jueves, abril 01, 2010

DAVID BOWIE

Memory of a free festival...





INDIGÈNES

Cómo empezar...

Uno de los grandes inconvenientes de enterrar a Marx (como también se ha enterrado el pensar de personajes tan lúcidos como Nieztsche o Freud) bajo la duda de la mayor o menor adecuación de su pensamiento a los nuevos tiempos de este ahora totalitario y consumista mundo es olvidar el gesto esencial que supone su obra por encima de los detalles y rigores de su pensamiento.

Con mayor o menor acierto en el despliegue de la obra de cada uno de ellos, la principal moraleja que nos legaron estos pensadores es la necesidad de cuestionar la realidad en la que vivimos en sus aspectos más esenciales y estructurales.

La realidad siempre es una realidad para algo. Nunca existe porque sí.

Y hoy nadie cuestiona la realidad en la que vivimos. Desde un punto de vista del pensamiento, el fin de la historia es real. La crítica se ha convertido en un mero reformismo progresistas que, desde lo tecnocrático, busca pulir detalles, sin atacar causas esenciales.

No hay un cuestionamiento global del mundo en que vivimos... Y esta conclusión puede que aparentemente no tenga mucho que ver con una película que narra las injustamente olvidadas peripecias de los soldados magrebíes que lucharon en el ejército francés durante la II Guerra Mundial, pero sí lo tiene.

Al mostrar la injusticia del no reconocimiento del sacrificio que esos hombres hicieron por la que era entonces su madre patria, "Indigènes" está mostrando de forma clara la existencia de una realidad compleja cuyo intrincado entramado incluye estructuras de dominación que se manifiestan única y exclusivamente como modos de injusticia y explotación.

Sospechar de la realidad es la principal responsabilidad de la crítica política y social... sospechar de la palabra patria y de aquellos que la pronuncian antes de mandar a los soldados magrebíes a luchar por una bandera y un estilo de vida que no les respeta (pero que les necesita), pero también sospechar, ahora, de la palabra democracia y de aquellos que la pronuncian con demasiada frecuencia.

Si hay algo que Marx nos enseña es que en todas las épocas ha habido dominadores y dominados, que en todas las épocas los dominadores configuran las estructuras sociales y políticas sobre la base de su poder real para sacar ventaja del resto, que se convierte en simples piezas de la maquinaria.

Y las enmiendas no sólo atañen a concretas y determinadas partes.

La sociedad de consumo en que vivimos es la más perfecta estructura de dominación que vieron los siglos y lo es porque traslada la dominación al interior del propio individuo y lo es porque todos nos pasamos los unos a los otros el papel del víctima y el papel de verdugo y lo es porque, aunque casi siempre perdamos, siempre existe la posibilidad de ganar.

El campo de batalla se traslada de lo sociológico a lo psicológico. Al animal que todos llevamos dentro se le brinda la posibilidad se sentirse seguro, tranquilo y a salvo... y esa posibilidad siempre está ahí, aunque no se cumpla pendiente de la ficción de que el esfuerzo sincero y verdadero siempre será premiado... como el esfuerzo de los soldados magrebíes que, al final, terminan siendo utilizados por una estructura de dominación que utiliza las más hermosas palabras para halagar su deseo: la lejana e inaccesible Francia os necesita a vosotros pequeños agricultores del interior de Argelia. Y lo cierto es que, cuando las cosas se ponen complicadas, siempre hay clases. Al final, siempre hay un abajo y en ese abajo están los mismos de siempre, los humillados y los ofendidos cuyos zapatos siempre están manchados de barro... Pero esa es otra historia...

Volviendo a la película, "Indigènes" es un estupendo relato que cumple la función de salvar del olvido la contribución que aquellos humillados y ofendidos hicieron para el restablecimiento de un sistema que, en contrapartida, jamás ha querido reconocerles el esfuerzo de carne y sangre que sobre los campos de batalla de Africa y Europa hicieron.

Narrada desde la diferentes perspectiva de cuatro soldados de origen magrebí, "Indigènes" es el relato sobrio y ajustado de un drama que, de forma irónica, sucede en el mismo corazón de una epopeya, la de la lucha de las democracias contra el fascismo. Y, en este sentido, queriendo o sin quererlo, resulta pasmosamente reveladora.

