jueves, febrero 15, 2007
martes, febrero 13, 2007
En el mismo territorio físico y espiritual donde Douglas Sirk situaba sus tremendos melodramas con lágrimas en Technicolor, el más que interesante Todd Field sitúa su segundo y último trabajo.
"Little Children" clava sus raíces en el imaginario del melodrama cinematográfico para mostrarnos con la precisión de un documentalista el espectáculo agridulce del ser humano en todo el esplendor de su contradicción.
Entre la realidad y el deseo, irremediablemente plantado entre esos dos lados casi siempre irreconciliables y sometido a la tectónica presión de esos dos impulso casi siempre contradictorios, está el ser humano. Y, en ciertas ocasiones, cuando la presión ejercida de un lado y de otro es insostenible, surge imparable la sismicidad de la emoción.
Todos los personajes de "Little Children" son victimas en algún momento de esa sismicidad que hace tambalear la estabilidad de sus vidas y Todd Field está allí para filmarlo.
La belleza del instante atrapado por una mirada certera y sensible, una mirada que ya demostró sus cualidades cazadoras-recolectoras en la anterior "In the room", otra película absolutamente recomendable.
En "Little Children" todos nos reconocemos.
Nos guste o no, somos así: caprichosos, austeros, infieles, fieles, capaces, incapaces,... y así hasta el infinito de los adjetivos calificativos.
lunes, febrero 12, 2007
TESIS
Martin Varsavsky dice...
"Al final, la mayoría de nosotros pasamos la mayor parte de la infancia estudiando y de la vida adulta trabajando. ¿Por qué considerar el estudio y luego el trabajo una tortura y caer en el mal humor francés? Claramente, la vida es mucho más que el trabajo, pero yo que vengo de trabajar en el 2006 más que nunca en mi vida (unas 80 horas por semana), creo que el trabajo puede ser también una enorme fuente de satisfacción. Y si no lo es, creo que todos tenemos que pensar como lograr que por lo menos sea lo más placentero posible, ya que sin trabajo no tenemos sociedad."
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ANTITESIS
A Martin Varsavsky le dicen...
"Esa filosofía calvinista de la vida y el trabajo que preconizas en tu post es demasiado fácil defenderla desde la posición de una persona a la que le ha ido (muy) bien en la vida en el aspecto laboral y económico; que cuando se levanta por las mañanas está encantad de dedicarse a lo que se dedica, que no tiene que soportar a jefes petulantes y explotadores, que no se preocupa por si el sueldo le llegará hasta final de mes...., etc, etc... Lo siento Martín, tú eres una excepción porque formas parte de ese misero porcentaje del mundo que tiene su vida resulta durante varias generaciones. La gente "normal" cobra poco dinero por muchas horas de trabajo, tiene una sola casa que paga con dificultades durante treinta años, no puede ir a cenar a los restaurante caros a no ser que ahorre para ello, se desplaza por las mañanas en metro y se va de vacaciones a cualquier apartamentito de la costa durante una semana (y eso con suerte). El concepto de trabajo del que hablas lo puedes aplicar como mucho a 5 o un 10% de los trabajadores (aquellos que realmente se dedican a cosas interesantes, creativas y que además están bien pagadas), porque un trabajador normal es imposible que se realice en su entorno laboral, imposible, y pensar lo contrario es comulgar con ruedas de molino. Podrás convencer a tus trabajadores de FON, a los curritos de Google o a los directivos de algunas empresas, y hasta algunos profesores o investigadores que no cobran mucho pero que hacen su trabajo de forma absolutamente vocacional (sólo el trabajo vocacional es realmente una fuente para la autorrealización), pero ve a a hablar con los obreros de una zanja, los operarios de una cadena de montaje, la dependienta de un supermercado o el tipo que te atiende en el mostrador de un banco y cuéntales que con su trabajo se realizan personalmente...., a ver qué te responden.... Y no olvides Martín, que esas son las perosnas con mayúsculas, las que constituyen la mayoría de la sociedad, no aquellos de los que hablas y que ejemplificas contigo mismo."
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SINTESIS
¿Y cuál es la solución? ¿El Euromillón?
Precisamente, el que peor lo tiene es el que más esfuerzo debe emplear en arreglarselas para ser feliz.
