sábado, mayo 09, 2015

“Lo que está actualmente en crisis es toda una concepción del socialismo fundada en la centralidad ontológica de la clase obrera, en la afirmación de la Revolución como momento fundacional en el tránsito de un tipo de sociedad a otra, y en la ilusión de la posibilidad de una voluntad colectiva perfectamente una y homogénea que tornaría inútil el momento de la política. El carácter plural y multifacético que presentan las luchas sociales contemporáneas ha terminado por disolver el fundamento último en el que se basaba este imaginario político, poblado de sujetos «universales» y constituido en torno a una Historia concebida en singular: esto es, el supuesto de «la sociedad» como una estructura inteligible, que puede ser abarcada y dominada intelectualmente a partir de ciertas posiciones de clase y reconstituida como orden racional y transparente a partir de un acto fundacional de carácter político. Es decir, que la izquierda está asistiendo al acto final en la disolución del imaginario jacobino”.

jueves, mayo 07, 2015

The Strain

"The Strain" se parece mucho a "The Walking dead".

Convierte a los vampiros en una epidemia que sume progresivamente en el caos a la ciudad de Nueva York y sitúa a un grupo de personajes de diferente procedencia enfrentados a ese inesperado desplome del orden social.

De hecho, los propios vampiros recuerdan más a los zombies que a esos elegantes y excesivamente pálidos personajes que se sentían como en casa entre las sombras de la noche, aunque también existen en "The Strain", especialmente esa siniestra mixtura entre vampiro y nazi que es Eichorst.

No voy a filosofar.

"The Strain" adapta un libro que sé que nunca voy a leer... o mejor dicho tres libros: la "Trilogía de la Oscuridad" que el director de cine Guillermo del Toro ha escrito junto a un tal Chuck Hogan y ofrece entretenimiento dentro del género fantástico a lo largo de sus trece capítulos.

Aspectos interesantes... que la historia que se nos cuenta en el presente enlaza con una historia que sucede en un campo de concentración, que se intenta cientificizar el mito vampírico convirtiendo la posesión vampírica en una infección.

Aspectos curiosos... que los vampiros se parecen un poco demasiado a los zombis, supongo que buscando sinergias con un producto ganador y sin apostar demasiado por el mito romántico del vampirismo.

Y en este sentido se le ven demasiado las intenciones a "The Strain" de ir al rebufo de un "The Walking Dead" que ya aborda su sexta temporada triunfal.

Pero no me importa.

Me entretiene.

No le pido más.

lunes, mayo 04, 2015

"En el mundo orwelliano del periodismo americano, el intento de buscar una solución política por medios pacíficos es el uso de la fuerza militar, y el uso de la fuerza militar por parte de Estados Unidos para bloquear una solución política es una noble acción en defensa del principio rector de que el uso de la fuerza militar es ilegítimo "

domingo, mayo 03, 2015

Foxcatcher

No me interesa tanto lo que Bennet Miller cuenta en esta estupenda "Foxcatcher" como el contexto de la misma.

La película nos cuenta la tortuosa y difícil de relación real que el multimillonario John du Pont mantiene con los hermanos Schultz a propósito del deseo de aquel de montar un equipo competitivo de lucha libre que de a los Estados Unidos la medalla de oro en los Juegos Olimpicos de Seul.

Pero lo que más interesa de esta historia es que pone por obra de manera dramática, desde lo excepcional del caso, el terrible contexto de desigualdad que caracteriza a ese ejemplo por algunos que es la sociedad norteamericana. Porque al final lo que uno puede leer entre líneas durante la visión de "Foxcatcher" es que John du Pont es lo suficientemente rico no sólo para comprar una medalla de oro olimpica sino para comprar su salud mental.

Como bien plantea el filósofo francés Michel Foucault, el discurso de la locura es en el fondo un discurso del poder para etiquetar y excluir a todos aquellos que han sido triturados por el orden social y económico que el poder encarna.

Es el poder el que decide dónde situar la línea que separa lo que es normal de lo que no lo es y casi siempre lo normal tiene que ver con la funcional, con el grado en que un individuo puede insertarse en los mecanismos de reproducción del orden social. Por eso el papel de quienes curan a los locos se centra, o bien en curarlos de manera que acepten esa normalidad como criterio, bien desactivandolos para que no molesten a los normales.

Pero lo que el poder no puede permitirse bajo ningún concepto es la relación directa entre su existencia y la locura.

No puede permitir un discurso que convierta en locos a esa mayoría de normales, cosa que por cierto empieza a ser aplicable a las sociedades democráticas de consumo empeñadas, por ejemplo, en la locura de crecer infinitamente en un mundo infinito. Pero tampoco puede permitir un discurso que relacione la existencia de los locos con lo inevitable de su funcionamiento.

Y "Foxcatcher" nos muestra la máxima paradoja del poder confundido con la locura a través de la relación que los hermanos Schultz establecen con du Pont..

Y, aunque a lo largo de toda la película el espectador se da cuenta de que el comportamiento de John du Pont se mueve a un lado y a otro de la línea que separa la normal de lo anormal, también comprueba que no hay un cuestionamiento del comportamiento de John du Pont en ese mundo donde sucede el relato.

Todo lo contrario.

Su dinero le ayuda a construir una realidad que contribuye a confundir aún más su delirio con el mundo hasta que ya es demasiado tarde, lo que por cierto es una perfecta metonimia de lo que ahora mismo está haciendo el capitalismo de consumo.

Nadie le dice al poder que está loco. Es el poder quién decida la normalidad y la locura mientras es poder, pero lo cierto es el poder quien casi siempre delira.

