Tiene buena pinta...
sábado, abril 28, 2012
EL SABOR DE LAS CEREZAS
Un hombre cansado de vivir conduce por las afueras de Teherán en busca de alguien que le ayude a suicidarse.
En su vagabundear sin rumbo por carreteras sinuosas y áridas colinas entrará en contacto con una serie de personajes, que parecen tan perdidos como él, y que reaccionarán de manera diferente ante lo inesperado y sorprendente de su propuesta... El señor Badii les llevará a un lugar, donde a la sombra de un árbol hay un agujero. Sólo les pide que se presentan al día siguiente a primera hora de la mañana y pronuncien su nombre dos veces. En el caso de que les conteste, deberán ayudarle a salir. En el caso de que no haya contestación deberán echar 20 paladas de tierra sobre el agujero. A cambio de esa acción, Badii les ofrece una importante cantidad de dinero.
Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, "El sabor de las cerezas" consolidó la carrera de su director Abbas Kiarostami y su imagen de creador capaz de generar propuestas estimulantes desde la perspectiva del cine de autor.
Y "El sabor de las cerezas" lo es.
La poética asiática, la demanda de Badii o el cuento que una de las personas con las que Badii topa la relata y del que se deduce el titulo, tiene su encanto.
La recuperación del perdido sabor de la vida a través del sabor de las pequeñas cosas es uno de los grandes temas de la poesía e imagino que gran parte de los espectadores que disfrutan de esta película encuentran el atractivo en esta reivindicación de la vida que el astuto Kierostami sitúa en un paraje desértico, en los arrabales perdidos de una gran ciudad como debe ser Teherán, entre colinas polvorientas cruzadas por caminos sinuosos, que sin duda pueden ser metáforas del difícil camino de una vida tal y como la ve el protagonista quién sólo pide encontrar a alguien que le ayude a quedarse para siempre a un lado del camino y a la sombra de un árbol... Omar Khayam, Li-Po, Tagore, Gibran...pero a mi no termina de llegarme. Principalmente porque Kiarostami no es ninguno de ellos
Encuentro que su planteamiento es demasiado fácil y esquemático, carente precisamente de éso... de poesía, y aún queriendo serlo el resultado es un algo, un mecanismo de simulación, como esos poemas a la madre y a la rosa que los miserables componen con exceso de rima para demostrarnos su lado humano.
Y a mi esas cosas no me ponen.
Sobre un tema tan serio encuentro que hace falta algo más que un no te suicides porque te vas a perder el sabor de las cerezas... como si todos los suicidas fuesen gilipollas y el secreto de la vida descansase en las palabras de otro gilipollas que para vivir tiene que ponerse de cerezas hasta el culo....
Es para suicidarse, de verdad y también para reflexionar sobre la manera tan superficial con que un tema tan complejo suele ser tratado, como si los que se suicidan no tomasen cerezas.
Espero que si algún día decido matarme no tenga además que toparme con alguien así, ojalá encuentre a alguien con un discurso más poderoso y sobre todo sincero.
No obstante, y pese a todo, "El sabor de las cerezas" no es una película desdeñable en absoluto.
Salvado precisamente el tema que le da titulo, la película ofrece otra serie de estimulantes perspectivas.
Principalmente, la puesta por obra de la decepción que el protagonista siente ante la negativa de los primeros personajes a quienes les hace la propuesta, un soldado y un seminarista. Ninguno de los dos acepta. Pese a que el señor Badii les ofrece una importante cantidad de dinero.
Me interesa el discurso que habla de lo que no se puede comprar... Y me decepciona que Kierostami no siga por ahí prefiriendo optar por la superficialidad sin compromiso de la poesía mal empleada.
Pero el caso es que hay cosas que todavía no se pueden comprar, aunque cada vez más, y de manera inconsciente empecemos a pensar lo contrario.
Y el sabor de las pequeñas cosas me llena mucho menos como razón para vivir que el sabor de las grandes, de esas cosas en las que uno cree o siente firmemente y que componen el sentido de una vida y que hacen que las cerezas sepan mucho mejor.
Por ahí siento que "El sabor de las cerezas" cojea, desdeñando planteamientos más complejos y profundos para convertirse en una especie de cine de autor de autoayuda, la película que haría Paulo Coelho si sus abogados y asesores de inversión se lo permitieran.