Como si de una parábola bíblica se tratara, fascismo y comunismo absorbieron sucesivamente (y no sin razón) todos los pecados del siglo XX, permitiendo la erección de una imagen límpida y pura de las democracias occidentales capitalistas que ha hecho imposible toda crítica estructural sobre un determinado estilo de vida. Con la caída del muro de Berlín, Occidente desesperadamente ha corrido en busca de un antagonista y lo ha encontrado en las extensiones extremas del Islam. Necesitamos constantemente evocar a los comunistas y a los fascistas, especialmente a estos últimos, y probablemente lo hacemos porque contra ellos vivíamos mucho mejor, sin tener que asomarnos al espejo de nuestras propias contradicciones por estar constantemente ocupados en defender tanto en la teoría como en la práctica las bondades de nuestro estilo de vida frente a aquellos que acechan entre las sombras.

Y, en este sentido, resulta reveladora por paradójica la historia de estos soldados magrebíes a los que la Francia responsable de uno de los grandes hitos generadores del modo de vida occidental ignora en la larga cena de las recompensas y los elogios.

Extraordinaria.
La ciudad está llena de oficinistas
que interminablemente se palpan los bolsillos
en busca de la moneda que siempre les falta
para pagar el envenenado precio asequible
que según la fría mecánica
de los coeficientes y las tablas
se supone deben pagar.

miércoles, marzo 31, 2010

THE FOUR TOPS

MacArthur Park...




PUNTO DE FUGA

INOLVIDABLE

Orfeo negro...


SILVER BRICK ROAD...


Me gusta leer a Montaigne.
Después de terminado uno de esos estériles debates televisivos en los que los participantes se limitan a calificar el propio planteamiento y descalificar el de los otros, recuerdo el largo capítulo que en sus Ensayos dedica a la educación. En un momento del mismo, el francés apela a la calidad de las personas para el buen funcionamiento de una sociedad y de un sistema político.
Sin personas de calidad ningún sistema es posible y esa calidad pasa principalmente por una buena educación, entre otras cosas proporcionando a quienes la tienen el buen sentido de no anteponer el interés propio a cualquier precio. Saber dónde está el límite de aquello que uno defiende, conocer el límite razonable del propio interés y entender aquello del otro que debe ser asumido buscando encontrar puntos de acuerdo, lugares incuestionables a cuya solidez regresar de las magmáticas arenas movedizas de la lucha retórica en el ágora público.
Ya sucedió algo parecido en la antigua Grecia, cuando imperaba la escuela de los sofistas que en su decadencia terminó en una especie de esgrima retórica destinada a encontrar el argumento victorioso para defender la propia postura a cualquier precio.
Y al final, el esfuerzo de ponerlo todo en cuestión buscando el triunfo en el debate por la consecución del triunfo mismo afectó a la credibilidad de los discursos de unos y de otros.
Porque no había un lugar al que regresar y reconocer como incuestionable y cierto, un lugar que legitimara con su existencia la calidad de los concurrentes en el debate.
Los extremos se unían y daba lo mismo que algo fuera cierto o incierto. Sólo se trataba de vencer, pero tras ese triunfo no había nada más que una legitimación procedente de la mayor o menor habilidad para derrotar al adversario, una legitimación metodológica que nada tenía que ver con el valor de verdad del argumento de cara para su aplicación al mundo.
Irresponsablemente se había vencido y con lo único con que se contaba, una vez terminado el fragor de la lucha, era un argumento que solo servía para vencer y que, al salir del agora, quedaba calcinado como un vampiro bajo la arrasadora luz práctica de las cosas.
Algo parecido sucede ahora.
No hay nada incuestionable en el perfecto opuesto a la habermasiana acción comunicativa en que se ha convertido la vida pública.
En la arena pública y en su metonimia de los medios de comunicación los que concurren lo hacen única y exclusivamente para sacar adelante su planteamiento.
Y en lo que respecta a su valor de verdad, las opiniones se anulan unas a otras porque la puesta en escena contribuye a proyectar la sombra de la sospecha de que en el fondo no hay ninguna verdad.
Sólo técnicas, mecánicas, artes empleadas en mayor o menor medida para acreditar y desacreditar.
Se confunden los términos y la discrepancia se convierte en fin, cuando debiera siempre ser un medio para llegar a alguna clase de acuerdo.
Incluso durante la II Guerra Mundial las potencias del eje y los aliados mantuvieron canales más o menos regulares de comunicación a través de países neutrales como Suiza, Portugal o Suecia. Me viene a la memoria la participación de Nordling, el consul del país nórdico, en los sucesos que precedieron a la liberación de París.
No se trata de negociar, sino de contar con la certeza de la existencia de lugares que permitan hablar, que permitan transmitir al otro incluso la existencia de planteamientos firmes e inflexibles.
Forma parte del conflicto civilizado que el enemigo no tenga la sensación de sentirse acosado, de evitar generar en él la desesperación de sentirse entre la espada y la pared, sentimiento que puede llevar a planteamientos mucho más extremos que incrementen el precio del éxito mucho más de lo imaginado.
Con la independencia de la bondad o maldad ética de la causa, predicar la aniquilación total del otro es un error propio de bárbaros... No es una postura ni civilizada ni inteligente porque la desesperación suscitada en el otro puede conducir a planteamientos de terminales situaciones extremas que pueden implicar un triunfo que suponga un inesperado coste mayor... aunque, como el vencedor siempre escribe la historia, terminarán engrosando la ya interminable columna del debe del derrotado.
Y todo porque mucho más importante que las victimas sucedidas, y siendo muy importante su pérdida, todavía lo es mucho más el asunto de las victimas que aún no han sucedido y pueden evitarse. Cualquier otro planteamiento implica que las propias directrices están gobernadas por la oscuridad y la destrucción.
Teniendo siempre los límites claros, sin traicionar a la propia causa, los canales de comunicación, si son posibles, siempre son necesarios. Incluso para que sólo estén ahí y jamás sean utilizados.
Confundir negociación con comunicación es un planteamiento muy poco civilizado.
No me gusta que se practique esta confusión con el problema vasco.
No hay luz ni oscuridad sin los pequeños instantes de grisura que preceden a los atardeceres y amaneceres.

