domingo, enero 31, 2016

Youth

Da para mucho esta nueva película del italiano Paolo Sorrentino.

Del mismo modo que su anterior obra "La gran belleza", "Youth" es una perfectamente engrasada maquinaria de encantamiento y seducción en la que fondo y forma se combinan de manera precisa y perfecta.

Del lado de la forma, brilla fulgurante por su presencia el innegable talento de Sorrentino para la creación de imágenes, algo bastante poco frecuente en estos tiempos en que el cine es más una fábrica fordista que produce constantemente las mismas imágenes.

En cualquier caso con Sorrentino el espectador recupera la capacidad de asombro ante lo que ve, un asombro que por supuesto no procede de los efectos especiales digitales sino de una manera especial y diferente de ver que está enfocada a contar.

Del lado del fondo, lo que "Youth" nos ofrece no es tanto una historia sino un lugar en el que diferentes personajes con diferentes puntos de vista coinciden y conversan.

En este sentido, la película ofrece una sucesión de diálogos en los que esos personajes se intercambian su asombro ante las diferentes situaciones que la vida les depara ofreciéndose los unos a los otros pensamientos e ideas que inevitablemente les conducen a una conclusión.

Todo en "Youth" me recuerda a esa literatura moralista que desde Montaigne intenta responder al desasosiego y los males que nos ofrece la existencia cuando desde la conciencia no nos queda mas remedio que enfrentarnos a su oscura y secreta mecánica.

Así, y a mi entender existe una clara relación de continuidad entre "La gran belleza" y "Youth", pareciendo esta última dedicada a profundizar en ese gesto de cerrar los ojos con que Jep Gambardella cierra los suyos dejándose llevar por el deseo de recordar el paraiso del primer amor de su adolescencia.

En ese eterno conflicto entre realidad y deseo, entre el horror metafísico de la vejez  y la desesperada locura de la juventud, Gambardella opta por cerrar los ojos y dejarse llevar por lo poco en su desgastado ánimo queda de ese deseo que como el humo se nos disipa conforme el tiempo avanza sobre nosotros.

El Fred Ballinger que protagoniza "Youth" explica a Gambardella, ofreciendo toda la película la construcción de un escenario en el que ese desear metafóricamente expresado por la palabra "juventud" se presenta como la mejor de las opciones frente a los horrores que en su reverso la vida también ofrece, horrores como la vejez, la muerte, la decadencia, el fracaso, la pérdida de sentido...

Sorrentino presenta en "Youth" un ensayo moralista en el que la necesidad del deseo es puesta en evidencia ante el destructivo vacío de su ausencia.

Y este deseo nos ofrece algo tan esencial como el material básico sobre el que se nos hace posible la construcción del cielo protector de un sentido que, más o menos cierto, más o menos enloquecido, siempre nos protegerá de la oscuridad, de ese abismo negro que nunca deja de estar ahí, de mirarnos mientras con paciencia infinita aguarda para engullirnos.

No es que el hombre busque el sentido sino que, sencillamente, lo necesita para seguir existiendo.

Y ese sentido no tiene un origen racional, sino pulsional: su origen está siempre en el deseo.

Después siempre viene el pensamiento para intentar disciplinarlo dentro de una forma que nos permita hacer algo con él.

Pero no hay sentido sin deseo, sólo palabras vanas y huecas.

Es justo al revés.

"Youth" nos muestra el dificil camino que sigue Fred Ballinger para descubrir que no estaba en lo cierto.

Obra maestra.

domingo, enero 24, 2016

Too late blues

Tras la sorprendente y fresca aparición de "Shadows" en 1959, toda una rareza independiente creada desde Nueva York dentro de un cine norteamericano completamente orientado a lo industrial, John Cassavettes se inserta en el sistema y rueda para la Paramount esta "Too late blues" en 1961.

Y aunque se trata de un vehículo para el lucimiento de su protagonista, el cantante Bobby Darin, en "Too late blues" hay mucho del universo rico y complejo de Cassavettes.

