miércoles, julio 24, 2013

The gatekeepers

Dirigido por el israelí Drohr Moreh en 2012, The Gatekeepers cuenta la historia del Shin Bet, la agencia se seguridad interior del estado de Israel y hasta aquí no hay nadaespecial. Lo más importante que ofrece este documental es que este relato se construye con la participación de seis responsables máximos del Shin Bet desde la década de los ochentas del siglo pasado hasta el presente.

Hay que decir que la dirección del Shin Bet es uno de los puestos más relevantes de la administración israelí no sólo por el puesto que se desempeña sino por las especiales características del gobierno israelí y el papel tan relevante que la seguridad desempeña dentro del estado judío.

Ser responsable del Shin Bet no es cualquier cosa y un cualquiera jamás podría poner su nombre en semejante despacho.

Es en este sentido resulta pasmoso que no uno ni dos sino seis directores hayan decidido participar para construir con su directo testimonio la historia de esta agencia de seguridad interior cuyos orígenes se remontan a los del propio estado de Israel

Llama la atención la manera en que abiertamente se discuten episodios, como no podía ser de otra manera, turbios de la historia de la organización como la ejecución de los terroristas palestinos que en Jerusalén secuestraron el autobus de la línea 300 en 1984 o el modo frío y despiadado con el que se refieren a sus enemigos palestinos y a sus vidas convertidas en una variable dependiente más de la independiente que es y será siempre la seguridad del estado de Israel.

Personalmente no había escuchado a agentes isaraelíes hablar con tanta franqueza de las cloacas de un trabajo que un día puede llevarles a sentarse con sus enemigos en una mesa de negociación mientras el siguiente puede conducirles a tener que tomar la decisión de acabar con la vida de la persona con la que ayer hablaron.

Todos son hombres de acción acostumbrados a obrar no en términos de moralidad sino en términos de utilidad y necesidad, el lenguaje internacional que se habla en las cloacas de todos los estados y no deja de sorprender la naturalidad con la que se refieren a su trabajo utilizando su propio lenguaje.

Pero, y aún siendo éste un importante atractivo en sí mismo, "The Gatekeepes" encierra un atractivo aún mayor, un atractivo fascinante e inesperado que tiene que ver con la naturaleza del propio estado de Israel. Porque el relato que se construye de ese estado a través de la historia del Shin Bet sorprendentemente termina convirtiéndose en un viaje a ninguna parte.

El atractivo principal de "The Gatekeepers" es el escepticismo que los propios guardianes y principales agentes de esa película tienen hacia el modo en que el estado de Isreal se relaciona con su entorno hostil. Sorprende que disciplinados hombres de acción que ante las cámaras se responsabilizan de acciones fuera de la ley contemplen con escepticismo la viabilidad y utilidad de las políticas de agresión, de ojo por ojo y diente por diente que el estado de Israel ha mantenido con sus hostiles enemigos.

Y en este sentido hay una especie de unánime sentimiento de melancolía sobre la real utilidad de su trabajo, como si con el tiempo hubieran dejado de creer en la guerra que desde las cloacas estaban librando.

Si algo resulta evidente en este documental es que para estos hombres el camino que sigue el estado de Israel es un camino a ninguna parte y, lo que es peor, un camino que estos funcionarios con las manos manchadas de sangre encuentran imposible de desandar.

El panorama que se presenta es desolador. Por un lado, el conocido entorno de odio y violencia protagonizado por palestinos e islamistas y por otro un no tan conocido frente interior compuesto pot la extrema derecha religiosa y los políticos a los que estos hombres han servido, más interesados en ganar elecciones que en mancharse las manos para gobernar y en medio la idea del estado de Israel prolongándose en el tiempo más por inercia que por otra cosa.

Lo más importante que a mi juicio revela este brillante documental es una fractura profunda en esa impermeable e irrompible unidad de destino en lo universal que en su momento, quizá hasta la desaparición de la escena pública de los políticos israelitas de primera generación (Begin, Shamir, Meir) fue el estado espartano de Israel. 

Algo así como si los 65 años de lucha ininterrumpida en un entorno hostil comenzasen a pasar factura en forma de una cada vez más poderosa sensación de fracaso al respecto de una manera de hacer las cosas.

"The Gatekeepers" es un documental brillante, lleno de interés.




martes, julio 23, 2013

Rajoy compareciente

Quizá lo parezca, pero tonto no es.

No es ninguna casualidad que en su escrito de solicitud de comparecencia en el Congreso aparezca la situación económica y política como principal argumento.

Según el último barómetro del CIS, realizado entre el 3 y el 10 de junio, el desempleo es el tema que más preocupa a los españoles (80.5 por ciento de los ciudadanos, frente al 82.4 % en mayo); seguido de la corrupción y el fraude, 32.5 % frente al 30.7 % de mayo; y los problemas económicos, 32.2 % en comparación con el 34.9 % del mes pasado.

Puede deducirse fácilmente que sumando paro y situación económica, es éste el tema que más preocupa a los españoles  y no la corrupción. Asumiendo además que Rajoy no va a poder dar una versión creíble de su relación con el asunto Bárcenas porque sencillamente no existe, porque de haberla hace ya tiempo que este tema estaría resuelto, está claro que el Presidente y los asesores van a utilizar un viejo truco de la comunicación política que es convertir discursivamente la variable independiente en dependiente.

¿Cómo?

Aprovechando el discurso de buenos datos de paro para los meses de verano en que el gobierno estaba trabajando para ganar el mes de Agosto para unas tranquilas vacaciones, Rajoy seguirá una estrategia basada en un discurso esperanzador en lo económico.

Ojalá me equivoque pero, tal y como se plantea en el discurso de solicitud de comparecencia, la mayor parte del tiempo será ocupado por el presidente para hacer un discurso esperanzador que hará énfasis en continuar por esta senda a través del sacrificio y del esfuerzo. Posteriormente, hablará de la corrupción no para decir nada nuevo sino para repetir lo ya dicho y, lo que es más importante, para insertar el problema de la corrupción, dentro del contexto de esperanza económica para convertirlo en una innecesaria sombra, intentando convertir a la oposición en una sarta de interesados anti-patriotas sólo interesados en sacar el propio beneficio político.

Rajoy se reafirmará en su inocencia, apelará a la condición de presunto criminal de su ex-tesorero y no responderá a ninguna pregunta concreta.

