De socio incómodo a actor decisivo: la jugada de Junts


El fin del apoyo de Junts per Catalunya al Gobierno de Pedro Sánchez no responde a un arrebato, sino a una necesidad política. Con las encuestas a la baja y una base desencantada, el partido de Puigdemont busca recuperar margen y visibilidad rompiendo la baraja: pasar de socio incómodo a actor decisivo en cada votación.

El anuncio de la portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, de que el partido presentará enmiendas a la totalidad a toda la legislación del Gobierno, ha puesto fin al apoyo tácito que sostenía la legislatura.

La decisión no es un arrebato: es la respuesta a un deterioro electoral sostenido que las encuestas llevan meses advirtiendo.

El CEO dibuja un escenario preocupante

El último Barómetro de Opinión Política del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) —organismo demoscópico oficial de la Generalitat de Catalunya— traza un panorama poco alentador para Junts per Catalunya.
El partido de Carles Puigdemont caería de 35 a entre 27 y 29 escaños, con una intención de voto del 17 %, lejos de los niveles que le permitieron ser decisivo en la política catalana.

Aún más significativo: el CEO detecta en su electorado una fidelidad decreciente y una alta volatilidad, probablemente con fugas hacia otras opciones soberanistas como ERC o la emergente Aliança Catalana, formación de derecha independentista en ascenso.
El diagnóstico es claro: Junts pierde impulso, y es obvio que sus votantes piden algo más. Permanecer como socio incómodo pero inofensivo del Gobierno de Pedro Sánchez, sin resultados tangibles, solo agravaba esa sensación de irrelevancia.

Las demás encuestas confirman la tendencia

El deterioro no es una anomalía aislada del CEO:

Ninguna encuesta reciente ofrece una perspectiva de recuperación.
En conjunto, el panorama electoral catalán muestra a un Junts en retroceso y a su base desencantada.

Cuando la contradicción se vuelve insostenible

En ese contexto, mantener el apoyo a Sánchez tenía un coste político elevado:

  • En Madrid, Junts era visto como un socio caprichoso, pero sin capacidad real de condicionar la agenda del Gobierno.

  • En Cataluña, la contradicción era flagrante: ¿Cómo justificar que sostienes en el Congreso al PSOE de Sánchez mientras combates en el Parlament al PSC de Salvador Illa? Muchos de sus simpatizantes lo percibían como demasiado dependiente del Ejecutivo central y sin logros visibles en el terreno nacionalista.

  • En las encuestas, su espacio electoral se erosionaba, disputado por ERC a la izquierda independentista y por formaciones emergentes a la derecha.

La ruptura, por tanto, no fue una sorpresa táctica, sino una necesidad estratégica.

Romper la baraja para recuperar margen

Al anunciar que vetará leyes del Gobierno central y que presentará enmiendas a la totalidad, Junts coloca a Sánchez contra la pared: o negocia cada texto con ellos o se expone al bloqueo legislativo.

La jugada le permite reaparecer como actor central, no como socio residual.
Si el Gobierno cede, podrá exhibir victorias ante su electorado; si no lo hace, podrá decir que lo intentó y que la culpa es de Madrid.
En ambos casos, sale del rincón en el que lo habían dejado las encuestas.

Una apuesta con riesgos calculados

¿Tiene riesgos la maniobra? Por supuesto.
Si Sánchez lograra tejer mayorías alternativas puntuales o si el electorado catalán percibiera el veto como obstruccionismo estéril, Junts podría salir aún más dañado.

Pero ese escenario es improbable: el PP no salvará a Sánchez sin exigir un precio político enorme, y en Cataluña el independentismo castiga más la sumisión que la confrontación.
Junts no tenía nada que perder: seguir apoyando al Gobierno no le aportaba votos, y romper podía reactivar su identidad.
El cálculo es simple: si el desgaste es inevitable, que sea desde la autonomía, no desde la subordinación.

Epílogo: recuperar visibilidad para intentar remontar

La legislatura en Madrid entra ahora en una fase de máxima incertidumbre.
Pero en Cataluña, Junts ha logrado algo más valioso que una victoria concreta: ha vuelto a ser tema de conversación.

Ahora deberá demostrar que ese ruido se traduce en resultados tangibles para el independentismo.
De lo contrario, habrá ganado titulares, pero seguirá perdiendo votos.
En política, cuando los números bajan, recuperar visibilidad es el primer paso.
Convertirla en recuperación electoral será la verdadera prueba.

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