domingo, mayo 13, 2007
sábado, mayo 12, 2007
Hacía tiempo que no veía una corrida de toros entera...
(Javier Pérez de Albéniz)
Más.
Estoy de acuerdo en lo básico.
En lo único que discrepo es en la última parte... Como si las televisiones pudieran... Más bien son podidas en una España demasiado politizada y en la que -como bien dijo Alfonso Guerra en su momento- si uno se mueve no sale en la foto. Una foto en la que todos posan mientras su correspondiente líder dispara.
Y se dejan poder por el que verdaderamente tiene el poder para dar.
Y en la foto, que constantemente nuestro líder nos dispara a nosotros, los nuestros, hay que salir cueste lo que cueste.
Todos los días, en España, se pasan como mínimo dos listas.
viernes, mayo 11, 2007
La grandeza del futbol está en días como hoy en los que lo imposible se ha producido.
El pequeño Getafe necesitaba golear al gran Barcelona para echarle de la Copa y acceder a la final.... y lo ha conseguido... y además lo ha hecho con una facilidad asombrosa, dominando el partido de principio a fín y arrollando al todopoderoso Barcelona en una asombrosa noche mágica que -seguramente- ninguno de los que asistieron al partido podrán olvidar.
Sólo en el fútbol, de cuando en cuando, se producen pequeños milagros que emocionan a las personas proporcionándoles una increíble victoria contra el destino y la adversidad.
Casi nunca suceden, pero la posibilidad siempre está ahí, latiendo indeleble en lo más profundo de unos espíritus forjados en la cotidiana desesperación de cada día.
Cuando todo parece estar en contra, el fútbol nos enseña que siempre existe una pequeña posibilidad de vencer. Sólo hay que intentarlo. Empezar metiendo un dedo por la pequeña grieta hasta ensancharla lo suficiente como para que quepa la mano y así hasta poder pasar al otro lado, el luminoso de la victoria.
El fútbol tiene éso... El poder evocador de lo imposible al alcance de la mano. La pagana trascendencia de la humana superación.
Ningún getafense aficionado al fútbol olvidará este partido. Ningún getafense permitirá que el olvido devore los nombres de los jugadores que compusieron esta alineación.
La trascendencia es sólo ésto.
jueves, mayo 10, 2007
EL LIBRO DE LAS ILUSIONES
Termino de leer "El libro de las ilusiones" y me sucede lo que casi siempre me pasa con las novelas de Paul Auster... Enseguida las olvido.
Sus textos no me dejan huella. No permanecen en mi memoria.
En absoluto, Paul Auster me parece un escritor deleznable. Suelo disfrutar sus obras como disfrutaría el buen funcionamiento de un mecanismo de relojería perfectamente diseñado.
Su talento para narrar es innegable.
Me habla, le escucho y en tanto lo hace me entretiene con su talento para construir y narrar una buena historia... pero nada más. Enseguida, sus imágenes se desvanecen. Carecen -a mi entender- de fuerza interior, de la sugerente y lacerante profundidad que tienen los autores realmente potentes, realmente clásicos.
Muy pronto olvidaré a Hector Mann... Ya ni recuerdo el nombre del auténtico protagonista de la búsqueda del desaparecido Hector.
Todo en Paul Auster es leve, ni siquiera los grandes temas merecen un aumento de la intensidad narrativa, de la emoción intrínseca al hecho de vivir. La emoción no es cabalgada sino mostrada con la frialdad de un entomólogo, clavada con precisión ante mis ojos con el alfiler del talento de Auster.
Quizá por eso olvido pronto... aunque la tragedia del protagonista, la tremenda pérdida que sufre, debiera haberme conmovido más.
Pero la música de su azar no se queda demasiado tiempo en mis oidos... aunque la disfrute mientras la escucho.
Es curioso.
lunes, mayo 07, 2007
(Arcadi Espada)
Más
domingo, abril 29, 2007
No puede ser de otra forma.
Como todas las últimas fronteras a las que el hombre se enfrenta, un viaje al interior del espacio se convierte en un viaje al corazón de las sombras, de las suyas propias como individuo y como especie en general.