Fácil y desaprovechada... como alguna mujer que conozco.
Un hombre cansado de vivir conduce por las afueras de Teherán en busca de alguien que le ayude a suicidarse.
En su vagabundear sin rumbo por carreteras sinuosas y áridas colinas entrará en contacto con una serie de personajes, que parecen tan perdidos como él, y que reaccionarán de manera diferente ante lo inesperado y sorprendente de su propuesta... El señor Badii les llevará a un lugar, donde a la sombra de un árbol hay un agujero. Sólo les pide que se presentan al día siguiente a primera hora de la mañana y pronuncien su nombre dos veces. En el caso de que les conteste, deberán ayudarle a salir. En el caso de que no haya contestación deberán echar 20 paladas de tierra sobre el agujero. A cambio de esa acción, Badii les ofrece una importante cantidad de dinero.
Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, "El sabor de las cerezas" consolidó la carrera de su director Abbas Kiarostami y su imagen de creador capaz de generar propuestas estimulantes desde la perspectiva del cine de autor.
Y "El sabor de las cerezas" lo es.
La poética asiática, la demanda de Badii o el cuento que una de las personas con las que Badii topa la relata y del que se deduce el titulo, tiene su encanto.
La recuperación del perdido sabor de la vida a través del sabor de las pequeñas cosas es uno de los grandes temas de la poesía e imagino que gran parte de los espectadores que disfrutan de esta película encuentran el atractivo en esta reivindicación de la vida que el astuto Kierostami sitúa en un paraje desértico, en los arrabales perdidos de una gran ciudad como debe ser Teherán, entre colinas polvorientas cruzadas por caminos sinuosos, que sin duda pueden ser metáforas del difícil camino de una vida tal y como la ve el protagonista quién sólo pide encontrar a alguien que le ayude a quedarse para siempre a un lado del camino y a la sombra de un árbol... Omar Khayam, Li-Po, Tagore, Gibran...pero a mi no termina de llegarme. Principalmente porque Kiarostami no es ninguno de ellos
Encuentro que su planteamiento es demasiado fácil y esquemático, carente precisamente de éso... de poesía, y aún queriendo serlo el resultado es un algo, un mecanismo de simulación, como esos poemas a la madre y a la rosa que los miserables componen con exceso de rima para demostrarnos su lado humano.
Y a mi esas cosas no me ponen.
Sobre un tema tan serio encuentro que hace falta algo más que un no te suicides porque te vas a perder el sabor de las cerezas... como si todos los suicidas fuesen gilipollas y el secreto de la vida descansase en las palabras de otro gilipollas que para vivir tiene que ponerse de cerezas hasta el culo....
Es para suicidarse, de verdad y también para reflexionar sobre la manera tan superficial con que un tema tan complejo suele ser tratado, como si los que se suicidan no tomasen cerezas.
Espero que si algún día decido matarme no tenga además que toparme con alguien así, ojalá encuentre a alguien con un discurso más poderoso y sobre todo sincero.
No obstante, y pese a todo, "El sabor de las cerezas" no es una película desdeñable en absoluto.
Salvado precisamente el tema que le da titulo, la película ofrece otra serie de estimulantes perspectivas.
Principalmente, la puesta por obra de la decepción que el protagonista siente ante la negativa de los primeros personajes a quienes les hace la propuesta, un soldado y un seminarista. Ninguno de los dos acepta. Pese a que el señor Badii les ofrece una importante cantidad de dinero.
Me interesa el discurso que habla de lo que no se puede comprar... Y me decepciona que Kierostami no siga por ahí prefiriendo optar por la superficialidad sin compromiso de la poesía mal empleada.
Pero el caso es que hay cosas que todavía no se pueden comprar, aunque cada vez más, y de manera inconsciente empecemos a pensar lo contrario.
Y el sabor de las pequeñas cosas me llena mucho menos como razón para vivir que el sabor de las grandes, de esas cosas en las que uno cree o siente firmemente y que componen el sentido de una vida y que hacen que las cerezas sepan mucho mejor.
Por ahí siento que "El sabor de las cerezas" cojea, desdeñando planteamientos más complejos y profundos para convertirse en una especie de cine de autor de autoayuda, la película que haría Paulo Coelho si sus abogados y asesores de inversión se lo permitieran.