Su estrategia será diluir cualquier ataque en ese discurso de esperanza que apela a manejar el problema que más preocupa a los españoles. Y ya si son realmente listos se dirigirá directamente a los españoles que están fuera del hemiciclo y no a sus representantes que sólo piensan en su propio interés y le acosan en la cámara.

Todo depende de él y de cómo genere ese contexto su discurso.

La oposición ya ha metido la pata en sus primeras declaraciones. Una vez conocida la comparecencia del presidente y después de clamar por su comparecencia, PSOE e IU se han despachado con declaraciones que, como mínimo, consideran superflua la misma comparecencia que han pedido. No mostrando el menor interés por lo que el presidente puda decir sino por exhibir su propia posición, lo cual contradice sus posiciones de comunicación iniciales.

La oposición seguiría metiendo la pata si no prepara respuestas en lo económico y centra toda su posición discursiva en el ataque y en la corrupción.

Rajoy es un superviviente nato y sabe que, aunque en intención de voto todo este guirigay le ha supuesto un coste considerable, todavía está por delante de un PSOE que aún no ha alcanzado la intención de voto alcanzada en las pasadas elecciones, la mayor de sus debacles electorales.

Rajoy sabe que sólo necesita empatar y empatar es conseguir como mínimo el respaldo de los suyos fuera del parlamento.

Tácticamente el desprecio de lo económico o cualquier actitud, palabra o gesto que pueda asemejarse durante el debate es el movimiento del rival que por antonomasia Rajoy espera. Si surge esa oportunidad, que desgraciadamente creo surgirá a tenor de las declaraciones que la oposición está haciendo, Rajoy empleará todos sus recursos para dar la batalla en esa grieta.

En realidad, la mayoría silenciosa es ese 80% de menciones que tiene el paro frente al 32,5% que tiene la corrupción, más del doble y, como digo, con los datos de intención de voto que se conocen, sería muy bueno conseguir convencer a los propios... La Razón y el ABC, Marhuenda y Edurne Uriarte, su escudera, harán el resto.

Por parte de la oposición sería un error de bulto despreciar el debate económico y caer en esa trampa que con toda seguridad Rajoy va a tender, dejándose llevar por las bajas pasiones que denotan sus últimas declaraciones.

No hay que subestimar a este Rajoy compareciente.

Si algo ha demostrado es que es todo un superviviente.

Portrait of Jennie

David O. Selznick fué quizá el único productor independiente que consiguió descollar en la época dorada de los grandes estudios junto con Walt Disney.

Éxitos como "Rebeca" y "Lo que el viento se llevó" por los que su Selznick International Pictures consiguió de manera consecutiva en 1939 y 1940 el Oscar a la mejor película le colocaron en una posición envidiable, que ningún productor independiente había alcanzado hasta el momento en un mercado monopolizado por los cinco grandes estudios: 20th Century Fox, Paramount, Warner Bros, Columbia y Universal.

El nombre de Selznick es un magnífico ejemplo de la figura del productor creador, una figura que se ha dado con cierta frecuencia en el negocio del cine desde el legendario Irving Thalberg hasta nuestro recientemente desaparecido Elias Querejeta.

A las manos de Selznick llegó una novela titulada "Portrait of Jennie" que contaba una imposible historia de amor entre un pintor y una mujer muerta. En ella Selznick vió una hermosa historia llena de posibilidades, pero también un vehículo para su mujer Jennifer Jones, a cuya promoción como gran estrella cinematográfica dedicó buena parte de sus esfuerzos a partir de mediados de la década de los cuarentas del siglo pasado.

La película se estrenó en 1948 y el resultado es una historia fantástica en la que el romanticismo más excesivo rima con el exceso absoluto que es lo imposible en sí.

Eben Adams (Joseph Cotten), un pintor solitario que lucha sin éxito por abrirse paso en su profesión vivirá una serie de misteriosos y mágicos encuentros con una hermosa mujer llamada Jennie (Jennifer Jones).

En cada uno de esos encuentros, el tiempo será diferente para los dos puesto que los que son meses para Adams parecen ser años para Jennie, que va pasando de niña a mujer ante la mirada asombrada de Adams quién descubrirá el destino trágico de Jennie y sólo saldrá de su asombro para enamorarse de ella, entrando en una relación más allá del tiempo y del espacio que sucede con toda naturalidad ante la mirada del espectador.

"Portrait of Jennie" era una de las películas favoritas de Luis Buñuel, sin duda el maestro de Calanda disfrutaría con toda esa irrealidad, casi onírica, sucediendo en un entorno tan realista como la ciudad de Nueva York magnificamente fotografiada en blanco y negro por Joseph H. August.

Y esa es la mayor virtud de la película, su capacidad de saltar de lo real a lo irreal de una manera sútil, sin grandilocuencias, revelando lo extraordinario en el brillo de pequeños detalles que llenan de encanto una historia distinta y especial en la que el amor va más lejos que el tiempo, el espacio, la vida y la muerte.

Casi nada...

PD: "Portrait of Jennie" haría un gran programa doble con "Pandora and the Flying Dutchman", otra maravillosa y fascinante película del mismo corte fantastic-romance.





