lunes, marzo 01, 2010

U2

Yahweh...





domingo, febrero 28, 2010

EXPLOSIÓN ATÓMICA BAJO EL MAR

















EL CEBO

En un momento de la película "El tercer hombre" (que no del libro), Harry Lime, su protagonista, dice que 500 años de democracia y paz sólo han conseguido que Suiza produzca el reloj de cuco. Nunca he tenido muy claro si se trataba de una crítica o de una alabanza, peor lo único cierto es que esos cinco siglos le han dado al país alpino para más... Por ejemplo, para arrojar a la existencia a Friedrich Dürrenmatt, uno de esos autores que nadie conoce pero que su obra resulta ser capital contemplada en el largo plazo de la historia.

"El cebo" se basa en un pequeño relato corto de Dürrenmatt llamado "La promesa" y en el se nos cuenta la historia de la investigación que un inspector de policía retirado lleva a cabo para atrapar a un psicópata asesino de niñas.

El cadáver de la niña en torno a cuya muerte se construye la historia es encontrado por un buhonero (interpretado por un magnífico de Michel Simon) y durante la primera parte de la historia asistimos a la progresiva incriminación de este inocente en base a pruebas circunstancias y por parte de los policías encargados de la investigación. Se trata de una injusticia manifiesta que los policías perpetran con la sobrecogedora tranquilidad de estar haciendo el trabajo de cada día.

Acompañados por el ya jubilado inspector Mathei (Heinz Rühman) ninguno de ellos se hace preguntas. Se encuentran demasiado ocupados intentando encajar las piezas que les suministra la realidad en un relato que les resulta creíble sin preocuparse por el hecho principal, que ese relato responda a la realidad de lo que ocurrió.

En esta inquietante primera parte, el trabajo policial se nos muestra como un burocrático trabajo en el que la verdad se construye a través de la ruptura del eslabón más débil, que en este caso es el pobre buhonero que, aún no siéndolo, lo tiene todo para ser el culpable y por esto mismo termina siéndolo.

El inspector Mathei es diferente al resto de sus compañeros. Como comenta con resignación ante la necesidad de dar la mala noticia a los padres de la niña asesinada, es él quién siempre lo hace y esta ocasión no va a ser diferente del resto. En él hay un interés que va más allá del simple cumplimiento con las obligaciones de su trabajo, un interés que le lleva a ser siempre voluntario en las situaciones donde nadie está obligado a hacer más.

Mathei es diferente, permanece atento y esa atención le llevan a ponerse en un camino diferente en base a una serie de casualidades que se convierten en las piezas de un puzzle que, poco a poco, empiezan a encajar en su mente.

Ninguno de sus compañeros le escuchará. Ya no se hacen más preguntas. Han encontrado ya a un estupendo culpable que cumple con los requisitos circunstanciales para ser tal. No hay por qué ir más allá. Pero el compromiso de Mathei con los padres de la niña muerta le hará continuar por su cuenta con la investigación posponiendo la investigación.

Y es aquí donde la historia se pone más interesante, porque del mismo modo que los compañeros de Mathei hacen todo lo posible para encontrar un culpable, el inspector hará lo mismo. Ambos comparten la misma ética de medios para conseguir sus fines.

El fin justifica los medios y, del mismo modo que sus compañeros convierten a un inocente en culpable, Mathei utilizará a una niña como cebo para atrapar al asesino.

La sencillez de la historia que se nos cuenta en "El cebo" sólo es aparente. Bajo ella palpitan planteamientos de envergadura que atañen a la justicia como ideal y la material corporeidad de los hombres encargados de aplicarla, una material corporeidad que les lleva a utilizar métodos dudosos para conseguir el objetivo final.

Del mismo modo que en "La visita de la vieja dama" los habitantes del pueblo encuentran una razón para asesinar al viejo amor de la dama a cambio de la riqueza que ella les ofrece, los policías de "El cebo" encuentran justificación en conductas que convierten a los inocentes en medios para conseguir determinados fines, en este caso el esclarecimiento de una serie de crímenes.

La preocupación de Dürrenmatt por la justicia abarca no solo los fines sino también los medios que se utilizan para conseguirlos y el modo en que se disfraza el interés propio en racionalizaciones que sirven como coartada.

Y sólo nos parece que el inspector es mejor que el criminal al que persigue por la bondad del fin que aquel persigue. Pero, y como Dürrenmatt sugiere en el cuento, imaginémonos por un momento que no hay un final feliz para esta historia... El proceder de Mathei no nos parecería tan bueno.

