sábado, junio 25, 2016

Tres bodas de mas

Una de las grandes virtudes de la comedia debe ser, a mi entender, la modestia.

Para el drama deben quedar el boato y la ampulosidad que siempre traen consigo esas grandes preguntas, el quienes somos, de donde venimos y a donde vamos cuando son mal dirigidas por inteligencias y/o emociones que muerden más lo que pueden masticar.

Desde el origen de lo dramático, en los griegos, el drama era el lugar de los dioses o el lugar de contacto entre los hombres y los oscuros designios de aquellos, mientras la comedia era un espectáculo mucho más táctico, mucho más prosaico en el que los absurdos y necesidades de la vida misma quedaban reflejados con el distanciamiento que siempre implicaba para las clases populares verlos sucediendo a otros sobre un escenario.

Para entendernos, y resumiendo, la comedia es el personaje del gracioso poniendo notas al pie al gran drama de los grandes sentimientos y los grandes personajes del teatro clásico.

Y escribo todo esto porque me lo sugiere la visión de la estupenda "Tres bodas de más", una comedia con todas las de la ley, ejemplar, que no busca arreglarle la vida a nadie sino como máximo arreglarsela a Ruth, magnificamente interpretada por Inma Cuesta, su geek protagonista.

Ruth contempla con divertida frustración cómo se ve obligada a asistir a las bodas de sus tres ex-parejas mientras su vida parece no avanzar al no encontrar esa pareja, ese amor que ella no se cansa de esperar en su eterno retraso.

Todo está contado con inteligencia y por lo tanto resulta divertido, dada la conexión natural entre la inteligencia y el sentido humor. Además está estupendamente interpretado por magnificos actores que saben dar a sus personajes esa vida y entidad tan necesaria en este género.

Pero lo mejor es que, y como en la vida misma, "Tres bodas de más" nos cuenta algo esencial: mientras nos obsesionamos con poner nuestra atención en una dirección, lo más interesante está sucediendo en otra.

Y es entonces cuando "Tres bodas de más" muestra el modesto poder de la comedia, tan importante como el drama, y que la convierte en portadora de un contenido con un poder sapiencial como minimo similar.

La epifanía que Ruth experimenta y que la hace mirar en la dirección correcta.

Porque al final el gracioso, el bufón, siempre es portador de sabiduría y la verdadera sabiduría relativiza y el relativizar siempre conduce al sentido del humor.

Los árboles que importan y que el bosque de las grandes palabras nunca deja ver.

La verdad no es más verdadera si se dice llorando.

Es más, yo creo todo lo contrario: las verdades más importantes de la vida, lo que de verdad importa siempre se dice sonriendo.

Estupenda.


Brexit

Ahora la economía se ha convertido en algo tan incuestionable como la guerra.

Una suerte de necesidad histórica las declara y las personas de a pie deben padecerla sin rechistar, como si no fuese una obra humana, como si no fuese un producto de la actividad de las personas.

Del mismo modo, lo económico se ha convertido en una especie de incuestionable a priori kantiano que, como los a prioris kantianos en su Critica de la Razón Pura, son imprescindibles y necesarios para percibir las cosas tal y como las percibimos.

No son cuestionables porque precisamente son elementos que nos permiten percibir la realidad.

Nuestra percepción de las cosas sucede en ellos.

La economía se ha convertido en una dimensión más de la realidad como el espacio y el tiempo.

Por eso, cuando se someten las materias económicas a la valoración de la soberanía popular, de pronto esta ya no es tan soberana, puede equivocarse como el que se equivoca decidiendo que el día es noche.

Y por esto mismo ya no somos una democracia o, por lo menos, el ámbito de la democracia se ha restringido un poco más dentro de un proceso progresivo que reducirá la democracia a la mera capacidad que el individuo tiene para decidir entre dos marcas mientras todo lo demás permanecerá incuestionable, como formando parte de lo natural.

Y esto es lo que más me preocupa del Brexit: el perfume totalitario que despiden casi todas las valoraciones y opiniones que he escuchado y leído, un perfume que como el humo revela el fuego ardiente de este proceso de reducción que implica deshumanización.

Las consecuencias negativas y los reproches sociológicos abundan, como intentando tapar con palabras e imágenes (olvidemonos de las ideas) la tremenda grieta que se ha abierto en esta incuestionable realidad que incluso muchos que la padecen como una cárcel ya consideran incuestionable.

Ahora la economía se vengará.

Muchos esperan que la economía realice un escarmiento como la realidad hace con los románticos, con los inconscientes que se atreven a ir demasiado lejos cuestionándola, pero sin darse cuenta que es el escarmiento que hace el dictador, el matón que valiendose de su poder intenta confundirse con la autoridad del estado de las cosas.

Los discursos que versan sobre lo que se está haciendo mal escasean.

Lo natural no se cuestiona, no se equivoca y quienes se atreven a cuestionarlo deben pagar el precio de contradecir la ciega voluntad de ese mecanismo que se confunde con la naturaleza y que simplemente hay que aceptar como se debe asumir el paso del tiempo.

Como si la economía no fuese una obra humana y no fuesen humanos con la responsabilidad de ser precisamente humanos quienes la gobierna, quienes caen despiadadamente sobre otros seres humanos que la padecen escudandose como hacían comunistas, nazis y fascistas en el argumento de ser ejecutores de una incuestionable voluntad superior

Y no deja de tener su gracia que no haya sido Grecia, una de las principales victimas de esta voraz economía financiera especializada en devorar a sus hijos como Saturno, sino Gran Bretaña, que alberga en su capital uno de las principales sedes de esos mercados, quien haya cuestionado precisamente a esta Europa de los Mercados.

Brexit debería ser ya una figura poética en sí, muy parecida a la metáfora, dedicada especificamente a mostrarnos a nosotros, lo animales que seguimos siendo.

Es demasiado pronto para saber qué pasará con esto del Brexit pero de lo que estoy seguro es de que la economía se vengará a través de los mercados... de hecho ya lo está haciendo y lo cierto es que a la mayoría le parecerá normal que en lugar de hacer un espacio para los que se quieren marchar puedan vivir con su diferente modelo vital se los quiera machacar para que se lo piensen, para que sufran las consecuencias de su error, de su alejamiento de esa luz arrasadora que son los dictados de la economía financiera neoliberal.

Ya no es posible salirse de ella aunque sus desastres resulten más que evidentes.

Vivimos en ella y las tinieblas exteriores esperan a quienes la abandonen entre otras cosas porque es ella misma quien se encarga de producirlas.

