La nueva RTVE: la vieja máquina de movilizar que habíamos dejado de mirar
RTVE vuelve a crecer. Y su recuperación no es solo un dato de audiencia: es un hecho político.
En un país envejecido, donde la abstención decide más que el voto, la televisión pública ha recuperado algo que las redes no tienen: la capacidad de llegar a quienes estaban desconectados.
El poder mediático ha cambiado de forma, pero no de sitio. La vieja máquina de movilizar ha vuelto a arrancar.
En los dos artículos anteriores, Por qué la derecha siempre espera más de lo que consigue y El factor invisible, vimos dos cosas:
-
que la derecha española vive de encuestas que no miden poder, sino ilusión;
-
que el verdadero campo de batalla electoral en la España de los bloques es la abstención diferencial, no el supuesto “votante centrista” que ya casi no existe.
Falta una tercera pieza: quién tiene hoy capacidad real de llegar a los segmentos que más se abstienen. Y aquí vuelve a entrar RTVE.
Durante los años de Zapatero se tomó una decisión explícita: desideologizar y “tranquilizar” la televisión pública, rebajar su perfil como agente de influencia y dejar la batalla política a las privadas. Esa neutralización —reforzada por la eliminación de publicidad y una gestión más institucional— coincidió con el inicio del declive: en 2021 La 1 cayó al 8,2 % de cuota, su mínimo histórico. TVE había dejado de incomodar, pero también había dejado de importar.
Sin embargo, en los últimos años la radiotelevisión pública ha cambiado de piel. Con un nuevo equipo directivo y una estrategia de programación más competitiva —una pública “con maneras de privada”— RTVE ha logrado revertir su desplome y volver a crecer: en 2024 superó el 10,5 % de share y en junio de 2025 alcanzó un 10,7 %, su mejor dato en trece años. No es solo una cifra de audiencia: es un dato político.
La televisión ya no manda… pero sigue mandando entre quienes votan
Es cierto: los jóvenes ya no ven televisión lineal. Pero España no es un país joven. Es el más envejecido de Europa, y quienes deciden las elecciones no son los tiktokers, sino los pensionistas.
El grueso del público de RTVE está formado por mayores de 55 años, mujeres de clases populares y población rural o periurbana. Exactamente los segmentos con mayor propensión a la abstención coyuntural, y que cuando se movilizan pueden alterar un resultado nacional.
Las redes construyen clima; la televisión pública llega. Llega a los hogares donde la política ya no entra por otros medios: donde el informativo de sobremesa es todavía una referencia, donde los debates se ven en grupo, donde la palabra “pública” sigue significando “de todos”.
De pública gris a pública competitiva
La nueva RTVE ha roto con el modelo de pública anodina y funcionarial.
Programas como La Revuelta o Mañaneros, con rostros reconocibles y formato cercano, han devuelto a la cadena presencia en la conversación cotidiana.
Esa vuelta al “¿viste ayer lo de…?” tiene una dimensión política que pasa desapercibida: reactiva la atención de quienes estaban desconectados. La política no entra como consigna, sino como contexto emocional: normalizada, digerible, integrada en la vida diaria. Es exactamente lo que moviliza a los electores con menor intensidad ideológica.
El puente con los abstencionistas
RTVE mantiene un poder de penetración que ninguna otra plataforma posee.
-
Está en el 98 % de los hogares.
-
Tiene audiencias envejecidas (edad media de 60 años).
-
Y llega con más fuerza a sectores de renta baja que consumen televisión abierta más que digital.
Esa triple condición convierte a RTVE en una ventana privilegiada hacia los abstencionistas estructurales: los mayores con desafección política, las periferias urbanas que votan intermitentemente, los territorios donde la abstención duplica la media. En esas zonas —Otxarkoaga, las 3.000 Viviendas, los cinturones industriales envejecidos— la televisión sigue siendo el único espacio común de información política.
Una RTVE mínimamente atractiva y reconocible puede reincorporar a la conversación pública a millones de personas que no consumen ni prensa ni redes. No es una operación propagandística, sino cívica: devolver relevancia a la esfera compartida.
La televisión como infraestructura de participación
La evidencia internacional respalda este papel.
Estudios clásicos sobre la BBC británica o la televisión pública noruega mostraron que la llegada de un medio público imparcial aumentó la participación electoral al elevar el interés político.
En España, el caso más claro fue el referéndum de 1976, cuando RTVE desempeñó un papel crucial para movilizar a la ciudadanía hacia el “Sí” democrático, con un 78 % de participación.
Décadas después, los debates electorales organizados por La 1 siguen convocando a casi medio país —8,9 millones de espectadores en 2019, más de 9,5 millones en 2015—. RTVE no orienta el voto, pero recuerda que hay voto.
Ese recordatorio cotidiano —desde el desayuno hasta el telediario de la noche— constituye una forma de movilización blanda: mantener vivo el hábito de mirar y, con él, el hábito de decidir.
El poder que no se mide en share
La nueva RTVE no compite solo por audiencias, sino por relevancia social.
En un ecosistema saturado de ruido y nichos ideológicos, su fuerza está en llegar donde los demás no llegan: a los que no leen, no tuitean, no siguen podcasts políticos.
Y eso, en la España polarizada de los bloques, equivale a tener una línea directa con los abstencionistas.
Si el voto joven se disputa en las redes, el voto mayor y periférico se decide en la televisión pública.
Por eso la recuperación de RTVE no es solo un fenómeno mediático: es la reactivación de una máquina de movilizar que habíamos dejado oxidarse.
Y en un país donde la aritmética electoral castiga la dispersión y la sociología premia la movilización, controlar esa máquina es controlar una parte decisiva del tablero.
Fuentes y referencias breves
CIS, Estudio postelectoral 23-J (2023); Fundación Alternativas, Informe sobre la Democracia en España 2023;
RTVE Data (audiencias 2019-2025); INE (equipamiento del hogar);
Pablo Simón (UC3M); Luis Miller (CSIC);
Fundación Foessa, Informe sobre Exclusión y Desarrollo Social 2023;
Gentzkow (2006), Television and Voter Turnout; estudios comparativos sobre BBC y NRK;
Coberturas electorales RTVE (1976-2023).
Comentarios
Publicar un comentario