martes, mayo 06, 2008
Confieso que mi proceso de cambio de equipo de fútbol ha sufrido un pequeño retroceso. La épica victoria del Real Madrid en Pamplona ha tenido la culpa.
Creo que ya lo he escrito alguna que otra vez, pero me da igual. Lo repito. Es mi puto blog ¿no?. Con diez, bajo la lluvia y con un gol en contra. La furia con la que Robben buscó con la cabeza el balón para marcar el primer gol, la fe con la que Sergio Ramos cargó con todo contra la defensa pamplonica hasta darle un balón a Higuaín, la fe también con la que éste chutó contra la portería. Fue algo emocionante.
No se debería despreciar el deporte cuando puede convertirse en emocionante vehículo de grandes emociones basadas en valores eternos como la fe, la constancia y el esfuerzo.
Hay mucho que aprender en él, tanto practicándolo como viéndolo, y lo que es más importante en él, en su encanto, anida la trascendente magia pagana de los dioses mortales. Proezas de carne y sangre que el viento también se llevará, pero que permanecerán eternas en la memoria del corazón de todos aquellos que las vivieron.
El lugar donde el olvido es más difícil... si es que es necesario olvidar. Bien lo sabemos los que vamos por la vida cabalgando con el vigésimo séptimo.
sábado, mayo 03, 2008
viernes, mayo 02, 2008
(Gabriel García Márquez, Cien años de soledad, pp. 279 Edición Conmemorativa)
La exquisita mierda de la gloria... ¡Cómo me hubiera encantado haber sido yo quién escribiera este párrafo!
Aspero mundo.
Escrita y dirigida por el estupendo y olvidado Richard Brooks, "Los profesionales" es un western romántico y crepuscular encabezado por un magnífico reparto capaz de dar justa vida a los magníficos diálogos que encierra la película, unos diálogos llenos de poesía y melancolía que nos hablan del amor y la revolución como causas perdidas.
Un grupo de mercenarios, formado por los estupendos Lee Marvin, Burt Lancaster, Robert Ryan y Woody Strode, recibe el encargo de un potentado americano (Ralph Bellamy) de rescatar a su esposa (Claudia Cardinale), secuestrada por Raza (Jack Palance), un temible revolucionario mexicano.
El trabajo de liberarla supondrá para algunos de ellos el amargo reencuentro con un nada dulce pasado de revolucionarios ideales perdidos y también el descubrimiento de la verdad que hay tras esa acusación de secuestro, una verdad que les llevará a redimirse de su pasado poniéndose una vez más del lado perdedor en favor de otro ideal no demasiado diferente.
"Los profesionales" es la melancólica historia de un inevitable fracaso aparente, de restos de naufragio intentando recomponerse para continuar adelante, de hombres integros en un mundo que no lo es tanto, de un destino lleno de sombras para corazones repletos de luz y todo aderezado con maravillosos diálogos como éstos:
- "Nos quedamos porque nos enamoramos. Nos vamos porque nos desencantamos. Regresamos porque nos sentimos solos. Morimos porque es inevitable. "
- "Son ustedes unos hijos de puta. Sí, señor, pero lo nuestro es de nacimiento y, sin embargo, usted se ha hecho a sí mismo"... "
- "Quizá sólo ha habido una re única revolución desde el principio, la de los buenos contra los malos. La cuestión es saber quiénes son los buenos."
¡Bravo!
Amo estos diálogos.
¿Quién no?
Aunque de poética diferente, "Los profesionales" y "Grupo Salvaje" guardan grandes parecidos en cuanto a las emociones que laten en su interior. Las dos películas están protagonizadas por un grupo de tipos que quizá demasiado tarde descubren quiénes son los buenos y se ponen de su lado asumiendo todas las consecuencias que ello supone y por costosas que sean.
No es una cuestión baladí saber cuál es el lado de los buenos. Junto al tema de llevarse siempre a la chica, saber cuál es el lado donde están los buenos son los dos criterios que rigen mi actuar en la vida. Se esté donde se esté uno tiene que estar en el lado correcto y con la chica correcta. Todo lo demás es secundario, aunque personalmente no suela acertar ¡jajajajjaja!. Después de todo, la lógica de la vida suele ser intentar acertar y casi siempre fracasar.
En cualquier caso, uno siempre tiene que intentar estar en el lado correcto y con la mujer correcta. Todo lo demás no importa. Son leves circunstancias pasajeras, mucho más que la corrección de ese lado o la idoneidad de la mujer... que también pasan. No nos hagamos un lío.
Mención aparte merece el personaje de Raza, un enamorado revolucionario mejicano que, seguramente demasiado tarde, ha descubierto que toda revolución siempre empieza por uno mismo. Memorable ese bandolero perdidamente enamorado que compone Jack Palance con su habitual maestría de principalísimo actor de carácter.
En fin, "Los profesionales" es una de las películas de mi vida. Debería serlo también d ela vuestra.
Hay mucha verdad en ella.
Pero mucho más importante que nosotros amemos la música es que la música nos ame a nosotros y está dispuesta a sonar en el momento oportuno para salvarnos. Y escribo ésto porque a veces las canciones no nos llegan cuando más las necesitamos. Llegan demasiado pronto o demasiado tarde, evitando ese momento mágico en el que nos encontramos tranquilos, susurrando con asombro una canción que nos resume.
Las primeras horas del despertar son las peores. Se siente descolocado, fuera de sitio, como un boxeador casi noqueado o como un caballero francés descabalgado por una certera flecha británica en plena batalla de Agincourt.
