lunes, noviembre 08, 2010

JOSHUA KADISON

Wild angel...

















RESISTENCIA FINAL

No necesitaba que se lo recordarán.

La percepción de las cosas se componía a partes iguales de lo que se ve y del modo en que se ve éso que se está viendo.

Constantemente la voluntad humana realizaba un interminable trabajo de alquimia con aquellos dos elementos buscando la evasión, la disolución de la responsabilidad o todo lo contrario la asunción de hechos y responsabilidades... Las cosas eran como eran o las cosas podían cambiarse. En uno de aquellos dos finales culminaba siempre el trabajo más o menos consciente, más o menos inconsciente, y siempre mágico, de construcción de una perspectiva sobre las cosas.

No se trataba de ciencia, tampoco de lógica.

Era el puro entusiasmo, la pura voluntad humana basada en el deseo y el vacío negro de sus incertidumbres buscando la manera de expresarse.

Las cosas eran como eran o las cosas podían cambiarse... Y en el centro de esas dos fuerzas de opuesta intensidad, el hombre convertido en pura y continua contradicción, encontrándose y desencontrándose al amparo de una intención u otra, rebañando sentido, optando en una eterna danza que sólo tendría final en el último instante, un último momento que convertiría en definitiva y sublime la última decisión.

Siempre había sido así y ahora que el improvisado y final perímetro defensivo había sido rebasado, que la ordenada lucha se había convertido en un sangriento y ciego cuerpo a cuerpo, nada había cambiado.

Segúia siendo de los que se quedaban, de los que pensaban que las cosas podían cambiarse.

Pensar que la derrota era segura, que las cosas no podían suceder de otra manera y que era mejor intentar escapar continuaba antojándosele una manera extraña y estúpida de engañarse.

Por eso se había desecho de la vaina de su sable, porque las cosas eran como eran y estaba seguro de que jamás volvería a envainarlo.

"El espíritu de olvido de sí mismo, la adhesión sincera a la idea de un vasto humanitarismo, sentimientos que inspiraban el pensamiento y aspiraciones de aquel período revolucionario, habían dejado impreso su sello en Giorgio en el austero desprecio de todo medro personal. Este hombre, mirado de sobreojo por el pueblo bajo de Sulaco, por sospechar que guardaba un tesoro enterrado en la cocina, no había dado en toda su vida la menor importancia al dinero. Los que le criaron y educaron en sus primeros años habían vivido pobres y muerto pobres; y él contrajo el hábito de no cuidarse del día de mañana, efecto en parte de una vida de aventuras, excitación y guerrear desenfrenado. Pero su descuido en esta parte era principalmente cuestión de principios. No se parecía al afectado abandono del condottiere; antes al contrario consistía en un puritanismo de comportamiento, hijo de un inmenso entusiasmo, semejante al puritanismo religioso."
(Nostromo, Joseph Conrad)

domingo, noviembre 07, 2010














RIO ROJO

Viendo "Río Rojo" el espectador no disfruta de uno de los mejores westerns de la historia del cine sino de una de las mejores obras que el cine como arte ha podido producir a lo largo de sus más de cien años de historia.

Dirigida por Howard Hawks en 1948, "Río Rojo" es por encima de todo una obra épica en la que el esfuerzo del individuo por ser, por encontrar un lugar, se ve confrontada por las limitaciones de todo tipo que la realidad ofrece.

El transporte de diez mil cabezas de ganado por tierras salvajes desde una perdida zona de Texas hasta el primer atisbo de civilización representada por una estación de ferrocarril se convierte en expresión metonímica del esfuerzo de un hombre, Tom Dunston por conseguir realizar su deseo. Y en este sentido "Río Rojo" tiene un carácter de viaje, de eterna epopeya homérica, en donde el hombre y su capacidad para soñar, e intentar convertir ese sueño en hechos, se ve constantemente comprometida por los caprichosos azares del destino.

