domingo, noviembre 07, 2010




















"Esta manera de ver las cosas es difícil; en el sentido de que sagrado designa a la vez ambos contrarios. Fundamentalmente es sagrado lo que es objeto de una prohibición. La prohibición, al señalar negativamente la cosa sagrada, no solamente tiene poder para producirnos -en el plano de la religión- un sentimiento de pavor y de temblor. En el límite, ese sentimiento se transforma en devoción; se convierte en adoración. Los dioses, que encarnan lo sagrado, hacen temblar a quienes los veneran; pero no por ello dejan de venerarlos. Los hombres están sometidos a la vez a dos impulsos: uno de terror, que produce un movimiento de rechazo, y otro de atracción, que gobierna un respeto hecho de fascinación. La prohibición y la transgresión responden a esos dos movimientos contradictorios: la prohibición rechaza la transgresión, y la fascinación la introduce. Lo prohibido, el tabú, sólo se oponen a lo divino en un sentido; pero lo divino es el aspecto fascinante de lo prohibido: es la prohibición transfigurada. La mitología compone -y a veces entremezcla- sus temas a partir de estos datos."
(La transgresión, Georges Bataille)


sábado, noviembre 06, 2010
















"Una persona es un proceso psíquico que no se domina, o sólo parcialmente. Por eso no puede dar un juicio final de sí misma ni de su vida. Para ello tendría que saber todo lo que la concierne, pero a lo más que llega es a figurarse que lo sabe. En el fondo, uno nunca sabe cómo ha ocurrido nada. La historia de una persona tiene un comienzo, en cualquier punto del que uno se acuerda, pero ya entonces era muy complicado. Uno no sabe adónde va a parar la vida. Por esto el relato no tiene comienzo, y la meta sólo se puede indicar aproximadamente. La vida del hombre es un intento arriesgado. Sólo cuantitativamente."
(Recuerdos, sueños, pensamientos. Carl Gustav Jung)

viernes, noviembre 05, 2010













RUBICÓN

Si algo bueno tiene esta serie norteamericana es su planteamiento que no es otro que actualizar el mundo del genial escritor John le Carré, un mundo de honorables colegiales traicioneros y pacientes espías que en el momento oportuno terminaban surgiendo del frío, un mundo de hombres grises en cuyas anodinas vidas de funcionarios de instituciones grises y misteriosas estaba incluida esa interminable partida de ajedrez que son los servicios de inteligencia.

Con el final de la guerra fría, aquel mundo que tan bien describió el genial escritor británico (y que tan bien utilizó para describir la nihilista angustia existencial del unidimensional hombre organización) pareció quedar descontextualizado, rebasado por los tiempos.

Smiley pareció quedarse sin trabajo y el propio Le Carré pareció acusar el golpe con un progresivo desvanecimiento de su obra (que quizá comience con "La chica del tambor") en un limbo narrativo del que aún no ha terminado de salir del todo... pero esa es otra historia.

Lo importante es que "Rubicón" recupera ese mundo lleno de dobleces y que en muchos casos se asemeja a uno de esos cuadros de M.C. Escher en que las cosas jamás dejan de parecer ser.

Dos muertes, unos crucigramas publicados en diferentes periódicos de todo el mundo y el ascenso profesional de alguien empeñado en desaparecer componen el deslabazado punto de partida, el puzzle que poco a poco, sin prisas ni trepidaciones, irá componiéndose ante los interesados ojos del espectador.

Los bloques han desaparecido, pero los intereses permanecen, mientras el ser humano exista los intereses permanecerán, diferentes intereses protagonizados por distintos centros de poder, eternamente desafiando la astucia de los héroes, los únicos humanos capacitados para detenerlos.

Muy recomendable.

LOS PECES

Ocho brazos para abrazarte...




Me apetecen chuches...
THE TOWN

Viendo "The town" tengo la sensación de haberla visto antes. A lo largo de su historia se transparentan las presencias de unas cuantas películas que siempre recuerdo con agrado. Y precisamente por eso, no me importa tener la sensación de vaga familiaridad que siento mientras la veo.

Me gusta lo que recuerdo. Me gusta lo que veo.

En este caso, la magdalena de Proust ha salido buena.

"The town" es un thriller urbano construido sobre los sólidos pilares del auténtico cine negro. Su historia se edifica sobre la inevitable tragedia del individuo que intenta pelear una batalla perdida contra las constricciones y determinaciones que precisamente le hacen ser quién es, que le confieren una identidad cuyo abrazo en un momento determinado le resulta asfixiante y del que intenta desembarazarse buscando reinventarse, ser otro.