Y se nos olvida que son personas quienes se encargan de destrozar o sancionar a otras personas tomando unas decisiones en lugar de otras.

Vivimos en un mundo en el que definitivamente Jeckyll ha devorado a Hyde y cuando lo necesita es aquel quién se transforma en éste ocultando sus maneras bestiales de monstruo bajo un ajustado y atildado barniz de caballero.

Yo me tomo el Brexit como un último destello de humanidad en un mundo que de manera voluntaria se bestializa.

Y ya empiezo a ver en medios el retrato de negro de aquellos que han votado por la salida, frente al virtuoso y luminoso retrato sociológico de todos aquellos que querían la permanencia: jóvenes llenos de ilusión cuyas vidas se han visto hipotecadas por ancianos con la vidas resueltas y rodeados de gatos

Ahora no importa demasiado que la mayoría de esos jóvenes estén condenados a una vida precaria en el que probablemente tengan un menor nivel de vida que sus padres.

Tampoco importa demasiado que quienes han votado esa salida sean quienes están manteniendo a esos jóvenes desempleados con la riqueza acumulada en una época en la que el trabajo era estable.

Ya se ha lanzado una imagen que da razón del sinsentido. una imagen en la que por supuesto hay algo que reprochar a los que han aguado la fiesta.

Como en todos los regímenes autoritarios, el sistema no se pregunta qué ha hecho mal porque entre otras cosas no puede hacer nada mal (la naturaleza nunca se equivoca) sino que cuestiona a aquellos que lo cuestionan.

Nada bueno puede haber en ellos si nos impiden hacer negocios como queremos hacerlo.

En ese contexto, el resto de personas son contingentes, estén a favor del Brexit o no.

Deben aprender a moverse alrededor de la mesa para recoger las migajas que vayan cayendo.

Los más afortunados o los más listos podrán construirse una vida.

Y tan contentos que estaremos... que ya estamos.

Un mundo feliz.


domingo, junio 12, 2016

Escritos Corsarios, Pier Paolo Pasolini

“La restauración o reacción real que empezó en 1971-1972 (tras el intervalo de 1968) en realidad es una revolución. Por eso no restaura nada ni es una vuelta a nada; al contrario tiende literalmente a borrar el pasado, con sus padres, sus religiones, sus ideologías y sus formas de vida (hoy reducidas a la mera supervivencia). Esta revolución de derecha, que en primera lugar ha destruido a la derecha, se ha producido de un modo fáctico, pragmático. Mediante una acumulación progresiva de novedades (casi todas debidas a la aplicación de la ciencia) y empezando por la revolución silenciosa de las infraestructuras.
Como es natural, en todos estos años no ha cesado la lucha de clases. Y como es natural, todavía sigue. Este es el aspecto exterior de la reacción revolucionaria; un aspecto exterior que se presenta justamente contra las formas tradicionales de la derecha: la derecha fascista y clerical-liberal.
Mientras la primera reacción destruye revolucionariamente todas las viejas instituciones sociales (familia, cultura, lengua, iglesia), la segunda reacción (utilizada transitoriamente por la primera para poder consumarse) se encarga de defender esas instituciones que la primera reacción está demoliendo de los ataques de los obreros e intelectuales. De modo que estos son años de falsa lucha… Mientras tanto, a la chita callando, la nueva cultura de masas y la nueva relación entre producción y consumo que ha establecido la tecnología está destruyendo la verdadera tradición humanista con una perspectiva secular.
La vieja burguesía paleoindustrial está dando paso a una burguesía nueva que incluye cada vez más y más profundamente a las clases obreras, con una tendencia a identificar burguesía con humanidad.
Este estado de cosas es aceptado por las izquierdas porque la alternativa es quedar fuera de juego. De ahí el optimismo general de las izquierdas, un intento vital de anexionarse el nuevo mundo creado por la civilización tecnológica. Los gauchistas llevan esta ilusión aún más lejos y atribuyen a esta nueva forma de historia creada por la civilización tecnológica una capacidad milagrosa de redención y regeneración. Están convencidos de que este plan diabólico de la burguesía que tiende a reducir a sí misma todo el universo, incluyendo los obreros acabará provocando una explosión y la última chispa de la conciencia obrera será capaz entonces de hacer que ese mundo que ha estallado (por su propia culpa) resurja de sus cenizas en una suerte de palingenesia (viejo sueño burgués-cristiano de los comunistas no obreros).

Todos, pues, hacen como que no ven (o quizá no vean realmente) cuál es la verdadera y nueva reacción; de modo que todos luchan contra la vieja reacción que la enmascara.”

Mahoma, el mensajero de dios

Teniendo en cuenta tal y como está el tema del Islam, la visión de esta "Mahoma, el mensajero de dios" podría caracterizarse como de experiencia contracultural.

Puesta en marcha por Moustapha Akkad, un sirio de esa tan escasa clase media de comerciantes del oriente medio, la autentica esperanza de una versión meramente cultural y laica de lo musulmán que la historia del siglo XX literalmente ha pulverizado, ofrece una visión de lo que era el Islam antes de que se convirtiera el nuevo y declarado enemigo de nosotros, las fuerzas del bien.

Y por paradójico e incomprensible que resulte cuando tantas cosas han pasado y otras tantas se han escrito, el Islam en su momento tuvo precisamente un posicionamiento contrario al actual con su visión igualitaria de comunidad.

Un Islam al que no tuvo ningún problema en convertirse un personaje tan carismático como el recientemente fallecido Muhammad Ali.

En este sentido, y solo por eso, es recomendable la visión de esta película que recoge los origenes del Islam, centrándose en la pugna de Mahoma y su prédica sobre un único dios verdadero con la aristocracia gobernante de la politeista La Meca.

Sin duda alguna el propio Islam ha sufrido un proceso de progresiva abyección consistente fundamentalmente en su politización y, como consecuencia directa, en la desaparición de una influencia llamemosla ilustrada de la que un hombre como Moustapha Akkad es un magnífico ejemplo.

No hay una versión laica de la cultura musulmana o por lo menos capaz de generar una voz que se escuche en el desierto de violencia en que el mundo se ha convertido.

La clase media que podría haber sustentado una interpretación más en la línea con la cultura occidental apenas existe devorada por una visión popular fundamentalista y politizada que es uno de los principales monstruos que ha engendrado Occidente.

