lunes, abril 07, 2008
"El Código de Bushido
Estos son los siete principios que rigen el código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samurai de Rokugan. Sed fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.
1. GI - Honradez y Justicia
Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia.
Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia.
Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
2. YU - Valor Heroico
Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir.
Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte.
Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
3. JIN - Compasión
Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos.
Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
4. REI - Cortesía
Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales.
Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros.
5. MEYO - Honor
El Auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad.
No puedes ocultarte de ti mismo.
6. MAKOTO - Sinceridad Absoluta
Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará.
No ha de "dar su palabra." No ha de "prometer." El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer.
Hablar y Hacer son la misma acción.
7. CHUGO - Deber y Lealtad
Para el samurai, haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan.
Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel.
Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.
Cuidado con el camino que sigues. "
domingo, abril 06, 2008
jueves, abril 03, 2008
LEYENDO A CERNUDA...
"Llega un momento en la vida cuando el tiempo nos alcanza. (No se si expreso ésto bien.) Quiero decir que a partir de tal edad nos vemos sujetos al tiempo y obligados a contar con él, como si alguna colérica visión con espada centelleante nos arrojara del paraíso primero, donde todo hombre ha vivido una vez libre del aguijón de la muerte. ¡Años de niñez en que el tiempo no existe! Un día, unas horas son entonces cifra de la eternidad. ¿Cuántos siglos caben en las horas de un niño?"
(Ocnos, fragmento)
Alcanzado por el dardo del tiempo, desangrado, desangrándome, pero avanzando ciegamente, adelante, como un animal herido y acechado, mientras existan relojes que canten como pájaros mi canción, sin cesar en el esfuerzo de perseverar, de escarbar en las entrañas de la carne de la vida hasta no tener uñas, ni dedos, ni manos que me sirvan para seguir encontrando.
martes, abril 01, 2008
No es en absoluto Tideland una película fácil de ver.
Si en todas las películas siempre existen aspectos complicados que juegan con los fantasmas más profundos del público, en ésta que nos ocupa Terry Gilliam alcanza el extremo en sus planteamientos anómicos y provocadores.
Al fin y al cabo, Tideland no es otra cosa que la historia de una niña que juega con las decapitadas cabezas de sus muñecas rodeada de un mundo absolutamente loco y abandonado, más propio de "La matanza de Texas" que de una película infantil... Pero, y al mismo tiempo, hay belleza en el tránsito emocional de una niña desde la nada que sus padres locos y drogadictos le ofrecen antes de morir hasta el "un poco" con que la película se cierra.
Un final hermoso que se convierte en metáfora de la propia película, los ojos de las niñas centelleando pequeñas estrellas antes de desaparecer en la oscuridad de la pantalla cerrada hablan de Tideland como la descripción de una realidad mediada e interpretada por la exhuberante imaginación de la niña, una imaginación tan exhuberante que incluso encuentra morivos para agarrarse en un paraje tan vacío y desolado como las grandes praderas tejanas.
Tideland es una obra maestra... no apta para todos los públicos como casi todas las cosas que merecen la pena en este mundo.
Reunidos todos
una vez más ante tu seca mesa.
Recibiendo uno por uno
la venenosa bendición
de tu luz negra.
Deslumbrados
por tu silencio.
Royendo las sobras
del misterio que
obstinadamente
y desde siempre
nos niegas.
Serás siempre un enigma
en tu muerte
muy anterior a la verdadera,
una llegada que esperas sentado
sobre tu descuidada barba
mientras nuestras miradas
te buscan
y como siempre no te encuentran,
para siempre marcadas
por tu oscura huella.
domingo, marzo 30, 2008
Y quiero creer que el significado de esta frase tiene que ver con lo misterioso de este sentimiento que de cuando en cuando nos revienta las costuras del cuerpo, poniendo adentro lo que antes estaba fuera y afuera lo que antes estaba dentro.
Sólo hay pruebas, actos, acciones dirigidas hacia la persona amada buscando que ella intuya en nosotros la presencia de ese misterio.
Esperanza y confianza ciega en que se nos entienda mucho más allá de aquello que estamos haciendo y diciendo.
Siempre hay un punto de desesperación en todo amor, una desesperación que descansa en la incertidumbre de ser lo suficientemente elocuentes o lo suficientemente entendidos.
Para mi gusto, "Belleza robada" es una de las mejores películas de Bernardo Bertolucci.
Con el inconfundible sabor próximo de las obras pequeñas, "Belleza robada" nos cuenta la historia del despertar sentimental de Lucy, una adolescente norteamericana que regresa a la Toscana en busca de los fantasmas de un amor de verano y el fantasma de su madre muerta. Allí, su incesante e inagotable preguntar se enmarcará en el desgastado marco de un universo de adultos cínicos y escépticos, entregados a la vorágine disolvente de su propia vida, una vorágine muy alejada de las preocupaciones de Lucy y directamente inspirada por la inevitable enfermedad del tiempo pasado y pasando que todos padecen. Después de todo, la madurez no es otra cosa que la juventud dividida una y otra vez por el tiempo en una interminable fracción que va restanto entidad al dividendo.