Y seguramente, de no haber cruzado todos los limites de lo aceptable que du Pont cruza con el asesinato de David, el millonario habría seguido comprando cosas profundizando aún más en el delirio de confundir la pequeñez de su ser con la grandeza de aquello que compra.

En todo este contexto, "Foxcatcher" me parece una película inteligente y rica que además está muy bien contada.

A lo largo de toda ella, destaca el peso de una tensión invisible que poco a poco va concentrándose en la presencia de John du Pont, magníficamente encarnado por un estólido Steve Carell.

Y sin duda, la ausencia de música incidental contribuye a la generación de esa tensión, quedando la mirada del espectador abandonada a sí misma, sin la ayuda que casi siempre aporta la música para entender el sentido de las situaciones que se muestran, experimentando la misma sorpresa que experimenta Mark Schultz comforme descubre la compleja y tortuosa realidad de du Pont.

El resultado es brillante.

sábado, mayo 02, 2015

Major Dundee

Amos Dundee es un típico héroe de Peckinpah.

No puede evitar ser lo que es o hacer lo que hace porque sencillamente éso que es o hace no es otra cosa que él mismo.

Del mismo modo que comete un error en la batalla de Gettysburg por exceso de iniciativa y por ello es degradado a dirigir un destacamento disciplinario en lo más profundo y perdido de Texas, tampoco puede evitar desobedecer las ordenes y organizar una partida en persecución del apache Charriba.

Para Peckinpah el carácter es la llave que abre la caja de Pandora para que el caos que encierra se despliegue por toda la tierra..

Es aquello que durante su forja nos hace ser lo que somos y una vez forjado se convierte en un filo que se blande contra un mundo que se mueve mucho más rápido, un filo que se esgrime contra otros filos que buscan lo mismo u otras cosas.

El resultado es ls violencia, el drama cuya naturaleza Peckinpah se empeña en mostrar con pretensiones casi documentales, en películas río que nacen con vocación de marco en el que mostrar ese absurdo juego caótico que es la existencia humana.

Casi todas las grandes películas de Peckinpah son viajes que buscan poner en valor ese inevitable conflicto de los caracteres, un conflicto que se materializa en deseos diferentes que se posicionan en el mismo lado, como socios, o en frente, como rivales.

Todos los personajes de Peckinpah tienen sus razones, van y vienen, colaboran o se enfrentan, continúan viviendo o terminan muriendo, desapareciendo bajo la inevitable caducidad que el tiempo confiere a ese carácter.

En el mundo de Peckinpah el fracaso es la norma y el éxito un suceso efímero, un error del que hay que disfrutar mientras sea posible.

Y aunque la patrulla de Dundee al final consiga sus objetivos, el resultado final está imbuido de una pesada e insorportable sensación de fracaso que nace de todo aquello que se ha dejado atrás, al otro lado del rio Grande.

La visión de Peckinpah es una visión nihilista, la de un Oeste sin Dios en la que cada hombre, por obra de su carácter, es un dios de sí mismo, empeñado en seguir su destino, muchas veces colisionando contra los destinos de otros hasta que todo sale mal y llega la muerte, el final.

Un puro mecanicismo de índole casi biológica en el que todo acto de humanidad es un acto de debilidad que conduce a la destrucción.

El Capitan Tyreen es atrapado por su propia palabra dada a Dundee o la salvaje banda de "The Wild Bunch" decide ser fiel a su código de amistad y comete suicidio queriendo recuperar a su compañero Angel de todo un ejército mejicano.

Y sin embargo, en esos gestos que también son inevitables, brilla arrolladora la poética de lo humano en toda la levedad. Siempre buscando el imposible de construir algo en un entorno que sólo conduce a la entropía, que sólo favorece la destrucción y el deterioro por mediación del propio carácter y del propio tiempo.

Olvida el tópico tema de la violencia.

El conflicto que Peckinpah pone por obra en sus películas río es mucho más relevante y tiene que ver con una lectura nihilista de la naturaleza del ser humano.

La destrucción termina siendo inevitable y cuando llega ese momento lo mejor es abandonarse a ella como hace el Capitan Tyreen en "Major Dundee" o la banda de "The Wild Bunch"

Por eso Peckinpah es tan grande.

Nos habla con crudeza de nuestra sombra en el sentido jungiano del término como seres humanos.

Obra maestra.


Monedero y los límites de Podemos

La reciente dimisión de Juan Carlos Monedero de sus responsabilidades políticas en Podemos, junto con los argumentos que aquel ha dado o entre líneas ha dado a entender, nos retrotraen, a mi entender y ante todo, a un arquetipo presente desde el inicio de los tiempos en la praxis de la política.

Este arquetipo no es otro que la tensión entre idealismo y pragmatismo que tan bien encarnaron en la Revolución Francesa el intransigente Marat frente al  no menos intransigente Robespierre.

Este arquetipo representa el inevitable conflicto entre dos tipos de liderazgo: el carismático y el burocrático.

El primero es portador de ideas, moviliza a las personas en pos de un objetivo sin importar las constricciones que impone lo real, buscando realizar la idea en su manera más perfecta posible.

El segundo está más preocupado por gestionar la idea, la organización que encarna la búsqueda de esa idea y las relaciones que esta organización y esa idea tienen con la realidad. Los propósitos de índole práctica se imponen en el liderazgo burocrático quién siempre está dispuesto a negociar, a ceder sacrificando parte de la pureza de esa idea a cambio de un mayor porcentaje de realización práctica de lo que quede de esa idea.

En este sentido, los papeles han sido convenientemente repartidos en las comunicaciones públicas que tanto Iglesias como Monedero han realizado como consecuencia de la dimisión del segundo: el verso libre frente al verso que debe someterse a las constricciones de ritmo, rima y medida que impone el modo en que se ha decidido poetizar.

