En la muerte de Ernesto Sábato nada mejor que la posibilidad de leerle en uno de sus mejores textos:
sábado, abril 30, 2011
"Pero Baudrillard va mucho más allá de Veblen, cuando avanza la idea de que las necesidades son necesarias, no para las personas, sino, sobre todo, para el buen funcionamiento del sistema de signos, según una fórmula autorreferencial: sólo hay necesidades porque el sistema necesita que las haya. Dicho de otro modo, detrás de cada trabajador asalariado, hay un «consumidor saturado»: la necesidad es un modo de explotación igual que el trabajo. El consumo, al ser producción de signos, es pues un «mecanismo de poder»: estaríamos de alguna manera obligados a consumir sin saberlo. «Esto explica que no haya límites al consumo. Si el consumo fuera eso por lo que lo tomamos ingenuamente: una absorción, un devorar, se debería llegar a una saturación. Si fuera relativo al orden de las necesidades, deberíamos encaminarnos hacia una satisfacción. Ahora bien,
sabemos que nada de esto es así: queremos consumir cada vez más."
(Estudio introductorio: La dictadura del signo o la sociología del consumo del primer Baudrillard, Luis Enrique Alonso)
sabemos que nada de esto es así: queremos consumir cada vez más."
(Estudio introductorio: La dictadura del signo o la sociología del consumo del primer Baudrillard, Luis Enrique Alonso)
"La característica distintiva del capitalismo moderno es la expropiación de diversos aspectos de la vida para convertirlos en relaciones comerciales. La tierra, el trabajo humano, las actividades productivas y las sociales que en otros tiempos se producían en el seno familiar han ido entrando en el mercado y se han convertido en mercancías. En la medida en que el comercio se desarrollaba mediante transacciones discretas entre compradores y vendedores, el proceso de mercantilización se veía limitado en el tiempo y en el espacio, ya fuera por la negociación y la transferencia de los bienes, ya por el tiempo que se tardaba en la realización de los servicios. El tiempo restante perma-necía fuera del mercado y no entraba en consideraciones mercantiles. Sin embargo, en la economía emergente del ciberespacio, las fuerzas de esa economía-red arrastran todo el tiempo restante y lo incorporan a la órbita comercial, convirtiendo cada institución y a cada individuo en un cautivo de una «comercialidad» omnipresente.
La era del acceso se define, principalmente, por la mercantilización creciente de cualquier experiencia humana. Las redes comerciales de todo tipo y naturaleza tejen una red en torno a la totalidad de la vida humana, mercantilizando toda experiencia de vida. En la era del capitalismo de la propiedad, lo más importante era la venta de los bienes y los servicios. En la economia del cibe-respacio, la mercantilización de los bienes y los servicios resulta algo secundario con respecto a la mercantilización de las relaciones humanas."
(La era del acceso, Jeremy Rifkin)
La era del acceso se define, principalmente, por la mercantilización creciente de cualquier experiencia humana. Las redes comerciales de todo tipo y naturaleza tejen una red en torno a la totalidad de la vida humana, mercantilizando toda experiencia de vida. En la era del capitalismo de la propiedad, lo más importante era la venta de los bienes y los servicios. En la economia del cibe-respacio, la mercantilización de los bienes y los servicios resulta algo secundario con respecto a la mercantilización de las relaciones humanas."
(La era del acceso, Jeremy Rifkin)
"la teoría cuántica ha dejado claro que una partícula subatómica sólo puede ser entendida como una manifestación de la interacción entre varios procesos de medición. No es un objeto aislado, sino más bien un acontecimiento, un suceso, que se interrelaciona con otros sucesos de un modo particular"
(El Tao de la física, Fritjof Capra)
(El Tao de la física, Fritjof Capra)
"Los objetos ya no tienen prioritariamente un valor de uso, sobredeterminado por el valor de cambio, es, al contrario, su valor de cambio social (su valor signo) el fundamental y el valor de uso, funcional, no es más que una coartada. Utilizando abundantes juegos del lenguaje, Baudrillard explica que los objetos se convierten en signos, son doblemente el fruto de una producción: 1) son producidos, es decir, fabricados; 2) son presentados (en el sentido de exhibidos), es decir, avanzados como prueba, lo que atestiguan es el lugar de su propietario en la jerarquía social."