En Dürrenmatt el animal humano aparece en lugares donde el sueño de la razón moderna no le supone estar ni tampoco le espera.

En "El cebo" una obsesión atrapa a otra y la razón que revista de respetabilidad al funcionamiento de las instituciones se convierte en una mascara que oculta deformados grises en huecograbado.
INOLVIDABLE

La balada de Cable Hogue...


Patt Garrett & Billy the Kid...



IF THEY MOVE KILL'EM!

La principal sensación que me deja la lectura de esta biografía del director de cine norteamericano Sam Peckinpah es la de un hombre cuya actitud vital bien podía pasar perfectamente por los modos y las formas de los personajes que protagonizan sus películas.

Como en todo creador que se precie hay mucho de él en el Pike Bishop de "Grupo Salvaje" o en el Billy el Niño y en el Pat Garrett de "Pat Garrett y Billy the kid"... Todos y cada uno de esos personajes, con su conflicto ante un mundo que les rebasa, se convierten en proyecciones idealizadas de la propia personalidad compleja y atormentada de Peckinpah. Y son ideales principalmente porque verbalizan los motivos que subyacen en ese conflicto que les llevan a desesperadas batallas por una causa perdida que es la propia.

En un principio, y por origen, hijo de un prestigioso abogado de la costa Oeste, Peckinpah no tenía ningún motivo para convertirse en un "outsider" pero, y de algún modo que el libro de Waddle no consigue presentar de una forma clara (seguramente porque nadie ni el propio Peckinpah tenga una explicación), la biografía del director norteamericano no es otra cosa que un largo viaje hacia la noche en el que la descomposición de un ser humano es la principal protagonista.

Felizmente casado, escritor de éxito, prestigioso realizador televisivo, gran promesa del cine de la década de los sesentas con la fulgurante aparición de "Duelo en la Alta Sierra"... pero nada de éso pareció significar nada para un Peckinpah que se perdía en los pliegues de su propia oscuridad cada vez que repicaban las campanas de su propia medianoche, escapando y enfrentando a sus propios y personales fantasmas.

Al mismo tiempo que crece un exitoso Peckinpah emerge, en paralelo, un oscuro anti-Peckinpah que destruye todo cuanto toca y especialmente la propia carrera con proyectos que siempre resultaban demasiado caros, que siempre se convertían en demasiado difíciles y complejos por mor de un perfeccionismo creativo casi enfermizo, un perfeccionismo que, por ejemplo, le llevó en "Grupo Salvaje" a exigir que el sonido de los disparos de cada arma que se usaba fuera el propio, personal e intransferible.

Da la impresión que el cuerpo y el alma de Peckinpah son el campo de una batalla sin concesiones entre los impulsos destructivos y constructivos, una batalla que duró mientras Peckinpah vivió y en la que nadie que estuviera a su alrededor podía permanecer neutral. Resulta muy gráfica la escena que Waddle cuenta de Peckinpah encerrado en la habitación de su hotel durante el rodaje de "Traiganme la cabeza de Alfredo García" disparando una y otra vez contra su imagen reflejada en el espejo... Ni siquiera su propio reflejo resultaba indemne y quizá, en opinión del director norteamericano, fuese el principal culpable.

No se si es una virtud o defecto del libro, pero Peckinpah se nos muestra como un fascinante misterio capaz de herir, incluso a los que más ama, pero también de crear en el sentido más amplio de la expresión una experiencia artística basada en ese magma emocional que día a día le destruía conminándole en una cada vez más espesa jaula de impenetrable soledad.

Y aunque parezca mentira, la escena final de "Grupo Salvaje", ese momento de locura en el que Pike Bishop decide disparar y disparar dejándose llevar por un primario impulso de violencia tiene mucho de la actitud autodestructiva ante la vida del propio Peckinpah, un impulso que paradójicamente le llevó a construir unas cuantas obras maestras memorables y a dejar un imborrable recuerdo, no precisamente de odio, entre aquellos que le padecieron y conocieron.

