Una de las grandes virtudes de la comedia debe ser, a mi entender, la modestia.
Para el drama deben quedar el boato y la ampulosidad que siempre traen consigo esas grandes preguntas, el quienes somos, de donde venimos y a donde vamos cuando son mal dirigidas por inteligencias y/o emociones que muerden más lo que pueden masticar.
Desde el origen de lo dramático, en los griegos, el drama era el lugar de los dioses o el lugar de contacto entre los hombres y los oscuros designios de aquellos, mientras la comedia era un espectáculo mucho más táctico, mucho más prosaico en el que los absurdos y necesidades de la vida misma quedaban reflejados con el distanciamiento que siempre implicaba para las clases populares verlos sucediendo a otros sobre un escenario.
Para entendernos, y resumiendo, la comedia es el personaje del gracioso poniendo notas al pie al gran drama de los grandes sentimientos y los grandes personajes del teatro clásico.
Y escribo todo esto porque me lo sugiere la visión de la estupenda "Tres bodas de más", una comedia con todas las de la ley, ejemplar, que no busca arreglarle la vida a nadie sino como máximo arreglarsela a Ruth, magnificamente interpretada por Inma Cuesta, su geek protagonista.
Ruth contempla con divertida frustración cómo se ve obligada a asistir a las bodas de sus tres ex-parejas mientras su vida parece no avanzar al no encontrar esa pareja, ese amor que ella no se cansa de esperar en su eterno retraso.
Todo está contado con inteligencia y por lo tanto resulta divertido, dada la conexión natural entre la inteligencia y el sentido humor. Además está estupendamente interpretado por magnificos actores que saben dar a sus personajes esa vida y entidad tan necesaria en este género.
Pero lo mejor es que, y como en la vida misma, "Tres bodas de más" nos cuenta algo esencial: mientras nos obsesionamos con poner nuestra atención en una dirección, lo más interesante está sucediendo en otra.
Y es entonces cuando "Tres bodas de más" muestra el modesto poder de la comedia, tan importante como el drama, y que la convierte en portadora de un contenido con un poder sapiencial como minimo similar.
La epifanía que Ruth experimenta y que la hace mirar en la dirección correcta.
Porque al final el gracioso, el bufón, siempre es portador de sabiduría y la verdadera sabiduría relativiza y el relativizar siempre conduce al sentido del humor.
Los árboles que importan y que el bosque de las grandes palabras nunca deja ver.
La verdad no es más verdadera si se dice llorando.
Es más, yo creo todo lo contrario: las verdades más importantes de la vida, lo que de verdad importa siempre se dice sonriendo.
Estupenda.
Para el drama deben quedar el boato y la ampulosidad que siempre traen consigo esas grandes preguntas, el quienes somos, de donde venimos y a donde vamos cuando son mal dirigidas por inteligencias y/o emociones que muerden más lo que pueden masticar.
Desde el origen de lo dramático, en los griegos, el drama era el lugar de los dioses o el lugar de contacto entre los hombres y los oscuros designios de aquellos, mientras la comedia era un espectáculo mucho más táctico, mucho más prosaico en el que los absurdos y necesidades de la vida misma quedaban reflejados con el distanciamiento que siempre implicaba para las clases populares verlos sucediendo a otros sobre un escenario.
Para entendernos, y resumiendo, la comedia es el personaje del gracioso poniendo notas al pie al gran drama de los grandes sentimientos y los grandes personajes del teatro clásico.
Y escribo todo esto porque me lo sugiere la visión de la estupenda "Tres bodas de más", una comedia con todas las de la ley, ejemplar, que no busca arreglarle la vida a nadie sino como máximo arreglarsela a Ruth, magnificamente interpretada por Inma Cuesta, su geek protagonista.
Ruth contempla con divertida frustración cómo se ve obligada a asistir a las bodas de sus tres ex-parejas mientras su vida parece no avanzar al no encontrar esa pareja, ese amor que ella no se cansa de esperar en su eterno retraso.
Todo está contado con inteligencia y por lo tanto resulta divertido, dada la conexión natural entre la inteligencia y el sentido humor. Además está estupendamente interpretado por magnificos actores que saben dar a sus personajes esa vida y entidad tan necesaria en este género.
Pero lo mejor es que, y como en la vida misma, "Tres bodas de más" nos cuenta algo esencial: mientras nos obsesionamos con poner nuestra atención en una dirección, lo más interesante está sucediendo en otra.
Y es entonces cuando "Tres bodas de más" muestra el modesto poder de la comedia, tan importante como el drama, y que la convierte en portadora de un contenido con un poder sapiencial como minimo similar.
La epifanía que Ruth experimenta y que la hace mirar en la dirección correcta.
Porque al final el gracioso, el bufón, siempre es portador de sabiduría y la verdadera sabiduría relativiza y el relativizar siempre conduce al sentido del humor.
Los árboles que importan y que el bosque de las grandes palabras nunca deja ver.
La verdad no es más verdadera si se dice llorando.
Es más, yo creo todo lo contrario: las verdades más importantes de la vida, lo que de verdad importa siempre se dice sonriendo.
Estupenda.