NO MIRES PARA ABAJO
(post recuperado)
En uno de sus paseos nocturnos, el sonámbulo Eloy caerá en la cama de Elvira... y no sólo caerá entre sus sábanas sino que también lo hará entre sus piernas.
El cine de Eliseo Subiela es un cine difícil y no lo es por sus planteamientos conceptuales sino por su exacerbado decantamiento por la emoción y la poesía convirtiéndola en un elemento más de esa extraña realidad inverosímil que Subiela construye con sus imágenes, una realidad en la que sus personajes hablan versos y viven poemas como quién pregunta la hora. Y no me extraña nada que en este mundo supermercado en el que vivimos apuestas como la de Subiela resulten extrañas e incomprensibles fantasmagorías relamidas.
"No mires para abajo" precisamente relata a la manera peculiar de Subiela el aprendizaje emocional de Leandro, un jóven de 19 años que perderá a su padre y conocerá a una misteriosa Elvira que casi al final de la película desaparecerá de su vida tan fácilmente como llegó.
Las decepciones intentarán llevar su mirada hacia abajo, hacia el suelo, pero Leandro se mantendrá firme, seguirá con la mirada puesta en el cielo, hacia arriba, gracias a la maravillosa ayuda final del fantasma de su fallecido padre que se le aparecerá con unos cuantos discos de Jhon Coltrane bajo el brazo.
"No mires para abajo" desafortunadamente no se encuentra entre las mejores obras de Subiela.
En absoluto es una película conseguida resultando demasiado estética, demasiado parsimoniosa durante bastantes momentos de su metraje, especialmente en las escenas de sexo que un autor tan poco terrestre y angélico como Subiela parece no saber rodar... ¡ni entender! resultando largas y aburridas, por no decir demasiado poco creíbles, lastrando con su pétrea solidez de mármol de Carrara la capacidad de volar que todas las buenas historias de Subiela tienen.
Sin ellas "No mires para abajo" hubiera sido un maravilloso mediometraje sobre la vida concebida como la más importante de las Bellas Artes.
Pero soy fan... y me la he tragado entera como corresponde.
En absoluto recomendable para quién quiera conocer el cine de Eliseo Subiela y para el resto... con reparos.
sábado, mayo 21, 2011
1
"Renovación, reciclado de las personas que trae apareados pesados costos sociales, pero, sobre todo, la obsesión generalizada de la inseguridad. La presión psicológica y social de la movilidad, del estatus, de la competencia a todos los niveles (ingresos, prestigio, cultura, etc.) se hace más opresiva para todos. Hace falta más tiempo para recrearse, reciclarse, para recuperarse y compensar el desgaste psicológico y nervioso causado por múltiples daños: trayecto domicilio/trabajo, superpoblación, agresiones y estrés continuos. En definitiva, el costo mayor de la sociedad de consumo es el sentimiento generalizado de inseguridad que engendra...».
Todo lo cual lleva a una especie de autodevoración del sistema: «En este crecimiento rápido... que engendra inevitablemente tensiones inflacionistas..., una porción no desdeñable de la población no consigue seguir el ritmo y pasa a formar parte de los "abandonados a su suerte". Y los que siguen en carrera y alcanzan el estilo de vida propuesto como modelo, lo hacen pagando el precio de un esfuerzo que los deja disminuidos. Y esto es así aunque la sociedad se vea obligada a amortiguar los costos sociales del crecimiento redistribuyendo una parte cada vez mayor del producto nacional bruto a favor de inversiones sociales (educación, investigación, salud) definidas sobre todo para servir al crecimiento.» (E. Lisie). Ahora bien, en todas las contabilidades, esos gastos privados o colectivos destinados a hacer frente a las disfunciones antes que a aumentar las satisfacciones positivas, esos gastos de compensación, se adicionan a la elevación del nivel de vida... Llevada esta situación al límite, según J. Bourgeois-Pichat, «podríamos imaginar que la población cuya actividad está dedicada a mantener la salud del país supere en cantidad a la población comprometida efectivamente en la producción»."
2
"El único resultado objetivo es pues el crecimiento canceroso de las cifras y los balances, pero, esencialmente, se vuelve exactamente al estadio primitivo que es el de la carestía absoluta, del animal o del indígena, que agota todas sus fuerzas en la tarea de sobrevivir."