Como escribió Jung:

"El hombre creador es un enigma que podríamos dilucidar de varias maneras, aunque siempre sería en vano...
El arte es una especie de impulso innato que se apodera de un ser humano y lo hace su instrumento. El artista no es una persona dotada de libre albedrío que busca sus propios fines, sino que permite al arte realizar sus propios fines por su intermedio. Como ser humano podrá tener caprichos, voluntades y objetivos personales, pero como artista es un hombre en el sentido más elevado, un hombre colectivo, aquel que lleva y moldea la vida psíquica inconsciente del género humano. Para realizar este difícil destino es necesario sacrificar a veces la propia felicidad y todo aquello que hace a la vida digna de ser vivida para el ser humano común...
La vida de un artista sólo puede ser una vida de conflictos, porque en su interior hay dos fuerzas en pugna, por un lado el anhelo natural de felicidad, de satisfacción y seguridad en la vida, por el otro una pasión avasalladora de crear, que puede ir muy lejos, hasta sobrepasar todo deseo personal. La vida del artista, por regla general, es altamente insatisfactoria - por no decir trágica -en el aspecto humano. Difícilmente hay excepciones a la regla de que una persona debe pagar caro el don divino del fuego creador..."
(El hombre moderno en busca de su alma, Carl Gustav Jung)

Jung parecía pensar en Peckinpah cuando escribió estas líneas... Y de algún modo todos los que le conocieron y cuyas opiniones figuran en el libro también tenían la triste sensación de estar ante algo terrible, pero al mismo tiempo se sentían seducidos de forma irremediable ante la bruta manifestación de un talento que, en su pugna por emerger, destruía al propio vehículo de transmisión... su propia vida... su propia persona. Y ese magnetismo impregna de principio a fin toda su obra. Yo mismo siento esa fuerza cada vez que regreso a ella, una obra que con enloquecida lucidez ahonda en las profundidades que constituyen ese complejo misterio llamado ser humano.

Sam Peckinpah es un artista mayor. No me cansaré de decirlo.

El poder de su obra va más allá del cine... Se hunde en la levedad de un ser humano sometido al tremendo efecto destructor que sus propias contradicciones le infringen en un mundo demasiado ancho y demasiado ajeno, dentro de un tiempo que pasa demasiado pronto, que aun así no se cansa de perseguir su propia sombra y que incluso, cuando ya no hay nada que perseguir, la rutina de la propia acción de perseguir termina convirtiéndose en la única, precaria y desesperada seña de identidad.

Lo principal en Peckinpah es telúrico. La conmoción que las imágenes producen porque vehiculizan significados inpronunciables como en la secuencia final de "La balada de Cable Hogue" cuando el coyote bebe en el arroyo y la cámara se aleja para enmarcar la soledad de un espacio vacío.

Acabado para la industria, el propio Peckinpah terminó sus días persiguiendo la posibilidad de una última película aun cuando está quizá no fuese a existir nunca.

Sólo persiguiendo.




viernes, febrero 26, 2010

El origen de la materia...

"Sin embargo, muy recientemente, parece que se ha encontrado una salida posible a este dilema. Aunque en las condiciones del laboratorio la creación de la materia y la antimateria es siempre simétrica, en las temperaturas extremadamente altas del Big Bang es posible que estuviera permitido un ligero exceso de materia. Esta idea proviene de una línea teórica de investigación que intenta proporcionar una descripción unificada de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza (un tema que será discutido más a fondo en el capítulo 11). De acuerdo con los cálculos teóricos, a una temperatura de mil millones de billones de grados, temperatura que únicamente se podría haber alcanzado durante la primera billonésima de segundo, por cada mil millones de antiprotones se habrían creado mil millones de protones más uno. De manera semejante, los electrones habrían superado en número a los positrones por una parte en mil millones.

Este exceso, aunque ínfimo, podría haber sido crucialmente importante. En la carnicería subsiguiente, los mil millones de pares de protones y antiprotones se habrían aniquilado mutuamente, pero el único protón desapareado habría sobrevivido junto con el solitario electrón. Estas partículas sobrantes (casi un capricho de la naturaleza) se convirtieron en el material que, con el tiempo, formaría toda: las galaxias, todas las estrellas y los planetas y, por supuesto, a nosotros mismos. De acuerdo con esta teoría, nuestro Universo procede de un insignificante residuo de materia no equilibrada que sobre vive como un vestigio del primer instante de la existencia."
(Paul Davies, Dios y la nueva física)


Tengo que reconocer que Pérez Reverte pone el dedo en la llaga... una compleja llaga que hoy en día nos duele mogollón...

"Mi memoria histórica tiene tres mil años, ¿sabes?, y el problema es que la memoria histórica analfabeta es muy peligrosa. Porque contemplar el conflicto del año 36 al 39 y la represión posterior como un elemento aislado, como un periodo concreto y estanco respecto al resto de nuestra historia, es un error, porque el cainismo del español sólo se entiende en un contexto muy amplio. Del año 36 al 39 y la represión posterior sólo se explican con el Cid, con los Reyes Católicos, con la conquista de América, con Cádiz... Separar eso, atribuir los males de un periodo a cuatro fascistas y dos generales es desvincular la explicación y hacerla imposible. Que un político analfabeto, sea del partido que sea, que no ha leído un libro en su vida, me hable de memoria histórica porque le contó su abuelo algo, no me vale para nada. Yo quiero a alguien culto que me diga que el 36 se explica en Asturias, y se explica en la I República, y se explica en el liberalismo y en el conservadurismo del XIX... Porque el español es históricamente un hijo de puta, ¿comprendes?