No obstante, la desaparición de Monedero también saca a la luz un claro techo de Podemos.

El pragmatismo, la necesidad de una transversalidad que obliga a difuminar el discurso en sus aristas principales para alcanzar a un mayor número de personas puede estar empezando a caer en un exceso que a la media y larga será contraproducente.

Este pragmatismo se manifiesta de manera clara e inequívoca en una excesiva preocupación por la táctica, por la necesidad de vencer cuanto antes. Aspecto que queda una vez más de manifiesto en la entrevista que Pablo Iglesias realiza en su programa de La Tuerka a Julio Anguita.

Hay un momento en que Iglesias no puede evadir la necesidad de explicar su necesidad de vencer, explicación que en todo momento aparece teñida de una cierta frustración, casi desesperación por verse abocados a una situación táctica, una guerra de trincheras a la que Podemos, tras su inicialmente arrolladora aparición, se ha visto abocado.

Incluso Iglesias llega a argumentar con pesar la necesidad imperiosa de convertirse en uno más dentro de esa guerra táctica que apesta a esa vieja política que los propios miembros de Podemos condenan.

Anguita escucha, sonríe y cuando puede contestar termina remitiéndose a su viejo mantra de "programa, programa y programa", pero el programa concebido como expresión de esa idea que te hace diferente.

En este aspecto, Iglesias no se diferencia de Gonzalez, de Aznar, de Rajoy o de Sanchez.

Iglesias carece de la suficiente inteligencia estratégica como para entender que, abrazando lo táctico, Podemos renuncia a su mejor arma para esa misma lucha por la victoria que tanto quiere pelear,

Estoy convencido que la acumulación de cosas que no se pueden decir o hacer, han producido la marcha de Monedero quien ha comprendido que la exposición exhaustiva de la idea en su integridad no es lo más importante

Se ha debido quedar sólo en el argumento de que la exposición de la idea en su integridad debe implicar el no tener miedo a perder, a no ser escuchado por el suficiente número de ciudadanos como para gobernar.

Podemos no contempla la posibilidad de perder y para evitarlo prefiere ganar con cualquier cosa, de cualquier manera. Y en esto, Podemos se comporta como lo peor de la vieja política, anteponiendo la necesidad de ganar por encima de cualquier cosa y me temo que en eso el PSOE y el PP son grandes expertos.

Así, Podemos abandona lo mejor que sabe hacer, la estrategia, para aceptar un combate táctico en un terreno que le es desfavorable y con unas armas que en absoluto sabe usar.

Y lo peor es que Iglesias cree con tristeza que no hay otra opción y lo cree porque en el fondo es un político de los de antes, que quiere ganar a cualquier precio incluso traicionando la propia idea que les ha llevado a donde les ha llevado.

La obsesión por ganar puede acabar con un Podemos que prefiere el cuerpo a cuerpo de las trincheras a su mesiánica y carismática misión de transmitir su mensaje sobre un nuevo y futuro mundo.

Lo mismo, por cierto, que hizo la socialdemocracia ante el cuerno de la abundancia de la sociedad de consumo.

En este sentido para Podemos es mejor morir de Monedero que vivir a golpes de Iglesias y Errejón porque hay que medir muy mucho el precio que se está dispuesto a pagar por ganar a toda costa.

Y en este sentido, la aparición de Iglesias regalando "Juego de Tronos" a Felipe VI es un mensaje tan terrible como cualquier noticias de corrupción porque de la táctica la confusión conduce a la tontería.

A algunos la vanidad, el deseo de ser ellos y no otros quienes cambien las cosas les puede completamente.

Y la vanidad siempre ha sido un enfermedad característica de la izquierda.

Y la vanidad les ciega porque, y aun siendo sociólogos y politólogos, parecen no entender que el cambio social es una carrera de fondo, no una carrera de velocidad en la que el destino de toda una sociedad puede resolverse en unas elecciones.

Los procesos son largos y las voces de la autoridad carismática aparecen y desaparecen para volver a aparecer cargadas de razón.

Asi, la gente de Podemos expresan de manera preocupante el estado de animo del hombre victima de la sociedad de consumo que cree que todo se puede comprar ya y en cualquier supermercado.

Esa mirada que Anguita le dirige a un Iglesias que parecía intentar justificarse mientras argumentaba vale más que mil palabras.

La marcha de Monedero es la constatación de una flagrante y evidente perdida de rumbo que puede terminar devolviendo a Podemos a la nada de donde vino.


En toda sociedad hay cosas que no se intercambian, pero la lógica del intercambio es voraz y tiene a dominarlo todo:

“Al dejar los objetos sagrados fuera de su campo de análisis, Mauss pudo crear, sin quererlo, la ilusión de que el intercambio era la esencia de la vida social. De este modo, abría una senda que prolongaría Lévi-Strauss, quien por su parte simplificó aún más las cosas en la célebre fórmula donde reducía la sociedad a un triple intercambio de mujeres, de bienes y de palabras. De hecho, como intentaremos mostrar más adelante, los intercambios, sean cuales fueren, no agotan e! funcionamiento de una sociedad, no bastan para explicar la totalidad de lo social. Junto a las «cosas», junto a los bienes, servicios y personas que se intercambian, se encuentra todo lo que no se dona y no se vende, y que es igualmente objeto de instituciones y de prácticas específicas que constituyen un componente irreductible de la sociedad como totalidad, contribuyendo igualmente a explicar su funcionamiento como un todo. Eso nos conduce a tomar ciertas distancias… No obstante, lo que Mauss observó con claridad fue que, una vez desencadenada la lógica del potlatch, una vez se pone en marcha un sistema de dones y contradones agonísticos que integre a la mayoría de los grupos que componen una sociedad, nada parece poder detenerlo. Poco a poco, todo se convierte en un pretexto para el potlatch: la vida, el matrimonio, la muerte, etc. Cada don plantea y presupone otros dones, y éstos se suceden y engarzan en un movimiento que parece bastarse a sí mismo, sin comienzo ni fin.”

viernes, mayo 01, 2015

Philomena

Basada en una historia real, "Philomena" es una road movie.