Magnificamente interpretado por ese gran actor que es John Wayne, Tom Dunston lucha por hacer real una visión, una visión que le alejara de todo y de todos y en ese alejamiento es donde "Rio Rojo" ofrece el más selecto de sus aromas mostrándonos los frágiles límites de esa individualidad abandonada a una insoportable levedad que siempre se pone de manifiesto en las dificultades e incertidumbres que la realidad va oponiendo.

En su afán por cumplir esa visión, Dunston perderá a la mujer que ama (en el magnífico comienzo de la película que como un perfume eterno impregna de forma hermosa e impecable todo el desarrollo de la historia) y comprometerá su relación con las únicas dos personas que le han seguido a lo largo de los años en su locura: el joven Garth (Montgomery Clift) y el viejo Groot (Walter Brennan).

Nadie podrá seguirle y en su obsesivo afán por continuar Dunston se convertirá en una suerte de letal monstruo para todos aquellos que le rodean, un monstruo que deberá ser contenido porque su afán es visto por los otros como peligroso delirio.

Este será el último y final obstáculo que Dunston, en su aislada soledad de individuo proyectado hacia su deseo, deberá superar sólo para descubrir al otro lado, el altruismo y el sacrificio de otros que, por afinidad electiva, han decidido soñar su sueño con él.

La película tiene el inequívoco sello enérgico y nada retórico que Hawks imprimía a todas sus películas encarnado en esa cámara que coloca en la carreta que Walter Brennan conduce mientras atraviesa el rio Rojo. Cuenta con una de esas magníficas fotografías en blanco y negro, que ya son casi imposibles de hacer, a cargo de Russell Harlan y presenta un magnífico elenco de actores encabezado por un tremendo John Wayne en una de las mejores interpretaciones de su carrera (que, y aunque a algunos les parezca mentira, ya es suficiente elogio).

Obra maestra.





















"Esta manera de ver las cosas es difícil; en el sentido de que sagrado designa a la vez ambos contrarios. Fundamentalmente es sagrado lo que es objeto de una prohibición. La prohibición, al señalar negativamente la cosa sagrada, no solamente tiene poder para producirnos -en el plano de la religión- un sentimiento de pavor y de temblor. En el límite, ese sentimiento se transforma en devoción; se convierte en adoración. Los dioses, que encarnan lo sagrado, hacen temblar a quienes los veneran; pero no por ello dejan de venerarlos. Los hombres están sometidos a la vez a dos impulsos: uno de terror, que produce un movimiento de rechazo, y otro de atracción, que gobierna un respeto hecho de fascinación. La prohibición y la transgresión responden a esos dos movimientos contradictorios: la prohibición rechaza la transgresión, y la fascinación la introduce. Lo prohibido, el tabú, sólo se oponen a lo divino en un sentido; pero lo divino es el aspecto fascinante de lo prohibido: es la prohibición transfigurada. La mitología compone -y a veces entremezcla- sus temas a partir de estos datos."
(La transgresión, Georges Bataille)


sábado, noviembre 06, 2010
















"Una persona es un proceso psíquico que no se domina, o sólo parcialmente. Por eso no puede dar un juicio final de sí misma ni de su vida. Para ello tendría que saber todo lo que la concierne, pero a lo más que llega es a figurarse que lo sabe. En el fondo, uno nunca sabe cómo ha ocurrido nada. La historia de una persona tiene un comienzo, en cualquier punto del que uno se acuerda, pero ya entonces era muy complicado. Uno no sabe adónde va a parar la vida. Por esto el relato no tiene comienzo, y la meta sólo se puede indicar aproximadamente. La vida del hombre es un intento arriesgado. Sólo cuantitativamente."
(Recuerdos, sueños, pensamientos. Carl Gustav Jung)

viernes, noviembre 05, 2010













RUBICÓN

Si algo bueno tiene esta serie norteamericana es su planteamiento que no es otro que actualizar el mundo del genial escritor John le Carré, un mundo de honorables colegiales traicioneros y pacientes espías que en el momento oportuno terminaban surgiendo del frío, un mundo de hombres grises en cuyas anodinas vidas de funcionarios de instituciones grises y misteriosas estaba incluida esa interminable partida de ajedrez que son los servicios de inteligencia.

