Por muy poco, Li-Zhen (Maggie Cheung) alquila para ella y su maridola habitación que Chow (Tony Leung) deseaba alquilar para él y su mujer. Afortunadamente, Chow encuentra una habitación en el apartamento de al lado.
Ambas parejas serán vecinos y tienen en común que sus miembros no se ven entre sí. El marido de Li-Zhen es un hombre de negocios que constantemente está viajando y la mujer de Chow trabaja comor recepcionista en un hotel en el turno de noche.
El simple hecho de compartir un mismo horario hará que los caminos de Chow y Li-Zhen se entrecrucen dando lugar a una relación cuya razón de ser está basada en el mero peso específico de la soledad que cada uno siente dentro de su propia pareja y en la atracción que empiezan a sentir el uno por el otro.
De manera memorable y con su sentido exquisito para crear imágenes bellas, Wong Kar Kwei narra los sucesivos y pequeños encuentros entre ambos que van aumentando en duración e intensidad. Desde la simple coincidencia en un espacio hasta las primeras palabras intercambiadas pasando por los pequeños contactos físicos y las miradas... Para mi gusto ésta es la mejor parte de la película.
En un momento determinado de esa incipiente relación, durante una cena, ambos descubren en el otro objetos que les recuerdan a sus respectivas parejas, y, de una manera especial y maravillosa, por la familariedad de la corbata y el bolso que cada uno porta (muy parecidos a una corbata y bolso que han visto en su esposo y esposa), descubren la realidad de un engaño que ambos, por separado, empezaban a presentir. Un engaño que, al mismo tiempo y paradójicamente, volvía más profunda su soledad y les llevaba a buscarse el uno al otro con mayor necesidad.
Lo curioso es que, si en un principio lo facilitaba, este descubrimiento terminará complicando y enturbiando el incipiente amor que de forma natural estaba surgiendo entre ambos.
En algún momento, los dos protagonistas se dicen que ellos no son con como sus respectivos cónyuges y esa necesidad, nacida del dolor y el resentimiento, de diferenciarse de aquellos que les han traicionado les llevará a jamas consumar ese amor.
Nunca se atraverán a dar ese paso.
Incluso llegarán a encerrarse en la habitación 2046 de un hotel para escribir novelas de amor para un periódico, habitación que será el germen de "2046" la película en la que Kar Kwei narra el melancólico vivir de Chow recordando la magia de aquellos momentos vividos con Li-Zhen.
Lo dejarán pasar, morir, deseando amar a la persona equivocada y también a la persona correcta hasta que, al final, su propia relación languidezca y muera quedándoles a ambos el inmenso vacío de ese deseo que quedó por satisfacer, un deseo insatisfecho del que las ruinas del templo camboyano, a las que Chow susurra su melancólico y doloroso secreto en un intento desesperado por desembarazarse de él, es maravillosa y preciosa metáfora.
En realidad, y verdaderamente, tenían razón.
Chow y Li-Zhen no son como sus respectivos cónyuges... pero, seguramente y a juzgar por las expresiones de sus rostros y actitudes al final de la película, se equivocaron.
Debieran haberlo sido.
Maravillosa.