No hay nada como la inteligencia y en "Orange is the new black" abunda, comunicada con un afilado e indiscriminado sentido del humor que, dada su escasez en este mundo cada vez más bárbaro y estúpido, se agradece cuando se encuentra.
Basada en las experiencias reales de Piper Chapman en una cárcel de mujeres, la serie nos cuenta las peripecias de una WASP (White anglosaxon protestant), la base de la élite social norteamericana, en una penitenciaria donde, por inexorable lógica social, van a parar mujeres de los estratos más bajos de la sociedad de los Estados Unidos.
En ese correccional hay muy pocas mujeres blancas como Piper, quien incluso está ahí casi por propia iniciativa -puesto que se entrega a las autoridades por un delito de tráfico de drogas cometido hace diez años- y sin explotar las posibilidades que el sistema ofrece para escapar de las últimas consecuencias a los de su clase.
Sobre esta base la serie trabaja en varios niveles narrativos.
Por un lado, las historias que han llevado entre rejas a las mujeres que protagonizan la serie, por otro las historias y situaciones que produce la propia vida en la cárcel y finalmente, la mas interesante de todas para mi gusto, el modo en que alguien tan extraño a ese mundo como Piper se enfrenta a su situación.
Son memorables los primeros momentos, en los primeros capítulos de esta temporada, en los que Piper intenta recurrir a la políticamente correcto para enfrentarse a las situaciones reales consecuencia de su vida en la cárcel.
Por no hablar de la alianza que Sam Healy, uno de los jefes de la prisión, pretende establecer con ella por el simple hecho de ser quién es y venir donde viene, como si por encima de la diferente posición que ocupan cada uno debiera unirles un vinculo de clase aún mayor.
En definitiva, hay mucho y muy bueno en todos y cada uno de los 13 capítulos que componen la primera temporada de la serie.
Bien mirado una prisión es el lugar perfecto para construir con inteligencia una crónica de los naufragios que está provocando el sueño de la américa neoliberal, enfrentándolos además desde la asustada y perpleja mirada de un miembro, aunque sólo sea por adscripción, de esa élite.
No obstante, y como tantas veces sucede, la propuesta que ofrece "Orange is the new black" podría quedarse en una buena idea mal desarrollada... pero este no es el caso. El modo irreverente y destroyer en que se cuenta, el afilado sentido del humor a través del cual se vehiculan situaciones descarnadas, terribles, casi terminales; situaciones en las que se entremezcla lo sorprendente y a veces lo cómico. Por no hablar de los propios personajes construidos todos y cada uno de ellos con un algo, más o menos cómico, más o menos terrible, más o menos trágico, que los hace especiales y dignos de ser escuchados y vistos.
Y junto a ésto, por si no fuera poco, las magnificas interpretaciones de un reparto coral, encabezado por una magnífica y desconocida para mi Taylor Schilling. Un reparto mayoritariamente femenino tras el que destella una maestría incuestionable en el casting.
Todo ello contribuye a hacer de "Orange is the new black" en su primera temporada una experiencia absolutamente recomendable.
Basada en las experiencias reales de Piper Chapman en una cárcel de mujeres, la serie nos cuenta las peripecias de una WASP (White anglosaxon protestant), la base de la élite social norteamericana, en una penitenciaria donde, por inexorable lógica social, van a parar mujeres de los estratos más bajos de la sociedad de los Estados Unidos.
En ese correccional hay muy pocas mujeres blancas como Piper, quien incluso está ahí casi por propia iniciativa -puesto que se entrega a las autoridades por un delito de tráfico de drogas cometido hace diez años- y sin explotar las posibilidades que el sistema ofrece para escapar de las últimas consecuencias a los de su clase.
Sobre esta base la serie trabaja en varios niveles narrativos.
Por un lado, las historias que han llevado entre rejas a las mujeres que protagonizan la serie, por otro las historias y situaciones que produce la propia vida en la cárcel y finalmente, la mas interesante de todas para mi gusto, el modo en que alguien tan extraño a ese mundo como Piper se enfrenta a su situación.
Son memorables los primeros momentos, en los primeros capítulos de esta temporada, en los que Piper intenta recurrir a la políticamente correcto para enfrentarse a las situaciones reales consecuencia de su vida en la cárcel.
Por no hablar de la alianza que Sam Healy, uno de los jefes de la prisión, pretende establecer con ella por el simple hecho de ser quién es y venir donde viene, como si por encima de la diferente posición que ocupan cada uno debiera unirles un vinculo de clase aún mayor.
En definitiva, hay mucho y muy bueno en todos y cada uno de los 13 capítulos que componen la primera temporada de la serie.
Bien mirado una prisión es el lugar perfecto para construir con inteligencia una crónica de los naufragios que está provocando el sueño de la américa neoliberal, enfrentándolos además desde la asustada y perpleja mirada de un miembro, aunque sólo sea por adscripción, de esa élite.
No obstante, y como tantas veces sucede, la propuesta que ofrece "Orange is the new black" podría quedarse en una buena idea mal desarrollada... pero este no es el caso. El modo irreverente y destroyer en que se cuenta, el afilado sentido del humor a través del cual se vehiculan situaciones descarnadas, terribles, casi terminales; situaciones en las que se entremezcla lo sorprendente y a veces lo cómico. Por no hablar de los propios personajes construidos todos y cada uno de ellos con un algo, más o menos cómico, más o menos terrible, más o menos trágico, que los hace especiales y dignos de ser escuchados y vistos.
Y junto a ésto, por si no fuera poco, las magnificas interpretaciones de un reparto coral, encabezado por una magnífica y desconocida para mi Taylor Schilling. Un reparto mayoritariamente femenino tras el que destella una maestría incuestionable en el casting.
Todo ello contribuye a hacer de "Orange is the new black" en su primera temporada una experiencia absolutamente recomendable.