- Hombre, Arturo...
- Sí, el español es históricamente un hijo de puta, pero para comprenderlo, para aceptarlo, para quererlo, con lo bueno y lo malo -ahí está también su generosidad, su capacidad de olvidar y de perdonar, de empezar de nuevo- hace falta conocer sus tres mil años de desarrollo y no un pequeño periodo en el cual por sí solo no explica nada.... Me parece muy bien la Ley de Memoria Histórica, pero necesita tener una letra pequeña, un apéndice que la contextualice... Yo soy de Cartagena, y en Cartagena, que era zona roja, hubo de todo, hubo represión brutal de los milicianos y represión brutal de los falangistas. Y a mí, cuando era pequeño, me contaron las dos represiones, las dos; por eso, hablar de unos buenos y otros malos a estas alturas... Cualquiera que haya leído historia de España sabe que aquí todos hemos sido igual de hijos de puta, TODOS.

- No sé si sólo es cuestión de incultura...
- Si este país no fuese un país analfabeto, cuando a la gente le dicen: estos son los buenos y estos los malos, diría, ¡no me cuentes historias, que yo sé muy bien de qué estamos hablando, que yo he leído, que sé que no, que sé que los carlistas, y sé que los isabelinos, y sé que Fernando VII y sé que la Constitución, y sé que los nacionales, y los rojos, y sé que los socialistas, y sé que los comunistas... Que yo sé! El problema es que España es un país inculto, España es un país gozosamente inculto, es un país deliberadamente inculto, que disfruta siendo inculto, que hace ya mucho tiempo que alardea de ser inculto, y con gente así, esa Ley de Memoria Histórica es ponerle una pistola en la mano. No estamos preparados para leyes como ésas.

“¿Sabes realmente cuál es mi lamento histórico? Es que aquí nos faltó una guillotina al final del siglo XVIII. El problema de España, a diferencia de Francia, es que no hubo una guillotina en la Puerta del Sol que le picara el billete a los curas, a los reyes, a los obispos y a los aristócratas... y al que no quisiera ser libre le obligara a ser libre a la fuerza. Nos faltó eso, pasar por la cuchilla a media España para hacer libre a la otra media. Eso lo hemos hecho luego, hemos fusilado tarde y mal, y no ha servido de nada. El momento histórico era ése, el final del XVIII. Las cabezas de Carlos IV y de Fernando VII en un cesto, y de paso las de algunos obispos y unos cuantos más, habrían cambiado mucho, y para bien, la Historia de España. Nadie lo hizo, perdimos la ocasión, y aquí seguimos todavía, arrastrando ese lastre que nos dejaron aquellos que sobrevivieron y que no tenían que haber sobrevivido”. "
(
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INOLVIDABLE

Zorba The Greek...


"Life is trouble. Only death is not. To be alive is to undo your belt and *look* for trouble."



DINITROTOLUENO

Puede que me equivoque, pero creo que la pista del Dinitrotolueno es una vía muerta y lo afirmo porque me parecen razonables los argumentos que tiran de sumario para responder a las páginas de El Mundo:

"Hay que llegar al final del cuarto párrafo para encontrar un dato fundamental en el informe: el misterioso DNT aparece en todas las muestras, incluso –oh, sorpresa– en la Goma 2 Eco que se envió desde la mina asturiana como patrón para que los peritos comparasen si, en efecto, ese explosivo era igual al que se usó en el 11-M. Y sí: la Goma 2 Eco de mina Conchita etiquetada como Goma 2 Eco tiene los mismos ingredientes –incluso el inesperado DNT- que lo que estalló en los trenes y en Leganés, lo que se encontró en la vía del AVE, la mochila de Vallecas y los distintos restos que aparecieron en la furgoneta Kangoo y en la finca donde se prepararon los explosivos. Blanco, en botella, en la nevera y con una vaca pintada en la etiqueta. ¿Será Titadyn?
A partir de este punto, queda el único misterio de saber cómo llegó el DNT a contaminar esa partida de Goma 2 Eco."