“Desde hace mucho tiempo estoy repitiendo que experimento una gran nostalgia por la pobreza, mía y de los otros, y que estábamos equivocados en creer que la pobreza fuese un mal. Afirmaciones reaccionarias que, de todas formas, yo sé que hago desde una posición de extrema izquierda no definida todavía y por cierto nada fácil de definir.
Cuando me dolía verme rodeado por gente que ya no reconocía más -por una juventud infeliz, neurótica, afásica, obtusa y presuntuosa de los millares de libras de más que el bienestar les había imprevistamente metido en el bolsillo- he aquí que llega la austeridad o la pobreza obligatoria. En cuanto medida gubernamental yo considero esta austeridad inconstitucional sin más y me indigna furiosamente el pensamiento de que sea «solidaria» con el Año Santo. Pero, como «signo premonitor» del retorno de una pobreza real, no puedo más que alegrarme. Digo pobreza no miseria. Estoy pronto a cualquier sacrificio personal, por supuesto. Para compensarme, bastará que en el rostro de la gente vuelva el antiguo modo de sonreír; el antiguo respeto por los otros que era respeto por sí mismo; el orgullo de ser lo que la propia cultura «pobre» enseñaba a ser. Entonces se podrá quizás recomenzar todo desde el principio... Estoy desvariando, lo sé. Por cierto, estas restricciones económicas que tienen el aire de proponerse un tenor de vida que será desde ahora el de todo nuestro futuro, pueden significar algo: que era quizás una demasiado lúcida profecía de desesperados pensar que la historia de la humanidad fuese la historia de la industrialización total y del bienestar, es decir, «otra historia» en la cual no tuviera más sentido ni el modo de ser del pueblo ni la razón del marxismo. Quizás la culminación de esta historia aberrante -aunque no osáramos esperarlo- la hemos ya alcanzado y ahora comienza la parábola descendente. Los hombres deberán tal vez volver a experimentar su pasado, después de haberlo superado y olvidado artificialmente en una especie de fiebre, de frenética inconsciencia. Es cierto (como leo en Piovene), que la recuperación de este pasado será por mucho tiempo un aborto: una mezcla infeliz entre las nuevas comodidades y las antiguas miserias. Pero bienvenido sea también este mundo confuso y caótico, este «desclasamiento». Todo es mejor que el tipo de vida que la sociedad estaba vertiginosamente originando.”

 (Escritos corsarios, Pier Paolo Pasolini)
“Existe hoy una forma de antifascismo arqueológico que es además un buen pretexto para procurarse una patente de antifascismo real. Se trata de un antifascismo fácil que tiene por sujeto y objetivo un fascismo arcaico que no existe más y que no existirá más.
Partamos del reciente film de Naldini: Fascista. Y bien, este film, que se ha propuesto el problema de la relación entre un jefe y la multitud, ha demostrado que tanto el jefe, Mussolini, como la multitud, son dos personajes absolutamente arqueológicos. Un jefe como aquel es hoy absolutamente inconcebible no sólo por la nulidad y por la irracionalidad de lo que dice, por la inanidad lógica que está detrás de lo que dice, sino también porque no encontraría absolutamente espacio y credulidad en el mundo moderno. Bastaría la televisión para anularlo, para destruido políticamente. Las técnicas de aquel jefe estaban bien sobre un palco, en un comicio, frente a la muchedumbre «oceánica», pero no funcionaría absolutamente para nada en una pantalla.
No es esta una simple comprobación epidérmica, puramente técnica, es el símbolo de un cambio total de la manera de ser, de comunicarse entre nosotros. Y lo mismo la muchedumbre, aquella muchedumbre «oceánica». Basta por un instante posar los ojos sobre los rostros para ver que aquella muchedumbre no existe más, que están muertos, que están sepultos, que son nuestros abuelos. Basta esto para comprender que el fascismo no se repetirá nunca más.
 He aquí por qué buena parte del antifascismo de hoy, o por lo menos del que es llamado antifascismo, o es ingenuo y estúpido o es presuntuoso y de mala fe: porque da la batalla o finge darIa a un fenómeno muerto y sepultado, arqueológico precisamente, que no puede asustar a nadie. Y, en suma es un antifascismo cómodo y descansado.
Yo creo, lo creo profundamente, que el verdadero fascismo es aquel que los sociólogos han llamado con demasiada buena voluntad «la sociedad de consumo».”

“L'Europeo”, 26 de diciembre de 1974, Entrevista de Massimo Fini.
 “Escritos corsarios”, Pier Paolo Pasolini

domingo, julio 21, 2013

Macbeth

Macbeth es el último intento por parte de Welles de continuar siendo un habitante habitual de Hollywood, pero sobre todo es un magnífico ejemplo de su inmenso talento cinematográfico.

Tras el estrepitoso fracaso de público y crítica que supuso la extraordinaria "La Dama de Shanghai", en el que se atrevió a profanar a la diosa Rita Hayworth tiñéndola de rubio, Welles parecía haber agotado todo su crédito con la industria.

No obstante, su necesidad de abordar nuevos proyectos coincidió con el afán que Herbert Yates, responsable de una productora independiente como Republic, vivía por aquel entonces de hacer productos menos comerciales y de mayor calidad.

Fue asi como Welles encontró financiación para su Macbeth, su primera incursión cinematográfica en el universo shakesperiano del que tanto era deudor, empezando por el grandilocuente y misántropo personaje que el propio Welles fue haciendo de sí mismo con el paso del tiempo.

Por entonces una de las principales críticas que recibía Welles era su incapacidad de acometer los proyectos sin poder respetar las previsiones presupuestarias y de tiempo de rodaje, siempre relacionadas por otra parte. En este sentido, las condiciones de la Republic, una productora independiente, no eran las de las grandes majors. El presupuesto era escaso y el tiempo de rodaje mínimo.

Así, y como si se tratase de una demostración de su capacidad para cumplir con tiempo y precio para sus críticos, Welles rodó la película en veinte días y dentro del presupuesto... y lo hizo haciendo de la necesidad virtud porque, y por encima de todo, su Macbeth es una suerte de brillante caja china donde cine y teatro de entrelazan de manera admirable hasta confundirse.

En este sentido, no es una casualidad que la película comience diciendo en los créditos que se trata de una producción de su Mercury Theather porque exactamente éso es lo que este Macbeth.

Lo primero que encuentra el espectador es un escenario que no disimula su condición.

No hay pretensión de realidad, sino pretensión de escenografía... y dentro de ese escenario donde se está desempeñando la obra la cámara de Welles se mueve con agilidad para presentar en cada momento lo más relevante de lo que sucede sobre ese escenario.

Welles envuelve la magia de Shakespeare en su propia magia de narrador presentando todo un repertorio de recursos puestos a disposición de la narración de la historia: uso dramático de la profundidad de campo (con algún momento maravilloso como el primer plano del Macbeth criminal mientras Banquo sube a buscar al rey asesinado), grúas, travellings, planos-secuencia (algunos de ellos brillantes), picados, contrapicados...

En ciertos momentos uno tiene la sensación de que la cámara es una especie de reportero gráfico levantando acta de un evento que está sucediendo a su alrededor, en ese escenario que quiere ser el castillo de Macbeth... Los personajes van y vienen, la cámara se mueve, los encuentra, los deja atrás... Excepcional!

Macbeth es una de las grandes películas de Welles, que incluso y teniendo en cuenta su participación dentro de la película tampoco desentona demasiado como actor, interpretando uno de los grandes papeles de la historia del teatro.