Fácil y desaprovechada... como alguna mujer que conozco.
viernes, abril 27, 2012
"No me gustó la decisión del presidente Obama de describir a los republicanos como darwinistas sociales en un discurso a principios de este mes; no porque pensase que estaba equivocado, sino porque me preguntaba cuántos votantes entenderían su razonamiento. ¿Cuántas personas saben quién fue Herbert Spencer? (Él acuñó la expresión “supervivencia de los mejor adaptados”).
Resulta, sin embargo, que los intelectuales de derechas están furiosos porque... bueno, es un poco desconcertante. Una de sus quejas es que algunos darwinistas sociales del siglo XIX eran racistas; bueno, muchas personas del siglo XIX en general eran racistas, pero el racismo no es el fundamento de la doctrina.
La otra es que los conservadores modernos no quieren ver a la gente pobre morir en sentido literal. ¿Y?
Como dice Jonathan Chait, un analista de New York Magazine, la característica verdaderamente definitoria del darwinismo social es la idea de que las grandes desigualdades son necesarias y apropiadas. Y eso es sin lugar a dudas lo que cree la derecha actual, que es la idea que se pretende ocultar con toda esa falsa indignación sobre el calificativo de darwinista."
(El asombroso despliegue de mezquindad de un legislador republicano, Paul Krugman)
Resulta, sin embargo, que los intelectuales de derechas están furiosos porque... bueno, es un poco desconcertante. Una de sus quejas es que algunos darwinistas sociales del siglo XIX eran racistas; bueno, muchas personas del siglo XIX en general eran racistas, pero el racismo no es el fundamento de la doctrina.
La otra es que los conservadores modernos no quieren ver a la gente pobre morir en sentido literal. ¿Y?
Como dice Jonathan Chait, un analista de New York Magazine, la característica verdaderamente definitoria del darwinismo social es la idea de que las grandes desigualdades son necesarias y apropiadas. Y eso es sin lugar a dudas lo que cree la derecha actual, que es la idea que se pretende ocultar con toda esa falsa indignación sobre el calificativo de darwinista."
(El asombroso despliegue de mezquindad de un legislador republicano, Paul Krugman)
"Europa necesita crecer; no basta con el látigo de las reformas, de los recortes. No basta con usar la tijera: ese es el mensaje. Las miserias de Atenas, Lisboa y Dublín empiezan a verse en las calles de Madrid y Roma: palabras mayores. Y de alguna manera esos miedos están a las puertas de París y Ámsterdam, el núcleo duro de Europa: palabras aun mayores...
... Y sin embargo el presidente del BCE, Mario Draghi, dio un giro que puede ser fundamental en la gestión de la crisis europea, y que indica que los equilibrios de fuerzas han cambiado. Draghi insistió durante un largo discurso en el Europarlamento con la consabida necesidad de recortes y reformas, pero al ser preguntado por Francia sacó la pistola y disparó lo que parece el tiro de gracia al fundamentalismo de la austeridad que domina la política económica europea desde hace meses. "Europa necesita un pacto por el crecimiento", espetó Draghi."
(Las voces contra el ajuste de Merkel se multiplican en Europa, El Pais)
Y no nos olvidemos del fracaso del pomposo Cameron en Gran Bretaña.
(Las voces contra el ajuste de Merkel se multiplican en Europa, El Pais)
Y no nos olvidemos del fracaso del pomposo Cameron en Gran Bretaña.
"Tan importante para el cambio o incluso más aún ha sido: primero, la caída del Gobierno en los Países Bajos, pues el Gobierno conservador de Rutte era y es un aliado esencial de Alemania. Segundo, que el Fondo Monetario Internacional pasara a cuestionar públicamente la rigidez con la que la estrategia de austeridad se está aplicando. Tercero, el fracaso de las políticas de austeridad en el Reino Unido, donde Cameron, otro adalid de la austeridad, no ha podido generar crecimiento ni siquiera con el respaldo de los bajísimos tipos de interés sobre su deuda garantizados por el Banco de Inglaterra. Y cuarto y último, la sucesión de datos económicos negativos a lo largo de toda Europa han mostrado que el desacoplamiento económico entre los países del Norte, que irían creciendo como resultado de sus virtuosas políticas, y del Sur, que tendrían que esperar a crecer hasta que tuvieran efecto las reformas, es imposible."