Lo apuntado me convence y la sorpresa con que los técnicos reciben la noticia (y que tanto partido se le extrae para reforzar el propio argumento) sólo puede entenderse desde el punto de vista del desconocimiento de la excepcional cualidad que acompañaba a los explosivos usados en el atentado... Su contaminación. En aquel momento no se conocía el origen de la partida ni mucho menos sus peculiares características químicas... Y en este sentido es lógica la sorpresa de los técnicos, aunque alguno de ellos apunte que esa traza es pequeña y no representativa. En cualquier caso es perfectamente comprensible que en aquel momento se dudara de la naturaleza del explosivo.

Y el valor de ese vídeo dentro del sumario no debe analizarse por si mismo sino en relación con otra serie de informaciones que lo complementan, refuerzan y/o corrigen, que es como deben hacerse las cosas cuando uno quiere saber. No desde la teoría que, sin tener en cuenta las características específicas de la realidad sobre la que se aplica, se aplica de una forma interesada. Y esa realidad implica la excepcionalidad de la contaminación que es el elemento invalidante del contenido principal del vídeo.

Otra cosa sería que se demostrara que en realidad no se dieron las condiciones para la contaminación en el lugar de fabricación o que la procedencia del explosivo no fuera la que se acredita. Por eso y para tener verdadero sentido, el contenido de este vídeo es dependiente de otros que en absoluto son llamados a colación... Pero de eso nada se habla y éso es lo sospechoso porque la perversión está en analizar un hecho por si sólo.

Y desde luego otra cosa también es la incomodidad que pudiera suscitar la presencia del dinitrotulueno y su posible ocultación en un procedimiento que se busca allanar de cualquier manera, para cerrarlo cuanto antes sin tener en cuenta las formas, cercenando con una guillotina los flecos que sobresalen de la forma perfecta que compone el terminado volumen, porque la justicia es una cuestión de fondo, pero también una cuestión de formas. Y para mi esa es la mayor gravedad que se puede desprender del descubrimiento de estos vídeos, el consecutivo y posible descubrimiento de una serie de individuos dispuestos a ponerles las cosas fáciles a sus respectivos amos, deseosos de bailar el son que quieren escuchar y que para sus oídos está siendo tocado. El clientelismo y la chapuza, quizá el abuso de poder. Asuntos también graves pues nada debe ser ocultado ni disimulado en la investigación de un sumario.

Estoy convencido que, en cuestión de máximos, la sentencia del 11-m acierta en la dirección hacia la que dispara. Harían falta otras revelaciones de más enjundia para comprometer ese sentido general y global. De lo que no estoy tan convencido es que se haya acertado en los mínimos y que el tratamiento de ciertos temas y pruebas haya sido el profesionalmente correcto. De estos errores que, sigo manteniendo, estoy seguro aparecen en todos los sumarios de enjundia algunos se alimentan todavía para confundir la consistencia de las contradicciones y defectos con algo mucho más serio.

A fecha de hoy y con la información de la que se dispone, estoy convencido de que la suma de los errores y mentiras que se descubran no alterarán el resultado final del producto.

Y por supuesto aquellos que lo consideren oportuno tienen derecho a exigir que se hagan esos ajustes que depuren responsabilidades y perfeccionen el proceso consiguiendo una tranquilidad que merecen. Estamos en un estado de derecho... aunque escuchando ciertas cosas me conformaría con que viviéramos en un estado del sentido común.

jueves, febrero 25, 2010

GREGUERIA

La lluvia es el colorete de la ciudad
U2

Walk on...























"Preciso es reconocer que el hombre es cosa pasmosamente vana, variable y ondeante, y que es bien difícil fundamentar sobre él juicio constante y uniforme."
(Montaigne, Ensayos: Libro I)

miércoles, febrero 24, 2010

"Por ejemplo, recuerdo que todos los grupos políticos de la oposición a la victoriosa UCD aceptaron las leyes de amnistía. Me parece recordar que sólo la rechazaban importantes facciones del Ejército y la ultraderecha, que dejaron de tener significación política después del 23 de febrero de 1981."

Los recuerdos de Canetti... magnífico artículo de Jorge Martínez Reverte que, para mi gusto, pone las cosas en su justo término en lo que atañe al tema de la memoria histórica que igual es una evidente huella de la existencia de una ultraizquierda (si me empeño en ver las cosas sin sentido común).