Los instantes pasan lentamente ante su mirada pausada.
Los fantasmas flotan en el aire y por primera vez parecen ser lo que en realidad no son.
Bosteza.
Se rasca la cabeza.
Al otro lado de la ventana el día parece claro,
en el cielo se dibuja la promesa de un radiante día de verano.
jueves, mayo 01, 2008
Ha pasado poco tiempo desde la primera vez, pero no he podido esperar más tiempo para revisitar esta obra maestra basada en un no menos maestro relato de Cormac McCarthy.
La primera constatación es que el talento breathtaking de Javier Bardem eclipsa muchos aspectos y detalles de esta película, incluso elementos que resultan esenciales para la comprensión profunda del sentido del relato. Uno se pasa el tiempo deseando que su psicópata aparezca y. cuando aparece, temiendo lo que va a suceder. Ante él, el melancólico y cansado sheriff que, con no menos maestría, interpreta el genial Tommy Lee Jones pasa relativamente desapercibido con sus silencios y su amargo sentido del humor.
La persecución que mantienen los personajes que interpretan Josh Brolin y Bardem son la presentación metonímica de ese mundo ante el que el sheriff se siente sobrepasado, incapacitado para la comprensión y por lo tanto para la respuesta. En la película ambas líneas argumentales están unidas y parecen tener el mismo peso narrativo, pero, e incuestionablemente, la esencia poética de la trama descansa en el sheriff.
La amarga constatación del paso del tiempo, acompañado de otro no menos amargo descubrimiento: nada ha cambiado o, incluso, las cosas han ido a peor. Nada puede hacerse. Ni siquiera Dios sirve como explicación... Lo mejor es echarse a un lado con el propio asombro y continuar envejeciendo mientras sea posible.
En"No es país para viejos", abunda un existencialismo del Lejano Oeste. La constatación de que la brutal lucha por la supervivencia sigue sucediendo en un paisaje duro, que no deja lugar a la menor de las concesiones y envejecer es una de ellas.
El aspecto animal del ser humano que es parte consustancial, muchas veces negada, de ese pequeño ser que tiene conciencia y reflexiona constantemente está ahí, dispuesto a echar abajo el cuidadoso y delicado trabajo de la otra parte, la moral, social y ética. Sabiendo que no hay mucho tiempo que perder y que hay, cogiendo sin el menor escrúpulo las rápidas líneas rectas que nos acercan a la imprescindible satisfacción de nuestras carencias. Pensando sólo en él.
El encuentro entre una y otra parte, la visión del esfuerzo contradictorio que constantemente llevan a cabo ambas en ese valle de Elías que es nuestra conciencia, genera ese vacío que como un cáncer crece y crece dentro de la cabeza del sheriff.
El asombro y la parálisis ante en absurdo que nos hace.
Quizá hacerse viejo sea llegar a la clara convicción de que nada tiene sentido y que todo esfuerzo en realidad siempre es en vano, porque el componente pulsional, animal y no razonado siempre termina venciendo por su propio peso... Después de todo, antes de juzgar si algo es bueno o malo, primero hay que estar vivo y respirar.
Como para dejarlo todo y jubilarse de una maldita vez ¿no?
No es país para viejos... Desde luego que no.
Aspero mundo.
Perasovic, el entrenador del Estudiantes, es otro buen ejemplo. Representando lo que representa dentro del equipo, más animicamente que por juego (pero este aspecto también cuenta y más en un equipo que vive la situa´ción tan desesperada que viven los madrileños)... Escribía... Representando lo que representa dentro del equipo, decide fichar a un base norteamericano del montón que reduce los minutos de Martinez a cero. Pero, y de pronto, en el momento más complicado de la liga, en la hora de la verdad, cuando perder significa desaparecer en las profundidades de la Liga LEB, Gonzalo Martinez vuelve a aparecer sobre la cancha para insuflarle vida al equipo y ayudarle a ganar su partido contra el Vive Menorca.
Su presencia fue definitiva.
El equipo encontró su sentido, sus señas de identidad que se remontan a la década de los 50, en este jugador que no es ningún talento, pero que simboliza incluso por genotipo (pequeña estatura, cara de niño) toda la historia del Estudiantes.
Fue algo maravilloso y simbólico.
Un ejemplo más de la trascendente magia del deporte, productora de instantes inolvidables y de héroes como Gonzalo Martinez, porque, y en muchas ocasiones, el deporte es como la guerra. La victoria puede depender de la presencia de un héroe sobre el campo, una presencia montada sobre el caballo blanco de la épica.
miércoles, abril 30, 2008
martes, abril 29, 2008
de pasos rápidos y prisas,
de inflexibles relojes que exigen,
de trenes y autobuses perdidos,
de empujones, tropezones y aceras.
La ciudad está llena de oficinistas que ofrecen su cuerpo a la ciencia
con la intranquilidad de estar haciendo lo correcto,
y también con la tristeza de que, después de todo,
esa corrección no sea otra cosa bien diferente,
que siempre sea lo que siempre llega
en su eterna hora en punto,
cuando la mesa está vacía
y no queda ya cena.
En el nuevo día las mismas cosas de siempre
le esperan en el mismo lugar acostumbrado.
Y, aunque de cuando en cuando se sorprende a sí mismo,
andando como un sonámbulo,
ensimismado en el sueño de algún cambio,
muy pronto despierta a su propio desierto
con los labios sedientos y agrietados.