Es difícil estropear un género tan antiguo como las historias que nuestros antepasados paleolíticos se contaban los unos a los otros a la luz cambiante y caprichosa de las hogueras. No en vano el primer testimonio narrativo escrito (en tablillas y con escritura cuneiforme) es la epopeya de Gilgamesh, un viaje que es el viaje de los viajes porque termina cruzando la frontera que separa la vida de la muerte.

Y al final el viaje fascina porque implica un doble descubrimiento: el interior, en el que el héroe descubre que es un héroe y exterior, en  el que se encuentra aquello que se buscaba, un algo externo cuya identidad puede variar a lo largo de ese viaje.

Por eso es complicado que esta estructura narrativa no funcione, lleva haciéndolo toda la historia de la humanidad, a poco que quienes deciden narrar tengan un mínimo talento y Steve Coogan al guión y Stephen Frears en la dirección lo tienen de sobra.

"Philomena" nos cuenta la historia de una mujer mayor que decide emprender la búsqueda de un hijo que tuvo siendo joven y soltera. Unas monjas en la Irlanda Católica de los años cincuentas finalmente lo apartan de su lado dándolo en adopción a una familia norteamericana.

Philomena es Judy Dench y la actriz inglesa se basta y se sobra para componer un magnífico retrato ideal de lo mejor de esa educación católica que precisamente el personaje ha padecido.

En ese viaje encuentra como compañero a Martin Sixmith, un periodista que viene rebotado del cínico mundo de la política y de la comunicación y que encuentra en la escritura de un libro sobre la aventura de Philomena una válvula de escape a su situación personal.

Martin Sixmith es Steve Coogan quién compone con Sixmith un personaje a medida de la inteligente ironía que le caracteriza (y de la que soy muy fan).

El resultado es una película de cámara en la que, con su habitual talento para narrar, Frears nos cuenta el proceso de seducción que la bondad de Philomena ejerce sobre el cínico Sixmith, una seducción que se produce durante ese viaje que emprende la mujer en busca de su perdido hijo y en el que Sixmith descubrirá sentimientos y actitudes que no pensaba existieran dentro de sí mismo.

Nada demasiado nuevo pero "Philomena" se las arregla para contarnoslo sobrada de frescura y, aunque uno quizá llegue a imaginarse la manera en que la historia va a acabar, no termina por importarle demasiado porque el viaje es interesante en sí.

Buena.


"Hay una diferencia frustrante entre el mecanismo biológico o planetario y la inflación eterna que puebla el paisaje. En los dos primeros casos, podemos observar directamente los resultados del prolífico mecanismo de creación. Vemos la diversidad de bioformas a nuestro alrededor. Los objetos astronómicos son algo más difíciles de observar, pero incluso sin telescopios podemos ver planetas, lunas y estrellas. Pero el enorme mar de universos de bolsillo creados por la inflación eterna está oculto tras nuestro horizonte de sucesos cósmico. El problema es, por supuesto, la velocidad límite de Einstein. Si pudiéramos superar la velocidad de la luz, no habría ningún problema en viajar a universos de bolsillo lejanos y volver. Podríamos navegar por el megaverso entero. Pero, ¡ay!, perforar un agujero de gusano a través del espacio hasta un universo de bolsillo lejano es una fantasía que viola principios fundamentales de la física. La existencia de otros universos de bolsillo sigue y seguirá siendo una conjetura, pero una conjetura con poder explicativo."

domingo, abril 26, 2015

Lo anecdótico y la información

Por definición el debate en los medios de comunicación debe ser sobre lo anecdótico.

Concebida cada vez más como espectáculo y negocio que como servicio público, la información es un material muy peligroso y volátil, especialmente para quienes la manejan. Un material que debe ser manejado con mucho cuidado, dentro en un contexto que viene definido por dos aspectos de igual relevancia a mi entender.

Por un lado, el aspecto táctico que viene configurado por la necesidad del profesional de administrar y manejar la información, concibiendo esta como un material meramente narrativo, como un material que es fuente de un espectáculo que debe ser dado todos los días. Por lo tanto, es necesario manejar la atención del espectador dosificando la información, buscando siempre dejar algo para mañana con la finalidad de mantener el interés y la atención del espectador.

Van en contra del negocio las noticias que se agotan en sí mismas, incapaces de generar resonancias que multiplican las posibilidades de un debate que posibilite la narratividad de lo sucedido desde una perspectiva de buenos y malos

Por otro lado, existe el aspecto estratégico que viene definido la necesidad no menos esencial de no tocarle los costados (y las narices) a la mano que alimenta a esos profesionales de la información. Una mano cuyos intereses en absoluto tienen que ver con los de la opinión pública a cuyo servicio los propios periodistas/dicen estar.

Dentro de este contexto no tiene sentido enfrentar la información desde una intención resolutiva que lleve inequivocamente a respuestas para las preguntas que la información suscita. Lo que pudiera ser esencial no es de interés. Importa mucho más mantenerse en lo accesorio.

Lo accesorio tiene una doble ventaja,

Por un lado garantiza que nunca se llegará al acuerdo y al consiguiente silencio que obligue a la necesidad de abordar otro tema... por no hablar de llegar a conclusiones que dejen traslucir la necesidad de obrar.

