El cine industrial continúa explotando el filón del comic y la novela gráfica. "The Secret Service" de Mark Millar es el nuevo hito y el resultado es un producto entretenido con algunos aspectos diferenciales que sin duda le apartan de lo mainstream, muy seguramente aportados por su director guionista Mathew Vaughn responsable de la fenomenal y divertida "Kick- Ass"
"Kingsman" cuenta la aventura iniciatica de un joven descarriado conducido por al buen camino por el ejemplo y las acciones de Harry Hart (Colin Firth) un misterioso sastre en realidad perteneciente a una organización secreta y privada de espías, en la línea british de James Bond.
Sobre una estructura muy convencional de descubrimiento que el héroe hace de su condición de tal, "Kingsman" no ofrece nada demasiado sorprendente, resultando todo lo adecuadamente previsible que reclama el formato de cine industrial.
Uno ya sabe lo que va a pasar en "Kingsman" desde el minuto uno, sobre todo si ha visto las películas del agente 007, pero Vaughn se las arregla para añadir al viaje puntos de interés que tienen que ver con el modo tan pop y destroyer con que resuelve algunas escenas de violencia pero también con un sentido del humor muy bizarro que no tiene miedo en hacer de la violencia un espectáculo delirante, lindante con el exploit.
Todos estos aspectos brillaban por su presencia en "Kick-ass", para mi gusto su mejor película hasta el momento, y añaden ámbitos de cierta sorpresa que combaten la sensación de sumaria previsibilidad que, como ya he comentado, flota en el ambiente.
No es mala idea la de escoger directores con miradas diferentes que confieren al producto cinematográfico, que por definición nace para recordar al espectador otros productos que consumió con placer, un cierto aspecto diferencial que busca eludir el incómodo perfume de la copia sin más.
Pero no hay nada más.
Uno olvida "Kingsman" un segundo después de que se enciendan las luces de la sala.
Entretenida.
"Kingsman" cuenta la aventura iniciatica de un joven descarriado conducido por al buen camino por el ejemplo y las acciones de Harry Hart (Colin Firth) un misterioso sastre en realidad perteneciente a una organización secreta y privada de espías, en la línea british de James Bond.
Sobre una estructura muy convencional de descubrimiento que el héroe hace de su condición de tal, "Kingsman" no ofrece nada demasiado sorprendente, resultando todo lo adecuadamente previsible que reclama el formato de cine industrial.
Uno ya sabe lo que va a pasar en "Kingsman" desde el minuto uno, sobre todo si ha visto las películas del agente 007, pero Vaughn se las arregla para añadir al viaje puntos de interés que tienen que ver con el modo tan pop y destroyer con que resuelve algunas escenas de violencia pero también con un sentido del humor muy bizarro que no tiene miedo en hacer de la violencia un espectáculo delirante, lindante con el exploit.
Todos estos aspectos brillaban por su presencia en "Kick-ass", para mi gusto su mejor película hasta el momento, y añaden ámbitos de cierta sorpresa que combaten la sensación de sumaria previsibilidad que, como ya he comentado, flota en el ambiente.
No es mala idea la de escoger directores con miradas diferentes que confieren al producto cinematográfico, que por definición nace para recordar al espectador otros productos que consumió con placer, un cierto aspecto diferencial que busca eludir el incómodo perfume de la copia sin más.
Pero no hay nada más.
Uno olvida "Kingsman" un segundo después de que se enciendan las luces de la sala.
Entretenida.