Una prueba que pone a prueba a sus protagonistas tal y como reflejaba el genial Joseph Conrad en su imprescindible "Heart of darkness".
Mucho se ha escrito sobre la poca originalidad de la historia que Danny Boyle, su director, y Alex Garland, su guionista, ponen en imágenes y estoy de acuerdo en que en aquella confluyen elementos reconocibles de precedentes obras de ciencia ficción cinematográficas, pero en todos esos escritos me falta la referencia a la obra de Conrad, de la que la historia es -a mi entender- principal deudora.
En este sentido, y aunque los protagonistas de "Sunshine" viajan hacia la arrasadora luz del sol (y algunos tendrán la ocasión de comprobarlo en sus propias carnes), en realidad se encaminan hacia las tinieblas de sus propias contradicciones como seres humanos.
La historia es la narración de un viaje desesperado y suicida en el que la incertidumbre está presente en cada segundo, no en vano el nombre de la nave es Icaro: personaje mitológico cuya vida termina al aproximarse demasiado al sol.
Así, la chispa dramática que orienta y desencadena el final es el cambio de rumbo que los tripulantes deciden imprimir a la nave al encontrar la señal de socorro de una nave precedente con su bomba activadora del sol. Dos esperanzas son siempre mejor que una comenta el protagonista como justificación de su decisión de asumir el riesgo de alterar el rumbo de la nave.
En definitiva, no hay nada nuevo bajo el tremendo y calcinante sol que ilumina cada segundo cinematográfico de Sunshine, pero me gusta volver a escuchar la historia de ese viaje hacia las sombras en el que son reconocibles influencias de grandes clásicos de ciencia ficción como Alien o 2001, convertidas -utilizando conceptos kantianos- en espacios a priori para la percepción de la historia que Boyle y Garland nos cuentan.
Mención aparte para la maravillosa e hipnótica música de Underworld... memorable la secuencia en que los tripulantes contemplan el tránsito de Mercurio convertido en una pequeña sombra negra sobre el ardiente sol...
Así, y pese a la escasa originalidad de su argumento y lo previsible de algunas de sus situaciones, "Sunshine" tiene -para mi- un indudable atractivo procedente no sólo de las fuentes de las que bebe sino también por si misma especialmente en las escenas en que el sol y el espacio están presentes, pura opera espacial.
Por último destacar el guiño que supone el hecho de que una misión suicida como ésta sea comandada por un capitán japonés.
Estoy de acuerdo.
Entre otras cosas, Japón es la tierra del extremo sentimiento de responsabilidad. Un japonés siempre hará lo posible para llegar hasta el final en el cumplimiento de su obligación.
sábado, abril 28, 2007
viernes, abril 27, 2007
"El camino más rápido para llegar al corazón de un hombre es el puño de Chuck Norris. "
"Una señal de aparcamiento para minusválidos no significa que ese sitio esté reservado para minusválidos. En realidad, es una advertencia de que el sitio pertenece a Chuck Norris, y que te quedarás minusválido si aparcas ahí."
"Chuck Norris once had a heart attack; his heart lost."
¡jajajajjajjaaj!
Más verdades.
Más verdades (en inglés)
jueves, abril 26, 2007
Más.
Amén.
"¿Alcanzaron o no Mallory y Sandy Irvine la cumbre del Everest antes de morir? Algunos reputados especialistas consideraban que era imposible. Otros, como Geoffrey Winthrop Young, excelso alpinista y profesor de Mallory, jamás lo pusieron en duda. Cuando le preguntaban al anciana Young cómo estaba tan seguro de que su pupilo había llegado al techo del mundo, contestaba... Porque Mallory era Mallory."
("Porque está ahí", David Torres. Artículo publicado en la revista Siete Leguas, Número XXI)
miércoles, abril 25, 2007
EL BUEN PASTOR
El silencioso y eficaz Smiley de John le Carré tiene un homólogo en los servicios secretos norteamericanos.