Por un lado, y por lo que al contexto se refiere, la historia sucede en ese mundo bohemio y nocturno, multicultural e interracial, que era una de las señas de identidad de "Shadows".

La historia que Darin protagoniza es la historia de un músico que se vende como consecuencia de un fracaso sentimental.

Por otro, y pese a que la historia es bastante estereotipica y sumaria, poco interesante en definitiva, Cassavettes se las arregla para que resulte lo suficientemente interesante con lo que fue uno de sus talentos especiales: la sensibilidad para mostrar el conflicto emocional interno en sus personajes, un conflicto que es consecuencia directa de la duda y la desorientación que naturalmente genera el conflicto eterno entre realidad y deseo.

En este caso y por ejemplo, Cassavettes se las arregla para, en una película de estudio, construir, a través de Ghost (el personaje que Darin interpreta), una visión diferente y rupturista de los cánones de masculinidad que el cine presenta.

La escena en que, por ejemplo, Ghost rehusa tener sexo con Princess, después de haberla seducido según los canones tradicionales de masculinidad durante un par de secuencias anteriores abren un espacio para la complejidad, algo nada deseado en el cine industrial, y por lo tanto para la reflexión.

Pero también, el personaje de Princess, interpretado por Stella Stevens, es rico y complejo.

En definitiva, la lectura que Cassavettes hace de una clásica historia de chico encuentra chica, se pelean, separan y vuelven a encontrarse y toda la pesca asociada, permite que la complejidad del ser humano y, como consecuencia inevitable, de las relaciones entre humanos tenga la necesaria dimension intrincada y rica que tienen esos personajes tan dolientes que Cassavettes sabía dibujar y dar vida.

Aun sometiendose a los dictados del genero, el autor se las arregla para expresar su mundo a través de las convenciones del relato pautado que el genero siempre implica.

Y el resultado como siempre que se trata de Cassavettes interesa.

sábado, enero 23, 2016

Las estructuras elementales del parentesco. Claude Levi Strauss

“Hay un vínculo, una continuidad, entre las relaciones hostiles y la provisión de prestaciones reciprocas: los intercambios son guerras resueltas de modo pacífico; las guerras son la resultante de transacciones malogradas.”

The hateful eight

Poco a poco Quentin Tarantino está consiguiendo que sus películas se parezcan a los géneros que sistemáticamente y de manera concienzuda explota.

Porque la explotación del exploit como la Standard Oil explota los pozos petrolíferos de Alaska es lo suyo.

No soy demasiado fan del cine de Tarantino.

En general, lo encuentro demasiado infantil sobre todo en su entendimiento de la violencia como espectáculo que tiene valor en sí mismo, aspecto que es la base de su éxito puesto que conecta sin tapujos con la cada vez más bárbara manera de ser de nuestras sociedades occidentales.

En este sentido, Tarantino recoge el espíritu de una época que cada vez entiende más las relaciones interpersonales desde el egoismo y la destrucción obsesiva del otro como expresión máxima del control que el sujeto precisa como individuo que se enfrenta solitario a un mundo donde la solidaridad y la cooperación están descartadas

Entiendo su éxito porque Tarantino lleva hasta el extremo el oscuro significado de aquella frase que pronunciaba el despiadado Gordon Ecko en "Wall Street": Si quieres un amigo comprate un perro.

Entiendo el éxito de sus historias en las que la gente se mata cada dos por tres.

En el espectador hay desplazamiento y proyección unida al inmenso placer inconfesable asociado a la escenificación de esa sádica destrucción desde el exceso..

Todos los personajes se tratan los unos a los otros como cosas en sus historias, cosas que siempre compiten y se manipulan entre sí en un desenfrenado frenesí que incluye la total destrucción como algo natural.

De todo modo, a través de su cine se expresa el inconsciente colectivo y bárbaro de nuestro mundo de drones y sexta flota que pulveriza todo lo que se le opone o no entiende a cambio de más dinero

Pero todo esto no sería posible sin algún que otro talento y Tarantino los tiene.

