lunes, noviembre 08, 2010
La percepción de las cosas se componía a partes iguales de lo que se ve y del modo en que se ve éso que se está viendo.
Constantemente la voluntad humana realizaba un interminable trabajo de alquimia con aquellos dos elementos buscando la evasión, la disolución de la responsabilidad o todo lo contrario la asunción de hechos y responsabilidades... Las cosas eran como eran o las cosas podían cambiarse. En uno de aquellos dos finales culminaba siempre el trabajo más o menos consciente, más o menos inconsciente, y siempre mágico, de construcción de una perspectiva sobre las cosas.
No se trataba de ciencia, tampoco de lógica.
Era el puro entusiasmo, la pura voluntad humana basada en el deseo y el vacío negro de sus incertidumbres buscando la manera de expresarse.
Las cosas eran como eran o las cosas podían cambiarse... Y en el centro de esas dos fuerzas de opuesta intensidad, el hombre convertido en pura y continua contradicción, encontrándose y desencontrándose al amparo de una intención u otra, rebañando sentido, optando en una eterna danza que sólo tendría final en el último instante, un último momento que convertiría en definitiva y sublime la última decisión.
Siempre había sido así y ahora que el improvisado y final perímetro defensivo había sido rebasado, que la ordenada lucha se había convertido en un sangriento y ciego cuerpo a cuerpo, nada había cambiado.
Segúia siendo de los que se quedaban, de los que pensaban que las cosas podían cambiarse.
Pensar que la derrota era segura, que las cosas no podían suceder de otra manera y que era mejor intentar escapar continuaba antojándosele una manera extraña y estúpida de engañarse.
Por eso se había desecho de la vaina de su sable, porque las cosas eran como eran y estaba seguro de que jamás volvería a envainarlo.
domingo, noviembre 07, 2010
sábado, noviembre 06, 2010
viernes, noviembre 05, 2010
jueves, noviembre 04, 2010
miércoles, noviembre 03, 2010
martes, noviembre 02, 2010
viernes, octubre 29, 2010
en que ya no eres quién creías ser.
Han sucedido los días con sus noches,
su implacable desgaste traidor,
incesante leviatán de furioso embate
formado por miles de pequeños o grandes gestos,
de difíciles o fáciles decisiones.
Y pasa factura, en resumen,
el esforzado trabajo de existir
exigiendo su inflexible precio,
convirtiendo en un extraño que ya no sucederá más
a ese desconcertado ser que ya no te mira
desde el otro lado del espejo,
que se encuentra siendo otro distinto sin quererlo,
comprendiéndose ahora en la incómoda diferencia
de los hechos y momentos que sucedían descabalados,
inexplicables, como por su propia cuenta.