cerrar un sentido de una forma general.

Pero, y ciento cincuenta minutos despúes, la película termina y uno tiene la sensación de que apenas han pasado veinte minutos. "Harry Potter y el principe mestizo" funciona. Es la primera vez que no tengo esa incómoda sensación de aburrimiento "porenmedio" que me ha acompañado en la visión de las cinco predecesoras... y curiosamente es la película que menos cuenta de todas. Casi nada termina de pasar. La mayor parte del tiempo de la narración se dedica a presentar líneas y argumentales y situaciones que se desarrollarán más adelante. Y, sin embargo, y como sucedía en "El imperio contrataca", esta característica no es un "handicap".

También es cierto que cada momento de la saga es más ocuro que el anterior y esta sexta entrega lo es aún más... Y hasta cierto punto toda la historia de Potter, sus siete novelas, están convirtiendose en un largo viaje desde el radiante día que, para J.K. Rowling, es la infancia hasta la oscura noche que es la madurez.

Ahora ese viaje está a punto de terminar.. y ya nada queda en los tres personajes principales de la brillante ilusión con que encaminaban sus pasos a Hogwarts. Algo han perdido y ese algo está directamente relacionado con el descubrimiento de un mundo adulto con su juego de intereses y cuentas pendientes en el que sin saberlo tienen un lugar asignado como adultos.

La responsabilidad de ocupar un lugar en una adulta lucha por el control del mundo de la magia en la que el principe mendigo cuya identidad que descubrimos al final de la película seguramente tendrá reservado un importante papel.

La imposibilidad de continuar al margen del mundo y sus circunstancias heredando un papel que por derecho les corresponde.

Poco a poco, el niño ha ido quedando sepultado bajo una totalidad de exigencias, responsabilidades, obligaciones, que son la principal materia de la que está hecho el mundo de los adultos. Y descubrir quién es uno supone entender el lugar que se debe ocupar en la inflexible lógica de esa mecánica. La identidad definida por el roce con un mundo que pide y da.

No es tan divertido como navegar con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela... y a veces duele, porque, entre otras cosas, cuando hay sangre, es de verdad.

Por fuerza el final tiene que ser oscuro.

En este sentido, y por todo, "Harry Potter y el príncipe mestizo" se me antoja una entretenida obertura que nos prepara para el próximo gran final en el que, quizá, a nuestro querido Harry se le rompan las gafas.



FLASH

INOLVIDABLE

The wire... The king stay the king


lunes, julio 20, 2009

NANCY WILSON

Willie & Laura Mae Jones...




Groovy!
"Le estaba diciendo que en aquel sótano, mientras le besaba los pies, había entendido por primera vez qué era el amor, y no con las palabras de otros, sino con la sangre del corazón. La amaba más que a su pasado, más que a su madre, más que a Alemania, más que a su futura vida con María... Se había enamorado. Los muros levantados por los estados, la furia racista, la cortina de fuego de la artillería pesada no significaban nada, eran impotentes ante la fuerza del amor... Daba gracias al destino porque, a las puertas de la muerte, le había permitido comprenderlo."
(Vida y destino, Vasili Grossman)

domingo, julio 19, 2009














LA INVASIÓN DE LOS LADRONES DE CUERPOS

Dirigida por Don Siegel en 1958, "La invasión de los ladrones de cuerpos" es uno de los máximos exponentes de una de las épocas doradas del género de ciencia ficción, la década de los cincuentas del pasado siglo XX.

En ella, y mediante un flashback contado por su desesperado protagonista, se nos narra los primeros momentos de una invasión extraterrestre que elije como lugar el pequeño pueblo californiano de Santa Mira. Allí algunos de sus vecinos comienzan a desconocer a algunos de sus familiares más allegados. Lo que parece ser un episodio de histeria colectiva comienza a revelar su verdadera condición ante los incrédulos ojos del doctor Miles Bennel (Kevin McCarthy) y su antigua novia Becky (Dana Winter). Muy pronto la ciudad estará en manos de los extraterrestres y sólo quedará la opción de escapar para alertar al resto de humanos de la amenaza que se cierne sobre sus despreocupadas vidas.