Por supuesto, fue un rotundo fracaso de público y crítica... Welles ya estaba marcado y, como un buen entendedor que no necesita una palabra más, el genio de Wisconsin marchó hacia la vieja Europa convirtiéndose en ese exiliado artístico de la industria que siempre tuvo a gala ser.

A partir de este Macbeth, Welles pasaría a ser un ciudadano del mundo cuyo hogar estaba allí donde algún incauto productor, dispuesto a arruinarse a cambio de que su nombre apareciera en los créditos junto al genio de Wisconsin, se interesase por alguno de sus proyectos. Una especie de genial vividor dispuesto siempre a usar su propio personaje y su prestigio para sacar el dinero de cualquier bolsillo para emplearlo en proyectos de dudosa rentabilidad económica que no obstante permanecerán como monumentos cinematográficos en honor de su inmarcesible talento... Pero, si algo hizo Welles a lo largo de su vida, fue no engañar en lo esencial, en su propuesta casi suicida de ignorar lo económico en un mundo donde el dinero abandonaba lo económico para convertirse en ese equivalente general de valor general que ahora es.

Excepcional.






jueves, julio 18, 2013

El hombre que ríe

Es interesante la posición que ocupa lo monstruoso dentro del Romanticismo.

Personajes como el "Frankenstein" de Mary Shelley o el Quasimodo de "Nuestra Señora de París" o el Gwynplaine que protagoniza esta "El hombre que ríe", ambos surgidos de la fértil y talentosa mente de Victor Hugo representan el lado oscuro del individualismo, una de las principales señas de identidad del movimiento romántico.

De todo modo los monstruos representan la individualidad condenada, la individualidad irremediable, sin posibilidad de marcha atrás porque la propia apariencia relega a la separación y a la diferencia. Y no sólo la individualidad sino las consecuencias de la misma vivida en su manera más extrema: la soledad, la incomprensión, el rechazo...

Asi, el monstruo se convierte en una hiperbólica metáfora que habla de las consecuencias, casi siempre negativas, de la individualidad como exceso.

En "El Hombre que ríe" un noble enfrentado a al rey Jacobo II de la dinastía Estuardo perderá la batalla. Será condenado a muerte y su hijo cruelmente desfigurado. Por indicación del cruel Barkilpedro, el bufón del rey, unos gitanos dibujarán una sonrisa eterna en su rostro. El niño conseguirá salvar la vida al ser recogido por Ursus, un feriante. Con el tiempo el niño se convertirá en Gwynplaine, el hombre que ríe, una atracción de feria cuya fama conseguirá atraer hasta a los fantasmas de su cruel y trágico pasado.

Dirigida por Paul Leni, en 1928, "El hombre que ríe" es una superproducción del final del cine mudo protagonizada por Conrad Veidt, uno de los grandes interpretes del cine expresionista alemán que acabó siendo el inolvidable Mayor Strasser en Casablanca y que en esta película realiza un talentoso trabajo de expresividad e intensidad memorable para encarnar al monstruo Gwynplaine. Hasta el punto de que una vez vista la presencia de Veidt se vuelve inolvidable, siendo la confesada inspiración para la creación del personaje del Joker por parte de los creadores de Batman, el héroe del comic.

Tengo que decir que en lo sentimental la película quizá se ha quedado un poco antigua, especialmente en lo que tiene que ver con la atildada y excesiva expresión de los efectos, pero, y superado ese inconveniente, la película se deja ver con interés en todo momento constituyendo una magnífica muestra del sistema de estudios de la época dorada de Hollywood.

El film tiene momentos sombríos e inquietantes en los que Leni, escenógrafo y director de la época expresionista del cine alemán, muestra todas las posibilidades de su malogrado talento, murió de sepsis en 1929, para construir imágenes afiladas e inquietantes hechas de luces y sombras. También brilla por su presencia algún que otro movimiento de cámara inteligente, hallazgos de los que ya no se dan, como un travelling en subjetivo para expresar la entrada de un personaje en una estancia y alguno más.

El resultado es un entretenido espectáculo que la magnética presencia del monstruo Gwynplaine/Veidt protagoniza de principio a fin en su esfuerzo por escapar de lo que parecen eternas consecuencias, incluso grabadas en su rostro, de un pasado trágico.

Entretenida.


martes, julio 16, 2013

Samurai Rebellion

El periodo Tokugawa en Japón se extiende desde principios del siglo XVII hasta finales del siglo XIX, concretamente hasta 1868 en que se produce la Restauración Meiji y el periodo Imperial.

Es un periodo de paz como consecuencia de la resolución en favor del clan Tokugawa de todo un periodo de inestabilidad y conflictos internos entre los diferentes señores territoriales del Japón. Los Tokugawa consiguen imponerse sobre el resto de daymio estableciendo la autoridad de un shogun sobre la totalidad del Japón y, por extensión, sobre el resto de señores territoriales o dyamios.

Es en este periodo de paz donde la mayor parte de la literatura sobre los samurais es escrita.

Por así decirlo, la realidad del samurai se forja en el periodo inestable anterior, pero es en el periodo Tokugawa, un periodo en el que el orden prima sobre el conflicto, donde el desocupado samurai tiene tiempo para escribir sobre si mismo y forjar su propio mito.

"Samurai Rebellion" sucede a mediados del siglo XVIII, en pleno apogeo del periodo Tokugawa, para contarnos de manera magistral y sobrecogedora la terrible historia de un abuso de poder y de una injusticia.

El honor y los principios morales de Isaburo, un veterano samurai magnificamente encarnado por el genial Toshiro Mifune, entran en conflicto con los intereses de su clan. Y todo tiene que ver con la Dama Ichi, mujer que el señor del clan repudia obligando a su hijo Yogoro a tomarla por esposa para luego volver a quererla en palacio como consecuencia de intereses dinásticos en la capital.

En ambos casos, el señor del clan pone sus intereses por encima de la ley haciendo caer todo el peso de la misma y de la tradición sobre la familia Sasahara para, situándose por encima de lo correcto, ampararse en su condición de señor y conminarles a cumplir con sus deseos.

Isaburo, un samurai a la vieja usanza, encontrará finalmente un sentido a su vida de fiera guerrera domada en periodo de paz defendiendo el honor de su familia y de la dama Ishi frente a la injusticia.

