Por encima de todo, "Natural Born Killers" es una reducción al absurdo desde el exceso de toda una cultura como la norteamericana basada en la violencia.
Algo que es bien sabido por todos y que con naturalidad forma parte del aire simbólico que cada día respiramos a través de los terminales mediáticos.
Y para mi gusto ese loco exceso, que es la principal y más poderosa seña de identidad de la película, eleva a "Asesinos natos" al nivel de obra de arte, una obra de arte que nos expresa la violencia de una manera violenta y que coloca al espectador en una incómoda posición, exponiendole a las últimas consecuencias de las imágenes y significados que con naturalidad ha venido consumiendo.
En este sentido, "Natural Born Killers" tiene el poder mágico de ser capaz de liberar los salvajes demonios de la cultura norteamericana, ese lado oscuro que ha hecho de la muerte y la violencia en un objeto de consumo y de indirecta adoración.
No es de extrañar que alguien como Quentin Tarantino quién no viene haciendo otra cosa que intentar estilizar desde la adoración esa perversión se distanciara de un proyecto en el que inicialmente participó escribiendo el guión; mostrando precisamente esas limitaciones que condicionan severamente su carácter de creador, relegándole a la de mero productor de imágenes para el consumo rápido que es.
"Natural Born Killers" es cine político, que va directamente a la raíz de una sociedad enferma que, como Dorian Gray, el personaje de Oscar Wilde, se las arregla para ocultarnos la miserable condición de su rostro bajo una calculada simulación de la belleza.
Es una película que en absoluto puede gustar.
Su objetivo es otro: iluminar zonas oscuras de nuestra sensibilidad e inteligencia.
Ecce homo!
Imprescindible.
Algo que es bien sabido por todos y que con naturalidad forma parte del aire simbólico que cada día respiramos a través de los terminales mediáticos.
Y para mi gusto ese loco exceso, que es la principal y más poderosa seña de identidad de la película, eleva a "Asesinos natos" al nivel de obra de arte, una obra de arte que nos expresa la violencia de una manera violenta y que coloca al espectador en una incómoda posición, exponiendole a las últimas consecuencias de las imágenes y significados que con naturalidad ha venido consumiendo.
En este sentido, "Natural Born Killers" tiene el poder mágico de ser capaz de liberar los salvajes demonios de la cultura norteamericana, ese lado oscuro que ha hecho de la muerte y la violencia en un objeto de consumo y de indirecta adoración.
No es de extrañar que alguien como Quentin Tarantino quién no viene haciendo otra cosa que intentar estilizar desde la adoración esa perversión se distanciara de un proyecto en el que inicialmente participó escribiendo el guión; mostrando precisamente esas limitaciones que condicionan severamente su carácter de creador, relegándole a la de mero productor de imágenes para el consumo rápido que es.
"Natural Born Killers" es cine político, que va directamente a la raíz de una sociedad enferma que, como Dorian Gray, el personaje de Oscar Wilde, se las arregla para ocultarnos la miserable condición de su rostro bajo una calculada simulación de la belleza.
Es una película que en absoluto puede gustar.
Su objetivo es otro: iluminar zonas oscuras de nuestra sensibilidad e inteligencia.
Ecce homo!
Imprescindible.