(Estudio introductorio: La dictadura del signo o la sociología del consumo del primer Baudrillard, Luis Enrique Alonso)
(Estudio introductorio: La dictadura del signo o la sociología del consumo del primer Baudrillard, Luis Enrique Alonso)
jueves, abril 28, 2011
miércoles, abril 27, 2011
LA JUNGLA EN ARMAS
De vez en cuando apetece ver una película de las de antes, de aventuras, en las que todo está claro: los buenos son buenos, los malos son malos y además es evidente que cada uno es lo que es.
De vez en cuando apetece una idealización, porque los grises cansan. El lento trabajo de la matización de lo moral agota en su interminable y sisífico despliegue de razones, excusas y justificaciones. Y apetece lanzarse en picado, aunque a veces no haya agua, dentro de la piscina del blanco y negro, donde todo está claro.
Viendo "La jungla en armas" a nadie le cabe la menor duda de que todo va a salir bien. Hay un héroe (Gary Cooper) que sabe qué es lo correcto, distingue perfectamente la línea que separa el bien del mal y la larga letanía de los matices quedan olvidados para siempre mientras dura la aventura.
Dirigida en 1939 por el brioso Henry Hathaway, "La jungla en armas" es una película de aventuras en la que la acción es la principal protagonista. En la Filipinas de principios del siglo XX un destacamento de soldados autóctonos comandados por un grupo de militares norteamericanos deberá afrontar la amenaza que desde la incontrolable y peligrosa selva ejercen un grupo de rebeldes moros.
La táctica de los moros será ir asesinando uno a uno a los militares norteamericanos para acabar minando así la moral de la tropa, pero menos mal que Gary Cooper anda por ahí.
100% puro cine del de antes... ese que ya no se hace.
De vez en cuando apetece ver una película de las de antes, de aventuras, en las que todo está claro: los buenos son buenos, los malos son malos y además es evidente que cada uno es lo que es.
De vez en cuando apetece una idealización, porque los grises cansan. El lento trabajo de la matización de lo moral agota en su interminable y sisífico despliegue de razones, excusas y justificaciones. Y apetece lanzarse en picado, aunque a veces no haya agua, dentro de la piscina del blanco y negro, donde todo está claro.
Viendo "La jungla en armas" a nadie le cabe la menor duda de que todo va a salir bien. Hay un héroe (Gary Cooper) que sabe qué es lo correcto, distingue perfectamente la línea que separa el bien del mal y la larga letanía de los matices quedan olvidados para siempre mientras dura la aventura.
Dirigida en 1939 por el brioso Henry Hathaway, "La jungla en armas" es una película de aventuras en la que la acción es la principal protagonista. En la Filipinas de principios del siglo XX un destacamento de soldados autóctonos comandados por un grupo de militares norteamericanos deberá afrontar la amenaza que desde la incontrolable y peligrosa selva ejercen un grupo de rebeldes moros.
La táctica de los moros será ir asesinando uno a uno a los militares norteamericanos para acabar minando así la moral de la tropa, pero menos mal que Gary Cooper anda por ahí.
100% puro cine del de antes... ese que ya no se hace.
domingo, abril 24, 2011
GAME OF THRONES
No se... No me ha dado un buen "feeling" el primer capítulo de "Game of thrones".
Es cierto que no se puede opinar sobre las series habiendo visto un sólo capítulo. Hay que dar la oportunidad y el tiempo para el desarrollo, para el despliegue de todas sus posibilidades narrativas... El punto de no retorno suele estar en torno al tercer o cuarto capítulo, cuando todos los personajes han sido presentados y la trama ha sido expuesta, pero las señales que he visto a lo largo del primer capítulo de "Game of thrones" no son demasiado buenas.