En "Samurai Rebellion", la tragedia de la familia Sasahra se inscribe en un escenario mayor que componen los excesos totalitarios de los señores feudales convertidos en verdaderos tiranos al servicio de sus propios intereses en una sociedad, además, basada en la estricta obediencia.

Y es en este sentido donde aparece uno de los principales atractivos de la película puesto que muestra con mucho acierto y claridad un escenario de violencia estructural en el que el poder confunde interesadamente sus intereses con lo correcto, valiéndose de la autoridad y de la ley para conferir un valor de justicia a algo que de por sí no lo tiene.

Isaburo ve esa injusticia, la siente en las propias carnes y, poco a poco, va evolucionando de una actitud de melancólica obediencia a otra muy diferente, de directo enfrentamiento conforme el poder del daymio va yendo más y más lejos en su afán de conseguir realizar su voluntad.

Dirigido en 1967 por Masaki Kobayashi, uno de los grandes directores de la segunda línea del cine japonés... esa que no se ve tras el brillo de Kurosawa, Ozu y Mizoguchi, "Samurai Rebellion" es un drama poderoso, magníficamente narrado, que, en un constante crescendo de tensión, se sigue en todo momento con atención hasta un final muy hermoso en el que el espectador siente sobre su corazón el largo y poderoso brazo de ese desconsiderado poder absoluto.

Especialmente memorables son el par o tres de escenas en que, de manera hipócrita, el sistema feudal pretende salvar la cara dejando caer todo el peso de la ley y la costumbre sobre decisiones de personas concretas planteándoles opciones que en realidad no son tales. Decisiones en las que a las victimas aparentemente no les queda otra opción que ir en contra de la justicia y reconocer la voluntad del poder manteniendo legitimando así lo que es puro interés.

Especialmente memorable también la música del maestro Toru Takemitsu.

Brillante.


domingo, julio 14, 2013

Ruby Sparks

A diferencia de alguna crítica que he leído sobre esta película, "Ruby Sparks" es una película que tengo la sensación de haber visto ya antes.

"Ruby Sparks" cuenta la historia de Calvin Weir-Fields (Paul Dano), un escritor joven cuya primera novela había tenido un gran éxito. Desde entonces Calvin, encerrado en su propio laberinto, sufre un sistemático bloqueo creativo. En sus intentos de continuar escribiendo, Calvin poduce un relato en el que describe a una mujer con la que sueña y para su sorpresa este personaje, Ruby Sparks (Zoe Kazan), acaba materializándose en los términos en que ha sido escrita.

Por encima de todo "Ruby Sparks" es una comedia romántica bastante eficaz que se las arregla para disimular la repetición bajo una superficial capa de diferencia que funciona de manera relativa.

Hay en terreno en la historia para un planteamiento de mayor calado pero "Ruby Spàrks" es un producto hecho para ser consumido, no para ser pensado, en la línea de ese llamado cine independiente americano que ha hecho de las emociones y las historias el efecto especial.

Podría hablar de la seducción, realizar un discurso relativamente culto sobre el egoísmo del creador y la aparición del otro como espejo pero no estamos ante una obra de arte sino de un producto. En algún momento se sugieren estas posibilidades pero la historia no va por allí, prefiriendo mantenerse dentro de la obsolescencia planificada de la fórmula de la comedia romántica: encuentro-desencuentro-encuentro. Convirtiendo la posibilidad de lo memorable y el recuerdo en mera espoleta para desencadenar este proceso casi dialéctico de acuerdos y desacuerdos entre los amantes.

En este sentido, y con independencia de que Ruby sea real o no lo sea, "Ruby Sparks" es una historia que he visto cientos de veces y que no me interesa demasiado una vez que, de manera decepcionante, se disipan todas las posibilidades que presentaba en su propuesta.

Parafraseando al gatopardiano Principe de Salina, "Ruby Sparks" es una comedia romántica que cambia todas las claves del género pero para que todo siga igual. No obstante se las arregla con solvencia para reproducir fielmente el relato que los aficionados a la comedia romántica una y otra vez desean ver y escuchar.

Entretenida.




jueves, julio 11, 2013

Star Trek: Into darkness

La regla de oro para generar un producto cinematográfico ganador de cara al gran público consiste, a mi entender, en la combinación de espectacularidad y emocionalidad en las dosis precisas y en los momentos adecuados.

La capacidad para convocar estas dos cualidades a lo largo del metraje de una película es atributo esencial y sine qua non para que la industria cinematográfica pueda plantearse nombrar nuevo Rey Midas al candidato y está claro que J. J. Abrams demuestra en esta "Star Trek: Into darkness" su derecho a ocupar ese trono que James Cameron o Michael Bay ocupan, no reclaman.

En este sentido, esta nueva entrega de la saga espacial creada por Gene Roddenberry pàra la televisión hace ya 47 años es un producto de entretenimiento ganador con todas las de la ley, uno de esos artilugios perfectamente falsos que consigue, por lo civil o por lo penal, retener la mirada del espectador durante el tiempo que supone su duración... pero, no creo que nadie incluya nunca entre la lista de las películas de su vida esta "Star Trek: Into Darkness".

Esta nueva entrega está inspirada de manera clara en la segunda entrega de la primera aventura cinematográfica de la saga "Star Trek: La ira de Khan" filmada en 1982. En ella los tripulantes primigenios de la nave Enterprise deben enfrentarse a un guerrero superhombre genético producido en el siglo XX. Ahora los nuevos tripulantes de la la nueva nave Enterprise también deben enfrentarse a un superhombre también llamado Khan, magnificamente encarnado por un extraordinario Benedict Cumberbatch (sin duda lo mejor de la película).

En un juego de intrigas palaciegas de la federación, Kirk y compañía irán desentrañando la madeja del secreto que encierra Khan quién tan pronto estará de su lado como enfrentado a ellos hasta un demoledor, en el sentido literal de la palabra, final lleno de espectaculares efectos especiales.

Como ya he escrito en esta reseña, Abrams se desplaza con soltura desde la espectacularidad sinfónica de los grandes escenarios infográficos hasta la intensidad de las expresiones y motivaciones de los personajes, dotando a "Star Trek: Into darkness" de la mínima profundidad necesaria para que el espectáculo presentado resulte emocional y no una mera exhibición plana de músculo infográfico.

Y eso siempre se agradece.