(Rebelión a bordo, El Pais)
(Rebelión a bordo, El Pais)
A la final!
"El Pupas" nos llaman, "sufridores", nos llaman, "del Atleti, pobre", dicen. No saben que, con esos goles en contra en el último minuto, con esas desgracias pequeñas, con esas cuestas arriba que el Atleti debe subir cuando para el resto es llano, tenemos una suerte inmensa. Tenemos la suerte de ver cómo, incluso entre la tierra podrida por la inoperancia y la avaricia de los del palco, de vez en cuando nos sale una flor preciosa. Tenemos la inmensa suerte de tener una afición que, aunque a veces sea excesivamente permisiva, maternal de puro leal, blanda de puro entregada, sepa bien lo que somos. Tenemos la suerte gigante de alegrarnos de nuestros triunfos sin esa angustia de algunos equipos ricos y poderosos que no disfrutan nada que no sea ganar todo y ganarlo ya, aplastando rivales en las portadas a todo color. Llegados a este punto, casi da pena de ver a los seguidores de los equipos más mediáticos y artificiales, siempre ansiosos y enfadados, siempre presionados por tonterías, con la rabieta del hijo de papá que monta en cólera porque aún no llega al concesionario su carísimo coche del color exigido."
(¡Qué suerte tenemos, oiga!, El Rojo y el Blanco)
"El Pupas" nos llaman, "sufridores", nos llaman, "del Atleti, pobre", dicen. No saben que, con esos goles en contra en el último minuto, con esas desgracias pequeñas, con esas cuestas arriba que el Atleti debe subir cuando para el resto es llano, tenemos una suerte inmensa. Tenemos la suerte de ver cómo, incluso entre la tierra podrida por la inoperancia y la avaricia de los del palco, de vez en cuando nos sale una flor preciosa. Tenemos la inmensa suerte de tener una afición que, aunque a veces sea excesivamente permisiva, maternal de puro leal, blanda de puro entregada, sepa bien lo que somos. Tenemos la suerte gigante de alegrarnos de nuestros triunfos sin esa angustia de algunos equipos ricos y poderosos que no disfrutan nada que no sea ganar todo y ganarlo ya, aplastando rivales en las portadas a todo color. Llegados a este punto, casi da pena de ver a los seguidores de los equipos más mediáticos y artificiales, siempre ansiosos y enfadados, siempre presionados por tonterías, con la rabieta del hijo de papá que monta en cólera porque aún no llega al concesionario su carísimo coche del color exigido."
(¡Qué suerte tenemos, oiga!, El Rojo y el Blanco)
jueves, abril 26, 2012
lunes, abril 23, 2012
domingo, abril 22, 2012
WAR HORSE
"War Horse" está entre las mejores películas de su director, Steven Spielberg.
Buena parte del cine del director norteamericano pivota sobre las emociones, sobre lo sentimental y en este sentido "War Horse" es tremenda y poderosamente sentimental, en algunos momentos peligrosamente lindando con lo cursi, pero, y pese a todo, "War Horse" es una película brillante, más que estimable.
Su principal virtud, para mi gusto, es conectar directamente con eso que se llama "cine clásico" y que remite a una edad dorada en el que lo espectacular del cine se combinaba con lo narrativo, con historias construidas como perfectos mecanismos para despertar las emociones en el público.
Y en este sentido, "War Horse" es un mecanismo perfecto que remite a esa utopía sentimental en el que la presunta bondad de los hombres lucha por prevalecer un mundo seguramente complicado y en el que el principal acto heroísmo, lo que diviniza a los héroes, es su capacidad para permanecer intactos en su positiva percepción de las cosas, de cómo debieran ser, pese a los golpes y contratiempos que depara el destino.
En "War Horse" hay muchos personajes que confían, que se preocupan, que cuidan, que esperan, que dan, que colaboran, que ayudan, que perdonan, que se sacrifican y todo sucediendo en el peor de los entornos, el del frente occidental de la primera guerra mundial.
