domingo, agosto 02, 2009

VIDA Y DESTINO

A punto estuvo el régimen soviético de conseguir su objetivo de impedir la publicación de esta monumental obra literaria. En la década de los ochentas del pasado siglo, pasó el telón de acero convertido en un microfilm cuidadosamente fotografiado de un olvidado manuscrito por el físico disidente Andrei Sajarov. Posteriormente, y en Suiza, las fotografías fueron también cuidadosamente mecanografiadas y convertidas en el texto que nunca debió dejar de ser.

Y uno, cuando lee las más de mil páginas que componen esta inmensa obra épica, entiende el por qué de su prohibición... El propósito de "Vida y destino" es global. Su objetivo es contarnos desde Stalin y Hitler hasta el último de los soldados alemanes y rusos un momento crucial en el desarrollo del frente Este europeo y de la segunda guerra mundial en general: la derrota total del sexto ejército alemán en Stalingrado.

Su propósito es contarnos a través de decenas de personajes el esfuerzo de carne y sangre que supuso esta victoria, pero también relatarnos la monstruosidad del régimen al que se derrota y, lo que es más importante, la monstruosidad también del régimen vencedor encarnado en el estalinismo.

Y le principal atractivo del libro a mi entender es el punto de vista desde el que se hace, un punto de vista estrictamente humano, íntimo, emocional y profundo. Pese a su carácter total y monumental, el libro de Vassili Grossman está lleno de momentos conmovedores de enfrentamiento entre la pequeña y débil fuerza de voluntad del individuo frente a la todopoderosa capacidad de dominación de los regímenes totalitarios. Momentos en que determinados seres humanos se ven enfrentados a los crueles designios de un poder que en absoluto les tiene en cuenta como tales sino como piezas necesarias, que hay que usar, o defectuosas, que hay que retirar, dentro de una mecánica desalmada y calculadora.

La mayor parte de los personajes que aparecen en el libro de Grossman se encuentran solos ante la crueldad, la injusticia o el absurdo y luchan con desigual suerte por no verse aplastados, por mantener un cierto sentido y un determinado nivel de cordura.

Cuando el libro termina uno tiene la impresión de que, a pesar de haberse producido una victoria que llevará al Ejército Rojo hasta Berlin, hay una derrota general del ser humano, una especie de muerte global de la belleza de la que la guerra es una simple manifestación exterior, la punta del "iceberg" de algo mucho más terrible y oscuro: la aniquilación del ser humano.

Algunos de los personajes como el comisario Krímov o el científico Shtrum intentan mantener una integridad en contra de esa dinámica, pero terminan, de diferente manera, arrastrados por una fuerza que es superior a ellos y que encarna esta dinámica global de aniquilación. Ambos, personajes ejemplares en su presente y en su pasado, de repente, se convierten en impotentes víctimas de tramas de intereses palaciegos y espúreos. Ambos encarnan lo mejor de los ideales del estado soviético y, subitamente, terminan convertidos en parias obligados a traicionarse a si mismos, a pervertirse, por un sistema que no puede tolerarles en su pureza.

Mención especial merecen todos los capítulos dedicados a los campos de concentración, rebosantes de oscura belleza y en los que la presencia de esa dinámica anuladora y trituradora no necesita esconderse, resultando más que evidente la indefensión y debilidad del individuo ante instituciones dimanadas de un poder omnímodo y destinadas a dominarle, a anularle, cuando no a eliminarle fisicamente.

En general, es emocionante el modo en que algunos personajes mantienen su entereza, la capacidad de ser fieles a si mismos aun cuando fuerzas muy poderosas les empujan hacia el abismo y a uno no le queda más remedio que amarles en su granítica pureza. En este sentido, resultan muy emocionantes el modo en que Sofia Osipovna se dirige a la cámara de gas o la manera en que el comisario Krímov resiste los crueles interrogatorios en la prisión de Lubyanka. Todos resultan emocionantes en el espectáculo de la fortaleza con que enfrentan la propia debilidad de individuos sometidos a un poder omnímodo que les declara culpables.

Para Grossman, hay un derrotado y es el hombre.

Su critica al estalinismo no se realiza desde la política sino desde el máss puro humanismo filosófico.

Sobre el Stalingrado real, sobre la sangre de los héroes reales, el estalinismo edifica su propio Stalingrado con héroes a medida, adaptando el hecho real e incontrolable de la batalla a sus propias necesidades y convirtiéndolo en una pieza más dentro de su engranaje de intereses. Los comisarios políticos ajustician a los soldados, los héroes son depurados...