lunes, marzo 29, 2010

THE PACIFIC

Pedazo de intro!


TREME

Después de The wire...



domingo, marzo 28, 2010

"El cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede y número dos del Vaticano, ha dicho esta semana que un "anticristianismo radical y demencial se está difundiendo por Europa de una forma rastrera". El grito desesperado ante las informaciones de los escándalos de pederastia que la Iglesia ha ocultado en el pasado (Alemania, Austria, Estados Unidos) revela la angustia de la Curia ante la crisis de credibilidad generada por la plaga de la pederastia."
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Con respecto al tema de la pederastia, creo que la iglesia católica se equivoca defendiéndose como una institución cualquiera, de este mundo.
Opinando sobre la realidad de los hechos, hablando de complots, relativizando sus incidentes de pederastia dentro de la totalidad, recurriendo a la retórica y a la aprobación de los propios para salvaguardar su posición sólo empeorará las cosas. Como Zapatero defendiéndose de Rajoy o Rajoy defendiéndose de Zapatero... Y en ésto como en otras tantas situacioness muestra cuál es el verdadero lugar y condición de su reino.
Una institución que en teoría obtiene su autoridad de un determinado posicionamiento moral no debe rebajar su nivel de comunicación descendiendo a la arena donde se reparten los navajazos a discreción. Y en este sentido su posicionamiento público supone un reto para su personal de comunicación y mas si se tiene en cuenta que hay hechos que a estas alturas resultan incontrovertibles:

1. - Han habido abusos que son delito en el código penal
2.- Esos abusos se han resuelto de forma interna sin tener en cuenta nada más que el punto de vista canónico y no el de la sociedad civil del que sacerdotes abusadores y niños abusados forman parte.
3.- Esos abusos se han resuelto teniendo en mayor consideración al sacerdote abusador que al niño abusado.