Siempre he creído que su principal virtud es la construcción de personajes interesantes a través de la palabra.

En este sentido, Quentin Tarantino es uno de los grandes escritores de diálogos de la historia del cine. La entidad y la credibilidad de sus historias se sostiene, a mi entender, a través de la palabra. Una palabra afilada, inteligente y precisa que vehicula a la perfección diferentes intereses (no psicologías), los intereses que precisamente van a contraponerse en ese baile sangriento de manipulación.

Y en esto Tarantino también copia porque no hay más que leer a Edward Bunker o George V. Higgins para encontrar esa magnífica palabra inteligente, dura y descarnada que compone ese interfaz que hace aceptable la banalidad sangrienta que encierran casi todas sus historias.

Resumiendo: el incontestable talento de Tarantino es ser una de esas copias con vocación de originalidad que la sociedad de consumo confunde interesadamente con lo auténtico.

Y escribo todo esto porque en su última película hay un poco de cada cosa, de lo bueno y de lo malo.

Para empezar "The Hateful Eight" es, en realidad, dos películas.

La primera es "La Diligencia" y me entusiasma porque su principal protagonista es ese talento excepcional para la palabra y la construcción de personajes de interés a través de la misma.

La segunda es "Diez Negritos", un murder mistery que arranca cuando la diligencia llega a la posada y que poco a poco va degenerando en un absurdo proceso de destrucción masiva que se agota en sí mismo sin conducir a ninguna parte... que es la misma de siempre: la generación de oportunidades para la caricaturesca expresión de la violencia a través del exceso

Algo así como construir un precioso y detallado castillo de arena para acto seguido lanzarse sobre él y destruirlo.

Y en este sentido me disgusta toda esa vaciedad que transparenta una vez que la gente deja de hablar para matarse de mil y una maneras.

No me gusta que le hablen a mi vientre.

Me gusta que le hablen a mi corazón, a mi cabeza y ya, si es a los dos, ni te cuento.

Esa degenerada y cruel estupidez que subyace en el cine de Tarantino me impide conectar con él y creo que es bueno para mi.

Pero tengo que reconocer que expresa esa degenerada y cruel estupidez de todos los días que vivimos.

Hay artistas que son portadores del espíritu de una época, aunque este sea repugnante, y desde luego nadie como Tarantino para expresar el espíritu oscuro de este presente en el que vivimos, que como cualquiera de sus personajes no nos perdona el menor de los errores cometidos.





Steve Jobs. Walter Isaacson

"Aquello me hizo darme cuenta del poder de la inocencia -reconoció Atkinson. Fui capaz de hacerlo porque no sabía que no podía hacerse,"

viernes, enero 22, 2016

Steve Jobs. Walter Isaacson

"En los anales de la innovación, las nuevas ideas son sólo una parte de la ecuación.  La ejecución es igualmente importante"

Ocho apellidos catalanes

Me ha gustado más esta segunda parte que su primera edición "Ocho apellidos vascos", lo que no quiere decir que la película me haya gustado un poco.

A mi entender, y aunque la historia está más estructurada y hay personajes más interesantes interpretados por mejores actores, la película destila el mismo "tufillo" ideológico que tanto me desagradó en la primera.

Los nacionalismos complejos y conflictuados enfrentados a la actitud naif y bonachona de esa especie de buen salvaje andaluz que, a diferencia de los otros personajes, siempre parece -queriendo o sin querer- saber lo que es bueno.

En cualquier caso, este planteamiento nada inocente no deja de ser interesante como expresión del modo perverso en que seguimos entendiendo la diferencia que representan gallegos, catalanes y vascos... porque al final, y digan lo que digan, siempre subyace la idea de que todos son españoles sin saberlo y toda esa expresión discursiva de la diferencia que exhiben como adolescentes airados siempre se viene abajo ante el irresistible poder de un buen plato de jamón regado con un buen vino.