"La invasión de los ladrones de cuerpos" es puro cine. Una historia de intensidad creciente que emerge desde la cotidianidad de la vida en comunidad para convertirse en una pesadilla de la que, y en su magnífico final abierto, quizá ya sea demasiado tarde despertar. En este sentido, resulta pasmoso el modo en que, contraponiendo escenas y personajes, se va dibujando un escenario que, de pronto, revelará su siniestra condición.

Es uno de los grandes trabajos de Don Siegel, un gran dominador del lenguaje cinematográfico y bajo cuya tutela comenzaron las carreras de dos grandes genios del cine como Clint Eastwood y Sam Peckinpah

Mucho se ha escrito sobre la oculta intención crítica contra el macartismo de una historia que, en realidad, juega con el ancestral miedo de convertirse en un extranjero dentro de la propia tierra. De la noche a la mañana los que son tuyos se convierten en otros y el individuo se ve privado de una intimidad que le es vital. A ese eje básico, que apela casi a lo pulsional, se añade otro que vertebra las características de esa nueva comunidad: la ausencia de cualquier clase de emoción y afecto y su sustitución por una absoluta racionalización de la existencia que reprime aquello que de esencial tiene el individuo y que, para los guionistas, no es otra cosa que la capacidad de sentir.

El mensaje, suponiendo que exista (y no lo ponga la mente de algún espectador que necesita algo más que entretenerse para justificar una visita al cine), es bastante básico y simplista, pero se basta para inspirar una historia que tampoco es un prodigio de complejidad y que fudamentalmente brilla por el modo magistral en que nos es contada.



"Qué horrible es el éxito,
peor que ver tu casa en llamas,
y las vigas cayendo, una tras otra,
mientras asistes, sin testigos, a tu condena.

La fama, como una borrachera, consume lo mejor de ti mismo
y, sórdida, te muestra que sólo trabajaste para ella.
Ojalá que nunca me hubiera besado esa puta,
y haber seguido siempre en las sombras de la destrucción y el fracaso"
(Después de la publicación de Bajo el Volcán.
El trueno más allá del Popocatépetl, Malcol Lowry)

"El anciano parecía haber superado los ochenta años, pero frágil y canoso no eran las primeras palabras que uno emplearía para describirle. Su paso seguía siendo firme y seguro y la energía brillaba en sus ojos, exhibiendo más de un vestigio de la fuerza que había tenido en otro tiempo. Estaba en medio de un gran número de oficiales de Marina y del Cuerpo de Infantería de Marina, relajándose después de un extenso programa de reuniones. Bebían y contaban anécdotas de sus días de servicio.
De pronto, alguien le vio y una voz grave y profunda se oyó claramente por encima del intenso murmullo de los presentes.
--- ¡Atención! ¡Marine de la Isla de Wake en cubierta!
--- Todo el mundo dejó de hablar --- dijo el oficial naval que presenció el incidente. --- Nos pusimos en posición de firmes, miramos al marine y saludamos"
(Pacific Alamo, John Wukovits)

sábado, julio 18, 2009

TOUS LES MATINS DU MONDE

Seguramente, la vida no sea una cuestión de duración sino de intensidad. Probablemente se trate de llegar a la clara convicción de un "algo" crucial, lo que sea, a cuya luz todo queda justificado...

"Tous les metins du monde" comienza con el rostro atormentado de un anciano Marin Marais (Gerard Depardieu) y casi termina con el desencajado rostro de ese mismo hombre incapaz de contener el asombro que siente ante la revelación de una verdad cuya huidiza esencia siempre se le había negado.

Al final, el viejo Marais comprende el misterio que para siempre y durante toda su vida fue el huraño y genial Saint Colombe, inolvidablemente encarnado por Jean Pierre Marielle. Un misterio directamente relacionado con la música a la que ambos han entregado sus vidas.