La producción es impecable, pero la historia me resulta familiar en su planteamiento, incluso rutinaria en la exposición de los diferentes escenarios, los diferentes personajes y sus respectivos intereses contrapuestos que configuran el muy reconocible terreno para el desarrollo de una "soap opera" con tronos de por medio.
Ya veremos...
No se... No me ha dado un buen "feeling" el primer capítulo de "Game of thrones".
Es cierto que no se puede opinar sobre las series habiendo visto un sólo capítulo. Hay que dar la oportunidad y el tiempo para el desarrollo, para el despliegue de todas sus posibilidades narrativas... El punto de no retorno suele estar en torno al tercer o cuarto capítulo, cuando todos los personajes han sido presentados y la trama ha sido expuesta, pero las señales que he visto a lo largo del primer capítulo de "Game of thrones" no son demasiado buenas.
La producción es impecable, pero la historia me resulta familiar en su planteamiento, incluso rutinaria en la exposición de los diferentes escenarios, los diferentes personajes y sus respectivos intereses contrapuestos que configuran el muy reconocible terreno para el desarrollo de una "soap opera" con tronos de por medio.
Ya veremos...
sábado, abril 23, 2011
CAPITALISM: A LOVE STORY
De todos los documentales que he podido ver de Michael Moore, éste es el que más me gusta.
Desde sus inicios en 1989 como documentalista, con "Roger & me", Michael Moore ha centrado todos sus esfuerzos en describir el deterioro de un estilo de vida americano en el que él mismo se ha criado.
En "Roger & me" Moore cuenta su inútil esfuerzo durante tres años por entrevistarse con el presidente de General Motors. Su objetivo es pedirle explicaciones del cierre de la planta que la compañía tenía en Flint, la localidad natal de Moore. Y no es casualidad que en"Capitalism: a love story" Moore haga referencias a este suceso porque este documental proporciona el marco en el que debe ser entendido todo su trabajo.
La obra de Michael Moore es la crónica de los desmanes que el extremo capitalismo neoliberal ha venido produciendo sobre la sociedad norteamericana desde la época del presidente Ronald Reagan hasta nuestros días.
Y seguramente "Capitalism: a love story" es uno de sus mejores trabajos.
Tengo que reconocer que no soy un fan entregado a Moore. Hay aspectos de su modo de hacer documentales que no terminan de gustarme, especialmente su excesivo amarillismo demagógico a la hora de presentar sus argumentos, centrándose siempre en casos puntuales y extremos, aspecto que -considero- obra en contra de la teoría general que -a mi entender- justifica todos y cada uno de sus documentales.
En este sentido, soy mas partidario de productos como "Inside job" basados en enfoques más mesurados, pero igual de críticos, en los que el protagonista es el propio tema y no el narrador.
No me gusta el show personalista que monta Moore en torno a temas que son muy, muy serios, y que a veces le elevan a un nivel protagónico excesivo, pero tengo que reconocer que en "Capitalism: a love story" la presencia del cineasta no se me hace insoportable. Es mucho más importante lo que se cuenta, si bien ese amarillismo demagógico, que siempre veo en Moore y que cuestiono, permanece en esta obra puesto que, y en pos de construir un retrato del presidente Obama, a medida de la leyenda que sus magníficos asesores de imagen han conseguido construir, Moore olvida que el equipo económico del presidente está formado por algunas de las personas que han desencadenado todo el desastre que su documental critica.
Moore tiene estas cosas... estas sombras de trazo grueso que se convierten en vulnerables puntos de ataque para los sofistas a la caza de argumentos que invaliden sus planteamientos.
En cualquier caso, la visión de "Capitalism: a love story" resulta tan aterradora como la visión de la más mesurada "Inside job".
En ella se vierten algunos planteamientos más que interesantes: la fábula del sueño americano como perverso relato nacido para garantizar un orden establecido (nadie cuestiona la realidad a cambio de creer en la posibilidad de que en algún momento tendrá su oportunidad) o el carácter anticristiano del capitalismo reivindicado por curas y obispos o, una vez más, la disonancia entre la imagen controlada y racional que se quiere proyectar de los mercados con la irracional realidad de avaricia incontrolada e irresponsable que en realidad los sustenta o la constatación de la existencia de un poder real al que los poderes políticos se pliegan cuando no se hayan en corrupta connivencia o el impune cinismo con el que esas personas que están haciendo tanto daño existen o se expresan... Aterrador, muy aterrador... Principalmente, porque al otro lado y pese a los demagógicos esfuerzos de Moore por concluir en ese sentido, no hay una respuesta organizada que se les oponga.