En este sentido, no hay mucha diferencia entre el modo en que son contados los catalanes y los vascos en esta serie de películas y el modo en que el cine desarrollista franquista contaba la rendición de los turistas extranjeros ante la riqueza y variedad de todo lo que nuestra patria puede ofrecerles.

El personaje que interpreta Dani Rovira no se diferencia demasiado de los personajes que antaño interpretaran Jose Luis López Vázquez, Alfredo Landa o Manolo Escobar.

Y al final estas dos películas de la serie de los ocho apellidos se me antojan como un perfecto documento sociológico de lo perdidos que estamos en nuestro laberinto.... porque podemos esperar sentados a una nueva edición de la franquicia que se llame "Ocho apellidos españoles" en la que un catalán o un vasco enmienden la plana al español.

Y en ese matiz, con todo lo que implica de quién hace los chistes sobre quién y lo que es más importante el contenido de los mismos, subyace toda una manera de entender este país... con ese maldito bigote de Franco que a tanto demócrata de nuestros días le parece tan natural y le sienta tan bien.

Por eso "Ocho apellidos catalanes" tampoco me hace ninguna gracia, la misma que "Ocho apellidos vascos".

Pero, insisto, estoy dispuesto a partirme la caja con una que se llame "Ocho apellidos españoles", pero hacerla seguramente requeriría que muchos en este país se amputasen la boina que todavía tienen atornillada a la cabeza.




lunes, enero 18, 2016

El Juez

A mayor gloria de Robert Downey Jr,, "El Juez" es un producto eficaz que combina hábilmente el melodrama familiar con el género judicial.

Y aquí es donde está en conflicto porque personalmente detesto el melodrama familiar tanto como me gusta el género judicial.

Y lo que detesto de aquel es que casi siempre se resuelven a favor de los padres siempre perdonados por sus hijos como si la vejez eximiese al tirano de culpa... pero esa es otra historia reservada para mi y mis abundantes demonios internos.

En este sentido, "El  Juez" presenta una situación clásica dentro del melodrama familiar: relación rota entre padre e hijo en la que la debilidad del padre como consecuencia de los achaques y la edad permitirá la posibilidad de un acontecimiento catárquico que haga posible el perdón y la comprensión mutua.

Pero el principal atractivo de la historia radica en que la trama judicial forma parte esencial de ese acontecimiento catárquico ya que el padre será juzgado por homicidio y convenientemente defendido por el hijo pródigo.

Dos actores importantes, Robert Duvall y Robert Downey Jr, hacen el resto, insuflando a sus personajes la necesaria entidad para que la película emocione y se sostenga, aunque todos (que queremos perdonar y ser perdonados) sepamos lo que al final va a pasar entre padre e hijo.

Aceptable.



Humo

Como jirones grises de humo exhalado
se desvanecen sus recuerdos.
La progresiva transparencia
de ese silencioso estar extático,
como de nube por cielo,
los vuelve aún más inciertos.
Y su esfuerzo imposible
empeñado en atrapar tan volátil inconsistencia,
sólo sirve hacer aun mas incierta y transitoria
semejante quimérica permanencia
mientras la tarde avanza hacia el ocaso
con su habitual indiferencia.

domingo, enero 17, 2016

Las aventuras de Buckaroo Banzai

Hay películas a las que uno siempre gusta regresar.

"Las aventuras de Buckaroo Banzai" es una de ellas... Y me apetece tanto verla como pueda apetecerme "La eternidad y un día" de Theo Angelopoulos.

Fue dirigida en 1982 por el olvidado y bastante interesante W.D. Richter quién como escritor de películas cuenta en su curriculum con joyas extraordinarias como "A casa por vacaciones", "Brubaker" y "Golpe en la pequeña china".

"Las aventuras de Buckaroo Banzai" como historia se asienta en la confluencia de varios territorios más que interesantes: el pulp. el comic, el serial cinematográfico, la serie B de la época dorada de los estudios de Hollywood... Todo ello bien combinado en la coctelera del sincretismo posmoderno propio de la década de los ochentas del siglo pasado, una coctelera que en absoluto desdeñaba lo bizarro como resultado final.