La tragedia siempre empieza ahí, en las inevitables consecuencias que siempre traen consigo los actos.

El cine negro está lleno de individuos firmemente resueltos a luchar contra sus determinaciones, las que les impone un destino que parece estar ya escrito para ellos o las que les dicta su propio entorno, que les hace ser quienes son.

El auténtico cine negro es un cine romántico en el que el individuo libra la trágica batalla perdida por la realización de un inalcanzable deseo.

"The town" hunde sus raíces narrativas con firmeza en este rico terreno.

Nos habla de una cultura, la de los ladrones de bancos de orígen irlandés y de un mundo, el de la ciudad de Charlestown donde las generaciones de atracadores se suceden. Por una serie de circunstancias relacionadas con un atraco, su protagonista Doug Mcray (un demasiado frío Ben Affleck) se enfrentará a una de esas situaciones trágicas que le pondrán entre la espada de sus actos y la pared de las consecuencias que acarrearán a el mismo y a quienes lo rodean.

La historia tiene brío, resulta interesante, pero su evidente carácter clónico le priva de una poderosa esencia que la haga trascender más allá de la emoción inducida en el mismo instante de su ocurrencia.

Se ve con agrado, incluso con emoción, pero en seguida se olvida... Lo curioso es que, quién les escribe, aún no he olvidado la desesperada cabalgada al volante del mortalmente herido Dix Henley (Sterling Heyden) en busca del imposible sueño de su casa en "La jungla de asfalto".

A su lado Doug Macray y su trágica historia de atracos palidecen.

¿Por qué será?

Seguramente hay algo en las historias, que probablemente tiene que ver con la autenticidad del propósito que las inspira, que hace que prendan y permanezcan.

La primera magdalena es la que cuenta.


jueves, noviembre 04, 2010

Necesita un gesto.
Son demasiadas ya las palabras
haciéndose añicos contra el suelo
como gotas de agua.

Necesita un gesto.
Poner sobre la mesa
la palpitante masa de su corazón
o devorarse los ojos arrancados
de sus cuencas deshabitadas.
KEVIN JOHANSEN

Sos tan fashion...


miércoles, noviembre 03, 2010

"The poor stay poor, the rich get rich, that's how it goes. And everybody knows."
(Leonard Cohen)

martes, noviembre 02, 2010

Despliega el día sus seductoras artes
mientras los primeros rayos de sol
se descuelgan con maneras de hoja muerta
desde las inaccesibles copas de los arboles.
No hay tiempo que perder.
Late el corazón
y los pulmones respiran aire.
Se aventa el rescoldo,
regresa una vez más la esperanza
y parece como si no se hubiese marchado nunca,
transformando las sombras y su inflexible rigor
en fantasmas de existencia condenada y precaria.

viernes, octubre 29, 2010

MARCELINO CAMACHO

Por lo visto, Marcelino Camacho ha muerto de puro tiempo en su vieja y misma casa de siempre, la de Carabanchel.

Vivimos unos tiempos extraños, tanto que los comportamientos desviados son tan frecuentes que se han convertido en norma y quienes los contemplan sin criterio deducen olimpicamente que son formas correctas de conducta engordando la bola de nieve de la hedonista desorientación.

Todo se compra y se vende en este infinito supermercado en que nuestro mundo se ha convertido, incluso uno puede comprarse la conciencia social, quitársela y ponérsela como si una diadema de miss universo se tratara de modo que es posible estar con los humillados y ofendidos desde la melancólica balaustrada de un chalet con vistas al mar Mediteráneo.

No es necesario sacrificarse. No es necesario sufrir. Por qué renunciar a tenerlo todo, hasta lo incompatible...

Marcelino Camacho, héroe de la resistencia al franquismo cuando los héroes no abundaban y uno de los artífices máximos de la transición ha muerto en su misma y vieja casa de siempre. No necesitaba más. Le bastaba con mirarse al espejo todos los días para reconocerse, como hacen los hombres y las mujeres que se visten por los pies. Seguramente, como la inmensa minoría, deseó rodearse moderadamente de cosas, llevar una vida lo más cómoda posible, quizá incluso soñase con una parecida balaustrada abierta al mismo mar, pero nunca llegó tan lejos. Seguramente porque le preocupaba de verdad la gente. En su esquema de valores de verdadero hombre de izquierdas había tesoros más importantes y decidió seguir del lado de la gente antes de dedicarse a ganar dinero. Hay quién cree que las dos cosas son posibles, como lanzar un corner y rematarlo o estar en misa y repicar, pero, en realidad no lo son... entre otras cosas porque están separadas por una delgada línea roja.

Hoy nos ha dejado.