Con el final de la guerra fría, aquel mundo que tan bien describió el genial escritor británico (y que tan bien utilizó para describir la nihilista angustia existencial del unidimensional hombre organización) pareció quedar descontextualizado, rebasado por los tiempos.

Smiley pareció quedarse sin trabajo y el propio Le Carré pareció acusar el golpe con un progresivo desvanecimiento de su obra (que quizá comience con "La chica del tambor") en un limbo narrativo del que aún no ha terminado de salir del todo... pero esa es otra historia.

Lo importante es que "Rubicón" recupera ese mundo lleno de dobleces y que en muchos casos se asemeja a uno de esos cuadros de M.C. Escher en que las cosas jamás dejan de parecer ser.

Dos muertes, unos crucigramas publicados en diferentes periódicos de todo el mundo y el ascenso profesional de alguien empeñado en desaparecer componen el deslabazado punto de partida, el puzzle que poco a poco, sin prisas ni trepidaciones, irá componiéndose ante los interesados ojos del espectador.

Los bloques han desaparecido, pero los intereses permanecen, mientras el ser humano exista los intereses permanecerán, diferentes intereses protagonizados por distintos centros de poder, eternamente desafiando la astucia de los héroes, los únicos humanos capacitados para detenerlos.

Muy recomendable.

LOS PECES

Ocho brazos para abrazarte...




Me apetecen chuches...
THE TOWN

Viendo "The town" tengo la sensación de haberla visto antes. A lo largo de su historia se transparentan las presencias de unas cuantas películas que siempre recuerdo con agrado. Y precisamente por eso, no me importa tener la sensación de vaga familiaridad que siento mientras la veo.

Me gusta lo que recuerdo. Me gusta lo que veo.

En este caso, la magdalena de Proust ha salido buena.

"The town" es un thriller urbano construido sobre los sólidos pilares del auténtico cine negro. Su historia se edifica sobre la inevitable tragedia del individuo que intenta pelear una batalla perdida contra las constricciones y determinaciones que precisamente le hacen ser quién es, que le confieren una identidad cuyo abrazo en un momento determinado le resulta asfixiante y del que intenta desembarazarse buscando reinventarse, ser otro.

La tragedia siempre empieza ahí, en las inevitables consecuencias que siempre traen consigo los actos.

El cine negro está lleno de individuos firmemente resueltos a luchar contra sus determinaciones, las que les impone un destino que parece estar ya escrito para ellos o las que les dicta su propio entorno, que les hace ser quienes son.

El auténtico cine negro es un cine romántico en el que el individuo libra la trágica batalla perdida por la realización de un inalcanzable deseo.

"The town" hunde sus raíces narrativas con firmeza en este rico terreno.

Nos habla de una cultura, la de los ladrones de bancos de orígen irlandés y de un mundo, el de la ciudad de Charlestown donde las generaciones de atracadores se suceden. Por una serie de circunstancias relacionadas con un atraco, su protagonista Doug Mcray (un demasiado frío Ben Affleck) se enfrentará a una de esas situaciones trágicas que le pondrán entre la espada de sus actos y la pared de las consecuencias que acarrearán a el mismo y a quienes lo rodean.

La historia tiene brío, resulta interesante, pero su evidente carácter clónico le priva de una poderosa esencia que la haga trascender más allá de la emoción inducida en el mismo instante de su ocurrencia.

Se ve con agrado, incluso con emoción, pero en seguida se olvida... Lo curioso es que, quién les escribe, aún no he olvidado la desesperada cabalgada al volante del mortalmente herido Dix Henley (Sterling Heyden) en busca del imposible sueño de su casa en "La jungla de asfalto".

A su lado Doug Macray y su trágica historia de atracos palidecen.

