Tom McCarthy, el director de "Spotlight", es un tipo con una trayectoria interesante.
También es actor y como tal participó en la quinta temporada de "The Wire", temporada final en la que se aborda el tema de cómo procesa el periodismo la realidad incuestionablemente corrupta que presenta la ciudad de Baltimore convertida en metáfora de los desastres del neoliberalismo.
En la serie interpretaba precisamente a un periodista que se corrompía, que dejaba de hacer y de decir, sumándose a ese desasosegador consenso de egoístas intereses individuales que comprometen la posibilidad de una solución alternativa y colectiva.
Y escribo esto porque en "Spotlight" hay mucho de esa visión del periodismo como contrapoder constantemente presionado hacia la disciplina de un statu quo.
Porque sin en "The Wire" termina imponiéndose la constatación de una realidad de periodismo disciplinado, correa de transmisión de las consignas de un orden y unos valores, en "Spotlight" se escenifica ese idealismo de un periodismo en el que a publicación de la verdad es más importante que cualquier otra cosa.
En este sentido, McCarthy se alinea con el genial Aaron Sorkin y su muy mal entendida "The Newsroom", pero enlaza también con todo ese cine político que en la década de los setentas realizaran directores como Alan J. Pakula y que protagonizaban periodistas enfrentados por la verdad contra el poder.
"Spotlight" está justo ahí y nos cuenta la investigación que un equipo de investigadores del Boston Globe llevaron a cabo para descubrir una espectacular trama de abusos a menores por parte de 80 sacerdotes pertenecientes a la diócesis de Boston.
Y en una ciudad tan católica como Boston, los periodistas topan con la iglesia y todo lo que esta representa... que es mucho si uno es un meapilas.
En este sentido, "Spotlight" funciona perfectamente como "thriller", el proceso de investigador está bien contado y se sigue con interés, pero también incorpora un aspecto emocional y humano, el de la victimas, que es muy afín a las películas de McCarthy siempre centradas en los individuos y sus emociones.
En "Spotlight", el por qué de la investigación, el dolor de las victimas siempre está ahí, brillando oscuro, guiando en cada minuto el firme paso de los periodistas, convirtiendo a quienes callan y colaboran en esos monstruos cotidianos que encarnan esa banalidad del mal que tan bien cifrara Hanah Arendt.
De la Iglesia Católica no voy a hablar. Sólo decir que más de uno, cuando muera, se llevará una gran sorpresa.
Magnifica.
También es actor y como tal participó en la quinta temporada de "The Wire", temporada final en la que se aborda el tema de cómo procesa el periodismo la realidad incuestionablemente corrupta que presenta la ciudad de Baltimore convertida en metáfora de los desastres del neoliberalismo.
En la serie interpretaba precisamente a un periodista que se corrompía, que dejaba de hacer y de decir, sumándose a ese desasosegador consenso de egoístas intereses individuales que comprometen la posibilidad de una solución alternativa y colectiva.
Y escribo esto porque en "Spotlight" hay mucho de esa visión del periodismo como contrapoder constantemente presionado hacia la disciplina de un statu quo.
Porque sin en "The Wire" termina imponiéndose la constatación de una realidad de periodismo disciplinado, correa de transmisión de las consignas de un orden y unos valores, en "Spotlight" se escenifica ese idealismo de un periodismo en el que a publicación de la verdad es más importante que cualquier otra cosa.
En este sentido, McCarthy se alinea con el genial Aaron Sorkin y su muy mal entendida "The Newsroom", pero enlaza también con todo ese cine político que en la década de los setentas realizaran directores como Alan J. Pakula y que protagonizaban periodistas enfrentados por la verdad contra el poder.
"Spotlight" está justo ahí y nos cuenta la investigación que un equipo de investigadores del Boston Globe llevaron a cabo para descubrir una espectacular trama de abusos a menores por parte de 80 sacerdotes pertenecientes a la diócesis de Boston.
Y en una ciudad tan católica como Boston, los periodistas topan con la iglesia y todo lo que esta representa... que es mucho si uno es un meapilas.
En este sentido, "Spotlight" funciona perfectamente como "thriller", el proceso de investigador está bien contado y se sigue con interés, pero también incorpora un aspecto emocional y humano, el de la victimas, que es muy afín a las películas de McCarthy siempre centradas en los individuos y sus emociones.
En "Spotlight", el por qué de la investigación, el dolor de las victimas siempre está ahí, brillando oscuro, guiando en cada minuto el firme paso de los periodistas, convirtiendo a quienes callan y colaboran en esos monstruos cotidianos que encarnan esa banalidad del mal que tan bien cifrara Hanah Arendt.
De la Iglesia Católica no voy a hablar. Sólo decir que más de uno, cuando muera, se llevará una gran sorpresa.
Magnifica.