domingo, mayo 29, 2011

VAN MORRISON

Summer time in England...


ASAMBLEA

No sólo fue un acto social, de la persona hacia fuera, sino psicológico, de la persona hacia dentro.

La asamblea puso a prueba la paciencia del yo producto de la sociedad de consumo. Había que esperar, había que escuchar a todos en sus correspondientes turnos de palabra y pasaba el tiempo sin que la asamblea resolviese. Y crecía la impaciencia.

Había prisa, necesidad de consumir puntos del orden del día como se consumen objetos en los estantes del supermercado. En absoluto se gestionaba lo emocional del momento, su novedad, la necesidad de conocernos todos porque en el fondo era como una primera cita. Era necesario primero resolver lo comunitario, lo solidario antes de resolver lo institucional, lo orgánico.

Se olvidaba que ya era importante estar allí, poder tomar la palabra entre iguales con la seguridad de ser escuchados, que casi tan importante como resolver tomando decisiones era empezar a constituirse en comunidad y ese sentimiento de comunidad implica empezar a ver al otro de otra manera, de una manera más abierta porque el sistema siempre nos ha querido divididos, preocupados y ocupados en las necesidades y miedos de cada uno.

Lo verdaderamente revolucionario está ahí.

Ojalá se consigan cosas más puntuales, ojalá se consiga cambiar la ley electoral, pero lo más importante, para mi gusto, es recuperar el sentimiento de comunidad, la solidaridad de clase, el único poder con el que contamos los que con nuestra casi nada tenemos que pagar esa parte del todo que los poderosos han perdido en su afán de  tener más y más: dos piscinas en vez de una, tres casas en vez de dos.

Por eso tenemos que reunirnos tantas veces como haga falta, sin prisa, buscando ese cambio espiritual, de mirada y actitud... y de paso decidir cosas más concretas cuando todos estemos de acuerdo, porque antes de saber qué hacer, lo que quieres, tienes que saber quién eres.

Como bien dice Alejo Carpentier... "Los mundos nuevos debe ser vividos antes de ser explicados".

sábado, mayo 28, 2011


LA RONDE

Dirigida en 1950 por el alemán Max Ophüls, "La Ronde" es una de las grandes películas del cine francés de mediados del siglo XX.

Con un planteamiento cuando menos curioso y en el que la moral tiene bastante poco que decir, "La ronde" nos cuenta diez historias centradas en el amor, el deseo y las relaciones entre hombres y mujeres en la Viena de principios de siglo XX.

Un maestro de ceremonias, magnificamente interpretado por el olvidado Anton Walbrook, que ocupa un lugra intermedio entre la realidad espía del espectador y la ficción espiada de los personajes conduce a ambos a lo largo de un viaje en el que uno de los protagonistas de cada pequeño episodio permanece en el posterior generando una fascinante hilazón en el que el sentimiento del personaje que permanece es puesto a prueba por una nueva tentación.

Militares, criadas, mujeres casadas, cortesanas, condes, maridos aburridos... Todo el paisaje de la "belle epoque" centro europea sucede ante los ojos del espectador en un espectáculo inteligente y exquisito, rebosante de pasión pero también de una instrascendencia que convierte las calles de Viena en el escenario de un juego en el que nadie parece interesado en ganar o perder, sino en vivir las cosas tal y como suceden, en el momento en que lo hacen... porque lo importante es tener la oportunidad de participar.

Brillante.

viernes, mayo 27, 2011

JACK JOHNSON

No good with faces...


Apenas siente las primeras gotas de lluvia.
Aún es necesario que siga lloviendo un poco más para que, como llameantes azucarillos, el agua disuelva las ideas que le prenden en la cabeza.
Unos minutos más para que nada interfiera entre su ser y la realidad que se derrama sobre su estar.
Allá, en el cielo gris, una afilada bandada de pájaros avanza trabajosamente contra el viento.
Ya no piensa en nada.
Descansa.
Sólo mira.
El agua parece haber disuelto todas las metáforas que se interponían entre ese hecho y su mera contemplación.
Parece que todavía están en el mismo sitio.
Intenta imaginar ese titánico esfuerzo por imponerse a las circunstancias.
A su espalda, el coche espera impaciente.
La puerta continúa abierta.
El motor sigue en marcha.
Permanecen pendientes.
Han dejado de existir.
La lluvia y los pájaros están primero.
GEORGES DELERUE

 
La nuit americaine... Grand choral




Más de lo mismo porque me apetece...

jueves, mayo 26, 2011

DEBTOCRACY


Debtocracy International Version por BitsnBytes

Interesante ese sospechosamente poco mencionado concepto de deuda ilegítima... tan poco mencionado como tan aplicable a nuestra realidad...
Y otros dos conceptos interesantes: deuda socialmente insostenible y la deuda como manifestación de la lucha de clases.