Interesante y en ocasiones brillante y alguna vez demagógica, especialmente en lo que se refiere a la posición que Moore concede a Obama en su relato.
De todos los documentales que he podido ver de Michael Moore, éste es el que más me gusta.
Desde sus inicios en 1989 como documentalista, con "Roger & me", Michael Moore ha centrado todos sus esfuerzos en describir el deterioro de un estilo de vida americano en el que él mismo se ha criado.
En "Roger & me" Moore cuenta su inútil esfuerzo durante tres años por entrevistarse con el presidente de General Motors. Su objetivo es pedirle explicaciones del cierre de la planta que la compañía tenía en Flint, la localidad natal de Moore. Y no es casualidad que en"Capitalism: a love story" Moore haga referencias a este suceso porque este documental proporciona el marco en el que debe ser entendido todo su trabajo.
La obra de Michael Moore es la crónica de los desmanes que el extremo capitalismo neoliberal ha venido produciendo sobre la sociedad norteamericana desde la época del presidente Ronald Reagan hasta nuestros días.
Y seguramente "Capitalism: a love story" es uno de sus mejores trabajos.
Tengo que reconocer que no soy un fan entregado a Moore. Hay aspectos de su modo de hacer documentales que no terminan de gustarme, especialmente su excesivo amarillismo demagógico a la hora de presentar sus argumentos, centrándose siempre en casos puntuales y extremos, aspecto que -considero- obra en contra de la teoría general que -a mi entender- justifica todos y cada uno de sus documentales.
En este sentido, soy mas partidario de productos como "Inside job" basados en enfoques más mesurados, pero igual de críticos, en los que el protagonista es el propio tema y no el narrador.
No me gusta el show personalista que monta Moore en torno a temas que son muy, muy serios, y que a veces le elevan a un nivel protagónico excesivo, pero tengo que reconocer que en "Capitalism: a love story" la presencia del cineasta no se me hace insoportable. Es mucho más importante lo que se cuenta, si bien ese amarillismo demagógico, que siempre veo en Moore y que cuestiono, permanece en esta obra puesto que, y en pos de construir un retrato del presidente Obama, a medida de la leyenda que sus magníficos asesores de imagen han conseguido construir, Moore olvida que el equipo económico del presidente está formado por algunas de las personas que han desencadenado todo el desastre que su documental critica.
Moore tiene estas cosas... estas sombras de trazo grueso que se convierten en vulnerables puntos de ataque para los sofistas a la caza de argumentos que invaliden sus planteamientos.
En cualquier caso, la visión de "Capitalism: a love story" resulta tan aterradora como la visión de la más mesurada "Inside job".
En ella se vierten algunos planteamientos más que interesantes: la fábula del sueño americano como perverso relato nacido para garantizar un orden establecido (nadie cuestiona la realidad a cambio de creer en la posibilidad de que en algún momento tendrá su oportunidad) o el carácter anticristiano del capitalismo reivindicado por curas y obispos o, una vez más, la disonancia entre la imagen controlada y racional que se quiere proyectar de los mercados con la irracional realidad de avaricia incontrolada e irresponsable que en realidad los sustenta o la constatación de la existencia de un poder real al que los poderes políticos se pliegan cuando no se hayan en corrupta connivencia o el impune cinismo con el que esas personas que están haciendo tanto daño existen o se expresan... Aterrador, muy aterrador... Principalmente, porque al otro lado y pese a los demagógicos esfuerzos de Moore por concluir en ese sentido, no hay una respuesta organizada que se les oponga.