Las historias respiran y viven a través de los ojos de los personajes que las protagonizan... Que le pregunten al maestro John Ford.

Entretenida.





martes, julio 09, 2013

Broken City

Entre el cine de James Gray y el de Sidney Lumet se mueve esta "Broken City" que no ofrece nada nuevo.

Del cine de Sidney Lumet, "Broken City" toma su aspiración a ser un relato vigoroso y elocuente sobre la gran ciudad como lugar de pecado y corrupción. La ley solo se respeta cuando no hay algún inconfesable interés en juego, convirtiéndose la politica en un escenario donde se representa a la perfección y mientras es posible el espectáculo de la moralidad y lo correcto.

Películas de Lumet como "La Noche cae sobre Manhattan" o "El príncipe de la ciudad" aparecen como claros referentes de esta "Broken City" en el que Hostetler, un alcalde lleno de dudas y sombras, contrata al detective Billy Taggart para descubrir con quién le engaña su mujer.

Por otro lado, y del cine de James Gray, que también sucede dentro de ese escenario de la gran ciudad como lugar de pecado y corrupción, "Broken City" obtiene lo psicológico, las complicadas y tortuosas relaciones que ese ambiente de corrupción, sumado al paso del tiempo, genera entre los diferentes personajes; algunos de ellos, los mejores, generalmente tentados por la posibilidad de una redención que siempre se les ofrece tentadora pero prohibitiva por el elevado coste que les supondría acceder a ella.

Extraordinarias películas de Gray como "The Yards" o "We own the night" se mueven dentro de esas tortuosas claves y suministran los elementos esenciales para entender la relación existente entre Hosteter y Taggart, una relación marcada por un oscuro pasado de encubrimiento y delito.

En estas aguas turbias, los responsables de "Broken City" intentan pescar un thriller de corrupción y crimen con la ciudad de Nueva York y su alcaldía como fondo.

El resultado no pasa de correcto, siendo como característica fundamental bastante previsible pese a su pretendida complejidad... previsible y en algún momento hasta un poco incomprensible gracias a algún diálogo bastante farragoso, viejo truco de guionista sin talento, en el que se pretende el ahorro de imágenes para que el espectador sepa y la historia avance.

A destacar la presencia de Russell Crowe vestido de manera contemporánea y no de cualquier otra época, pero siempre siendo ese magnífico actor que hace que cualquier diálogo merezca la pena.

Entretenida... como máximo.


lunes, julio 08, 2013

Empresas con beneficio que siguen destruyendo empleo... IKEA


“Una segunda pregunta importante es: si los bloques de construcción subatómicos de los objetos materiales no poseen las características de los objetos materiales, ¿qué grado de realidad tiene el mundo en que vivimos? En otras palabras, ¿en qué nivel y mediante qué extraños procedimientos mágicos permite la naturaleza que la aparente solidez del mundo se desintegre en la fantasmal y esquizofrénica multiplicidad de probabilidades que constituyen el reino subatómico?”
(Más allá de la teoría cuántica, Michael Talbot)

... Y viceversa.

Persona

Cada vez que la veo estoy más convencido.

Todo lo que se ha escrito sobre "Persona", todo lo que tiene que ver sobre la compleja relación entre vampírica y sádico.masoquista que se establece entre las dos actrices que protagonizan la película no es lo realmente relevante.

Dos aspectos que me parecen esenciales revelan un propósito más general y complejo que engloba todos esos significados tan estimulantes de índole psicológica y psicoanalítica que la película suscita.

Por un lado, el titulo provisional que Bergman puso al borrador del guión de ·Persona". Este nombre es "Cinematografía".

Por otro, las secuencias iniciales y finales que encierran la película como dentro de un paréntesis de sentido. Collages de imágenes en movimiento y fijas curiosamente arrancadas con el arranque de la fuente de luz dentro de una vieja cámara de proyección de cine, contenido que literalmente está en el principio y el fin del tiempo que inaugura la película significando, de manera clara y directa, un encendido y un apagado, la presencia y la ausencia de esa luz que traspasa los fotogramas y los anima.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, cada vez tengo más claro que el concepto de "persona" que finalmente titula la película no sólo debe ser aplicado a los personajes que suceden dentro del cine sino al propio hecho del cine en si.

Después de todo el concepto de persona expresa tambien una idea de interfaz. Esa máscara que vestían los actores en el teatro griego y latino era una superficie que congelaba un determinado carácter, una determinada orientación del ser, pero bajo esa expresión congelada subyacía toda una complejidad, una verdadera y caótica espuma cuántica capaz de suscitar cientos de otras variantes de esa misma expresión congelada, convertida en definitivo significado superficial.

Abundando en este sentido es verdaderamente esclarecedora la imagen del niño intentando tocar el rostro borroso de Elisabet la protagonista, convertido en superficie, en pantalla que congela en esa superficie hierática, detenida, el misterio de toda esa variedad fluente de significados que el espectador ha podido ver a lo largo de la película.

Esta es la imagen:


Esta imagen es la clave verdaderamente reveladora de ese discurso esencial de Bergman sobre las posibilidades o imposibilidades de la imagen convertida en interfaz para vehiculizar esa compleja fragmentación que el cineasta sueco intenta mostrar a lo largo de todo el metraje de la película.

De todo modo, "Persona" es una lúcida reflexión sobre la complejidad de eso que llamamos sentido y que, en lo que atañe a los seres humanos, se cifra en el concepto de persona, porque tanto en lo psicológico y lo sociológico el concepto de persona nos permite no sólo entendernos sino ser entendidos.

En términos psicoanalíticos, el ámbito de la persona es el ámbito del yo, esa fina y frágil superficie de sentido que, precisamente por nuestro esfuerzo por entendernos y ser entendidos, entre dos abismos insondables: el de la realidad (super yo, nuestra percepción del entorno) y el inconsciente del ello.

Una superficie tan fina y frágil como lo es el fotograma y la propia pantalla.

"Persona" no es sólo una obra maestra cinematográfica sino un brillante ensayo visual sobre las dificultades y complejidades del sentido, especialmente en lo que tiene que ver con el hecho tan necesario de entendernos y ser entendidos.

Y es dentro de esta propuesta donde, creo, debe entenderse la compleja relación de dramático vaudeville emocional que se establece entre las dos protagonistas.