El misterio de Saint Colombe es el encierro de su inmenso talento para la composición y la interpretación entre las cuatro paredes de su casa, un talento del que un joven Marais querrá aprender para entregarlo al mundo y que siempre le será negado. Por siempre, y hasta el final, Saint Colombe será celoso guardián de un inaccesible secreto que Marais ni siquiera llegará a sospechar.

Marais se conformará con las migajas y, aun así, éstas, acompañadas de su propio talento, le servirán para llegar lejos en el mundo, hasta ese maravilloso final en que el músico comprende con los ojos llenos de lágrimas la primera lección de todas, el sentido de la música como un acto de expresión intima y privada, alejado del mundo, en el que el artista se convierte en una hoja abandonada al viento de las propias emociones, de la propia verdad. Y esa capacidad, esa actitud no es algo que se pueda aprender, es algo que se lleva dentro, que se tiene o no se tiene.

Solo en el final de su vida, atormentado por las punzantes resonancias del recuerdo del trájico destino de Madeleine y por primera vez en su larga vida, Marais interpretará al gusto de su maestro comprendiendo que nadie le quiso como aquella mujer.

Entre lágrimas habrá comprendido y éso será suficiente.

El instrumento hará el resto convirtiéndose en mera caja de resonancia de ese sentimiento.

"Tous les matins del mundo" es una entrañable joya que nos habla entre renglones, acompañándola de la maravillosa música de Saint Colome y Marin Marias, del asombroso milagro del descubrimiento de la propia autenticidad, un milagro para el que jamás hay palabras y que sucede para justificar con plenitud una existencia.

Sin ella no hay música.. ni nada... que merezca realmente la pena.

En todos los sentidos de la palabra, el viejo Saint Colome está en lo cierto... una certeza de la que forma constituye parte esencial el callado y hermoso fantasma de su mujer.



"Camarada Halb -dijo Lenard-, yo no me subiré al avión. Me sentiría avergonzado si abandonara a los hombres a quienes he convencido para que luchen hasta el final"
(Vida y destino, Vasili Grossman)
"Peckinpah often told interviewers that all his dramas were morality plays. But his films and television shows were not simpleminded lectures on right and wrong or good and evil, for he knew that such comforting black and white demarcations were an illusion. Instead they were open-ended existential inquiries, a search for morality in a land where it appears to have evaporated. In each episode Blassingame is confronted with a difficult, ambiguous situation that calls for tough decisions without the presence of God or a set of tangible social laws or values to guide him. He must choose who he is, what he stands for, what he can live with and what he can't, and through te decisions he makes he defines himself."
("If they move... kill'em!. The life and times of Sam Peckinpah", David Waddle)

PERDICIÓN

Cuando los talentos se juntan es difícil que resten. "Perdición" es un buen ejemplo. Basada en la novela de James M. Cain, sobre un guión de Raymond Chandler y Billy Wilder, quién la dirigió, y protagonizada por grandes actores como Barbara Stanwyck, Fred McMurray o Edward G. Robinson... El resultado es una intensa historia de muerte, engaño y traición en la que las bajas pasiones se hacen con el control de altas pasiones como el amor o la honradez.

En cierto modo, la intensidad dramática que hace grande al cine negro procede de ese contraste entre el ambicioso ser deseante de sus protagonistas y la moral del deber ser que aquellos quiebran una y otra vez persiguiendo la escurridiza sombra de su deseo. Sus protagonistas son los anti-héroes que se atreven ir más lejos, incluso más allá de lo que está socialmente aceptado y permitido, para conseguir aquello que buscan o quizá no sepan lo que quieren pero, y como decía Johnny Rotten, no saben lo que quieren pero saben cómo conseguirlo.