miércoles, mayo 25, 2011

"El análisis moralizante (del que no escapan ni los liberales ni los marxistas) es siempre un error... el sistema sólo conoce las condiciones de su supervivencia; ignora los contenidos sociales e individuales... Consumo, información, comunicación, cultura, abundancia: hoy el sistema mismo instaura, descubre y organiza todo esto, presentándolo, para su mayor gloria, como las nuevas fuerzas productivas. También él se reconvierte (relativamente) de una estructura violenta a una estructura no violenta; sustituye la explotación y la guerra por la abundancia y el consumo. Pero nadie debería agradecérselo pues esa reconversión no implica que el sistema cambie y si lo hace es sólo obedeciendo a sus propias leyes"
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)

domingo, mayo 22, 2011

TOM WAITS

What's he building...

PORTISHEAD

Roads...



THE STRAIGHT STORY

"No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos"
Con su habitual brillantez entre melancólica y amarga, Cesare Pavese escribió esta frase mucho tiempo antes de que David Lynch filmase esta película.
Una frase que tiene mucho que ver con el sentido de esta historia, con ese plano de cielo estrellado con que empieza y termina la película y que resume absolutamente la necesidad de Alvin Stright de hacer ese viaje, su necesidad de ser.
Porque no cuentan los días.
Lo único que importa para Straight es la necesidad de recuperar ese momento, de recuperar al hermano perdido sin cuya compañía ese momento sublime resulta desnaturalizado.
"The straight story" es la historia de una iluminación, de una necesidad y del esfuerzo por realizarla convertido en viaje.
El lado más onírico del sueño americano, el de la pura realización más allá de lo material.
No cuentan los días.
Cuentan los momentos.
Y cuenta sobre todo reconocerse verdadero en uno de ellos.
Por eso nada puede parar a Alvin Straight.
Obra maestra

"Toda cosa producida es positiva, toda cosa mensurable es positiva. El hecho de que la luminosidad del aire de París haya disminuido el 30% en cincuenta años es un dato residual e inexistente a los ojos de los contadores. Pero si provoca que aumente el gasto de energía eléctrica, de bombillas, de lentes, etc., entonces existe y, al mismo tiempo, ¡existe como incremento de la producción y de la riqueza social!... Pero, tal vez, en esa álgebra mítica de las contabilidades, haya una verdad profunda, LA VERDAD del sistema económico político de las sociedades de crecimiento. El hecho de que se sumen en absoluta confusión lo positivo y lo negativo nos parece paradójico. Pero, probablemente, sea sencillamente lógico. Porque quizás la verdad sea que precisamente los bienes «negativos», los factores de degradación de la calidad de vida compensados, los costos internos de funcionamiento, los gastos sociales de endorregulación «disfuncional», los sectores anexos de prodigalidad inútil, desempeñan en este conjunto la función dinámica de locomotora económica... Hay que admitir la hipótesis de que todos esos factores de degradación entran en alguna parte como factores positivos, como factores continuos del crecimiento, como reactivadores de la producción y del consumo."
(La sociedad de consumo: sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)

Todo suma

sábado, mayo 21, 2011

NO MIRES PARA ABAJO

(post recuperado)

En uno de sus paseos nocturnos, el sonámbulo Eloy caerá en la cama de Elvira... y no sólo caerá entre sus sábanas sino que también lo hará entre sus piernas.

El cine de Eliseo Subiela es un cine difícil y no lo es por sus planteamientos conceptuales sino por su exacerbado decantamiento por la emoción y la poesía convirtiéndola en un elemento más de esa extraña realidad inverosímil que Subiela construye con sus imágenes, una realidad en la que sus personajes hablan versos y viven poemas como quién pregunta la hora. Y no me extraña nada que en este mundo supermercado en el que vivimos apuestas como la de Subiela resulten extrañas e incomprensibles fantasmagorías relamidas.

"No mires para abajo" precisamente relata a la manera peculiar de Subiela el aprendizaje emocional de Leandro, un jóven de 19 años que perderá a su padre y conocerá a una misteriosa Elvira que casi al final de la película desaparecerá de su vida tan fácilmente como llegó.

Las decepciones intentarán llevar su mirada hacia abajo, hacia el suelo, pero Leandro se mantendrá firme, seguirá con la mirada puesta en el cielo, hacia arriba, gracias a la maravillosa ayuda final del fantasma de su fallecido padre que se le aparecerá con unos cuantos discos de Jhon Coltrane bajo el brazo.

"No mires para abajo" desafortunadamente no se encuentra entre las mejores obras de Subiela.