Preguntado sobre la película, el propio Bergman llegó a afirmar, parafraseando la famosa frase de Flaubert al respecto de su Madame Bovary, que Elisabet Vogler era él. Bergman siempre fue un talentoso y genial pesimista antropológico y a través de "Persona" Bergman no hace otra cosa que transmitirnos de una manera hermosa y genial su pesimismo acerca de la posibilidad de poder comunicarse real y verdaderamente con nosotros, su público.

Obra maestra.



sábado, julio 06, 2013

Las sesiones

Basada en la vida del periodista y poeta Mark O`Brien,"Las sesiones" nos cuenta el proceso que vivió O'Brien, paralizado de cuello para abajo por una tetraplejia, para perder la viriginidad a los 38 años.

Dejando de lado la épica personal de O'Brien que haciendo un chiste fácil demuestra lo que está dispuesto a hacer un hombre por follar y que, pese a la cínica broma que acabas de leer, considero conmovedora, "Las sesiones" es otro más de esos dramas amables, centrados en argumentos sencillos protagonizados por personajes de a pie de calle en que el en su momento llamado cine independiente norteamericano ha devenido.

En todo caso, la película es un buen ejemplo de este tipo de cine.

"Las sesiones" combina el drama con la comedia en la manera precisa y justa, presentando al uno y al otro de una manera sobria, sin excesos. No hay lugar para la carcajada ni para el llanto, sólo para la sonrisa y la lágrima en un entorno narrativo donde el humor y la ironía siempre hacen de policía de lo dramático, circunscribiendo su radio de acción y apareciendo siempre para suministrar al espectador las claves precisas para interpretarlo.

El mecanismo funciona.

En el fondo nadie parece sufrir demasiado, nadie parece tomarse las cosas demasiado a la tremenda. Nada ni nadie se sale de madre y el resultado es una película que se deja ver... Las sonrisas llegan cuando deben, las lágrimas también y el fenomenal trabajo del elenco actoral contribuye en buena medida a ello encarnando y vertebrando algunos personajes más esquemáticos de lo que, una vez vestidos, parecen.

En resumidas cuentas, "Las sesiones" hace de la emoción un efecto especial y lo hace bien. No  decepciona... Otra cosa muy distinta es si el esfuerzo épico por seguir en la vida que O'Brien realizó mereciera la suerte de algo más inolvidable.

Entretenida.


viernes, julio 05, 2013

Game of thrones

Termino de ver la tercera temporada de Game of Thrones y sigo sin entender por qué ese trono de los siete reinos es tan codiciado...

Seguramente debería leerme los libros... pero mis vacaciones ya no son tan largas.

De todos modos, y como debajo de tanta armadura y de tanta espada, funcionan los mismos mecanismos narrativos que sostienen una telenovela sería hipócrita por mi parte decir que esta temporada no resulta entretenida.

Lo es.

El mecanismo funciona a las mil maravillas, incluso adornado con algunos diálogos brillantes, casi shakesperianos, que me hacen dudar y esperar infructuosamente más excelencia en el siguiente plano, pero el resultado sigue sin entusiasmarme.

De hecho ya me he olvidado de este telenovela con espadas.

A ver si llegan los caminantes desde el Norte de una vez, ponen un poco de orden y se llevan por delante a toda esa caterva de pesados que quieren sentarse en un trono horroroso, pero imagino que la historia de Juego de Tronos no es tan buena, que en algún momento alguno de esos estúpidos reyes será el rey verdadero o algo así....

Muy pequeño burgués todo.

jueves, julio 04, 2013

La hierba errante

Siempre me pregunto cuál es la magia que hace al cine de Ozu tan especial, tan único, tan excepcional.

Hace poco leía una entrevista a Tonino Guerra, guionista de genios como Tarkovski o Angelopoulos y uno de los grandes autores del cine europeo sin haber dirigido una sola película, en la que decía que le gustaría decirle a la gente que hay muchas cosas en la vida que no tienen precio, cosas mínimas, milagrosas, que ya casi nadie ve. Y la respuesta a mi pregunta sobre Ozu empieza aqu porque creo que el principal talento del maestro japonés es conseguir que esas cosas pequeñas, que no tienen precio, se muestren.

Todas sus películas son una suerte de invocación, una llamada a esos dioses de las pequeñas cosas que habitan transparentes las existencias de sus personajes... y por extensión de las nuestras.

Las historias de Ozu proponen una superficie lisa y calmada, que destila suavidad y quietud y la magia también radica en esa ilusión de transparencia, de verdad y realidad que el maestro japonés generar; transparencia a través de la cual el espectador cree poder ver esos pequeños dioses de las pequeñas cosas, buenos y malos, actuando sobre los personajes, buenos y malos, devenidos casi a autenticas personas.

El resultado no sólo es un relato sino también una atmósfera que es propicia para la presentación transfigurada de una verdad, una sensación de totalidad proyectada en el tiempo que siempre transcurre implacable e inasequible convertido en un elemento constitutivo de esa realidad pero también en otro personaje más que arrebata o concede.

El cine de Ozu es experiencial, apela a la sensibilidad del espectador y no tanto a su inteligencia presentándose como un misterio que se ofrece en toda su complejidad para ser observado, seguramente interpretado y sólo quizá descifrado... por cierto, como la vida misma.

"La hierba errante" es otra obra maestra más dentro de la filmografía de Ozu.

Dirigida en 1959 es una de sus últimas películas y nos presenta a una compañía teatral visitando, durante su interminable gira, un pequeño pueblo costero. Allí, el primer actor de la compañía esconde una parte de su vida que ha tenido celosamente guardada para el resto de los integrantes de la misma. El descubrimiento de ese secreto significará un antes y después en las relaciones que mantienen los miembros de la compañía.

Dentro de un reparto coral de grandes actores, la magia del cine de Ozu descansa también sobre el talento de los buenos actores, destaca la presencia de la gran Machiko Kyo y de la preciosa Wakao Ayako, por lo visto (y con toda la razón) una de las bellezas del cine japonés de los sesentas del siglo pasado.

A veces, me gustaría vivir dentro de una película de Ozu

Obra maestra.


miércoles, julio 03, 2013

La Jetèe

No me voy a tirar el pisto y decir que conozco la obra de Chris Marker.