Como brillantemente expresó uno de los bomberos en la comisión parlamentaria que investiga el incendio de Horta... Ustedes me dan miedo... Y lo dijo refiriéndose a nuestros políticos. Mirándoles a la cara, a su ilimitado afán de politizarlo todo, de someterlo a su rigurosa sofistica basta que persigue el claro objetivo doble de salir indemne y de perjudicar al enemigo... La guerra civil o un incendio... Todo vale para poner sobre el tablero de la política:

"Ustedes me dan miedo", ha espetado Muria, que ha agregado que comparte la "rotundidad" con la que sus compañeros de los Graf abroncaron ayer a los políticos, a los que acusaron de convertir la tragedia de Horta de Sant Joan en una batalla política y mediática con tintes electoralistas.

Ya era hora de que alguien se atreviera a llamar a las cosas por su nombre, que algún miembro de la sociedad civil les pusiera en su lugar porque sin actitudes responsables y ciudadanas como la sucedida en el parlamento catalán pasan estas cosas:

"Los jueces no asociados, la mitad de los 4.500 que trabajan en España, tienen escasas posibilidades de ocupar altos cargos en la administración de Justicia. En el último año y medio, el Consejo General del Poder Judicial no ha elegido a ningún juez sin adscripción a una asociación para el Supremo, la Audiencia Nacional o las presidencias de Tribunales Superiores de Justicia (aunque sí de sala) o Audiencias Provinciales.
La denuncia de José Manuel Gómez Benitez, vocal del Poder Judicial, sobre los amaños entre miembros del sector progresista y del sector conservador para elegir a amigos o afines a sus asociaciones en los principales cargos judiciales ha desatado una tormenta en el órgano de gobierno de los jueces. Gómez Benítez presentó el martes su dimisión por escrito como miembro de la Comisión de Calificación (la que hace una primera selección de jueces aspirantes a alto cargo) y denunció el mercadeo que existe entre una facción de su propio grupo y el conservador para repartirse los altos cargos de la judicatura."

Me llena de esperanza este gesto tan valiente y tan sincero de los bomberos catalanes, de Juan José Muría. Sus palabras son lo mejor que le ha sucedido a este país en mucho tiempo.

Entre otras cosas nos ayudarán a evitar que acaben existiendo en nuestro país charcuteros conservadores y charcuteros progresistas.

martes, febrero 23, 2010

"Stevenson, otro escritor sabio, pero de frágil salud y disipada vida, conminado por su médico a cambiar de hábitos si no quería morir joven, le dijo:
-Doctor, siempre se muere joven."
(El blog de Fernando Sánchez Dragó)
Frente a un Zapatero bohemio y soñador que no entiende por qué en la baraja solo hay cuatro ases cuando juega el presidente y que últimamente se ha visto obligado a ensayar la mejor de sus miradas magnum de preocupación, el Partido Popular nos propone la mediocridad de un Bartleby dispuesto a hacer muy pocas cosas... Sólo reaccionar, esperar, arriesgar lo mínimo temiendo siempre la alargada sombra fantasmal de una derrota y esperando que las circunstancias cumplan con su parte y le hagan el trabajo.
No se puede decir que no han nacido aquí.
Son pura antropología hispánica.
JOHNNY CASH

I've been everywhere...



TEST ATÓMICO EN NEVADA, 1955


LA DANZA DE LOS MAESTROS DE WU LI

Me gusta leer libros de física. Encuentro estimulante su lectura.

No tengo formación en Física y hay muchas cosas que no comprendo, pero, aún así, los sigo leyendo. Y lo hago como si fuera poesía. Sobrevolando con la mirada el texto en busca de significados que llamen mi atención, que la seduzcan con la interesante forma de la idea que se asoma en las palabras que la dibujan sobre el blanco papel.

Para mi la Física es una especie de ficción científica de la filosofía, de las ideas que intentan dar cuenta de los aspectos más esenciales del mundo que nos rodea y en este sentido nunca me defrauda. Siempre encuentro trazas, puntos de fuga que abren el pensamiento a enormes e insondables territorios donde las cosas tienen otro nombre.

Y tengo que confesar que la lectura del libro de Gary Zukav ha sido una de las lecturas más estimulantes y entretenidas que he tenido en mucho tiempo.

Escrito en la década de los setentas del siglo pasado, no puede decirse que esté a la última. No se mencionan las supercuerdas ni las membranas. Pero si presenta de la forma más clara que he visto, algo que de por sí es complejo, incluso más que complejo puesto que su esencia está más allá de nuestra forma de percibir las cosas.