Cuando todo te va bien, y eres un Martin Varsavsky de la vida, ella misma se encarga de hacerte sentir estupendo.
El problema somos todos los demás, ese gris ejército de las sombras que diariamente se autoinmola en el hambriento volcán.
Quizá la responsabilidad de intentar sentirnos felices descansa sobre todos y cada uno de nosotros. Quizá -y sólo quizá- dimitimos de esa responsabilidad cargando las tintas sobre las circunstancias socio-económicas-laborales. Ese es el inconveniente de ser por encima de todo aspiracional... Nunca se tiene suficiente.
Si la felicidad de todos y cada uno de nosotros depende de tener y sólo de tener, mal lo llevamos... porque en la cima de la pirámide sólo hay sitio para uno.
Es pura física.
Quizá no tenga mérito ser feliz cuando uno lo tiene todo, pero, desde luego, tampoco tiene gracia esperar a tenerlo todo para ser feliz...
Se nos acabará el tiempo antes de conseguirlo.
Seguro.
Los Lunes graves y en pendiente vertical hacia arriba no son una enfermedad en sí mismos, sino sintomas de afecciones más complicadas del espíritu.
Quizá haya algo que cambiar.
Normalmente no se sabe el qué, pero en las variantes más graves, en las que a ciencia cierta se sabe la causa del síntoma, el problema es el cómo.
viernes, febrero 09, 2007
Ahora que la semana termina, él debe ser el espejo en que todos los trabajadores del mundo debemos mirarnos.
Nuestra máxima aspiración cuando se cumple el último segundo del último minuto de la última hora del viernes debe ser que todos aquellos con los que profesionalmente estamos implicados, nos sigan considerando un crack.
Los jefes sobre todo.
No importa que ya no lo seamos y que nuestros mejores tiempos hayan pasado.
Lo importante ya no es la realidad, sino lo que se piensa de ella.
Ronaldo lo sabe muy bien. Tiene el secreto.
miércoles, febrero 07, 2007
Veo un debate absurdo en Telemadrid.
Un debate en el que nadie se escucha, en el que todos se atacan, en el que nadie dice nada interesante.... salvo un redactora jefe de El Mundo que con su cabal sensatez (¿pleonasmo?) no se qué diablos pinta en la redacción de ese periódico... Continúo... Otro debate estéril que nos volverá a dejar un poco más lejos en la loca ninguna parte en la que desde hace bastante tiempo nos encontramos.
Las dos españas... pero no la que nos imaginamos, la de la derecha y la de la izquierda. Esas no son. Pienso en la españa de los titulares de plaza y la españa de los cesantes.
Las españas en minúscula que son camisa blanca de tantas miserables esperanzas.
Escucho, veo y tengo la impresión de que la política sólo importa en este país como vehículo para dejar de ser cesante, como instrumento para continuar siendo titular de la plaza.
No encuentro otra explicación para tanta estúpida falta de sentido común.
La España politizada del siglo XXI no se diferencia mucho de la España politizada del siglo XIX, la de la alternancia entre liberales y conservadores, Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta, la de los titulares y los cesantes, la de los odios irreconciliables porque donde se tiene la olla otro intenta meter su polla para poder de ella comer.
Este país no ha cambiado tanto como cree.
Sólo somos más ricos.
Veraneamos, tenemos coches y nos apilamos cada vez más en ciudades, pero entre tanto bienestar nos siguen asomando los sucios faldones de un blusón tan sucio como el más terrible de los aguafuertes de Goya.
Nuestra particular versión de la modernidad.
Todo ha cambiado, pero todo -en el fondo- sigue igual.
martes, febrero 06, 2007
Camina y arrastra consigo, como una estela sin brillo, la pesadez de una radiante mañana que, como otras tantas, ha tenido que vender a otro.
Mentalmente repasa el calendario en busca del próximo día de vacaciones.
Los fantasmas de los días aún por llegar pasan sin dejar huella ante su conciencia mientras el metro se le escapa en un rugiente torbellino.
No le preocupa.
Habrá más.
Aún le queda mucho tiempo para esperar.
jueves, febrero 01, 2007
el inmenso y caudaloso río de la infancia,
un inmenso Missisipi
navegable desde las montañas que rozan el cielo
hasta lo más profundo del mar.