Para muestra, la muerte del propio Akkad, asesinado junto a su hija en un atentado de Al-Quaeda; un muerte convertida por otro lado en la metafora de una imposibilidad radical y total: la de la cordura de los hombres buenos.

Pero esto, vuelvo a escribir, es lo más interesante de esta "Mahoma, el mensajero de Dios", la absoluta constancia de la posibilidad del Islam como religión de producir un discurso más en la línea de lo occidental y que lo aleja de esa continua fuente de inspiración para el terrorismo en que también e incuestionablemente  se ha convertido.

En este sentido, "Mahoma, el mensajero de dios" debería ser de obligada visión para aquellos que creen que la fuente de todo mal está en las líneas del Corán.

Una experiencia contra-tendencia y contra-cultural que dejará sorprendidos a las personas con la mente abierta.

Toda una prueba contra los prejuicios y en favor de la buena voluntad.

La posibilidad de luz entre tanta oscuridad; una luz cada vez más imposible conforme crece y espesa la oscuridad que engendran los intereses creados y la mentira.


sábado, junio 11, 2016

Escritos Corsarios. Pier Paolo Pasolini

“Porque el nuevo poder burgués necesita consumidores con un espíritu totalmente pragmático y hedonista; espíritu de un mundo tecnicista y puramente terrenal donde pueda desarrollarse el ciclo de la producción y el consumo conforme a su propia naruraleza.”

Nuestros amantes

Por lo visto, Miguel Angel Lamata, el director de esta terrible "Nuestros Amantes", llevaba seis años sin dirigir una película y no tengo la menor duda que pasarán por lo menos doce hasta que pueda volver a hacer otra.

Y escribo esto porque "Nuestros amantes" es eso... una película terrible.

De hecho me recuerda a una de esas películas españolas que se hacían en los ochentas en las que el principal talento del director estaba en conseguir la financiación... que no es poco, pero cuando se cruzaba ese puente, llegaba el inmenso e interminable desierto de los tartaros.

"Nuestros amantes" es uno de esos desiertos.

En este caso, y seguramente poseído por la euforia de haber liado a todas las cajas medianas y pequeñas de Aragón para tirar el dinero de sus clientes, Lamata se creyó capaz de hablar del amor como hablan genios como Rohmer y Allen.. sin seguramente tener él mismo demasiada idea.

En fin, y por decirlo rapidamente, "Nuestros amantes" es la fiesta de Miguel Angel Lamata y uno tiene que aguantarse o marcharse del cine... como hice yo.

Pretenciosa y vacua en la forma para tratar en el fondo asuntos con una simpleza que recuerda a un articulo de la revista Bravo escrito por un becario, "Nuestros amantes" no da para demasiado.

Y lo saben incluso los actores que hacen lo que pueden, con una falta de convicción en lo que están haciendo que a veces se transparenta en alguna de esas secuencias interminables que parecen más una disputa entre adolescentes para ver quién más sabe de una cosa que apenas conocen, un concurso de frases hechas de autoayuda que hacen de Paulo Coehlo un genio.

En fin, no voy a perder más tiempo, pero si fuera cliente de alguna caja aragonesa estaría preocupado con lo que hacen con mi dinero porque Miguel Angel Lamata, claramente, ha tenido que follarse a alguien para hacer esta película.

El horror de la copia de la copia de la copia de la copia de la copia de la copia...


martes, junio 07, 2016

Alicia a través del espejo

En bastante poco tiene que ver esta película con el texto literario de casi el mismo nombre ("A través del espejo y lo que Alicia encontró allí"), pero tengo que confesar que, con bastantes salvedades, me ha gustado bastante más que la primera película de Alicia.

Lo que tampoco significa demasiado porque esa primera Alicia no me gustó nada.

Por lo tanto, un poco más que nada me ha gustado esta "Alicia a través del espejo" que, una vez más, demuestra la espléndida capacidad de la industria del cine para desactivar los resultados de la fértil inteligencia creadora de Lewis Carroll.

Y es para tener en cuenta esa capacidad para reducir lo excelente a efímera y transparente copia, destinada a no dejar huella, sólo a pasar y, mientras pasa, ser consumida.

Deberíamos hacernoslo mirar, pero no veo quien puede enmendarnos la plana, aquí, donde estamos, en la cima de la creación

Y además está todo ese rollo empalagoso, "made in Disney", en torno a la familia.

¿Que por qué digo que me ha gustado un poco más?

Pues porque por un lado aparece un impagable Sacha Baron-Cohen interpretando a un maravilloso y misántropo tiempo.

Por otro, y de pronto, el Mad Hatter que interpreta Johnny Depp se me antoja un perfecto cruce en pelirrojo entre la setentera Farrah Fawcett Majors y la más reciente Kate Moss.

Y finalmente porque entre tanta sombra y copia, se cuela una gran verdad: es cierto que el tiempo quita pero también da.

Mientras la película sucedía estuve pensando en mis cosas.

No se si Harold Bloom se atrevería a concebir en el cine algún elemento de esa sapiencialidad que él concedía y encontraba en la literatura, pero lo cierto es que esa pequeña frase me dio que pensar, mientras Alicia y el Mad Hatter se convertían en pequeños burgueses luchando por la estabilidad del sacrosanto templo familiar.

El tiempo da, pero también quita.

Me dio hora y media más de vida y yo decidí emplearla viendo esta absurda e inane versión de ese personaje maravilloso en que Lewis Carroll convirtió a su vecina Alice Liddell.

Para olvidar.

domingo, junio 05, 2016

The last wave

En una entrevista realizada en 1977 precisamente con motivo del estreno de esta estupenda "The Last Wave", Peter Weir sugiere una imagen muy interesante sobre su país: millones de blancos viviendo de cara al mar y dando la espalda a un enorme continente vacío y misterioso.

Sin duda esta imagen explica dos de sus mejores películas: "The last wave" y la anterior, y no menos maravillosa, "Picnic at Hanging Rock".

En ambos casos Weir se las arregla para dar una inquietante entidad a lo inefable y misterioso, siempre relacionado con la cultura aborigen.

En "Picnic at Hanging Rock" un grupo de excursionistas desaparecía para siempre jamás en las estribaciones de Hanging Rock, un espacio de claras reminiscencias mágicas para la cultura abaorigen, mientras que en esta "The Last Wave", Weir va mucho más lejos poniendo al protagonista que interpreta Richard Chamberlain, un abogado blanco de Sidney, en contacto con una dimensión paralela de la cultura aborigen llamada Tiempo de los Sueños.