Interesante y en ocasiones brillante y alguna vez demagógica, especialmente en lo que se refiere a la posición que Moore concede a Obama en su relato.
viernes, abril 22, 2011
LA CINTA BLANCA
Como apunta el rocoso y firme pastor en un momento de la película, la cinta blanca que decide hacer llevar visiblemente a sus dos hijos mayores como castigo deberá servirles para recordar la inocencia, la pureza y la bondad que el color blanco representa.
En "La cinta blanca" se contraponen claramente dos mundos: el de los niños y el de los adultos; dos mundos que parecen suceder paralelos en la tranquila vida de este pueblo de la Alemania profunda cuyo nombre ahora no recuerdo.
Y en esta revisión de esta película genial de Michael Haneke se me aparece con mayor claridad la idea de que "La cinta blanca" quiere mostrarnos los puntos de fricción entre ambos: el modo en que los adultos se relacionan, educan y socializan a sus menores y el modo en que estos reciben el impacto de un mundo en absoluto simple, contradictorio, lleno de rincones, recovecos, violencia y perversiones.
Sobre la quieta superficie de ese pueblo que Haneke fotografía con bella precisión, se esconde una incómoda e interminable vibración sombría compuesta por todo lo "no dicho", por todo aquello que se manifiesta de manera incontrolable y pulsional... la cara oculta de la apariencia ordenada y justificada con que los adultos pretenden presentarse ante sus menores, una cara que también forma parte de lo individual y de los social y que de algún modo encarna el médico con cuyo inexplicable accidente comienza la historia.
Los niños no necesitan que nadie les ponga ninguna cinta blanca, ya la llevan puesta, pero esa cinta se oscurece hasta volverse negra al contacto con las contradicciones que vienen escondidas dentro del mundo que se les ofrece.
"La cinta blanca" quiere mostrarnos ese proceso de introducción de la violencia de toda una sociedad estamental, una violencia que adopta la forma de una inflexible educación inflingida como una herida por todos y cada uno de los adultos que la viven -y hacen posible- sobre su descendencia.
El mundo que nos muestra "La cinta blanca" es un mundo opresivo y oscuro en el que la única luz posible es una oscuridad menos densa.
Magnífica.
Como apunta el rocoso y firme pastor en un momento de la película, la cinta blanca que decide hacer llevar visiblemente a sus dos hijos mayores como castigo deberá servirles para recordar la inocencia, la pureza y la bondad que el color blanco representa.
En "La cinta blanca" se contraponen claramente dos mundos: el de los niños y el de los adultos; dos mundos que parecen suceder paralelos en la tranquila vida de este pueblo de la Alemania profunda cuyo nombre ahora no recuerdo.
Y en esta revisión de esta película genial de Michael Haneke se me aparece con mayor claridad la idea de que "La cinta blanca" quiere mostrarnos los puntos de fricción entre ambos: el modo en que los adultos se relacionan, educan y socializan a sus menores y el modo en que estos reciben el impacto de un mundo en absoluto simple, contradictorio, lleno de rincones, recovecos, violencia y perversiones.
Sobre la quieta superficie de ese pueblo que Haneke fotografía con bella precisión, se esconde una incómoda e interminable vibración sombría compuesta por todo lo "no dicho", por todo aquello que se manifiesta de manera incontrolable y pulsional... la cara oculta de la apariencia ordenada y justificada con que los adultos pretenden presentarse ante sus menores, una cara que también forma parte de lo individual y de los social y que de algún modo encarna el médico con cuyo inexplicable accidente comienza la historia.
Los niños no necesitan que nadie les ponga ninguna cinta blanca, ya la llevan puesta, pero esa cinta se oscurece hasta volverse negra al contacto con las contradicciones que vienen escondidas dentro del mundo que se les ofrece.
"La cinta blanca" quiere mostrarnos ese proceso de introducción de la violencia de toda una sociedad estamental, una violencia que adopta la forma de una inflexible educación inflingida como una herida por todos y cada uno de los adultos que la viven -y hacen posible- sobre su descendencia.
El mundo que nos muestra "La cinta blanca" es un mundo opresivo y oscuro en el que la única luz posible es una oscuridad menos densa.
Magnífica.
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