El personaje de Phyllis Dietrichson, magnificamente encarnado por Barbara Stanwyck, es un magnífico ejemplo de esa calculada escalada en pos de ese oscuro ideal que hace ya tiempo ha dejado atrás el punto de no retorno, de la consecución del ideal burgués de felicidad sin reparar en los medios. Primero seducirá a su marido y, psoteriormente, seducirá a Walter Neff, un avispado vendedor de seguros, también magnificamente encarnado por Fred McMurray, para eliminar al marido y cobrar una doble indemnización de un seguro de vida.

Como siempre las cosas se complicarán porque basta sólo con mostrar el heterodoxo espectáculo del ser humano en el apogeo de su oscuridad, entregado a su individualidad más allá de aquello que el buen sentido de lo social aconseja.

Lo que se desea siempre pertenece a otro y uno no puede cogerlo sin encomendarse a Dios... pero ¿y al diablo?

La sala de máquinas de lo negro está ahí.

Sus autores nos cuentan historias en donde viven personajes que se atreven a ir mucho más lejos, que no tienen tiempo que perder y a quienes les estorba la moral para poder llegar a ser y estar donde quieren. Y su tragedia es no poder ganar porque la supervivencia del orden social depende de su fracaso.

Hay un límite siempre para el deseo... pero la tentación siempre está ahí, latiendo en las tinieblas de lo inconfesable. Forma parte de la materia que están hechos nuestros sueños.

Y este carácter trágico se remarca en el modo en que comienza la película. Un herido Walter Neff conduce por las calles vacías de Los Ángeles hasta su oficina donde nos relatará la historia de su fracaso...



Y conocer el final no le quita valor a la historia. Esa es una de las genialidades de los guionistas... Lo importante es el cómo, el modo en que las cosas no han salido. Porque el espectador ya sabe que los protagonistas no pueden salirse con la suya.

A diferencia de las historias de misterio o de detectives en las que prima el espectáculo racional de deducción que lleva al descubrimiento de un ladrón o un asesino, en "Perdición" importa mucho más el sombrío caldo emocional en que las cosas se ponen en marcha y casi siempre terminan por fracasar. No hay razones. Sólo inexplicables emociones como ese sexto sentido, encarnado en el estómago, que le dice al sabueso Keyes (Edward G. Robinson) que algo anda mal en la muerte de Dietrichson.

De todo modo, lo que perdición saca a la luz a lo largo de sí misma como historia es el funcionamiento del mecanismo del fracaso. El espectáculo de la duda, el amor, la desconfianza, los celos, la culpa... El factor humano que convierte el más perfecto de los planes en imperfecto.

viernes, julio 17, 2009

CIELO


INOLVIDABLE

Network...


Uno de los grandes momentos del cine de los 70, el genio del guionista Paddy Chayefsky y el talento de William Holden para interpretar este monólogo-diálogo de despedida a una mujer y de bienvenida a toda una nueva época de la que somos hijos... la banalidad de la sociedad de consumo en la que todo tiene el mismo valor de cambio en un interminable sistema de modas, gustos y preferencias de la que el mundo de la televisión es perfecta metonimia.
En el mismo minuto se habla de un tsunami catastrófico y de un bebe panda que ha nacido en el zoo de la ciudad.
Y aunque lo estamos pasando muy bien, esa banalidad nos está haciendo un daño irremediable a todos.
El fugaz encuentro.
Lo que alguna vez pudo ser,
lo que definitivamente ha sido
y la inmensa distancia que separa
en apenas unos pocos centímetros.
Irremediable nostalgia de aquel futuro
que se desvaneció en el aire
como enrevesados jirones de blanco humo.

Fisica insuficiente en los espacios,
nostalgia inevitable en los tiempos.
INOLVIDABLE

Rio grande...



La leyenda cuenta que el gran crítico de cine Jose Luis Guarner pidió ver antes de morir "Centauros del desierto". Seguramente yo dudaría. Quizá quisiera ver por última vez "Rio Grande"... si tuviera que hacerlo quieto y en una cama... que con La Gran Dama nunca se sabe.