¿Por qué será?

Seguramente hay algo en las historias, que probablemente tiene que ver con la autenticidad del propósito que las inspira, que hace que prendan y permanezcan.

La primera magdalena es la que cuenta.


jueves, noviembre 04, 2010

Necesita un gesto.
Son demasiadas ya las palabras
haciéndose añicos contra el suelo
como gotas de agua.

Necesita un gesto.
Poner sobre la mesa
la palpitante masa de su corazón
o devorarse los ojos arrancados
de sus cuencas deshabitadas.
KEVIN JOHANSEN

Sos tan fashion...


miércoles, noviembre 03, 2010

"The poor stay poor, the rich get rich, that's how it goes. And everybody knows."
(Leonard Cohen)

martes, noviembre 02, 2010

Despliega el día sus seductoras artes
mientras los primeros rayos de sol
se descuelgan con maneras de hoja muerta
desde las inaccesibles copas de los arboles.
No hay tiempo que perder.
Late el corazón
y los pulmones respiran aire.
Se aventa el rescoldo,
regresa una vez más la esperanza
y parece como si no se hubiese marchado nunca,
transformando las sombras y su inflexible rigor
en fantasmas de existencia condenada y precaria.

viernes, octubre 29, 2010

MARCELINO CAMACHO

Por lo visto, Marcelino Camacho ha muerto de puro tiempo en su vieja y misma casa de siempre, la de Carabanchel.

Vivimos unos tiempos extraños, tanto que los comportamientos desviados son tan frecuentes que se han convertido en norma y quienes los contemplan sin criterio deducen olimpicamente que son formas correctas de conducta engordando la bola de nieve de la hedonista desorientación.

Todo se compra y se vende en este infinito supermercado en que nuestro mundo se ha convertido, incluso uno puede comprarse la conciencia social, quitársela y ponérsela como si una diadema de miss universo se tratara de modo que es posible estar con los humillados y ofendidos desde la melancólica balaustrada de un chalet con vistas al mar Mediteráneo.

No es necesario sacrificarse. No es necesario sufrir. Por qué renunciar a tenerlo todo, hasta lo incompatible...

Marcelino Camacho, héroe de la resistencia al franquismo cuando los héroes no abundaban y uno de los artífices máximos de la transición ha muerto en su misma y vieja casa de siempre. No necesitaba más. Le bastaba con mirarse al espejo todos los días para reconocerse, como hacen los hombres y las mujeres que se visten por los pies. Seguramente, como la inmensa minoría, deseó rodearse moderadamente de cosas, llevar una vida lo más cómoda posible, quizá incluso soñase con una parecida balaustrada abierta al mismo mar, pero nunca llegó tan lejos. Seguramente porque le preocupaba de verdad la gente. En su esquema de valores de verdadero hombre de izquierdas había tesoros más importantes y decidió seguir del lado de la gente antes de dedicarse a ganar dinero. Hay quién cree que las dos cosas son posibles, como lanzar un corner y rematarlo o estar en misa y repicar, pero, en realidad no lo son... entre otras cosas porque están separadas por una delgada línea roja.

Hoy nos ha dejado.

En el espejo de las ideas donde debiéramos mirarnos todos, cada día, todas las mañanas, su ejemplo brilla ahora invisible, oscurecido por los neones que anuncian novedades y rebajas, que nos prometen que todas las cosas al mismo tiempo son posibles si tenemos el suficiente dinero para pagarlas.

La conciencia, esa aguafiestas, no importa.

Ahora incluso descansa en paz.
SIDONIE

Un día más en la vida...