De entre todos los personajes son dos los que destacan.
El enfermo terminal David que Jeremy Irons interpreta con su habitual buen hacer y saber estar y, por encima de todos ellos, el maravillos Monsieur Guillaume interpretado por el aquel entonces eterno Jean Marais.
El primero se convierte en una especie de interpretante entre la ilusionada Lucy y el desilusionado mundo de los adultos. Hasta cierto punto, David ve en la joven una extensión de su agonizante sí mismo, una extensión que le sobrevivirá garantizándo una cierta inmortalidad de su modo de entener la vida. Por eso lucha hasta el final porque Lucy no pierda la ilusión dejándose influir por el mundo de adultos que le rodea.
Hasta cierto punto, David tiene el atractivo de un Peter Pan con el corazón atravesado por la espada del Capitán Garfio, una espada que solo la joven Lucy es capaz de atravesar devolviéndole la ilsuión por una vida que se le escapa como arena entre los dedos.
Mi fracaso y yo amamos a este personaje. Lo estudiamos cuidadosamente para que sea nuestro modelo cuando nos llegue ese mismo momento. Será entonces cuando busquemos una Lucy... seguramente de forma infructuosa.
El segundo, Monsieur Guillaume, es un elemento de comunicación directa con las zonas de inspiración profunda donde centellean las grandes emociones y los grandes pensamientos. La presencia de Marais es un alucinado y maravilloso homenaje al Marais en blanco y negro que fue instrumento para la expresión cinematográfica del gran Jean Cocteau.
Monsieur Guillaume es un fantasma de intertextualidad que pulula distante y autosuficiente en su vejez casi centenaria para transmitirnos la maravilla de su palabra llena de sabiduría. Una de sus palabras me ha llegado hasta lo más hondo.
"No existe el amor, sólo actos de amor".
(Ir a 4:30)Y ese soy yo.
Un intenso, incomprensible para sí mismo y quién más lo ama e incomprendido para lo más amado, acto de amor diluyéndose como una lágrima de impotencia bajo la fresca lluvia de un nuevo día que brilla ya para otros ojos.
Mi fracaso bien lo sabe.
Podría escribir como Pavese el final de este blog reclamando un gesto, pero no estoy dispuesto a vender tan barata mi derrota.
Todavía espero de la vida más dolor y más misterio, porque mi esperanza es insaciable. Mi fracaso la alimenta todos los días y en su rincón oscuro con los pedazos rotos de todos los sueños que mi torpeza cuidadosamente resquebraja para que parezca que son otros quienes los rompen.
Robando belleza.
Y el culpable está en el tiempo.
viernes, marzo 21, 2008
Hay que alabar sus méritos; esforzarse en darle ánimos, en preparar su humor; volverlo tan receptivo a las observaciones del mismo modo que el hombre sediento lo es al agua. Es entonces cuando hay que corregir sus errores. La crítica constructiva es delicada."
(Hagakure)
jueves, marzo 20, 2008
(Hagakure, El Código del Samurai. Yamamoto Tsunetomo)
miércoles, marzo 19, 2008
Otro ejemplo más del cine convertido en producto de consumo rápido. Gadget para el ocio que, amparado en un enorme despliegue de medios técnicos, llega al espectador como un efecto de prestidigitador, pero que no termina de traspasarle, de prenderle un pedazo de alma.
El argumento rutinario y esquemático se convierte en un mero soporte sobre el que descansa una sucesión de prodigios tecnológicos (más o menos conseguidos) que son narrados con corrección y sin demasiado interés por un Roland Emmerich que ha tenido tardes mejores.
10.000 es una película que progresivamente deja de interesar por moverse en las zonas comunes del estereotipo de forma que un espectador avezado puede adivinar en todo momento lo que va a suceder en la secuencia siguiente sin sentir la menor tensión añadida por un presunto temor al desacierto.
Todo sucede de acuerdo con lo esperado. El elegido cumple con su cometido liberador y el amor de la chica sin hacer más esfuerzos de los necesarios... Y ésto lo percibe el público.... El aspecto, para mí, más interesante de la película... Un aspecto que, por cierto, no se encuentra dentro de ésta sino en la actitud que despierta en el público concregado a verla.
Se trata de un objeto para usar y tirar, para ocupar dos horas de tiempo de una forma más o menos entretenida. Un objeto que no se hace respetar sembrando en el espectador emociones intensas, haciéndoles llorar y reir de una forma verdadera, sino recurriendo al simulacro de la eterna repetición de la copia, del estereotipo una y otra vez convocado.
Así, el espectador siempre se encuentra emocionalmente por encima de la obra, la controla y domina. No le supone ningún reto, no le despierta ningún suspiro, ningún silencio. Sólo se trata de más de lo mismo y como tal lo valora en la nada de su justa medida.
No es lo mismo ver 10.000 que, por ejemplo, Los profesionales de Richard Brooks... por decir alguna película de verdad.