El protagonista es Buckaroo Banzai, un personaje propio del serial y la serie B, un científico que a mismo tiempo es hombre de acción (y que tiene además un exitoso grupo de rock).

Uno de sus experimentos consistente en atravesar la materia liberará a unos villanos confinados por una raza alienígena en una octava e ignota dimension.

El destino del mundo se verá amenazado por esa raza alienígena que exige a los terrestres la devolución de los escapados a su confinamiento.

Con ayuda de su grupo variado y pintoresco de colaboradores, Buckaroo Banzai defenderá a la tierra con las eternas maneras apolíneas de los viejos héroes del serial.

En este sentido, "Buckaroo Banzai" recoge la esencia de esa narrativa popular: héroes perfectos, villanos malvados y desagradables, bellas damiselas en peligro, generosos amigos y colaboradores, carreras y persecuciones y, lo que es más importante, finales felices.

Y lo recoge muy bien, con las cero pretensiones que presenta un guión astuto, magnificamente escrito, que exhala por todos sus poros ese infantil e irresponsable placer por la aventura en si misma que hace a Tom Sawyer un arquetipo de la infancia,

Y aunque parezca mentira, el cine ya no hace tantas películas con este espíritu.

Todo se ha vuelto demasiado caro, demasiado serio.

Magnifica,

sábado, enero 16, 2016

Rastas

Cuando era un chaval, siempre había en el colegio compañeros que utilizaban el aspecto físico y la forma de vestir de otros para atacarles y ridiculizarles.

Mis maestros unánimemente siempre dijeron que semejante comportamiento era manifiesta prueba de ser persona de poco seso.

Más adelante terminé pensando que había algo más porque las burlas siempre iban dirigidas contra aquellos que no formaban parte de la tribu.

Mi colegio era de clase media-alta y entre los que se reconocían como iguales jamás existían esa clase de burlas porque todos sintonizaban en mayor o menor medida con una determinada forma de ser y de estar.

Ahora parece que aquellos niños que se burlaban han crecido y, sin hacer caso de los sabios consejos de sus maestros, siguen burlándose de los diferentes.

Prueba de ello es que los más tontos de aquellos han llegado a ser políticos y desde la confortabilidad de su escaño regalado se permiten burlarse de la apariencia física de los diferentes que se atreven a seguir siéndolo en lo que ellos consideran su club privado.

Y aunque sobre el papel es el congreso de todos los españoles parece claro que no lo es si, por ejemplo, llevas rastas.

Porque es evidente que todos los españoles vestimos con trajes de ochocientos euros y llevamos cortes de pelo de doscientos, cosa que nuestras señorías ven de lo más normal en otro alarde de ese incontrolable bigotito franquista que siempre terminan poniéndose todos estos sesudos zotes para tratar con lo distinto.

No es que me decepcione porque tengo claro lo bajo que pueden caer nuestros políticos.

Lo que me sorprende es esa estupidez tan carente de complejos que exhiben tan impudicamente, como si al acta de diputado fuese en realidad una licencia para matar.

Crónicas de motel. Sam Shepard

"Mi novia trazó mi carta astral de acuerdo con los datos fraudulentos que le había facilitado la Enfermera Jefe. Me dijo que me aguardaba una vida interesante pero muy difícil, y que, Saturno estaba exactamente en la misma posición que ocupaba en el nacimiento de Goethe. No le pedí más detalles. Tenía un aspecto tierno e inocente".

The Signal

No hace mucho tiempo escribía sobre la perdida capacidad del cine para crear imágenes nuevas.

"The Signal" es un magnífico ejemplo de todo lo contrario, de la eterna repetición de lo mismo una y otra vez.

Sin haberla visto, en realidad he visto "The Signal" unas cuantas veces.

Y lo peor es que ni siquiera se molesta en parecer diferente.