En esa dimensión deberá enfrentarse a lo inexplicable, a lo mágico que, para su sorpresa, se terminará materializando en su mundo real bajo la forma de una gran ola que traerá consigo el fin del mundo.

Aunque escasa en medios y excesivamente esclava de la "incómoda" estética de los setentas del siglo pasado, "The Last Wave" es todo un clásico, una obra maestra en la que Weir pone por obra, como nunca, su especial talento para mostrar lo que no puede mostrarse e inquietar al espectador con la sugerencia de todo aquello que las imágenes no pueden mostrar porque está escrito entre ellas.

Robert Hughes, el gran critico de arte, tiene algunos artículos maravillosos sobre los antiguos habitantes de lo que ahora es Sidney.

Sobre ellos, sobre su espacio, terminó edificándose una gran ciudad moderna y tecnológica, pero bajo ella Weir encuentra espacio para asentar una leyenda, un tiempo de los sueños al que el cemento y el cristal no pueden dar la espalda en su otro sueño, el tecnológico.

En los intersticios de los moderna ciudad, los restos de la cultura aborigen sobreviven protegiendo sus secretos, en contacto con lo esencial, sin poder ignorar los grandes ciclos que superan el marco de la vida humana y que gobiernan esta última ola, metáfora auténtica del apocalipsis para un pueblo aborigen de pescadores y recolectores que vivían al borde del mar.

La muerte, mágica, de un aborigen y el posterior juicio a una serie de presuntos culpables pondrán al abogado protagonista frente a una verdad mucho más poderosa que cualquiera que haya conocido: la verdad de la última ola, una fuerza ante cuyo poder, el de la naturaleza, nada humano se puede oponer.

Obra maestra.

sábado, junio 04, 2016

Espías desde el cielo

Vaya por delante que "Espías desde el cielo" es una de esas películas que versan sobre la guerra y el uso de la violencia con todo el amplio y variado de dilemas morales que este hecho plantea.

El problema es que no me la creo en absoluto.

Y no por la propia naturaleza de los asuntos que se ventilan, que desde luego tienen una cierta enjundia (aunque no dejan de estar un cierto manidos para mi gusto) sino por el hecho de que esos asuntos se los plantee quién se los plantea y, lo que es más importante, en el preciso momento en que estos temas surgen.

No me creo que todo un operativo militar de alto nivel quede suspendido a la espera de que una niñita africana venda toda su pan.

No me creo que un entrenado piloto norteamericano cuyo entrenamiento profesional culmina en el momento en que debe disparar un misil desde su dron súbitamente decida no hacerlo impresionado por la visión del futuro desastre que su guerra va a producir.

Las cosas serían diferentes en el mundo si los entrenados militares norteamericanos se preocupasen por la vida de las niñitas de los pueblos del resto del mundo.

Desengañemonos.

Todo este sentido hace de "Espías desde el cielo" una historia terriblemente triste y demagógica que muestra la verdad de una infinita capacidad de matar multiplicada por la tecnología junto con la mentira de los escrúpulos que quienes tienen ese poder aparentemente experimentan el mismo.

Y no me gusta pese a que Helen  Mirren y Alan Rickman estén, como siempre, estupendos y resulte fascinante las inmensas posibilidades de las nuevas tecnologías aplicadas al oficio más viejo del mundo, que no es la prostitución sino matar por una bandera..

Encuentro tremendamente perversa a esta "Espías desde el cielo" que, como un film de propaganda intenta justificar nuestras virtudes, nuestra humanidad, en la guerra que estamos librando contra el enemigo terrorista.

A ellos no les tiembla el pulso cuando hay una niñita de por medio.

Por eso son los malos... y nosotros, los que matamos de una manera civilizada, y porque nos obligan, porque no queda más remedio, con gran dolor de nuestro corazón, los buenos.

Dicho todo esto, y como puedes imaginarte, las oportunidades dramáticas que "Espías desde el cielo" desaprovecha son inmensas, quedándose en el simple simulacro de la moralidad, en la pasividad-agresiva de un discurso legitimador de nuestra parte.

No me gusta "Espías desde el cielo".

Encuentro muy desasosegador el cinismo y la deshonestidad moral que despliega con total impunidad.


jueves, junio 02, 2016

The spectacle of skill. Robert Hughes.

Impresiones de Robert Hughes sobre su accidente de coche en Australia…

“They were behind me, so i couldn’t see them.I could hear them: a thin chanting to the beat of hand claps, to which i could attach no meaning. Later i was told that the Aborigines had assembled in a half-circle behind my car, and were trying to sing me back to life.”

miércoles, junio 01, 2016

Following

No cabe duda de que Christopher Nolan es uno de esos creadores de historias que gustan más de estas como mecanismos.

Por encima de la intensidad dramática, de la presentación y desarrollo de personajes, el principal atractivo de las historias es su misma construcción, su sintaxis, las reglas que permiten la construcción de planteamientos complejos que incluyen pequeños o grandes giros, estructuras que se contienen las unas a las otras.

Y si algo es transversal al cine de Nolan es precisamente esta obsesión por construir sentido a través de la complejidad narrativa: historias paralelas que de vez en cuando se superponen, continuos viajes adelante y atrás en el tiempo, mezclas de puntos de vista, giros narrativos que definen de manera radical aquello que se está contando.

Y esa transversalidad esta presente desde esta "Following", su primera película, que de algún modo, seguramente por su aquilatado blanco y negro y su perversa trama noir, me recuerda a las primeras películas de Kubrick.

La película nos cuenta la historia de un escritor solitario que, en plena crisis narrativa decide salir a la calle en busca de historias y, en la mejor línea del director alemán Wim Wenders quién explicaba que el cine no es otra cosa que elegir algo y filmarlo, aquí tenemos un guiño cinefilo de nivel por parte de Nolan, decide empezar a seguir personas elegidas por el mismo en la calle.

El azar le llevará a a seguir a Cobb, un tipo que se le revelará aún más extraño que él.

Cobb le introducirá en la trama de un robo y le presentará a una hermosa mujer.

Y sin darse cuenta el escritor protagonista empezará a ser atrapado por una telaraña cuidadosamente urdida por el prodigioso talento para la conspiración y la mentira de Cobb.

Contada eficazmente desde la perspectiva del protagonista, "Following" es la crónica de una trampa que convierte al cazador en presa.

Lo mejor que se puede decir de "Following" es que, y aunque uno ya ha visto muchas historias y ya es zorro viejo, se las arregla para resultar sorprendente e incluso interesante desde perspctivas nada maisntream que incluyen el voyeurismo, el sadismo y el masoquismo.