Así, la pequeña ciudad industrial a orillas del Don se convierte en el lugar donde un monstruo derrota a otro. Cambian las palabras y las banderas, pero las maneras desde el poder son las mismas... y aun así la mirada de poeta de Grosmann tiene tiempo para conmoverse con todas esas vidas pequeñas y hacer que nos emocionemos con todas sus pequeñas y grandes tragedias, como la de ese inolvidable soldado alemán que todas las noches cantaba opera desde su trinchera para recordarse y recordar que, además de toda aquella muerte y destrucción, también había en aquel mundo de barro y sangre un lugar para la belleza.

"Vida y destino" es un libro lleno de verdad y vida.

No es un libro cualquiera.
"Las canciones son sólo pequeñas cosas interesantes que pueden hacerse con el aire"
(Tom Waits)
"Es como lo que decía Einstein: si tiene un defecto y es irreparable, conviértelo en una característica. Si siempre quemas las crepes, ponlo en la pizarra: crepes quemadas, 99 centavos.
(Tom Waits)

CALABUCH

Es perfectamente posible sentir nostalgia por algo que jamás ha sucedido. Es más, y desde una determinada concepción del pasado, resulta bastante ajustado pensar que siempre se siente nostalgia por acontecimientos o momentos que jamás sucedieron... al menos, tal y como los recordamos. Después de todo, el pasado y la interpretación que hacemos de él sólo existe en función del presente que vivimos. Recordamos en función del presente, de lo que el momento actual nos plantea y exije... pero ésta es otra historia.

Dirigida por Luis García Berlanga en 1956, "Calabuch" nos cuenta la historia de un prestigioso científico norteamericano (Edmund Gwenn) quién, huyendo de los rigores y exigencias de su mundo moderno, termina en un pequeño pueblo de la costa mediterránea española llamado Calabuch. Allí, el científico encontrará una especie de utópica arcadia de hombres y mujeres, la magia de una comunidad que es también familia en la que el profesor Hamilton encontrará un lugar en el que encajar y descansar.

"Calabuch" tiene mucho que ver con "El hombre tranquilo" de John Ford. En ambas, sus protagonistas acaban en dos arcadias rebotados de un mundanal ruido que, como mínimo, les ha infringido el daño suficiente como para querer escapar buscando el cálido abrazo de una comunidad-familia en la que puedan reponerse de sus heridas. En ambas el sentimiento protagonista es la nostalgia por una comunidad de seres humanos en toda la extensión de la palabra sentida desde los rigores de un deshumanizado mundo moderno e industrial, un mundo donde imperan unos valores nuevos y es fácil perder el rumbo, dejar de escuchar esa voz que, como escribia Yeats, nos habla desde lo más profundo del corazón y que como una baliza nos marca el camino de regreso:

"Me levantaré y me pondré en marcha, y a Innisfree iré,
y una choza haré allí, de arcilla y espinos:
nueve surcos de habas tendré allí, un panal para la miel,
y viviré solo en el arrullo de los zumbidos.
Y tendré algo de paz allí, porque la paz viene goteando con calma,
goteando desde los velos de la mañana hasta allí donde canta el grillo;
allí la medianoche es una luz tenue, y el mediodía un brillo escarlata
y el atardecer pleno de alas de pardillo.
Me levantaré y me pondré en marcha, noche y día,
oigo el agua del lago chapotear levemente contra la orilla;
mientras permanezco quieto en la carretera o en el asfalto gris
la oigo en lo más profundo del corazón."
(La isla del lago de Innisfree, Yeats)

Si John Wayne regresa en el "El Hombre tranquilo" a un pueblo llamado Innisfree, el profesor Hamilton acaba en Calabuch, una suerte de Innisfree mediterráneo en el que encontrará la paz que busca.

Allí, donde los medios de comunicación apenas llegan, nadie reconocerá a Hamilton y todos le verán como realmente es aceptándole, sin dudar y sin dobleces, como miembro de una comunidad en la que todos sus miembros parecen expresarse de forma auténtica y directa, sin miedos ni hipocresías.

"Calabuch" reproduce esa idealizada nostalgia sentida hacia un lugar que sólo existe en el deseo, un lugar utópico y ucrónico en el que poder descansar de los rigores que nos imponen los espacios y los tiempos en los que por necesidad estamos inscritos y en el que los otros, que constantemente nos rodean, dejen de ser el infierno del que Sartre hablaba para pasar a convertirse en cielo.

Una obra menor de Luis García Berlanga llena de encanto, con grandes momentos y personajes como ese cabo de la guardia civil (Juan Calvo) que ordena a la flota norteamericana que no se mueva o ese torero (Jose Luis Ozores) preocupado por la salud fisica y estabilidad emocional de su toro.