En absoluto es una película conseguida resultando demasiado estética, demasiado parsimoniosa durante bastantes momentos de su metraje, especialmente en las escenas de sexo que un autor tan poco terrestre y angélico como Subiela parece no saber rodar... ¡ni entender! resultando largas y aburridas, por no decir demasiado poco creíbles, lastrando con su pétrea solidez de mármol de Carrara la capacidad de volar que todas las buenas historias de Subiela tienen.

Sin ellas "No mires para abajo" hubiera sido un maravilloso mediometraje sobre la vida concebida como la más importante de las Bellas Artes.

Pero soy fan... y me la he tragado entera como corresponde.

En absoluto recomendable para quién quiera conocer el cine de Eliseo Subiela y para el resto... con reparos.


1
"Renovación, reciclado de las personas que trae apareados pesados costos sociales, pero, sobre todo, la obsesión generalizada de la inseguridad. La presión psicológica y social de la movilidad, del estatus, de la competencia a todos los niveles (ingresos, prestigio, cultura, etc.) se hace más opresiva para todos. Hace falta más tiempo para recrearse, reciclarse, para recuperarse y compensar el desgaste psicológico y nervioso causado por múltiples daños: trayecto domicilio/trabajo, superpoblación, agresiones y estrés continuos. En definitiva, el costo mayor de la sociedad de consumo es el sentimiento generalizado de inseguridad que engendra...».
Todo lo cual lleva a una especie de autodevoración del sistema: «En este crecimiento rápido... que engendra inevitablemente tensiones inflacionistas..., una porción no desdeñable de la población no consigue seguir el ritmo y pasa a formar parte de los "abandonados a su suerte". Y los que siguen en carrera y alcanzan el estilo de vida propuesto como modelo, lo hacen pagando el precio de un esfuerzo que los deja disminuidos. Y esto es así aunque la sociedad se vea obligada a amortiguar los costos sociales del crecimiento redistribuyendo una parte cada vez mayor del producto nacional bruto a favor de inversiones sociales (educación, investigación, salud) definidas sobre todo para servir al crecimiento.» (E. Lisie). Ahora bien, en todas las contabilidades, esos gastos privados o colectivos destinados a hacer frente a las disfunciones antes que a aumentar las satisfacciones positivas, esos gastos de compensación, se adicionan a la elevación del nivel de vida... Llevada esta situación al límite, según J. Bourgeois-Pichat, «podríamos imaginar que la población cuya actividad está dedicada a mantener la salud del país supere en cantidad a la población comprometida efectivamente en la producción»."

2
"El único resultado objetivo es pues el crecimiento canceroso de las cifras y los balances, pero, esencialmente, se vuelve exactamente al estadio primitivo que es el de la carestía absoluta, del animal o del indígena, que agota todas sus fuerzas en la tarea de sobrevivir."

3
"Ahora bien, un sistema es ineficiente cuando su costo es igual o superior a su rendimiento. No es este el caso. Pero, vemos perfilarse, a través de los factores que degradan la calidad de vida y los correctivos sociales y técnicos de esos factores, una tendencia general a un funcionamiento interno tentacular del sistema: los consumos «disfuncionales », individuales o colectivos, aumentan más rápidamente que los consumos «funcionales». En el fondo, el sistema es su propio parásito."
(La sociedad de consumo: Sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)

¡Interesante!
Una parte del costo de los sistemas públicos de sanidad es consecuencia de las disfuncionalidades del sistema, del daño que hace a los individuos que lo integran.
Crece la disfuncionalidad, crece el coste...
PAUL ROBESON

Old man river...


"Let's not start sucking each other's dicks quite yet"

Tengo que ser justo... Sigo sospechando de la realidad y en este sentido me ha gustado leer (gracias a S, working class hero donde los haya) un artículo de Daniel Innenarity publicado en El País que, creo, sitúa las cosas en su justo término (aunque me joda).

Innerarity plantea que la Indignación no es suficiente, y que ese sentimiento debe ser estructurado en acciones y estructuras que le permitan superar el corto plazo. En Sol se está trabajando en esa dirección, pero me preocupa que falten impugnaciones a la totalidad, me preocupa que la indignación sólo tenga que ver con que el omnideseante y omnipotente yo, producto de la sociedad de consumo, sólo eche en falta la posibilidad de tener más, que se sienta preso de las consecuencias de deseos pasados, que se sienta incapacitado por sus compromisos y obligaciones para seguir deseando sin freno.

Y en este sentido me ha gustado mucho leer en el último párrafo de este artículo lo siguiente:

"Se podría hablar de una función conservadora de la indignación que estabiliza los sistemas como lo hacen las válvulas de escape o las canas al aire, tan funcionales a la hora de dejar las cosas como están. Ese algo más que necesitamos para transitar hacia un mundo mejor no es una mayor exageración dramática de nuestro descontento; es, de entrada, una buena teoría que nos permita comprender lo que está pasando en el mundo sin caer en la cómoda tentación de escamotear su complejidad. Solo a partir de entonces pueden formularse programas, proyectos o liderazgos que permitan un tipo de intervención social eficaz, coherente y capaz de resultar atractiva para una mayoría que no esté formada solo por gente cabreada."