Por otro, multiplica las posibilidades de construcción de discursos que prolongan la duración de la noticia.

Así, y cuando la gente que sale en medios interrogándose por las razones por las que el electorado sigue respaldando a candidatos imputados o condenados, surgen planteamientos que en absoluto abordan lo esencial. Por ejemplo, el papel que los propios medios de comunicación juegan como correa de transmisión del debate político, tomando partido por uno u otro y dimitiendo de la teórica responsabilidad de poner un poco de orden en el gallinero, buscando eso que se llama la verdad desde eso que se llama objetividad.

Seguramente, si los medios de comunicación no estuvieran al servicio del poder gente con Camps lo habría tenido más difícil, pero es mejor no hablar de lo obvio.

Seguramente todos estaríamos de acuerdo y quizá pensásemos que además de coincidir en el análisis, algo habrá que hacer.

Pero eso es justo lo que jamás debe suceder.

Hoy en día, información es anécdota y confusión.

Su objetivo es suministrar desinformación, bajo la apariencia de información, a toda esa inmensa mayoría que no quiere saber, bien porque no quiere, bien porque no le han enseñado, ese hervíboro centro por cuyo voto la política mainstream se pelea cada cuatro años.

No te engañes.

Es una labor fundamental, de servicio público... sólo que lo público no eres tú.



The Homesman

La frontera es un componente esencial tanto de lo imaginario como de lo simbólico a la hora de contextualizar y configurar el discurso ideológico de lo americano.

Ese proceso de casi doscientos años en el que, desde las costas del Este, los pioneros iniciaron la colonización hacia el Oste del territorio de lo que hoy es Estados Unidos forma parte esencial de la identidad norteamericana.

Por eso, y en general, la aproximación al mismo que la cultura norteamericana ha hecho desde las diferentes posibilidades de expresión artística siempre ha tenido un componente positivo, cuando no directamente hagiográfico.

Sin embargo, pocas han sido las aproximaciones naturalistas al brutal esfuerzo que, desde la perspectiva del pionero, supuso esta solitaria lucha del hombre con los elementos.

El Oeste no sólo concebido como una tierra de esperanza y promisión sino también como una peligrosa costa contra la que esa esperanza podía naufragar, que podía proporcionar las agonías sufcientes como para desear la muerte en lugar de un futuro y promisión.

Con la inclusión de alguna pincelada, la cotidiana y arriesgada vida del pionero ha pasado relativamente inadvertida en el relato del Oeste, cediendo su lugar en la representación de su conquista a un discurso triunfalista y colonial en el que la inteligencia del hombre blanco terminaba por abrirse paso a través de los mil y un peligros que encerraba una naturaleza rica, pero hostil y peligrosa de la que el salvaje por supuesto formaba parte.

No ha habido lugar para el fracaso en la historia del principal éxito del sueño americano: la conquista del Oeste.

Sin embargo, "The Homesman" nace con vocación de minoría pretendiendo poner una pica en el Flandes de esa ausencia y lo hace de manera magistral. Porque, y para mi gusto, "The Homesman" es una obra maestra que ahonda en las raíces descarnadas de la conquista del Oeste.

Recordándonos que esa conquista quizá fuese, como diría el poeta, una suma de todos los fracasos, el empeño obstinado en el error de seguir adelante como ilustra la película con su precioso y melancólico final en el que esa frontera soñada se convierte en una vacía ninguna parte a la que, sin demasiada esperanza, regresar.

"The Homesman" quiere hablarnos de los derrotados, de los perdidos, de los desesperanzados y lo hace con evidentes maneras de obra maestra, centrándose en las mujeres que fueron al Oeste, dandoles la palabra para mostrar ese lado oscuro e impertinente que siempre nos quiere arruinar la rutilante fiesta de los mitos.

Nos cuenta la historia de Mary Bee Cudy, espléndida Hillary Swank como siempre interpretando a una mujer sola y desesperada por no estarlo que decide asumir la peligrosa tarea de conducir de regreso a la civilización a otras tres mujeres a quienes la vida les ha dado más de lo que han podido soportar.

En su camino encontrará a George Briggs. brillante Tommy Lee Jones interpretando a un vagabundo sin futuro cuyo destino se verá transformado por el valor y la obstinación de Mary Bee.

Pero "The Homesman" es además un hermoso viaje por un territorio salvaje e inclemente con la debilidad, en la que uno entiende enseguida que es tan fácil perder la vida como la razón.

Descarnada y sin concesiones, alejada de cualquier ternurismo y sentimentalismo que no esté en los ojos desesperados con el que Mary Bee Cuddy ve un mundo cruel que en absoluto alberga un lugar para la esperanza que ella tanto anhela.

Y aunque es cierto que "The Homesman" es una película en que la mujer tiene un gran peso, lo más importante que aporta para mi gusto es toda una poética esencial sobre la levedad de lo que significa ser un ser humano en la tierra, siempre sometido a los dictados de la suerte o del propio destino.

Como un buen verso, "The Homesman" es una oscura ave que se te queda posada en algún lugar detrás de la cabeza después de atravesarte la mirada como una sombra.

Obra maestra.

¿Dónde están los progresistas?