Persiguiendo la señal que localiza a un hacker que les ha desafiado, un grupo de adolescentes se verán inmersos en una historia de abducciones alienigenas.

El cine como arte de la ocupación extensiva del tiempo.

Olvidable.


Oración funebre

No fue lo peor verte tumbado entre la vida y la muerte,
aquella tarde del recién estrenado año nuevo
que para ti era el mismo de siempre,
privado de esa fuerza que siempre había sido tu única certeza,
perdido como un recién nacido dentro de aquella inmensa cama blanca.

En absoluto fue lo peor intuirte sepultado bajo el negro peso
de ese intolerable ti mismo que todos despreciaban de manera unánime,
sentirte inevitablemente unido a este que quizá nunca pensaste serías
cuando hace ya mucho tiempo mirabas al cielo y soñabas:
un escuálido conglomerado de errores
proyectados de manera mecánica en el tiempo,
unidos por la inconsciente voluntad de ser a pesar de todo;
lo que quedaba al final del día,
cuidadosamente guardado y recogido,
de manera hermética encerrado dentro de tí.

Nadie lo sabe, ni siquiera tú,
pero quizás intentases escapar de aquella cárcel de silencios
con tu habitual torpeza de siempre para lo bueno
y, perdida la pista hace años en ese retorcido laberinto,
con toda seguridad no supiste como hacerlo.

O ni siquiera eso,
mucho peor,
miserablemente condenado,
equivocado a perpetuidad,
estéril y desaprovechado
sintiendo como inexistente
la inmensa distancia que te separa de todo y todos.

Joy

No se qué pensar de "Joy".

No puedo creer que sea un final feliz el que veo y si lo es el mundo en que vivimos está mucho más enfermo de lo que pensamos... y por extensión nosotros mismos.

La nueva película de David O. Russell nos cuenta la historia de Joy, un ama de cada de extracción humilde que, cargando con sus mil y un complejas circunstancias, consigue perseverar y salir adelante en un mundo lleno de trampas y peligros, en el que todo se mide por el dinero y la ambición.

Está muy bien el modo en que la película nos cuenta el tortuoso y difícil camino en el que agarrada únicamente a su talento y a su fuerza de voluntad Joy cosigue llegar a lo más alto donde le aguarda otra lucha: la no menos interminable defensa de lo conseguido frente a las ambiciones de los otros.

Es bastante chungo el mundo que contextualiza la historia que se nos cuenta en "Joy" y sin embargo esa realidad se acepta como dada, se descuenta y asume, quedando como única opción la necesidad de enfrentarse con coraje y valor a ese mundo que se da por naturalmente inmutable.

En este sentido, "Joy" pone por obra la mitificación de la utopía neoliberal que siempre culmina en un desconfiado vencedor sentado en soledad en la cumbre de su pirámide.

Todo es inhóspito y triste en "Joy".

La constatación de un fracaso perversamente convertido en la glorificación de un éxito.

El lado oscuro de la utopía comunitaria que por ejemplo muestra el cine de Frank Capra.

Exacto.

Pura oscuridad perversa que aspira a seducir al espectador con la glorificacion del esfuerzo por imponerse a ella construyendo una opulenta fortaleza de la soledad que hay que cuidad y proteger de quienes no cesan de atacarla siguiendo su propia y, como no puede ser de otra forma, desmedida ambición.

La balsa de la Medusa.

Un mundo radicalmente infeliz y enfermo

El nuestro.

Y "Joy" intenta que lo queramos.

domingo, enero 10, 2016

No fue fácil.
La perpetúa obstinación por ser,
por la firme sucesión de errores
mantenidos en el tiempo
cristalizada en carácter,
fundamentalmente, y entre otras cosas
porque no quedó más remedio,
porque al final, siempre, se acababa el tiempo
y después de todo algo había que ser,
lo que quedaba,
lo que había,
la única voz que se escuchaba
cuando todo callaba
y uno descubría que el silencio no era tal,
poco más que un torpe y turbio invento.