Personajes que no pueden dejar de ser lo que son y cuyas vidas se enlazan en torno a la trayectoria de un caballo, cuya presencia vertebra una sucesión de magníficos episodios en el que el ser humano y su tragedia es el auténtico protagonista.
Existe una utopía sentimental y Spielberg es el último en ponerla por obra, una utopía que confía en el ser humano y su capacidad para sobreponerse al animal que todos llevamos dentro.
El francés Stephane Hassel siempre cuenta que los primeros en morir en los campos de concentración eran aquellos que aceptaban la realidad en la que estaban sin luchar, sin hacer el esfuerzo sentimental por imponerse a ella de alguna manera. Y es de esa extraña materia, tan infravalorada en estos tiempos tan pragmáticos y cínicos, de la que están hechos los mejores personajes de "War Horse".
Y en este sentido el caballo que protagoniza la historia con su pureza esencial se convierte en el elemento catárquico, la victima máxima de una realidad retorcida y complicada que le ha convertido en simple instrumento y que despierta en los personajes esa bondad que todos y cada uno de ellos, en la medida de sus posibilidades, tienen el inmenso valor de asumir.
Ser tocados por la bondad es una de las mejores cosas que nos pueden suceder en la vida.
No es ninguna tontería "War Horse".
Brillante.
"War Horse" está entre las mejores películas de su director, Steven Spielberg.
Buena parte del cine del director norteamericano pivota sobre las emociones, sobre lo sentimental y en este sentido "War Horse" es tremenda y poderosamente sentimental, en algunos momentos peligrosamente lindando con lo cursi, pero, y pese a todo, "War Horse" es una película brillante, más que estimable.
Su principal virtud, para mi gusto, es conectar directamente con eso que se llama "cine clásico" y que remite a una edad dorada en el que lo espectacular del cine se combinaba con lo narrativo, con historias construidas como perfectos mecanismos para despertar las emociones en el público.
Y en este sentido, "War Horse" es un mecanismo perfecto que remite a esa utopía sentimental en el que la presunta bondad de los hombres lucha por prevalecer un mundo seguramente complicado y en el que el principal acto heroísmo, lo que diviniza a los héroes, es su capacidad para permanecer intactos en su positiva percepción de las cosas, de cómo debieran ser, pese a los golpes y contratiempos que depara el destino.
En "War Horse" hay muchos personajes que confían, que se preocupan, que cuidan, que esperan, que dan, que colaboran, que ayudan, que perdonan, que se sacrifican y todo sucediendo en el peor de los entornos, el del frente occidental de la primera guerra mundial.
Personajes que no pueden dejar de ser lo que son y cuyas vidas se enlazan en torno a la trayectoria de un caballo, cuya presencia vertebra una sucesión de magníficos episodios en el que el ser humano y su tragedia es el auténtico protagonista.
Existe una utopía sentimental y Spielberg es el último en ponerla por obra, una utopía que confía en el ser humano y su capacidad para sobreponerse al animal que todos llevamos dentro.
El francés Stephane Hassel siempre cuenta que los primeros en morir en los campos de concentración eran aquellos que aceptaban la realidad en la que estaban sin luchar, sin hacer el esfuerzo sentimental por imponerse a ella de alguna manera. Y es de esa extraña materia, tan infravalorada en estos tiempos tan pragmáticos y cínicos, de la que están hechos los mejores personajes de "War Horse".
Y en este sentido el caballo que protagoniza la historia con su pureza esencial se convierte en el elemento catárquico, la victima máxima de una realidad retorcida y complicada que le ha convertido en simple instrumento y que despierta en los personajes esa bondad que todos y cada uno de ellos, en la medida de sus posibilidades, tienen el inmenso valor de asumir.
Ser tocados por la bondad es una de las mejores cosas que nos pueden suceder en la vida.
No es ninguna tontería "War Horse".
Brillante.
" A un ritmo de dos al día. Un pequeño empresario y un trabajador se sienten empujados diariamente a las vías del tren o a la horca por la desesperación que les provoca la crisis. No se llega todavía al récord espantoso de los griegos —1.725 suicidios en los dos últimos años—, pero la progresión es tan alarmante que hasta el primer ministro Mario Monti, tan católico, nombró al diablo por su nombre. “Todos los días luchamos para evitar caer en el dramático precipicio de Grecia, con tantos empleos perdidos y tantos suicidios”, dijo."