La eternidad y la inmortalidad,
sin quererlo,
sin saberlo,
en la palma de la mano.
Alas blancas, manchadas de tiza y barro,
condenadas un día cierto a volar.
INOLVIDABLE
El jurado ha dictado sentencia.
La injusticia se ha cometido. Atticus Finch ha hecho lo imposible por evitarla, pero las reglas y esclavitudes de un anquilosado y viejo estilo de vida han vuelto a perpetuarse a costa de su esfuerzo.
Derrotado y desolado,. Atticus abandona un juzgado donde no se ha hecho justicia. En el piso superior la comunidad negra del pueblo reconoce su esfuerzo. Le espera puesta en pie para demostrarle su respeto.
Entre ellos se encuentran los hijos del propio Finch, que permanecen sentados sin comprender tanto la maldad del acontecimiento que acaba de suceder como la grandeza del hombre al que ellos llaman simplemente Atticus.
El reverendo Sykes les llama la atención con la voz entrecortada por la emoción de haber estado casi a punto de conseguirlo por primera vez desde nunca jamás:
"Jean Louise. Jean Louise, stand up. Your father's passing."
Matar a un ruiseñor.
miércoles, enero 31, 2007
Vagabundeo cansinamente por El Corte Inglés en la hora de mi comida... literalmente, hora de mi comida.
El palo que aún no me ha dado Hacienda todavía me duele.
De pronto, topo con el Servicio Integral de Bodas... un mostrador blanco y vacío delante de un mural blanco y bastante vacío donde sólo pone SERVICIO INTEGRAL DE BODAS.
Me pregunto hasta dónde llegará esa integralidad proclamada.
Quizá llegue hasta el absurdo y te busquen el novio o la novia adecuada al tipo de boda que vas a pagar... No lo se.
Alguien me clava una barra de pan en la espalda.
No puedo detenerme por más tiempo.
Mi sorpresa obstruye un capilar del sistema: Nada más ni nada menos que un pasillo de El Corte Inglés. Quizá sea algo más. Puede que se trate de una vena.
martes, enero 30, 2007
(Michel de Montaigne, Ensayos)
DEADWOOD
lunes, enero 29, 2007
La única certeza con la que cuenta es que, a esa ignota cantidad, tendrá que restarle de nuevo una unidad,
pero será más adelante cuando el encendido atardecer cese
y la noche le envuelva en su abismo.
La constante presencia de la pérdida,
incesante fuga,
hemorragia lenta que nada tiene de eterna,
le acompaña mientras su mirada vuela a ventana abierta
en busca del sueño,
de la nueva incertidumbre que traerá consigo el día de mañana.
Sobre el tablero, la mano invisible
mueve una pieza.
sábado, enero 27, 2007
En alguna parte he leído que con esta aventura trepidante, Mel Gibson -su director- pretende reflexionar sobre un montón de cosas.
viernes, enero 26, 2007
Sigo diciéndolo.
Lo mantengo.
Respeto todas las opiniones, pero sigo pensando "Banderas de nuestros padres" es una gran película.
La clave para amarla -aunque no lo creeaís- está en Cernuda, en la belleza irrecuperable de algunos momentos tan bellos que nos cambian la vida por el sólo y simple hecho de vivirlos.
Todo lo demás es melancolía y mundo... mucho mundo... un mundo que casi siempre nos obliga a traicionarlos para seguir viviendo. Y todo porque la diletancia etérea del alma casi siempre es incompatible con el mecánico oficio de vivir.
"Banderas de nuestros padres" no es una película bélica.
Es una película sobre un mundo en el que la belleza casi siempre es imposible, tan imposible que su estado natural es el recuerdo.
"Banderas de nuestros padres" no es una película belíca, insisto.
Es una película sobre un mundo que casi siempre obliga al hombre a traicionar esos pequeños y pocos momentos de belleza.... Y lo que es más importante sobre la complejidad de seguir viviendo con ese nuevo pecado original sobre las espaldas.
La reflexión amarga de un maestro en su vejez, en la plenitud del Otoño de las rosas.
El hombre y sus irresolubles contradicciones, las que siempre terminan de un modo u otro destruyéndole.
El profundo lamento de una soledad entre las cosas.
"Cartas de Iwo Jima" va a ser aún mucho mejor.