3
"Ahora bien, un sistema es ineficiente cuando su costo es igual o superior a su rendimiento. No es este el caso. Pero, vemos perfilarse, a través de los factores que degradan la calidad de vida y los correctivos sociales y técnicos de esos factores, una tendencia general a un funcionamiento interno tentacular del sistema: los consumos «disfuncionales », individuales o colectivos, aumentan más rápidamente que los consumos «funcionales». En el fondo, el sistema es su propio parásito."
(La sociedad de consumo: Sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
¡Interesante!
Una parte del costo de los sistemas públicos de sanidad es consecuencia de las disfuncionalidades del sistema, del daño que hace a los individuos que lo integran.
Crece la disfuncionalidad, crece el coste...
"Renovación, reciclado de las personas que trae apareados pesados costos sociales, pero, sobre todo, la obsesión generalizada de la inseguridad. La presión psicológica y social de la movilidad, del estatus, de la competencia a todos los niveles (ingresos, prestigio, cultura, etc.) se hace más opresiva para todos. Hace falta más tiempo para recrearse, reciclarse, para recuperarse y compensar el desgaste psicológico y nervioso causado por múltiples daños: trayecto domicilio/trabajo, superpoblación, agresiones y estrés continuos. En definitiva, el costo mayor de la sociedad de consumo es el sentimiento generalizado de inseguridad que engendra...».
Todo lo cual lleva a una especie de autodevoración del sistema: «En este crecimiento rápido... que engendra inevitablemente tensiones inflacionistas..., una porción no desdeñable de la población no consigue seguir el ritmo y pasa a formar parte de los "abandonados a su suerte". Y los que siguen en carrera y alcanzan el estilo de vida propuesto como modelo, lo hacen pagando el precio de un esfuerzo que los deja disminuidos. Y esto es así aunque la sociedad se vea obligada a amortiguar los costos sociales del crecimiento redistribuyendo una parte cada vez mayor del producto nacional bruto a favor de inversiones sociales (educación, investigación, salud) definidas sobre todo para servir al crecimiento.» (E. Lisie). Ahora bien, en todas las contabilidades, esos gastos privados o colectivos destinados a hacer frente a las disfunciones antes que a aumentar las satisfacciones positivas, esos gastos de compensación, se adicionan a la elevación del nivel de vida... Llevada esta situación al límite, según J. Bourgeois-Pichat, «podríamos imaginar que la población cuya actividad está dedicada a mantener la salud del país supere en cantidad a la población comprometida efectivamente en la producción»."
2
"El único resultado objetivo es pues el crecimiento canceroso de las cifras y los balances, pero, esencialmente, se vuelve exactamente al estadio primitivo que es el de la carestía absoluta, del animal o del indígena, que agota todas sus fuerzas en la tarea de sobrevivir."
3
"Ahora bien, un sistema es ineficiente cuando su costo es igual o superior a su rendimiento. No es este el caso. Pero, vemos perfilarse, a través de los factores que degradan la calidad de vida y los correctivos sociales y técnicos de esos factores, una tendencia general a un funcionamiento interno tentacular del sistema: los consumos «disfuncionales », individuales o colectivos, aumentan más rápidamente que los consumos «funcionales». En el fondo, el sistema es su propio parásito."
(La sociedad de consumo: Sus mitos, sus estructuras. Jean Baudrillard)
¡Interesante!
Una parte del costo de los sistemas públicos de sanidad es consecuencia de las disfuncionalidades del sistema, del daño que hace a los individuos que lo integran.
Crece la disfuncionalidad, crece el coste...
"Let's not start sucking each other's dicks quite yet"
Tengo que ser justo... Sigo sospechando de la realidad y en este sentido me ha gustado leer (gracias a S, working class hero donde los haya) un artículo de Daniel Innenarity publicado en El País que, creo, sitúa las cosas en su justo término (aunque me joda).
Innerarity plantea que la Indignación no es suficiente, y que ese sentimiento debe ser estructurado en acciones y estructuras que le permitan superar el corto plazo. En Sol se está trabajando en esa dirección, pero me preocupa que falten impugnaciones a la totalidad, me preocupa que la indignación sólo tenga que ver con que el omnideseante y omnipotente yo, producto de la sociedad de consumo, sólo eche en falta la posibilidad de tener más, que se sienta preso de las consecuencias de deseos pasados, que se sienta incapacitado por sus compromisos y obligaciones para seguir deseando sin freno.