(La crisis cercena vidas en Italia, El País)
Seguramente podemos empezar a hablar de actos de agresión y no de medidas económicas.
Seguramente se debería empezar a pedir, cómo mínimo, a los responsables del Banco Central Europeo y de la gestión económica del gobierno alemán, responsabilidad por crímenes económicos contra la humanidad.
(La crisis cercena vidas en Italia, El País)
Seguramente podemos empezar a hablar de actos de agresión y no de medidas económicas.
Seguramente se debería empezar a pedir, cómo mínimo, a los responsables del Banco Central Europeo y de la gestión económica del gobierno alemán, responsabilidad por crímenes económicos contra la humanidad.
"En cierta forma, no importa realmente cómo ha llegado España a este punto, pero por si sirve de algo, la historia española no se parece en nada a las historias moralistas tan populares entre las autoridades europeas, especialmente en Alemania. España no era derrochadora desde un punto de vista fiscal; en los albores de la crisis tenía una deuda baja y superávit presupuestario. Desgraciadamente, también tenía una enorme burbuja inmobiliaria, que fue posible en gran medida gracias a los grandes préstamos de los bancos alemanes a sus homólogos españoles. Cuando la burbuja estalló, la economía española fue abandonada a su suerte. Los problemas fiscales españoles son una consecuencia de su depresión, no su causa."
(El suicidio económico de Europa, El Pais)
ALEKSANDRA
Dirigida en 2007 por el ruso Alexander Sokurov, "Aleksandra" es una historia sencilla, de un claro tinte neorrealista, que nos cuenta la visita de una vieja dama a la guerra de Chechenia.
La protagonista, Aleksandra Nicolaevna es una abuela que viaja hasta el destacamento del ejército ruso donde está destinado su nieto del que hace tiempo que no sabe nada.
Una vez allí la cámara seguirá los lentos pasos de Aleksandra por entre las figuras que componen el paisaje de esa perdida y desconocida guerra librada en el interior de Asia Central..
A través de la mirada compasiva de la anciana, Sokurov nos muestra el retrato humano de una realidad que ante la presencia ajena y catárquica de la protagonista parece cobrar por un momento conciencia de su radical absurdo.
Hay muchas miradas en "Aleksandra".
Miradas de soldados rusos y de civiles chechenos.
Miradas que generalmente miran a la anciana, que parecen sentir el aroma de otro mundo, otro mundo tranquilo y en paz, que ella representa y trae consigo, pero que se les antoja irreal, astronomicamente distante, pero que terminan echando de menos
Ante sus ojos la anciana parece transfigurarse convirtiéndose en la viva encarnación de la Gran Madre Rusia, una madre impotente que contempla con melancolía el triste destino de sus hijos.
Algo huele a podrido en la Gran Casa Rusa.
Brillante.
Dirigida en 2007 por el ruso Alexander Sokurov, "Aleksandra" es una historia sencilla, de un claro tinte neorrealista, que nos cuenta la visita de una vieja dama a la guerra de Chechenia.
La protagonista, Aleksandra Nicolaevna es una abuela que viaja hasta el destacamento del ejército ruso donde está destinado su nieto del que hace tiempo que no sabe nada.
Una vez allí la cámara seguirá los lentos pasos de Aleksandra por entre las figuras que componen el paisaje de esa perdida y desconocida guerra librada en el interior de Asia Central..
A través de la mirada compasiva de la anciana, Sokurov nos muestra el retrato humano de una realidad que ante la presencia ajena y catárquica de la protagonista parece cobrar por un momento conciencia de su radical absurdo.
Hay muchas miradas en "Aleksandra".
Miradas de soldados rusos y de civiles chechenos.
Miradas que generalmente miran a la anciana, que parecen sentir el aroma de otro mundo, otro mundo tranquilo y en paz, que ella representa y trae consigo, pero que se les antoja irreal, astronomicamente distante, pero que terminan echando de menos
Ante sus ojos la anciana parece transfigurarse convirtiéndose en la viva encarnación de la Gran Madre Rusia, una madre impotente que contempla con melancolía el triste destino de sus hijos.
Algo huele a podrido en la Gran Casa Rusa.
Brillante.
viernes, abril 20, 2012
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