Morbo y perversidad que se muestran entre unas líneas definidas por los convencionalismos de un género: el cine negro.

Muy interesante,


domingo, mayo 29, 2016

Santa Derrota

Hubiera estado bien... qué digo bien... Hubiera sido perfecto que el niño hubiera oficiado de dios menor y hubiese marcado el gol decisivo en la final.
Pero, no.
No ha sucedido.
Las cosas han devenido imperfectas y lo han hecho justo en la forma en que suelen suceder.  Porque para expresar la perfección, lo que las cosas debieran ser, está la ficción, pero esa es otra historia.
Lo cierto, lo que nos ocupa es que hemos hablado mucho de lo que somos, nosotros, los atléticos y ahora ha llegado el momento de actuar, el momento de llevarlo a la práctica, y actuar es estar, por activa, orgulloso del equipo y de los jugadores.
No se les puede pedir más.
Si hubiesen sido capaces de hacer las cosas mejor, no estarían jugando en el Atlético sino en el equipo que nos ha vuelto a ganar una final o en alguno de los otros que hemos eliminado para llegar a perder esta final.
Nuestros rivales entendieron que para ganarnos sólo tenían que mejorar en lo único que les ganábamos.
Entendieron que debían ser disciplinados, que debían ser un equipo, que debían correr por lo menos igual que nosotros y lo hicieron.
Ese es su mérito.
El resto ya es historia.
Podría llegar a pensar que hemos probado todas las maneras de perder una final, pero no, no es así.
Nadie nos ha goleado.
No hemos sido inferiores.
Lo hemos puesto difícil.
Han luchado hasta el final, hasta el último hombre.
Se ha vendido cara la derrota.
Y nuestros rivales saben perfectamente lo que significa jugar contra nosotros, lo mal que se lo hacemos pasar.
Porque no todo es ganar.
Como la Santa Muerte de los mejicanos adoran, l Santa Derrota empieza a existir para nosotros, los atléticos.
Como aquella, a derrota forma parte de la ley natural y como tal es algo que se debe aceptar.
Del mismo modo que todos terminamos muriendo, todos terminamos perdiendo alguna vez y nadie pierde tan bien como nosotros.

sábado, mayo 28, 2016

Dioses menores

J
No importa lo que suceda durante el partido.

Seguramente lo dará todo como siempre ha hecho, correrá hasta no poder más cada balón como hizo con apenas veinte años de edad por todos los campos de segunda división, encimará a los defensas, buscará hacer cosas que ya no puede hacer y su entusiasmo de caballo noble de pura raza le perderá, fallará alguna pared, devolverá mal algún buen pase, hará algún que otro mal control, quizá falle algún gol clarísimo, recibirá algún que otro codazo de algún defensa que estará hasta los cojones de su entusiasmo sin fin....

Seguramente nos echaremos las manos a la cabeza y pensaremos "vamos, niño; vamos chaval", pero aparecerá y lo hará a la manera en que lo hacen los héroes: en el último momento, cuando ya nadie lo espere, quizá cuando veamos que todo está perdido.

Y ojalá lo haga cabalgando hacia la portería como en aquel gol que nos dio la primera eurocopa en color.

Olvidándose de todo como hace un niño cuando persigue un balón.

Dejando detrás también todo: a sí mismo y a los latidos de su corazón, a los defensas y a las cosas buenas y malas de su pasado, errores y aciertos, cosas que le convierten en un jugador especial y nos hace a nosotros, los que le vemos correr como sino hubiera un mañana, también especiales... y especiales por verle correr como hay que correr: como si no hubiera un mañana.

Y ojalá marque ese gol que siempre ha marcado: desmarcandose en potencia y velocidad, colocando el balón por encima del portero haciendo gala de un toque sutil y talentoso del que no habrá hecho gala en otros momentos del partido.

Pero el es así, un dios imperfecto, como todos y cada uno de nosotros, un dios menor como son todos y cada uno de los niños.

Está escrito y será así.

Ya apareció para dar ese pase fino y preciso, a lo Laudrup, para Griezmann.

Si se piensa bien, un pase inexplicable a tenor de su manera de jugar, pero el niño es así: capaz de lo mejor y de lo peor, como casi todos los niños.

Por eso se les quiere.

Es la hora de los dioses menores, los que no viven en el olimpo del tener que ganar siempre y habitan en el día a día de todos y cada uno de nosotros, un día a día en el que las victorias y las derrotas inevitablemente se suceden.

Hoy es su hora.

La nuestra.

La bruja

Fondo y forma deben coincidir siempre.

No tengo la menor duda de que haber filmado "La Bruja" en un poderoso y rotundo blanco y negro... A todo lo que da la gama de grises (que es mucho)... Rollo Gabriel Figueroa, Gregg Toland o Sven Nykvist hubiera servido para ahuyentar a todos los que, ante la visión de la película, esperaban encontrar un sangrante viaje de sustos y muertes violentas.

Seguro que hubiera ayudado a su éxito... sin duda moderado, porque además "La Bruja" es una película a contracorriente, casi nihilista que encierra un contenido bastante perturbador sobre todo si todavía esperas que llamando al todopoderoso este venga y te proteja (aunque exista y solo porque tu se lo pides)

Y sin duda esto es lo que más me gusta de "La Bruja", que es una película enamorada de su propio fracaso porque hace todo lo necesario para que el espectador mainstream se sienta incómodo viéndola.

Hay bastante en "La Bruja" de ese poderoso cine nórdico que encabezan nombres como Dreyer y Bergman.

Porque en sus imágenes hermosas se ventilan eternos temas como la necesidad del bien como relato generador de sentido, su esforzada búsqueda y la constante e inalterable presencia del mal, bien a través del diablo pero también a través de las plegarias no atendidas y del fracaso entendido como el silencio arrasador de ese dios al que se reza.

En este sentido, la escena de uno de los hijos caminando por el bosque y pidiendo que su dios le proteja resulta entre enternecedora y triste, desasosegadora e incómoda teniendo en cuenta el destino final del protagonista

Y al final ese sentido que habla de dios y que aspira a ser el sentido total se convierte en uno más, una hoguera encendida en medio de una inmensa noche para combatir una oscuridad inmensa, en la que otros sentidos se mueven confundidos con esa nada indiferenciada que en realidad no estal.

