LEONERA
El melodrama carcelario es un subgénero mestizo e interesante.
En él confluyen aspectos propios del cine negro, especialmente todos esos matices grises que liman las aristas de los discursos afilados y maniqueos sobre el bien y el mal (nadie es completamente inocente ni completamente culpable), con aspectos del melodrama, que casi siempre tienen que ver con el proceso de superación/transformación que vive el personaje protagonista como consecuencia de una dificultad que interrumpe el transcurrir normal de su vida.
Dentro de este subgénero, la cárcel actúa de interpretante, de lugar de transformación y traducción, espacio que pone a prueba la calidad de héroe o anti-héroe del protagonista ofreciéndole la posibilidad de la redención en un entorno opresivo y animalmente exigente donde aquella parece más imposible que nunca.
En todo éste sentido, "Leonera" es una magnífica muestra de melodrama carcelario, pero también, y con independencia de los corsés de los géneros y subgéneros, una magnífica película, una de las mejores del cine argentino reciente, siempre desde mi conocimiento y para mi gusto.
Además, Leonera está protagonizada por una mujer, Julia, brillantemente interpretado por Martina Gusmán, personaje que una mañana despierta a un crimen, el de su novio, del que la justicia termina por hacerla máxima responsable.
Embarazada de la pareja muerta, Martina deberá adaptarse a la difícil vida carcelaria de las prisiones argentinas, una vida que el director, Pablo Trapero, ha querido mostrar rodando en prisiones reales del sistema penitenciario argentino.
Y como en todo melodrama carcelario que se precie, el espectador asiste a la forja de un carácter, proceso del que será un aspecto esencial el nacimiento de su hijo dentro del sistema penitenciario..
En las cuatro paredes de la prisión, la protagonista encontrará un metafórico interlocutor que con sus continuas y constantes pruebas la ayudará a entenderse de una manera distinta, seguramente más auténtica y real (aunque con el material humano nunca se sabe qué es lo real).
En cualquier caso, hay millones de años luz entre la Julia del principio, que se intuye consentidora y débil, aspecto que seguramente es su principal contribución al crimen por el cual sufre condena, al fuerte carácter de la Junlia del final capaz de arriesgarlo todo en un maravilloso final en el que la cámara decide dejar de seguirla y se vuelve para atrás, como si ella hubiese entrado a un territorio donde hay que ganarse el derecho a poder pisarlo y seguirla. el terreno de la verdadera libertad.
Extraordinaria.
El melodrama carcelario es un subgénero mestizo e interesante.
En él confluyen aspectos propios del cine negro, especialmente todos esos matices grises que liman las aristas de los discursos afilados y maniqueos sobre el bien y el mal (nadie es completamente inocente ni completamente culpable), con aspectos del melodrama, que casi siempre tienen que ver con el proceso de superación/transformación que vive el personaje protagonista como consecuencia de una dificultad que interrumpe el transcurrir normal de su vida.
Dentro de este subgénero, la cárcel actúa de interpretante, de lugar de transformación y traducción, espacio que pone a prueba la calidad de héroe o anti-héroe del protagonista ofreciéndole la posibilidad de la redención en un entorno opresivo y animalmente exigente donde aquella parece más imposible que nunca.
En todo éste sentido, "Leonera" es una magnífica muestra de melodrama carcelario, pero también, y con independencia de los corsés de los géneros y subgéneros, una magnífica película, una de las mejores del cine argentino reciente, siempre desde mi conocimiento y para mi gusto.
Además, Leonera está protagonizada por una mujer, Julia, brillantemente interpretado por Martina Gusmán, personaje que una mañana despierta a un crimen, el de su novio, del que la justicia termina por hacerla máxima responsable.
Embarazada de la pareja muerta, Martina deberá adaptarse a la difícil vida carcelaria de las prisiones argentinas, una vida que el director, Pablo Trapero, ha querido mostrar rodando en prisiones reales del sistema penitenciario argentino.
Y como en todo melodrama carcelario que se precie, el espectador asiste a la forja de un carácter, proceso del que será un aspecto esencial el nacimiento de su hijo dentro del sistema penitenciario..
En las cuatro paredes de la prisión, la protagonista encontrará un metafórico interlocutor que con sus continuas y constantes pruebas la ayudará a entenderse de una manera distinta, seguramente más auténtica y real (aunque con el material humano nunca se sabe qué es lo real).
En cualquier caso, hay millones de años luz entre la Julia del principio, que se intuye consentidora y débil, aspecto que seguramente es su principal contribución al crimen por el cual sufre condena, al fuerte carácter de la Junlia del final capaz de arriesgarlo todo en un maravilloso final en el que la cámara decide dejar de seguirla y se vuelve para atrás, como si ella hubiese entrado a un territorio donde hay que ganarse el derecho a poder pisarlo y seguirla. el terreno de la verdadera libertad.
Extraordinaria.