Y en este sentido me ha gustado mucho leer en el último párrafo de este artículo lo siguiente:
"Se podría hablar de una función conservadora de la indignación que estabiliza los sistemas como lo hacen las válvulas de escape o las canas al aire, tan funcionales a la hora de dejar las cosas como están. Ese algo más que necesitamos para transitar hacia un mundo mejor no es una mayor exageración dramática de nuestro descontento; es, de entrada, una buena teoría que nos permita comprender lo que está pasando en el mundo sin caer en la cómoda tentación de escamotear su complejidad. Solo a partir de entonces pueden formularse programas, proyectos o liderazgos que permitan un tipo de intervención social eficaz, coherente y capaz de resultar atractiva para una mayoría que no esté formada solo por gente cabreada."
Brilla por su ausencia un modelo crítico, estructurado de comprensión de esa realidad que tanto nos indigna.
La cosa no se arregla con un simple o complejo cambio de leyes.
El verdadero problema es moral. No tiene que ver con estar (en Sol y alrededores por ejemplo) sino con ser... Hay que empezar a ser de otra manera, porque dará igual el tipo de leyes que se instauren si el sujeto que debe cumplirlas está a la historia de desear irresponsablemente.
El ser humano debe reencontrarse con su lado espiritual.
Estuvo bien el Mayo del 68, pero fracasó principalmente porque, inevitablemente y después, llegó el Verano convertido en metáfora del placer irresponsable en el que todos hemos sido socializados dentro de la Sociedad de Consumo.
Hay que identificar la totalitaria estructura de dominación que transparente como una telaraña de cristal se extiende por nuestras calles y casas.
Hay que empezar a ver fealdad en su proteica belleza.
Nos hace falta otra mirada que nos permita empezar a ver, porque no va a ser tan fácil cambiar las cosas como pensamos, porque lo peor que tiene este sistema es que, constantemente, día a día, desde lo inconsciente, nos convierte a todos y cada uno de nosotros en guardianes de su seguridad.
Ese mecanismo de dramatización espectacular constantemente ejecutado del que Baudrillard habla nos hace temer que hará demasiado frío ahí fuera, sin tantas cosas... y quizá lo haya.
So... "let's not start sucking each other's dicks quite yet".
Tengo que ser justo... Sigo sospechando de la realidad y en este sentido me ha gustado leer (gracias a S, working class hero donde los haya) un artículo de Daniel Innenarity publicado en El País que, creo, sitúa las cosas en su justo término (aunque me joda).
Innerarity plantea que la Indignación no es suficiente, y que ese sentimiento debe ser estructurado en acciones y estructuras que le permitan superar el corto plazo. En Sol se está trabajando en esa dirección, pero me preocupa que falten impugnaciones a la totalidad, me preocupa que la indignación sólo tenga que ver con que el omnideseante y omnipotente yo, producto de la sociedad de consumo, sólo eche en falta la posibilidad de tener más, que se sienta preso de las consecuencias de deseos pasados, que se sienta incapacitado por sus compromisos y obligaciones para seguir deseando sin freno.
Y en este sentido me ha gustado mucho leer en el último párrafo de este artículo lo siguiente:
"Se podría hablar de una función conservadora de la indignación que estabiliza los sistemas como lo hacen las válvulas de escape o las canas al aire, tan funcionales a la hora de dejar las cosas como están. Ese algo más que necesitamos para transitar hacia un mundo mejor no es una mayor exageración dramática de nuestro descontento; es, de entrada, una buena teoría que nos permita comprender lo que está pasando en el mundo sin caer en la cómoda tentación de escamotear su complejidad. Solo a partir de entonces pueden formularse programas, proyectos o liderazgos que permitan un tipo de intervención social eficaz, coherente y capaz de resultar atractiva para una mayoría que no esté formada solo por gente cabreada."
Brilla por su ausencia un modelo crítico, estructurado de comprensión de esa realidad que tanto nos indigna.