... Y los niños por la noche soñarán sin dormir...
Y llega el desconcertante momento
en que ya no eres quién creías ser.
Han sucedido los días con sus noches,
su implacable desgaste traidor,
incesante leviatán de furioso embate
formado por miles de pequeños o grandes gestos,
de difíciles o fáciles decisiones.
Y pasa factura, en resumen,
el esforzado trabajo de existir
exigiendo su inflexible precio,
convirtiendo en un extraño que ya no sucederá más
a ese desconcertado ser que ya no te mira
desde el otro lado del espejo,
que se encuentra siendo otro distinto sin quererlo,
comprendiéndose ahora en la incómoda diferencia
de los hechos y momentos que sucedían descabalados,
inexplicables, como por su propia cuenta.
AEREO

martes, octubre 26, 2010

FRANCO BATTIATO

L'animale...




domingo, octubre 24, 2010

OLEADAS

















THE SOLOIST

Basada en hechos reales, "The soloist" es una magnífica historia que cuenta la relación de amistad entre Steve Lopez (Robert Downey jr.), un periodista de Los Angeles Times, y Nathaniel Ayers (Jamie Foxx), un superdotado músico esquizofrénico que vive en la indigencia por las calles y parques de la ciudad de Los Angeles.

Para mi gusto, la película tiene tres grandes atractivos.

Por un lado, el modo absoluta y desangradamente loco con el que Ayers vive su relación con al música. La intensidad de su pasión es intensa, calcinante. Nada hay más importante. Ayers parece un árbol constantemente a la espera de que la brisa de la música le roce, le atraviese haciendo que se muevan las ramas de los diferentes instrumentos que toca.

En la obsesiva persecución de esa pasión Ayers termina despeñándose por el precipicio de la realidad, viviendo al margen del mundo de la vida cotidiana convertido en uno de los setenta mil vagabundos que habitan las calles de Los Angeles.

Y es allí donde López le encuentra siguiendo el delgado y áureo hilo de su música una mañana en la que su mente está abierta y a la búsqueda de nuevas ideas con las que escribir nuevos artículos para su columna.

Este encuentro fortuito nos lleva al segundo aspecto que encuentro más interesante de esta hermosa película: el modo en que se relacionan López y Ayers.

La historia propone una visión del mundo, de la ciudad, en progresiva deshumanización que se manifiesta entre otras cosas en el modo en que las personas se relacionan las unas con la sotras: casi siempre desde la utilidad, casi nunca desde el acercamiento sincero y abierto. Incluso, al principio, hay un veterano periodista que comenta que, en realidad, la gente ya no se interesa por nada.

Este es para mí el centro de la historia: el modo en que se fragua la difícil relación entre López y Ayers.

En un principio, Ayers será una entrada más en su lista de posibles ideas para artículos, una última entrada que sólo se decidirá a explotar cuando el resto de posibilidades aparezcan tachadas. En este sentido, López se interesará por Ayers desde la utilidad, desde la necesidad, buscando el grado de implicación/preocupación suficiente como para que el objetivo pueda ser cumplido. Pero, poco a poco, la intensa complejidad de Ayers hará imposible una aproximación controlada. El vagabundo demandará de él una implicaicón más profunda que, en un principio, Ayers no estará dispuesto a dar.

De pronto, López se convertirá en el asidero que el vagabundo ha encontrado en su caída libre por el barranco de la realidad y esta nueva situación demandará de él una responsabilidad, un sacrificio que implican una relación tan directa y tan verdadera como la que Ayers tiene con la música.

Y es esta confusión de López cuando la autenticidad está llamando a la puerta de su coraza personal uno de los más aspectos más interesantes de la película. Ya que, y como hombre de su tiempo, no está acostumbrado a relacionarse así.

El tercer aspecto tiene que ver con el soberbio trabajo de Foxx y Downey jr, dos grandísimos actores capaces de dotar a sus personajes de una intensidad profundidad que no sólo descansa en su capacidad para lo verbal sino en su inmenso talento para lo no verbal, las miradas y gestos que iluminan con verdad a sus dos personajes.

Para muestra esta hermosa y memorable escena que expresa con precisión la relación líbre y aérea de Ayers con la música y en la que también brilla la música de Dario Marianelli... la mirada final de Robert Downey jr, vale más que un millón de palabras.

Magnífica y emocionante película.