No fue fácil
y aun lo sigue siendo.

sábado, enero 09, 2016

Napoleon


En sus escritos sobre cine, el alemán Wim Wenders siempre habla de la actual incapacidad del cine para construir imágenes poderosas, nuevas. distintas, diferentes.

Son siempre las mismas imágenes las que se repiten una y otra vez certificando la muerte del cine como la radical expresión artística que este en su momento fue.

Pues bien, el "Napoleón" de Abel Gance pertenece claramente a esa época que Wenders añora y en la que el cine era todavía una nueva herramienta con cuyo concurso el ser humano  se había dotado para satisfacer su necesidad expresar su manera de ver el mundo y lo que no lo es.

Filmada en 1927, esta película forma parte de un colosal e irrealizable proyecto de contar la vida del brazo armado de la Revolución Francesa a lo largo de seis películas.

Gance se quedó en esta primera que cuenta los inicios de la vida de Napoleón hasta que este se convierte en el hombre fuerte de la Convención e inicia su primera campaña militar en el Norte de Italia contra los austriacos.

Quedan por lo tanto fuera todas los grandes momentos de la vida del personaje: la gran victoria de Austerlitz, la campaña rusa, la derrota final de Waterloo; pero, y sin embargo, esta "Napoleón" resulta esencial porque nos cuenta lo que es fundamental en la vida de toda persona: la lenta construcción del carácter que le llevaría a ser una de las máximas figuras de la historia moderna europea.

A lo largo de cinco horas de duración, Gance nos cuenta el largo viaje de Bonaparte desde la escuela hasta convertirse en la máxima figura militar de la convención, pasando por los problemas que pasó en Córcega, su relación con la Revolución Francesa o su decisiva intervención en el sitio de Toulon.

Pero lo importante para mi gusto en este "Napoleon" de Gance no es tanto lo que se cuenta sino la brillantez con la que Gance se arregla para contarlo.

Montajes sincopados, superposiciones de imágenes, cámaras en mano, tremendos travellings,,, La riqueza de soluciones narrativas que presenta este "Napoleon" es sencillamente brutal.



Y en este sentido, y aunque ya va para los cien años de edad, es una película que, aún hoy en día, no deja de sorprender al espectador con la genialidad de sus soluciones narrativas.

Lo importante en el "Napoleon" de Gance es su actitud, la manera autentica y pura con la que se enfrenta a la necesidad de contar porque en ella confluyen las dos tradiciones a veces contrapuestas en el cine: la espectacular y la artística, casi experimental... porque, por ejemplo, esa experimentación narrativa sucede en un formato panorámico llamado Polyvision que comprometió el propio éxito de la película, adelantando en 30 años a experiencias como el Cinemascope

Esta confluencia, para mi gusto exitosa, hace de esta película un evento absolutamente singular y un magnifico ejemplo de esa perdida capacidad del cine como expresión artística para producir auténticas y verdaderas obras de arte.

Estamos ante una obra culminante del cine como ese séptimo arte que algunos todavía dicen que es.

Imprescindible,.. y más allá.

Los hermanos Karamazov. Fedor Dostoievski

“--- ¿Por qué existirá semejante hombre? ---, exclamó sordamente Dimitri Fiodorovitch, al que la cólera trastornaba, y alzando los hombros de tal modo que parecía jorobado. --- Díganme: ¿Se le puede permitir que siga deshonrando al mundo?---“

La ciudad está llena de oficinistas
que, suspirantes, simplemente suspiran por suspirar
mientras, para su siempre ignorada desgracia,
tan honestos y formales como les supone
la vigente legislación,
muy sesudamente confunden
el pájaro con la jaula,
las piscinas vacías con el mar en calma,
caer con volar.

miércoles, enero 06, 2016

Ensayos. Montaigne.

“Preciso es reconocer que el hombre es cosa pasmosamente vana, variable y ondeante, y que es bien difícil fundamentar sobre él juicio constante y uniforme”