"Lo asombroso respecto al destino de millones de jóvenes mal pagados y subempleados sin futuro es la indiferencia de la sociedad, incluyendo la indiferencia de la clase media "progresista". ¿Dónde están los progresistas? Están activos, pero lo que les interesa es el dos por ciento de “marginales": los gitanos, los drogodependientes, las prostitutas, los inmigrantes; el acoso sexual, el racismo...cualquier cosa menos el destino de tres millones de españoles desempleados, los jóvenes trabajadores con contratos temporales y los que tratan de vivir del salario mínimo. No quiero ser malinterpretado. Por supuesto que estoy en contra del acoso sexual, la djscriminación y el racismo. Pero aquí y ahora, y en la estructura de clases española, la distancia entre los problemas sociales a largo plazo y a gran escala, y las actividades de los progresistas es escandalosa. ¿Por qué eluden su realidad nacional y social?
Primero, porque no es peligroso luchar por los derechos legales de las pequeñas minorías: eso no comporta ninguna confrontación con el Estado y menos aún con los empresarios. Pero comprometerse en la lucha por los sub y desempleados implica confrontaciones muy duras y sostenidas con el Estado y los empresarios (y los medios de masas) porque esa lucha gira en torno a la distribución de los principales recursos económicos de la sociedad: los presupuestos que podrían financiar obras públicas para un empleo a gran escala en vez de subvenciones para corporaciones multinacionales; los beneficios empresariales que podrían financiar una semana laboral más corta y la contratación de empleados fijos.
En segundo lugar, las luchas progresistas por las minorías (cambios simbólicos y reconocimiento legal) tienen el apoyo financiero de los gobiernos municipales o regionales. Las ONG y organizaciones similares brindan a los progresistas oportunidades económicas, segundos salarios en calidad de investigadores, educadores, asistentes sociales o abogados. Pueden así combinar una "buena conciencia" y la remuneración económica con una palmadita en el hombro de las autoridades locales. Mientras tanto, la lucha de millones de sub y desempleados, si estuviera adecuadamente organizada, podría afectar a las políticas globales de las mismas benevolentes autoridades. Podría socavar sus esfuerzos por subvencionar a los promotores inmobiliarios urbanos y a los constructores que financian sus campañas electorales. Por esta razón, los esfuerzos para organizar políticamente a los sub y desempleados por empleos bien pagados contra los políticos neoliberales no reciben ningún apoyo financiero.
En tercer lugar, la actual moda ideológica entre la clase media progresista pone en tela de juicio la noción misma de "clase". La retórica dice algo así como: "Clase es un constructo cultural que ha perdido su pertinencia". Los progresistas ahora están en conceptos del tipo "identidades sociales", "ciudadanía" y "derechos", en lugar de "clases", "conflicto de clases" e "intereses de clase". Ya que muchos de los grupos marginales están entre los segmentos más pobres, los progresistas alegan que es más "revolucionario" o radical luchar por ellos en vez de por los "privilegiados" españoles "que viven del salario mínimo"."

Política de los muros

La realidad es el muro.

Todos los defensores del status quo de este orden democrático de consumo siempre acaban refugiados tras él cuando la batalla de las ideas, o lo que sea, se vuelve complicada.

Occidente construyó todo su imaginario simbólico también a los pies de un muro, el de Berlin.

Los soviéticos construyeron el muro para que los berlineses de la zona oriental no se pasaran a la más confortable y desarrollada zona occidental. Los occidentales fomentaron la sociedad de consumo, el trasvase democrático de renta a la clase obrera promoviendo lo que la izquierda llamó aburguesamiento de la clase obrera, precisamente para evitar que nadie se pasase al otro lado.

Ese muro, de manera física, representaba precisamente el límite exterior de dos realidades porque al final los ordenes sociales se traducen en una determinada realidad que aspira a la legitimidad total trastocando esa legitimidad simbólica en pura fisicidad.

Nada más económico que la tautología para expresar un argumento de poder: las cosas son así porque así son las cosas... o mucho mejor, el camino de vuelta: las cosas son así porque así son las cosas.

Y al final todos los discursos políticos siempre pueden ser reducidos según ese máximo común divisor a esa especie de unidad máxima de legitimidad.

El orden político tiene como máxima aspiración la posesión de lo real aprovechándose precisamente del hecho incuestionable de que lo real siempre es una construcción simbólica.

El premio es que esa realidad, alienada de su origen, regrese como un heraldo negro que confirma de manera evidente e incontrovertible el discurso que la describe.

Y una cosa es que la silla exista, que esté ahí, que la podamos tocar y otra muy diferente lo que queremos o podemos hacer con esa silla. Es diferente que sólo pueda sentarse uno y los demás siempre se queden en pie al hecho de que todos podamos compartirla sentándonos por turno.

Lo perverso está en quienes te dicen que la silla existe y sólo pueden sentarse ellos. Añadiendo a las propiedades que configuran la incuestionable fisicidad de la silla el derecho inalienable a sentarse en ella.

Al final, la lucha política y el cambio social se reduce a esto: los ordenes establecidos como sistemas que son intentan prolongar su existencia como estructuras que vivas que son y un elemento esencial es la identificación de ese orden con el incuestionable orden natural de las cosas.

Así quienes lo cuestionan devienen en locos que cuestionan el mismo tejido de la realidad.

Así quienes lo cuestionan proponen siempre el caos puesto que sólo puede existir un orden natural. La naturaleza sólo es una, su personalidad ordenada no puede ser múltiple.

Desde siempre, la historia siempre ha sido la lucha por derribar realidades con esa aspiración de totalidad, por derribar muros y una vez caído el muro de Berlín como por otra parte no podía ser de otra forma, la expansión sin límites, libre de predadores del sistema capitalista ha generado una nueva realidad que tiene unos límites que no se pueden cruzar.

Un nuevo muro al que todavía no le hemos puesto nombre.

Pero no es de extrañar que una vez caído el muro en el mismo Berlín donde nació la intelligentsia neoliberal y capitalista se apresurase a declarar el fin de la historia.