La cosa no se arregla con un simple o complejo cambio de leyes.
El verdadero problema es moral. No tiene que ver con estar (en Sol y alrededores por ejemplo) sino con ser... Hay que empezar a ser de otra manera, porque dará igual el tipo de leyes que se instauren si el sujeto que debe cumplirlas está a la historia de desear irresponsablemente.
El ser humano debe reencontrarse con su lado espiritual.
Estuvo bien el Mayo del 68, pero fracasó principalmente porque, inevitablemente y después, llegó el Verano convertido en metáfora del placer irresponsable en el que todos hemos sido socializados dentro de la Sociedad de Consumo.
Hay que identificar la totalitaria estructura de dominación que transparente como una telaraña de cristal se extiende por nuestras calles y casas.
Hay que empezar a ver fealdad en su proteica belleza.
Nos hace falta otra mirada que nos permita empezar a ver, porque no va a ser tan fácil cambiar las cosas como pensamos, porque lo peor que tiene este sistema es que, constantemente, día a día, desde lo inconsciente, nos convierte a todos y cada uno de nosotros en guardianes de su seguridad.
Ese mecanismo de dramatización espectacular constantemente ejecutado del que Baudrillard habla nos hace temer que hará demasiado frío ahí fuera, sin tantas cosas... y quizá lo haya.
So... "let's not start sucking each other's dicks quite yet".
viernes, mayo 20, 2011
Uno de los argumentos más torticeros es pedir la perfección y esperar pacientemente la puntual aparición del detalle que la contradice para apoyarse en él y realizar cuestionamientos oportunistas que van como puñaladas por la espalda desde lo particular hacia lo general. Y en este sentido está resultando muy decepcionante el modo en que bastante medios están enfrentando los movimientos sociales de indignación que están surgiendo por todo el país.
Da mucha pena asistir al espectáculo de periodistas, comunicadores, sociólogos y politólogos pasando una y otra vez el dedo por la pared de este movimiento social en busca del menor atisbo de grasa, de suciedad, con las histéricas maneras de un Salieri ofendido en lo más profundo del alma.
Y es que casi siempre nos pierde lo analítico, la interminable y asintótica descomposición del hecho en mil y un detalles, proceso en el que siempre nos perdemos confundiendo la realidad con el deseo y en el que siempre terminamos topando con el seductor reflejo de aquello que deseamos encontrar.
Falta el punto de vista sintético, la visión global, el directo enfrentamiento con la superficie del hecho, que en este caso empieza simplemente por considerar que lo que está sucediendo por todo el país es el inevitable estallido social frente a una situación injusta de inicio.
La capacidad de tragar de las personas ha resultado tener un límite.
Y ante semejante situación tertulianos y opinadores se convierten en patéticos cantantes que sólo saben interpretar una única canción, la suya, su gran éxito, el que les ha llevado a estar donde están, desde diferentes perspectivas, cada loco con su tema, pero compartiendo en su mayoría la incapacidad para afrontar este evento social que resucita el inexistente pulso de este fallecido país con la imprescindible nobleza necesaria para comprender las cosas desde otros mundos posibles.
Francamente, escuchando debates y tertulias, no sabría decir quién es peor, si los partidos o ese patético cuarto poder que tenemos en este país donde abunda el miedo a la libertad, a lo anárquico y cambiante de las situaciones genésicas, que aún están por cristalizar y que surgen casi como una necesidad incontrolable pulsional de desahogo y gasto, sin ningún propósito concreto, imperfectas y jamás a la medida de un sistema cuajado de ideas y valores.
Es jugar con las cartas marcadas exigir la perfección a algo que no es más que un puñetazo en la mesa.
Una actitud muy propia de aquellos que no saben en realidad a qué sabe o huele la libertad y que, como los mejores toreros de salón, sólo saben recitarla, hablar de ella, manosearla con la lengua hasta llenarla con sus babas y, por supuesto, cuestionando de paso desde lo que les separa a aquellos que se están atreviendo a cogerla por las solapas.
Hay una responsabilidad social también en esa famélica actitud moral, que constantemente pide cuentas, que no cesa de exigir dibujando inflexible la línea que separa lo bueno de lo malo, demandando del otro criticado la mera aceptación resignada de una verdad exhibida con la impúdica ostentación libertina del que vive el delirio de saberse siempre libre del error, del lado de los elegidos, en lo cierto.