Deliciosa.

sábado, agosto 01, 2009

viernes, julio 31, 2009

"La gran mayoría de las personas -tanto hombres como mujeres- son integrados hoy por medio de la seducción y no der la imposición de un orden, de la publicidad y no del adoctrinamiento, necesitan creación y no regulación normativa. La mayoría de nosotros estamos, social y culturalmente, entrenados y formados como buscadores y recolectores de sensaciones y no como productores y soldados... La época en que las fábricas y las tropas eran las instituciones decisivas para el mantenimiento del orden ha llegado a su fin (al menos para nuestra parte del mundo)"
(La sociedad individualizada, Zygmunt Bauman)

miércoles, julio 29, 2009

THE WIRE

Be a little slow, be a little late...


You cannot play with a shit like this, men. It's life... and scares me.
"Las instituciones políticas siguen siendo locales, mientras que los poderes reales que deciden cómo van a ser las cosas presentes y futuras han adquirido una genuina extraterritorialidad; como dice Manuel Castells en su monumental estudio en tres volumenes La Era de la Información, el poder en la forma del capital y especialmente del capital financiero fluye, mientras que la política sigue atada al terreno, cargando con todas las limitaciones impuestas por su carácter local. Se puede decir que el poder ha sido emancipado de la política"
(Moral privada, mundo inmoral. Zygmunt Bauman)

Hierve la claridad
bajo el omnipotente pesar a plomo del sol,
se desmenuzan las sombras
en invisibles jirones de imperceptibles silencios
que flotan ingrávidos
en el espeso e irrespirable caldo de la tarde.

Lentamente los ojos se vacían,
la esperanza sin nombre se calcina
convirtiéndose en oscura y olvidada ceniza
arrastrada por la espesura de las horas
hacia el hambriento agujero de oscuridad
que aún no se adivina
en la decepcionante y desierta línea del horizonte.

Ha sonado la hora,
y persiste una ausencia
que convierte a su espera
en un solitario oficio de tinieblas
entre tanta radiante claridad.

martes, julio 28, 2009

"Los malos recuerdos le endurecían. Y necesitaba endurecerse para cometer una crueldad."
(Vida y destino, Vasili Grossman)

MARGOT Y LA BODA

Sin lugar a dudas el tema de las familias disfuncionales y todo el vertedero de emociones que las rodea es un asunto de absoluto interés para Noah Baumbach, el director de "Margot y la Boda". Ya lo hizo en su película anterior "The squid and the whale" (que aquí llamamos "Una historia de Brooklyn"), centrada en la descripción de un divorcio y evidentemente inspirada en las propias experiencias personales de Baumbach.

"Margot and the wedding" es mucho más ambiciosa. Hay divorcios, pero también hay bodas que no terminan de celebrarse. Y siempre relaciones complicadas entre personajes que no terminan de entenderse a sí mismos y tampoco, y como consecuencia, entenderse entre ellos.

Todo es complicado.

El pasado flota como una negra nube tóxica que todo lo contamina y los momentos de felicidad son escasos, efímeros, pequeños momentos en que el oscuro cielo se abre y penetra alguna delgada línea de luz.

Las cuentas pendientes, los reproches y, lo que es más interesante, la expresión sádica e inmisericorde de la propia personalidad que Margot (Nicole Kidman) constantemente exhibe ante todos y que no es otra cosa que la incontrolada y proteica manifestación de sus propias frustraciones y temores hacen imposible cualquier posible reconciliación. A este respecto resulta clave la escena en que Dick (Ciarán Hinds), el amante de la escritora Margot, le sugiere que quizá ciertos personajes sadicos y brutales puedan ser expresión de sí misma.

La boda de su hermana Pauline (Jennifer Jason-Leigh) con el desastroso Malcolm (Jack Black) será una ocasión que Margot no podrá desperdiciar para expresarse de forma desconsiderada trayendo consigo el desequilibrio y la tristeza para todos. Y este aspecto para mi es el aspecto más interesesante de la película: la expresión desconsiderada y sin límites del yo convertido en acto de agresión social y egoísmo.

La candorosa Margot es en realidad, y no siempre de forma consciente, un terrible monstruo despiadado cuya necesidad de control y reafirmación no tiene límites. Una de las modalidades más peligrosas que un ser humano puede adoptar para hacer daño a sus congéneres, una especie de ego-predador que no consiente una discrepancia con respecto a lo que considera correcto o incorrecto. Con ella es imposible llegar a ningún acuerdo.

Me gustó esta última película de Noah Bumbach. Hay bastante de Rohmer y un poco del Bergman de la década de los sesentas del pasado siglo en su cine siempre centrado en las personas y en el fracaso inevitable que casi siempre surge cuando se relacionan entre ellas.

En este sentido, el pequeño Bumbach inspira al gran Bumbach: los dos quieren saber por qué la gente deja de quererse, por qué se enfrenta y se pierde... Tarea difícil, tanto como meter todo el agua del oceano en un agujero.
KIRK WHALUM

All i need...




THE DIRTY DOZEN BRASS BAND

I'll fly away...




REDES

El secreto de una vida larga....


Te desesperas.