En el espejo de las ideas donde debiéramos mirarnos todos, cada día, todas las mañanas, su ejemplo brilla ahora invisible, oscurecido por los neones que anuncian novedades y rebajas, que nos prometen que todas las cosas al mismo tiempo son posibles si tenemos el suficiente dinero para pagarlas.

La conciencia, esa aguafiestas, no importa.

Ahora incluso descansa en paz.
SIDONIE

Un día más en la vida...





... Y los niños por la noche soñarán sin dormir...
Y llega el desconcertante momento
en que ya no eres quién creías ser.
Han sucedido los días con sus noches,
su implacable desgaste traidor,
incesante leviatán de furioso embate
formado por miles de pequeños o grandes gestos,
de difíciles o fáciles decisiones.
Y pasa factura, en resumen,
el esforzado trabajo de existir
exigiendo su inflexible precio,
convirtiendo en un extraño que ya no sucederá más
a ese desconcertado ser que ya no te mira
desde el otro lado del espejo,
que se encuentra siendo otro distinto sin quererlo,
comprendiéndose ahora en la incómoda diferencia
de los hechos y momentos que sucedían descabalados,
inexplicables, como por su propia cuenta.
AEREO

martes, octubre 26, 2010

FRANCO BATTIATO

L'animale...




domingo, octubre 24, 2010

OLEADAS

















THE SOLOIST

Basada en hechos reales, "The soloist" es una magnífica historia que cuenta la relación de amistad entre Steve Lopez (Robert Downey jr.), un periodista de Los Angeles Times, y Nathaniel Ayers (Jamie Foxx), un superdotado músico esquizofrénico que vive en la indigencia por las calles y parques de la ciudad de Los Angeles.

Para mi gusto, la película tiene tres grandes atractivos.

Por un lado, el modo absoluta y desangradamente loco con el que Ayers vive su relación con al música. La intensidad de su pasión es intensa, calcinante. Nada hay más importante. Ayers parece un árbol constantemente a la espera de que la brisa de la música le roce, le atraviese haciendo que se muevan las ramas de los diferentes instrumentos que toca.

En la obsesiva persecución de esa pasión Ayers termina despeñándose por el precipicio de la realidad, viviendo al margen del mundo de la vida cotidiana convertido en uno de los setenta mil vagabundos que habitan las calles de Los Angeles.

Y es allí donde López le encuentra siguiendo el delgado y áureo hilo de su música una mañana en la que su mente está abierta y a la búsqueda de nuevas ideas con las que escribir nuevos artículos para su columna.

Este encuentro fortuito nos lleva al segundo aspecto que encuentro más interesante de esta hermosa película: el modo en que se relacionan López y Ayers.

La historia propone una visión del mundo, de la ciudad, en progresiva deshumanización que se manifiesta entre otras cosas en el modo en que las personas se relacionan las unas con la sotras: casi siempre desde la utilidad, casi nunca desde el acercamiento sincero y abierto. Incluso, al principio, hay un veterano periodista que comenta que, en realidad, la gente ya no se interesa por nada.

Este es para mí el centro de la historia: el modo en que se fragua la difícil relación entre López y Ayers.

En un principio, Ayers será una entrada más en su lista de posibles ideas para artículos, una última entrada que sólo se decidirá a explotar cuando el resto de posibilidades aparezcan tachadas. En este sentido, López se interesará por Ayers desde la utilidad, desde la necesidad, buscando el grado de implicación/preocupación suficiente como para que el objetivo pueda ser cumplido. Pero, poco a poco, la intensa complejidad de Ayers hará imposible una aproximación controlada. El vagabundo demandará de él una implicaicón más profunda que, en un principio, Ayers no estará dispuesto a dar.

De pronto, López se convertirá en el asidero que el vagabundo ha encontrado en su caída libre por el barranco de la realidad y esta nueva situación demandará de él una responsabilidad, un sacrificio que implican una relación tan directa y tan verdadera como la que Ayers tiene con la música.

Y es esta confusión de López cuando la autenticidad está llamando a la puerta de su coraza personal uno de los más aspectos más interesantes de la película. Ya que, y como hombre de su tiempo, no está acostumbrado a relacionarse así.

El tercer aspecto tiene que ver con el soberbio trabajo de Foxx y Downey jr, dos grandísimos actores capaces de dotar a sus personajes de una intensidad profundidad que no sólo descansa en su capacidad para lo verbal sino en su inmenso talento para lo no verbal, las miradas y gestos que iluminan con verdad a sus dos personajes.

