viernes, julio 11, 2008

THE SUN SHINES BRIGHT

La película que John Ford consideraba como su favorita también es una de mis preferidas dentro de su extensa filmografía.

En la década de los 50, entre superproducción y supreproducción. John Ford gustaba de hacer películas más pequeñas, con mucho menor presupuesto aunque contase con algúna estrella de prestigio. De entre aquellas, "The sun shines bright" y "The rising of the moon" son mis favoritas.

No es sorprendente que Ford considerase esta historia sobre la vida cotidiana de un pequeño pueblo a orillas del Mississipi como su favorita. En ella esta la quintaesencia de las emociones que Ford buscaba transmitir en su cine.

A mi entender, el universo de Ford está poblado de individuos empeñados en expresarse por encima de las circunstancias externas que les rodean. Ya he escrito alguna vez que los personajes de Ford son todos buenos salvajes en el sentido que siempre terminan por colisionar con los intereses y coerciones de la sociedad en la que viven.

La emoción surge de ese conflicto, del valor que sus personajes tienen para en el momento en que las circunstancias lo exigen ser ellos mismos y hacer, cueste lo que les cueste, lo que les impone su propia moral individual. Un caso paradigmático es el entierro de la prostituta en el mismo día de las elecciones y la opción que elige el juez Priest, el protagonista de esta película.

Los personajes de Ford son salvajes, porque siempre se expresan con independencia de las exigencias de las circunstancias, pero también son buenos. Esa personalidad que expresan es vehículo de sentimientos auténticos y puros como la generosidad, el agradecimiento, la camaradería, la amistad, el perdón, la propia culpa, .... y al expresarse siempre suscitan en el espectador la ternura.

En este sentido, "The sun shines bright" es una continua sucesión de reconocimientos y agradecimientos, una especie de baile de la amistad y el perdón que siempre termina por conmover al espectador.

No importan los bandos ni las banderas.
Importan los hombres y mujeres que están bajo ellas y aquello que se ven los unos a los otros en el fondo de sus palabras y actos.

Asi, Ford termina convirtiendo ese pequeño villorrio perdido en una arcadia pastoril, un mundo perfecto lleno de seres especiales, una comunidad donde lo social y lo familiar se confunden, donde el otro jamás es una amenaza sino todo lo contrario.

Ford era un humanista, casi siempre escéptico acerca de lo que sus propias ideas podrían rendir en la realidad, pero en "The sun shines bright" se permitió el lujo de pintar un universo a imagen y semejanza de su utopía, una utopía habitada por individuos que siempre son un misterio insondable.

La superficie de palabras y actos es lo único que podemos aspirar a conocer. Todo lo demás queda en la habitación que se cierra tras el juez Priest en el final de la película, en la soledad que finalmente nos constituye a todos, queramos o no.... Y quizá sea esta imagen, la final, la más emocionante de todas las imágenes emocionantes que tiene esta película.

Todos los personajes de Ford tienen un punto mayor o menor de soledad, pero tienen la grandeza de no dejarse solos los unos a los otros cuandos las exigencias dramáticas de la historia demandan un gesto por su parte.

Luego, todos regresan a su misma y vieja soledad de siempre... como Ethan en el mágico final de "Centauros del desierto".

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