Nunca terminas de llegar a tiempo al banquete,
que desde tiempo inmemorial
empieza puntualmente sin ti.

Aullan enloquecidos los trenes vacíos,
cuando salen disparados como balas
hacia el mismo corazón profundo y oscuro del horizonte.

domingo, julio 26, 2009














THE BOAT THAT ROCKED

No me equivocaba al intuirla. Por encima de todo "The boat that rocked" es una película radiante, adolescente, despreocupada, llena de vida, una especie de comedia musical sin canciones pero llena de maravillosas canciones, de la música en si misma y de lo que ésta significa.

A este respecto, el genial director alemán Wim Wenders escribió lo siguiente:

"El Rock'n Roll salvó mi vida. Porque fue esta clase de música la que, por primera vez en toda mi vida, me dió un sentido de identidad, el sentimiento de que tenía el derecho de disfrutar, imaginar y hacer algo. Si no hubiera sido por el Rock'n Roll, ahora sería un abogado."

Y es en torno a esta capacidad liberadora, transgresora, energética y vital que tuvo la música rock a mediados del pasado siglo donde se articula "The boat that rocked", si bien centrándose en los apóstoles de esa palabra, los primeros DJ's debatiéndose entre la legalidad y la ilegalidad en la puritana sociedad británica.

Citando al poeta Jose Martí: "El color tiene limites; la palabra, labios; la música, cielo", el rock'n roll se convirtió para los adolescentes de las clases medias y bajas en el escenario perfecto para descubrir y presentar las propias emociones, un firmamento despejado donde el propio sentir liberador dibujaba los aspectos más intimos que terminaban constituyendo la primera imagen del "uno mismo", el primer punto de partida desde el que empezar a equivocarse en busca del acierto.

Ahora quizá el mercado con su domesticadora lógica repetitiva y adocenadora haya matado esa capacidad del rock para liberar transformándolo en un estereotipo de sí mismo, lo ha vampirizado hasta agotarlo... Seguramente, la libertad esté ahora de la mano de la música electrónica (la que no es Ibiza Chill out ni Buddah Bar) todavía no demasiado contaminada. No lo se... Lo único cierto es que hubo una vez en la que el rock fue parte esencial de la sagrada liturgia de la adolescencia, una ceremonia llena de significado en la que tarde o temprano, y como le sucedió al joven Wenders, llegaban las visiones de lo que en algún momento bajo ningún concepto no podía ser.

En homenaje a todo ésto, se erije "The boat that rocked" como brillante y despreocupado monumento que rebosa de la misma actitud inconformista que pretende conmemorar y la película funciona organizando su narración en torno a la anécdota de un barco-emisora de radio que, desde aguas internacionales, envía su mensaje musical a todos aquellos que quieren escucharlo. Un barco tripulado por un fantástico y entrañable grupo de personajes que, a simple vista, parecen siquiera ser capaces de salvarse a sí mismos.

También flota por las imágenes de "The boat rocked" el espíritu inconformista del free-cinema británico especialmente pienso en "If" de Lindsay Anderson o en cualquiera de las películas que dirigiera Richard Lester ("The Knack", "Help" o "How I won the war") especialmente irradiado desde la maravillosa y afinada interpretación que Kenneth Branagh hace de un político conservador, el principal enemigo de las emisoras piratas y, en general, en todas las escenas en que éste aparece, escenas que rebosan de un sentido del humor inteligente y vitriólico que retrata de forma esperpéntica la vida que eligen todos aquellos cuyos oidos escuchan otros tipos de musicas.

La película discurre en una sucesión de divertidas anécdotas que presentan a los personajes mientras el gobierno británico intenta desesperadamente cerrar la emisora pirata y lo hace de forma divertida, despreocupada, siendo coherente en la forma con el fondo que trae consigo.

Se disfruta y la sonrisa permanece cuando uno ya ha llegado a casa.

Interesante, adolescente y divertida.

"Señor, da de beber a todos esos que ahora se levantan,
destrozados, farfullando palabras desde el centro del infierno,
mientras espían a través de las ventanas
la espantosa realidad del día que comienza"
(Oración por los borrachos, Malcolm Lowry)

sábado, julio 25, 2009

Y me dirás que todavía no es demasiado tarde,
que todavía hay camino de sobra,
que no faltarán las vueltas y los recodos,
que abundarán las despedidas y los encuentros,
prendido del aquel espacio,
de aquel tiempo,
en que todo era posible
y el tiempo era, en toda su misteriosa
e inabarcable extensión,
un esperanzado territorio tuyo y nuestro.

No te importará que ya no sea el mismo que solías ser.
Cumplirás con tu sagrada obligación de impulsarme
através de todas las conspiraciones de espejos,
por los nuevos espacios,
por los nuevos tiempos,
latiendo indeleble en el recuerdo.