Da mucha pena asistir al espectáculo de periodistas, comunicadores, sociólogos y politólogos pasando una y otra vez el dedo por la pared de este movimiento social en busca del menor atisbo de grasa, de suciedad, con las histéricas maneras de un Salieri ofendido en lo más profundo del alma.
Y es que casi siempre nos pierde lo analítico, la interminable y asintótica descomposición del hecho en mil y un detalles, proceso en el que siempre nos perdemos confundiendo la realidad con el deseo y en el que siempre terminamos topando con el seductor reflejo de aquello que deseamos encontrar.
Falta el punto de vista sintético, la visión global, el directo enfrentamiento con la superficie del hecho, que en este caso empieza simplemente por considerar que lo que está sucediendo por todo el país es el inevitable estallido social frente a una situación injusta de inicio.
La capacidad de tragar de las personas ha resultado tener un límite.
Y ante semejante situación tertulianos y opinadores se convierten en patéticos cantantes que sólo saben interpretar una única canción, la suya, su gran éxito, el que les ha llevado a estar donde están, desde diferentes perspectivas, cada loco con su tema, pero compartiendo en su mayoría la incapacidad para afrontar este evento social que resucita el inexistente pulso de este fallecido país con la imprescindible nobleza necesaria para comprender las cosas desde otros mundos posibles.
Francamente, escuchando debates y tertulias, no sabría decir quién es peor, si los partidos o ese patético cuarto poder que tenemos en este país donde abunda el miedo a la libertad, a lo anárquico y cambiante de las situaciones genésicas, que aún están por cristalizar y que surgen casi como una necesidad incontrolable pulsional de desahogo y gasto, sin ningún propósito concreto, imperfectas y jamás a la medida de un sistema cuajado de ideas y valores.
Es jugar con las cartas marcadas exigir la perfección a algo que no es más que un puñetazo en la mesa.
Una actitud muy propia de aquellos que no saben en realidad a qué sabe o huele la libertad y que, como los mejores toreros de salón, sólo saben recitarla, hablar de ella, manosearla con la lengua hasta llenarla con sus babas y, por supuesto, cuestionando de paso desde lo que les separa a aquellos que se están atreviendo a cogerla por las solapas.
Hay una responsabilidad social también en esa famélica actitud moral, que constantemente pide cuentas, que no cesa de exigir dibujando inflexible la línea que separa lo bueno de lo malo, demandando del otro criticado la mera aceptación resignada de una verdad exhibida con la impúdica ostentación libertina del que vive el delirio de saberse siempre libre del error, del lado de los elegidos, en lo cierto.
jueves, mayo 19, 2011
Ninguna luz tan clara como ésta,
la que tibia te ilumina
en la recién amanecida mañana.
Y aunque no los ves
sabes que hay caminos marcados
sobre las vacías aceras
que muy pronto serán habitadas,
caminos como el tuyo,
de subida o de bajada,
de ida o de vuelta
que serán andados con prisa...
o sin ella
por pasos como los tuyos
que respiran profundamente,
que se toman con calma
el complejo oficio de amanecer
a una vida que aguarda
en el mismo lugar donde quedó ayer.
la que tibia te ilumina
en la recién amanecida mañana.
Y aunque no los ves
sabes que hay caminos marcados
sobre las vacías aceras
que muy pronto serán habitadas,
caminos como el tuyo,
de subida o de bajada,
de ida o de vuelta
que serán andados con prisa...
o sin ella
por pasos como los tuyos
que respiran profundamente,
que se toman con calma
el complejo oficio de amanecer
a una vida que aguarda
en el mismo lugar donde quedó ayer.
miércoles, mayo 18, 2011
Declaro que la manifestación de Sol no afecta a mi libertad de voto.
La Junta Electoral no habla por mi y no siento que me represente en ese auto..
Constitución Española
Artículo 21.
1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.
2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
La protesta crece en Sol a pesar de la prohibición de la Junta
Miles de personas desafían a la Junta Electoral y se concentran en Sol
Los 'indignados' consiguen abarrotar plaza Catalunya a ritmo de cacerolada
La Junta Electoral no habla por mi y no siento que me represente en ese auto..