Se unas pocas cosas: que su obra se desarrolla dentro del documental, que está marcada por un radical y extremo compromiso político con la izquierda de verdad (no la que sale en las televisiones y parlamentos), que sus inicios están asociados al nombre de Alain Resnais (con quién filmó los primeros documentales en bastantes casos escribiéndolos), que La Jetèe es su única obra de ficción y que se trata de una fantástica obra maestra.

¿Es mucho? ¿Es poco?

Todo es relativo.

En cualquier caso, lo que no es relativo sino absoluto, siempre para mi gusto que para eso soy el que pienso, siento y escribo en este blog, es que "La Jetèe" es un emocionante relato de ciencia ficción lleno de poesía que describe el épico viaje de su protagonista a través de pasado, presente y futuro en busca de una imagen, de un recuerdo de la infancia que el protagonista siente marcado con hierro candente en su memoria y en el que aparece el rostro de una mujer sorprendida ante la muerte de un hombre que se acercaba hasta ella.

Ese recuerdo sucede un día antes de que suceda una Tercera Guerra Mundial y París, como el resto del mundo, sea arrasado por un apocalipsis nuclear que convierte a la tierra en un lugar inhabitable por la radioactividad. Los pocos seres humanos que quedan se ven obligados a sobrevivir ocultándose bajo tierra.

Dado que el presente es una realidad arrasada, los humanos supervivientes deciden utilizar sus conocimientos científicos avanzados para enviar personas al pasado y al futuro en busca de oportunidades y posibilidades de escape. Uno de los hombres elegidos para esos viajes en el tiempo es el protagonista y esa capacidad de viajar le permite conocer y tener un romance con la mujer que habita ese recuerdo tan vívido.

La historia que se nos cuenta en La Jetèe es maravillosa y no es menos especial el modo en que se cuenta: mediante imágenes fijas... porque La Jetèe es un mediometraje y una fotonovela, veintiséis minutos de imágenes fijas, magníficamente fotografiadas en blanco y negro, narradas desde una voz en off aséptica y neutral.

Se cita mucho a Proust con relación a "La Jetèe". Después de todo, el protagonista de "La Jetèe" también va a la busca de ese tiempo perdido, pero aquí terminan toda posibilidad de encuentro porque, mientras para Proust, los recuerdos eran una elaboración a medida del que recordaba (la realidad dejaba de importar), en esta historia el protagonista recuerda el evento exactamente como sucedió y quizás éste aspecto forma parte del discurso poético de "La Jetèe": las cosas sucedieron tal y como las recordamos.

Como un héroe de la mitología griega, como Icaro o Prometeo, el protagonista de "La Jetèe" se atreve a ir mas lejos buscando comprobar si todavía, a falta de presente y con un futuro incierto, hay algo de verdad en el recuerdo.

Maravillosa obra maestra.



martes, julio 02, 2013

Atlantic City

Dirigida en 1980 por Louis Malle, "Atlantic City" es una película que constantemente se mueve entre lo sublime y lo abyecto.

"Atlantic City" nos muestra una ciudad en trance de evolución, de cambio de piel y en este sentido las demoliciones de viejos edificios y las construcciones de nuevos se convierten en parte del paisaje donde suceden las historias de una serie de personajes que habitan los callejones y las puertas de atrás de los casinos.

De carácter eminentemente coral, la película se vertebra en torno a las historias de Lou (Burt Lancaster), un gangster de poca monta que se siente atraído por Sally (Susan Sarandon), su vecina aspirante a croupier.

Ambos representan los dos polos en que se mueve la historia: la melancolía desesperada por un tiempo pasado, no siempre recordado tal y como fue y del que el presente es una decepcionante consecuencia y la desesperación angustiosa por encontrar una posibilidad de escape hacia una vida mejor.

En cualquier caso, la desesperación es un protagonista esencial en "Atlantic City".

La desesperación por no haber existido de manera satisfactoria y la desesperación por intentar existir de la manera que se quiere. Y, en este sentido, Lou y Sally personifican ambo extremos, entre edificios abandonados o demolidos y edificios en nueva construcción como metáforas silenciosas de las desesperaciones que vemos.

Otro protagonista esencial de "Atlantic City" es el dinero convertido en mágico demiurgo capaz de transformar la mentira en verdad y el deseo en realidad, permitiendo que esa desesperación se desvanezca como un mal sueño.

El dinero es el agente desencadenante del drama que sacude las existencias de los personajes que habitan "Atlantic City".

Y es en todo este escenario que he descrito donde la película se mueve, como he comentado al principio de esta reseña, con acierto entre lo abyecto y lo sublime.

La abyección entre dejarse llevar por la pasión y lo sublime de la renuncia a la misma.

"Atlantic City" encuentra un maravilloso punto medio en su sublime final.

Brillante.



lunes, julio 01, 2013

La eternidad y un día

Seguramente no es la primera ni la segunda ni la tercera ni la cuarta vez que escribo sobre "La Eternidad y un día".

Es una película a la que siempre regreso.

Cada cierto tiempo vuelvo a esos últimos días de ese poeta griego, Alexander (Bruno Ganz), quién, aquejado de una enfermedad terminal, lidia con pasado y presente antes de ingresar al hospital del que no saldrá nunca más.

El cine del griego Theo Angelopoulos es un eterno viaje en el que, y recordando el viejo poema de Kavafis, tan importante es el camino como el llegar.

En todas sus películas hay desplazamientos, preguntas que buscan ser respondidas, necesidades que necesitan ser satisfechas y en esos desplazamientos, a través de la evocación y la sutileza, Angelopoulos compone un paisaje resonante, lleno de poesía, que sale al paso del viajero para generar un dialogo constante y transformador.

En "La eternidad y un día" el viaje de Alexander es un trayecto melancólico y complejo que le conduce, a la vez, desde la vida hacia la muerte, desde la ciudad y la montaña hacia el mar y desde al presente hacia el pasado por una Salónica metafóricamente invernal y gris,

Lo más hermoso de la película, precisamente, radica en el modo en que Alexander encuentra en los fantasmas de su pasado la energía para aceptar su destino.

Es emocionante el modo en que Alexander,a lo largo del metraje, se acerca a lo mejor de su memoria sentimental, torturado por lo que no hizo, por lo que debió hacer, y también me quita el aliento la manera en que esos recuerdos, una vez encontrados, le consuelan y arropan junto a ese mar que, como escribió Jorge Manrique, es el morir.

Obra maestra, siempre.