No voy a entrar en más detalles. Ya es suficiente con ésto.

Y por supuesto que la iglesia tiene enemigos, pero lo que no debe hacer es proporcionar verdades a sus enemigos para que estos las utilicen en su contra. Los enemigos hacen lo que hacen los enemigos... atacar, intentar destruir... pero lo que uno jamás debe hacer es proporcionarles material para que estos hagan su parte a favor de viento.

Y si una institución define su participación en la vida pública desde la defensa moral de un estilo de vida, si aspira a decirle a los demás cómo debe ser vivida la vida, está más obligada que ninguna otra a que su imagen pública sea impecable. Nadie les ha obligado a ser portadores de esa verdad y tampoco nada nos obliga a creerles como los verdaderos portadores de esa verdad si el ejemplo público que se da no está a la altura del río de palabras pronunciadas.

Mucho menos si es evidente que se aplican a si mismos una diferente vara de medir... Y está claro, por las propias acciones de la iglesia, que las vidas de las mujeres que se ven obligadas a abortar o las vidas de los africanos que no se ponen un condón merecen menos cuidado que las de sus propios funcionarios sacerdotales, cuidados y protegidos en su delito.

Y ante esta evidencia, como siempre, la iglesia sólo opone palabras y más palabras.

"El Pontífice, que ha presidido en la plaza de San Pedro el rito que abre la Semana Santa, ha manifestado que el hombre puede elegir seguir a Jesús hundirse en la ciénaga de la mentira y de la indecencia. "Jesús nos conduce hacia lo que es grande, puro. Nos lleva hacia el aire salubre de las alturas, hacia la valentía que no nos deja amedrentarnos de las murmuraciones de las opiniones dominantes, hacia la paciencia que soporta y sostiene al otro", ha afirmado, con voz fuerte, ante varias decenas de miles de fieles que han asistido al acto en El Vaticano."
THE GHOST WRITER

La muerte en extrañas circunstancias del escritor encargado de escribir las memorias de Lang, un ex primer ministro británico, deja una vacante que un nuevo escritor debe ocupar. Este retomara el trabajo de su predecesor hasta el mismo peligroso lugar lleno de comprometedores secretos donde quedó.

Las atmósferas opresivas y amenazantes son un elemento recurrente dentro del cine de Polanski. En casi todas sus películas, sus protagonistas son portadores de una mirada inocente que es introducida en lugares y situaciones que parecen esconder mil y una amenazas...

La mansión de "cu-de- sac", el castillo de "El Baile de los vampiros" o el edificio de "El inquilino"... Los lugares son como enormes telas de araña que atrapan al inocente protagonista en una perversa dinámica de consunción de la inocencia, dinámica
que siempre es consecuencia de un trágico e inevitable proceso de descubrimiento de la verdad alimentado por la propia forma de ser de los personajes. La curiosidad, la sospecha, la duda siempre terminan conduciéndoles a finales dramáticos.

Para Polanski siempre hay algo amenazante en la aparente inocencia de una realidad cuya apariencia es una estructura tramposa que esconde, no puede evitar esconder completamente, el peligroso secreto de una infraestructura kafkiana que, como las plantas carnívoras, esconde su verdadera condición devoradora bajo una apariencia anodina y sospechosa de cotidianidad.

En este sentido no es extraño que la parte esencial de la historia se desarrolle en la moderna mansión que en un invernal Cape Cod tiene el político Lang. Allí es donde, con su polanskiana inocencia de cordero que será degollado, el escritor toma contacto con esa tela de araña que poco a poco irá atrapándole en un juego de verdades y mentiras con la alta política internacional como fondo.

Para Polanski, la verdad no libera, sólo destruye.

De algún modo, su obra presenta la alienada debilidad del individuo frente a una estructura mayor, omnipotente y omnisciente que le utiliza y sobrepasa. Y seguramente su formación humana y profesional en la Polonia comunista de la década de los 50 del siglo pasado ha debido contribuir en gran medida a la formación de esa percepción intrínsecamente perversa de la relación que los individuos tienen con la realidad que les rodea, una realidad que esconde su verdadera trama y que, como la hidra, destruye a todos aquellos que osan enfrentarla frente a frente.