Para muestra esta hermosa y memorable escena que expresa con precisión la relación líbre y aérea de Ayers con la música y en la que también brilla la música de Dario Marianelli... la mirada final de Robert Downey jr, vale más que un millón de palabras.

Magnífica y emocionante película.




SOL RUIZ Y LA MONGOOSE BAND

Wrecking ball...


sábado, octubre 23, 2010

INOLVIDABLE

The soloist...
ENNIO MORRICONE

Mission to mars...


















"Por supuesto soy consciente de que la idea del sacrificio no es muy popular hoy en día. Casi nadie tiene el deseo de sacrificarse por otra persona o por alguna cosa. Lo que resulta decisivo son las implacables consecuencias de ese comportamiento: la pérdida de la personalidad, sustituida por un egocentrismo aún más acusado que el que impregna ya muchas relaciones interpersonales y también las de muchos grupos de población en su convivir con otros, incluso con sus vecinos. Y sobre todo la pérdida de la última oportunidad existente para dar espacio al desarrollo interior en vez del progreso material, posibilitando así de nuevo una existencia llena de dignidad"
(Esculpir en el tiempo, Andrei Tarkovski)

No te busques a ti mismo, porque nada encontrarás.
No te busques a ti mismo, busca a quienes te buscan.
La clave que te descifra siempre la tienen los otros, los demás.

Hay una psicología ideológica y capitalista que nos obliga a buscarnos, a poner nuestro yo y su realización por delante y por encima de todo.
El mecanismo de dominación es perfecto.
Buscarse a sí mismo es un viaje en un vehículo de una sola plaza y el resultado siempre es la soledad. En la propia búsqueda de cada uno, nadie puede acompañar. Sólo las cosas pueden hacerlo, las cosas del supermercado infinito. Comprar y tener. Tener y comprar.
El sistema nos hace solos aunque a la espera y mientras nos perseguimos la cola de la propia sombra en una inmensa sala de espejos encontramos el sueño que las cosas nos proporcionan.
Sueños pequeños y escasos, huesudos y raquíticos que se nos agotan rápido y enseguida tenemos que cambiar.
Porque el resultado de estar con uno mismo siempre ha sido soledad.

Como bien escribía Charles Sanders Pierce en su concepción triádica del signo (y por lo tanto del proceso de significación), en la relación de significado entre lo representado (cosa) y lo que lo representa (signo) siempre es necesaria la presencia de un tercer elemento (interpretante) que, precisamente, hace posible con su presencia ese sentido proporcionando las claves para la relación entre el signo y la cosa, haciendo posible esa relación que jamás podría existir por sí misma. Y es necesario el interpretante porque el sentido no es un concepto absoluto sino relativo, como obra humana que es está sujeto a los rigores que imponen el espacio y, sobre todo, el tiempo
Nuestra búsqueda se sentido siempre necesita un intérprete, de lo contrario jamás tendremos conciencia de entender y entendernos.
Como animales sociales que somos, el sentido de nuestro sentido siempre radica en ese otro que nos mira, que nos comprende y que nos hace sentir que somos comprendidos.
Y la sociedad de consumo nos vuelve del revés, convierte los efectos en causas obviando la existencia de ese interpretante, haciéndonos creer que la relación de cada uno con nuestro sentido es directa, sin mediación... para posteriormente, ocupar ese lugar que nos ha hurtado con su propuesta sin fin de objetos y materia.
La consecuencia directa es que, finalmente, ese sentido que buscamos y necesitamos los encontramos en las cosas en un tío-vivo sin fin de mundos de quitar y poner donde el paisaje hace a las figuras y no las figuras al paisaje.

Emocionante e inolvidable lectura la de "Esculpir en el tiempo".

Y lo peor de todo es que las conductas desviadas son mayoritarias, abundan los egos colonizadores e imperialistas que no se detienen ante nada y ésto tiene un perverso efecto multiplicador ya que, por instinto, tendemos a pensar que lo más repetido es lo correcto, olvidando que la sociedad de consumo ha colonizado todos y cada uno de los aspectos de la realidad convirtiéndola en el terreno donde se desarrolla su juego, un juego que tiene unas reglas y que por cuidadosa superposición topológica ha ocupado de forma metódica el mítico lugar de la realidad.

Y ya va siendo ahora de que aquellos que aún creemos que nos queda corazón nos organicemos en algún movimiento de resistencia por un mundo libre de individualidades en ilimitada búsqueda de sí mismas, constantemente contaminando y destruyendo con su siempre justificado egoísmo el ecosistema emocional.
Una desperada batalla perdida a las puertas de Mordor no estaría mal para empezar... Y si la oportunidad no surge, habrá que salir del camino para encontrarla.