Después de todo, uno de los primeras consecuencias del mecanismo de la historia es precisamente su desaparición.

Todos los ordenes establecidos tienen vocación de eternidad, de perfección, de confusión inextricable con lo real.

Son portadores de una verdad eterna, de una paz de mil años, de un paraíso de la clase trabajadora y en este sentido la concepción dialéctica de la historia no hace otra cosa que susurrar al oído de ese momento transfigurado de eternidad que es obra humana y como tal está sujeto al tiempo.

Y en cualquier caso, la explotación al máximo de las posibilidades de un sistema, de un orden establecido, en su eterno presente con vocación de confusión con la real, genera conflictos y contradicciones que siempre acaban concretándose en un concepto de realidad como frontera, como muro que no se puede traspasar.

Y en el caso del capitalismo de las democracias de consumo que por supuesto se nos presenta eterno e indivisible respecto de lo real ese muro también existe.

Abolir la historia siempre ha sido el máximo acto de vanidad de los vencedores.


sábado, abril 25, 2015

Quinteto

No es una película fácil "Quinteto".

Su contenido esencial tiene que ver con la total y absoluta pérdida de la esperanza, la necesidad que el ser humano tiene de ésta y, lo que es más importante, lo que éste hace para intentar conseguir algo que si quiera tenga su apariencia.

Situada en un futuro no demasiado lejano, "Quinteto" nos presenta a una comunidad humana al borde de la extinción bajo los hielos de una nueva glaciación. No hay sociedad, ni orden ni concierto, sólo queda una especie de inercia social que mantiene a las personas cohesionadas frente a un inhóspito mundo exterior.

Y el corazón de esa inercia social gira en torno a un juego llamado Quinteto, un juego que tiene una versión en tablero pero también una versión más avanzada en la vida real. En ese juego avanzado se verá envuelto Essex, interpretado por Paul Newman (no precisamente en uno de sus mejores trabajos), quien regresa de un Norte donde la caza se ha agotado para encontrarse con su hermano.

"Quinteto" es una película triste, fría y desoladora que nos muestra a unos personajes que, reunidos en torno al juego que da nombre a la historia, intentan encontrar una chispa y un sentido a su existencia condenada.

Casi nada.

"Quinteto" desafía al espectador y en su momento llegó demasiado tarde. Siendo un perfecto ejemplo de esa época de directores, guionistas y productores que desde lo contra-cultural y lo polémico intentaron atraer nuevo público a las salas cinematográficas a principio de los setentas del siglo pasado.

Robert Altman es uno de los grandes hombres de esa generación maldita, en constante enfrentamiento con los dueños del estudios con proyectos que requerían gran inversión y que fue barrida por Lucas y Spielberg, unos chicos más amables, simpáticos y convencionales, que llenaron las salas cinematográficas dejando de tratar al espectador como un público adulto y culto al que hay que forzar para tratarle como un niño al que hay que complacer.

Y aunque los setentas dieron grandes películas, fracasos sonados como "La Puerta del Cielo" o "Sorcerer" acabaron haciendo que todo el dinero se fuera con las galaxias y las arcas perdidas.

En este contexto, "Quinteto" aparece en el año 1979, en plena locura de "La Guerra de las Galaxias" para empeñarse de manera casi suicida en pelear una batalla ya perdida.

En la línea de trabajar las estructuras convencionales de los géneros cinematográficos que tanto caracterizó al primer Altman, éste decide tocar la ciencia ficción para hacer una película de pulso casi europeo, absolutamente a contracorriente de la intrascendente opera espacial de George Lucas,

Altman decide morir para la taquilla con las botas puestas y de hecho lo hace con una película totalmente a contracorriente que además no es del todo redonda.

"Quinteto" es una de esas películas en las que uno intuye una idea genial que tiene un desarrollo que no está tan a la altura.

El principal error es que no está bien construida la relación del juego con la historia.

Todo gira en torno al juego pero el espectador no sabe nada de su mecanismo y este a mi entender es un error garrafal de construcción del argumento que, de no ser cometido, de contar con un concepto claro de lo que es el juego al que recurrir, sin duda la película no resultaría tan desconcertante y confusa. Porque en Quinteto los personajes constantemente hacen referencia a un juego cuyo mecanismo el espectador desconoce y sin embargo todo el sentido de la historia gira su alrededor.

Y esto en algunos momentos resulta desesperante.

No obstante, "Quinteto" termina transparentando un propósito fascinante que hace referencia a lo desesperado y desesperante de la metafísica del ser humano, un desesperado perfume de belleza corrupta, como de flor del mal, que confiere a la película un indudable atractivo para paladares exigentes... pero también pacientes.

Interesante.

viernes, abril 24, 2015

Cinco minutos

Lo más interesante del video de Rajoy son todos los errores de comunicación y realización que la periodista Carmela Ríos desgrana con acierto en un artículo en El Mundo de hoy.
El resumen de todos esos errores es, a mi entender, que Rajoy ya no nos habla desde un plasma. Nos habla desde un búnker.
Y en este sentido la verdad se impone sobre la mentira escenificada y recitada. Rajoy parece Saddam Hussein, encerrado en su despacho, parapetado detrás de su mesa, viviendo el blanco y negro del estar conmigo o contra mi.
En ese contexto ha tenido tiempo para dedicarnos cinco minutos para mentirnos otro poquito más antes de volver a su miserable día a día de siempre.
La lucha por el poder es lo más importante de la política actual. La gestión de la sociedad se entiende siempre de manera dependiente a esta lucha, que es lo esencial.
La lucha por el poder no tiene colores. Sucede en un duro y sucio blanco y negro de interior que bien podría fotografiar Raoul Coutard.

martes, abril 21, 2015

“--- Y al cabo de otro año, más o menos --- dijo Clark ---, volverá a estar en chirona otra vez, aquí o en otro sitio, y yo estaré hablando con otro hijo de puta, o quizá de nuevo contigo y lo juzgaremos otra vez y volverá a salir libre. ¿No se termina nunca esta mierda? ¿Es que en este mundo las cosas no cambian nunca?
 --- Eh, Foss --- dijo el fiscal, tomando a Clark por el hombro ---, pues claro que cambian. No te lo tomes tan a pecho. Algunos mueren, los demás envejecemos, llega gente nueva, los antiguos se marchan… Las cosas cambian todos los días.”

lunes, abril 20, 2015

No es el Partido Popular el que trae los contratos basura...