"La danza de los maestros del Wu Li" nos cuenta la historia del esfuerzo del hombre por conocer lo microscópico, un esfuerzo que le enfrenta a los límites de su capacidad para percibir las cosas y le sitúa ante la intuición de una realidad que está más allá del espacio y del tiempo y de la que dimanan estos dos a prioris de nuestra percepción en los que nosotros existimos como una consecuencia cuya razón de ser se nos escapa.

Y lo más fascinante del libro es que quizá la propia ciencia concebida como instrumento de conocimiento se nos queda corta para comprender algo que seguramente no pueda ser comprendido porque para hacerlo tendríamos que convertirnos en una Alicia que atraviesa un imposible espejo para situarse, si eso es posible, en un inconcebible otro lado.

Y ese otro lado parece ser una extraña red de energía con la que el único contacto que tenemos son las partículas, concebidas en el libro como puntos de rozamiento entre esa realidad y la nuestra producidos por nuestro esfuerzo por conocerla, la única manera en que podemos percibir desde este lado del espejo la incomprensible complejidad de esa realidad que, al mismo tiempo, es la base sobre la que se sustenta la nuestra. Porque no podemos estar seguros de que esas partículas existan cuando no estamos allí para mirarlas. Solamente que se nos aparecen como fantasmas cuando hacemos todo lo necesario para verlas, aceleradores de partículas incluidos.

Fascinante.

Pero esto no es todo, Zukav cree que, paradójicamente, la física conduce al mismo terreno de intuiciones de donde nacen las filosofías orientales más antiguas y utiliza algunos capítulos del libro para mostrarnos los sorprendentes paralelismos entre las concepciones hinduistas y budistas del mundo con la visión que de la realidad tiene la física cuántica. Y las conclusiones son sorprendentes de una forma muy, muy estimulante. La principal de todas que la comprensión del todo jamás será posible con la ciencia, que estará eternamente intentando comprender ese todo parte a parte, sino a través de mecanismos tan poco fiables para el hombre de hoy como la intuición y la sensibilidad.

"Los físicos empezaron a darse cuenta de que sus descubrimientos exigirían una reformulación radical de la mayor parte de los aspectos fundamentales de la realidad. Aprendieron a enfocar sus temas de un modo totalmente nuevo e inesperado, que parecía alcanzar un elevado sentido común y acercarse más al misticismo que al materialismo"
(Paul Davies)

Por todo ésto y por más, "La danza de los maestros de wu li" es uno de esos escasos libros capaces por sí solos de abrir un mundo al lector, en este caso, el mundo del infinito que permanece inalcanzable al otro lado del espejo que los investigadores de la física cuántica apenas alcanzan a tocar.
El sólo contacto con la realidad política de nuestro país crispa, incluso es suficiente con contemplarlo desde fuera para ponerse enfermo.
Apenas hay referentes de estabilidad, de sentido común.
Impera la sofistica orientada a objetivos, unos objetivos que en absoluto son altruistas sino que están al servicio de llenar hasta arriba las más variadas cestas de la compra.
Nadie escucha.
Todo el mundo habla.
Se limita a decir con calculada irritación o ensayada tranquilidad lo que quiere decir y en contra de quién ha planeado decirlo.
De algún modo me recuerda a un patio de colegio donde cientos de niños juegan cientos de partidos en cientos de campos que se superponen los unos sobre los otros.
Nos vendría bien un poco de un imposible silencio monacal, un poco de cordura y entre los participantes un poco más de fuerza de voluntad para subordinar el propio interés personal a alguna idea constructiva y altruista que no sólo incluya a los propios.
La comunicación como concepto está matando el debate público.
Las personas se están convirtiendo en terminales que publicitan discursos monolíticos que se pronuncian intransigentes a través de sus labios de alquiler.
Es curioso.
Nadie discrepa de sí mismo.
Todo el mundo lo tiene muy claro.
Y la principal consecuencia es que el debate público no es de fiar.
Se ha convertido en un mercado persa donde los discursos compiten entre sí y, como bien decía el olvidado Marx, en el mercado prima el valor de cambio. No su valor de uso, de verdad, sino aquello que quienes tienen necesidad de comprarlo están dispuestos a dar por él y en este sentido aspectos como la oportunidad o la necesidad se convierten en igual de relevantes.

lunes, febrero 22, 2010

SHUTTER ISLAND

No me convence "Shutter Island".

Supongo que debe ser de esas películas que se comprenden mejor la segunda vez que se ven. Imagino que uno podrá entonces, y sabiendo lo que sabe, descubrir la distancia que separa la delirante ficción que vive el Marshall Daniels (Leonardo di Caprio) y la mentira que representan ante él todos y cada uno de los personajes que le salen al paso en la realidad de su investigación o en sus atormentados sueños.