Y en este sentido, resulta extraño que Polanski nunca hubiera filmado un genero que parece hecho tan a su medida como el "thriller" político hasta este "Ghost writer" que, finalmente y una vez superados los problemas del director con la justicia que complicaron el desarrollo del proyecto, se estrena en los cines de nuestro país.

Seguramente porque las reglas no escritas del género obligan al espectador a la sospecha y Polanski se siente más cómodo en entornos dramáticos menos definidos, más susceptibles a una orfandad en la mirada del espectador que potencia los efectos desasosegadores de la propuesta del director polaco.

En cualquier caso, el mundo de Polanski está muy por encima del argumento que le proporciona la novela de Thomas Harris en que se basa la película. Falta grosor, carne, entidad que engorde esa salsa compleja que es el principal ingrediente de los platos que Polanski gusta servir a su público sobre la pantalla blanca.

Y la película se resiente por ahí, en la insustancialidad de una anécdota que en muchos momentos se ve incapaz de soportar el tremendo peso de la opresiva atmósfera que el director polaco pretende crear en torno a Lang y su secreto.

Aceptable.


THE HIDDEN BLADE

Tras "The twilight samurai", esta segunda entrega de la trilogía sobre samurais del director Yoji Yamada se mueve en dos niveles narrativos. Por un lado la historia de amor entre el samurai Katagari y la sirviente Kie, un amor que la rígida sociedad feudal hace imposible y por otro la presentación de la decadencia de esa misma sociedad.

"The hidden blace" sucede en el final de los más de doscientos años de shogunato Tokugawa... la capital del Japón todavía es Edo, pero, y por muchas cosas que suceden a lo largo de la historia, las sombras de la inevitable y revolucionaria época Meiji que está por llegar se proyectan por todas partes.

Principalmente, por la forma en que el modo de vida feudal entra y sale de las vidas de los personajes abocándoles siempre a situaciones y decisiones que resultan injustas porque van en contra de su voluntad.

La modernidad parece surgir por todas partes, con la naturalidad con que surge el imposible amor entre los dos protagonistas y, contra esa naturalidad, el viejo sistema se defiende... la obligatoriedad de separarse de Kie que, desde arriba, será impuesta. Katagiri será obediente y disciplinado, aceptará la realidad que la educación y el decoro les exigen, pero, y al mismo tiempo, comprobará que sus superiores no tienen ese mismo sentido del orden y usarán con corrupción las ventajas que les proporciona la rígida sociedad estamental para obtener beneficios que van más allá de los aceptable.

Hay una constante sensación de decadencia y corrupción alrededor de Katagiri en todo lo que no tiene que ver con su relación con Kie... Los viejos samurais lamentan el uso de las armas de fuego, sus superiores utilizan el poder en beneficio propio obligándole a respetar unas normas que ellos mismos no respetan.

Hasta cierto punto "The twilight samurai" y "The hidden blade" se parecen. En ambas hay un protagonista que con estoicismo padece el conflicto entre su deseo y la rigidez de la sociedad estamental en la que vive, un conflicto que tiene que ver con el amor romántico que siente por una mujer, un amor que contraviene los usos, las costumbres y las normas de etiqueta y que le conduce a un exilio interior del que sólo saldrá en el momento conveniente para hacer justicia a aquellos corruptos que desde su posición de poder se aprovechan de los débiles de acuerdo con un moderno sentido de lo que es justo o no lo es.

La resolución de esa situación se convierte en catarsis que permite al protagonista liberarse y reconducir su vida por los caminos de la heterodoxia social.

Situado en el umbral entre dos mundos, el samurai se convertirá en héroe por sacrificar su posición en ese mundo para seguir los dictados de su entendimiento y de su corazón, unos dictados que inevitablemente le conducen al enfrentamiento con una sociedad que por los rigores mismos de su decadencia ha devenido en injusta.