“Parte de la estrategia de libre mercado del régimen socialista para reforzar el poder de las empresas consistió en una serie de leyes laborales aprobadas a mediados de los 80 que socavaron el empleo estable de los trabajadores. Se fue permitiendo cada vez más a los empresarios emplear a los trabajadores con contratos eventuales, que en la mayoría de los casos sólo eran de seis meses de duración y estaban sujetos a cancelación a discreción de los empresarios y sin indemnización por despido.”

domingo, abril 19, 2015

Vertigo

No fue precisamente "Vértigo" un éxito en comparación con otras películas de Hitchcock.

Para entendernos, y en su época, Hitchcock fue el director taquillero por antonomasia, una especie de sofisticado Spielberg que convertía en oro todo lo que tocaba. Pero "Vertigo" no. En los Estados Unidos la película ingresó apenas 400.000 dólares por encima de lo que costó.

La crítica la recibió con tibieza, considerando como defectos aspectos que hoy en día se consideran grandes virtudes de la película.

Por un lado, la maravillosa lentitud con que se desenvuelve la trama y especialmente esas extraordinarias secuencias en las que Scottie Ferguson (James Stewart) sigue a Madeleine (Kim Novak), secuencias en las que se fragua el elemento esencial de la película: su obsesión por la mujer cuyos misteriosos pasos vigila.

Por otro, el hecho de que Hitchcock decida revelar el secreto del misterio que rodea a Madeleine casi a mitad de la película, aspecto que permite que la película pegue el giro fundamental pasando de una mera trama de misterio en la que se basaba la novela que la película adapta a una compleja y perversa historia de obsesión en la que Scottie vuelve a perseguir las huellas de Madeleine dentro del cuerpo de otra mujer.

Porque para Hitchcock siempre fue mucho más esencial la respuesta que el personaje de Scottie da al engaño al que finalmente es sometido que el propio engaño en sí. Y el suspense que el espectador debería sentir ante esa respuesta se fragua precisamente en la revelación del protagonista como un obseso.

Así, la obsesión de la que tanto se ha escrito es la base que el maestro Hitchcock utiliza para generar al espectador la duda suficiente sobre la respuesta que Scottie como para que exista un inquietante suspense final en el que el espectador se siente como Judy, a merced de Ferguson en el coche que este conduce a la misión donde Madeleine murió,

Hitchcock se cuida muy mucho de mostrar a Ferguson no como un héroe sino como alguien profundamente vulnerable, que ya ha tenido una reacción extraña en el encuentro de Judy que parece la perfecta reencarnación de Madeleine y que bien podría tener más reacciones extrañas y diferentes.

Y hay un momento, en ese coche, en que al espectador siempre se la cruza la sombría duda de que Scottie quizá quiera matarla

Esa es la magia de "Vértigo".

Por encima de todo, una película jugosa, como un filete de buena carne, en la que Hitchcock consigue que el espectador se convierte en espía, en voyeur dentro de un juego sadomasoquista de poder alimentado por el deseo y la obsesión convenientemente recubiertos por el bonito papel celofán del amor.

Obra maestra.

Hay cosas que no se pueden comprar en un supermercado… Extender el mercado a todos los aspectos de lo social es otra de las locuras del capitalismo como utopía..

“En adelante, lo que está claro es que lo social no se reduce a la suma de las formas de intercambio posibles entre los seres humanos, y no puede por tanto hallar su único origen o fundamento en el intercambio, en el contrato, en lo simbólico. Más allá de la esfera de los intercambios, existen otros dominios, otra esfera constituida de todo aquello que los hombres imaginan que deben sustraer al intercambio, a la reciprocidad, a la rivalidad, de todo aquello que creen que deben conservar, preservar, incluso enriquecer… En consecuencia, en lo social humano siempre hay cosas que ,evitan el contrato, que no son negociables, que se sitúan más allá de la reciprocidad.”

sábado, abril 18, 2015

Es el PSOE es quien trae el neoliberalismo a España...

“La clase trabajadora española está profundamente dividida entre una menguante minoría de trabajadores fijos y sindicados, con un salario llevadero y beneficios complementarios, y una masa creciente de trabajadores eventuales que trabajan por el mínimo (o por debajo del salario mínimo) con horarios irregulares (que oscilan de unas pocas horas a la semana a cincuenta o más), sin beneficios complementarios y totalmente sujetos a los dictados del empresario. Esta división social corresponde en gran parte a una diferencia generacional, que a su vez coincide con los cambios en las estrategias económicas globales. La mano de obra fija y mejor pagada son normalmente los "padres" o las "madres" que entraron en el mercado laboral a finales de los 60 y a principios de los 70, durante la estrategia de industrialización nacional del tardofranquismo. La mano de obra eventual son los "hijos" e "hijas" que entraron en el mercado laboral a finales de los 80 y principios de los 90, en plena aplicación a gran escala, por parte del régimen socialista, de una estrategia económica neoliberal.”