"Shutter Island" nos cuenta la historia de dos agentes del FBI que acuden a un psiquiátrico construido en una isla cercana a las costas de Nueva Inglaterra para investigar la misteriosa desaparición de uno de los pacientes. La opresiva atmósfera del lugar y las ocultas intenciones de Daniels terminarán orientando el relato hacia un progresivo enloquecimiento que culminará en un no demasiado sorprendente giro final.

Para mi gusto, la retorcida estructura narrativa de "Shutter Island" era más apropiada para un director tan complejo y oblicuo como David Fincher. Y hasta cierto punto, la película nos cuenta la historia de un personaje de Scorsese metido en el desesperante laberinto de una película de David Fincher.

Es complicado mostrar en el cine un delirio total. Después de todo, el cine muestra al personaje dentro de un entorno que reacciona ante él, que parece real puesto que el cine necesita un efecto de realidad para funcionar. Y es difícil transmitir que lo que el espectador ve/espía cómodamente sentado en su butaca tiene una doble faceta. Por un lado, es imaginado por el protagonista y por otro es real. Y en este sentido la película tienta demasiado su difícil suerte desarrollando una investigación demasiado larga en la que lo imaginado y lo real se confunden en la mente del protagonista y también en la mirada del espectador.

Además ese nivel confuso de lo denotativo, lo que las imágenes muestran, se complica introduciendo un segundo nivel, directamente irreal y alucinatorio, que, de forma inevitable y directa, confiere a ese nivel primero un inmediato efecto de realidad. Algunas de las cosas que Daniels ve se muestran claramente al espectador como alucinaciones mientras que otras, mas cotidianas, no son mostradas como tales (aun siéndolo). La presencia de estos dos niveles narrativos es excesiva. Entre engaños y autoengaños la película no muestra nada real si bien, y por circunstancias esenciales del modo en que la historia está contada, uno de los niveles deviene en inevitablemente real por comparación con el otro.

Y en este sentido, "Shutter Island" es una especie de viaje en avión en el que el espectador debe dejarse llevar abandonando toda posibilidad de entender lo que está sucediendo, aunque intuya que algo que no es normal sucede en torno a Daniels. Lo único que le queda es renunciar a la interpretación y fascinarse o sobrecogerse con la atmósfera extraña que Scorsese recrea en torno a las andanzas de Daniels por toda la isla. Esperando que el avión tome tierra.

Y todo esto estaría bien si la toma de tierra no fuese demasiado brusca, un giro argumental demasiado rápido (y que resulta un tanto irreal para un espectador que desconfía ya de cualquier imagen) para una historia que, y para más inri, parece empezar ahí, justo cuando la película parece terminar. Demasiado rápido y también demasiado decepcionante porque hay una explicación para todo, una explicación lógica para algo que el espectador no ha podido entender perdido en un confuso salto entre niveles de realidad e irrealidad.

Una vez que el espectador conoce el por qué de todas las cosas, la fascinación desaparece reemplazada por otra, la que siente hacia un Daniels que hace lo que hace por una buena y estupenda razón cuyo desarrollo le deja con la miel en los labios. Un personaje que dice que prefiere vivir como un monstruo a morir como un hombre, y que lo dice donde lo dice, bien merecería veinte minutos más de película que perfectamente se podrían restar de un previo crescendo de visitas y situaciones que resulta demasiado reiterativo.

Para mi gusto, "Shutter Island" se recrea demasiado en la primera parte de una historia llena de interés. Sólo se queda en las puertas de la locura, la vemos asomados a la ventana en que se convierte la pantalla y, mientras uno no lo sabe, la película tiene un innegable atractivo que, poco a poco, va volviéndose en su contra conforme el espectador descubre que ofrece muchísimo menos de lo que podría dar de si. Cuando ve marchar a Daniels y decide no seguirle. Decide terminar quedándose en la maldita superficie de las cosas, justo cuando la verdad que motiva la conducta de Daniels apenas es vislumbrada.

"Shutter Island" parece más preocupada en inquietar al espectador recurriendo a impresionarle con modos y formas que recurriendo a un contenido. Después de todo, y al final, Daniels sigue en sus trece. No cambia. Ha pasado otras veces por esa situación y lo único que diferencia a ésta es su carácter extremo y como teme el Doctor Cawley, quizá no sirva para nada. Como así sucede. Las razones de esa persistencia que es la madre de todo lo que hemos estado viendo quedan fuera. Son otra historia.

Amaga y amaga... pero nunca termina de dar.