Constitución Española
Artículo 21.
1. Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no necesitará autorización previa.
2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación previa a la autoridad, que solo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración del orden público, con peligro para personas o bienes.
La protesta crece en Sol a pesar de la prohibición de la Junta
Miles de personas desafían a la Junta Electoral y se concentran en Sol
Los 'indignados' consiguen abarrotar plaza Catalunya a ritmo de cacerolada
"Así como el turismo fragmenta el panorama cultural, delimitando sus pedazos en áreas turísticas mercantilizadas, ahora tiene lugar un proceso similar en la plaza pública. Durante siglos, la plaza pública se ha considerado un bien cultural común, un espacio abierto donde la gente se reunía, se comunicaba, compartía su experiencia, y se involucraba en diversos intercambios culturales, como festivales, desfiles, ceremonias, deportes, entretenimiento y compromiso ciudadano. Aunque el comercio también se desarrollaba tradicionalmente en la plaza pública, siempre se ha considerado una actividad derivada. La actividad principal siempre ha sido la creación y preservación del capital social, no el mercantil. La plaza pública siempre ha estado abierta a cualquiera, rico o pobre, sin vigilantes ni peajes. Todos convenían en que era el lugar donde la cultura, en todas sus formas, crecía y se reproducía.
Ahora, en menos de treinta años, la plaza pública —el lugar de encuentro de la cultura no ha hecho sino desaparecer, devorada por una concepción radical y novedosa de las reuniones pú-blicas. Si durante siglos la actividad mercantil fue secundaria con respecto a la actividad cultural —en realidad, una derivación suya, hoy la relación se ha invertido. En nuestros días, las actividades culturales que antes tenían lugar en la plaza pública se han recluido en centros comerciales cerra-dos, convirtiéndose en una mercancía a la venta. El centro comercial ha creado una nueva arquitec-tura para la asamblea pública, inscrita en el mundo del comercio, en el que la cultura existe en for-ma de experiencia mercantilizada. En este sentido, el centro comercial tiene mucho en común con la moderna industria del turismo."
(La era del acceso. Jeremy Rifkin)
Ahora, en menos de treinta años, la plaza pública —el lugar de encuentro de la cultura no ha hecho sino desaparecer, devorada por una concepción radical y novedosa de las reuniones pú-blicas. Si durante siglos la actividad mercantil fue secundaria con respecto a la actividad cultural —en realidad, una derivación suya, hoy la relación se ha invertido. En nuestros días, las actividades culturales que antes tenían lugar en la plaza pública se han recluido en centros comerciales cerra-dos, convirtiéndose en una mercancía a la venta. El centro comercial ha creado una nueva arquitec-tura para la asamblea pública, inscrita en el mundo del comercio, en el que la cultura existe en for-ma de experiencia mercantilizada. En este sentido, el centro comercial tiene mucho en común con la moderna industria del turismo."
(La era del acceso. Jeremy Rifkin)
DOMINIQUE STRAUSS-KHAN
Me cuesta creer que alguien tan irresponsable como para arriesgarse a hacer públicos sus vicios privados de una manera tan expuesta, como un jefe de cajeras de una gran superficie, pasándose por la bragueta su pasado, presente y futuro haya llegado tan alto.
Me cuesta creerlo, pero quizá sea cierto y las cosas estén así de mal, tan mal como para que cualquiera pueda llegar a presidir el Fondo monetario Internacional.
En cualquier caso, y de resultar culpable el señor Khan, el hecho no dejará de ser uno de esos eventos extraordinarios, tan metafóricamente palmarios que hablan sin parar por si solos a quién quiera o pueda escucharlos.
Tan simple como ésto: el gran papa del dinero violando al más humilde de los trabajadores.
Pura, sangrante y caliente metáfora de este mundo en que vivimos.
Me cuesta creer que alguien tan irresponsable como para arriesgarse a hacer públicos sus vicios privados de una manera tan expuesta, como un jefe de cajeras de una gran superficie, pasándose por la bragueta su pasado, presente y futuro haya llegado tan alto.
Me cuesta creerlo, pero quizá sea cierto y las cosas estén así de mal, tan mal como para que cualquiera pueda llegar a presidir el Fondo monetario Internacional.