Después de todo la idea de dios no es otra cosa que una herramienta, seguramente una de las primeras de las que el ser humano se ha servido para entender y vivir en el mundo.

La mejor y más eficiente manera de lidiar con todo aquello que está más allá del alcance de nuestro entendimiento.

Nuestra ignorancia y miedo reificados.

La abstracción humanizada.

Frente a ésto, todo lo demás queda confinado en una oscuridad amenazante, una oscuridad que en realidad es una otredad en la que se expresan otras voces, otros ámbitos que quedan resumidos de manera peyorativa en conceptos como la brujería.

Otros dioses, otros cultos, otros sentidos, siempre exagerados en su barbarie, siempre minimizados en sus valores positivos.

Y en el caso de la brujería, sin duda está el papel de la mujer no como esclava del hombre sino como diosa.

Porque quizá desde la época medieval la brujería como concepto expresa un lapsus psicoanalitico de nuestra civilizada sociedad patriarcal respecto de la mujer.

En este sentido, Thomasin la protagonista en la pureza que muestra frente al desastre que vive su familia producido por el fanatismo religioso del padre no es otra cosa que una diosa.

"La bruja" se presenta como un cuento de Nueva Inglaterra y hay una relación directa de estos con las leyendas y los mitos, con la expresión de todo ese misterio, de toda esa oscuridad que rodea el radio de acción que ilumina la precaria llama de eso que llamamos sentido.

Nuestra insoportable levedad también tiene que ver con toda esa oscuridad sobre la que prendemos la luz del sentido.

Y como buena heroína de un cuento, Thomasin va más allá, internándose en ese bosque milenario que es la perfecta metáfora de la oscuridad a la luz del día, una oscuridad ante cuya presencia inquietante la familia protagonista intenta construir el sentido de una granja.

Brillante.


sábado, mayo 21, 2016

El olivo

No da puntadas sin hilo Paul Laverty escogiendo el olivo como elemento en torno al que construir una historia ambiciosa pese a su aparente modestia.

Porque lo que en "El olivo" se ventila es una reflexión sobre el fracaso y la posibilidad de ilusión de la izquierda en esta dura época de victoria rotunda y arrasadora del neoliberalismo.

Y empezaré diciendo que el olivo no es un árbol cualquiera.

La paloma que Noe envió buscando tierra después del diluvio regresó llevando en su pico la esperanza expresada por una rama de olivo.

Pero, y además de expresar de manera milenaria la posibilidad de la esperanza y la vida, el olivo es un árbol que entiende aquellas a través del tiempo.

No se trata de un árbol que de sus frutos inmediatamente.

Un olivo puede tardar 30 o 40 años en alcanzar su madurez productiva y por lo tanto expresa en sí mismo la necesidad y la importancia del trabajo y el esfuerzo para que las cosas cristalicen, para construir.

No en vano, y durante las Guerras del Peloponeso, los persas practicaban política de tierra quemada en su retirada arrancando y talando estos árboles sobre los que las polis griegas basaban su sustento.

Arrancar un olivo supone arrancar pasado, pero también arrancar futuro porque no se reemplaza de un día para otro,

En este sentido, no hay nada más opuesto a nuestra consumista manera de ser que un olivo quién a su vez representa la incómoda obstinación de las cosas esenciales por requerir tiempo y esfuerzo de nosotros.

Sobre todo esto, sobre el olivo,  Laverty construye una historia de desposesión en la que un milenario olivo valenciano termina adornando el hall de una empresa del norte.

Y este planteamiento recoge en sí mismo un proceso de desposesión y derrota que resulta inevitable para Alma, su protagonista, cuya memoria sentimental e infantil se encuentra indeleblemente asociada a ese árbol y también  a su abuelo, un campesino que en el final de su vida no puede evitar que esa perdida le rompa el corazón.

La película nos cuenta el enloquecido esfuerzo que Alma lleva a cabo por recuperar ese árbol para su abuelo, pero también la radical imposibilidad de conseguirlo enfrentándola a las limitaciones de su deseo dentro de una realidad que ya pertenece a otros, los que han comprado el olivo y con él todo lo que significa, el esfuerzo de generaciones y generaciones de campesinos

Sabiamente, Laverty enfrenta a la inevitabilidad de un fracaso, a la imposibilidad de pensar las cosas como siempre se han pensado, a la necesidad de reinventar la esperanza para los que buscan un mundo mejor una vez que la suerte está echada.

Si pensabas que Alma podría recuperar el árbol asi porque sí, porque ella lo quiere y es lo justo eres de la vieja izquierda y vives en un mundo que ya no existe.

Ya es demasiado tarde para cambiar las cosas como siempre han intentado cambiarse,el que la causa sea justa y uno quiera ya no es suficiente.

De semejante nivel es la carga de profundidad que Laverty lanza a quien quiera escucharle.

Hay que volver a empezar.

Dejar ir el viejo olivo y plantar uno nuevo.

Brillante.



lunes, mayo 16, 2016

Discrepancia y sentido de la responsabilidad

Nadie como Pier Paolo Pasolini supo ver la tragedia que para la izquierda supuso el entregarse con armas y bagajes desde la década de los sesentas del siglo pasado a un proceso de aburguesamiento a su vez basado en el capitalismo de consumo y el estado del bienestar.

Siempre fue una mosca cojonera, una opinión minoritaria que aguaba esa fiesta de las cosas a la que el capital invitó a la clase obrera mediante un trasvase de renta motivado por la necesidad de evitar que se pasara realmente al bloque sovietico.

Pero lo cierto es que sus palabras iban en contra de aquella realidad.

Porque a estas alturas no cabe la menor duda de que los principales beneficiarios de la existencia del bloque soviético fueron los trabajadores occidentales, y no quienes padecieron la progresiva esclerotización y muerte de un régimen cuyo fracaso en mucha y bastante medida ganado a pulso es un desastre para la historia de la humanidad.

Y lo es porque la tristeza asesina del otro lado del telón de acero contrastaba con la paz opulenta del otro lado.

Fue haciéndose progresivamente imposible hablar en favor del lado sovietico y en contra del otro.

Y lo era porque efectivamente había muerte y desesperanza de un lado mientras que en el otro era cierto que había una fiesta a la que la izquierda se sumó.

Pasolini tiene grandes y hermosas líneas valientes hablando del desastre espiritual que para los humillados y ofendidos supone pensar que han dejado de serlo sólo porque pueden comprar y vender.