En ambas historias, los dos protagonistas son testigos de una línea argumental sobre cuyo protagonista, la mujer de un amigo, cae a plomo toda esa injusticia obligándoles a ellos, silenciosos e impotentes espectadores durante la práctica totalidad de su desarrollo, a tomar una postura drástica y definitiva; un gesto que busca equilibrar esa balanza que parece que para siempre va a estar desequilibrada. En el caso de Katagiri, utilizar el arte de combate del filo oculto, del que toma titulo la película contra un alto cargo administrativo de su clan.

Interesante y emocionante.


sábado, marzo 27, 2010

"Sorprende, por una parte, la facilidad con la que, en el caso de la interrupción voluntaria del embarazo, la jerarquía eclesiástica establece la relación directa entre pecado y delito exigiendo las consiguientes sanciones penales para las mujeres y sus colaboradores, y, por otra, la dificultad a la hora de hacer lo mismo con los abusos sexuales cometidos por personas consagradas a Dios..."
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viernes, marzo 26, 2010

PEDOFILIA Y SANTIDAD

El tema de la pederastia es sólo un ejemplo más...
El progresivo proceso de laicización ha venido modificando la posición de la iglesia dentro del juego social. Poco a poco la iglesia ha dejado de ser incuestionable árbitro del orden establecido para adoptar el degradado papel de participante cuyo punto de vista es uno más a la hora de organizar el funcionamiento de nuestras sociedades.
Una de las consecuencias colaterales de esa degradación es que la iglesia ya no es mirada desde abajo sino de igual a igual por los otros participantes en el constante y diario bullir social. Los planteamientos de la iglesia ya no sobrepasan la frontera que separa a aquellos que por motivos éticos y morales deciden someterse a su mandato de los que tienen otro modo distinto de ver las cosas. Y en este sentido la iglesia (y los suyos) deben acostumbrarse al imposible (por lo visto) de ser interpelados y cuestionados en planteamientos que, por definición, sus integrantes no cuestionan.
Hay otros puntos de vista sobre las materias en torno a las que la iglesia tiene un criterio y, en este sentido, el ejercicio de tolerancia hacia aquellos que no ven las cosas de la misma manera es una actividad que se me antoja más que recomendable.
En temas como el aborto y el uso del preservativo, la iglesia católica debería empezar a entender que existe un espacio de convivencia más allá de del espacio generado por sus creencias, más allá de su comunidad; un espacio donde su parecer sólo es un parecer más y en el que no sólo necesita vencer sino también convencer a aquellos que no ven las cosas del mismo modo.
Lo mismo sucede con el asunto de la pederastia.
Una vez que se ha perdido esa incuestionable posición de factotum del poder social y se ha descendido a la arena, junto a los demás mortales, las vergüenzas resultan siempre más evidentes y más complicadas de ocultar... y el asunto de la pederastia es una completa vergüenza.
A la sociedad en general no le interesa tanto la intensidad con la que los católicos son fieles a sus creencias sino en el modo en que ese grupo se relaciona y encaja con el resto... desde una perspectiva católica será problema de los otros enfrentarse a la posibilidad de la condenación eterna. Y, por lo que veo, en la actitud de la iglesia hay un punto de rey destronado que no está acostumbrado a ser interpelado y cuestionado cuando alguna de sus vergüenzas es puesta al descubierto.
No es que exista un complot global contra la iglesia católica, es que buena parte de la sociedad global pide cuentas a una institución acostumbrada a hacer lo propio desde la alta columna de su moralidad no conformándose tanto con las explicaciones dadas hasta el momento como con la gestión interna del asunto.
La dureza con la que se juzga a las mujeres que abortan contrasta como mínimo con la levedad con la que se despacha a los sacerdotes culpables incluyendo la conveniente separación entre pecado y persona, una separación que sería de gran ayuda para afrontar temas como el uso del preservativo o el ya mencionado del aborto... pero parece que ni las excomulgadas mujeres ni los excomulgados africanos pueden gozar de ese privilegio.
Los tiempos han cambiado... y antes de preocuparse por que la totalidad de una sociedad respete la mayor cantidad posible de sus propios valores, la iglesia debería preocuparse de que los suyos tuvieran la libertad suficiente como para poder vivir plenamente su sentido de la moral.
Los tiempos han cambiado... y ahora más que nunca la iglesia católica está obligada, antes los miles de ojos que la contemplan, a predicar la santidad, que los suyos no le discuten, con el ejemplo.
Su mensaje es uno más de los que concurren y pedir que los demás cedan ante la arrolladora evidencia de su simple presencia es no entender de qué va el mundo o reconocer de forma tácita una incapacidad de ser verdadero y real ejemplo.