En cualquier caso, y de resultar culpable el señor Khan, el hecho no dejará de ser uno de esos eventos extraordinarios, tan metafóricamente palmarios que hablan sin parar por si solos a quién quiera o pueda escucharlos.
Tan simple como ésto: el gran papa del dinero violando al más humilde de los trabajadores.
Pura, sangrante y caliente metáfora de este mundo en que vivimos.
"La Junta Electoral considera, además, que "la petición del voto responsable", a la que hacen referencia los convocantes, "puede afectar a la campaña electoral y a la libertad del derecho de los ciudadanos al ejercicio del voto"
(La Junta Electoral Provincial prohíbe la concentración de Sol, El Mundo)
Está claro!
Pedir el voto responsable es un acto condenable, que puede afectar a la campaña electoral y a la libertad de los ciudadanos que prefieran optar por un voto irresponsable, o sea, el habitual (que es lo que deduzco del auto del tribunal).
¿Desde cuándo es condenable una llamada al voto responsable?
¿Dónde está el peligro?
¿Es tan idiota la gente como para que un tribunal tenga que hacer un auto tan estúpido?
Me falta un auto que reconozca que lo importante es pasar el trámite, que los ciudadanos voten, cuanto antes como sea... pero que voten.
A este paso quizá sea el próximo.
SOMEWHERE
Me gusta mucho "Somewhere".
Desde Wim Wenders creo que nadie como Sofía Coppola ha sido capaz de filmar los silencios, las transiciones, los tiempos muertos de una vida con la intensidad que realmente tienen. Porque "Somewhere" nos cuenta de manera magistral un interludio dentro de la vida de una estrella de Hollywood llamada Johnny Marco (Stephen Dorff).
Parece que algo importante ha sucedido antes de que el tiempo de la película se convierta en imágenes y también parece que algo va a suceder después de que la película acabe y las imágenes terminen en un fundido a negro.
El territorio donde sucede "Somewhere" es un lugar desordenado de vacío y desconcierto. Apenas hay diálogos. Las cosas simplemente están, simplemente suceden y bajo su aparente insignificancia cotidiana en realidad son una constante y fina lluvia que va erosionando un "algo" que el espectador solo puede intuir en el inescrutable interior de Marco.
Y es pasmoso el brillante modo con que Coppola nos muestra lo inefable de la existencia. De todo modo "Somewhere" es un genial ejercicio de contar aquello que no se puede contar, las mil y una variables que componen cada instante, los mil y uno factores que nos afectan, el invisible efecto que las buenas o malas compañías ejercen sobre nosotros, el modo en que nos influyen y determinan nuestras decisiones futuras... si es que al final no optamos por permanecer bajo el sol, en la piscina, un poco más de tiempo.
Genial.
Me gusta mucho "Somewhere".
Desde Wim Wenders creo que nadie como Sofía Coppola ha sido capaz de filmar los silencios, las transiciones, los tiempos muertos de una vida con la intensidad que realmente tienen. Porque "Somewhere" nos cuenta de manera magistral un interludio dentro de la vida de una estrella de Hollywood llamada Johnny Marco (Stephen Dorff).
Parece que algo importante ha sucedido antes de que el tiempo de la película se convierta en imágenes y también parece que algo va a suceder después de que la película acabe y las imágenes terminen en un fundido a negro.
El territorio donde sucede "Somewhere" es un lugar desordenado de vacío y desconcierto. Apenas hay diálogos. Las cosas simplemente están, simplemente suceden y bajo su aparente insignificancia cotidiana en realidad son una constante y fina lluvia que va erosionando un "algo" que el espectador solo puede intuir en el inescrutable interior de Marco.
Y es pasmoso el brillante modo con que Coppola nos muestra lo inefable de la existencia. De todo modo "Somewhere" es un genial ejercicio de contar aquello que no se puede contar, las mil y una variables que componen cada instante, los mil y uno factores que nos afectan, el invisible efecto que las buenas o malas compañías ejercen sobre nosotros, el modo en que nos influyen y determinan nuestras decisiones futuras... si es que al final no optamos por permanecer bajo el sol, en la piscina, un poco más de tiempo.
Genial.
martes, mayo 17, 2011
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