Primero
Hace tiempo que no escribo en el blog.
Hace tiempo que caí en el convencimiento de que ya no tiene sentido exhibir la propia opinión. La alargada sombra de una sociedad ilustrada se extiende con la legitimidad justificadora de un mítico relato de orígenes para respaldar un circo romano mucho más sucio y pedestre.
Los años no me permiten ver de otra forma el corral de ruido y furia en el que se ha convertido algo tan sagrado y valioso como la opinión pública, corral especialmente expresado de manera metafórica en las redes sociales.
Y no puedo ver esa agresividad de otra forma que como expresión de una impotencia.
La impotencia que sentimos todos al comprobar la insustancialidad que como toda sombra contiene la alargada ausencia de una sociedad ilustrada de hombres rectos y justos, capaces de sobreponerse al propio interés en beneficio del colectivo.
Nuestra opinión, la de cada uno, en realidad no cuenta donde verdaderamente debiera contar.
Y en el fondo lo sabemos cuando troleamos y nos trolean.
Al matar toda posibilidad de construcción colectiva, el capitalismo también ha matado ésto.
Por eso prefiero no participar.
Segundo
Todos desempeñamos roles en las sociedades complejas.
Es de primero de sociología.
Y en las sociedades patriarcales también hay un rol de macho.
Si alguien tiene duda de su existencia (casi todos hombres, por supuesto), no tiene más que hacer el esfuerzo de leer entre líneas la ya tristemente famosa sentencia del caso de La Manada.
La posición de la mujer genera dudas porque al principio mostró un cierto nivel de colaboración con sus futuros violadores.
Cuando la mujer desafía a los hombres y despierta en ellos ese rol de macho que a ella le convierte en hembra ya no puede volverse atrás. Mucho peor. Asustarse, dudar, querer volverse atrás la convierte en culpable.
Nada puede oponerse al principal misterio de la sociedad patriarcal.
Cuando se convoca al dios Priapo que casi siempre e manifiesta en forma de erección, la criminal es aquella que ha provocado su presencia.
Priapo no puede ser convocado para nada.
El rol del macho debe ser ejecutado hasta el fin.
Debe hacerse lo correcto y todos aquellos que no contribuyen al buen fin de la ceremonía son culpables precisamente de eso.
De aquí viene tanto matiz, tanta carga del detalle sobre la chica.
De aquí el ignorar lo esencial.
El valor que tiene como relación sexual la relación que se mantiene con alguien que cierra los ojos, que no se mueve, que se abandona a la voluntad del otro y se convierte en cosa.
Y como consecuencia de esto la reflexión que debiera llevarnos a la conclusion de que el único placer que se obtiene es el placer de la violación.
La sentencia analiza la situación desde el rol del hombre y pone en duda a la mujer por el simple hecho de desafiar a Priapo convocándole en vano.
Ninguna mujer es inocente cuando se vuelve atrás ante Priapo, una presencia que siempre justifica al macho porque lo natural de su necesidad lo ampara.
Todo muy patriarcal-tribal en la Europa del Siglo XXI.
Tercero
Y también hay un rol de consumidor.
Un rol que nos sale a todos intentando compaginar la vida de pensamiento con la vida material del dinero y las cosas que día a día se nos mete por los ojos.
Cualquier cosa para evitar la disonancia entre ser y tener. Mejor dicho. Somos lo que tenemos, pero ser y tener guardan una relación simbiótica por la que lo que soy legitima todo lo que tengo.
Es por este mecanismo por el que cada vez se ve con más naturalidad que alguien de izquierdas pueda ser millonario o, por extensión, que alguien que no está conforme con esta sociedad pueda disfrutar a tope de las bondades de la misma.
No se percibe contradicción precisamente porque el objetivo es no percibir contradicciones.
Y a final uno puede sentir que es cualquier cosa, teniendo siempre cualquier cosa en la cantidad que se estime oportuna. Faltaría mas!
Si sirviese para algo animaría a la gente a que leyera los escritos de Pier Paolo Pasolini reivindicando para la pobreza una espacio entre la riqueza y la miseria, el espacio que ocupaban los opositores al sistema capitalista cuando de verdad eran oposición y no retorica vacía que se lleva el río de un centro comercial.
Pero no sirve para nada.
La derrota es total.
Y por eso aquellos que te dicen que quieren cambiar las cosas siempre te mienten: O a ellos mismos y a ti o sólo a tí.
Elige a opción que menos te duela, que más te guste.
Se nos ha olvidado que lo que de verdad nos hacía poderosos era precisamente no querer ser ricos.
Tener otros valores, unos valores que precisamente los planteamientos de crecimiento sostenible nos piden a gritos recuperar.
Pero, claro, para eso, hay que dejar de querer tener.
En este sentido, la hipoteca de 600.000 euros de la familia Iglesias no me ha decepcionado. Iglesias ya me había decepcionado antes.
Lo relevante es que el principal adalid de un mundo mejor que la vieja política nos pone sobre la mesa como nueva opción del decepcionante menú quiera tener tanto, tanto que elija hipotecar su vida al sistema que critica por lo menos durante 30 años comprando una hipoteca que está cinco veces por encima de la media que compran aquellos a los que ha venido a salvar.
Pablo tambien tiene miedo, confunde pobreza con miseria.
Te miente.
No puede salvarte en los términos que el mismo plantea.
Lo único que le diferencia del resto que no te ha salvado es que es nuevo y joven.
Y me duele concluir que, a estas alturas de la película, encuentre más honesto a quien, como Rajoy, te dice que no se puede hacer nada que a alguien como Iglesias que te dice que se puede hacer todo.