jueves, marzo 25, 2010

GREEN ZONE: DISTRITO PROTEGIDO

Hollywood ha encontrado un filón en la conexión entre el director Paul Greengrass y el actor Matt Damon para continuar produciendo entretenimiento y dinero desde las claves del cine acción... El estilo adrenalítico con cámara al hombro del que Greengrass es un claro maestro encuentra su contrapunto estético en la impenetrable expresión estólida de Matt Damon, el héroe al que esa cámara nerviosa busca enfocar en el marasmo de la más intensa acción.

Con "Green Zone" el binomio de oro intenta prolongar el éxito obtenido con las tres películas de la saga Bourne y, como inventar siempre es arriesgado cuando se tiene la constatación de lo que el público ha querido, "Green Zone" repite el esquema básico sobre el que se articulaban las tres películas protagonizadas por Jason Bourne... El héroe, interpretado por Damon, se ve inmerso en una situación en la que un personaje gubernamental poderoso utiliza los inagotables mecanismos del poder para perseguirle buscando evitar ser dañado por lo que Bourne puede hacer o saber con respecto de él y su trabajo

En este caso, Bourne se llama Miller, un alferez del ejército norteamericano que, una vez terminada la segunda guerra Irak, está encargado de encontrar las famosas armas de destrucción masiva... pero las armas no aparecen. La casualidad durante el desempeño de su infructuoso trabajo le pondrá en relación con una trama oculta de intereses que es propietaria de la clave que resuelve el misterio de esas esquivas armas de destrucción masiva. Y como no puede ser de otra forma, el villano hará lo imposible por evitar que Miller consiga que la verdad se sepa... incluso poniendo al propio ejército estadounidense en su contra.

"Green Zone" es una entretenida película cuya acción impactante sucede sobre una bien traída trama, la de las armas de destrucción masiva. Su propuesta funciona sumergiendo al espectador en una muy creíble Bagdad digital donde Miller intenta desentrañar el ovillo del misterio que dará sentido o se lo quitará a su trabajo como militar dentro de la guerra de Irak.

Las virtudes de la película enmascaran algún que otro defecto como la poco creíble actitud del personaje de Miller que más parece un contestario periodista de investigación que un militar obsesivamente entrenado en la más ciega de las obediencias o el muy conveniente y apresurado final que permite integrar "a capón" la juguetona propuesta-ficción de la trama con la realidad histórica de la nación iraquí.

Entretenida.
EDDIE IZZARD

Star wars...


miércoles, marzo 24, 2010

Se pregunta dónde estará el final del invisible hilo que incansablemente enhebra la tristeza insondable de su mirada.
Con aplicación se esfuerza en perseguir la huella que, invisible, prende el estancado aire con vibrante llama de encarnada ala.
Inadvertido persigue el final de la alargada sombra proyectada y sus esfuerzos sólo conducen a inexplicables puntos de fuga que definen un impenetrable secreto con sus fantasmales perspectivas de naturaleza ignorada.
Y la irrefutable aritmética de los hechos habla:
sabe diferente la común copa de vino,
el mismo azul despierta distintos vuelos
cada boca escoge sus propias palabras...
No hay respuestas.
Sólo la irremediable distancia de la propia sangre resonando fuerte y clara.
"Prevalecía la tradición inveterada de que, al fundarse el Capitolio por uno de los reyes romanos, el dios Término (que presidía a los linderos, y se representaba al estilo de aquel tiempo con una gran piedra) fue, de todas las deidades inferiores, la única que se negó a ceder su sitio al mismo Júpiter. Infirióse favorablemente de su pertinacia, interpretada por los agoreros que era un presagio positivo de que jamás vendrían a cejar los confines del poderío romano."
(Edward Gibbon, Historia de la decadencia y ruina del imperio romano)