En cualquier caso es cierto que hubo una fiesta y no es menos cierto que esa fiesta termina con la caída del telón de acero y la desaparición de esa alternativa real que podía competir como opción política real, competencia que sucedió desde el final de la segunda guerra mundial fundamentalmente en el tercer mundo aunque se inició en la Europa del Sur con la guerra civil griega y esas brutales elecciones italianas de 1948.

Pero, y desde la caída del muro de Berlín, el competidor desaparece y es entonces cuando el ganador inicia un lento proceso de recuperación del terreno cedido, un proceso que inicialmente es ideológico con teorías estratégicas y globales como el neoliberalismo y el final de la historia o teorías más tácticas, destinadas a ganar determinadas batallas como la teoría de la gobernanza.

Los últimos en abandonar esa fiesta fueron los partidos de la izquierda tradicional porque los liberales hacía tiempo que se habían retirado a la biblioteca a planificar cómo recuperar ese terreno cedido.

Privatizaciones, desregulación, financierizacion de la economía... pero lo peor ha sido la configuración de un nuevo imaginario simbólico, esa gran teta de la que nuestra sociedad extrae las herramientas de significación con lo que construir y, lo que es más importante, entender la realidad de cada día.

Y es aquí donde el capital consigue la definitiva victoria que convierte su victoria en total.

Y todo a espaldas de una izquierda incapaz de desligarse del horror sovietico, demasiado ocupada en ser el capataz de la plantación, en hacer la fiesta lo más placentera posible para los suyos.

Porque lo cierto es que nuestra realidad de hoy en día se construye con elementos simbólicos e ideológicos que son de parte.

Esa realidad que tan incuestionable ve Rajoy lo es porque es suya, está tramada con elementos que constituyen su propia manera de pensar.

Y uno de esos elementos ideológicos es la gobernanza.

La gobernanza sustenta la percepción de unidad social, de ausencia de visiones contradictorias que no pueden ser conciliadas y reduce a la política a la mera gestión tecnocrática de los recursos dado que ya no son posibles las discrepancias estratégicas, la discrepancia en lo esencial.

El concepto se despliega en dos direcciones.

Por un lado, rebaja el nivel del estado a la posición de un interlocutor más (su plasmación definitva son los tratados como el TTIP) y por otro reduce la política a la posición del administrador de una sociedad detenida en el mismo final de la historia.

Una vez que la historia termina con la caida del muro de Berlin, desaparecen los grandes relatos alternativos. Sólo queda uno, el capitalista-liberal y por lo tanto todos debemos estar de acuerdo en lo esencial.

Y por eso mismo el acuerdo político para la gestión de la sociedad es siempre posible y la responsabilidad de un político es buscarlo para garantizar la gobernabilidad de una maquinaria que por si misma ya funciona sola.

No obstante, el ir demasiado lejos del capital en sus reclamaciones en este proceso de recuperación del terreno perdido está devolviendo a nuestras sociedades a situaciones previas a las dos guerras mundiales desde el punto de vista de la precariedad y la desigualdad.

Este proceso está conduciendo a una sociedad peligrosa y desigual en la que todos los dias se juega una siniestra lotería de la exclusión que en muchos casos puede ser definitiva y mortal.

Este proceso nos está llevando a descubrir que también hay muerte y horror de este lado, una muerte y un horror diferentes, desde la riqueza y mucho más azaroso y descontrolado que la sovietica planificación del horror que a todos afectaba.

Así, y desde la responsabilidad con los tuyos, es imposible estar de acuerdo con alguien que propone políticas económicas que pueden producir este tipo de situaciones, mortales de necesidad para las personas.

La responsabilidad implica precisamente no estar de acuerdo, discrepar.

Lo irresponsable es coincidir en lo que te mata con tu verdugo.

Pero, y sin embargo, la maquinaria de los medios de comunicación social no examina la posibilidad de ese sentido de la responsabilidad.

Usando la gobernanza como herramienta de sentido reproducen la ideología neoliberal y legitiman el acuerdo  a cualquier precio... que siempre se paga,

La idea de las diferencias irreconciliables dentro de una sociedad es imposible.

La historia ha terminado.

Es intolerable la idea de una sociedad quebrada entre perjudicadores y perjudicados, la idea de una ruptura inevitable en el seno de la comunidad, en el hogar común en esa visión tan burguesa de las cosas

Pero mucho más intolerable es la posibilidad de que ese desacuerdo pueda ser entendido no desde la locura del que se queja de manera intencionada y exagerada, sino desde el exceso del que está yendo demasiado lejos en sus reclamaciones territoriales simbólicas y materiales.

Sólo las victimas van demasiado lejos.

Y la fantasía tecnocrática de la gobernanza, del eterno acuerdo perpetuo, está al servicio de su represión.

La historia no puede volver a arrancar.

Y esta obsesión por el acuerdo, por mantener viva por lo civil o lo penal, la fantasía de esa arcadia opulenta y consumista, desplaza el debate de lo que es para mi un punto esencial: la necesidad imperiosa de expresar la discrepancia sobre modelos de sociedad.

Porque cuando el capitalismo va demasiado lejos siempre hay victimas y forma parte de ese ir demasiado lejos exigir a esas victimas la invisibilidad entre otras formas a través de negarles la posibilidad de querer un mundo distinto expresando el desacuerdo.

No construir mayorías a cualquier precio es un acto de responsabilidad.

Discrepar y no pactar según con quién también.

No se si hay que asaltar los cielos, pero esta realidad incuestionable desde luego debe ser asaltada y una de las primeras fases de ese asalto es reconocer que empiezan a existir políticas que trazan líneas en el suelo, líneas que por dignidad y responsabilidad no se pueden cruzar y que definen a unos unos y a unos otros.

domingo, mayo 15, 2016

Attack the block

No me extraña que Steven Spielberg eligiera a Joe Cornish, responsable de la dirección y el guión de esta curiosa "Attack the block", para que le escribiera el guion de su película con Tintín.

Sin duda alguna, Cornish ha tenido que ver muchas películas directamente participadas por Sspielberg o inpiradas por su criterio en la competencia que durante la década de los ochentas llenaron las pantallas de los cines comerciales.

En todas ellas  hay una relación directa entre sus protagonistas adolescentes, convertidos en proyección aspiracional de los propios espectadores y ciertos géneros como el fantástico y la ciencia-ficción que proporcionan terreno suficiente para el lucimiento.

Cornish ha tenido que ver películas como "Gremlins", "Exploradores" o "The Goonies".