Y Robert de Niro nos cuenta su historia con un estupendo pulso narrativo.
En este sentido lo mejor que se puede decir de esta película es que dura casi tres horas y el tiempo se pasa volando... Lo cual no es decir poco.
Lo más interesante que -creo- se puede decir sobre El buen pastor es que en su final uno no termina de tener claro la posición moral de De Niro con respecto a la vida y milagros de su protagonista.
El tono es frio y descriptivo. Igual tratamiento reciben los éxitos y los fracasos, los daños infringidos y los beneficios recibidos y el resultado final es la soledad.
No tengo muy claro que de Niro no esté haciendo un extraño homenaje a esos individuos que cierto día, y casi sin saberlo, deciden jugar ese Gran Juego mencionado por Kipling en su "Kim de la India".
Al final uno siente cierta compasión por ese personaje solitario caminando el pasillo y cambiando de oficina, pero no puede dejar de sentir cierta admiración por la inflexible voluntad de continuar adelante, un gesto que le conduce a una culminante soledad que el propio plano destila por los cuatro costados.
Me pregunto si es esa la intención de un director, parte integrante de un mundo -el de Scorsese- que siempre se ha movido en la cuerda floja de la moral en muchas de sus historias. Y como los gangsters de "Uno de los nuestros", el protagonista de "El Buen Pastor" se mece no muy plácidamente en el confuso territorio de la doble moral, en las apestosas cloacas que sustentan todos nuestros paraísos artificiales.
Unos, los gangsters suministrándo diversión y buscando el éxito del ascenso social por la via rápida y otro, los agentes secretos de la CIA, proporcionando seguridad contra los enemigos externos de un sistema por el que los gangsters se desplazan con mayor o menor tranquilidad. Ambos son habitantes de ese sombrío territorio de la ambigüedad moral, un territorio donde las cosas tienen por lo menos dos nombres y que quizá De Niro quiera mostrar en toda su intensidad y con la frialdad expositiva de un cirujano.
Quizá, la mirada del director vaya por ahí.
No estoy seguro.
En cualquier caso, "El Buen pastor" es un texto que encierra segundas y terceras lecturas -a mi entender- bastante heterodoxas y tan interesantes como la primera, superficial y más evidente. Un texto tan retorcido y perverso como cualquiera de los personajes que De Niro ha interpretado para Scorsese.
(Arcadi Espada)
Los Bartlebys son aquellos escritores que en un nomento determinado de su vida dejan de escribir. De pronto, su voz se silencia para siempre sin que exista alguna explicación clara que no implique andar varios cientos de kilómetros dentro de sus propios mocasines.
Recuerdo, por ejemplo, a Juan Rulfo o a Juan Carlos Onetti.
Es como si ya no hubiera nada más que decir.
Siempre me han fascinado y recomiendo la lectura del libro de Vila-Matas escrito para profundizar en el tema, "Bartleby y cia".
Su presencia es fascinante para mi por constituir un elemento anacrónico dentro de un mundo en el que todo el mundo habla, en el que cada persona tiene una opinión junto a la falta de pudor para hacerla pública.
Como decía Clint Eastwood por boca de su Harry el Sucio: "Todo el mundo tiene una opinión, todo el mundo tiene un culo".
Me fascinan aquellos que tienen la virtud de callar, que con tranquilidad soportan la apropiación del silencio por parte los otros. Quizá callan porque no es el momento de hablar o quizá lo hacen porque no hay nada más que decir.
Y esa sequedad del antaño incesante manantial de hermosas y resonantes palabras puede deberse a muchas razones. Una de ellas, se me ocurre, puede tenga que ver con el espiritu que late tras las palabras entrecomilladas de Arcadi Espada al principio de esta entrada.
El desecanto.
La pérdida de la confianza en la raza humana.
La imagen terrible de la propia verdad ofrecida como un corazón palpitante a unos seres de manos sucias.
Voz en el desierto que no existe porque nadie la escucha.
Otra variante de la soledad profunda y metafísica traducida en el silencio dandy del último superviviente de una vieja raza... la propia.