Brilla por su ausencia un modelo crítico, estructurado de comprensión de esa realidad que tanto nos indigna.

La cosa no se arregla con un simple o complejo cambio de leyes.

El verdadero problema es moral. No tiene que ver con estar (en Sol y alrededores por ejemplo) sino con ser... Hay que empezar a ser de otra manera, porque dará igual el tipo de leyes que se instauren si el sujeto que debe cumplirlas está a la historia de desear irresponsablemente.

El ser humano debe reencontrarse con su lado espiritual.

Estuvo bien el Mayo del 68, pero fracasó principalmente porque, inevitablemente y después, llegó el Verano convertido en metáfora del placer irresponsable en el que todos hemos sido socializados dentro de la Sociedad de Consumo.

Hay que identificar la totalitaria estructura de dominación que transparente como una telaraña de cristal se extiende por nuestras calles y casas.

Hay que empezar a ver fealdad en su proteica belleza.

Nos hace falta otra mirada que nos permita empezar a ver, porque no va a ser tan fácil cambiar las cosas como pensamos, porque lo peor que tiene este sistema es que, constantemente, día a día, desde lo inconsciente, nos convierte a todos y cada uno de nosotros en guardianes de su seguridad.

Ese mecanismo de dramatización espectacular constantemente ejecutado del que Baudrillard habla nos hace temer que hará demasiado frío ahí fuera, sin tantas cosas... y quizá lo haya.

So... "let's not start sucking each other's dicks quite yet".

viernes, mayo 20, 2011

UP IN THE AIR

Uno de los argumentos más torticeros es pedir la perfección y esperar pacientemente la puntual aparición del detalle que la contradice para apoyarse en él y realizar cuestionamientos oportunistas que van como puñaladas por la espalda desde lo particular hacia lo general. Y en este sentido está resultando muy decepcionante el modo en que bastante medios están enfrentando los movimientos sociales de indignación que están surgiendo por todo el país.
Da mucha pena asistir al espectáculo de periodistas, comunicadores, sociólogos y politólogos pasando una y otra vez el dedo por la pared de este movimiento social en busca del menor atisbo de grasa, de suciedad, con las histéricas maneras de un Salieri ofendido en lo más profundo del alma.
Y es que casi siempre nos pierde lo analítico, la interminable y asintótica descomposición del hecho en mil y un detalles, proceso en el que siempre nos perdemos confundiendo la realidad con el deseo y en el que siempre terminamos topando con el seductor reflejo de aquello que deseamos encontrar.
Falta el punto de vista sintético, la visión global, el directo enfrentamiento con la superficie del hecho, que en este caso empieza simplemente por considerar que lo que está sucediendo por todo el país es el inevitable estallido social frente a una situación injusta de inicio.
La capacidad de tragar de las personas ha resultado tener un límite.
Y ante semejante situación tertulianos y opinadores se convierten en patéticos cantantes que sólo saben interpretar una única canción, la suya, su gran éxito, el que les ha llevado a estar donde están, desde diferentes perspectivas, cada loco con su tema, pero compartiendo en su mayoría la incapacidad para afrontar este evento social que resucita el inexistente pulso de este fallecido país con la imprescindible nobleza necesaria para comprender las cosas desde otros mundos posibles.
Francamente, escuchando debates y tertulias, no sabría decir quién es peor, si los partidos o ese patético cuarto poder que tenemos en este país donde abunda el miedo a la libertad, a lo anárquico y cambiante de las situaciones genésicas, que aún están por cristalizar y que surgen casi como una necesidad incontrolable pulsional de desahogo y gasto, sin ningún propósito concreto, imperfectas y jamás a la medida de un sistema cuajado de ideas y valores.
Es jugar con las cartas marcadas exigir la perfección a algo que no es más que un puñetazo en la mesa.
Una actitud muy propia de aquellos que no saben en realidad a qué sabe o huele la libertad y que, como los mejores toreros de salón, sólo saben recitarla, hablar de ella, manosearla con la lengua hasta llenarla con sus babas y, por supuesto, cuestionando de paso desde lo que les separa a aquellos que se están atreviendo a cogerla por las solapas.
Hay una responsabilidad social también en esa famélica actitud moral, que constantemente pide cuentas, que no cesa de exigir dibujando inflexible la línea que separa lo bueno de lo malo, demandando del otro criticado la mera aceptación resignada de una verdad exhibida con la impúdica ostentación libertina del que vive el delirio de saberse siempre libre del error, del lado de los elegidos, en lo cierto.

jueves, mayo 19, 2011

MEDUSA