En todas ellas, y en otras muchas más, grupos de chavales se convierten en protagonistas de historias que bien debieran protagonizar sus hermanos mayores o sus padres, tramas en las que enfrentan poderes o situaciones que en principio, en el imaginario simbólico de las historias, rebasan con mucho el nivel de aventura que su propia condición dependiente les tiene reservados.

Nada de acampadas y primeros besos.

Contactos con extraterrestres, bandas de contrabandistas y criaturas misteriosas.

Y es en todo este imaginario simbólico donde Cornish ancla su "Attack the block", pero, y si solo fuera esto, su historia quizá se habría quedado en nada, una más o menos atractiva propuesta de masturbación sentimental de cinéfilo enamorado de si mismo viendo cine, a lo Jose Luis Garci.

No señor.

Cornish es algo más y lo demuestra aplicando una o dos talentosas vueltas de tuerca a su historia.

Y lo hace situando su historia en uno de los barrios más chungos de Londres y convitiendo a sus protagonistas en unos peligrosos pandilleros que, al principio de la película, no tienen el menor escrúpulo de robar y quitárselo todo a una cándida muchachita.

Así, la historia pierde la blandura insoportable de ese cine spilberiano y adquiere un interesante punto diferencial, más canalla, que Cornish desarrolla además con acierto y que emparenta a su película con el maravilloso cine de comedia hooligan que protagonizan Simon Pegg y Nick Frost, quién aparece también en la película para que no quede la menor duda.

El resultado es una divertida y curiosa historia que enfrenta a pandilleros chungos con una raza alienigena bastante chunga también.

Algo distinto, tan difícil de ver en una industria que basa su éxito en la repetición.

Pero además "Attack the block" podría ser una de esas películas bien intencionadas que al final se quedan en nada.

Algo entre la idea y la puesta en práctica podría haber salido mal por falta de talento de alguiedn o de todos, pero no es este el caso.

Cornish sabe contar una historia.

"Attack the block" fluye con naturalidad y nada en ella dura más de lo necesario, sucediendo además entre diálogos precisos, llenos de astucia e ironía, pronunciados por personajes perfilados con inteligencia y sentido del humor, cada uno de ellos dotados del suficiente interés.

No se puede pedir más si lo que se busca es cine como entretenimiento.

"Attack the block" es una de esas películas entretenidas que, una vez vista y disfrutada, siempre apetece ver.

Inner city vs. Outer space.

Casi nada.

Lo siguiente debería ser aliens contra gangs de Baltimore.

Me gusta.

sábado, mayo 14, 2016

La parte maldita. Georges Bataille

"En este sentido, el capitalismo es un abandono sin reserva a la cosa, pero indiferente a las consecuencias y sin mirar más allá"

Hacia el Eden

Me resulta muy interesante el giro social que ha dado el cine de Costa-Gavras en sus últimas películas.

Seguramente "Amen", realizada en 2002 tras su claramente decepcionante e incomprensible -para mi- fase americana, conecta con su cine político anterior. "Estado de sitio", "La Confesión", "Z".... todas son películas en el que la lucha tiene lugar en el territorio de lo político.

Sus protagonistas se enfrentan a estructuras políticas totalitarias y represoras que generan situaciones injustas que deben ser combatidas desde planteamientos políticos de izquierda.

Sin embargo, lo social forma parte del contexto.

Se da por descontado.

Seguramente porque por aquel entonces se tenía muy claro por qué se luchaba y así lo esencial de la historia se centraba en la lucha política.

Sin embargo, y desde la estupenda "Arcadia" filmada en 2005, el mundo simbólico de Gavras experimenta un cambio copernicano.

Lo político deja de estar presente y sus historias parecen poner el pie en la tierra de lo social.

Gavras nos muestra quizá las consecuencias de lo político, el sufrimiento de la injusticia en entornos y contextos de vida cotidiana convertida en un espectáculo de normalidad perversa que el director greco-frances se limita a mostrar.

Seguramente para que tengamos claro aquello por lo que ahora hay que luchar.

Y si en "Arcadia" lo que se nos muestra es la tragedia del desempleo, en esta "Hacia el Eden" Gavras nos habla de la inmigración.

Y me resulta interesante porque con este cambio copernicano Gavras reconoce la importancia de lo social frente a la política.

Ya no se puede hacer política desde la politica, ahora la política se hace desde lo social.

Hay un orden de prioridades y la autenticidad de un posicionamiento político sólo puede proceder de su profundo enraizamiento en lo social.

Ese es el secreto de lo que algunos llaman "nueva política" y no otro.

Todo lo demás es pura semiótica, discursos que remiten a discursos, palabras que remiten a palabras, en un continuo juego sofistico en el que la realidad, las cosas están al servicio de lo que se dice limitándose a prestar un oportuno de valor de verdad en el que se busca la primacia de la palabra propia sobre la del adversario.

Así, la política ya no es el lugar donde las cosas pasan.

Gavras lo sabe y vuelve su mirada a lo social, a la presentación de los efectos de la injusticia y lo hace, en el caso de la inmigración, con esta historia sencilla, con maneras de cuento alegórico, que nos cuenta el viaje de un inmigrante desde las europeas costas griegas hasta el parisino corazón de europa en pos de un promesa de trabajo que un misterioso mago le ha hecho.

En sí misma, y como obra, "Hacia el Edén" no es una película del todo redonda y, por supuesto, en absoluto está a la altura de las grandes obras de Gavras, pero tampoco es desdeñable.

"Hacia el Eden" nos muestra imágenes tomadas desde una perspectiva que no es habitual: nuestra europa vista a través de los ojos entre asustados e ilusionados de un inmigrante.

Ya sólo por eso merece la pena verla, pero además exhibe de manera muy conseguida el encanto de las "road movies" que es el encanto de la vida misma: moverse hacia delante, hacia un destino y las personas, buenas o malas, que salen al paso del protagonista, influyendo de una manera u otra sobre su trayecto.

A mi me gusta mucho este cine que el alemán Wim Wenders ha elevado a la categoría de arte y por lo tanto no puedo tener otra opinión que una favorable sobre esta "Hacia el Edén"

Interesante.


The Spectacle of skill. Robert Hughes

"Son esos espacios existentes entre las personas los que Hopper pinta tan bien... Su mezcla peculiar de voyeurismo (poniendo nuestra mirada en el interior de la habitación) y de discreción (no revelándonos lo que las personas están haciendo o pensando) son el gancho del cuadro. Hopper ofrece rebanadas de una vida misteriosa, momentos de una narrativa que no está cerrada"